Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Teasing him por KaLyn

[Reviews - 55]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Aquí os dejamos otro capítulo de este fic ^^

Capítulo 32


 


            A dos días de la boda, Ryou estaba completamente saturado. Su madre no paraba de hablar y quejarse por todo y lo estaba volviendo loco. Que si el traje, que si la ceremonia, que si los votos… Era un auténtico infierno.


Nanako tuvo a su hijo totalmente incomunicado hasta que llegó el mismo día de la boda. Era por la mañana y Ryou no sabía lo que hacer… Tendría que irse a la ceremonia en cuestión de horas y aún no tenía un plan de escapada. No pudo ver a Hiroki ni llamarlo y eso que este insistía en mandarle mensajes para ver que todo estaba bien. Era completamente horrible para ambos, así que llegó el momento en el que Hiroki no pudo aguantar más y fue a su casa, a ver a su pequeñajo.


            Conforme iba llegando, pudo ver un coche aparcado fuera, en espera y desde lejos pudo ver a Ryou siendo arrastrado por su madre, una mujer morena, de pelo largo, que no paraba de gritar mientras que él se revolvía y trataba de soltarse.


-          ¡Ryou! -gritó Hiroki corriendo hacia él y separándolo de la madre, envolviéndolo en sus brazos-. ¿Qué cree que está haciendo? -le recriminó a aquella mujer, notando el cuerpo de su pequeñajo temblar mientras se agarraba a él.


-          ¿Quién demonios eres? -la madre adoptó una expresión de asco al ver a aquel chico con malas pintas a sus ojos-. ¡Suelta a mi hijo!


-          No -Hiroki lo apretó contra él-. Ryou no irá a ninguna parte -dijo abrazando a su pequeñajo con angustia-. No puede arrebatármelo…


-          ¿Arrebatar…? -la cara de la mujer se descuadró-. ¡Mi hijo va a casarse con una chica de renombre, no puede estar perdiendo el tiempo con delincuentes como tú! -tiró del brazo de Ryou, arrancándole un quejido de dolor.


-          ¡Para, madre! ¡No voy a casarme con Hitomi! -forcejeó-. ¡Ella tampoco quiere esto! -lo miró con ojos brillantes de furia y dolor.


-          ¡Harás lo que yo te diga o te arrepentirás de las consecuencias! -gritó-. ¡Vas a venir conmigo ahora mismo!


-          ¡No! -siguió resistiéndose el moreno.


-          ¡No se lo lleve! -Hiroki tiró de Ryou y lo abrazó con fuerza, ocultando la cara en el pelo oscuro del otro-. ¡Ryou es mío! -exclamó a punto de romper en lágrimas-. ¡No tengo nada bueno aparte de él! -clavó sus ojos en los de la madre de Ryou-. ¡Pare, por favor! -dijo sin querer ser violento ya que Ryou no querría que lo fuera tampoco.


-          ¿De qué estás hablando? -parecía horrorizada-. ¡Ryou! ¿¡Qué tienes con él!?


-          ¡Estamos juntos! -contestó él sin pensar ya en nada más-. ¡Lo amo y por eso no voy a casarme con nadie que no sea él! -el moreno notaba que se le iba a salir el corazón del pecho en cualquier momento.


-          ¡Ryou! -la dulce voz de Hitomi lo llamó desde cerca. Había conseguido escaparse del coche aparcado en la entrada donde estaban su padre y Louis como chófer-. ¡Vete con él, huye ahora!


-          Maldita consentida… -gruñó Nanako-. ¡Encima los apoyas! ¡A este asqueroso delincuente homosexual! -estaba tan irritada que se clavó las uñas en la palma de las manos-. ¡No lo permitiré! -nuevamente tiró de su hijo, haciéndolo gritar sin parar de quejarse.


-          ¡Nanako, no! -Hitomi la agarró y trató de tirar de ella para que parase, pero la mujer no cedía.


-          ¡Basta! ¡Déjelo ir! -dijo Hiroki tirando de Ryou hacia él, preocupado por si se hacía daño-. ¡Pare! ¡Le está haciendo daño!


            Hiroki no pudo aguantar más su ira y apretó los puños, queriendo ir a por esa mujer y pegarle con tanta fuerza como para meterle algo de lógica en ese diminuto cerebro suyo. Ryou, sabiendo que faltaba muy poco para que Hiroki estallara, negó con la cabeza y le acarició la mejilla, calmándolo lo suficiente como para que olvidara sus instintos.


-          ¡No lo toleraré! ¡He estado esperando muchos años para que llegue este momento! -la mujer, histérica, alzó la mano por encima de su cabeza; dispuesta a abofetear a su hijo.


            Louis y el padre de Hitomi habían salido del coche y le gritaban también, sabiendo que aquello iba a acabar de la peor manera posible.


            La mano de Nanako tomó fuerza y se deslizó hacia abajo en dirección a la mejilla de Ryou, pero justo antes de que alcanzara a golpearlo, una voz desconocida para los demás que le heló la sangre hizo que parara en seco.


-          Ya basta, Nanako -pronunció aquella voz grave y cálida-. Esto se acaba aquí.


            Con ojos llenos de horror, la madre giró la cabeza lentamente hasta mirar a la figura alta y fuerte que se alzaba a unos metros de ella, cerca de su mayordomo y del coche. El resto de los que estaban allí permanecían en un silencio sepulcral excepto por Ryou, quien cayó de rodillas al suelo; llorando.


-          Papá… -balbuceó entre lágrimas.


-          Daisuke… -Nanako retrocedió unos pasos, casi como si estuviera viendo a un fantasma-. ¿Qué…? ¿Cómo…? -apenas daba crédito. Llevaba casi una década sin ver a su marido y ahora aparecía por arte de magia allí ante todos.


-          He venido de Estados Unidos solo para que termine esta farsa. Y por supuesto, para ver a mi adorable hijo -sonrió a Ryou, que estaba tan conmocionado que no podía dejar de llorar de felicidad a los pies de Hiroki-. Has hecho todo lo contrario de lo que te pedí. Estoy muy decepcionado.


-          Y-Yo… -la cara crispada de la mujer no podía dejar de mirar en dirección a aquel señor con el pelo canoso y barba bien recortada que vestía un traje de chaqueta-. No te metas en esto, Daisuke -consiguió defenderse una vez recuperó la compostura.


-          Tarde, querida. Ya lo he hecho -aquello provocó otra mirada de terror en los ojos de su ex-mujer-. La boda será cancelada, puesto que la madre de Hitomi está siendo operada ahora mismo -esta vez fue la chica quien se echó a llorar en brazos de su padre-. Me he encargado de mover ficha gracias a mis contactos.


-          ¡Maldito insensato! ¡Podría haber sido millonaria! ¡Rica! -prácticamente le escupió-. ¡Lo has arruinado todo!


-          ¿Y la felicidad de nuestro hijo? -le reprochó él, frunciendo el ceño-. Me prometiste que cuidarías de él con todo lo que tuvieras y no lo has hecho. No te mereces que te llame madre siquiera.


-          ¿Cómo ha podido pasar esto…? -echándose las manos a la cabeza, Nanako se tiró al suelo, rompiéndose las medias-. ¿¡Quién ha sido!? -miró a Ryou de nuevo, sintiendo una ira incontenible-. Tú… ¡Descubriste las cartas y contactaste con él! ¿¡No es así!? -se arrastró a gatas hasta su hijo, queriendo hacerle daño.


-          ¡Madre, no! -Ryou se tapó la boca con las manos, viendo horrorizado como la mujer se quitaba uno de sus tacones y lo empuñaba con la intención de clavárselo.


-          ¡He sido yo, señora! -la voz de Louis se alzó por encima del revuelo-. No podía permitir que siguiera manipulando al señorito tal y como usted quería -el extranjero dio un paso al frente, arrebató el zapato de las manos de la mujer y la obligó a apartarse-. Admita su derrota. Se acabó.


            Nanako se llevó las manos a la cara y comenzó a llorar, tan impotente que se arañó el rostro con las uñas dejándolo lleno de heridas sangrantes y marcas rojas.


-          Hijo mío -Daisuke se aproximó a Ryou y le tendió una mano.


-          Papá -el muchacho se levantó gracias a él y lo abrazó con todas sus fuerzas.


-          A ti no tengo el gusto de conocerte, pero parecer ser importante para él -sonrió con calidez a Hiroki.


-          Encantado de conocerle -dijo Hiroki poniéndose recto y tratando de parecer lo suficientemente bueno como para estar con Ryou-. Me llamo Hayashi Hiroki, un placer -le tendió la mano, esperando por la aprobación del padre de su novio con nervios.


            El padre se quedó totalmente en silencio y mirándolo con la cara más seria que Hiroki hubiera visto jamás. Sintió que se le paraba el corazón al pensar que ese hombre lo denigraría tal y como había hecho la madre del moreno, pero Daisuke solo se había quedado callado para tomar fuerzas y empezar a reír con ahínco.


-          No hace falta que te tomes tantas formalidades conmigo, chico -lo agarró del hombro y lo juntó con Ryou, incluyéndolo en el abrazo que se estaba dando con él-. ¿Eres el novio de mi hijo? Eso me parece perfecto.


-          ¿En serio? -se atragantó Hiroki, asombrado de que lo permitiera, dado que su propia familia ni lo toleraba. Miró a Ryou con una bella sonrisa llena de cariño que al padre no le pasó desapercibida-. No estoy acostumbrado… -balbuceó.


-          Bueno, pues a partir de ahora lo estarás. Porque vamos a ser una familia -rió al notar que Hitomi los abrazaba también por detrás.


-          Muchísimas gracias, señor Kitsu… No tengo palabras -lloró de alegría.


-          Solo podré quedarme hasta hoy por la noche, pero podemos disfrutar juntos de una cena, si os apetece -Ryou lo miró con ojos cargados de dolor al escuchar aquello-. Lo siento, hijo… Tengo negocios muy importantes que atender. Pero no te preocupes. Pasaremos el resto del día juntos -el moreno asintió.


            Louis había llamado a la policía y les había informado sobre el intento de agresión de la mujer, que estaba teniendo un ataque y no paraba de gritar y hacerse daño pataleando contra la gravilla del suelo. Los agentes la cogieron y se la llevaron para que no pudiera hacer daño a nadie.


-          Luego iré a hablar con ella… -suspiró su ex-marido, ya separado del abrazo y mirando cómo se la llevaban en un coche-. No te preocupes, Ryou. No tendrás que volver a vivir con ella. En cuanto la policía vea que no está sana mentalmente, pasaré a tener el permiso para que estés a mi cargo.


-          Pero papá… Debes volver a América, ¿no? ¿Qué voy a hacer…?


-          Venid, tengo cosas de las que hablar con vosotros -el hombre pasó un brazo por la espalda de Ryou y Hiroki-. Iremos a comer a tu casa esta noche, Hitomi. Hasta entonces -sonrió a ella y a su padre, quienes le hicieron una reverencia-. Louis, gracias por todo -el extranjero asintió.


            Daisuke se llevó a los dos chicos a dar un paseo por la ciudad mientras les contaba todo lo que había pasado antes de que llegara allí. Nanako llevaba años evitando que Ryou pudiera contactar con él de ninguna manera. Había restringido la línea de teléfono para que no pudieran llegar sus llamadas, había ocultado a su hijo cualquier información relacionada con él e incluso había tirado a la basura las numerosas cartas que había mandado a Ryou a lo largo de los años. Daisuke había estado ingresando dinero para Ryou en una cuenta con parte de su sueldo, para que él pudiera disfrutarlo una vez alcanzara la mayoría de edad. El muchacho abrió los ojos como platos al escuchar esto, pues era la primera vez que conocía tal dato.


-          Tu madre te lo ocultó todo… -suspiró-. Siento tanto que pensaras que me había olvidado de ti, que no me importabas… Nunca pude venir a verte porque me lo impedía mi duro trabajo y mi localización, pero… He estado siempre pensando en ti, Ryou.


-          Yo sabía que tú no querías que fuera así… Yo también lo siento.


-          Cumplirás la mayoría de edad pronto, Ryou. Y entonces… podrás ser completamente independiente.


-          Pero ahora mismo no tengo nada… No puedo hacer nada -se lamentó.


-          Louis cuidará de ti. Ya he hablado con él sobre todo y ha accedido a ser tu mayordomo hasta que tu digas lo contrario -sonrió-. Y de ti, Hiroki, apenas sé nada. Pero estoy seguro de que haces un buen trabajo cuidando de mi pequeño -rió al ver la cara avergonzada de Ryou.


-          Yo… no lo sé, señor -dijo con tono formal-. Soy solo un cualquiera -miró a Ryou-. Tengo suerte de que Ry… Kitsu me quiera a su lado.


-          Vamos, muchacho. No estés avergonzado -le dijo cariñosamente-. Mi hijo es alguien muy inteligente y de corazón noble. Dudo mucho que esté con “uno cualquiera” -le guiñó el ojo-. Os queréis y eso es lo que importa.


-          En eso tiene razón, señor. No creo que pueda llegar a amar a nadie tanto como amo a Ryou -se le escapó el nombre de su pequeñajo, pero no pensó que importara, ya que Hiroki tenía puesta la vista en Ryou, quien se ponía rojo por momentos.


-          Estáis en la preparatoria, ¿verdad? -Daisuke colocó las manos tras la espalda, interesado-. ¿Qué es lo que queréis hacer a partir de ahora?


-          Pues… -comenzó Ryou, agachando la cabeza para evitar ruborizarse más-. Yo quiero ir a la universidad. Ser escritor -dijo con ilusión.


-          ¿Y tú, chico? -preguntó al rubio.


-          No lo sé -dijo Hiroki con sinceridad-. Nunca he tenido mucho futuro. Mis padres no me quieren y en cuanto termine el instituto, me echarán de casa, así que tendré que buscar un trabajo con rapidez… -dijo pensativamente.


-          ¿Te gustaría estudiar junto a Ryou? Puede ser cualquier cosa. O quizá prefieras trabajar -sonrió-. No voy a permitir que te quedes en la calle, chico.


-          ¿Está usted siendo serio? -dijo Hiroki alucinando.


-          Por supuesto que sí. Quiero compensar a Ryou por mi ausencia durante tantos años… Además, mi hijo tiene suficiente dinero en su cuenta como para estar años sin preocuparse por buscar un trabajo. Podéis estudiar tranquilamente los dos -volvió a sonreír.


-          Ya, pero… No sé qué vamos a hacer, papá. No puedo seguir viviendo en esta casa ni Hiro en la suya, así que…


-          ¿Por qué no venís a América? -les ofreció el hombre-. ¿Os gustaría vivir allí? -rió al ver las caras de asombro de ambos-. Tengo un piso sin usar en una parte muy buena de la ciudad. Podríais vivir allí los dos juntos -les guiñó el ojo.


-          ¿En serio? -Hiroki no daba crédito a lo que sus oídos escuchaban?-. ¿Haría eso por nosotros?


-          Ya me toca a mí estar un tiempo con Ryou, ¿no creéis? Seguro que él también quiere verme más veces -rió.


-          ¡Claro que sí! -el moreno dio un salto de alegría-. Hiro -lo miró con ojillos brillantes-. ¿Tú quieres ir? -quería confirmar primero que el otro estaba de acuerdo.


-          Claro que quiero ir… -miró a Ryou con una sonrisa-. Pero no sé si mis padres…


-          Esperaremos a cumplir los 20 y entonces iremos juntos -sonrió-. ¿Quieres?


-          Estaré bien siempre que esté contigo -dijo cogiéndole la mano y mirando al padre de Ryou, como pidiendo permiso para tocar a su hijo.


-          Os esperaré lo que haga falta -asintió el hombre-. Si queréis puedo ir mirando algún permiso para que al menos paséis las vacaciones de verano allí. ¿Qué decís?


-          Sí -dijo Hiroki con vehemencia-. Gracias.


-          No estés tan serio, chico -quiso animarlo Daisuke-. Ahora podrás tener a mi pequeño Ryou para ti sólamente.


-          ¡P-Papá! -se sonrojó el aludido-. Tan solo está nervioso -rió, abrazándose al rubio-. Se cree que es poca cosa, el muy tonto. Es el mejor chico que he conocido nunca -lo miró con una sonrisa dulce.


-          Eso es porque Ryou no tiene muchos amigos -dijo mordazmente el rubio, ganándose un guantazo cariñoso por parte de su pequeñajo, haciendo que ambos rieran.


-          ¿Estás insinuando que mi hijo saldría con cualquiera que se le cruce? -rió el hombre, siguiendo la broma-. Anda, iremos a comer algo, si os parece. Tenemos mucho de lo que hablar.


            Daisuke compró algo para los tres y se pasaron la tarde hablando sobre sobre la vida de Ryou y Hiroki durante los años de ausencia del padre, pues quería conocer cada detalle de lo que se había perdido por culpa de la cruel mujer que mantuvo a su hijo casi encerrado en contra de su voluntad.


-          Ya veo… -se dirigió a Hiroki-. Así que tus padres son así… -se quedó pensativo y serio, sabiendo que la situación era grave también.


-          No se preocupe… debería estar acostumbrado. Desde que mi padre murió, ha sido siempre así -dijo incómodo por esa atención.


-          Pero quiero ayudaros. Me iré esta noche y no puedo dejaros aquí sabiendo que vais a ser infelices en esta situación… ¿No puedo hacer nada al respecto?


-          No se preocupe -dijo Hiroki con una sonrisa-. Aprecio su preocupación, pero es peor si dijera algo a mi madre. La última vez quiso denunciar a Ryou… no sé de lo que sería capaz esta vez -dijo apesadumbrado.


-          Podemos engañarlos -Daisuke guiñó el ojo cual adolescente-. Si le decimos que te he contratado quizá te deje ir. Y realmente podríamos buscarte un trabajo, así que no sería una mentira.


-          No sé si funcionaría… -Hiroki se debatió-. Podríamos intentarlo…


-          ¿Cual es la debilidad de tus padres? ¿Es el dinero, el honor…? Podemos preparar alguna treta y a ver que pasa.


-          El dinero es sin duda alguna algo importante… pero es que yo, simplemente, no soy importante para ellos. Mientras no cause problemas y me vaya pronto de esa casa, no dirán nada -murmuró Hiroki dejando salir parte de su aflicción.


-          Ya veo… -volvió a asentir Daisuke-. Entonces tendrás que pensártelo y tomar una decisión, joven. Puedo escribir a tus padres en cualquier momento para comunicarles que va a venir a trabajar conmigo o puedes quedarte aquí y conducir tu vida hacia donde desees. Será tu elección -miró a Ryou, quien estaba pendiente del rubio.


-          Estoy deseando alejarme de mis padres -expresó-. No tengo intención de quedarme aquí atrapado y menos si no puedo estar con él -apretó la mano de Ryou.


-          ¿Entonces? ¿Quieres pensarlo o has tomado una decisión? -se interesó Daisuke.


-          Quiero irme con vosotros -expresó con firmeza.


-          Entonces está decidido -sonrió junto a su hijo-. Haré lo necesario para que los dos vengáis a Estados Unidos en cuanto acabéis el instituto.


-          Hiro… -Ryou estaba tan feliz que no podía dejar de sonreír con aquellos labios tan dulces-. ¡Vamos a estar juntos! -lo abrazó.


-          Siempre -dijo Hiroki enterrando la cara en el pelo de su pequeñajo.


-          Vaya, sí que se ha hecho tarde -se sorprendió el padre al mirar el reloj-. ¿Os parece si vamos hacia la casa de Hitomi? Mi estómago no deja de quejarse -rió.


            Ryou cogió a Hiroki de la mano y asintió, poniéndose en marcha.


            La familia de la chica estaba muy agradecida con Daisuke, quien acababa de salvar a su madre; ya descansando en el hospital tras la operación.


-          Me alegro de saber que ha salido bien -se contentó el hombre.


-          Iremos a visitarla mañana por la mañana -anunció Hitomi-. Ahora necesita descansar-. Pasad y sentaos.


            La casa de la muchacha era impresionantemente bella y muy acogedora, como si cada miembro de la familia hubiera aportado algo de especial al decorado.


-          Hiroki, ¿te gusta el pescado o prefieres carne? -le preguntó ella; risueña.


-          Me da igual, realmente. No soy quisquilloso.


-          Entonces dejaré que elija Ryou -miró al moreno.


-          Tomaremos pescado, gracias -ella asintió y se fue a la cocina a ayudar-. Oye Hiro… ¿Estás bien? Te noto un poco tenso -suspiró-. ¿Es por lo de irnos fuera? No tenemos por qué hacerlo.


-          No… estoy tenso porque siento que no me lo creo. Que no puedo tener tanta suerte… siento que va a pasar algo horrible tan solo por tener tanta suerte -murmuró este.


-          Hiro, no… -se entristeció-. Estoy aquí, a tu lado -cogió la mano del rubio y se la puso en el regazo-. Tal y como te prometí, ¿lo ves?


-          Sí… pero es precisamente… no importa, Ryou, son tonterías mías -le dio un beso en la cabeza-. Se me pasará -le sonrió algo más tranquilo.


-          Aunque pasara algo malo, nunca me voy a separar de ti -entrelazó los dedos con los del rubio-. Porque te quiero -lo acarició con la mejilla-. ¿Crees que podría colarme esta noche en tu casa para dormir juntos? -preguntó en voz baja-. Necesito estar contigo -sonrió.


-          Pues… -Hiroki lo pensó durante un rato y asintió. Intentaré colarte -le dio un beso en la mejilla, todavía cortado por la presencia de Daisuke.


-          Genial -el moreno le hizo una caricia antes de volver a subir los brazos a la mesa para comer.


            La cena fue bastante animada y aunque estaban algo incómodos al principio por todo lo que había pasado, no tardaron en hablar y reír como amigos de toda la vida. Cuando llegó la hora de que Daisuke regresara al aeropuerto, Hitomi propuso que fueran todos en el coche para despedirlo. Fue duro verlo partir, pero él le dio a su hijo su teléfono y su información de contacto y le aseguró que hablarían pronto.


            Hitomi dejó a los dos chicos en la puerta de casa, ya estaba atardeciendo y el cielo era de color naranja.


-          Gracias por todo, Ryou -la chica sonrió a ambos.


-          No tienes que darlas. Nos hemos ayudado entre todos -el moreno se agarró del brazo de su novio-. Hasta mañana.


-          Que descanseis -se despidió antes de entrar en casa.


-          En realidad me gustaría llevarte a un sitio, si no te molesta -habló Hiroki.


-          ¿Y eso? Vamos a donde quieras -le hizo un gesto para que fuera poniéndose en marcha.


           Hiroki asintió y le cogió de la mano, consciente de dónde lo iba a llevar. Caminaron durante horas, en silencio, con la mirada perdida y cada vez poniéndose más triste conforme se acercaban a su destino.


-          Hiro… -suspiró el moreno, reconociendo el lugar-. ¿Venimos a ver a tu padre? -Ryou se puso de puntillas y la acarició las mejillas, queriendo animarlo.


-          Sí. Quiero que lo conozcas -dijo Hiroki mirándolo-. ¿Querrás ir?


-          Ya estamos aquí. Claro que quiero ir -terminó de arrimarse hacia él y lo besó con ternura-. Vamos -lo tomó de la mano.


            Hiroki lo condujo entre las tumbas hasta pararse enfrente de la de su padre. Allí, se arrodilló y quitó la suciedad de la fría superficie con cariño, sintiendo cómo su corazón se rompía de dolor.


-          Hola, papá -se sentó frente a él-. Siento no haber venido a verte muy a menudo, pero me pongo muy triste cuando recuerdo que no estás… -una lágrima cayó por su mejilla-. Quiero presentarte a alguien muy especial -Hiroki hizo una seña a Ryou para que se sentara a su lado.


-          Buenas tardes -Ryou se arrodilló junto a Hiroki, agachando la cabeza para presentar sus respetos.


-          Es él, papá -Hiroki agarró su mano-. La persona con la que quiero pasar el resto de mis días -dijo poniendo la otra mano sobre su tumba-. Me hubiera gustado que lo hubieras conocido… -su voz se quebró por las lágrimas y el dolor.


-          Hiro… -Ryou lo estrechó con una de sus manos mientras colocaba la otra encima de la tumba, rozando la de Hiroki-. Cuidaré de su hijo. Se lo prometo -dijo con nobleza.


-          Te hubiera encantado, papá -continuó Hiroki hablando-. Es listo, inteligente, valiente y siempre me ha hecho intentar mejorar… no podría pedir a alguien mejor -reprimió un sollozo-. Papá… me voy a ir muy lejos a vivir, a América y me alejaré por fin de mamá. Aunque no venga mucho por aquí, no olvides que te quiero… estés donde estés… -más lágrimas bajaron por sus mejillas.


            Ryou fue incapaz de decir nada, pues estaba llorando en silencio y no quería hacer que Hiroki se sintiera peor al escuchar su voz ronca y sin fuerzas. No dejó de abrazarlo y acariciar su mano sobre la tumba, pensando mil y una cosas que iban dirigidas al padre del rubio, todo mensajes de agradecimiento y esperanza.


-          Bueno, papá -dijo Hiroki levantándose-. Me tengo que ir. No puedo dejar que Ryou pase frío -dijo abrazando a su pequeñajo mientras temblaba por los sollozos-. A partir de ahora, seré feliz por ti, lo prometo. Haré que estés orgulloso de mí.


            Tras una última caricia al mármol y pasar la mano por su nombre tallado en la superficie, Hiroki se levantó, tomó de su mano a Ryou y tras una última inclinación, se dio la vuelta para irse, sintiendo que su corazón se volvía a desgarrar por dentro.


            Ryou quería que se animara porque le dolía muchísimo verlo así. Era normal estar triste en aquella situación, pero aun así, no quería que Hiro fue desdichado nunca más. Era un sueño que sería imposible de cumplir, pero quería hacer lo que fuera necesario por acercarse a su meta.


            Sintió que no debía interrumpir sus pensamientos hasta que el rubio estuviera mejor, por lo que se aseguró de no soltar su mano en todo el camino a casa, transmitiéndole cariño y calidez a través de sus dedos.


-          Ahora llega la parte en la que te cuelo en mi casa-dijo Hiroki sonriendo con tristeza-. Al entrar, corre a mi habitación y quédate allí -instruyó-. Procura no hacer mucho ruido.


-          ¿Seguro que no te meterás en problemas? No quiero que tus padres te griten… -suspiró.


-          No… tienen que estar más que dormidos.


-          Vale, entonces no haré ruido -lo besó en la mejilla.


            Hiroki entró y comprobó que todo estaba oscuro para darle pie a Ryou, quien subió como una bala a su habitación sin hacer ruido siquiera. En aquella oscuridad, Hiroki sonrió para sí y cerró la puerta principal con llave antes de subir y encontrarse la luz de su cuarto encendida y a su Ryou sentado sobre la cama, con una sonrisa triste en la cara y los ojos hinchados de haber llorado por él.


-          Debes de estar cansado después de semejante día… Lo siento -se sentía culpable por meter a Hiroki en tantos líos.


-          No pasa nada -sonrió Hiroki besándolo-. También yo he tenido la culpa de verte llorar -le pasó las manos por las mejillas-. Lo importante es que estamos juntos -lo abrazó.


-          Eres lo mejor que me ha pasado en la vida -Ryou sollozó entre sus brazos, tanto triste como alegre por todo las sensaciones que le había dejado aquel día.


-          Y tú eres mi vida -contestó Hiroki aceptando aquellos brazos-. Venga, no llores -dijo limpiándole las lágrimas-. Ahora todo estará bien.


-          Apenas puedo esperar a vivir contigo. Lo estoy deseando -sonrió y lo besó con aquellos labios salados.


-          Lo mismo digo -Hiroki lo empujó contra la cama-. Venga, ven a dormir. Tienes que estar cansado.


-          Deja que me abrace a ti -le dejó hueco-. ¿O prefieres que sea al revés? -sonrió con dulzura.


-          Prefiero abrazarte… no quiero que te me escapes -se rio Hiroki poniéndose de lado y haciendo que Ryou se apoyara en su espalda.


-          Buenas noches, Hiro. Que descanses -se acomodó a la forma del cuerpo del rubio y se dejó abrazar por él.


-          Buenas noches, pequeñajo -contestó este besando su frente y apagando las luces-. Dulces sueños.


 

Notas finales:

Esperamos que os haya gustado... ya queda muy poquito, muy poquito para acabar, pero esperamos que os hayais entretenido con este fic ^^ a nosotras nos ha gustado un montón escribirlo ^^

 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).