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Teasing him por KaLyn

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Notas del capitulo:

¡Hola de nuevo! :) Aquí os dejamos otro capítulo ^^ Esperamos que os guste 

Capítulo 15

 

La tarde estaba bastante tranquila, por lo que Unmei se entretenía jugando con el móvil sentado tras el mostrador, mascando chicle y con cara de aburrido ya que apenas tenía clientes que atender.

  • Estar soltero es horrible… ahora mismo podría estar mandándome mensajes con alguien -murmuró justo antes de dejar escapar un suspiro.

La cara del muchacho se iluminó cuando vio entrar a Toki a la tienda.

  • ¡Bienvenido! -lo saludó con una gran sonrisa-. ¿Te puedo ayudar en algo? -se alegró tanto de ver una cara conocida que podía hacerle la tarde más amena que salió del mostrador y se acercó al chico.

  • La verdad es que… He acabado aquí sin darme cuenta -dijo Toki algo confundido.

Había salido para despejarse y olvidarse de Ryou y de todo lo que le había dicho, pero sus palabras no paraban de atormentar su mente y su imaginación, haciendo que imágenes muy vívidas de lo que él y el delincuente habían estado haciendo a solas.

  • De todas formas, pareces estar bastante solo… ¿te importa si te hago compañía? -preguntó Toki algo tímido

  • Claro que no -Unmei hizo un mohín con la boca-. Me sentiría decepcionado si te marcharas sin charlar un rato.

Toki no pudo dejar de observar lo parecido que era Unmei a su hermano. Si no fuera por el pelo, podrían hacerse pasar por el contrario, sin embargo, Toki pensaba que tanto la manera de vestir, los piercings, el pelo… todo indicaba que no querían ser confundidos en absoluto. La relación entre él y Kei parecía ser muy mala. Toki no podía saberlo, ya que no tenía hermanos, aunque siempre había considerado a Ryou como uno. Ryou. El simple hecho de pensar en él, hacía que se sintiera pesado, así que hizo una mueca involuntaria con su cara, por lo que Unmei lo notó enseguida.

  • Eh… ¿Estás bien? -el muchacho se acercó más a Toki e hizo que lo mirase a la cara-. Pareces algo decaído… -lo cogió de la mano y lo llevó al mostrador-. Mira, como no hay nadie te haré una visita VIP por la tienda, ¿te apetece? -le guiñó el ojo.

Lo dejó pasar al otro lado del mostrador como si fuera un empleado más.

  • Aquí está la caja registradora, el libro de cuentas, bla, bla. Esto es aburrido, pasemos a otra cosa -cogió un par de paquetes de chicle y le regaló uno a Toki-. Tranqui, nos dejan coger tonterías como estas.

Se sentó en uno de los taburetes de empleados e hizo señas a Toki para que se sentase a su lado. De pronto pareció pensar en algo espontáneo y se levantó.

  • He tenido una idea buenísima -le mostró una sonrisilla traviesa-. Espera aquí.

Fue un momento al almacén de dentro de la tienda y volvió con un delantal oficial para empleados.

  • Póntelo -se lo acercó mientras reía-. Vamos a hacer como que eres mi compañero de trabajo, ¿quieres? -ladeó la cabeza, mirándolo con ojillos pícaros.

  • Tengo el presentimiento que te vas a reír mucho de mí -dijo Toki mirando el delantal y sujetándolo como si fuera el mismo diablo-. Toma, ayúdame -dijo haciendo gestos para que Unmei le hiciera un lazo detrás.

  • ¿Por quién me tomas? -preguntó mientras se lo anudaba, remetiéndoselo un poco por atrás-. Soy yo quien te lo ha dicho… No soy tan malo como crees… ¿O sí? -le dio una suave palmadita en el trasero cuando acabó.

  • ¡Eh! -se quejó Toki debido a esa palmada que lo cogió con la guardia baja-. ¿Pero qué demonios? -dijo echándose a reír poco después-. Yo no sabía que te iban los juegos estos… -dijo echándose a reír otra vez por la cara que puso Unmei.

Unmei abrió la boca para contestarle algo, pero en ese momento llegó un cliente.

  • ¡Bienvenido! -saludó el peliazul con un leve gesto de cabeza-. Vamos, saluda, Toki -rió.

  • ¡B-Bienvenido! -dijo de nuevo sorprendido por lo extrovertido y simpático que era Unmei.

El hombre que acababa de entrar pareció sorprendido de ver a un nuevo empleado, pero simplemente sonrió y asintió con la cabeza. Unmei tuvo que aguantarse la risa hasta que el cliente se perdió entre los pasillos.

  • Has estado genial. Tienes una voz muy fuerte y masculina -le sonrió.

  • Y me lo tendré que creer… -dijo con tono de broma, correspondiéndole a la sonrisa.

  • ¿Prefieres que te mienta y te diga que has sonado como un pato ahorcado? -rió antes de guardar silencio durante varios segundos-. Eso ha sido algo cruel… Y además tienes una voz muy sexy -confesó mordiéndose el labio y sonrojándose levemente.

  • Vaya… -dijo Toki mirándolo detenidamente-. Si no lo supiera bien… diría que estás ligando conmigo -dijo con tono interrogante sin perder de vista el rostro de Unmei.

  • A lo mejor lo estoy… -susurró con tono coqueto justo antes de ser interrumpido por los gritos del cliente.

  • ¡Disculpe encargado! -gritó desde varios pasillos a lo lejos-. ¿Podría venir?

  • ¡Ya voy! -Unmei guiñó un ojo a Toki y salió del mostrador para atender al cliente, dejándolo solo.

Toki se quedó en silencio viéndolo moverse con maestría entre las diferentes estanterías. Durante un momento, se había olvidado de todo lo demás y solo había podido ver a Unmei. Su tono coqueto y esa valentía al admitir que había estado ligando con él… esa manera de decir la verdad le recordaba a Kei, pero de una manera muy diferente. Unmei era mucho más misterioso que su hermano y no podía evitar querer conocerlo mejor.

Mirándolo de lejos, sonriendo amablemente y hablando con franqueza, Toki solo podía imaginar que Unmei era indicado para el tipo de trabajo en el que se trabaja con clientela cara a cara. Su tono de voz, siempre adecuado, su amable sonrisa y su personalidad era tan atrayente… como un sol, y Toki no podía evitar sentirse como un planeta girando a su alrededor, atraído por su calor.

El muchacho no tardó mucho en volver de nuevo al mostrador tras haber solucionado las dudas del cliente. Se colocó frente a Toki e hizo como que estaba decidiendo qué comprar.

  • Mhm… Disculpe, señor encargado… -se dejó caer sobre el cristal del mostrador apoyando los codos y dejando caer la cara entre sus manos, mirando a Toki con aquellos misteriosos ojos de color gris-. ¿Qué caramelos me recomienda; de sabor de frutas del bosque o estos nuevos con sabor mixto? -agarró las dos cajitas y tonteó con ellas ante Toki para hacerlo reír.

  • Señor cliente -dijo Toki siguiendo con la broma-, usted debería escoger el que es más adecuado con su personalidad -se movió hacia las cajitas y cogió las de sabor mixto-. Nunca sabe lo que va a tocar -dijo Toki guiñando el ojo a Unmei, riendo felizmente.

El gemelo rió espontáneamente, sin esperarse que fuera a seguirle la broma.

  • Dios, Toki. Necesitaba a alguien como tú -se coló bajo la parte cerrada del mostrador y volvió a sentarse a su lado-. Voy a convencer a mi jefe para que te contrate -sonrió.

En ese momento el hombre que había entrado a la tienda comenzó a poner su compra junto a la caja para pagar. Unmei pasó los productos con suavidad y cobró al cliente, que se marchó satisfecho.

  • Hoy no viene mucha gente… Aunque también es porque es temprano. Más tarde se llenará más -hizo una bonita pompa de chicle-. ¿Quieres irte? No quiero molestarte si tienes cosas que hacer -sonrió.

  • Prefiero quedarme contigo -dijo Toki apoyándose contra la barra-. Me has animado el día.

  • Entonces no te voy a retener para que te quedes… -dijo en tono melancólico-. ¡Hazlo! ¡Quédate y no mires atrás! -adoptó una pose dramática, como si su destino fuera aquel de una tragedia. Ambos se echaron a reír.

Toki se echó a reír sin evitar poder pensar que a pesar de sus apariencias, Unmei era absolutamente adorable.

  • Si mi destino es estar contigo… ¿Cuál es tu destino? -preguntó interesado por ver el tipo de respuesta que Unmei le daría.

El peliazul se lo pensó un par de segundos, mirando hacia el techo a ver si encontraba la inspiración.

  • Mi destino es guiarte por el buen camino, mi caballero -parpadeó lentamente, como tratando de seducirlo-. Sin mí, ¿qué desafortunado rumbo podrías tomar?

  • Tienes razón, mi príncipe -dijo Toki haciendo una leve reverencia y tomando su mano para besarla suavemente-. ¿Qué aciago destino podría aguardarme si no estás a mi lado? -dijo siguiendo con la actuación.

Unmei se echó a reír melodiosamente.

  • No me tientes, Toki. Si sigues así me acabaré enamorando de ti -le dio un toquecito en la nariz y se giró para que no viera que estaba ruborizado-. Además… Nunca podríamos estar juntos -suspiró como una doncella con el corazón partido-. Nuestro estatus social es distinto y nuestro matrimonio sería un escándalo… -se puso de cara a Toki nuevamente, arrimándose a su taburete hasta quedar prácticamente pegados-. A no ser que lo mantengamos en secreto… -le susurró.

Toki, a pesar de su cercanía, se estaba divirtiendo con ese pequeño teatrillo improvisado. No obstante, no pudo evitar acordarse de Ryou. Su destino tendría que haber sido con él… sacudió la cabeza, recuperándose de esa decaída y volviendo a concentrarse en Unmei.

  • ¿Secreto? ¿Crees que nuestro gran amor podría pasar desapercibido? -dijo Toki cogiéndole las manos con fuerza y atrayéndolo hacia él, levantándose del taburete, haciendo que la cabeza de Unmei quedara a la altura de su pecho-. ¿Cómo puedes pedirme esto, mi amor? -dijo abrazándolo, metido en su papel.

El pobre Unmei se quedó cortadísimo; estaba rojo como un tomate y no supo cómo reaccionar. Estaba empezando a pensar que aquello que había nacido como un juego se estaba convirtiendo en una realidad a la velocidad de la luz.

  • No hay otra manera de que estemos juntos… -pasó un dedo a lo largo de la espalda del otro mientras hacía como que sollozaba-. Será mejor que separemos nuestros caminos. No quiero hacerte más daño… -aquí ya rió de nuevo sin poder evitarlo, pero dejando ver a Toki el rojo de sus mejillas.

  • Y ahí se fue toda la magia… -dijo Toki echándose a reír y apartándose con cuidado de Unmei.

  • Oye. Ha sido corto pero intenso -hizo una mueca graciosa con la cara, haciendo que su septum se ladeara.

Toda la sonrisa de Unmei se desvaneció cuando vio a cierto joven entrar a la tienda.

  • Mierda… Es mi ex… -susurró a Toki-. Haz como que ni lo has visto.

Unmei se dejó caer sobre el mostrador, mirando con rostro aburrido cómo el muchacho que acababa de entrar se acercaba hasta él con andares superiores y sonrisa chulesca.

  • Hola Makoto… -saludó el peliazul enarcando una ceja.

  • Unmei, veo que sigues trabajando aquí -dijo echándole una sonrisa seductora, percatándose apenas de la presencia de Toki-. Últimamente veo más a tu hermano que a ti, lo cual es una pena, porque tú siempre has sido el más guapo… -dijo guiñándole un ojo.

  • Somos gemelos idénticos, Makoto. No cuela -le dedicó una media sonrisa-. Además, ¿no te molaba él antes que lo hiciera yo? ¿O simplemente vas intentando ligarte a cualquier tío bueno que esté a tu alcance?

  • ¿Estás hablando de ti mismo ahora no? Incluso cuando estábamos juntos no podías evitarlo, ¿no? Hacerlo con otros… -dijo sonriendo al ver cómo Unmei empalidecía-. Nunca me importó, la verdad. Hasta cierto punto, lo entendí. Tu cuerpo es demasiado sensual -dijo pasando un dedo por la línea de la barbilla de Unmei, quien estaba paralizado.

Toki se encargó por Unmei de apartarle la mano y puso una mano en su cadera, separándolo de la barra y pegándolo a su costado protectoramente.

  • No me gusta que lo toques o le hables así -dijo Toki frunciendo el ceño, mirando de frente a Makoto sin un ápice de miedo-. Tampoco me gusta que sueltes mentiras tan crueles solo porque no sepas mantener a una persona a tu lado -escupió con odio, apretando la mano que mantenía en la cintura de Unmei y subiéndola lentamente, observando los ojos de Makoto desviarse a esa mano-. No eres bienvenido aquí. Fuera.

Unmei tragó saliva y permaneció en silencio, observando la reacción del matón; que hacía una mueca de desagrado porque alguien más estuviera tocando “su propiedad”

  • Lárgate, Makoto… -le dijo finalmente para terminar de intimidarlo.

  • Da igual con quién estés ahora… sé que vas a volver a mí, Mei-chan -dijo con tono burlón-. Tu hermano o sus amigos idiotas no van a ser capaces de protegerte y mucho menos este -dijo mirando a Toki con desprecio-, nuevo “novio” tuyo. Mis chicos han podido con Hiro, Kei y el grandullón. No tienes probabilidades -dijo sin apartar la mirada de Toki-. Lo mejor para ti sería dejarlo sin problemas ahora que puedes… caminar con dos piernas… No sé si me entiendes -dijo sonriendo malévolamente.

  • Vete ahora mismo. No lo voy a repetir. ¿Acaso necesitas vernos hacerlo para darte por vencido? -Toki estaba más cabreado que la vez que Hayashi lo provocó tanto que tuvo una pelea con él-. ¿Quieres morirte de celos? Porque él nunca va a volver contigo ahora que me tiene a mí, escoria.

  • Acabas de cavar tu propia tumba -dijo Makoto mirándolo con el ceño fruncido antes de soplarle un beso en el aire a Unmei e irse.

Unmei se dejó caer en el taburete, llevándose las manos a la cabeza con gesto aterrado.

  • Toki… -resopló-. Joder… ¿Por qué has hecho eso? -se veía que estaba realmente asustado-. Te agradezco que me hayas librado de ese capullo pero ahora irá en serio a por ti -dejó las manos apoyadas sobre el cristal, reposando la cabeza sobre el dorso de éstas-. No tenías que haberte metido…

Unmei estaba impotente por no haber podido encarar él solo al capullo de Makoto. Toki lo había salvado pero a costa de que su ex la tomara con él. Toki lo iba a pasar realmente mal si la pandilla de Makoto iban a hacerle la vida imposible.

  • Sí tenía que meterme. Era imposible que no me metiera. No iba a dejar que te tratara así -dijo frunciendo el ceño-. Por mucho novio tuyo que haya sido, no te mereces que te hablen así -dijo pasando una mano por su cabeza cariñosamente-. Vamos, no te preocupes, estaré bien -Toki trataba de levantarle el ánimo pero no pareció funcionar-. Te tengo a ti para hacerme de guía -dijo bromeando.

  • No lo entiendes, Toki… Makoto es peligroso en serio. Podría hacerte mucho daño -se pasó una mano por la frente; aclarando sus ideas-. Y más si se entera de que no eres mi novio en realidad… Eso hará que se ponga aún más furioso… -suspiró, mirando momentáneamente a los ojos del moreno-. No deberías de volver por aquí… -dijo apenado-. Siento todo esto -agachó la mirada.

  • Vamos, no seas tonto -dijo con tono de voz algo afectado al verlo tan preocupado-. No es culpa tuya. Bueno, sí, solo tienes la culpa de ser encantador, pero no me refería a eso -suspiró-. Lo he hecho porque quería -dijo levantándole la cara suavemente cogiéndole del mentón-. Todo va a estar bien -sonrió dulcemente, apartándole los mechones que caían sobre su cara hacia detrás de las orejas-. Vamos -le dio un golpe en la nariz-. No te deprimas.

Aquello hizo que sonriera finalmente; aunque su sonrisa era aún algo triste.

  • Gracias Toki… Apenas nos conocemos pero siento como si estuviéramos hechos el uno para el otro -posó la mano en su pierna, acariciándola con suavidad-. No te preocupes, no dejaré que Makoto se acerque a ti -frunció el ceño al pensar que podía salir herido por culpa de ese matón.

  • No digas eso. En cualquier caso, yo no dejaré que él se acerque a ti o te haga daño -Toki no tenía ni idea de cómo habían sido los anteriores novios de Unmei, pero tenía la sensación que no lo habían cuidado como se merecía. Aunque él no fuera su novio y no tuviera derecho a decir aquello, quería hacerlo por él-. Saca tu móvil y dame tu número. Llámame siempre que me necesites -dijo mirándolo directamente a los ojos.

Toki siempre había sido una persona muy protectora con aquellos que lo rodeaban y si podía evitar que los demás sufrieran, él lo iba a dar todo por hacerlos feliz.

  • No dudes en que te hablaré siempre que quiera algo de ti -sonrió mientras le daba su número y su correo-. Pero solo si prometes hacer lo mismo -terminó de apuntarlo en el suyo también y se lo devolvió.

  • No te preocupes. Me gusta estar contigo -dijo francamente.

  • Tu también me gustas… -susurró sin darse cuenta de que quizá se le estaba escapando algo tan atrevido-. E-Estar contigo… -se corrigió, aunque al observar la sonrisa pícara de Toki se dio cuenta de que ya era demasiado tarde-. ¿No tienes cosas que hacer? Anda, anda. Vete a casa y vuelves mañana -rió.

  • ¿Estás seguro de que no me echas porque estás demasiado avergonzado por lo que acabas de decir? -preguntó con voz alegre, ya que no había forma que Toki fuera a dejar escapar esa oportunidad para ver más de esas curiosas y adorables reacciones de Unmei.

Fue casi irresisteblemente adorable cuando se mordió el labio y apartó la mirada; como dándole la razón a Toki.

  • ¿Y tú qué? ¿No te estás aventurando mucho? -se atrevió a arrimarse un poco más a él-. ¿O es que te gusto? -Unmei se lo preguntaba con tono burlón, sabiendo que el otro iba a pasar ya de sus bromas si seguían por ese camino, pero tampoco pudo evitar ver hasta donde iba a llegar Toki aquel día.

Toki hizo una mueca cuando escuchó aquello, porque su corazón todavía pertenecía a Ryou, aunque sentía que la broma tenía una parte en serio, así que decidió contestar seriamente.

  • Podrías hacerlo en un futuro -dijo pasando una mano por su suave pelo, sonriendo con cariño-. Pero ahora mismo no -de nuevo le salió aquella mueca al pensar en Ryou.

Sintiéndose incluso mal por haberlo rechazado de esa manera, Toki no pudo evitar probar y darle un breve, corto y dulce beso en los labios, a modo de futura promesa.

  • Me he divertido contigo hoy, Unmei. De verdad. Hacía tiempo que necesitaba esto -volvió a posar la vista en sus labios, pero se sacudió el pensamiento de encima-. Nos vemos mañana.

Era evidente que Toki iba a volver a pasarse por allí, quisiera Unmei o no. Estaba picado por la curiosidad y por la personalidad de Unmei. Lamentaba profundamente no haber podido conocer antes a Unmei, porque estaba seguro que de haberlo hecho, su mirada jamás se habría posado en Ryou. Se sentía cómodo con Unmei, hablando y riendo, haciendo bromas y tonteando. Era el tipo de personas que a Toki siempre le habían gustado: tan extrovertidas y simpáticas como él mismo. Además, no solo eso. Por el beso que habían compartido, Toki sabía que no iba a ser capaz de olvidar la forma de sus labios o su sabor.

  • No te olvides de llamarme, ¿eh? -dijo volviéndose una única vez antes de salir de la tienda.

  • No lo haré, labios de miel -lo despidió él con una sonrisa sonrosada.

Unmei se quedó el resto de la tarde pensando en él y tratando de saborear una y otra vez el regusto que había quedado en sus labios tras el breve beso del moreno.

 

Ryou saludó con una sonrisa tímida a Hiroki, que ya estaba colocado en su sitio. Aquel día era el pequeñajo el que llegaba algo tarde a clase; se le habían pegado las sábanas de estar toda la noche pensando en lo ocurrido con Hiroki en la habitación.

Quería ir a su mesa a hablar con él pero en ese momento el profesor puso orden en la clase y anunció que iba a comenzar a repartir las pruebas. Los alumnos guardaron silencio y sacaron su material para el examen. Cuando dieron la vuelta a la hoja, Ryou suspiró de alivio al ver que el test iba de justo lo que había estado repasando el día anterior. No solo se alegró por él; también por Hiroki, que debía acordarse de lo que le había explicado que debía contestar en esas preguntas.

Cuando acabaron la prueba, el moreno se apresuró en levantarse para ir a la mesa del rubio. Se apoyó ligeramente en el borde y le regaló una suave sonrisa.

  • ¿Qué tal te ha salido? -se mesó el pelo para colocárselo mejor. Ahora que se acordaba, no había tenido tiempo ni de peinarse.

  • Bien gracias a ti, pequeñajo -dijo Hiroki levantando la mano para alisarle el pelo y colocárselo bien-. Tu pelo está hecho un desastre. Hoy vamos a juego -dijo señalando a su propio cabello despeinado.

Ryou lo miró con un cariño infinito.

  • Me alegro de que te haya servido de algo el que me pusiera pesado con el examen -miró por la ventana; hacía un día estupendo-. ¿Quieres subir a la azotea a almorzar luego?

  • No tienes que preguntar cada cosa. Puedes simplemente decir: nos vemos en la azotea a la hora de almorzar -dijo Hiroki sin entender exactamente por qué el pequeñajo se mostraba tan inseguro ante él-. No es como si fuera a quejarme teniendo en cuenta que me encanta pasar tiempo contigo -Hiroki cerró los ojos y se llevó una mano a la cara. Se había esforzado en el examen y tenía la cabeza embotada. Si fuera otra persona, no habría dicho nada, pero con el pequeñajo se encontraba tan cómodo que se le había escapado-. No me hagas mucho caso -dijo con rapidez, arrepentido de haber dicho aquello.

  • ¿Hiroki…? -el moreno le acarició la sien, preocupado por su mala cara-. ¿Estás bien? ¿Quieres ir a la enfermería o algo? -se acercó más a él para observar su rostro.

  • No, no es nada -dijo aliviado al ver que Ryou no se había dado cuenta exactamente del peso de sus palabras-. Estoy bien -alzó la vista y le sonrió con dulzura-. No deberías tener que preocuparte por mí, pequeñajo.

  • ¿Si no me preocupo yo por ti, quién lo va a hacer? -negó con la cabeza, sonriéndole-. No te preocupes, te he traído una fiambrera entera para ti, así que en la hora libre te vas a poner mejor sí o sí -sonrió como un cachorrillo moviendo la cola cuando es feliz.

  • Te besaría si no tuviéramos audiencia -dijo Hiroki con voz baja, sonriendo seductoramente-. Anda, ve a sentarte antes de que el próximo profesor venga.

El pequeñajo asintió y se giró y Hiroki se fijó en que tenía el pelo levantado por detrás, así que soltó una risita y se levantó. Se colocó en su espalda, abrazándolo por detrás y alisándole el pelo, plantando un discreto y rápido beso en su cuello.

Hiroki se echó hacia atrás antes de que el otro se girase y le dio una palmada en el culo, echándose a reír por esa expresión entre indignada y azorada que había puesto. Hiroki le hizo gestos para que se sentara y Ryou obedeció finalmente, frunciéndole el ceño una vez que se sentó.

A la hora del descanso fue el pequeñajo el que nuevamente fue a buscar al otro a su silla.

  • A la azotea -dijo con tono serio y poniendo pose de jefe estricto; siguiendo lo que Hiroki le había dicho antes y hablándole sin tapujos. Aunque Ryou no pudo evitar reírse de sí mismo al ver que el efecto no era el deseado-. ¿Te encuentras mejor? -le sonrió.

  • Mucho mejor que ahora vamos a estar solos -dijo sonriéndole Hiroki-. ¿Vamos?

Era una pregunta retórica, porque Hiroki no esperó a que el pequeñajo contestara, sino que avanzó hasta la puerta y la abrió para que él pasara primero y, cuando lo hizo, Hiroki pasó un brazo sobre sus hombros, con comodidad y sin pensárselo dos veces. Era para alejar posibles miradas de los demás. Ryou era muy dulce, tanto que llamaba la atención y Hiroki no quería que nadie se acercara a él con segundas intenciones.

El rubio sonrió al ver que no había nadie allí arriba. Fueron hasta la parte de atrás, donde había mejores vistas, y se sentaron pegados a la pared del edificio.

  • Toma -le dio una fiambrera de dos pisos llena de comida-. Arroz, tortilla, verdura… En fin, he puesto de todo para que conserves tus músculos de dios -rió.

  • ¿Tanto te gustan mis músculos? -dijo Hiroki flexionando dolorosamente los brazos. Todavía sus heridas no se habían terminado de curar, pero estaba mejorando considerablemente rápido-. Que sepas que solo eres tú quien puede tocarlos -dijo cogiendo los palillos que el pequeñajo le tendía.

  • ¿Ah, sí? A ver, a ver… -manoseó los brazos de Hiroki con cuidado de no hacerle daño-. Pues sí que soy afortunado… -se carcajeó-. Nunca voy a poder estar así de fuerte, así que te envidio -suspiró a la vez que miraba hacia el horizonte. El pequeño parecía haber recordado algo repentinamente, y su sonrisa se fue desvaneciendo.

  • Si fueras tan musculoso como yo, no me habría fijado en ti. Te hubiera intentado partir la boca -dijo Hiroki rebosando sinceridad en cada una de sus palabras-. De hecho, me gustas como estás, tan blandito y suave… -Hiroki pegó su mejilla a la de Ryou-. Hace que los demás quieran abrazarte y cuidarte.

  • Hablas de mi como si fuera un peluche vivo -se dejó caer en su hombro, admirando el paisaje y relajándose con la suave brisa que llegaba-. Aunque me gusta gustarte -se acomodó un poco más.

  • Anda, come un poco -dijo Hiroki, acomodándolo en su hombro, cogiendo comida con sus palillos y ofreciéndosela-. Ser un peluche no tiene nada de malo. Nadie que no sea un horrible depredador, cómo yo, podría hacerte nada. Estás a salvo de todos menos de mí -dijo acariciando su pelo distraídamente.

  • Te agradezco que me protejas, pero me gustaría ser yo mismo el que lo hiciera… -levantó una de sus manos a la altura de los ojos, tapando el sol con la palma y luego cerrándola con fuerza como si quisiera atrapar los rayos dentro de su mano-. Cuando era pequeño el médico me dijo que no crecería mucho… que seguramente mi corazón sería débil y no podría ganar mucha fuerza… Si alguna vez me pasa algo tardaría en recuperarme… -confesó tras un suspiro.

Hiroki estaba sorprendido al saber eso y se sintió mal por todas las veces que se había burlado de él y de su poca fuerza. Atrajo su rostro al suyo y plantó un beso, como diciéndole que lo sentía pero sin decir una palabra al respecto. Hiroki podría burlarse de los demás, pero nunca por una discapacidad o problema grave. Además, tampoco le gustaba saber que su pequeñajo lo necesitaba más de lo que aparentaba.

  • No te pasará nunca nada. Me tienes a mí para recibir las balas -dijo dándose un golpe en su pecho duro como la roca-. No te preocupes, te protegeré -Hiroki recargó la espalda contra la pared y continuó comiendo.

  • Te tomo la palabra -alargó el cuello y lo besó en la mejilla con ternura.

Hacía tiempo que Ryou no se sentía tan a gusto junto a alguien. El pecho de Hiroki era como un refugio, una acolchada nube que se llevaba todos sus problemas y dolencias. No pudo evitar pensar en su padre. Cuando era niño siempre se quedaba dormido inconscientemente en el pecho de su padre porque era el lugar donde se sentía más cómodo y querido. Poco a poco fue quedándose frito con una sonrisa en la cara.

Hiroki sonrió, negando con la cabeza suavemente. No tenía remedio. Apartó con cuidado la fiambrera y picoteó un poco más de comida antes de sentirse satisfecho y observar el rostro relajado de su pequeñajo sobre él.

Sin poderlo evitar, se sacó el móvil del bolsillo con cuidado de no despertarlo y tomó una foto de ambos, para guardarla. Para recordar el momento en el que alguien ajeno, que no era su familia o sus amigos, se había preocupado por él hasta el punto de caer enamorado. Sin importarle que fuera un chico violento y problemático. Era… una sensación reconfortante.

Pasó la mano por su suave mejilla y lo vio revolverse sin despertarse, acurrucado contra él. Tan indefenso y vulnerable, pero confiando tanto en él, que no pudo evitar depositar un suave beso contra su cabeza y rodearlo con los brazos.

 

 

Notas finales:

Muchas gracias por leernos :D No desesperéis si tardamos en subir ;) 


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