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Teasing him por KaLyn

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Notas del capitulo:

Hola ^^ sentimos haber tardado tanto, pero aquí os dejamos con el siguiente capítulo

Capítulo 30



Ryou llegó algo cabizbajo a clase. Su madre había obligado a Louis a llevarlo en coche hasta el instituto para que “no se perdiera”. Algunos alumnos comenzaban a notar que el muchacho llegaba cansado o de mal humor esos días. Ryou solía ser un alumno ejemplar, brillante y que siempre ponía buena cara. Pero se estaba volviendo distante, siempre distraído de las lecciones y sin poner demasiado esfuerzo en las asignaturas.

Saludó a Hiroki con una sonrisa que iluminó un poco su cara tras aquella noche tan amarga. Sin importarle estar delante de todos y apunto de empezar la clase, caminó hasta él con decisión y le plantó un súbito beso en los labios, haciendo que el resto de alumnos se quedaran congelados de la impresión.

  • Buenos días para ti también, pequeñajo -le revolvió el pelo cariñosamente, dándole un enorme abrazo y echando malas miradas a aquellos que los observaban. Nadie se atrevería a decir nada o a burlarse porque Hiroki no era alguien demasiado paciente para esas cosas-. No sabía que quisieras hacer pública nuestra relación -se rio.

  • Ni que me diera vergüenza que sepan que salimos -el moreno le guiñó el ojo a la vez que se relamía los labios-. Te he tenido en la cabeza durante toda la noche… -suspiró-. Necesitaba besarte.

  • Y yo necesitaba verte, hablarte… saber que estás bien. Me tienes preocupado, pequeñajo -el profesor carraspeó, sonrojado e hizo gestos para que ambos se sentaran-. Luego nos vamos a ver en el tejado, ¿de acuerdo? -dijo Hiroki arrebatándole un húmedo beso.

  • Tenlo por seguro -se retiró de la mesa del rubio y volvió hasta su asiento notando cómo el gamberro le miraba el culo mientras caminaba.

Durante las clases fueron lanzándose miradas que eran lo bastante gráficas como para que el resto de alumnos pudiera darse cuenta de lo que pasaba entre ellos. Los profesores seguían extrañados de que el bueno de Ryou hubiera empezado a salir con semejante macarra, pero como era normal no se inmiscuían en sus decisiones.

Cuando sonó la campana del descanso, Ryou aprovechó para llamar a Toki a su móvil, disculpándose primero con Hiroki por hacerlo esperar.

  • Hey… Me han contado lo que te ha pasado. ¿Estás bien? -el muchacho se dejó caer sobre la pared junto a las escaleras que subían hasta la azotea-. ¿Por qué no me lo dijiste tú mismo?

  • Claro que estoy bien -tosió-. Unmei me está cuidado porque se siente responsable… -suspiró, sonando cansado por el teléfono-. Me gustaría hacerle entender que no es culpa suya… ¿cómo estás tú, Ryou?

  • Mejor que tú, seguro -se sentía fatal por Toki. No había podido ayudarlo de ninguna manera-. Quiero ir a verte. ¿Puede ser esta tarde? -desvió los ojos de Hiroki cuando notó su mirada asesina-. Te llevaré ese flan que tanto te gusta.

  • Lamentándolo lo mucho -Hiroki le arrebató el teléfono, contestando por él-. Ryou no irá a verte esta tarde. De todas maneras, tienes a Unmei, seguro que puedes pensar en qué hacer con él -Hiroki sonrió y besó la frente de Ryou, volviendo a darle el teléfono-. Porque yo sí sé qué hacer contigo esta tarde -susurró en su oído, lamiendo y mordisqueando su oreja antes de separarse.

  • ¡H-Hiro! -lo regañó-. ¡No seas tan descarado! -podía escucharse a Unmei y a Toki riendo desde el móvil-. Iremos a verlo -le frunció el ceño como un conejillo enfadado-. Y luego ya haremos lo que quieras… -su voz se suavizó al mismo tiempo que sus mejillas se sonrojaron.

  • ¿No pueden cuidarse ellos solos? -se enfurruñó Hiroki cual niño pequeño-. ¿Tenemos que ir de verdad?

  • Venga, Hiro… Hazlo por mí -Ryou tapó la pantalla del teléfono para que los otros dos no pudieran escuchar-. Será poco tiempo.

  • ¿Sabes que no es justo que no te pueda decir que no? -Hiroki frunció la cejas, pero no podía negarle nada al pequeñajo-. Está bien -besó su frente-, pero será una visita rápida.

  • Gracias -le susurró con una sonrisa-. Te veo esta tarde entonces, Toki -le habló por fin-. Cuidate.

Guardó su móvil en el bolsillo y tomó la mano de Hiroki. El rubio trataba de hacerse el duro tras la llamada, pero la cálida sonrisa de Ryou hizo que volviera a sentirse bien de inmediato.

  • ¿Vamos arriba? -le propuso su pequeñajo.

  • No puedo esperar -sonrió Hiroki.

Afortunadamente la azotea estaba desierta como de costumbre. Algunos alumnos solían pasarse por allí al principio de curso, pero desde que Hiroki se adueñó del lugar no se atrevieron a volver.

Ryou caminó lentamente hasta la verja de color verde que estaba situada al filo del edificio. Posó sus manos entre los agujeros y se quedó mirando al horizonte. Tenía demasiadas cosas en la cabeza, cosas que preferiría no tener. Se sentía en conflicto por dentro, ya que por una parte estaba feliz de estar con Hiroki, pero al mismo tiempo los obstáculos que había en medio para ambos eran difíciles de superar. Cerró los ojos cuando notó al rubio abrazándolo por detrás, posando la barbilla delicadamente sobre su cabeza.

  • Deseaba poder volver a sentirte entre mis brazos, pequeñajo -dijo suspirando y sintiéndose en paz por fin.

  • Cuando todo esto acabe no me separaré de ti… -inspiró en profundidad-. Superaremos nuestras dificultades entre los dos -murmuró enterrándose en el pecho de su novio.

  • Tenlo por seguro. No te dejaré escapar nunca -lo besó con desesperación-. Pase lo que pase… eres mío, Ryou.

Se sentaron tranquilamente en el mismo sitio que solían ocupar cada vez que subían: la pared de la parte trasera del edificio. Tenía las mejores vistas hacia el campo de deportes de la escuela y hacia la explanada que se encontraba a poco de allí.

Ryou alimentó a Hiroki con la mitad de la fiambrera que trajo preparada de casa. Le encantaba ver cuánto disfrutaba con aquella comida de calidad que pocas veces podía probar.

Tras comer, ambos se quedaron varios minutos en silencio, el uno apoyado sobre el otro mientras miraban hacia el cielo. Cada uno pensando en una cosa pero a la vez pensando en lo mismo.

  • ¿Que querrás hacer cuando acabemos la preparatoria? -preguntó finalmente el moreno.

  • No lo sé… -Hiroki suspiró, haciendo una mueca-. Probablemente empiece a buscar a un trabajo ya que no creo que mi madre quiera pagarme la universidad… así que supongo que buscaré algo y si alguna vez reúno suficiente dinero, iré. ¿Y tú? ¿serás un gran escritor? -dijo revolviéndole el pelo.

  • Ya me gustaría… -sonrió con tristeza-. Pero ni siquiera he conseguido acabar mi “novela” -rió-. Hagas lo que hagas yo te apoyaré. Estaré contigo y esperaré lo que haga falta -se acurrucó en el cuello del rubio, quedándose algo adormecido de pronto.

  • Seguro que lo conseguirás -tiró del pequeñajo hacia él, robándole un pequeño beso-. Será lo mejor que se haya escrito hasta ahora.

Acabó cogiendo el cuerpo del pequeñajo y subiéndolo encima de sus piernas, de forma que su cabeza quedara en su pecho, rodeándolo con los brazos y cerrando los ojos. Si tan solo sus madres los dejaran en paz, quizá podrían cumplir sus sueños, ya que Hiroki, a pesar de que era un delincuente juvenil, siempre había querido meterse a algún tipo de deporte y enseñar todo lo que sabía. Le hubiera encantado continuar las clases de artes marciales que su padre había pagado para él y llegar a ser profesor de aquello algún día, pero ese sueño se esfumó junto con su padre.



Tras rechazar valientemente una llamada de su madre, Ryou caminó junto a Hiroki bajando la cuesta de la escuela dispuesto a ir a casa de Toki a hacerle una visita para que se sintiera algo mejor. Se aseguró de pasarse antes por algún supermercado para comprarle todo tipo de cosas que sabía que le gustarían: flan, regaliz y un llavero de su serie favorita. Por supuesto también cumplió los caprichos de su rubio comprándole lo que se le antojó. Todo lo cargó a la cuenta de su madre.

La madre de Toki los recibió con una sonrisa cálida. Ella y Ryou llevaban ya unas semanas sin verse, así que ambos se alegraron al ver el rostro del otro.

  • Buenas tardes -reverenció el moreno-. Venimos a ver a Toki.

  • Hola, Ryou. Pasa, pasa. Está en su cuarto, con Unmei. Ese chico sí se que se preocupa -admiró ella-. ¿Quién eres tú, chico? Es la primera vez que te veo -dijo mirando a Hiroki con curiosidad.

  • Hola, me llamo Hayashi Hiroki -el rubio se inclinó-. Encantado de conocerla.

  • Vaya, sí que eres formal -se rió la madre de Toki-. No hace falta que te tomes esas formalidades conmigo, Hiro-kun -Hiroki se sonrojó ligeramente-. Subid, Toki estará contento de veros.

  • Gracias -Hiroki estaba sorprendido por la calidez de la buena mujer y se sentía algo mal debido a que desearía que su propia madre fuera así.

  • Vamos, vamos, una sonrisa -pidió la mujer-. Seguro que si no fruncieras tanto el ceño serías más guapo de lo que ya eres. Ryou -se dirigió hacia el pequeñajo-, has escogido a alguien muy guapo y bastante fuerte. Bien hecho -le guiñó un ojo-. Luego os subiré algo, chicos.

  • G-Gracias, señora -lo había cogido con la guardia baja, así que se sorprendió bastante-. Vamos a subir -sonrió y tomó a Hiro de la mano como si no quisiera que se perdiera.

Llamó a la puerta de la habitación de Toki y ambos pasaron adentro. Unmei estaba sentado al filo de la cama junto al muchacho. Tenían el móvil en las manos, así que probablemente estaban viendo un video o jugando.

  • Buenas tardes -saludó Ryou-. Sentimos interrumpir -mostró una gran sonrisa a Toki. Aunque estuviera algo herido, le alegraba muchísimo volverlo a ver.

  • Hola, chicos -Unmei dejó el teléfono y se levantó a recibirlos.

  • Mei-chan -Hiroki le dedicó una sonrisa abierta y recibió una mala mirada de Unmei, mientras que Toki sofocó una risita-. Me alegra ver que estás de una pieza, Toki.

  • Se necesita mucho más para romperme -dijo sonriendo a Hiroki-. Ryou, estoy contento de que estés aquí -le echó una mirada a Unmei-. No me deja ni moverme de la cama -dijo dramáticamente-. No estoy tan mal, ¿no?

  • Sí que estás -el moreno arqueó una ceja-. Yo tampoco quiero que te muevas de ahí -se acercó hasta él y entonces ya volvió a sonreír-. Te he traído esto -colocó la bolsa llena de regalos en su regazo.

  • ¡Vaya! Gracias -sonrió-. Me has traído todo lo que me gusta… -fue a pasarle la mano por el pelo pero fue retenido por dos manos, una llena de anillos y otra que lo apretó con fuerza.

  • Ehh, serás su amigo, pero Ryou es mío -dijo Hiroki soltándolo.

  • Si estiras tanto el brazo te dolerá la torcedura -Unmei sonreía, pero podían verse los celos y la maldad en sus cejas fruncidas.

Ryou no pudo evitar carcajearse.

  • Ya no me acordaba de que eres más de Unmei que mío -volvió a reír, haciendo que el peliazul se le sumase-. Espero que dejes que sigamos siendo amigos -recibió un gesto de Unmei que le aseguró que sí.

  • Pero sin derecho a roce -puntualizó Hiroki haciendo que todos se rieran.

  • Claro que no -se rió Toki-. Prefiero poner mis manos en otras personas -miró a Unmei significativamente.

  • ¡Preferiría que no hicieras bromas sexuales sobre mi hermano! -una pequeña cabeza roja entró a la habitación casi tirando la puerta de una patada.

  • ¡Kei! -gritaron todos a la vez con distintos tonos de fastidio en sus voces.

  • ¿Tienes que entrar de esa manera? -se quejó Katsurou entrando tras él y pareciendo disculparse con todos-. Hola -saludó.

  • ¡Estaba diciendo cosas pervertidas! -señaló a Toki como si fuera lo peor de la sala.

  • Es mi novio -pronunció la última palabra lentamente, como queriendo molestar a Kei con aquellas palabras-. Además, a él le gusta -todos miraron a Unmei, quien rojo, asintió.

Katsurou ignoró a Kei, quien parecía que estaba a punto de estallar y se sentó cerca de Hiroki, hablando con Toki mientras el pelirrojo parecía cada vez más enfadado.

  • M-Me da igual… Katsurou es mejor en la cama de todas maneras… -arrugó la boca, viendo como su gemelo ponía los ojos en blanco-. Te he traído algo… -prácticamente arrojó la bolsita hacia el regazo de Toki-. Si no te gusta te aguantas -le dio la espalda, obviamente avergonzado aunque se estuviera haciendo el duro.

Eran bolsas de caramelos que habían puesto a la venta hacía poco. También había una pequeña cajita dentro, de la que Toki sacó la última expansión del juego al que había estado enganchado últimamente.

  • Es de parte de todos -comenzó a explicarse el pelirrojo-. ¡BORRA ESA SONRISILLA DE TU CARA! -volvió a darle la espalda.

  • La hemos comprado entre todos -dijo Ryou mientras se reía-. Bueno, menos por parte de Hiroki, porque es pobre -se burló sacándole la lengua.

  • Eh, un respeto -dijo frotándole el pelo-. Fue mi idea -dijo riendo mientras Ryou trataba de quitarse aquellas manos de su pelo.

  • Muchas gracias, chicos -dijo sonriendo Toki, mirando hacia todos pero parando en Kei-. En especial a ti, hermanito -aquello cayó como una bomba y mientras todos reían Kei.

  • ¡LA MADRE QUE TE-! -esta vez fue Unmei el que lo agarró para que no terminara de partirle la cara a Toki.

  • ¡Eh, eh! -reía el peliazul mientras estrujaba a Kei entre sus brazos-. ¡Ahora todos somos una familia!

Aquello ablandó el corazón de todos los presentes, incluso de Kei, que dejó caer los brazos y se quedó inmóvil.

  • Tienes razón… -habló el diablillo-. Lo somos -se separó de Unmei y se giró hacia el resto de los que estaban en la habitación-. Y por eso debemos quitar a Makoto de en medio para zanjar este asunto -apretó los puños, arrugando el “GAME OVER” sobre sus nudillos.

  • Eh, Kei, más despacio -Hiroki se hizo notar y Katsurou y Kei parecieron calmarse casi instantáneamente ante sus palabras-. Antes de nada hay que ir con un plan, diablillo. Sin plan, no conseguiremos nada.

Los presentes se habían sentado en el suelo, menos Ryou, Unmei y Kei, pues al ser más pequeños, podían sentarse en la cama sin molestar mucho al paciente, pero ahora todas las cabezas estaban giradas hacia Hiroki.

  • ¿Qué hacemos entonces? -preguntó Toki.

  • Tú nada, eres el herido -Katsurou le lanzó una breve mirada-. Nosotros nos encargamos.

  • Yo también quiero hacer algo -protestó Ryou sabiendo que lo iban a dejar de lado.

  • No -zanjó Hiroki-. No voy a dejar que te pongas en peligro.

  • Es verdad, Ryou. No queremos que la tome contigo -lo apoyó Kei.

  • Pero… Hiro… -lo miró con tristeza-. No puedo dejar que simplemente vayáis mientras me quedo de brazos cruzados…

  • No te metas, Ryou. Son peligrosos. Yo he podido con ellos, pero tú… no estás preparado. Es demasiado para ti -apoyó Toki-. Unmei te lo puede decir, no se andan con tonterías. Es mejor que estés a salvo.

El pequeñajo desvió la mirada; frustrado. Sabía que tenían razón, pero le dolía ver que no podía hacer nada por ellos; por sus amigos.

  • Bueno. ¿Cuál es el plan, entonces? -Kei se crujió los nudillos, mirando a Hiroki y a Katsurou.

  • De momento nada. Acaban de atacar y estarán esperando a que contestemos y no sería inteligente actuar conforme a lo que ellos esperan -dijo Hiroki frunciendo el ceño-. Toki, ¿tu madre no está preocupada por que te juntes con nosotros? En parte es culpa nuestra.

  • No, a mi madre no le importa. Y no es culpa vuestra, chicos. En ningún momento alzasteis la mano en mi contra. Bueno, tú sí, Hiroki -ellos dos junto con Kei y Katsurou se echaron a reír. Ni Unmei ni Ryou parecieron encontrarlo gracioso.

  • Todos hemos cometido errores… ¿Verdad, Hiro? -Ryou esperaba que el rubio se disculpara en algún momento con Toki por haberse puesto tan agresivo con él anteriormente.

  • Claro -dijo Hiroki-. Aquello no fue un error, además, yo también salí herido. Estamos en paz -le ofreció un puño a Toki y este, sin dudarlo, lo chocó.

El grupo se quedó pensativo; tratando de buscar una solución a lo de Makoto. Era arriesgado ir a buscarlos y más si iba a estar acompañado de los otros lameculos de su pandilla. Tenían que pillarlo a solas y con la guardia baja. Era jugar sucio, pero por lo visto, ese era su estilo.

  • Creo que yo podría hacer algo… -dijo Unmei tímidamente-. Sigo teniendo su número. Si lo llamo con alguna excusa… Quizá puedas quedar con él a solas.

  • Ni en broma -se opuso Toki enseguida-. No voy a permitir que te quedes a solas con ese monstruo.

  • Solo será para hacerlo caer en la trampa. En cuanto crea que vamos a estar él y yo tranquilamente… aparecéis vosotros -trató de tranquilizarlo.

  • No -se opuso rotundamente Toki.

  • ¿Y qué sugieres? Ese tío está siempre rodeado de sus idiotas… Es casi imposible pillarlo desprevenido.

  • No quiero que te veas a solas con él y sabes por qué -dijo Toki-. Kei, échame un cable, tío.

  • No sé, Toki… -Kei se cruzó de brazos-. En realidad no se me ocurre otra manera de acorralarlo… No estaría solo. Estaríamos vigilandolos en todo momento.

  • Venga ya, Kei… tú también no -miró alrededor, pero nadie más parecía estar en contra de la idea-. No podéis estar hablando en serio. ¿Hiroki?

  • No correrá peligro ninguno, Toki -aseguró él.

  • Mierda, no podéis estar considerándolo, joder -miró a Unmei-. Mierda, sabes lo que él te hizo y aún así… -Toki negó con la cabeza.

  • Lo sé, Toki… -suspiró el peliazul, dejando la vista fija en el suelo-. Y por eso quiero hacérselo pagar como sea… Será la última vez que lo vea, te lo aseguro.

  • No voy a dejar que toque a mi hermano -Kei se cruzó de brazos-. Le pienso romper todos los dedos si lo hace.

  • No dejaremos que lo toque -insistió Katsurou-. Kei no dejará que se acerque demasiado. Toki. Vamos a proteger a Unmei -sonrió hacia él-. Es mi hermano también -dijo al igual que Toki había dicho antes de Kei.

  • Yo también pienso ayudar -se sumó Ryou-. No me vale con que solo le deis su merecido. Makoto se merece un castigo oficial.

  • Desde luego tengo pruebas suficientes como para demostrar que… -Unmei tuvo que guardar silencio ante el dolor de sus propias palabras-. Me parece bien denunciarlo. Estoy preparado.

  • Entonces tendré que “escuchar ruidos extraños” y tal -el pequeñajo alzó una ceja.

  • Si viene con sus matones, nosotros los contendremos -asintió Hiroki hacia Katsurou y Kei-. No podrán acercarse.

  • ¿Qué pasa si no lo lográis? -dijo Toki cerrando los ojos dolorosamente-. ¿Qué pasará con Unmei si sale mal? ¿Acaso no os habéis parado en pensar las consecuencias de si el plan saliera mal? -Toki negó con la cabeza-. No me gusta.

  • Lo haremos de tal forma que la policía llegue antes de que pase nada -trató de tranquilizarlo Ryou-. Si fuera a salir mal, Hiro y los demás podrían interrumpirlos de inmediato.

  • Si Ryou vigila desde otro punto puede ver lo que pasa. Si ese asqueroso se pasa de la raya tan solo tendría que llamar a los demás para que vinieran a por mi -debatió Unmei.

  • Unmei, ¿estás seguro de que quieres hacerlo? -Toki extendió las manos y cogió las de su novio-. ¿Estarás bien? -le apartó el pelo de la cara.

  • Sé cuidarme. Soy fuerte y lo sabes -lo besó en la mejilla.

  • Bueno, bueno. Lo que sea -se mosqueó Kei, que estaba demasiado avergonzado ante la escena-. ¿Tú cómo lo ves, Hiro?

  • Factible -contestó Hiroki mirando a Unmei, quien asintió secamente hacia él una vez-. Entonces habrá que ir haciendo el plan…

Pasaron el resto de la tarde charlando sobre cualquier otra cosa, ya que Toki estaba decaído por culpa del arriesgado plan y querían distraerlo para que se sintiera bien. Una vez se hizo tarde, Unmei tuvo que despedirse de ellos, ya que entraba a trabajar a la tienda en el turno de noche, así que Kei y Katsurou decidieron escoltarlo hasta allí. Ryou también se despidió de él y de su madre y marchó junto a Hiroki en dirección a su casa.

  • Gracias -le dijo al rubio una vez estuvieron fuera.

  • ¿Por qué? -preguntó Hiroki a su vez, sonriendo al moreno.

  • Por todo -lo agarró del brazo y lo estrechó contra él mientras seguían avanzando-. No sé qué haría sin ti… Al principio rezaba porque desaparecieras de mi vista, pero ahora… -rió-. Ahora sé que no me voy a cansar de estar a tu lado -el cielo estaba teñido de naranja y podía escucharse el graznido de las aves que se desplazaban de un lugar a otro-. Seguramente mi madre me de la lata ahora, así que… Siento si no puedo atenderte.

  • No me importa… siempre y cuando estés bien y vuelvas a mí -dijo atrayendo al pequeñajo contra él, en un abrazo-. Tampoco yo sería nada sin ti, así que tienes que volver sano y salvo, ¿eh? -beso su frente rápidamente antes de soltarlo y ofrecer su mano abierta.

  • No sé cómo. Pero acabaremos juntos -sonrió mientras tomaba su mano y caminaba por el borde de la acera tratando de no caer.



Se había despedido de Hiroki con un amargo beso antes de entrar en casa. Tenía la mente hecha un lío. Pensar que tan solo le quedaban 6 días para pensar algo con lo que librarse de la estúpida boda que iba a organizar su madre...

Desde luego llegar a casa no fue precisamente una alegría, pues lo primero que hizo Nanako fue mirar a su hijo acusadoramente. Como de costumbre lo estaba esperando apoyada sobre la barandilla de las escaleras. Bien vestida y seria.

  • ¿Esto es una broma para ti? La boda es en menos de una semana. Y ni siquiera apareces por casa en todo el día -fue bajando los escalones sin dejar de clavar sus ojos negros sobre Ryou-. Tienes que probarte trajes, elegir el menú y el sitio de la celebración, mandar las invitaciones… -comenzó a enumerar.

  • ¿Las invitaciones? -preguntó el muchacho con un deje de chulería-. ¿A quién quieres invitar, madre? ¿A papá? -frunció el ceño.

Aquello le heló la sangre a la mujer, quien tras quedar en silencio mortal durante varios segundos, se dirigió hacia el joven y lo abofeteó con contundencia.

  • No hables de ese hombre en esta casa -dijo con frialdad, impasible ante la visión de su hijo aguantándose la mejilla-. He dejado los menús disponibles sobre tu cama. Ve a revisarlos y elige uno -le dio la espalda.

Ryou recogió su mochila del suelo mientras se mordía el labio con impotencia. Subió arriba y tiró los menús por la ventana sin pararse a mirarlos siquiera. Se tumbó en la cama y sacó su pequeña libreta negra del cajón y se puso a escribir su novela.

Era curioso cómo la historia había ido cambiando desde que conoció a Hiroki. Aquel muchacho de la historia, antes solo y desamparado, se estaba convirtiendo en alguien fuerte e independiente que tenía claras sus ideas y que había aprendido a convertir el dolor y las malas experiencias en sus principales fuerzas.

Satisfecho con lo que había escrito y con las manos llenas de tinta, se metió en la cama y mandó un mensaje de buenas noches a Hiroki antes de quedar dormido.



Al día siguiente, cuando Unmei salió del trabajo por la tarde, pues al tener el turno de noche había dormido prácticamente toda la mañana, decidió ir a la habitación de Kei a llamar a Makoto y, claro estaba, Katsurou estaba ahí también para presenciarlo todo y grabarlo todo por si Makoto se pasaba.

  • La verdad es que me pongo más nervioso si me estáis mirando así… -el chico arrugó los labios.

  • ¡Calla y hazlo! -le ordenó Kei con sus buenas intenciones de siempre.

Buscó el número de Makoto entre las incontables llamadas perdidas que le había ido dejando semana tras semana. No tardó mucho en localizarlo, pues había vuelto a acosarlo recientemente. Con el corazón encogido y sin parar de pensar en Toki se puso el auricular en la oreja.

  • Vaya, vaya, vaya… ¿qué pasa? ¿Está tu noviecito bien? -se burló Makoto como saludo.

  • Pues no… Porque es un debilucho -tuvo que morderse la lengua y apretar los puños-. Paso de cuidar de él 2 meses en la cama -se mordió el labio.

  • Sabía que entrarías en razón -contestó Makoto echándose a reír-. Sabía que te hacías el difícil.

  • Quería ver cuánto te arrastrarías por mí… -sus propias palabras lo repugnaban-. Veo que sigues interesado en que volvamos.

  • La verdad es que echo de menos ese cuerpo tan sexy que tienes y la manera en la que lo hacíamos sin control -Makoto se relamió tan solo de pensarlo-. ¿Cuándo quieres que volvamos a vernos?

  • No sé, cuando tú quieras, mi tigre -Kei y Katsurou se aguantaban la risa al ver la cara de asco que ponía Unmei.

  • ¿Tienes ganas? Seguro que ese estúpido no era capaz de satisfacerte -Makoto se rió-. ¿Quieres mañana por la tarde? Seguro que estás deseando hacerlo por ahí, como antes -Makoto sonrió al recordar la cantidad de veces y de sitios donde lo habían hecho.

  • Me parece bien. Podríamos ir después de que acabe mi turno en la tienda -revisó el calendario para asegurarse a la hora a la que tendría que salir-. Si quieres puedes venir un rato antes a hacerme compañía y luego… Nos pasamos por tu viejo garaje… ¿Qué me dices?

  • Ese viejo garaje echa de menos nuestros meneos -dijo Makoto sin dejar de pensar en el cuerpo de Unmei-. Nos vemos entonces.

  • Hasta mañana. Te estaré esperando… -dijo en tono sexy antes de colgar-. Puaj -tiró el móvil sobre la cama como si fuera parte del mismo Makoto.

  • Es la mejor actuación que he visto nunca -rió Kei-. Que ganas de partirle la cara a ese capullo.

  • Nunca he tenido tantas ganas de verlo sangrar -dijo Katsurou chocando palmas con Kei-. Avisaré a Hiroki de que está hecho.

  • He tenido que decirle que venga un rato antes a verme porque si no seguro que se presenta con los suyos… Así al menos me aseguro de que va a venir solo -explicó Unmei.

  • Nosotros rondaremos por ahí cerca y lo tendremos vigilado. ¿Verdad, Katsu?

  • Detendremos a cualquiera de su pandilla -aseguró Katsurou.

  • Bien -el peliazul se asomó a la ventana-. Pues que se prepare Makoto.
Notas finales:

La cosa se va ir acabando pronto :( muchas gracias por leenos y seguirnos tan fielmente <3

nos vemos en la próxima actualización ^^


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