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Teasing him por KaLyn

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Notas del capitulo:

Aquí volvemos Kalilair y Lyn-Lyn con un nuevo capítulo de este fic. Esperemos que os guste ^^

Capítulo 2


Ryou caminaba por el pasillo en dirección a su clase con mirada agotada. No había podido apenas dormir, ni siquiera había rendido por la tarde en sus estudios. Todo por culpa de ese Hiroki, ese abusón gamberro. Lo maldecía una y otra vez a cada paso que se acercaba la puerta, sabiendo que lo más seguro es que hubiera venido a clase solo para molestarlo. Tampoco le hacía gracia haber estado pensando todo el día en él. Se arrepentía de no ser más valiente, de no ser más fuerte. Ya de pequeño los médicos le decían que no iba a crecer demasiado, que su cuerpo era débil. Lo que tenía de debilidad en el cuerpo lo había contrarrestado con inteligencia. Pero, ¿y ahora qué?, las palabras daban igual contra un tío de metro ochenta que te iba a hacer la vida imposible.


Abrió la puerta de clase con cuidado y entró de la manera más sigilosa posible. Había llegado temprano y apenas había nadie. “Parece que aún no está” suspiró aliviado. Iba dispuesto a dirigirse a su sitio cuando...Una voz conocida lo llamó a sus espaldas.




  • Pequeñajo -Hiroki había llegado antes de tiempo y se había perdido en el instituto, pero por casualidad había visto al pequeño y lo había seguido hasta la clase. Aún recordaba lo bien que lo había pasado el día anterior molestando a aquel gatito presumido-. Te hablo a ti, gatito presumido. ¿Acaso necesitas otro pequeño castigo?




Ryou volvió a cerrar la puerta de la clase para que los demás alumnos no los vieron y se quedó a solas con Hiroki en el pasillo.




  • ¡Tú! ¿Se puede saber a qué viene tanta chulería a primera hora de la mañana? -claramente se había sonrojado al haber sido llamado de forma tan vergonzosa-. ¡No quiero tener problemas con nadie, así que déjate de tus tonterías y no me molestes más!




Quiso volver a meterse en la clase para estar a salvo, pero el rubio se lo impidió. Antes de que Ryou se diera cuenta o pudiera hacer algo al respecto, Hiroki ya se había echado encima de él, acorralándolo contra la puerta, la cual resonó con fuerza.




  • Claramente parece que no recuerdas lo que pasó ayer, pero estás a mi merced -le dijo mirándolo a los ojos con esa intensidad tan característica-. Deberías empezar a tratarme con más respeto, gatito, porque no creo que quieras tenerme en contra… ¿O sí? -sonrió seductoramente y se apartó un poco para apreciar la reacción de Ryou.




El pequeñajo apretó los dientes, mostrandoselos ligeramente como un cachorro de león tratando de atemorizar a su presa.




  • No sé qué tienes conmigo, pero te agradecería que eligieras a otra víctima o me dejaras en paz -se dejó caer sobre la puerta de la clase y buscó a tientas y disimuladamente el hueco para abrirla, sin apartar sus ojos azabache de los del rubio-. Y ahora, si me disculpas, voy a entrar en clase y te ignoraré el resto del día…




  • No vas a poder hacer eso y lo sabes. Te tengo entre mis manos -la mano de Hiroki atrapó la suya y la subió, aplastándola contra la puerta como si nada-. Pero dado que pareces estar a punto de llorar, te dejaré ir… por ahora -lo soltó lentamente y le revolvió el pelo con mucho descuido, antes de pasar a su lado y abrir la puerta, como si nada hubiera pasado entre ellos.




Ryou ni tan siquiera pudo reaccionar ante aquello. El corazón le bailaba violentamente en el pecho y las mejillas le ardían. Ser humillado de aquella manera...Sentía un cabreo enorme hacia el delincuente aquel. Quería hacerlo sentir de la misma manera que él se sentía. Como un pequeño animal asustado, indefenso, atrapado...Pero sabía que era imposible, no sólo parecía ser superior en edad, también lo era en altura, fuerza y ego. Ryou se restregó la cara con la manga para volver en sí y se peinó con los dedos. Miró a su izquierda y vio al profesor llegando por el pasillo. No tuvo más remedio que entrar y sentarse en silencio en su sitio. Desde unas filas más atrás, pegado a la ventana, Hiroki lo observaba con una sonrisa de triunfo.


Para Hiroki todo se trataba de diversión. Había sido alejado de sus amigos por la única buena acción que había cometido en su anterior instituto y ahora se aburría. Sus amigos, sus mejores amigos, habían estado con él desde que era pequeño y todos eran unos gamberros pero nunca fueron malos tipos. Simplemente se habían  juntado con más gente que sí lo eran y si no fuera por la promesa que le había hecho a su madre, estaba seguro de que ya se habría peleado como mínimo una o dos veces. “Sé bueno y podrás ver a tus amigos. Sé malo y te pasarás todo el día encerrado”, esas habían sido las palabras de su madre y él no tenía más remedio que obedecer. Estaba contento de haber visto a sus amigos ayer, pero lo verdaderamente divertido era ver al pequeñajo ese estremecerse bajo su mirada.


Terminó la aburrida clase que el profesor estaba impartiendo y fue el intercambio y, como ya había observado Hiroki antes, todos se fueron a hablar con sus respectivos amigos, así que él comenzó a mandar mensajes a los suyos. Se interesó por uno de los últimos mensajes que había recibido ya que decía que se asomara por la ventana.


Eso lo intrigó y se levantó. Se acercó a la ventana en medio de un silencio sepulcral y vio como sus amigos estaban saludando desde el patio. Ya habían atraído más miradas de otras personas, pues Hiroki podía ver las cabezas de otra gente asomada y hablando sobre los extraños chicos haciendo tonterías en el patio.




  • ¡Hiroki! ¡Hiroki! -gritaban ellos.




Él no pudo evitar echarse a reír y saludar con la mano sin dejar de mandar mensajes a los tontos de sus amigos. Había prometido ser bueno y no podría escaparse, pero lo alegraba que ellos se hubieran saltado las clases para verlo.




  • ¡Te esperamos esta tarde donde siempre! -gritaron todos a la vez antes de irse.




Hiroki los vio marchar sonriendo hasta que escuchó su apellido ser gritado por alguien: un profesor.




  • ¡Hayashi! ¡Siéntate! -poco le importaba lo que un profesor tan bajito tuviera que decirle pero sin dejar de sonreír, lo hizo. Estaba mucho más animado que antes.




Ryou había observado todo aquello desde su asiento, con cara de aburrido. No es que le molestara que el otro tuviera amigos ni nada parecido, pero se sentía aún más humillado que el día anterior al saber que Hiroki tenía un grupito que, en caso extremo, podía ponerse en su contra si el otro lo deseaba. Se estremecía al pensar que podía llegar el rubio con un montón de macarras más a hacerle la vida imposible.


Se revolvió un poco en su silla, intentando no darle demasiadas vueltas al asunto. Suspiró en silencio y sacó de su mochila su característica libreta negra con bordados en color de oro. La abrió por la página que tenía marcada y se puso a escribir algo. No mucho después llegó el profesor que les daría la siguiente clase. La guardó de nuevo y se dispuso a atender como cualquier otro día.


Después de haber sido reprendido, Hiroki se extrañó de no tener que contemplar la cara petulante del criajo al que estaba molestado, así que de vez en cuando le echaba un vistazo disimuladamente desde su asiento.


Cuando llegó la hora del almuerzo, Hiroki se las apañó para subir a la azotea y llamar por teléfono a sus amigos durante un breve momento para luego ir a la cafetería. Agradecía el apoyo de sus amigos más de lo que parecía. Era difícil no verlos cada día, a cada hora del día, por eso, los detalles como los de hoy, lo hacían inmensamente feliz.


En la cafetería, volvió a ocupar una mesa para él solo para comer el almuerzo que se había preparado por la mañana, dado que si él no lo hacía, nadie en su casa se molestaría por preguntar si quería uno. Su madre estaba demasiado ocupada cuidando a sus hermanastras como para notar que Hiroki estaba también ahí.


Al principio pensó que el pequeñajo no se iba a presentar allí, ya que había pasado más de un cuarto de hora y la mesa en la que se había sentado ayer seguía vacía. Sin embargo, cuando Hiroki menos se lo esperaba, Ryou y Toki llegaron juntos desde la puerta trasera del comedor, la que daba al campus. Esa puerta estaba situada a pocos metros de la mesa en la que Hiroki estaba sentado, y quedaba muy cerca de él, por lo que cuando Ryou entró charlando animadamente a la cafetería, a la primera persona que vio fue a él.


Se había pasado todo el día evitando mirarle y ahora, casi sin poder haberlo evitado, le había mirado directamente a los ojos. Ryou se quedó estático por un momento de la impresión de encontrarse con él tan de cerca. Toki le dio un pequeño toque en el brazo a su amigo, preguntándole si ocurría algo, pero el moreno simplemente siguió caminando hacia su mesa de siempre, ignorando una vez más al rubio.


A Hiroki no le molestó tanto el ser ignorado como la mirada furibunda que le dirigió el amiguito del pequeñajo, el del último curso. El gatito había reaccionado bien, tal y como Hiroki había esperado, pero el otro lo había puesto de mal humor. Él no tenía derecho a meterse en lo que Hiroki quisiera o no quisiera hacerle.


De todas formas, Hiroki se puso los cascos para escuchar música mientras comía, ya que el escuchar tanto ruido en la cafetería era molesto. Con la música podría relajarse y podría comer tranquilo y sin ser molestado, ya que si alguien le hablaba él no iba a escuchar nada. Literalmente era imposible.


Ryou fue a sentarse donde el día anterior, con cara de mala leche por haber visto al acosador de su compañero. Toki obviamente no podía dejar pasar ver a su amigo así. Le tenía preocupado. Ryou sacó sus apuntes de la mochila y los esparció sobre la mesa, repasando sus cosas en silencio. Él también sabía que Toki no iba a tardar en preguntarle que tenía con aquel tío tan alto, pero por el momento se hizo el tonto y fingió que el cabreo era porque no le salía bien uno de los problemas que entraban en el examen.




  • Puedes comerte toda la fiambrera si quieres, no tengo nada de hambre -pasó las páginas de su cuaderno sin tan siquiera mirar a su amigo. Se le daba muy mal mentir y Toki lo conocía bien. Sabía que en cuanto lo mirara directamente el otro iba a saber que algo no iba bien, así que optó por agachar la vista.




  • Ryou… Sabes que puedes contar conmigo para lo que sea… si algo ha pasado, quiero saberlo -Toki clavó sus ojos negros en su mejor amigo esperando que alzara la vista para ver si estaba mintiendo o no, pero no lo hizo.




  • Solo es que estoy estresado últimamente… -lo miró de reojo, pero le intimidó su mirada sobreprotectora y volvió a agachar la cabeza-. Ya sabes como se ponen mis padres con lo de...Con eso -garabateó algo con el boli, ni tan siquiera podía concentrarse en lo que leía-. Me tienen amargado.




El moreno echó un vistazo rápido hacia la mesa de Hiroki, pero le alivió ver que estaba escuchando música y jugando con el móvil, no podría enterarse de lo que hablaban y no parecía interesarle.




  • Anda, tú que ya has pasado esta materia, explícame de qué va este problema -se arrimó a él, pegándose a su costado-. Tengo que usar esta fórmula en este tipo de pregunta, ¿no? -acercó más el cuaderno y puso la cabeza cerca de la de su amigo, pero de nuevo sin mirarlo a los ojos, centrado en sus apuntes.




  • Escucha, voy a creer lo que dices por ahora, pero más vale que no me estés mintiendo. Soy tu mejor amigo y para algo estoy, ¿no? -lo miró y cuando lo vio asentir, se arrimó más a Ryou y comenzó a explicarle cómo debía resolver el problema.




Se pasaron prácticamente todo el almuerzo estudiando. Ryou de vez en cuando “vigilaba” a Hiroki, a ver si hacía cualquier cosa que atentara contra él. Pero para su sorpresa, se pasó la hora entera tranquilamente sentado en su mesa. Nadie se le acercó ni intentó hablar con él, aunque no le extrañó después de lo que pasó con aquella chica el día anterior. El rubio se levantó varios minutos antes de que acabara el descanso y se marchó, Ryou lo vio salir del comedor desde su sitio.




  • Muchas gracias por ayudarme, Toki. La verdad es que ahora ya lo he pillado mucho mejor -le sonrió-. Que con el profesor Matsuda ya sabes...Él mismo se hace un lío y no sabe ni lo que explica -rio-. Nos vemos luego, ¿vale? -caminaron juntos hasta la puerta de la clase de Ryou-. Hoy no me quedaré hasta tarde en la biblioteca, así que podemos irnos juntos cuando acaben las clases.




  • Claro que sí, Ryou -Toki sonrió a su amigo, quien parecía algo más tranquilo-. Nos vemos luego. No te dejes estresar por lo de tus padres, ¿vale? -Toki se despidió de él y se fue a su clase.




Sonó la campana que anunciaba el final del descanso y poco a poco, todos comenzaron a volver a sus clases. Hiroki se había distraído escuchando música y cuando vio que no había casi nadie, maldijo y corrió a ver si era capaz de encontrar su propia clase.


No llegó a tiempo, pero no lo regañaron mucho porque era el nuevo y porque daba miedo. Era tan aterrador, que el profesor solo tuvo el valor de decirle que no volviera a llegar tarde a su clase.




  • Me perdí -ese profesor frunció el ceño.




  • ¿No te han asignado a alguien para que te guíe en los primeros días? -dijo extrañado.




  • Al profesor que me trajo se le olvidaría preguntar -dijo con algo de ironía porque ya sabía que el otro profesor estaba asustado de él y aunque pidieran voluntarios para acompañarlo hasta que se acostumbrara al nuevo sitio, nadie lo haría. Miedo de la bestia.




  • Entonces, veamos… -repasó la lista de la clase y miró hacia arriba, viendo como la mayoría de la gente agachaba la vista de golpe, intentando pasar desapercibidos. El profesor lo entendía porque hasta él quería bajar la vista y pasar desapercibido-. ¿Kitsu Ryou? -un escalofrío recorrió al susodicho cuando su nombre fue pronunciado-. Kitsu, serás el encargado de ayudar a… Hayashi a acostumbrarse al instituto y hacer que no se pierda más.




El moreno no supo describir aquel sentimiento que lo azotó de golpe. La pesadilla no había hecho más que empezar y ahora ya no se iría de su lado por mucho que quisiera.




  • ¡Pero profesor…! -comenzó a protestar, sabiendo que no tenía excusa alguna para librarse de aquella carga.




El profesor lo cortó tajante. Apuntándole con la tiza mientras se recolocaba las gafas.




  • No hay peros, Kitsu. Te ha tocado -se podía escuchar cómo el resto de alumnos se reía por lo bajo. Otra humillación más que sufría Ryou en tan solo dos días.




Se dejó caer en su silla de nuevo, preguntándose por qué tenía tan mala suerte. Se mordió el labio y cerró los ojos con fuerza. por su cabeza se paseaban innumerables situaciones hipotéticas en las que el rubio le iba a hacer la vida imposible. Para colmo, giró la cabeza y miró hacia él. Se le erizó el vello al ver su sonrisa burlona y sus cejas arqueadas, mirándolo en silencio. Ryou lo insultó mentalmente y volvió a mirar al frente, apuntando desganado lo que el profesor ponía en la pizarra.


Hiroki pensaba que la suerte estaba de su parte al ver al chiquitín completamente aterrorizado de él. Esto iba a ser la bomba. Sonrió malvadamente mientras observaba su figura, pensando en maneras de ponerlo a prueba que le resultarían placenteras. Quería verlo llorar.


Al finalizar la clase, Hiroki no tardó en levantarse y en caminar hacia Ryou en medio de un silencio en el que la tensión parecía poder cortarse con un cuchillo. Se paseó hacia un Ryou extremadamente quieto, pero podía ver como sus manos estaban fuertemente agarradas a la silla, completamente paralizado. El pequeño gatito no iba a sacar las garras… aún. Ya que Hiroki planeaba hacer que las sacara, eso era mucho más que conveniente.


Cuando llegó a su altura, se puso de cuclillas delante de su mesa y se puso el pelo detrás de la oreja con molestia, pues el movimiento había hecho que un mechón se viniera hacia delante. Con ese gesto, dejó al descubierto sus múltiples piercings en la oreja, cosa que hizo susurrar a más de uno.


Apoyó la cabeza en la mesa de Kitsu, ya que por fin había oído su nombre, aunque para Hiroki él siempre iba a ser como un pequeño cachorrito asustado. Pero estaba bien tener un nombre para su mascota.




  • Parece que la suerte nos ha unido, pequeño Kitsu -dijo con voz baja y dulce, burlándose de él una vez más-. Vas a estar atado a mí mucho tiempo más del que te gustaría -alzó una mano y la apoyó en su cara, apartando un mechón rebelde que su gatito tenía junto a la oreja-. Procuremos llevarnos bien.




  • No me toques -le apartó la mano con el dorso de la suya a la vez que fruncía el ceño-. ¿Te crees muy gracioso, no? Mira. Voy a enseñarte la escuela, eso es todo -comenzó a recoger sus cosas y ponerlas dentro de su mochila-. La cafetería, el salón de actos, los baños...Simple. Te lo aprendes y me dejas en paz. ¿O es que serás tan estúpido de perderte en la escuela tres días seguidos, eh?




Aunque le temblaba la voz, hizo lo posible por ser tan chulo como él, por llevarle la contraria para sacarlo de sus casillas. Ya que no tenía fuerza en su cuerpo debía intentar usar la fuerza de sus palabras. El resto de alumnos alrededor se quedó anonadado al ver a Ryou con una actitud tan desafiante. Era la primera vez que lo veían defenderse de una manera tan agresiva. Se levantó, dispuesto a salir antes que él de la clase.




  • ¿Dónde crees que vas, pequeñajo? -el tono de voz de Hiroki sonó incluso más grave, haciendo que Ryou tragara saliva.




Hiroki recogió sus cosas y no tardó en alcanzarlo ya que por cada dos o tres pasos que daba el enano, él solo daba uno. Se puso a la par con él y lo sujetó del asa de la mochila, haciendo que se frenara de golpe.




  • Pequeñajo, recuerda esto, tú no estás en posición de poder defenderte o atacarme. Así que hazte un favor y deja de intentarlo. No te favorece -Hiroki sonrió y lo soltó lentamente para que no se cayera pues Kitsu había estado luchando por soltarse desde que lo había agarrado por la mochila.




  • ¡Deja de llamarme pequeñajo! -sujetó el asa de la mochila con fuerza para que no la volviera a agarrar-. Eres muy pesado, ¿Lo sabías?




Ryou se sintió fatal en aquel momento; le había prometido a Toki que volvería a casa con él y lo iba a dejar tirado. Sacó el móvil y se dispuso a mandarle un mensaje de texto para disculparse. Tampoco quería contarle todo lo que había pasado ni quería que se preocupase por él así que simplemente le escribió que le “había surgido algo”. Luego se guardó el móvil en la mochila con gesto mosqueado y se giró hacia su nuevo compañero.




  • A ver. Presta atención porque solo te lo voy a enseñar una vez -comenzó a caminar por el pasillo en dirección al centro del edificio-. Como ya sabrás, aquí está la cafetería. Es imposible que te pierdas viniendo aquí porque tiene más de una entrada -pasaron al comedor, donde muchos de los alumnos tomaban el almuerzo para luego pasar la tarde estudiando en la biblioteca-. También es imposible que no la encuentres ya que hay carteles que indican “Comedor” por toda la escuela y si tienes dos dedos de frente sabrás leer dos sílabas seguidas.




Ryou estaba de mala leche, era obvio. Aquel tour no era un viaje agradable. No era una visita guiada por una linda azafata con sonrisa de película que indicaba a los visitantes con amables palabras cada una de las partes de la estancia. No. El guía era un alumno bajito, normalmente tranquilo, que se había topado con la peor suerte de sus últimos años. Aún no podía creer que de todos los alumnos le tocase a él.




  • Daremos una vuelta por el campus, te enseño donde están los clubes y todo lo demás y me voy a casa, ¿entendido?




Hiroki no dijo nada y dejó que el gatito pensara un rato que no iba a molestarlo, aunque lo que en realidad hacía era planear un pequeño susto para él. Estaba convencido de que se asustaría e intentaría huir, pero no podría. Era imposible que una cosita como él pudiera huir.


Cuando llegaron a los baños, ya apenas quedaba nadie en el edificio y casi todos los que tenían que ir a algún club ya estaban en él. Todo estaba tranquilo y en calma y Hiroki sintió que era el momento.


Cuando Ryou levantó la mano para señalar la puerta del baño, Hiroki agarró su pequeña muñeca y abrió el baño, empujándolo dentro con toda su fuerza. Tanta, que si no hubiera estado agarrándolo, el pequeñajo se hubiera caído contra el suelo debido a la fuerza de Hiroki.




  • No voy a seguir aguantando esa actitud de mierda que tienes hacia mí, pequeñajo -la voz de Hiroki sonó amenazante-. Te mereces un pequeño castigo, ¿no? Acorde con tu tamaño.




El macarra tiró su mochila contra la puerta del baño, se echó el pelo hacia atrás y se tensó, preparado para saltar encima y asustarlo un poco.




  • ¡O-Oye, oye! -Ryou retrocedió cuanto pudo, quedando atrapado entre Hiroki y la pared del baño-. ¡Prometiste que me dejarías ir en cuanto te enseñara todo! -sonrojado y avergonzado, sus muñecas comenzaron a temblar. Hiroki podía sentir perfectamente como el cuerpo del otro se encogía y no podía evitar agachar la mirada para no estar bajo los ojos del depredador.




El pobre Ryou se puso más nervioso de lo que esperaba. Aquellos ojos color avellana no paraban de acosarlo, posados sobre él de forma amenazante. “Una vez más no puedo moverme, no puedo huir de ninguna forma” pensó.




  • ¿Qué quieres ahora, ¿eh? -tuvo que morderse el labio al oír cómo su voz salía tan débil y balbuceante-. ¡Esto no tiene gracia!, ¿sabes? -tiró de su brazo para que lo soltase, pero los firmes dedos de Hiroki seguían apretando su muñeca.




Notaba como el rubito se acercaba cada vez más a él, inclinándose para quedar a su altura, examinándose con su sonrisa de superioridad. Hiroki podía perfectamente sentir la respiración acelerada del otro, los movimientos nerviosos de sus ojos, su temor...Cada vez que olía aquel miedo le excitaba más. Quería asustarlo más y más, que cayera rendido a sus pies totalmente.


Pero no solo eso. Quería que llorara. Quería que le suplicara. Así que lo cogió por el cuello de la camisa con mucha más rudeza de lo que había planeado y lo empujó contra la pared, poniéndose recto y observándolo desde arriba, sabía que Ryou sentía que él era una amenaza.


Le soltó finalmente esa muñeca que tenía atrapada y que no dejaba de temblar y alzó el brazo como si fuera a golpearle con todas sus fuerzas. Incluso cerró la mano en un puño.




  • Necesitas un pequeño escarmiento. Tú mismo te lo has buscado.




Hiroki no dio lugar a que pudiera escaparse, así que se deleitó cuando el pequeño cerró los ojos con fuerza, sin dejar de temblar al ver que el puño se le venía encima, pero el fuerte impacto nunca llegó. En su lugar, le sopló suavemente la cara. Era algo sumamente infantil, él lo sabía, pero no podía evitar tomarle el pelo de esa manera.


Cuando Ryou abrió los ojos completamente indignado, no pudo decir nada porque su rostro se encontraba casi rozando el suyo, sonriendo burlonamente.




  • No creerías verdad que iba a meterme en problemas a los dos días de llegar, ¿no? -se rió suavemente al ver la cara indignada de Ryou-. Esto no quiere decir que no sigas estando a mi merced. Recuérdalo por si se te olvida, no podrás hacer nada contra mí. Lo que quiera hacerte, podré hacertelo… porque como ya he dicho: eres mío. Recuerda este momento, pequeñajo, el momento en el que cerraste los ojos, me diste la victoria.




Hizo como si se fuera a apartar, pero cuando sintió que era el momento, se giró de golpe y dio un manotazo sin fuerza a la pared, justo al lado de la cabeza de Ryou, disfrutando de como se encogió sobre sí mismo mientras que lo miraba con ojos llorosos.




  • Nos vemos mañana, pequeñajo -Hiroki recogió la mochila que había lanzado al suelo y salió del baño.




Ryou resbaló lentamente por la pared del baño hasta quedar sentado en el suelo. Su respiración se fue calmando y las lágrimas de sus ojos remitieron. Se quedó varios minutos mirando la puerta en silencio. Se había llevado un buen susto. Verdaderamente creyó que iba a cargar contra él. Poco a poco se relajó, se levantó y se miró al espejo. Su ropa estaba desaliñada a causa de los tirones del otro, su pelo despeinado por haber resbalado por la pared y sus mejillas rojas...Rojas de vergüenza, de miedo, pero también...de esa intensa sensación que había vivido al tener a Hiroki tan cerca de él. Por haberse perdido en sus ojos, por haber respirado su aliento, por haber notado su tacto… por todo eso.

Notas finales:

¿Qué os pareció? ¿Os gustó? Si fue así dejadnos comentarios, por favor, que nos hace ilusión y nos anima a seguir ^^


No dejo de recordaros que Kalilair está por hacerse una cuenta, pero Lyn-Lyn tiene una. Si os aburrís y queréis seguir con alguno de nuestros trabajos, estaremos por aquí.


~nos leemos~


Admin Lyn-Lyn


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