Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Teasing him por KaLyn

[Reviews - 55]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

¡Buenas! Aquí os dejamos otro capítulo ^^

Esperamos que os guste ;)

Capítulo 6


 


Hiroki lo vio marcharse y suspiró volviendo a limpiar. Se pasó largas horas limpiando acordándose del pequeñajo y de todo lo que iba a ordenarle hacer hasta que le compensara el que él hubiera tenido que limpiar toda la clase.


Una vez terminó, se dio cuenta de que estaba a punto de anochecer, así que se pasó por la enfermería y cogió algo de vendas prestado para poder ponerse en el labio y que dejara de sangrar y se fue a su casa, esperando que su madre no creyera que se había metido en una pelea seria, porque entonces le prohibiría ver a sus amigos.


 


Cuando Ryou llegó a casa ya habían pasado más de las 5 y media de la tarde. Tenía que haber estado allí hacía más de una hora. Para colmo, iba con la ropa desaliñada y sucia, por no hablar de su pelo y las marcas de su cuello… Llamó a la puerta rezando porque fuera Louis, el mayordomo, quien le abriese. Afortunadamente fue él quien fue a recibirlo, y no su madre.




  • Señorito Ryou, bienvenido a casa -le saludó sin siquiera sonreír levemente.




  • Louis. ¿Está mi madre en casa? -preguntó con preocupación, pasando al recibidor haciendo el menor ruido posible, y vigilando de no ver a su madre aparecer de la nada cuando menos se lo esperase.




  • La señora Nanako ha salido un momento. Decía que hacían falta preparativos para la cena y decidió ir a buscarlos ella misma.




Ryou suspiró aliviado y subió las escaleras a toda prisa




  • Sin embargo, la señorita Hitomi… -comenzó a decir el mayordomo. Ryou no pareció escucharle y se encerró en su habitación.




“Debo esconder estas marcas… de alguna manera”. Rebuscó entre su ropa y cogió la que le pareció más adecuada para una cena formal, pero también aquella que pensó le taparía más las marcas dejadas por Hiroki.


Echó un vistazo afuera para comprobar que seguía solo y se metió en el baño. Casi sin dejar que el agua se calentase, se metió bajo el chorro de la ducha y se dejó empapar. Cogió el jabón y se lo pasó por el cuello y los hombros, tratando desesperadamente de borrar las mordidas y chupetones del otro. Sabía que era inútil, pero necesitaba sentirse limpio. O al menos que su cuerpo lo estuviera, ya que su mente seguía teniendo pensamientos demasiado comprometidos como para ser revelados.


No tenía mucho tiempo, así que salió cuanto antes, se secó y vistió. Al mirarse al espejo pudo comprobar que algunas de las marcas más próximas a su rostro seguían siendo visibles a pesar del cuello alto de la camisa. Desesperado, abrió el armario del baño y vio el neceser de maquillaje de su madre. No tenía ni idea de como usarlo, pero agarró algo que parecía ser crema color carne y se la puso con cuidado sobre las marcas, con la esperanza de esconderlas de los ojos de su entrometida madre.


Se sobresaltó al escuchar la voz de Nanako viniendo desde el piso de abajo. Tanto, que se le cayó la crema al suelo y el bote de cristal se rompió en cientos de pedazos.




  • ¿Ha llegado ya mi hijo? -preguntó la mujer con tono enfadado.




  • Así es, señora. Creo que está en el piso de arriba -le contestó Louis.




  • ¡Valiente desagradecido! ¿Ni siquiera se ha parado a saludar a su futura esposa? -el mayordomo tomó el abrigo de Nanako y lo colocó cuidadosamente en la percha.




  • Su hijo se veía algo alterado, señora Kitsu. No creo que haya tenido un día tranquilo en la escuela -trató de suavizar la situación.




  • Ya ves. Es su obligación. Estudiar y ser un buen médico, que eso es lo que tiene que ser. No como el… caprichoso de su padre -dijo con desdén-. Ryou entrará a la mejor universidad y se convertirá en el médico mejor pagado de esta prefectura. O más le vale.




La mujer se asomó al salón y tuvo unas palabras con alguien antes de volver a salir y comenzar a subir las escaleras.




  • ¡Ryou! -lo llamó a voces-. ¿Se puede saber dónde estás?




Ryou salió del baño y cerró la puerta tras él. Había podido recoger la mayoría del estropicio, pero en su rostro se notaba que no estaba demasiado tranquilo.




  • Madre. Buenas tardes -le sonrió lo más naturalmente que pudo.




  • ¿Buenas tardes? ¡Tenías que haber estado aquí desde hace más de una hora!. ¿Crees que esos son modales ante tu prometida? -se cruzó de brazos, mirándolo con ojos de basilisco.




  • Madre… Hitomi no es mi prometida aún… -la corrigió.




  • Pues más te vale que lo sea cuanto antes -volvió a bajar las escaleras con andares pomposos-. ¡No tardes en arreglarte y bajar!




Ryou tuvo que pasarse las manos por el rostro para calmarse un poco. Entre lo que había pasado esa mañana y esto, no daba para disgustos. Y Toki… no se había parado a pensar en él. Después de lo de la pelea y la enfermería. Ni tan siquiera le había preguntado que cómo estaba. Se sentía el peor amigo del mundo. Pero por otra parte seguía muy extrañado por su comportamiento… Era la primera vez que Toki se atrevía a tocarlo de aquella manera. No quería pensar en el tipo de intenciones que lo habían llevado a hacer eso, ya que tras la pelea, quizá su estado no era el de siempre, y quizá no sabía lo que hacía. Ryou optó por no pensar en ello de momento, ya tenía suficientes problemas en la cabeza.


Terminó de comprobar que tenía bien puesta la ropa y que no había marcas raras a la vista y limpió el resto del estropicio. Se paró por última vez a pensar en Hiroki y bajó las escaleras en dirección al salón.


Una vez llegó allí, una sensación de pesar inundó todo su cuerpo. Allí sentada en el sofá, junto a la madre de Ryou, había una bella joven conversando alegremente. Era Hitomi, la hija de una familia muy rica y famosa, los Yamada. La muchacha poseía carisma y delicadeza. Sus cabellos eran largos y castaños, y sus ojos de color verdoso al tener raíces extranjeras. La madre de Ryou quería fervientemente que se casara con ella. Deseaba apoderarse del dinero de la  familia Yamada y asegurarse el mejor futuro para sí misma y para su hijo. La muchacha sonrió a Ryou y se levantó para saludarlo con una grácil inclinación de su cabeza. El muchacho se acercó a ella y también la saludó. La madre, en cambio, pareció mirar con disgusto a su hijo.




  • ¿No tienes nada que decirle a Hitomi? -preguntó la madre. Aunque más que una pregunta parecía una especie de amenaza para que hablase.




  • Siento haber llegado tarde, Hitomi -se disculpó Ryou con una sonrisa.




A la muchacha no pareció importarle en absoluto, por lo que negó con la cabeza y sonrió.




  • Me alegro de ver que estás bien, Ryou -su voz era suave y fina.




  • ¡Louis! ¿Has terminado de preparar la mesa? -Nanako se asomó a la cocina para asegurarse de que todo fuera en orden.




  • Lo lamento, mi señora, pero aún falta un poco -se disculpó el mayordomo.




  • Maldito inútil… -susurró la madre a la vez que le daba la espalda y volvía al salón-. Quedaos aquí. Iré a terminar de ordenar la parte de arriba de la casa -se fue sin dejarles decir nada.




Antes de Louis, los Kitsu habían tenido a muchos más mayordomos. Cocineros, sastres, limpiadores… Todo eso se acabó cuando Nanako, la madre de Ryou, descubrió que su padre tenía a una amante, lo que la hizo pedir el divorcio de inmediato. Aquello le afectó muchísimo a ella y a Ryou, que vio cómo su madre se transformaba en una persona totalmente diferente de la que acostumbraba a ver. Los Kitsu se estaban quedando sin dinero, ya que era el padre el que tenía prácticamente la totalidad de los fondos familiares y tras el divorcio, la madre se había quedado apenas con nada. Al no poder pagarles, los mayordomos fueron abandonando la casa uno por uno. Louis fue el único que voluntariamente se quedó allí a trabajar a cambio de comida y alojamiento, ya que había servido a la familia tras muchos años. Nanako aparentaba llevar una vida de lujos y no tener problemas a la hora de pagar sus deudas, sin embargo, lo cierto era que el único dinero que recibían era aquel que el padre mandaba cada mes a la casa y que iba dirigido a Ryou. La madre, con la excusa de que Ryou seguía siendo menor de edad, tomaba todo el dinero para ella y se lo gastaba en lo que se le antojaba. El padre de Ryou no sabía nada sobre ello, ya que Nanako prohibía a su hijo hablar con él con la excusa de que no quería que se convirtiera en la misma clase de hombre.


Ryou se sentó en el sofá junto a la hermosa Hitomi, que iba vestida con un elegante traje de seda color salmón y un lazo negro al cuello. La chica puso una mano sobre el regazo del muchacho al verlo decaído, regalándole una sonrisa.




  • Ya sabes que no tienes que darme una respuesta ni hoy ni en los días venideros. Sé que no es el mejor momento para decidir tu futuro -se alegró al ver que sus palabras tranquilizaron a Ryou.




  • Ya sabes cómo es mi madre… Todo esto le corre mucha prisa. Y yo no sé qué hacer para complacerla. Hitomi, no quiero que lo tomes como un insulto, pero… -la chica negó con la cabeza, cortándole.




  • Lo sé, Ryou. Sé que no es fácil decidir si casarse con una extraña o no. Yo tampoco lo quiero así -sonrió-. No te tienes que disculpar -se recolocó la parte delantera del vestido con suavidad-. Le daremos largas a tu madre un día más y ya pensaremos en un plan más adelante, ¿no? -le guiñó el ojo con una sonrisa.




Nanako volvió a entrar al salón en ese mismo momento.




  • La mesa está lista. Venid cuanto antes -se marchó a la cocina.




Louis les sirvió unos manjares exquisitos que desde luego no acostumbraba a comer desde hacía mucho. Todo fuera por aparentar la riqueza que no poseían. La madre cogió los cubiertos adecuados para la comida y con rostro serio y aburrido comenzó a cortar su plato de pavo relleno.




  • Y bueno, Hitomi… ¿Qué tal tu primer año de universidad? -le dirigió una cálida sonrisa, tratando de llamarle la atención.




  • Todos me tratan muy bien en la facultad. Las ciencias me gustan mucho -contestó ella tras limpiarse la boca con una de las servilletas de tela bordada.




  • Ryou entrará pronto también. En cuanto acabe el instituto -dijo Nanako con cierto retintín.




Ryou era dos años más pequeño que ella, por lo que aún tenía que acabar ese año de instituto y uno más antes de tratar de entrar a alguna universidad.




  • ¿Sabes cuál sería buena universidad para estudiar medicina cerca de la tuya? -la madre trató de evitar mirar a su hijo, ya que sabía que aquello le iba a producir molestia.




  • Madre. No quiero estudiar medicina -replicó Ryou antes de que Hitomi pudiera contestar algo.




  • Oh, claro que lo harás, hijo mío -ella sonrió con superioridad, sabiendo que tendría que hacer todo cuanto ella dictase antes de cumplir la mayoría de edad a los 21.




  • ¡No, claro que no lo haré! -el joven clavó los cubiertos en la mesa, harto de aquella discusión recurrente en su casa.




  • La universidad de Hyogo está especializada en medicina -Hitomi se apresuró en intervenir en la conversación cuando vio que la madre iba a empezar a gritar a su hijo-. Y… También es muy famosa por su área de escritura y caligrafía -guiñó un ojo a Ryou cuando Nanako no miraba.




  • Mhm, ya veo -la mujer pareció calmarse y volvió a centrar la vista en su plato.




Ryou le dio las gracias a la joven con un mudo movimiento de labios.


La cena pareció transcurrir en relativa calma, aunque ambos muchachos tuvieron que aguantar las declaraciones a veces descaradas de la madre, que no paraba de insinuar cómo deberían zanjar el acuerdo de su matrimonio cuanto antes, ya que solo deseaba lo mejor para el futuro de ambos. No mucho más tarde de acabar la comida, Hitomi se excusó diciendo que debía regresar a casa. Tras soportar una vez más los exagerados elogios de la madre, salió por la puerta delantera tras hacerle un gesto de mano a Ryou para decirle adiós.




  • ¿Y bien, hijo? ¿Has decidido algo ya? La chica es muy prometedora… -colocó las sillas de la mesa en su sitio.




  • Lo siento madre, pero aún no me he decidido… -Ryou dio un respingo cuando escuchó cómo su madre dejaba caer una de las sillas.




  • ¿¡Aún no!? -se giró hacia él con claro enojo-. ¿Después de todo lo que he hecho por ti… Ni tan siquiera eres capaz de decirme que sí a esto? -se apoyó en la mesa con cara de sofoco, angustiada-. Estoy haciendo muchos sacrificios por esta familia, Ryou… Sólo quiero que vuelvas a ser feliz.




Ryou estaba harto de que su madre se hiciera la víctima, pero no podía culparla, ya que el shock que dejó su padre en ella fue demasiado profundo y al fin y al cabo, ella solo quería volver a gozar de dinero y felicidad.




  • Te prometo que me lo pensaré, madre -dijo convencido. Quería que ella se quedase tranquila por el momento.




  • Gracias hijo… Esto lo hago por tu futuro -le dijo aún de espaldas a él, sin molestarse a mirarlo.




Ryou subió las escaleras hasta su habitación, física y mentalmente agotado. Se desnudó ante el espejo y se sintió corrompido por los chupetones de Hiroki, que adornaban su blanca piel como si fueran salpicaduras en un lienzo virgen. Se puso el pijama y se metió en la cama. Mañana sería sábado. Aguantaría un día más a Hiroki y luego descansaría el domingo. Sin darse cuenta comenzó a tocarse en los mismos puntos en los que había rozado Hiroki. Pero no era lo mismo. Sus dedos no tenían nada que ver con los del otro chico. Los de Hiroki eran ásperos, juguetones, contundentes. Sus labios habían penetrado hasta lo más hondo de su ser. Por un momento pensó…”¿Y si aquello no se hubiera detenido?”, “¿Y si hubiera continuado en vez de parar antes de llegar a mi boca?” Se sorprendió de tener aquellos pensamientos tan prohibidos y atrevidos, así que se obligó a dejar la mente en blanco y trató de quedarse dormido lo antes posible.


 


Hiroki regresó a casa tarde, casi había anochecido y no quería enfrentarse a los comentarios de su madre al verlo herido y volviendo tan tarde a casa. No obstante, cuando abrió la puerta de su casa, no había nadie. Ni un alma. Eso hizo que se preocupara infinitamente, así que buscó por todas partes hasta que encontró una nota que le habían dejado: se habían cansado de esperarlo y se habían ido a comer a un restaurante. Sin él.


Hiroki arrugó la nota y la lanzó al suelo con rabia, recordado a su padre. Incluso aunque él hubiera llegado de madrugada, su padre lo hubiera esperado porque lo quería. Su madre apenas se preocupaba por él como no fuera debido a algo malo que había hecho, a su aspecto a los rumores que corrían de ellos.


Hiroki no podía odiar más a su madre y a su padrastro. Ese horrible hombre había abandonado a su esposa y a su hija para casarse con la madre de Hiroki y tener dos niñas. Todo eso había pasado sin Hiroki saberlo y cuando se murió su padre había sido la mayor sorpresa de su vida.


Odiaba su vida, cada segundo que pasaba en esa casa era un infierno, pero por lo menos sus dos pequeñas hermanastras eran buenas con él. Por lo menos ellas no entendían qué eran los rumores o a qué se referían sus padres cuando decían que Hiroki era un malnacido y un desagradecido.


Como no era la primera vez que pasaba algo así, Hiroki se fue a su cuarto para soltar la mochila y luego fue a darse una ducha y a curarse las heridas. Cuando el agua caliente azotó la espalda de Hiroki, este sintió como uno a uno sus músculos adoloridos iban relajándose. Notaba un breve escozor en la espalda y recordó a Toki lanzándolo contra la mesa. No tenía ni idea de peleas pero era bastante fuerte.


Parpadeó varias veces cuando el rostro del pequeñajo apareció ante él, con la cara sonrojada y su mirada inundada por las lágrimas todavía sin derramar. Ese rostro exquisito y esa cara de dolor que había puesto al Hiroki morderlo… no tenía precio.


Lo que sí estaba muy extrañado Hiroki de su repentino ramalazo de deseo por el pequeñajo. Nunca antes lo había sentido con otra persona, no tan fuerte y encima con un hombre, bueno, con un chico, dado que a ese enano no podría siquiera ser denominado hombre. Era demasiado débil como para ser considerado tal.


Aún así estaba intrigado por su reacción. Intrigado por su propia reacción imprevista que lo cogió en medio en un deseo que apenas pudo controlar a tiempo para no acosarlo infinitamente y encerrarlo en la clase para satisfacerse con él allí en medio. Casi había sucumbido a él. Incluso ahora cuando lo recordaba, no podía evitar excitarse al recordar su olor y su piel temblando bajo sus manos.


Tuvo que terminar su ducha con agua fría y salirse de ahí, obligándose a pensar en otra cosa. Su cena, por ejemplo, era un buen tema para que él pudiera ponerse a pensar. Su cena era ahora lo que más debía preocuparle.


Acabó preparando algo de sopa de miso ya que era lo más rápido de hacer y se lo tomó mientras veía la televisión. Estaba malísima, pero aún así podría contar como una cena. Se entretuvo viendo algún programa de variedades hasta que se notó realmente cansado. Se había pasado toda la tarde limpiando la enorme clase por culpa del maldito pequeñajo, así que mañana iba a tener que sufrir las consecuencias.


Como sabía que si no recogía iba a ganarse una bronca de aquella a la que llamaba madre, fregó los platos y todos los utensilios utilizados y apagó todas las luces antes de ir a lavarse los dientes.


Una vez en su cuarto, vigiló que la alarma estuviera puesta y mandó algunos mensajes a sus amigos para preguntar por los planes que tenían pendientes para el domingo y habló un rato con ellos hasta que le entró el sueño.


Se fue a dormir y el rostro del pequeñajo de Kitsu apareció en su mente una vez más antes de dormirse definitivamente. Aún el resto de la familia no parecía haber llegado.


A la mañana siguiente, se despertó en medio de un barullo porque sus hermanastras se habían quedado dormidas por llegar demasiado tarde anoche y no querían levantarse. Sencillamente perfecto.


Hiroki intentó ignorar aquella situación, se visitó y comió algo justo antes de irse, animado por la perspectiva de tener a un esclavo personal a su disposición, pendiente a todas sus demandas. Aquello prometía.


Ryou apenas podía despegar los ojos a la mañana siguiente. No había descansado nada  y había soñado cosas la mar de inusuales, aunque le era imposible recordar exactamente cuales.


Se levantó y miró su móvil. Normalmente tenía un mensaje de buenos días por parte de Toki todas las mañanas, pero aquel día no tenía nada. Suspiró y comenzó a vestirse. Se dio cuenta de que se le había olvidado quitar el maquillaje de su madre la noche anterior y se encontró el cuello del pijama manchado. Frunció el ceño ante su propio error y lo echó a la cesta de la ropa sucia. Se dirigió al baño en silencio y se frustró al ver que las marcas que había dejado Hiroki no habían desaparecido ni un ápice. El bote de maquillaje estaba roto y ahora no sabía que iba a ponerse para cubrirlo. Se ajustó el cuello de la camisa todo lo que pudo y se apretó la corbata para que no se le moviese. Recogió los almuerzos que había pedido a Louis el día anterior y salió de casa. Su madre ni tan siquiera lo despidió.


Camino al instituto volvió a mirar su móvil. Ni rastro de Toki. Ryou se entristeció bastante. Pensó que Toki seguramente estaría enfadado con él, era lo normal.


Echó un vistazo rápido a dentro de la clase y comprobó que el rubio ya estaba sentado en su sitio. Trató de esconderse tras los demás alumnos para que no lo viese y consiguió llegar hasta su sitio. No era capaz de mirar a Hiroki a la cara. Se iba a sonrojar, iba a rememorarlo todo otra vez. Y por supuesto se enfadaría al pensar que Toki ahora no le hablaba por culpa del gamberro aquel.


Hiroki estaba pensando en que tenía un dolor de cabeza bastante fuerte, casi monumental y necesitaba una pastilla, Despertarse con todos esos gritos no era bueno para alguien que tenía pesadillas casi todas las noches. Cuando se giró y vio que su pequeñajo había llegado, una sonrisa se abrió paso hasta quitarle el ceño fruncido. Miró el reloj y vio que todavía faltaba un poco hasta el inicio de clase, así que se levantó y fue a hablar con él.




  • Hola pequeñajo, ¿recuerdas de lo que hablamos ayer? Porque yo sí -dijo sonriendo sugerentemente, mostrando el corte de su labio algo mejor tratado que el día anterior.




  • Buenos días… -no se notaba mucha alegría en su voz-. Por supuesto que no me he olvidado de lo de ayer -subió una enorme bolsa a la mesa y se la acercó-. Ahí tienes tu almuerzo… -la fiambrera tenía tres pisos repletos de excelente comida.




  • Oh, pero yo no quiero solo esto -Hiroki se apoyó deliberadamente contra la mesa, poniendo la cara entre sus manos-. Quiero que vengas conmigo a comer y que me la des tú.




El moreno arqueó una ceja y guardó silencio mientras miraba la media sonrisa del otro.




  • Ni de coña -zanjó tajantemente.




  • No es una opción. “Haré todo lo quieras” -dijo Hiroki imitando la voz del pequeñajo lo mejor que supo-.Te recuerdo que me llevé limpiando toda la tarde así que no. Harás lo que diga. Olvídate de ir a comer al comedor, nos vamos a comer a la azotea.




  • Toki me estará esperando, no puedo dejarlo tirado -replicó.




  • Te repito que no es una opción, pequeñajo. ¿Acaso quieres te castigue más fuertemente que ayer? -dijo bajando la voz-. Porque puedo hacerlo -se incorporó y pasó una mano por su cuello, rozando la prenda.




Ryou se llevó una mano al cuello inmediatamente, agarrándose la camisa para que nadie pudiera ver la marca oscura de su cuello. Echó un rápido vistazo alrededor para asegurarse de que nadie lo había visto y luego volvió a centrar su mirada en el gamberro.




  • Te prometí el almuerzo y eso es lo que te he traído. ¿Es que no tienes suficiente? -suspiró.




  • Oh, ya veo… Conque esas tenemos… Te espero a la hora del almuerzo, pequeñajo. Vas a querer arrepentirte de lo que acabas de decir.




Hiroki volvió a su asiento y justo entonces el profesor entró y las clases comenzaron. El delincuente se mantuvo en silencio, vigilando la espalda del pequeñajo, pendiente a cada movimiento, esperando impacientemente al descanso para comer. En ese momento, se lo llevaría a la terraza y comerían allí, le gustara al pequeñajo o no. Kitsu no tenía fuerza para oponerse a Hiroki y no podría evitarlo porque dijo que haría lo que él quisiera. Se echó hacia atrás en el asiento, sonriendo malévolamente: sin duda iba a hacer lo que él quisiera hasta tenerlo comiendo de su mano.


Entre clase y clase, cuando esperaban la llegada del próximo profesor, Ryou cogió su móvil y disimuladamente le escribió un mensaje a Toki. Le dijo que sentía todo lo que pasó ayer, le preguntaba cómo estaba y se disculpaba porque se iba a quedar en la biblioteca a estudiar para el examen de la semana siguiente. Torció los labios y se lo envió. Le había tenido que mentir de aquella manera tan cobarde. No se sentía ni merecedor de ser llamado su amigo, pero también le daba miedo contarle la verdad. Si le decía que Hiroki lo iba a obligar a ir con él y a satisfacer sus caprichosos antojos, Toki se pondría hecho una furia y lo más seguro es que intentara zurrarle de nuevo. No quería que ni él hiciera daño a Hayashi, ni que Hiroki se lo hiciera a él, así que de momento esa era la mejor opción.


Cuando llegó la hora del almuerzo el moreno se remangó la camisa, se echó la mochila al hombro y cogió la bolsa con la comida.




  • Vámonos a la azotea -dijo al rubio sin tan siquiera pestañear ni mostrar duda.




No quería encontrarse con Toki por el camino, ya que las escaleras que iban a la azotea estaban próximas a la cafetería y sabía que su amigo iba a pasar por allí.


Hiroki sonrió por esa pequeña victoria y siguió al pequeñajo hasta la azotea, zona en la que no se suponía que estuviera uno, pero que de todas formas nadie vigilaba. Para mayor suerte de los dos, no había nadie y el pequeñajo pareció destensarse por ello. Hiroki sonrió pensando que él no debería relajarse tan rápido y menos en su presencia.


Se sentaron contra la valla que impedía a los alumnos cometer suicidio. No era algo extraño ya que podría pasar. Podría ser que más de uno sucumbiera a la idea de quitarse la presión lanzándose al vacío. Por algo estaba la valla ahí.


El pequeñajo desenvolvió la fiambrera con dedos temblorosos y ofreció unos palillos a Hiroki, quien no los aceptó. Estaba mirando el cuello del pequeñajo y tratando de no echarse a reír pero fracasó y comenzó a reírse tan fuerte que el pequeñajo a su lado dio un respingo.




  • Te has puesto bien la corbata hoy, ¿no? -dijo riéndose todavía.




  • Gracias por fijarte -dijo frunciendo el ceño y obviamente siendo sarcástico-. ¿De quién es la culpa de que tenga que ir más tapado que una monja? -bajó las manos hasta su regazo y dejó caer la cabeza sobre la valla.




Hiroki continuó riéndose y decidió apiadarse un poco de él para luego volverlo a provocar un poco más. Así pues, se inclinó hacia Kitsu y le puso las manos en la ropa, aflojando la corbata y la camisa para dejar al descubierto las marcas rojizas de su piel. Sin poderlo evitar, pasó un dedo por ella antes de apartarse.


Al pequeñajo no pareció molestarle demasiado que lo tocase, o al menos no protestó. Se acicaló el pelo con los dedos y volvió a tomar la fiambrera entre sus manos.




  • A ver… Hay tortilla, arroz, salchichas, verdura frita… ¿Con qué quieres empezar? -fue mostrándole las diferentes secciones de comida que contenía la fiambrera.




  • ¿Qué te hace pensar que quiero empezar con la comida? -dijo moviendo las cejas de una manera de lo más sugerente.




Ryou no pudo evitar resoplar al escuchar aquello. Sabía de más que no lo iba a dejar tranquilo con tanta facilidad. Pero no se estaba cortando ni un pelo. Después de todo la culpa era suya por ser tan bocazas y ofrecerse a hacer “cualquier cosa” por él. Casi sonaba a guión de película porno.




  • ¿Y qué se supone que quieres que haga? -lo miró con los ojos entornados, cabreado.




  • Hmmm… -Hiroki se paró a deliberarlo y vio que a pesar de esa pequeña valentía que mostraba, estaba asustado. “Qué delicia” pensó Hiroki en aquellos breves instantes.




Sonrió y se acercó mucho más al pequeñajo, consciente de que estaba temblando bajo su mirada. Cogió la mano de Kitsu en la que tenía agarrados los palillos y la movió hasta seleccionar comida y llevársela a la boca usando la mano del pequeñín para su propósito sin apartar la vista de sus ojos oscuros y llenos de incertidumbre.




  • Aliméntame -dijo saboreando el pedazo de tortilla-. Tienes prohibido comer hasta que yo lo diga.




Hiroki podía ver perfectamente como las pálidas mejillas del muchacho se iban coloreando. Su mano había temblado levemente cuando notó cómo el rubio mordisqueaba sus palillos.




  • ¡E-Esos son mis palillos! -se mordió el labio, con cierto gesto de vergüenza-. ¡Eres un guarro!




  • Te gusta así, no sé ni para qué te quejas -dijo Hiroki sonriendo y haciendo un gesto para que el otro le diera más de comer.




Hiroki observó como lo hacía a regañadientes y después de un rato, le ordenó comer un poco. Se quedó mirando como el pequeño comía y tragaba bajo su atenta mirada, notando como el delincuente solo lo miraba.


Lo vio tragar y la vista de Hiroki se volvió a posar en su cuello y decidió escarmentarlo un poco. Se inclinó hacia el cuello de Kitsu y lo lamió, haciendo que la comida cayera en la fiambrera de nuevo.




  • No te muevas -ordenó con voz grave.




Ryou se quedó con los palillos en alto, sin atreverse siquiera a relajar sus brazos. Permaneció inmóvil tal y como el otro le había dicho. Aunque quería mirar, no ladeó sus ojos hacia el rubio por miedo a que su penetrante mirada lo hiciera ponerse aún más nervioso.


Hiroki bajó lentamente por su cuello y abrió la camisa un poco más con los dientes antes de plantar un pequeño mordisco cerca de donde tenía el chupetón que le había hecho ayer. Cogió los palillos en el aire de Kitsu y se los arrebató, alcanzando el trozo de comida caído en la fiambrera. De todas formas, estaba orgulloso, porque el pequeñajo lo había obedecido y no se había movido.




  • Abre la boca -ordenó y vio su deseo cumplido casi de inmediato.




Colocó el pequeño trozo de comida en sus labios y Kitsu lo sujetó mecánicamente, sin atreverse a masticar o a tragar y Hiroki aprovechó para inclinarse y arrebatarle la mitad del trozo de comida, rozando levemente sus cálidos labios en el proceso.


Hiroki se echó hacia atrás y masticó, mientras que Kitsu trataba de asimilar lo que Hiroki acababa de hacer. Aunque no le había dicho nada, Ryou continuó estático durante varios segundos más, casi conteniendo la respiración. Parpadeó lentamente y notó un regusto desconocido en sus labios. Era el sabor de la boca de Hiroki, que había invadido su aliento levemente. Se ruborizó al pensar que aquel podía casi considerarse un beso. Apenas lo había rozado, pero aún así fue suficiente para que se le pusiera el vello de punta. Pasados unos segundos se relajó y giró la vista hacia Hayashi. No se atrevió a echarle la bronca, ni siquiera a mirarlo mal. Solo lo empeoraría.




  • ¿Has aprendido ya a comer solo o te tengo que seguir dando yo? -preguntó Ryou con algo de chulería, aunque evitando mirarlo, ya que sabía que perdería toda la fuerza de sus palabras al quedar sumergido en el iris del otro.




  • Ohh, pero si es mucho más divertido verte aturdido y rojo mientras tratas de ser fuerte. No puedes contra mí -Hiroki sonrió pero como tenía los palillos en su poder, comenzó a repartir la comida de una manera más eficaz.




Si seguían así, el descanso acabaría y no les daría tiempo a comerlo todo. Fue algo confuso para ambos, ya que Hiroki solo estaba planeando su siguiente movimiento. Una vez la fiambrera estuvo vacía, el rubio la apartó algo descuidadamente a un lado sin hacer caso a las débiles protestas de su pequeñajo.


Se tumbó entonces y apoyó la cabeza sobre las rodillas de Kitsu y agarró su corbata con fuerza, tirando y atrayéndolo hacia él, hasta casi quedar rozándose. El pelo de Hiroki estaba completamente esparcido por las rodillas de su pequeñajo y el sol le calentaba suavemente la cara, pero no era debido al sol por lo que Hiroki estaba comenzando a tener calor. Era la cara del pequeñajo, tan cerca de la suya, con expresión expectante lo que le hacía comenzar a acalorarse.




  • ¿Estás esperando algo? -dijo risueño antes de soltarlo de golpe y cerrar los ojos.




  • N-No… -el moreno tardó unos segundos en reaccionar, ya que se había quedado tan embelesado mirando a los labios de Hiroki que le costó volver a pensar de manera clara.




Sin saber bien por qué, alargó una de sus manos y la posó sobre la cabeza del rubio, comenzando a acariciarle el cabello pasando los dedos entre cada mechón. Apretó los labios, dándose cuenta de lo que estaba haciendo. Pero no quería detenerse. Quería seguir haciéndole caricias como si Hiroki y él fueran tan buenos amigos como lo era con Toki.


Hiroki suspiró al sentir esa mano y no se rehusó a ser tocado porque se sentía absolutamente deleitado por esos hábiles dedos que recorrían su cuero cabelludo, haciendo que parte de su dolor de cabeza, ese dolor que había estado sintiendo todo el día, remitiera considerablemente.




  • Ya no me duele tanto la cabeza… -murmuró sin querer; más para sí mismo que para el otro, pero era evidente que Kitsu lo escucharía.




  • Tu cabello… -se mordió el labio, avergonzado por hablarle de manera tan cercana-. Es muy suave.




Tragó saliva y apartó la mano suavemente tras un par de caricias más. Aquello estaba llegando más lejos de lo que Kitsu habría querido.




  • L-Levántate ya. No soy una chica… -le replicó-. Y el descanso va a acabar pronto. Tenemos que volver a clase.




  • Solo un poco más… -dijo Hiroki cogiéndole la mano y posándola en su pelo de nuevo-. Solo un poco más.




Notó como ganaba aquello cuando la mano de Kitsu volvió a acariciarle el pelo. Ahora que se fijaba bien en su rostro, Hiroki no parecía ser el chico más saludable que había visto por allí. Tenía ojeras marcadas, como si llevara noches y noches sin descansar. Su cara estaba también marcada de pequeñas cicatrices y rasguños, por no hablar de los estragos que la pelea con Toki había dejado; su labio partido y el pómulo hinchado. Ryou sintió como se le encogía el pecho pensando que, a pesar de ser tan maleducado y gamberro, quizá Hiroki no tenía una vida fácil o había pasado por mucho más de lo que él podía imaginar. Acarició su cabeza con dulzura, notando como el rubio se derretía en sus rodillas. Ryou quedó tan hipnotizado por el contacto de su pelo entre sus manos que también comenzó a adormecerse.


Cuando escuchó sonar la campana que indicaba el final del descanso, Ryou se inclinó sobre Hiroki, dormido en sus piernas. Muy lentamente acercó los labios a los suyos… Pero justo antes de que se rozasen, desvió su rostro y paró. Frunció la boca y enrojeció por lo que había estado a punto de hacer. Despertó a Hiroki con un movimiento delicado y le dijo suavemente que era la hora de irse. Hiroki abrió los ojos de golpe, sorprendido por haber sido capaz de dormir sin pesadillas y además delante de otra persona. Concretamente, encima de las rodillas del pequeñajo.


Se incorporó y se rascó la cabeza, confundido por un momento por el sitio en el que se encontraba y luego se sacudió y se levantó, ofreciendo una mano caballerosa a Kitsu ya que como lo había complacido tendría que mostrarle que si lo obedecía, él podría comportarse bien.


Lo ayudó a recoger la fiambrera y ambos volvieron a clase, bajando por las escaleras en absoluto silencio. Hiroki porque estaba cansado y adormilado y Kitsu porque no paraba de darle vueltas al asunto del beso que casi le había dado inconscientemente.


Ambos se aproximaron al aula de clases, caminando juntos sin dirigirse ni una palabra. Justo antes de entrar, Ryou se quedó boquiabierto al ver como Toki los miraba desde el final del pasillo. Los había visto bajar desde la azotea y los observaba con una mirada que Ryou nunca había visto en él.


Toki los miró con la amenaza escrita en sus facciones, como si fuera un animal herido y acorralado y hubiera adquirido una súbita fuerza para atacar a su cazador. Sentía como si lo hubieran traicionado. Como si Ryou no confiara en él. Por la mirada de pánico escrita por toda la cara de su mejor amigo, también podía decir que él mismo había caminado con el delincuente. Si una parte de él no hubiera querido ir, se lo hubiera dicho. Pero no lo hizo. Caminaba por propia voluntad a su lado y eso era realmente decepcionante.


Negó una vez con la cabeza y se alejó sin mirar atrás.

Notas finales:

¿Qué os ha parecido? :) Esperamos poder subir otro capítulo pronto^^ 

~nos leemos~

 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).