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Teasing him por KaLyn

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Notas del capitulo:

Hola ^^ Aquí estamos de nuevo Kali y Lyn para dejar un nuevo capítulo de esta historia ^^ Esperamos que os guste

Capítulo 13

 

Ryou suspiró de alivio al ver que dentro del coche solo estaba Louis; ni rastro de su madre. Cerró la puerta y escuchó en silencio cómo el mayordomo arrancaba el motor y ponía el vehículo en marcha.

  • Louis… ¿A dónde ha ido mi madre? Pensé que estaría aquí también… -miró por la ventana con una sonrisilla; la cara del rubio ocupaba todos sus pensamientos.

  • La señora Nanako ha recibido una llamada importante y ha tenido que viajar hacia Yokohama. No volverá hasta dentro de 3 días.

El moreno tuvo que contener un grito de júbilo.

  • Me gustaría que se hubiera tomado la molestia de avisarme personalmente -dijo con tono animado al comprobar que el mismo Louis se alegraba también de que fueran a estar solos durante ese tiempo.

  • Ya sabe cómo es su señora madre. Un “misterio”. No se le olvidó que la vajilla de plata tenía una pequeña mancha en el cubierto número 23 pero sí que se le pasa avisar a su hijo de que va a desaparecer repentinamente -rio el mayordomo.

Llegaron hasta la residencia de los Kitsu y tomaron aire con fuerza al comprobar lo serena que estaba la casa.

  • Voy a subir a mi habitación. Puedes tomarte el día libre si quieres, Louis -le sonrió el muchacho.

  • Muy buena esa, señorito. Pero ya su señora madre me ha dado una lista con todas las tareas que debo completar durante estos tres largos días -sonrió con calma.

  • Tú haz como que has completado la mayoría, que yo me encargo de cubrirte la espalda -se notaba que Ryou estaba de buen humor tras haber hecho las paces con Toki.

El moreno subió hasta su habitación y se quitó el uniforme para ponerse algo más cómodo. Mientras se estaba cambiando no pudo evitar pensar en Hiroki, así que pensó más detenidamente con qué vestirse. “No es como si fuéramos a tener una cita o algo así… Pero tampoco quiero ponerme cualquier cosa. Aunque ahora que no está mi madre podremos hacer lo que nos dé la gana” No pudo evitar sonreír con algo de picardía mientras rebuscaba en su armario. Decidió que todo lo que había allí era horrible y recatado, ya que había sido su madre la que había comprado aquella ropa e incluso prohibía a Ryou que eligiese la que él quería.

En un impulso, cogió el dinero que tenía ahorrado de sus cumpleaños o navidades y avisó a Louis de que iba a salir durante un rato. Ryou se acercó al área de tiendas más cercana y se probó la ropa que a él le gustaba de verdad. Ni camisas blancas, ni polos ni pantalones rectos. No. Agarró un conjunto de pantalones vaqueros de color degradado y con algunos cortes, camisetas con estampados o diseños, sudaderas de tallas más grandes que lo hacían sentir como protegido por una nube de algodón y un par de chaquetas de moda coreana de tonos oscuros y que mezclaban distintas telas. Ahora ya no parecía el típico tío cerebrito que se pasaba media vida pegado a un libro de texto. Ahora parecía lo que era; un chaval con personalidad, con ganas de ser libre y sentirse vivo. No sabía qué cara iba a poner Hiroki cuando lo recibiera con esas pintas tan distintas a las de siempre, pero le daba igual porque ese día se sentía así.

Esperó impaciente a que Hiroki le mandase un mensaje diciendo que estaba en la puerta de casa. Cuando por fin lo recibió corrió escaleras abajo y le abrió la puerta con una brillante sonrisa.

  • ¿Preparado para aburrirte con todo lo que vamos a estudiar?

Hiroki se quedó sin habla al verlo vestido de aquella manera. Estaba simplemente adorable. Estaba tan guapo que no pudo evitar darle un abrazo, ocultando la cara en su hombro, inhalando su dulce aroma.

  • Estás realmente… guapo -dijo en su oído, plantando un casto beso en su mejilla.

Se separó de él y siguió admirándolo, preguntándose por qué no lo había visto tan a gusto consigo mismo, ni tan contento de verlo.

  • Gracias… -se ruborizó el otro, ajustándose un mechón de pelo negro tras la oreja-. Acabo de venir de comprarlo… Mi madre no me deja vestir así -lo dejó pasar. La casa estaba en silencio; el mayordomo tampoco estaba a la vista-. ¿Quieres tomar algo?

  • ¿Como a ti? -preguntó levantando una de sus cejas-. Es broma -dijo al verlo ruborizarse de inmediato-, coge lo que quieras y vamos a tu habitación -indicó.

  • Pues si me esperas un segundo traeré algo de la cocina -le sonrió y lo dejó a solas en el recibidor no más de medio minuto-. Te gustan las galletas de canela, ¿verdad? -le mostró una cajita con deliciosas galletas-. ¿Subimos?

Hiroki asintió y ambos subieron y se acomodaron en el cuarto del pequeñajo, donde Hiroki se sentó cerca de Kitsu, poniéndolo nervioso mientras ambos metían la mano por turnos en la caja de galletas.

Hubo un momento en el que el pequeñajo tenía una galleta en la boca y fue a coger otra y su mano se chocó con la de Hiroki, haciendo que el moreno se quedara estático por la sorpresa. En ese instante, Hiroki aprovechó para inclinarse y partir la galleta que tenía sujeta en la boca con sus propios dientes, haciendo que sus labios se rozaran a propósito. Hiroki masticó con rapidez la galleta y luego puso una mano detrás del cuello de Kitsu, guiándolo hacia sus labios para darle un beso, arrebatándole lo que le quedaba de galleta en la boca.

  • Me gustan las galletas, pero me gustan más tus besos -dijo Hiroki llevándose un dedo a la boca y chupándolo sensualmente-. Pero dime, ¿qué tenías que decirme?

Ryou se puso un poco más serio y se acomodó junto al rubio.

  • Verás, Hiroki… -lo miró momentáneamente a los ojos, asegurándose de que tenía su atención-. Llevo ya un tiempo queriendo preguntarte algo… Pero la verdad, no me atrevía a hacerlo -su sonrisa se fue desvaneciendo poco a poco, y la preocupación se dejó ver en el rostro del muchacho-. Tengo miedo de que si te lo pregunto… La respuesta no sea la que quiero escuchar -suspiró-. Pero quizá lo mejor sea aclarar esto cuanto antes -se echó encima del rubio, dejándole apreciar sus ojos color azabache, tan profundos como una noche sin luna, tan vivos como una galaxia en continuo movimiento y tan bellos como las misteriosas estrellas que pueblan un cielo nocturno.

  • ¿Qué es la respuesta que quieres escuchar? -preguntó deleitado por la audacia del pequeñajo, contemplando esos insondables ojos que hacía que se sintiera extrañamente disconforme con la distancia entre ambos. Esos ojos pedían a gritos que se acercaran incluso más-. ¿Qué es lo que tienes que decir? -preguntó dejándose dominar temporalmente por el pequeñajo encima de él.

  • Hiro… -el rubio casi se derritió con el cariño que despedía su voz llamándolo de una manera tan cercana y tierna-. Por favor, dime la verdad -cogió aire. Podía notar el corazón casi saliéndose del pecho.

  • ¿Ryou? -dijo Hiroki con incertidumbre sin poder resistirse a llamarlo por su nombre, tal y como el otro había hecho. Si lo había llamado por su nombre, la cosa iba en serio.

  • Hiro. ¿Qué sientes por mí? -sus labios estaban casi rozándose-. ¿Te gusto de verdad o es esto solo un juego? Porque… -tuvo que apretar los labios al notar que se le cortaba la respiración-. Porque tú sí que me gustas a mi de verdad… Me he enamorado de ti -los ojos se le humedecieron levemente al pensar que el otro lo iba a rechazar.

Hiroki se quedó en blanco, viendo la cara del pequeñajo completamente sin palabras. Kitsu se mostraba ante él vulnerable y… ¿lo quería? ¿A él? ¿A un delincuente? No, eso no podía ser cierto. A Hiroki aquello le pareció completamente fuera de contexto. Irreal. Desde su padre, nunca nadie se había interesado por él. Ni siquiera con las chicas con las que salió pudieron aguantar su personalidad posesiva. Ni siquiera su propia familia lo quería y ese pequeñajo… ¿ese pequeñajo lo amaba?

Una lágrima del pequeñajo cayó en su mejilla y aquello le rompió el corazón a Hiroki. Nunca lo había visto tan destrozado al llorar. Enfadado, lleno de odio, frustrado, impotente, asustado… pero nunca así. No debería llorar así, no por él.

Hiroki apoyó una mano en su mejilla y limpió una lágrima que estaba por resbalar de su barbilla y caer en su propia cara, aún procesando todo aquello.

¿Qué era lo que Hiroki sentía? ¿Qué sentía por el pequeñajo? Mirando esos ojos anegados en lágrimas y su cara mostrando un dolor tan profundo que le sobrecogió, el corazón de Hiroki saltó. Se saltó un latido. Sorprendido, miró de nuevo al pequeñajo, notando cómo los latidos de su corazón se aceleraban. ¿Significaba aquello que también le gustaba el pequeñajo? Sería la primera persona de la que se enamorara de ser así y tenía miedo. Miedo de que alguna vez, si se enamorara, la otra persona se iría… igual que su madre. Igual que su padre.

El pequeñajo se movió, queriendo levantarse, sintiendo el rechazo y no pudiendo permanecer más tiempo tan cerca de él.

  • ¡No! -Hiroki lo cogió de los hombros y lo abrazó a la fuerza, haciendo que su cabeza reposara en su pecho-. No… -dijo con voz más baja y algo más calmada, notando que su corazón latía frenéticamente-. Yo… no sé qué decir a eso, la verdad. Todo esto empezó como un juego, pero soy así… la mayor parte del tiempo soy así. No creo que quieras involucrarte con alguien como yo, Ryou -dijo seriamente. Aunque la mayor parte del tiempo, Hiroki no era serio, sería incapaz de mentir o hacer bromas en una situación como esta.

  • Tienes razón, tienes razón… -sollozó con fuerza-. Soy un completo idiota por haberte acorralado aquí y haberte preguntado semejante gilipollez… -se separó del pecho del rubio y se enjugó la cascada de lágrimas que caía por sus mejillas con el puño de su nueva chaqueta-. Olvídalo Hiroki, olvídalo… -quiso levantarse nuevamente.

  • Ryou, Ryou… -llamó suavemente, haciendo que el otro lo mirara-. No quiero que lo olvides. Solo pregunto si estás seguro de quererme. Soy horrible, ¿sabes? Pero… -Hiroki suspiró nervioso y preocupado-. Yo… yo no puedo prometerte que vayas a ser feliz conmigo, Ryou -dijo seriamente cogiéndole las manos con las suyas, las cuales temblaban un poco-. En realidad no puedo prometerte nada. Te mereces algo mucho mejor que yo pero… tampoco quiero dejarte ir -con eso último, Hiroki se sonrojó y miró a otra parte, absolutamente avergonzado-. Maldición -murmuró más para sí que para el pequeñajo-. Lo que estoy intentando decirte es que… no eres un idiota y esto no es una gilipollez. Solo pienso en lo que sería mejor para ti. Tu felicidad. No sé si otro podría hacerte más feliz -dijo apretando la mandíbula con furia solo de pensarlo.

  • ¿Felicidad? ¿Te crees que soy feliz aquí, en esta casa? -a Hiroki se le partió el alma al ver su cara sonrojada y llorosa-. Tú Hiro, tú eres el único que me ha dado una nueva perspectiva de la vida. El que me ha hecho sentir cosas nuevas, el que… -tuvo que parar porque apenas podía respirar-. No quería admitirlo, pero me gustas. Joder, me gustas tanto que no he dejado de pensar en ti desde que te vi por primera vez -suspiró-. Sé que lo estás pasando mal en tu casa y en la calle. Y quiero ayudarte… Quiero arreglarlo; tapar todas tus heridas, curarlas a besos. Que no tengas que preocuparte por nada y al menos puedas ser tú mismo cuando estamos juntos, tal y como has hecho estos días. Estoy seguro de que no haces más que fingir y cargar con todo tú solo. ¿Por qué no me dejas ayudarte? -se llevó una mano a las mejillas y se secó nuevas lágrimas que le caían.

  • ¿Acaso soy un caso de caridad? -dijo enfadado entonces Hiroki soltando las manos del pequeñajo-. ¿Acaso lo haces por pena? ¿Me tienes pena y es por eso que me estás diciendo todo esto? ¿Tanta pena te da el delincuente lleno de heridas que quieres ayudarlo?

  • ¿Qué? ¡No! -lo miró asustado, y aún más triste que antes-. Te quiero, Hiroki… No estoy contigo por pena, ¡sino porque de verdad estoy enamorado de ti! -caminó hasta la cama y se dejó caer-. Sabía que no me ibas a creer… Soy un completo idiota por haberme confesado… -sus lágrimas se volvían más y más densas, casi como si las estuviera conteniendo al máximo y ya cayeran por su propio peso.

Ryou se quedó en silencio mirando el techo, sollozando y tragándose todo lo que quería decir; temía que el rubio se enfadase aún más.

  • Lo has entendido todo mal… Solo quería expresar lo que siento por ti… ¿No ves que te quiero, idiota? Seas delincuente o no, te metas en problemas o no, seas como seas… Te quiero -cerró los ojos y con una expresión de infinita pena derramó todo lo que le quedaba por llorar.

Hiroki se quedó en silencio, abrumado por la cantidad de sentimientos mezclados que podía oír en su voz. No podía aguantarlo tampoco. No podía aguantar no consolarlo de alguna forma.

Se levantó y se acercó a él, comenzando a lamer las lágrimas que se derramaban por sus mejillas, pero recibió un manotazo del pequeñajo que lo hizo alejarse. Hiroki cerró la mano herida con demasiada fuerza y se levantó a darle un puñetazo a la pared para descargar toda su frustración e impotencia. Era la misma mano con la que había dado un puñetazo en la pared de su casa el día anterior.

  • Pequeñajo… déjame decirte que… -dijo Hiroki con la voz rota por tantas emociones que estaba sintiendo y que no quería sentir-. No he llorado desde la muerte de mi padre y me prometí no hacerlo, pero a este paso voy a acabar llorando… -confesó Hiroki con la respiración alterada-. Yo… no sé lo que siento por ti, pero no te veo como a un amigo tampoco… es algo especial lo que siento por ti, es diferente, pero no sé lo que es… no quiero verte así y soy yo quien lo está provocando todo… -dijo al borde de las lágrimas-. Debería irme -dijo con voz trémula-. Debería dejar de causar tantos problemas a todos -dijo reprimiendo las lágrimas-. Maldición.

Antes de que Hiroki pudiera dar un solo paso, Ryou se levantó y se acercó al rubio. Se puso de puntillas y lo besó profundamente, abrazándolo por la cintura.

  • No rompas tu promesa -lo miró con sus ojos de cachorro-. No llores, Hiroki… -enterró la cara en el pecho del macarra-. No te vayas, por favor… No hace falta que me contestes ahora lo que sientes por mí, pero quiero que aún así te quedes a mi lado -tomó la mano herida de Hiroki y la besó dulcemente-. ¿Te quedarás…? -lo presionó con sus ojillos brillantes.

  • Ah… maldita sea -dijo Hiroki sonriendo y pasándose una mano por los ojos, controlando sus emociones-. ¿Cómo podría decirle que no a esa carita tuya? -dijo bajando la cabeza para besarlo, pero se detuvo en el último instante, comprobando que los latidos de su corazón aumentaban-. Probablemente estoy cayendo en tu red, pequeño. ¿Puedo besarte? -preguntó pasando un brazo por detrás de la espalda del pequeño, acercando su cuerpo a él.

  • ¿Ahora me vienes con formalidades? -negó con la cabeza mientras trataba de sonreír-. Te recuerdo que tú eres el dueño de esto -le mostró el cuello, lleno de marcas de Hiroki-. ¿Por qué tienes que pedir permiso por usar algo que es tuyo…? -preguntó sabiendo que aquello le subiría el ánimo al rubio.

  • Porque me importas. Puedo hacerte daño de muchas formas, pero quiero que siempres vuelvas conmigo. A mi lado. Eso es lo único que puedo asegurarte ahora: quiero que estés siempre a mi lado, que vuelvas conmigo.

Se inclinó y lo besó, saboreando las saladas lágrimas que habían caído por sus labios. Decidió entonces Hiroki que iba a eliminar toda esa tristeza que le había hecho sentir, así que, sin dejar de besarlo, lo elevó en el aire, haciendo que el pequeñajo le rodeara la cintura con las piernas, sin dejar de besarlo.

Lo llevó hasta la cama y lo depositó en ella, sin dejar de acariciar todo su cuerpo, sintiendo las manos del pequeño hacer lo mismo. Hiroki gruñó cuando una de sus manos agarró fuertemente un mechón de pelo y mordió sin querer sus labios, separándose cuando lo escuchó gemir.

  • Tienes razón… todo esto es mío -dijo acariciando lentamente las mejillas húmedas del pequeño, limpiándolas con infinito cuidado y cariño.

Hiroki suspiró y enterró la cara en el cuello de Kitsu, no, de Ryou, abrazando su pequeño cuerpo con mucha fuerza, inhalando su conocido aroma. Se quedó ahí quieto, disfrutando del calor del otro, contento de que estuviera a su lado. Contento de saber que no iba a abandonarlo. Contento por haber parado sus sollozos llenos de dolor. Feliz de estar a su lado.

Ryou le acarició el pelo en silencio; notando cómo Hiroki se iba derritiendo en sus brazos. Sabía ya perfectamente dónde le gustaba que lo acariciasen, así que lo calmó tras pasar los dedos en círculo por su coronilla y recoger sus mechones tras sus orejas. Cuando ya lo notó más relajado, inclinó la cabeza levemente y besó al rubio en la frente tras apartarle un par de cabellos que habían quedado sueltos.

“Me da igual si suspendo mañana” pensó Ryou, “Porque este momento merece mucho más la pena que cualquier sobresaliente…” Hiroki se sentía  como en el cielo abrazando al pequeñajo y escuchando los suaves latidos de su corazón. Casi volvía a sentirse como un niño de nuevo, como cuando era feliz y su vida no era una mierda. Ryou era el único que había logrado hacerlo sentir así; ese pequeñajo que tan solo llevaba un par de semanas en su vida.

Aquel momento de paz y tranquilidad se vio interrumpido cuando empezó a sonar el teléfono móvil de Hiroki; era Kei. Tras una mueca de decepción y una suave caricia en la mejilla del moreno, se llevó la mano al bolsillo de atrás y descolgó.

  • ¡Hiro! -lo saludó la siempre animada voz del diablillo-. El grandullón y yo fuimos a buscarte tras las clases, pero no te encontramos en el insti. ¿Estás bien? Sólo queríamos asegurarnos de que o estás con el pequeñajo ese o te has pirado a dar una vuelta tú solo… ¡Usa proteccion! -rio, bromeando.

Al principio Hiroki cogió la llamada con todas las intenciones de echarle la bronca a Kei por haber interrumpido aquel momento, pero en cuanto escuchó la razón del pelirrojo para llamarlo, no pudo evitar sonreír.

  • Sí, Kei, estoy bien -dijo sonriendo hacia el pequeñajo-. ¿Qué pasa contigo y con Katsurou? -preguntó con segundas intenciones, recordando cómo los había visto tumbados el uno contra el otro cuando habían jugado a los bolos-. ¿Por qué no te aseguras de que Katsurou use protección? -preguntó riéndose por la cara que puso el pequeñajo al escuchar aquello.

  • ¡Que te den, Hiro! ¡S-Sabes que yo no soy marica como tú! -su argumento se desmontaba por sí solo, pero el diablillo quería tratar de guardar las apariencias todo lo posible-. ¡Adiós! -colgó con tono mosqueado, ya que Hiroki siempre conseguía salirse con la suya cuando iba en contra del pelirrojo.

Ryou sonrió en silencio sin parar de mirar al rubio.

  • Se ve que no son nada sin ti -le peinó un par de mechones sueltos.

  • Soy irresistible -dijo cogiendo la mano del pequeñajo y besando sus dedos antes de soltarla con delicadeza.

Desde que Ryou le había dicho que lo quería, Hiroki se había prometido intentar ser cuidadoso con lo que dijera o hiciese delante del pequeñajo. No quería que se alejara de su lado. Quería hacer las cosas bien.

  • Sé que es cortar el rollo, pero… cuando quieras nos ponemos a estudiar para mañana. A no ser que tengas planes mejores -dijo sin apartar los ojos de él.

  • ¿No crees que te la estás jugando demasiado? -contestó Hiroki mirando directamente a sus ojos-. A no ser que lo hayas dicho queriendo… -dijo avanzando hacia el pequeñajo y juntando sus cuerpos lo suficiente como para que al pequeñajo se sonrojara.

  • ¿N-No eras tú el que no estaba seguro de lo que quería…? -el moreno se mordió el labio, excitándose-. Quizá no deberías ser tan atrevido… -acarició la espalda de Hiroki con suavidad.

  • Cariño, sé que soy irresistible. Si no quisieras, me habrías apartado ya y no te acercarías tanto a mí -dijo pasando una mano por su cuello, deslizando los dedos de su garganta hacia abajo-. ¿Tú qué quieres hacer? -preguntó levantando la vista de su cuerpo a sus ojos.

Ryou suspiró, poniéndose algo más serio.

  • Creo que estaría dispuesto a hacerlo… si tu te aclarases con lo que sientes por mí -lo miró algo apenado, pero sin culparlo-. Lo siento, Hiroki. Entiéndelo -lo apartó suavemente y se sentó en la cama.

  • El gatito saca las garras… -dijo Hiroki persiguiéndolo a la cama-. Me temo que no te va a ser fácil salir de esta -dijo juguetonamente.

Se puso encima y lo tumbó, cogiéndole ambas muñecas por encima de la cabeza con una única mano, mientras que con la otra recorría lentamente el cuerpo del pequeñajo, quien temblaba entre sus brazos.

  • No te preocupes, no haré nada que no te guste -dijo Hiroki usando su tono juguetón de nuevo, bajando la cabeza para besarlo en el cuello, detrás de la oreja y finalmente en los labios.

El pequeñajo se estremeció ante sus besos, curvando la espalda ligeramente. Su camiseta se estiró ligeramente hacia arriba, dejando ver el hueso de sus caderas y hasta parte de su ombligo. Hiroki no pudo evitar relamerse al ver tan jugoso pedazo de carne. Ryou dejó escapar un gemido en la boca del otro cuando comenzó a profundizar el beso con su lengua. Lo miró con ojos llorosos de placer; excitado, casi como rogándole que le diera más.

  • Ryou -dijo Hiroki relamiéndose antes de levantarle la camiseta un poco más y empezando a repartir un rastro de besos a lo largo de su pecho, rozando con sus dedos su pantalón pero sin querer quitárselo.

Todavía recordaba lo que él le había dicho y si no estaba preparado, Hiroki solo lo provocaría un poco más. No quería que el pequeño se asustara tanto como para que empezara a llorar, o aún peor, se alejara… era cierto que le gustaba verlo asustado, pero no tanto.

Tiró de su camiseta hasta que se la quitó, dejando al descubierto esa piel que a Hiroki tanto le gustaba mordisquear y lamer. Recorrió con sus manos su cuerpo, parándose a ver de vez en cuando la cara completamente sonrojada del pequeñajo, ocurriéndosele una idea algo descabellada.

  • Ven -instó Hiroki, ayudando a levantarse a Ryou de la cama, colocando su cuerpo encima del suyo-. Quiero que ahora tú hagas lo que quieras -dijo cogiéndole las manos y besándolas, especialmente la que tenía herida.

Era una manera para que él se asustara menos y ganara algo más de confianza y aunque a Hiroki no le gustaba ceder el control, tenía curiosidad por saber lo que Ryou haría.

Se notaba que el pequeñajo no se lo esperaba, porque se paró a pensar detenidamente durante varios segundos, tragando saliva. Se arrimó más a las caderas de Hiroki, ahogando un pequeño gemido al rozarse con su miembro sobre la ropa. Se mordisqueó el labio y llevó las manos al cuello del rubio. Desde ahí fue repasando partes de su cuerpo con la punta de los dedos: las clavículas, la línea de sus pectorales y sus abultados abdominales… todo ello sin atreverse a meter las manos por dentro de su ropa. Sin embargo, el rubio al verlo tan tímido, agarró las manos de Ryou y lo obligó a tocar sobre su piel directamente.

Con algo más de confianza, Ryou volvió a acariciar todo el cuerpo de Hiroki prestando atención a cada detalle en su piel. Se fijó en que ciertas partes de su pecho eran algo más rugosas, o con pliegues anormales. Levantó su camisa y comprobó que el macarra tenía la piel poblada de pequeñas cicatrices, raspaduras o heridas a medio sanar. Algo apenado bajó el rostro hasta la altura de su pecho y comenzó a besar cada una de sus imperfecciones, bendeciéndolas con sus labios.

  • Te quedan bien. Pareces fuerte con ellas -dijo terminando de acariciarlas con la yema de los dedos.

Sonrojándose levemente, acercó los labios a la boca de Hiroki, comenzando a besarlo con ternura; que se transformó en pasión poco a poco avanzaba el beso. El rubio tanto se sorprendió como se excitó cuando el mismo Ryou enredó la lengua con la suya, haciéndola pasar por las partes más recónditas de la boca de Hiroki. Ambos se estaban calentando. Ryou ya inconscientemente se pegaba más y más a las caderas del otro, casi montándose encima.

  • Basta de tonterías -gruñó Hiroki cambiando de posiciones, haciendo que el pequeñajo se tumbara en la cama, posicionándose entre sus piernas.

Comenzó a besarlo ardientemente, pasando las manos por su cuerpo, apenas parando para lanzar su propia camiseta a un lado y proseguir deleitándose con el cuerpo tembloroso de Ryou, quien parecía estar sonrojado por otras razones que Hiroki podía notar contra su cadera.

  • Me parece que tienes ganas de más -dijo Hiroki con la voz ronca por la excitación y el deseo.

Sin embargo, a pesar de lo mucho que quería arrancarle los pantalones con la boca y hacerlo con él hasta dejarlo sin sentido, cerró los ojos con fuerza, permitiéndose cobrar algo de racionalidad antes de hacer lo que realmente quería.

  • Haré lo que quieras -dijo entonces Hiroki, abriendo los ojos y posándolos en la cara sonrosada de su pequeñajo, lo que no le ayudó a controlarse precisamente.

Ryou, que parecía una pequeña bolita roja, acarició uno de los brazos de Hiroki, apartando la vista unos momentos para pensarlo también.

  • N-No sé si deberíamos… -clavó los dedos suavemente en las muñecas del macarra-. Si seguimos así no podré decirte que no… pero quiero que estés seguro de que tu tampoco te vas a arrepentir si lo haces -reunió algo de valor para mirarlo a los ojos.

  • Entonces pararé -dijo Hiroki alejándose de él-. Puedo ser una persona que provoca a los demás, pero no hasta tal punto. Según lo que yo tengo entendido, eres virgen -le guiñó un ojo-, así que quiero que estés seguro hasta que quieras hacerlo. No haré nada que tú no quieras -se inclinó y le dio un beso en la frente-. Aunque sabiendo que eres virgen me quedo más tranquilo… a saber lo que hubiera hecho si me hubiera enterado de que lo habías hecho con alguien más… -dijo negando la cabeza ante tal pensamiento.

  • Te agradezco que seas sincero -le sonrió Ryou, que podía notar perfectamente el afecto en las palabras del rubio-. Ya sabes lo que yo siento por ti. No voy a presionarte a que tú me digas lo que sientes… Así que cuando estés listo para decirmelo, solo hazlo -le recolocó el flequillo con los dedos, que le caía despeinado a un lado-. ¿Merendamos? -volvió a sonreír para suavizar la situación y no hacerlo sentir mal por parar en un momento tan comprometido.

  • Vamos -dijo Hiroki aceptando la decisión del pequeñajo, ayudándolo a incorporarse, no sin robarle un breve beso en los labios antes de hacerlo-. Eh, dije que iba a respetar esa decisión, no que fuera a dejar de tocarte o besarte -le guiñó un ojo de nuevo, sonriendo al ver cómo el pequeñajo volvía a ponerse rojo y se trababa con sus propias palabras.

Pasaron la mayor parte de la tarde estudiando, hablando y regalándose caricias espontáneas el uno al otro. Ryou parecía muy feliz de que estuviera a su lado, a pesar de que el rubio casi lo hubiera rechazado. Solo con compartir un breve momento con él ya era suficiente para que el moreno sonriera durante el resto del día.

Hiroki, por su parte, estaba contento al saber que él iba a permanecer a su lado. Que no lo abandonaría. Que lo quería realmente. Para él era casi como un milagro pensar que alguien lo quisiera tanto. Todos se cansaban de su personalidad tarde o temprano, pero el pequeñajo parecía aceptar todo de él y no parecía que quisiera cambiar nada. Él era, en cierta forma, lo mejor que nunca le había pasado. Horas más tarde, Ryou se despidió de él en la puerta con un atrevido beso en los labios, no sin antes darle también como regalo una bolsa cargada de comida y dulces, que su madre aborrecía y pensaba tirar por el simple hecho de que Louis se había equivocado en la compra.




Notas finales:

¿Ha sido un capítulo bastante intenso o a nosotras nos lo ha parecido? En cualquier caso, esperamos que os haya gustado tanto como a nosotras escribirlo ^^

~nos leemos~ 


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