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Teasing him por KaLyn

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Notas del capitulo:

¡Nuevo capítulo! Que lo disfruteis~

Capítulo 5


 


Llegó la hora del almuerzo y Hiroki fue el primero que salió ya que no traía comida y siempre había mucha cola para comprar, así que quiso llegar antes que nadie, pero aún así, tuvo que estar esperando durante un buen rato.


Mientras tanto, Ryou cogió sus cosas mosqueado y se dirigió con tranquilidad a sentarse en su mesa de siempre. Cada vez que pensaba en que se tendría que quedar a limpiar la clase cuando acabara el instituto se ponía de peor humor. Su cara cambió por completo al ver que Toki ya estaba allí sentado, con rostro serio y mirando el móvil. Ryou se acercó a él y se sentó en la silla de al lado.




  • Hola… -forzó una sonrisa-. Siento lo de ayer… -dejó caer la cabeza sobre el hombro de su amigo. Sabía que eso lo ablandaría y así no le echaría tanto la bronca por meterse en problemas.




  • ¿Tú sientes lo de ayer? ¿Tú? Quienes lo deberían sentir deberían ser los estúpidos esos. Estás bien, ¿no? ¿Te hicieron mucho daño antes de que yo llegara? ¿Te ha vuelto a molestar el rubio otra vez? -dijo con preocupación.




  • Bueno… No me molestaron mucho más… -mintió. No era capaz de contarle que se había puesto a llorar delante de Hiroki ni que se había sentido tan cálido y protegido siendo abrazado por aquel matón que le hacía la vida imposible.




  • Ryou, no hace falta que mientas. Te voy a proteger. Dime lo que pasa, por favor -su voz sonó más baja de lo normal. Sus ojos oscuros no dejaban de buscar a los de Ryou. Se pasó una mano por el pelo negro con frustración al ver que no conseguía que le devolviera la mirada-. Ryou, por favor… si no me dices qué te pasa, no podré ayudarte.




  • Toki, no quiero que te metas en problemas por mi culpa… -se mordió el labio y agachó aún más la cabeza. De verdad le preocupaba que su amigo pudiera sufrir por culpa de aquel gamberro recién llegado al instituto-. Yo me las arreglaré solo… Si se enteran de esto podrían expulsarnos. A todos -se notaba que estaba preocupado por lo que pudiera pasar y prefería simplemente ocultar los hechos.




  • ¿Qué problemas? Eres mi amigo, se supone que nos tenemos que dar problemas y ayudarnos mutuamente -le puso una mano en el hombro, intentando convencerlo para que le contara lo sucedido-. Ryou. Te protegeré, así que confía en mí, por favor.




El moreno se lo pensó durante unos segundos y tras un leve suspiro, decidió que lo mejor era contarle todo lo que había vivido los últimos días con él. Lo de la biblioteca, el baño, cuando lo salvó en el semáforo. Todo. Sin embargo, en cuanto se dispuso a abrir la boca para empezar a hablar, una sombra les tapó la luz que llegaba de la ventana justo enfrente de ellos. Hiroki se había puesto delante de la mesa y los miraba desde arriba.




  • Hola -dijo con voz suave mirando al pequeñajo e ignorando a su amigo-.




  • ¿Qué haces aquí? -se cabreó Toki medio levantándose del asiento.




  • Hayashi… ¿No están hoy tus amigos? Estoy hablando con Toki. Lárgate, por favor -le frunció el ceño, molesto porque los interrumpiera sin venir a cuento.




  • Como has podido observar, no están y es un poco beneficioso para ti, teniendo en cuenta lo que pasó ayer… -tras pronunciar esa frase, miró deliberamente a quien se hacía llamar Toki-. Sería una pena que hoy pasara lo mismo, ¿no crees? Además, creo recordar que me debes una -sonrió de nuevo volviendo la vista al pequeñajo.




  • N-No te debo nada. En todo caso eres tú el que me tiene que devolver el lápiz de esta mañana, ¿recuerdas? -estaba claro que Ryou intentaba hacerse el fuerte delante de Toki para que viera que podía enfrentarse al otro por sí mismo. Sin embargo, el temblor de su voz delataba que no estaba muy convencido de cómo llevarle la contraria a Hiroki.




  • ¿Qué lápiz? -preguntó Toki mirando a Ryou con extrañeza.




  • Este lápiz -de su mochila Hiroki sacó un lápiz y se lo lanzó al pequeñajo, que lo cogió al vuelo-. Estaba intentando devolvértelo en clase aunque ni lo notaste. Pero me la debes igualmente, ayer casi te atropellaron y te salvé -dijo con retintín Hiroki volviendo la vista a Toki, quien estaba sorprendido y enfadado.




  • ¿De qué está hablando, Ryou? -dijo volviéndose a su mejor amigo.




  • Iba a contártelo. Antes de que él llegase e interrumpiera -lo miró con mosqueo-. Ayer no veía muy bien por dónde iba y… -no fue capaz de acabar antes de que el rubio elevara la voz por encima de la suya.




  • Tonterías -interrumpió Hiroki sentándose en la mesa sin ser invitado, dejando la mochila en el suelo a su lado y empezando a comer lo que acababa de comprar-. No es que no viera bien por dónde iba, es que no estaba prestando atención. De no haber sido por mí, tu amigo hubiera quedado aplastado contra la carretera. Me debes una, así que hoy comeré con vosotros -dijo cogiendo otro bocado.




  • ¿Es eso cierto, Ryou? ¿En qué estabas pensando para ir así?




  • Eso, “Ryou”, ¿por qué no le dices en qué o en quién pensabas? -dijo Hiroki posando la vista sobre el pequeñajo, rozando su brazo al moverse un poco con toda la intención de ponerlo incómodo. Cada vez le resultaba más divertida la situación.




Ryou retiró un poco la silla para no estar tan pegado al macarra.




  • En qué o quién pensaba os da igual. Estaba distraído y punto -zanjó-. Te agradezco que me ayudases pero cualquiera lo habría hecho. Y encima no te tengo que agradecer nada porque tú eres la fuente de casi todos mis problemas -dijo mientras recordaba lo que había estado distrayéndolo: Los suaves cabellos rubios de Hiroki. El contacto directo con sus ojos. El relámpago que notó bajar por su espina cuando lo mordió...




  • ¿Fuente de todos tus problemas? -dijo entonces Toki mirando a Ryou, con el ceño cada vez más fruncido-. Te ha molestado y no… ¿no me lo has dicho? ¿Por qué? No, espera, ahora mismo me deshago de este malnacido -Toki se levantó del asiento y rodeó a Ryou para enfrentarse a Hiroki, quien estaba sentado tranquilamente y quien apenas le dirigió una mirada.




  • No te ofendas, pero estoy comiendo. Cuando entrenes o sepas pelear, me avisas y peleamos. No te quiero dar una paliza -levantó una ceja y volvió a su comida como si la presencia de Toki no le molestara ni lo más mínimo.




  • Te vas a enterar, desgraciado. Desearás no haber nacido.




  • ¡Toki, espera! -Ryou se levantó también y lo agarró por detrás para que no intentase nada-. ¿Es que ya no te acuerdas de lo que te acabo de decir? ¡No quiero que te metas en problemas! -la cafetería comenzaba a chismorrear sobre aquello y las miradas de los curiosos alumnos se dirigían hacia donde estaban ellos.




  • Me da igual meterme en problemas por ti -dijo Toki muy decidido.




A Hiroki le cabreó el tono de orgullo que desprendía la voz del tal Toki y suspiró con cansancio. Que alguien que no supiera pelear fuera a darle una paliza a alguien que se había llevado toda su vida peleando en la calle.


Antes siquiera de que Toki pudiera hacer nada, Hiroki tiró la silla hacia detrás, golpeándolo en las piernas y de un movimiento limpio lo acorraló contra la pared, agarrándolo por el cuello de la camisa con una mano y con la otra dispuesta a reventarle la cara.


Toki parpadeó entre la confusión y el dolor. No entendía cómo alguien tan alto se podría mover con tanta rapidez. Justo antes de que pudiera reaccionar y apartarse de un puñetazo que iba dirigido hacia su cara, Ryou se puso en medio y agarró el puño de Hiroki, pero al ser mucho más pequeño y débil que el otro, eso no fue suficiente para parar el golpe y el impulso lo lanzó al suelo. Los alumnos de la cafetería se quedaron estupefactos y se formó un incómodo silencio.


Ryou gimoteó de dolor al notar el golpe que se había dado y se puso de pie adolorido, mirando a Hiroki con ojos llorosos.




  • Por favor… No le hagas daño… -le rogó.




El sonido de la voz del pequeñajo lo distrajo y se paró a mirar su expresión adolorida y sus ojos inundados de lágrimas que estaban por caer. Eso fue lo único que Toki necesitó para asestarle un puñetazo y tirarlo contra la mesa, la cual se clavó Hiroki en la espalda.


Hiroki se apoyó en la mesa con un brazo y sonrió mientras se pasaba la mano por la boca. Tenía el labio inferior herido y estaba sangrando y su pómulo empezaba a enrojecer.




  • Hmf… -soltó Hiroki de repente irguiéndose y mostrando una sonrisa-. No ha estado mal, pero no ha sido suficiente. ¿Es todo lo que sabes hacer?




Toki se abalanzó hacia él y se chocó contra la mesa cuando Hiroki se apartó de golpe. Fue con tanto ímpetu que salió despedido hacia delante y cayó al otro lado de la mesa mientras Hiroki se echaba a reír.


Se giró hacia el pequeñajo mientras que el otro seguía tumbado en el suelo y lo ayudó a ponerse en pie con mucha delicadeza, más de la que el propio Hiroki había pensado que mostraría, pero le daba igual.


Por el rabillo del ojo vio de nuevo al amigo pesado del pequeñajo y tuvo que empujarlo de vuelta al suelo cuando el tal Toki  embistió y empotró a Hiroki contra la pared. El rubio tosió al quedarse sin aire pero se las arregló para cogerle el brazo que lo mantenía preso contra la pared y retorcerlo hasta liberarse un poco, quedando ambos mirándose fijamente, jadeando.




  • ¡Toki, no! -jaló de él para que soltase al rubio del todo-. ¡Basta ya! -gritó casi a punto de llorar. Era la primera vez que veía a su amigo tan agresivo y sobreprotector. Nunca pudo imaginar que Toki se metería en una pelea así por él-. Por favor... ¡Para! -pudo ver cómo la respiración de los dos se iba calmando poco a poco.




Pero aún con esas palabras, Hiroki tenía que devolverle el puñetazo que había recibido así que cuando pareció que Toki iba a hacerle caso, Hiroki le lanzó un fuerte puñetazo que lo tiró al suelo.




  • Bueno, mejor amigo, ahora estamos en paz -Hiroki le guiñó el ojo a la figura caída y volvió a sentarse en su asiento, recogiendo su silla del suelo, mirando a su comida completamente desperdiciada, tirada por todas partes-. Maldita sea. Voy a tener que ir y comprar de nuevo.




Toki estaba alucinado por la actitud de Hayashi, pero se dejó levantar por Ryou. El moreno había ido inmediatamente a ayudarlo tras quedar igual de sorprendido por el repentino puñetazo de Hiroki. Sus manos temblaron al ver la cara de Toki hinchada y sangrando, pero hizo lo que pudo por levantarlo.




  • Dios, Toki… Lo siento muchísimo -sollozó-. Todo esto es por mi culpa… -lo levantó del suelo dejando que se apoyara en él.




En ese momento llegó un profesor al escuchar el barullo.




  • ¿Se puede saber qué es todo este revuelo? -el profesor de matemáticas se cruzó de brazos y miró a todos los alumnos esperando una respuesta.




Como era de esperar, los que estaban allí presentes optaron por guardar silencio, agachar la mirada y dejar que los responsables hablaran. A Ryou se le paró el corazón. Como se enteraran de que habían estado peleando los iban a expulsar al menos un mes. Impotente, miró a Hiroki, deseando que cargara con la culpa.




  • No ha pasado nada. Me he tropezado con… -miró a Toki sin saber su apellido o como llamarlo-. ¿Cómo te llamabas? Bueno, con él -señaló a Toki-, y nos hemos caído contra la mesa -Hiroki lo dijo todo con tanta inocencia como pudo y el profesor se giró hacia Toki.




  • ¿Es eso verdad? -Toki se limpió la sangre como pudo de la nariz y asintió-. Sí yo… eh… me he golpeado la nariz contra la mesa -se excusó lo mejor que pudo intentando no sangrar demasiado.




  • Bueno…¿Es eso lo que realmente ha pasado? -el profesor fijó la vista en el resto de la cafetería y todos asintieron unánimemente-. Bien -carraspeó el hombre-, en cualquier caso, deberíais ir a que os miren esas heridas tan feas. El profesor se marchó sin más y los alumnos que había en la cafetería se fueron dispersando e hicieron como que todo iba con normalidad.




Ryou lanzó una mirada de odio infinito a Hiroki y ayudó a su amigo a caminar hasta la puerta. Sin decirle nada más al rubio, salió de la cafetería y lo acompañó hasta la enfermería.


Hiroki se quedó mirando a aquellos dos que se acababan de ir con una expresión furiosa, pero se tranquilizó. Todavía tenía el castigo de esta tarde para torturar al pequeñajo y hacerlo suplicar un poco más. Iba a hacer que toda su atención se centrara exclusivamente en él. Por ellos, decidió no ir a la enfermería porque sus heridas no eran tan graves como para tener que curarlas y se quedó tan tranquilamente comiendo.


Ryou caminó hacia una de las camas libres y dejó que Toki se sentase allí.




  • Genial, como es la hora de comer no hay ninguna enfermera… -miró alrededor pero comprobó que la sala estaba vacía excepto por ellos dos-. Voy a buscar un poco de algodón y algo para curarte. No te muevas de aquí, ¿vale?




Cerró las cortinas y dejó que se relajara mientras buscaba algo con lo que limpiar la sangre y tapar la herida para que no se infectara. Cuando volvió con él se lo encontró tirado en la cama, con la camisa medio abierta para estar más cómodo, y con los ojos cerrados. Ryou sintió como el corazón le daba un pequeño vuelco.




  • ¿T-Te duele? -balbuceó parandose a mirar las marcadas clavículas de Toki-. Déjame a tu lado -se sentó en la cama con él y se inclinó sobre su amigo para empezar a limpiarlo-. Si te duele me lo dices.




El moreno comenzó a pasar el algodón húmedo por su rostro, cuidadosamente limpiando la sangre y curando las heridas que le había dejado Hiroki. Desde abajo, Toki no podía pensar en otra cosa que en el suave aroma de Ryou, como dulce y nostálgico a la vez. Cerró los ojos al notar las suaves caricias de sus dedos, que le daban un placer inmenso en comparación con el rudo tacto de los nudillos de aquel gamberro que lo sacaba de quicio. Ryou estaba a punto de terminar con su tarea cuando dio un pequeño respingo al notar los dedos de su amigo acariciando su cintura con suavidad.




  • ¿Toki…? -preguntó el otro extrañado.




Toki no contestó, pero continuó acariciando su cintura lentamente, notando como Ryou se estremecía bajo su tacto. Animado por ello, movió la ropa de Ryou e hizo contacto directo con su piel. Lo notó estremecerse, pero continuó con los ojos cerrados, rozando delicadamente su piel con las yemas de sus dedos, notando el calor que desprendía. Era algo que había añorado y que creía estar en el derecho de hacer, por lo que no pudo evitar subir lentamente hacia arriba.


El moreno tragó saliva y se quedó en completo silencio, sin tratar de pararlo ni llevarle la contraria. Los largos y ásperos dedos de Toki estaban consumiendo su piel, la marcaban y sellaban por donde pasaban. Ryou no pudo dejar escapar un leve gimoteo cuando el otro subió hasta su pecho, pero en ese momento paró repentinamente.




  • ¿Hay alguien ahí? -la voz de una chica joven hizo que Toki apartase sus manos de él de inmediato.




Ryou se apresuró a abrir las cortinas y salir.




  • ¡Si!, Por favor, ¿puede atenderle? -trató de que su voz sonara natural, como si no hubiera ocurrido nada, pero no lo consiguió.




Toki suspiró y vio como Ryou se marchaba a clase a toda pastilla, dejándolo solo con la enfermera, que fue lo suficientemente amable al no decir nada mientras lo curaba.


Ryou avanzó por el pasillo a paso rápido sin mirar siquiera a dónde iba. El corazón le bailaba en el pecho y notaba como un ligero sudor le caía por el cuello. Vi uno de los baños de la escuela a lo largo del pasillo y decidió refrescarse un poco. Mientras se enjuagaba la cara y se miraba en el espejo no sabía cómo sentirse. Toki nunca antes había hecho nada semejante. “Quizá solo estaba algo alterado o confuso por la pelea y los golpes. Quizá no sabía lo que hacía” trató de convencerse a sí mismo. Pero aquello se había sentido muy real. Sus dedos repasando cada parte de su abdomen… No podía quitarse aquella sensación del cuerpo. Escuchó el timbre que anunciaba el comienzo del segundo periodo de clases y no tuvo más remedio que salir de allí y dirigirse a su aula.


Hiroki vio a su pequeñajo demasiado alterado y empezó a preguntarse si el mejor amigo le habría dicho o hecho algo que lo hubiera puesto en ese estado. Pensaba interrogarlo cuando se acabaran las clases ya que iban a tener tiempo de sobra para pasarlo juntos. Una sonrisa siniestra creció en su cara y volvió a fijar la vista en la profesora: el pequeño Kitsu no sabía lo que le esperaba.


Ryou estaba tan desconcentrado ese día que ni tan siquiera pareció darse cuenta de que las clases habían acabado cuando todos los alumnos comenzaron a salir de allí. Él siguió sentado en su pupitre, mirando su libreta fijamente, inmóvil. Volvió a conectar con el mundo cuando notó la yema de los dedos de Hiroki rozándole el pelo. El moreno levantó la cabeza y lo vio de pie frente a su mesa, posando una mano sobre su cabeza mientras guardaba la otra en uno de los bolsillos de sus pantalones. Hiroki señaló a un cartel pegado al tablón donde indicaba: “Alumnos que deben limpiar la clase hoy → Hayashi Hiroki y Kitsu Ryou”. Guardó sus cosas en la mochila y arqueó una ceja ante el rubio, esperando que le dijera algo, aunque tan solo fuera para burlarse de él.




  • Hagamos esto cuanto antes -protestó al mismo tiempo que se levantaba, cogía el borrador de la pizarra y empezaba a limpiarla.




Hiroki observó cómo trataba de borrar la pizarra sin éxito ya que era demasiado bajito como para llegar arriba del todo. Soltó una risita y se acercó a él por detrás, poniéndole una mano en la cintura y tocando su otra mano al quitarle el borrador.


Ryou dio un respingo sin poder evitar acordarse de Toki.




  • Se ve que necesitas ayuda con eso… ¿Por qué no me dejas a mí, pequeñajo? Tú ve a limpiar por donde puedas ya que no vas a ser capaz de mucho de todas formas… Con ese tamaño poco vas a hacer -Hiroki esperó su reacción y sonrió cuando vio al pequeñajo enrojecer.




  • ¡No eres un príncipe azul! ¿vale? Yo también sé hacer las cosas por mi mismo y no necesito que nadie me “socorra” -fue hasta el fondo de la clase y abrió el armario de la limpieza, sacó lo que iban a necesitar y lo volvió a cerrar.




Ryou comenzó a limpiar los pupitres, inclinándose para que sus cortos brazos llegaran hasta la parte de atrás sin tener que moverse mucho más. Desde atrás, Hiroki podía ver en primer plano el trasero del muchacho, ya que Ryou estaba posicionado de tal forma que dejaba caer su pecho sobre el pupitre. Un impulso primario de deseo azotó al rubio, que se excitó levemente al ver aquella imagen.


Se detuvo en medio de lo que hacía, parpadeando aún sin poderse creer lo que había sentido y volvió a fijar la vista en el pequeñajo inclinado sobre las mesas, limpiándolas con mucho enfado y de nuevo notó el deseo extendiéndose por la parte baja de su estómago, haciendo que fuera imposible concentrarse en nada.


Terminó deprisa de limpiar la pizarra y soltó el borrador descuidadamente, caminando lentamente hacia el pequeñajo, como depredador que acecha a su presa sin ser visto hasta el último segundo. Se colocó en la espalda del pequeño y sonrió cuando notó el  cuerpo de Kitsu pegar un respingo al notar el cuerpo de Hiroki cubriéndole toda la espalda.


Con un brazo, acercó incluso más su cuerpo y le arrebató el trapo con la otra mano y cuando Kitsu se revolvió, dejó a la vista su cuello y Hiroki no pudo evitar morderlo con fuerza, casi como si estuviera saboreando de verdad su carne y el olor… su olor dulce era incluso peor, le excitaba más y apretó un poco más los dientes provocando que el pequeñajo gimiera de dolor.


Después de un tiempo, aflojó el bocado y comenzó a darle pequeños mordiscos alrededor y los lamió antes de alejarse un poco. Ryou apretó las manos sobre el pupitre y gimoteó ante sus caricias. Su cuerpo se había encogido de la impresión y yacía sin fuerza sobre la mesa. Sus mejillas se ruborizaron intensamente al notar cómo Hiroki arrimaba las caderas.




  • ¿S-Se puede saber qué estás haciendo? -jadeó, mirándolo con ojillos llorosos.




  • ¿Tienes alguna queja específica? -dijo Hiroki mordiéndole en la oreja al pequeñajo muy suavemente-. Me lo debes.




  • ¡No tiene gracia!, ¡Apártate! -trató de echarlo hacia atrás, pero solo consiguió que las caderas del otro se pegaran aún más a su trasero.




  • ¿Crees que lo hago porque es gracioso? -murmuró Hiroki en su oído.




Hiroki lo sujeto de la cintura y le dio la vuelta, haciendo que se enfrentaran directamente. Con esas manos que antes habían golpeado a su mejor amigo, Hiroki las movió de su cintura hasta su espalda, haciendo imposible que el pequeñajo pudiera escapar de la cárcel de sus brazos.




  • ¿Por qué no me suplicas para que te suelte? -dijo con voz grave lamiéndose la herida del labio, abierta de nuevo al haber mordido su cuello con tanta fuerza-. Mejor aún, ¿Por qué no me dices qué pasó en la enfermería con ese amigo al que llamas Toki? Vi que volviste alterado… ¿Qué  hicistéis los dos solos? ¿eh? ¿Es acaso diferente de esto? -Hiroki acercó incluso más el cuerpo de Kitsu al suyo y lo obligó a levantar la mirada.




  • ¡Lo que pasó no tiene nada que ver contigo! -agarró una de las manos del rubio y trató de apartarla, empujándola-. Además, ¿Tú qué sabes de Toki y de mi?, ¡No sabes nada! -continuó intentando quitárselo de encima, pero las grandes manos de Hiroki no parecían ceder por mucho que Ryou quisiera.




La mente de Ryou comenzaba a enturbiarse una vez más. Desde ahí abajo, apoyado sobre el pupitre, solo podía ver cómo Hiroki lo agarraba y se mantenía pegado a su cuerpo. Observó como Hiroki se lamía la sangre de los labios, aunque casi parecía relamerse por él. Por tenerlo acorralado, a su merced. Por estar en posesión de su cuerpo en aquel mismo instante.




  • Déjate de tonterías y suéltame ya -lo miró con seriedad, pero con un atisbo de nerviosismo en sus ojos.




  • No necesito saber nada. Lo que tú necesitas saber es que me perteneces -dijo con seriedad al responder a las preguntas no tan retóricas del pequeñajo-. Además, no oigo súplicas.




Hiroki, al no verlo lloriquear, quiso aún más hacerlo sufrir, hacer que se derritiera en sus brazos hasta que le suplicara que parara. Hacerle ver que él solo era un muñeco y que podría hacer lo que quisiera con él.


Lo empujó contra el pupitre y se colocó entre sus piernas, impidiendo que pudiera liberarse de él. Pasó una mano por la camisa del pequeñajo y desabrochó los primeros botones, apartando la corbata y sintiendo como temblaba el cuerpo del pequeño bajo sus manos.




  • ¿Estás seguro de que quieres seguir con esto? Tenemos que limpiar la clase todavía -Hiroki se pasó los dedos por su boca ensangrentada para limpiarla ya que estaba empezando a escocerle, pero era una molestia menor.




Con los dedos manchados de sangre rozó las clavículas de Kitsu y subió hasta su cuello y terminó en su boca.




  • Como siga así voy a tener no solo que limpiar la clase, sino a ti también -dijo sonriendo y acercándose a él hasta estar a unos centímetros de su cara-. ¿Seguro que quieres eso?




  • ¡No pienso suplicarte!, ¡Estoy harto de tus abusos! -se revolvió un poco con la intención de librarse de Hiroki-. ¡Suelta! -se agarró a los brazos del otro y sin dejar de mirarlo a los ojos usó toda la fuerza posible para apartarlos de la mesa y poder huir. Sólo consiguió que Hiroki le regalase una sonrisa socarrona.




Hiroki colocó su rostro más y más cerca de él. Una pequeña gota de sangre resbaló desde los labios del rubio hasta caer sobre los de Kitsu. Ryou lamió la sangre y se la bebió, sin dejar de clavar sus ojos azabache en los del rubio.




  • Apártate… -le susurró mirándole con más intensidad aún. Parecía querer hipnotizarlo con esos ojos tan negros y profundos.




  • ¿No será que me quieres más cerca? -dijo cerrando el espacio entre ellos al rozarle el cuello con la nariz-. Encima de que te salvo la vida, dejas que tu amigo me pegue -negó con la cabeza respirando su dulce aroma-. Eso no se hace.




Lamió un poco de su sangre cerca de la clavícula, en la parte blanda de su hombro y comenzó a succionar y a mordisquear ahí hasta hacerle un chupetón mientras que el pequeñajo solo temblaba y gemía del dolor porque Hiroki no estaba siendo cuidadoso. Quería que se acordara de él incluso cuando estuviera con Toki, o incluso cuando no estuvieran juntos. Monopolizarlo. Hacer que se entregara a él.




  • Esto es un recordatorio. Recuerda lo que te hice en los baños… no es nada comparado a lo que podría llegar a hacerte… lo que ahora puedo hacerte.




Se apartó del pequeñajo del todo, dejándolo tumbado contra la mesa. Ryou no se atrevió a moverse hasta pasados unos segundos. Se apoyó con ambas manos en la parte trasera de la mesa y se incorporó. Lo miró mientras Hiroki seguía limpiando como si nada. Ryou no sabía cómo sentirse. Cada vez que lo tocaba, que se acercaba a él y lo molestaba. Quería odiarlo, pero simplemente no podía. Todas y cada una de sus caricias parecían invitar a su ser a disfrutarlo, a pedir más, a entregarse a ellas. Se mordió el labio con impotencia, notando aún un regusto a sangre que había quedado en su boca. Echó un vistazo hacia abajo y vio parte de su pecho, sus clavículas y su cuello manchados de sangre del rubio.




  • Genial… -susurró-. ¿¡Cómo se supone que voy a volver así a casa!? -se revolvió el pelo, tratando de pensar con rapidez en cómo solucionar aquel engorro.




  • Oh… ¿eso? -Hiroki se volvió sonriendo hacia él-. Lo arreglaré por ti.




Lo volvió a acorralar y lo sujetó antes de que pudiera escapar ya que era mucho más fuerte que él. Le pasó las manos por el pelo y las colocó en sus hombros, bajando hasta colocar la cabeza a la altura de su pecho y comenzó a lamer la sangre que había dejado.


Lentamente, notando como el pequeñajo temblaba, Hiroki lamió con cuidado de no dejar más rastro de sangre debido a su herida abierta y subió hasta sus clavículas, pasando de nuevo la lengua por el chupetón.


Subió por su cuello hasta llegar a sus labios, donde se detuvo sin tocarlos. Los ojos de Ryou se movían nerviosos, siguiendo cada movimiento del gamberro. Optó por no forcejear, por dejarlo actuar a su voluntad, ya que si resistía el resultado podría ser peor. Tragó saliva aliviado al verlo apartarse de él, sin parar de sonreírle con picardía. Hiroki disfrutó de cada sorbo que bebió de su piel, y eso podía notarse en su mirada de depredador satisfecho. Ryou quiso incorporarse y apartarse de la mesa, pero sus piernas temblaban tanto que tuvo que volver a buscar un punto de apoyo para no caer.




  • T-Tengo que ir al baño… -su voz sonaba temblorosa, impactada por las caricias del otro.




  • ¿Quieres que te acompañe? -dijo sugerentemente volviendo a acercarse hacia él, disfrutando de las reacciones del pequeñajo. Era realmente interesante verlo reaccionar ante todos sus avances y provocaciones. Le gustaba que se resistiera de esa manera pero al mismo tiempo, quería que se rindiera a él-. ¿Puedes caminar o ha sido demasiado para ti, pequeñín?




  • ¡Deja de meterte conmigo de una vez! -agarró su mochila y se la echó al hombro-. Me voy a casa… -se dirigió hacia la puerta de la clase, dispuesto a irse.




  • ¿Dónde te crees que vas? -Hiroki lo retuvo con tanta fuerza que Kitsu se cayó contra su pecho, donde quedó encerrado entre sus brazos-. Tienes que ayudarme a limpiar todo esto y no te dejaré ir hasta que terminemos. Es tu culpa por perder los nervios, así que venga -le quitó la mochila y la lanzó junto a la suya-. Cuanto antes hagas algo, antes te podrás ir.




Ryou bajó la mirada. No era capaz de hacer contacto con sus ojos. Ni siquiera se veía capaz de llevarle la contraria esa vez. Agarró la camisa de Hiroki con sus manos, arrugando los dedos en ella.




  • P-Pero… Tengo que irme a casa… -dijo con voz débil-. Por favor, Hiroki… -ya había vuelto a caer en su trampa. le estaba suplicando. Y para colmo lo había llamado por su nombre de pila.




  • Me gusta esa manera de suplicar… qué dulce suena mi nombre en tus labios -se relamió Hiroki-. ¿Si te vas ahora, qué vas a hacer a cambio por mí? Dependiendo de lo que ofrezcas, me lo pensaré.




El moreno echó un vistazo al reloj. Si no salía corriendo de allí no llegaría tiempo a su casa ni a la cena que había organizado su madre, y se metería en serios problemas. Aunque partiese en ese mismo momento no le daría tiempo a llegar, ya estaba en problemas y tenía que hacer lo posible para escapar.




  • Haré lo que quieras, por favor -se arrepintió inmediatamente del atrevimiento de sus palabras, pero no sabía qué más hacer para que el gamberro lo dejase marchar de una vez por todas.




  • ¿Lo que yo quiera? ¿Cualquier cosa? -se sorprendió Hiroki aunque le gustó el cariz que estaban tomando sus pensamientos-. ¿Te estás dando cuenta de lo que estás diciendo? -quiso darle una pequeña oportunidad para retractarse porque claramente el pequeño era muy inocente como para darse cuenta de lo que acababa de ofrecer.




  • P-Puedo hacerte el almuerzo, los deberes, lo que quieras… -trató de arreglarlo aunque sabía que ya le era imposible.




Hiroki no pudo evitarlo y se echó a reír por toda la inocencia que notó en sus palabras. Era la primera vez que Hiroki reía delante de alguien que no era su amigo de esa manera. Una risa sacárstica o irónica o no era lo mismo que una risa de verdad y aquello le había parecido realmente gracioso.




  • ¿El almuerzo y los deberes? -dijo apenas recuperó el aliento-. Puedes irte, pero mañana trae mi almuerzo… de momento -dijo riéndose otra vez.




Ryou se quedó impactado por la risa tan melódica y dulce que Hiroki era capaz de soltar ante él. Era la primera vez que parecía sonreír en serio, y no con burla como acostumbraba a ver. No creyó que con solo eso fuera a dejarlo pasar, pero de momento le valió para pensar en algo mejor que hacer por él. Se separó de sus brazos y se inclinó para volver a coger su mochila. Lo miró por última vez y salió corriendo de la clase.


Avanzando por el pasillo se dio cuenta que sus piernas apenas respondían. Decidió meterse al baño y arreglarse un poco antes de dirigirse a casa, ya que su madre se escandalizaría si lo viera con esas pintas. Sin siquiera pararse a mirar su reflejo, abrió el grifo y se limpió la cara, el cuello y las clavículas, que aún sentía marcadas por los mordiscos y lametazos del otro. Se secó un poco y quedó impactado al verse en el espejo. Su cuello y su hombro… Estaban marcados con marcas de mordiscos y con ligeros chupetones. Maldijo a Hiroki en ese momento y pasó la mano por encima de cada una de las marcas, como si quisiera borrarlas. Se abrochó la camisa al máximo para ocultarlas, pero las de su cuello seguían siendo visibles. Al tener el pelo tan corto no podía hacer nada para esconderlas, así que simplemente se echó la mochila al hombro lo más cerca que pudo para que no destacaran tanto y puso rumbo a casa, sabiendo que nada bueno iba a ocurrir esa noche.

Notas finales:

Bueno, bueno. La historia empieza a enrevesarse @u@ ¿Qué os va pareciendo?

¡Nos vemos pronto!


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