Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Teasing him por KaLyn

[Reviews - 55]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

^^ Aquí os dejamos con un nuevo capítulo. Esperamos que lo disfrutéis.

Capítulo 17

 

Hiroki cerró la puerta de su habitación y recogió como pudo el desastre de la ropa mojada, exprimiendo la ropa y ocultando la de Ryou entre la suya, corriendo de nuevo a la habitación y lanzando la ropa, haciendo un gesto de silencio antes de cerrar la puerta de nuevo.

Volvió al baño e hizo como si se hubiera estado duchando, cogiendo una toalla más pequeña y poniéndosela en el pelo.

En el instante en el que salió, vio su madre con los tacones en la mano, andando por el pasillo irremediablemente dirigiéndose a la habitación de las niñas.

Hiroki cerró los ojos, deseando que su madre no descubriera que una de las niñas tenía las manos raspadas… pero eso era mucho pedir.

  • ¡Hiroki! -medio gritó medio susurró-. ¿Qué demonios has hecho con las niñas? Megumi tiene la mano raspada -se cruzó de manos-. ¿Por qué tienes siempre que ser tan descuidado? -lo regañó con crueldad-. Lo sabía… sabía que las tendríamos que haber dejado con una niñera. Este niño no sabe hacer nada bien -dijo su madre fijando la vista en su padrastro.

  • Te lo dije Satsuki. Te dije que al final iba a acabar mal -el padrastro negó con la cabeza-. Demasiado es que lo estamos acogiendo.

  • Tranquilo -dijo Hiroki con voz afilada-. Cuando consiga algo de dinero, no me volveréis a ver en lo que queda de vuestras vidas -afirmó, haciendo que ambos adultos se rieran.

  • ¿Tú? Si eres un delincuente de pacotilla que no sabe hacer nada bien -su madre incluso se atrevió a darle un golpe burlón en el brazo con la palma abierta-. ¿Quién te querría contratar? -Hiroki apretó los dientes y sus manos se convirtieron en puños cerrados.

  • Llevé a las niñas al parque. Megumi se chocó con un niño y se cayó. No pude hacer nada porque Kasumi estaba intentando escalar ella sola por unas cuerdas. Eso es todo -dijo con voz seca.

  • ¿Tú quién te crees que eres para sacar a mis hijas al parque? -se escandalizó su padrastro dándole un pequeño empujón, haciendo que a Hiroki le fuera difícil contenerse por la ira que estaba sintiendo.

  • Soy tu hijastro. Creo que ese es suficiente derecho -el enfado de Hiroki podía notarse por su tono de voz, cada vez más grave y amenazante.

  • ¿Pero qué te has creído?-le soltó una cachetada en la cara-. Menudo engreído estás hecho. Deberías mostrar más agradecido a que yo te acogiera bajo este techo después de que tu padre tuvo semejante accidente -el hombre asqueroso incluso se atrevía a hablar mal de él.

  • Tú no puedes hablar de mi padre. Ni siquiera mencionarlo. Como hombre, él llegó mucho más lejos de lo que tú nunca jamás llegarás.

Cuando fue a atizarle otra cachetada, la mano de Hiroki lo detuvo, agarrándolo del brazo y lanzándolo hacia atrás con ira.

  • No vas a volver a tocarme -le dijo mientras él se frotaba la zona por la que Hiroki lo había parado-. Ni tú tampoco -el desprecio de Hiroki no solo se dirigía a su padrastro, sino a la estúpida de su madre.

  • Si no te comportaras así, tú padre seguiría vivo -la madre de Hiroki incluso se atrevía a mostrar decepción, como si realmente se preocupara lo suficiente para sentir algo que no fuera odio por él.

Hiroki no pudo aguantar más y entró en su habitación, cerrando la puerta con fuerza, ya sin acordarse de que Ryou seguía allí.

Ryou estaba pendiente de la puerta; escondido en uno de los rincones de la habitación por si eran los padres los que entraban y no Hiroki. En cuanto comprobó que se trataba del muchacho no dudó en dejarse ver y mostrarle un rostro apenado y empático. Ryou se había vestido con lo primero que había encontrado en el armario del rubio; que obviamente le iba grande, pero que le quedaba tremendamente bien de todas maneras. Su pelo seguía algo húmedo y alborotado, ya que se lo había restregado con la toalla con prisas. Al moreno se le había ido encogiendo el corazón más y más con cada una de las crueles palabras de los padres de Hiroki. Había sentido una terrible sensación de impotencia al no haber podido hacer nada para ayudarlo; para mandarlos a callar y haber hecho sentir mejor a Hiroki.

  • Hiro… -se acercó a él muy lentamente, apenas levantando la voz-. Yo… Lo siento mucho… -quería tocarlo y abrazarlo, pero cuando sus manos estuvieron a punto de rozar el cuerpo del muchacho, simplemente las dejó en el aire, temiendo empeorar su estado de ánimo.

  • No es culpa tuya -dijo sentándose en la cama y colocando la cabeza entre las manos-. Se me pasará -dijo con fingida seguridad. Todo el tema de su padrastro y su madre era complicado para él y no quería provocar pena en nadie. Él podría apañárselas solo-. No necesitas más preocupaciones… estoy bien -dijo retirando las manos de su cara y volviendo la vista a Ryou con una mirada directa y sincera.

  • Sé que se te pasará… Tú eres muy fuerte -se sentó a su lado, posando una mano sobre las piernas del rubio cuidadosamente-. Pero quizás pueda hacer algo para que se te pase antes y te sientas mejor… -suspiró-. Quiero que estés bien.

  • Estoy bien -insistió Hiroki, no queriendo preocupar más al pequeñajo-. No deberías ni querer verme. Solo te doy problemas… por eso, creo que sería mejor que no… creo que yo sea tan bueno para ti. Encontrarás a otra persona.

El pequeñajo dejó caer la cabeza sobre el hombro del rubio, haciendo que los húmedos cabellos de ambos se rozasen con suavidad.

  • Eres irremplazable -dijo mirando hacia la pared de la habitación-. No quiero separarme de tu lado.

  • No, Ryou, claro que lo soy. Dejarás de echarme de menos antes de lo que crees -dijo pensando en su madre. Ella jamás se había disculpado por abandonarlo o lo había añorado en ningún momento-. Antes o temprano te acabarás yendo… ¿Qué más da si es antes de lo que esperas?

Ryou se indignaba por las tonterías que le estaba diciendo. Se sentía ofendido por sus palabras y eso se notaba en la tensión que su cuerpo estaba despidiendo. Se levantó de la cama, se puso frente a Hiroki y con un movimiento rápido lo tumbó sobre la cama, poniéndose encima de él y mirándolo directamente a los ojos, apresándolo para que tuviera que escucharlo y prestarle atención.

  • ¿Te crees que si te fuera a abandonar no lo habría hecho ya? -le reprendió-. Cuando te burlabas de mi, y me acosabas y me hacías todas esas cosas que me dolían… -apretó las manos sobre el pecho del otro-. ¿Te abandoné? ¿Me fui de tu lado a pesar de que me tratabas así? -observó en silencio cómo las pupilas de Hiroki se iban dilatando al darse cuenta de la realidad-. Y cuando te hacías dueño de mi cuerpo sin mi consentimiento y me manejabas a tu antojo incluso si eso iba a perjudicarme… ¿Te aparté de mi lado? -fue acercando su rostro cada vez más al del rubio-. Entonces… ¿Por qué crees que voy a abandonarte ahora? Ahora que lo pasamos bien juntos, que disfrutamos el uno del otro, que… -no fue capaz de acabar la frase, sus ojos estaban llorosos y tuvo que contener un sollozo.

  • No llores, Ryou -dijo pasando una mano por su mejilla-. ¿Ves lo que te decía? Eres infeliz conmigo.

  • ¡No entiendes nada! -gritó en voz baja-. Lo que me hace infeliz es precisamente no poder estar contigo… Si sigues rechazándome así… -apretó los puños aún más, enterrando los fríos nudillos en la piel de Hiroki con impotencia. Agachó el torso y comenzó a llorar sobre el cuello del otro.

  • No, Ryou...

Hiroki lo abrazó con fuerza, acariciando su cabeza mientras él lloraba en su hombro, impotente por no saber consolarlo. Impotente porque siempre estaba haciendo sufrir a alguien que de verdad se preocupaba por él.

  • Lo siento… -dijo en voz baja una y otra vez-. Lo siento…

  • Eres un estúpido… -sollozaba el otro, abrazándose a él con fuerza. A Hiroki le recordaba a un niño pequeño que había perdido algo importante en su vida, tal y como se sintió cuando perdió a su padre… Él no tuvo a nadie para consolarlo, pero le gustaría que lo hubieran abrazado así, por eso sintió que debía proteger a Ryou. Protegerlo de todas las cosas que le hicieran daño. Lo abrazó con más fuerza aún.

  • Lo siento, Ryou… lo siento mucho, así que no llores más -dijo sintiendo cómo se agitaba por los sollozos entre sus brazos-. Simplemente pensé en qué era lo mejor para ti… no tuve en cuenta tus sentimientos -dijo pasando su mano por el pelo húmedo del moreno, una y otra vez.

El llanto del pequeñajo fue remitiendo. Ryou levantó la cabeza y se encontró con los ojos de Hiroki directamente.

  • Quiero estar a tu lado… -tragó algo de saliva-. ¿Puedo besarte…? -le preguntó con ojillos tiernos.

  • No puedes -dijo con seriedad -esperó unos instantes antes de echarse a reír-. Es broma. Claro que puedes besarme y… -Hiroki suspiró y lo estrujó entre sus brazos-. Gracias por querer estar a mi lado -dijo con voz muy baja en el oído del pequeñajo.

  • No voy a abandonarte, Hiro -se secó las lágrimas a la vez que lo miraba fijamente-. Aunque no quieras voy a quedarme a tu lado, en las buenas y en las malas -lo besó con ternura. Aunque pareció arrepentirse segundos después-. Lo siento… no deberíamos hacer esto si no estás seguro de lo que sientes…

Se retiró lentamente de encima del rubio y se dejó caer a un lado de la cama.

  • ¿Qué habré hecho bien contigo para que me quieras tanto? -preguntó en voz alta pero sin dirigirse a él particularmente-. De veras creo que podrías hacerlo mejor.

  • Yo también me lo pregunto -suspiró, mirando al techo haciendo una mueca con los labios que no llegaba a ser una sonrisa sincera-. Pero supongo que no puedo hacer nada para cambiar lo que siento -suspiró.

  • ¿Aún no crees que podrías hacerlo mejor? -preguntó Hiroki mirando al techo.

  • No creo, Hiro… -dijo desanimado-. No voy a hacerlo más si… si no te aclaras con lo que sientes…

  • ¿Tú estás seguro de mí? -preguntó girándose y clavando la mirada en sus ojos negros.

  • Claro que sí -consiguió sonreírle de corazón al ver sus preciosos ojos color avellana.

  • ¿Quieres salir conmigo? -preguntó directamente sin perder un instante los ojos del pequeñajo.

Los oscuros ojos del moreno se abrieron como platos; incrédulo. Tuvo que volver a repensar las palabras de Hiroki, porque no era capaz de asimilarlas.

  • ¿S-Salir? -titubeó-. ¿Te refieres a…? -las manos empezaban a temblarle; nervioso y emocionado.

  • Sí. Conmigo -dijo cogiéndole las manos y besándole los dedos-. Eres muy especial para mí, más que nadie. No sé si eso será suficiente para ti… - Hiroki pareció algo molesto consigo mismo al decir aquello-. Pero si estás dispuesto a intentarlo conmigo, me gustaría salir contigo.

Su pequeñajo de pelo húmedo y alborotado se puso de rodillas encima de la cama, agitado y expectante.

  • ¿Estás seguro de esto? -clavó la mirada sobre el rubio, analizando cada movimiento en sus ojos-. Hiro… -fue dibujando una sonrisa en sus labios a medida que veía que Hiroki hablaba en serio-. Claro que sí… ¡Claro que quiero salir contigo!

Se echó encima de él, comenzando a comérselo a besos por todo el cuerpo. Hiroki no pudo evitar reír; feliz de haber conseguido alegrarlo. Ryou continuó acariciándolo y besuqueandolo con aquellos labios tan dulces.

Poco a poco el rubio pasó de reír por las cosquillas de los besos a adaptar una expresión seria. Ahora que se fijaba, Ryou estaba tremendamente adorable vestido con su ropa. Como la camiseta le quedaba grande, podían verse las clavículas y parte de su pecho. Se relamió a la vez que alargaba las manos y las metía por dentro de la ropa del moreno. El cuerpo del pequeñajo se estremeció nada más sentir sus dedos; sus pezones se endurecieron y la piel se le puso de gallina. Hiroki fue más allá; bajando las manos hasta sus caderas, tocando el suave trasero de Ryou por debajo de su ropa interior. Notó cómo el pequeño se agarraba a él y contenía un gimoteo, lo que lo hizo excitarse aún más. No podía dejar de pensar en su cuerpo desnudo bajo la ducha; húmedo, puro, brillante… Antes de darse cuenta, ya tenía una notable erección a causa de sus pensamientos. Ryou lo notó y se sonrojó aún más.

Hiroki mordió suavemente el hombro del pequeñajo, quien contenía la respiración y gemía en voz baja, en su oído, haciendo que todo le resultara incluso más excitante.

  • Si levantas más la voz, te escucharán mis padres y mis hermanas -dijo Hiroki en voz baja, al oído de Ryou.

El pequeñajo no contestó, así que Hiroki le mordió la oreja y él emitió una especie de gemido ahogado, mucho más sexy que cualquier gemido que le había escuchado hasta entonces. Eso hizo que Hiroki se incorporara de golpe y lo tumbara contra la cama, justo debajo de él, con la camiseta levantada, dejando ver su cadera y su ombligo. La ropa interior que Hiroki le había prestado le estaba apretada porque el pequeñajo se había puesto duro y eso hacía sentir a Hiroki orgulloso de sí mismo y de sus habilidades en la cama, dándole algo de seguridad, ya que sabía que todo esto era la primera vez que el pequeñajo lo experimentaba y él quería estar seguro que él disfrutaba en todo momento.

Con las manos, lentamente fue subiendo su camiseta, lanzándola a un lado mientras besaba la frente de Ryou y acariciaba su cabello despeinado hasta que su cuerpo se destensó lo suficiente para que él siguiera tocándolo.

La boca de Hiroki comenzó a descender primero por su cuello, marcando sus hombros con pequeños bocados, bajando hasta su dulce clavícula, delineándola con la punta de sus dedos con suavidad, pretendiendo no notar las manos del pequeñajo agarrando sus antebrazos con deseo, él lamió uno de sus pezones duros, simplemente por curiosidad. Ninguno de los dos parecía haber previsto el súbito gemido alto que lanzó Ryou debido al pequeño ramalazo de placer que sintió por todo el cuerpo.

  • No sabía que eras tan sensible aquí -dijo Hiroki frotando su parte baja con la de Ryou sensualmente.

  • Yo tampoco lo sabía… -se estremeció arrugando los dedos de los pies.

Hiroki tapó su boca con un beso mientras rozaba ambos pezones con sus dedos, sintiendo que Ryou se encorvaba contra él, gimiendo en su boca de una manera tan sexy que Hiroki casi perdió el control.

  • No puedes hacer esto con nadie. Nunca. Solo conmigo -agarró a Ryou del pelo con algo de violencia, haciendo que abriera los ojos y los fijara en los de Hiroki-. Conmigo -insistió juntando sus frentes unos segundos.

  • No lo haré con nadie más -le aseguró volviendo a apretar los dedos en los brazos del rubio-. Sólo contigo… -repitió.

  • Solo conmigo -asintió Hiroki, como sellando una promesa.

El rubio volvió a fijar la vista en sus pezones y comenzó a prestarle atención a esos puntos mientras las manos de Ryou descansaban en su pelo, agarrándolo con fuerza poco a poco.

Con lentitud, Hiroki bajó lamiendo por su estómago hasta su ombligo y más abajo, tirando de la ropa interior de Ryou con los dientes y bajándola con una mirada sexy dirigida a su pequeñajo, completamente sonrojado. Ryou dejó caer la cabeza hacia atrás, enterrándola entre las suaves sábanas. Colocó los dedos sobre el pelo de Hiroki y se aseguró de acariciarlo para que también se sintiera a gusto. Tuvo que cerrar los ojos al ver su propio miembro erecto al descubierto y a disposición del otro; estaba demasiado avergonzado.

Hiroki pasó la mano por él sintiendo su dureza, al igual que la suya, pidiendo por ser tocada. El rubio no se hizo mucho de rogar y pasó un dedo por él, haciendo que Ryou se estremeciera por todas partes y dejara escapar otro gemido, cerrando los ojos.

Él no quería llegar hasta el final porque sabía que sería demasiado para el pequeñajo, pero también quería que Ryou lo tocara porque estaba demasiado duro como para ir a darse una ducha fría.

  • Espera… -lo detuvo el moreno-. No es justo que solo tú me toques…

Se incorporó de la cama y se puso de rodillas delante de Hiroki.

  • Yo también quiero probar… -susurró mientras lo hacía sentarse en la cama con cuidado-. ¿Me dejarías?

  • Adelante -asintió Hiroki-. Ahora yo también soy tuyo, no tienes que preguntar.

Avergonzado y nervioso, Ryou le bajó la ropa interior a Hiroki, comprobando cómo el miembro de éste era mucho más grande que el suyo propio. Eso hizo que se sonrojara aún más, pero no lo detuvo de seguir con su objetivo. Lo agarró con ambas manos, ya que una sola era demasiado pequeña para manejarlo. Lo miró en silencio durante unos instantes, sin saber muy bien cómo comenzar. Sin embargo, no tardó mucho en actuar, quizá sin pensar. Movió las manos lenta y sensualmente, acariciándolo desde abajo hacia arriba, donde se entretuvo en su punta. Lo masturbó con suavidad, notando cómo daba pequeños espasmos de vez en cuando.

Viendo que Hiroki lo estaba disfrutando, el moreno decidió ir un poco más allá y decidió comenzar a lamerla dando pequeños toques con la lengua. Las caderas del rubio dieron un repentino respingo de placer. Ryou cerró los ojos y continuó tocándolo sin parar de humedecerla con su saliva para que sus manos resbalaran con más facilidad. Con curiosidad, tomó el presemen de Hiroki con sus dedos y lo fue esparciendo alrededor. Ryou se humedeció los labios; nervioso. Acercó más la cabeza y la fue poniendo lentamente en su boca. Con cuidado de no rozarla con los dientes las fue paseando por su boca, sin atreverse a meterla demasiado, ya que no sabía bien si eso le haría daño a alguno de los dos.

No iba a mentirse a sí mismo; alguna vez había visto hacerlo en algún vídeo erótico; así que cerró los ojos e hizo lo posible por imitar lo que había visto; el movimiento de las manos, el vaivén de la cabeza haciendo que entrase y saliese de su boca, las respiraciones ahogadas… Hiroki lo había agarrado del pelo y tiraba de él de vez en cuando para controlarse. Cada vez que las caderas del rubio empujaban hacia su boca involuntariamente, Ryou dejaba emitir suaves gemidos.

  • R-Ry… ou -decía entrecortadamente Hiroki sin dejar de empujarse contra esa boca tan gloriosa y contra esa lengua que de vez en cuando se movía haciéndolo perder el sentido-. M-m… me voy a…

El moreno no dijo nada y de hecho aceleró el ritmo con su boca; quería que se viniese, hacerlo sentir bien. Continuó un poco más hasta que notó cómo daba un par de espasmos finales y se corría en sus labios.

El pequeñajo jadeó entrecortadamente y se limpió la cara, salpicada de semen tibio del otro. También se había tragado lo que había quedado dentro de su boca.

  • ¿Estás… bien? -jadeó acercándose a Hiroki.

Hiroki se apoderó de sus labios casi violentamente debido a que el deseo aún no se había extinguido en él. Ahora era su turno de hacerlo sentir bien.

Bajó lentamente hacia abajo, recorriendo todo su cuerpo hasta llegar a la dureza de su pequeñajo, que parecía rogar porque alguien lo tocara y Hiroki quiso satisfacer sus deseos, así que comenzó a rodearla con su mano, moviéndola lentamente.y disfrutando al ver cómo su pequeñajo cerraba los ojos y se ponía la mano en la boca para acallar un gemido.

Hiroki se inclinó para besar cada uno de sus dedos, moviendo lenta y tortuosamente su mano, haciendo que fuera muy difícil para Ryou acallar esos gemidos. Sonriendo pícaramente, Hiroki bajó hasta su miembro erecto y comenzó a lamerlo, sorprendido al sentir su sabor.

  • ¿Estás seguro de que no lo has hecho con nadie? -preguntó Hiroki sospechando de él de repente, consciente de que esa habilidad con la lengua no la tenía todo el mundo.

Su pequeñajo soltó un quejido y negó con la cabeza repetidas veces, tranquilizando a Hiroki. Ryou abrió los ojos, sumergido en placer y vio cómo Hiroki se llevaba su miembro a la boca, bajando hacia él, llevándoselo a su interior. Se sorprendió por la calidez y su dureza, pero comenzó a subir y a bajar la cabeza, notando que el pequeño elevaba de vez en cuando las caderas inconscientemente para encontrarse con él. De vez en cuando, paraba para lamerle la punta y recrearse con toda su largura, para luego volverlo a introducir en su boca y empezar de nuevo un ritmo que hacía que Ryou se deshiciera en placer, haciendo que reprimir sus gemidos fuera casi imposible.

Sus manos se fueron a la cabeza de Hiroki, agarrando mechones de pelo y echándolos hacia atrás con manos temblorosas por el placer. Era la primera vez que experimentaba algo así y eso se notaba en el temblor de sus caderas. Estaba terriblemente sensible y no iba aguantar mucho más… Contuvo sus gemidos todo cuanto pudo y avisó a Hiroki de que se iba a venir. Sin embargo, el rubio no hizo ademán de retirarse; por lo que quedó manchado con el semen de Ryou, al igual que lo había estado él minutos atrás.

  • ¿Por qué…? -jadeó-. ¿...has hecho eso? -acabó de preguntar.

  • Porque quería -dijo terminando de tragar el semen y lamiendo el que se caía por sus manos y su boca

Ese simple gesto hizo que Ryou quisiera pararlo, pero fue tarde. Hiroki se tumbó a su lado y lo envolvió cálidamente entre sus brazos, colocando su cabeza en su brazo y peinando suavemente el pelo del pequeñajo, ya bastante seco y completamente despeinado. Mientras tanto, podía escuchar su respiración acelerada comenzar a disminuir y Hiroki, en medio de esa paz, no pudo evitar agradecer mentalmente a que había encontrado a su pequeñajo. Ryou se sintió tan cálido y protegido en su pecho que no pudo evitar cerrar los ojos; quedándose poco a poco dormido por el cansancio.

Cuando lo volvió a mirar, lo descubrió dormido a su lado, dejándose caer contra él, con una pequeña sonrisa formada en su cara. Era una de las imágenes más hermosas que él podía observar de Ryou: verlo dormir.

Sin embargo, si dormían sin taparse, iban a resfriarse, así que Hiroki se deslizó poco a poco lejos de Ryou, colocando su cabeza encima de su almohada cuidadosamente para no despertarlo. Así, el delincuente inició un largo proceso de ir levantando poco a poco a Ryou para ir sacando las sábanas y las mantas de debajo de él para poderlo tapar.

Cuando estuvo bien tapado, Hiroki recogió un poco el desastre de sus ropas y luego se metió en la cama con él, apagando la luz y arrimándose lentamente a su cuerpo. El pequeñajo no se quejó siquiera, sino que se pegó a él, apoyando una de sus manos en su pecho, mano que Hiroki apresó entre las suyas, notando el tacto en la oscuridad: suave y cálido, como un pequeño algodón.

Besó una vez más sus dedos y los entrelazó con los suyos antes de girarse y colocar su otro brazo rodeando la cintura de Ryou, notando cómo el cansancio se iba apoderando de él hasta quedarse dormido.

Cuando Ryou se despertó a la mañana siguiente, dibujó una gran sonrisa en sus labios al ver al rubio abrazado a él de forma tan íntima. Se desperezó con cuidado de no despertarlo y alargó la mano hasta su mochila para coger su móvil. Se le heló la sangre cuando vio que tenía incontables llamadas perdidas de su casa y del móvil de su madre. Ya ni se había acordado de que no había avisado a Louis de que no iba a estar. Con algo más de prisas y brusquedad, terminó de levantarse de la cama, escribiéndole un mensaje a su madre inventando una excusa y pidiéndole perdón. Hiroki se despertó al notar a Ryou sentarse de nuevo en la cama, colocando su rostro entre sus manos y suspirando con fuerza.

  • ¿Pequeñajo? -se incorporó para depositar un beso sobre su hombro.

  • La he liado, Hiro… -dijo enseñándole el mensaje de su madre; en tono enfadado y regañándole-. Dice que va a volver antes de tiempo para que le explique mi actitud… Y que no me va a dejar salir de casa en una temporada… -se mesó las sienes, tratando de pensar en frío.

  • ¿Quieres que hable yo con ella y me culpe a mí? -dijo frotando los hombros del pequeño y conteniéndose al mismo tiempo para no morderlo.

  • No, no. Eso lo hará peor. Si sabe que he estado contigo… -tuvo que parar de hablar para contener un gimoteo; Hiroki no dejaba de manosearlo-. ¿No tuviste suficiente con lo de anoche? -bromeó ocultando su rubor.

  • No. No tengo suficiente de ti -dijo volviendo a besarle un hombro-. Me gustaría poder hacer algo para sacarte del embrollo… porque es, básicamente, mi culpa.

  • Es culpa mía por no acordarme de avisar en casa… Me lo estaba pasando tan bien contigo que no podía pensar en nada más -lo besó en la frente con una sonrisa-. Anoche… me hiciste sentir muy bien -se sonrojó-. Nunca pensé que… bueno, que esas cosas dieran tanto placer -se mordió el labio, volviendo a rememorar lo que hicieron la noche anterior.

  • Todavía no has visto ni la punta del iceberg -afirmó Hiroki apoyando la cabeza en su hombro cómodamente-.¿Quieres que te suba el desayuno?

  • La verdad es que no me apetece conocer a tus “encantadores” padres, así que te lo agradecería -sonrió con tristeza.

  • No hay problema -dijo dándole un corto beso en los labios y levantándose para ponerse la ropa interior y unos pantalones-. Tampoco es que me fueran a hablar o a decir nada si llevo nuestros desayunos a la cama. ¿Tienes algo que no te guste?

  • Todo me va bien -negó con la cabeza-. Tráeme lo primero que veas.

  • Puedes ser todo lo egoísta que quieras, ¿sabes? -dijo Hiroki suspirando-. Volveré en un rato. No fisgues mucho -bromeó saliendo por la puerta cuidadosamente y cerrando tras de sí.

El pequeñajo fue incapaz de estarse quieto y hacer caso a sus palabras, así que se levantó y abrió el primer cajón del armario. Allí vio un pequeño álbum y algunas fotos repartidas alrededor de él sin colocar. Lo sostuvo con cuidado y fue pasando las páginas. Las primeras fotos eran de su rubio acompañado de los de siempre: Katsurou y Kei. Más adelante vio fotos suyas de cuando era más joven, aún sin teñir y con un look menos “malote”. En algunas de ellas aparecía gente que no había visto nunca; chicas y chicos, algunas de esas chicas posando quizá demasiado cerca de Hiroki… Trató de no darle muchas vueltas al asunto y siguió pasando las páginas. Se sintió bastante triste cuando lo vio aparecer con un hombre adulto abrazándolo; tenía toda la pinta de ser su padre. Decidió cerrar el álbum y mirar otra cosa. Husmeó entre su ropa y sus otros cajones, tan solo encontró discos de música, pósters viejos, papeles arrugados y varias cosas que cualquiera esperaría encontrar en la habitación de un adolescente. Cuando escuchó a alguien subir por las escaleras dejó todo en su sitio y se sentó en la cama con cara de niño bueno.

Hiroki abrió la puerta y se encontró a Ryou simulando no haber tocado nada de sus cosas, aunque él bien sabía que lo había hecho. Aún así lo encontraba bastante gracioso.

Haciendo malabares con la bandeja llena de comida, cerró la puerta y la dejó sobre la cama.

  • Hay tostadas, galletas, dulces, zumo de naranja, café… -dijo señalándolo todo-. Escoge lo que quieras -dijo él bebiendo de una de las tazas de café y cerrando los ojos al sentir su amargura despertándolo-. ¿Has espiado mucho? -dijo con simpatía.

  • Un poco -contestó el otro animado por el olor del desayuno-. Tomaré zumo y galletas, si no te importa -las puso en una servilleta-. ¿Están ahí abajo…?

  • Sí, pero tampoco me han prestado mucha atención -dijo dándole un mordisco a una tostada untada con mantequilla-. ¿Qué has encontrado por ahí?

  • Tu ropa, tus discos de música heavy extraña y… -se acordó de la foto de él con su padre y se apenó de pronto-. Y tus pósters -concluyó.

  • Oh, ¿en serio? Ni me acordaba que estaba todo eso ahí -dijo bebiendo otro sorbo de café-. ¿Has visto alguna foto? -preguntó con curiosidad por ver su reacción.

  • Pues… sí -admitió algo tímido-. Siento si te molesta que las haya visto -se encogió de hombros.

  • Para nada… casi todas son de mi padre o mis amigos -dijo con una sonrisa nostálgica.

  • Estabas igualmente guapo con el pelo negro -sonrió-. Siempre has sido muy atractivo a mi parecer -dio un sorbo al zumo, mirando momentáneamente hacia el techo.

  • No quiero cumplidos -puso los ojos en blanco-. Todo eso ya lo sabía -dijo bromeando Hiroki, comiendo tranquilamente.

  • Por cierto… ¿Qué se supone que me voy a poner para ir al instituto? Vine sin uniforme…

  • Mi ropa. Te queda genial. Si esperas un poco, te lo saco del armario -dijo aún comiendo-. O mejor, escoge y pruébatelo mientras termino -dijo mirando el cuerpo del pequeñajo con algo de deseo.

  • Tu uniforme me quedará tres tallas más grande -rió-. Aunque supongo que mucho no puedes hacer… -se levantó de la cama y recogió las cosas del desayuno-. Anda, dámelo que llegaremos tarde. Ahora tú me lo colocas bien -dijo con tono seductor para animarlo.

Hiroki terminó de tragar y movió las cejas para indicarle que le gustaba la idea. Mientras él iba recogiendo la bandeja y las cosas, Hiroki sacó su uniforme y se lo pasó y luego sacó el otro uniforme que tenía y se lo empezó a poner, viendo cómo su pequeñajo se ponía su ropa interior y se ponía ese enorme uniforme bajo la atenta mirada de Hiroki.

  • Puedes quedarte con mis libros hoy. De todas formas todos me tienen demasiado miedo como para preguntarme -dijo Hiroki sin perder vista de su culo y su cuerpo en ningún momento.

  • Desde luego… llevas menos de un mes en el instituto y ya eres toda una autoridad -rió, terminando de abrocharse los botones de la camisa.

  • Ven aquí -instruyó Hiroki, complacido por lo rápido que él obedeció.

Bajó las manos a su camisa y le arremangó las mangas con cuidado, poniéndole una de sus corbatas decentemente y pasándole un cinturón al pantalón para que no se le cayera, eso sí, todo sin moverse de delante del pequeñajo y abrazando su cuerpecillo para terminar de ayudarlo a vestirse.

  • Tu pelo es otro cantar -dijo besándole uno de los mechones despeinados y retirándose para hacerse el nudo de su propia corbata.

  • Ni siquiera me lo sequé anoche -se agarró uno de los mechones, mirándolo con algo de asco-. Y me está creciendo bastante ya… ¿Crees que debería cortármelo pronto?

  • Me gusta así -dijo alcanzando uno de los mechones y aplastándolo para ver cómo volvía a su otra posición poco después-. Pero córtatelo si quieres -dijo echando un vistazo a esa cara alegre y a esos ojos tan bonitos que no perdían detalle de él.

Ryou se acercó más a él y colocó los brazos alrededor de su cintura. Se puso de puntillas y comenzó a besarlo con profundidad; dejando escapar un gemido de placer dentro de la boca del otro.

  • Como sigamos así, no vamos a ir al instituto -dijo correspondiendo al beso como si le fuera la vida en ello.

  • Tienes razón -rió feliz-. Anda, vamos -dijo acariciándole el cuello.

Hiroki asintió y comprobó que no había moros en la costa antes de decirle a Ryou que podía bajar y marcharse con él. Ambos corrieron lejos de esa casa mientras no dejaban de reír hasta que se quedaron sin respiración. Hiroki levantó una mano y se la ofreció a Ryou y este la tomó con seguridad, dedicándole una sonrisa llena de calidez.

 

Notas finales:

Muchas gracias por leernos ^^


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).