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La Piedra de Excálibur por Aithusa

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Notas del capitulo:

hola, soy nuevamente el solecito que les viene a iluminarle esl día y viene a publicar en nombre de la luna que todos queremos XD... aquí les dejo sin mayor preámbulo el quinto capítulo, disfrútenlo.

Soy solo yo quien se quiere envolver en tus sueños, ¿has tenido sueños que te gustaría vender? Sueños de soledad como un latido que te vuelve loco, en la quietud de recordar lo que tenías y lo que perdiste. Bastille-Dreams.

 

Estaba medio muerto en mi cama descansando de todas las agobiantes tareas que el niño bonito de Arturo me había mandado a hacer. Desde que salvó mi vida con la pócima hecha con la flor que consiguió, se había dedicado a explotarme solo porque y que “Me lo debes Merlín”. Mi lid ibis Mirlin. Infantil, eso es lo que es, un infantil, yo nunca pedí que me salvara, para empezar. Estaba tan cansado que sentía mi cuerpo como el de una roca, el sueño que tenía era profundo y tranquilo, denso, oscuro, cuando Gaius me despertó y empezó a decirme que necesitaba que le recogiera unas plantas medicinales. Me fijé en que todavía no salía el sol y me quejé contra la almohada molesto y cansado. ¿Quién va a buscar plantas en la madrugada? ¿Qué acaso está prohibido recogerlas y por eso debemos recogerlas en la noche? De verdad que no entiendo cuál era su punto.

 

-No tengo todo el día Merlín.-dijo Gaius, aunque técnicamente debería de decir “no tengo toda la noche” y yo, ahí, seguía con mi mejor cara de "¿Qué se supone que tengo que hacer?" Me levanté como pude y arrastrando los pies, me encaminé al bosque del norte más dormido que despierto, me puse a arrancar raíces de la tierra húmeda por el rocío, cuando caí en cuenta que Gaius me había pedido una planta floral creo, aun estando en la bruma de mis pensamientos tratando de recordar la flor que Gaius me había pedido, vi a Arturo en un pequeño claro, me extrañó bastante verlo desnudo (y que no fuera mi culpa) recostado en la grama , era extraño y la única explicación posible era la magia, pero no entendía cómo.


-Merlín ven- ordenó. Con una cara de "te voy a violar así que no me hagas esperar" y sin pensarlo corrí en el sentido opuesto a él- MERLÍN.-No entendía nada. Escuchar los pasos de Arturo detrás de mí solo me puso más nervioso, tropecé y caí de bruces en un charco "¿Y ahora qué Thor, me vas a lanzar pupú de pájaro mientras como? Uno aquí tratando de proteger su virginidad y tú sales con esto. Dioses" Arturo me dio alcance y sin importarle que ya había probado el suelo (o mejor dicho agua) se abalanzó sobre mí.-¿Por qué rayos huyes Merlín?- dijo molesto.


-Porque cuando un rubio desnudo corre hacia mi desnudo no voy a su encuentro Sire…-Arturo de repente fue consciente de su desnudez.

-¡QUE! ¿Cómo rayos pasó esto?- exclamó- ¡Merlín!-Yo empecé a reírme, o al menos hice un intento porque Arturo seguía aplastándome.

- No sé Sire, sus costumbres nudistas siguen siendo una novedad para mí- exclamé. Lo empujé como pude y traté en vano de sacudirme el lodo, él se puso en pie y tomó mis muñecas con cariño.-¿Sire por qué está aquí?- digo, si esto no fue mi culpa tenía que ser de alguien, y dudo que Arturo sea sonámbulo.


-Estoy oliendo las flores- dijo como si nada y puse una expresión de "en serio solo retozabas feliz como hada primaveral por el bosque" y el solo me dedicó esa sonrisa tan hermosa que me dejó sin aliento. El me acercó a su torso y me fije que seguía en una situación extraña (digo, no es normal ver a un príncipe rubio completamente desnudo por el bosque como hada primaveral). Arturo me miraba con esa mirada llena de inocencia y pureza que había visto antaño.

 

-Tú  siempre estás a mi lado.-susurró, me besó con tanto cuidado y amor que me derretí como mantequilla en sus dedos y dejé que hiciera conmigo lo que quisiera. Mi mente seguía muy nublada por culpa de Arturo, esto era demasiado irreal parecía más un sueño, mientras él se empleó a fondo besando mi cuello y dejando un rastro de saliva por mi piel (mi corazón se oprimió de un sentimiento que hace poco había descubierto). Yo no sabía exactamente qué hacer, digo el estaba desnudo... Espera, ¡está desnudo! Antes de poder pensar en algo más Arturo rasgó mi camisa y la mandó a volar por algún lado del bosque. " ¡espera qué!”  Arturo me recostó en el suelo (gracia a dios no en el charco) y volvió a sus caricias y besos que estaba disfrutando "demasiado para mi gusto" y antes de cederle mi virginidad a ese idiota prepotente que por razones que no conozco es un encanto en este momento, le detuve.


-Arturo, espera- si claro como si me fuera a hacer caso- estás desnudo- NO enserio, dile algo que no sepa, hasta podría decirle que es rubio.


-Ajá- Arturo me miró con su mejor cara de "en serio Merlín, si quieres también me recuerdas que soy príncipe" y siguió sus caricias que ya empezaban a sacar pequeños jadeos de mi parte.


-No está bien Arturo... Te puedes enfermar- exclamé, pero mi mente estaba nublada por la presencia de Arturo, mi Arturo. Con timidez empecé a devolverle las caricias, Dioses que se ese cuerpo estaba esculpido por artesanos y poseía una piel de terciopelo, claro que no me dejaría tocar su cicatriz, pero pude acariciar todo ese pecho bien formado; en un impulso que yo no me explico, besé el cuello de Arturo del mismo modo que lo hacia él, dejando rastros de saliva por su piel, aunque me emocioné demasiado y lo mordí en el cuello dejando un chupón rosáceo, él no se quedó atrás y me mordió los labios, el cuello y el pecho mientras yo jadeaba bajo suyo.


-Arturo... - gemí cuando su mano se deslizó por mis pantalones y acarició "esa" parte tan sensible de mi cuerpo.  Podía sentir la magia brotar a raudales dentro de mí, traté de detener a Arturo porque la situación se empezaba a poner peligrosa pero mientras siguiera tocándome "allí" mi mente solo podía nublarse y trabarse "¿por qué lo iba a detener?".

-Merlín tócame tu también - gimió contra mi oído y llevó mi mano hasta su MUY evidente erección "OH DIOSES ME VA A PARTIR EN DOS". No sé de dónde saqué el valor para seguir acariciando esa parte, pero lo hice, los gemidos de Arturo se mezclaban con los míos y creo que llegamos a un punto donde ya no había retorno porque en un intento desesperado por desnudarme Arturo me quitó los pantalones y ahora sí que los dos estábamos como vinimos al mundo. Hubo un segundo en el que el tiempo se detuvo y solo era él mirándome con esos ojos azules llenos de esa pureza.


-Me encantan tus ojos- dije mientras acariciaba su rostro, tan lleno de luz e inocencia.

-Los tuyos son más interesantes- ah claro, ¿interesantes qué quiere decir?- no entiendo por qué brillan, pero son hermosos.-Sonreí ante sus palabras y volvimos a besarnos, pero esta vez con más ansia, podía sentir como nos rozábamos en "ese" lugar, haciendo que realmente me pusiera en modo "uke necesitado de seme" que me llevó a rodearlo con mis piernas, ambos gemimos al sentir nuestra erecciones rozarse… rayos que se sentía MUY bien, Arturo movía sus caderas para causar más fricción y de no ser porque tapé mi boca justo a tiempo hubiera gritado "que me diera más" dioses tenía que salir de esta situación antes de que realmente Arturo se tomara en serio la cuestión. Pero él pegó nuestras vergüenzas juntas con ayuda de su mano y se empezó a mover con más rapidez.


-Aaa- Arturo de-bemos parar- mi mente seguía embotada por las embestidas de Arturo aunque qué importaba al final, se sentía bien. Un impulso me llevó a besarlo con más fervor mientras lo apretaba más contra mí y me unía al movimiento de las embestidas de Arturo.


- Merlín- Arturo gimió mi nombre- no aguanto más.-Arturo separó mis piernas y acomodó su miembro en ese lugar, todo mi cuerpo se puso en tensión, pero era estúpido negar que no lo deseaba, era suyo y Arturo lo sabía. Sentí la punta entrar y arranque la grama mientras se introducía en mí, el placer volvió a nublarme la razón, él seguía acariciando mi miembro mientras entraba y eso generaba dolor y placer por igual.-Merlín- Arturo gimió mi nombre ¿cómo rayos hace para sonar tan perfecto incluso en este momento?- yo te a...


- ¡MERLÍN NO ME DIGAS QUE ESTUVISTE DORMIDO TODA LA MAÑANA!- gritó Gaius lanzándome al suelo-¡Arturo va a matarte si no haces algo productivo!  Deja de holgazanear y ayúdame con las tareas.-Sentía mi cara y mi cuerpo arder en todas las partes donde el Arturo de mis sueños me había tocado, se sintió tan real que mi corazón latía enloquecido y en mi pecho, Gaius se fue gruñendo, me senté aun demasiado excitado como para hacer algo, sentía las piernas de gelatina. Lo que faltaba, ahora sueño que un príncipe desnudo en el bosque me viola mientras yo solo gimo como uke en su máxima expresión, me levanté tembloroso y lavé mi rostro con agua bien fría, me sorprendí mucho al fijarme que tenía barro en la cara, en especial porque anoche me había lavado el rostro, algo asustado me miré las manos que aun tenían restos de grama y luego con temor me miré en el espejo donde se veía perfectamente las marca que Arturo me había hecho; imposible… corrí fuera de mi habitación hasta donde estaba Gaius.

-Gaius, solo por curiosidad.-Dije así sentándome muy casual en la mesa como quien no está tratando de ocultar su cuello amorotoneado con una cantidad ilegal de bufandas.-¿Existe algún tipo de magia capaz de hacer los sueños realidad? Y no es que yo quiera saberlo por algo personal, es solo… cultura. Sí, eso. Cultura General.-


-No, no que yo sepa.-Exclamó mientras preparaba alguna de sus pócimas y me sentí aliviado.-Pero sí existe un tipos de magia que te permite entrar al mundo de los sueños, pero es muy compli... ¿Quién te hizo eso?- Gaius tocó uno de los chupones que Arturo me había hecho y que se había visto cuando mi bufanda se había movido y, automáticamente, mi cara se puso como un tomate.

-Eso solo es una picada de mosquito.-dije con la sonrisa mas falsa que me gastaba, Gaius me miró con cara de "dime lo que pasó o te golpeo con la sartén" pero yo solo me alcé de hombros, le sonreí y salí corriendo antes de que Arturo me matara por no cumplir con mis deberes, aunque después de salvarme la vida, matarme sería un esfuerzo inútil y una pérdida de tiempo.


-------------- Mientras tanto Arturo…--------------


Me desperté de golpe jadeando y con una evidente incomodidad entre mis piernas, mi cara la sentía arder, todavía no entendía cómo el espárrago de mi sirviente podía causar estos deseos en mí. Me vestí y fui a descargar mi furia en la armería, porque sí, estaba muy molesto con el idiota con cuerpo de espárrago que me había dejado ansioso  y para colmo, Merlín no apareció, sino hasta el medio día con mi almuerzo.


-Buenos días sire, no debería saltarse las comidas, no le hará bien a su salud.- exclamó él muy jovial, como si la gente normal dijera “buenos días” al mediodía. El muy cabeza de totuma se atreve a llegar tarde.

-Y se puede saber ¿dónde estabas?-Porque si no me das una excusa buena voy a clavarte una espada en el estómago... Merlín se sonrojó y dijo algo sobre unas plantas para Gaius, pero eso me importó un pepino en cuanto vi el OBVIO chupón que tenía en el cuello. "Ahora si lo mato" antes de que pudiera siquiera parpadear empujé a Merlín contra la pared y lo aprisioné con mi cuerpo, él jadeó asustado.

-¿Quién te hizo eso Merlín?- toque el chupón y Merlín se puso pálido.

-¿Un mosquito tal vez?- si claro, un mosquito mutante.

-Merlín no se me da mucho esto de ser paciente.-dije bastante sombrío.-Si no quieres terminar con mi espada en tu cuello empieza a hablar.

-¿sarpullido?- me harté, ahora si lo mato. Iba partirlo a la mitad con mi espada cuando me acordé de ese estúpido sueño y me alejé de golpe completamente avergonzado.

-¿Dónde dijiste que estabas?- pregunté y Merlín dejó de cubrirse la cabeza.

-En el bosque del norte- dijo.

-De casualidad me hiciste perseguirte-dije y Merlín solo me miró y se encogió de hombros.


-Sire usted estaba aquí durmiendo-dijo. Miré confundido a Merlín.

-Siempre que estoy contigo... Pasan cosas…- Merlín me miró si entender- Vete, te doy el día.

-Pero...

-Que te largues.- le grité.-No quiero ver tu cara.-Sé que estaba pagando mi rabia con él, pero él es mi saco de boxeo. NADA MÁS.


------------------Entonces Merlín…------------------------


Estúpido príncipe que no tiene modales, en serio, en algún momento debió ser criado por lobos y eso sería un insulto a los educados lobos. Entré molesto en los aposentos de Gaius y menos mal que Gaius no estaba por ahí. Busqué los libros de magia ocultos entre las repisas sueltas y ladrillos flojos, empecé a buscar sobre la magia de los sueños a los que se refería Gaius pero solo encontré hechizos de la antigua religión de una magia muy poderosa que obviamente no tenía, para poder entrar en los sueños de los demás. Así que las posibles explicaciones que se me ocurrieron para explicar la situación era: a) Mi magia había avanzado tanto que me había introducido sin querer en el sueño del pervertido de Arturo. B) Estaba tan traumatizado y aterrorizado con Arturo por mi constante miedo a que me violara que soñaba y tenía pesadillas que se materializaban con magia o C) Me estoy volviendo loco.

 

De todas, la C es la más probable, pero no voy a descartar ninguna de las otras dos hasta que esté completamente seguro de que no hay magia de por medio en esto. Y a juzgar por los moretones, estoy seguro de que o Arturo me drogó y me hizo hacer eso de noche o la magia me está metiendo en más de un problema. Tenía que averiguar qué era exactamente lo que estaba pasando con ese sueño pero no podía seguir leyendo el libro, me sentía tan cansado como si nunca hubiera dormido y de hecho, dormí más de la cuenta.

 

Aun así, debía aprovechar por completo mi día libre (Dado por la enojosa amabilidad y generosidad de Arturo) para poder investigar bien qué sucedía. Salí a buscar a Gaius para que pudiera decirme bien qué era lo que sabía pero no estaba en el castillo, había ido al pueblo para ayudar a unos enfermos en la ciudadela. Me quedé sin saber qué hacer ahora y no podía bajar en plena luz del día a hablar con el dragón. Bueno, sí podía, de hecho debería hacer eso… pero…  El cansancio me estaba matando, así que traté de mantenerme despierto y empecé a caminar por el castillo hacia donde estaba la pared que daba con el dragón. Yo estaba muy común y muy normal caminando hacia la pared y luego estaba hasta muy naturalmente manoseando los ladrillos cuando Gwen, caminando con una capa cubriéndose por completo el rostro pasó por el pasillo lateral.

 

-¡Gwen!-Grité, ella se detuvo, me vio pálida y sorprendida se puso nerviosa y bajándose la capucha se me acercó con una sonrisa culposa.-¿A dónde vas?-Pregunté al notar que tenía muchas más ojeras que antes y que llevaba la misma ropa del día anterior.

 

-Con Lady Morgana.-Dijo casi inmediatamente. Yo la miré sin entender creyendo que eso de ir a servir el desayuno al medio día era solo mi toque personal y no una tendencia común.-¿Qué estás haciendo?-Preguntó, viéndome extrañamente pegado a la pared como si tuviera miedo de que Arturo apareciera por ahí y me violara o algo así. Yo dejé de manosear la pared y le sonreí.

 

-Nada en especial… ¿Qué haces tú?

 

-Lo mismo que tú.

 

-Más te vale que no…

 

-¿Disculpa?

 

-¡Nada! Creo que Lady Morgana no puede esperar más por ti, ¿no deberías ir con ella?-Gwen me miró extrañada, no más que yo a ella, se puso la capucha y siguió su camino y yo no supe si decirle que dentro del castillo el sol no llegaba y que no necesitaba la capucha o explicarle que no tiene que usar la capucha que todos aquí la conocemos. Pero no dije nada porque no estaba precisamente comportándome como el árbol más natural del bosque si es que me entienden la metáfora. Después de ese encuentro con Gwen, dudé si seguir mi labor de ir a preguntarle al dragón sobre la magia de los sueños o seguirla, ya que cuando me asomé para ver por dónde había tomado, vi cómo subió corriendo en dirección contraria a los aposentos de Morgana. Empecé a seguirla notando en ella la misma actitud sospechosa de cuando convierto a Arturo en rana, o en bebé o en transexual y debo arreglarlo.

 

Subí las escaleras detrás de ella, escondiéndome detrás de las paredes y columnas cada cierto tiempo para que no se diera cuenta. Gwen caminó hasta la puerta de la servidumbre, una puerta con unas escaleras que llevaban al pueblo y yo intenté seguirla. Empecé a correr hacia la puerta pero en mitad de camino, Arturo, que salió de no sé dónde ni sé cómo (lo típico en él) colisionó conmigo y ambos caímos al piso. Arturo, obviamente, bramó mi nombre.

 

-¡Merlín!

 

-En definitiva, tenemos que dejar de encontrarnos de esta forma.-Dije poniéndome de pie adolorido.

 

-¿Pero, qué estás haciendo? ¿No te di la tarde libre?-Yo me alcé de hombros, es problema mío si en mis tiempos libres decido volverme en espía o donarle un riñón a los traficantes, y le sonreí mientras lo ayudaba a ponerse de pie, claramente, una vez parado apartó mis manos de su cuerpo como si le quemaran o algo parecido.

 

-Yo, ya sabes,  estoy… cazando…-Di algo inteligente, di algo inteligente…-…¿Mariposas?-Arturo me miró con una ceja levantada y yo solo quería salir corriendo por la puerta por la que Gwen se había ido, si no me apuraba, le perdería el rastro. Arturo me miró con su cara de regaño.

 

-Pensé que irías a la taberna.-Dijo con esa mirada sospechosa, al parecer a todos por aquí les picó el mismo bicho… Todos están actuando de forma peculiar. Más que peculiar, están actuando como si todos tuvieran algo que esconder.

 

-Ahora que lo mencionas, debería ir.-dije tratando de zafarme de él, no es que fuera a ir de verdad a la taberna, esas son excusas baratas de Gaius.-Pero, usted Sire… ¿Qué hace caminando hacia la puerta de la servidumbre?-Arturo me miró pálido y titubeó su respuesta por unos segundos.

 

-Cazando un animal mucho más peligroso que simples mariposas.

 

-¿Mosquitos?

 

-¡Merlín!

 

-Bueno, no se esponje que se arruga, era solo una broma.-Dije riéndome, claro que a Arturo no le dio nada de gracia que lo comparara con una esponja para lavar los platos.-Pero ya que está cazando “animales peligrosos” dentro del castillo, debería intentarlo afuera. En el bosque, donde sí encontrará algo.-Arturo miró nerviosamente la puerta por la que salió Gwen, soltó un bufido de estrés y comenzó a caminar lejos de mí volteándose a cada rato a verme, no sé si para comprobar que yo saldría por la puerta o si era porque realmente le gusta mi cara, pero en todas las veces que volteó le sonreí y me despedí con la mano. Apenas Arturo terminó de salir de mi campo de visión, salí corriendo tras ella. Aunque bajé las escaleras, corrí, salí del castillo y caminé hasta el pueblo, no había rastros de Gwen por ninguna parte.

 

Decepcionado, (y maldiciendo a Arturo en mi interior por aparecer y aplastarme en los momentos menos imprevistos de mi vida), decidí dar la vuelta y caminar hasta el castillo para, por lo menos, hablar con el dragón sobre la magia. Caminaba por el bosque mirando a todas partes, (uno nunca sabe cuándo Arturo aparecerá de la nada y te aplastará, o cuándo aparecerá desnudo por ahí), cuando un gruñido gutural me paralizó del miedo, y en vez de echarme a correr lejos por mi vida me quedé parado viendo hacia todas partes de dónde había venido tal ruido. Estaba mirando hacia los lados cuando una garra enorme me rasguñó la espalda, antes de poder reaccionar ya la fuerza de la bestia me había mandado a volar lejos, muy lejos haciéndome aterrizar en contra de un tronco.

 

Sin aire, pálido, sangrando y sufriendo una cortada por todo el largo de mi espalda que cada vez ardía más y me quemaba todo el resto de mi piel, mis ojos casi se salen de sus órbitas cuando noté a la enorme bestia mitad pájaro mitad caballo chillar al frente de mi mientras se alzaba impetuosa sobre sus dos patas y me amenazaba de muerte. (O eso creo yo, la verdad es que no hablo idioma Hipogrifo). Tenía que salir corriendo de ahí, rápido, cuanto antes pero la cortada sangraba tanto que casi no podía respirar y no quería usar magia como para herirlo hasta la muerte. Cuando la criatura se acercó a mí para acabar con lo que había empezado rasgándome la espalda, supe que solo un milagro podía salvarme.

 

La criatura se me acercó con sus colmillos y dientes filosos, y yo cerré los ojos esperando el trágico mordisco de la muerte. Escuché una colisión y un sonido horrible de dolor pero para mi sorpresa no había sido yo quien había hecho ese ruido. Cuando abrí los ojos un hombre, bastante fornido, de cabello lacio marrón y facciones maduras peleaba con la bestia con tan solo una espada y sus músculos. Si no fuera porque he visto a Arturo luchar con una manada de tarántulas mientras escalaba un muro, juraría que mi salvador es el mejor guerrero que he visto en toda mi corta vida.

 

Con la poca magia de la que era capaz estando casi inconsciente y desangrado en un tronco mandé a volar a la vestida que luego del impacto en contra del suelo se levantó a toda prisa y salió volando aturdida y adolorida. El guerrero se acercó a mí y comprobé que no era caballero pues no tenía la capa con el escudo que usaban los caballeros. Él se me acercó tan pero tan cerca de mi rostro que por un momento pensé que llevaba escrito en la frente “viólame es gratis”.

 

-No te muevas.-Me advirtió todo sudado, tan agotado y sorprendido a la vez de la huida de la bestia que no notó cómo lentamente me desangraba ahí mismo mientras sentía mi sangre arder cada vez más.-Las garras del Hipogrifo son venenosas.-Genial... Lo que me faltaba, yo debería meterme a catador de veneno ya que siempre termino envenenado de una u otra forma. Él me ayudó a sentarme mejor y sentí mis pulmones llenarse de más aire.-Tengo que llevarte a curarte. ¿Tú casa queda cerca?

 

-En el castillo...-Dije jadeando y aunque me hubiera gustado poder haberle agradecido, el dolor se hizo demasiado insoportable para poder hablar más.

 

-Está demasiado lejos.-Dijo preocupado.-Sí no te curamos pronto, morirás.-Créeme eso ya no es algo tan nuevo en mi vida...-Iremos a mi casa, vivo aquí mismo en el bosque y no tardaremos tanto.-Dijo poniéndose de pie y ayudándome a mí a hacerlo, me hizo rodear sus hombros con mi brazo y apoyándome en él, empecé a caminar con dolor por el bosque. Él se notaba preocupado por curarme, sin embargo, podía sentir la magia de mi cuerpo expulsando el veneno del Hipogrifo lenta y dolorosamente.-Por cierto, sé que no es el mejor momento pero soy Lancelot.-Se presentó y yo caí en cuenta de que tenía una sonrisa realmente encantadora para ser un simple refugiado que vive en el bosque. (Misión revolucionaria de la patria: viviendas para los de linda sonrisa)

 

-Merlín.-Dije como pude y luego Lancelot me llevó hasta una pequeña casita de madera llena de moho en las paredes y lo suficientemente grande para que entrara un caldero, una sábana a modo de cama y una mesa para comer. Aún así, Lancelot me acostó en su pobre cama improvisada y me puso de espalda para curarme la herida. (Si fuera Arturo no estaría para nada tan tranquilo como con él).

 

-¿Te puedes sacar la camisa?-Preguntó tan amable mientras buscaba las gasas y agua caliente. Pero qué amable... Ya Arturo me hubiera desnudado a la fuerza y amarrado al poste. Yo obedecí sintiendo mis huesos quemarse de ardor con cada movimiento que daba. Él me ayudó a sentarme y luego, estando por completo a solas con él, sentí cómo intentaba desinfectarme la herida con el agua. Casi muero de dolor. Hoy descubrí algo que duele más que los golpes de Arturo.

 

-sí que estás sanando rápido Merlín...-Dijo Lancelot bastante sorprendido. Yo traté de disimular lo más que pude que era porque mi cuerpo lleno de magia se estaba curando solo. Solo, por generación espontánea. Solo me limité a quejarme de dolor con cada uno de sus cuidados y respiré profundo varias veces.-Mejor hablemos para que te distraigas... ¿Qué oficio cumples en el castillo?-Y para distraerme este saca a Arturo a colisión.

 

-Soy el torturado personal del príncipe.-Dije adolorido.

 

-¿En serio? Debe de ser todo un honor.-Dijo emocionado, por supuesto, es todo un honor ser la diana con patas del príncipe.-Yo he venido a Cámelot porque busco convertirme en caballero, sé que ese es mi destino y quiero cumplir con él.-¿Es en serio? Él queriendo cumplir con su destino, matando monstruos para lograrlo y yo aquí, sin saber en qué otra dirección correr para huir de aquel designio oscuro y algo macabro de “tú y Arturo son dos caras de la misma moneda”.

 

-Has mostrado valor hoy, estoy seguro de que el príncipe le encantará tenerte entre sus hombres.-Dije agradecido, después de todo, con un caballero al que le cayera bien, las palizas durante el entrenamiento no serían tan rudas.-Muchas gracias por salvar mi vida.-Yo no soy como Arturo, lo único más grande que su cabeza pomposa es su ingratitud.

 

-Es todo un honor y el deber de un caballero acudir con valor a donde lo necesiten.-Lancelot terminó de curar mi herida y de ponerme una venda, luego se puso de pie.-Veré si tengo alguna otra prenda que te puedas poner, la tuya está toda hecha jirones.-Luego me dejó solo y aunque no había mucho que ver entre la pobreza y el dolor de mi cuerpo, pronto encontré entretenimiento teñido de rubio, o bueno, ese rubio me encontró a mí.

 

-¡Merlín!-Gritó enojado, y por un momento, luego de agitarme hasta llegar al cielo por su voz atorrante gritando y rompiendo el Pacífico silencio de la estancia, por un momento casi me cubro como si estuviera completamente desnudo y no sólo de la cintura para arriba.-¿Qué rayos haces tú aquí?-Tomo el sol Arturo y espero mientras me bronceo en este húmedo lugar donde se ven las nubes oscuras, eso es obvio.-¿Y  por qué estás sin camisa?-Qué ganas de responderle: soy participante en una orgía multiorgásmica a la cual no te invité. Pero me contuve.

 

-Arturo yo...-Pero antes de que pudiera decir algo más apareció ante nosotros un muy musculoso y desnudo Lancelot sin camisa que venía amablemente a darme la única camisa que tenía, y como la herida estaba en mi espalda y se curaba rápidamente... Es claro que Arturo, con su mandíbula desencajada y sus ojos llenos de rabia, lo estaba mal interpretando. Y yo obviamente reaccioné de la forma más madura que había: le sonreí a Arturo y mirando a Lancelot con picardía tomé la camisa y aproveché para tomar sus manos en el intento.

 

-Gracias Lancelot hoy sí que he disfrutado muchísimo tu compañía.-Y mientras lo decía con toda la intención del mundo, Arturo me miraba con ojos asesinos y una expresión de no creerse todo mi descaro, lo sé porque dijo por lo bajo “qué descarado y regalado eres”. Yo me reí.-Por cierto, Lancelot, él rubio de allá que no deja de caminar indignado (aunque dignidad no creo que tenga o por lo menos no se la he visto) es el príncipe. Arturo Pendragon.-Lancelot se volteó y le faltó nada para besarle los pies a Arturo.

 

-Es todo un honor Sire he estado preparándome toda mi vida para servirle y ser un fiel caballero de Cámelot.-Arturo lo veía con odio.

 

-Ponte de pie.-Dijo enojado y Lancelot sin entender lo hizo.-Vine porque anunciaron una criatura mágica por estos lados. ¿La han visto?-Preguntó mientras revisaba toda la estancia buscando una excusa para acercárseme.-Aunque a juzgar por las circunstancias, creo que han estado muy ocupados.-Dijo a pocos pasos de distancia de mi.

 

-¿Circunstancias?-Preguntó Lancelot sin entender.

 

-Oh si, muy ocupados.-Dije apropósito. Arturo rechinó sus dientes y Lancelot se le acercó, todavía sin camisa.

 

-Disculpe sire, yo vi la criatura, la espanté antes de que matara a su siervo, está herido pero se recupera rápidamente. Llevo días enteros cazando al Hipogrifo  y sé dónde está su nido, con gusto lo guiaré hasta allá.

 

-Si, como sea.-Dijo enojado no pudiendo negar el ofrecimiento de Lancelot por el amor a su gente de Cámelot. Luego se acercó hasta mí y con rabia me quitó la camisa de Lancelot y se la lanzó a él.-No puedes ayudarnos a cazar una bestia mágica desnudo. Prepárate.-Le dijo a Lancelot enojado y luego, cuando él se retiró haciendo una exagerada reverencia, se acercó a mí y yo me preparé para el sermón que me iba a dar.-¿Estás bien?-Está vez fue mi mandíbula la que llegó al suelo.

 

-Si, Lancelot es muy bueno con las manos.-Arturo me gruñó y luego se sacó la capa de los caballeros de Cámelot. Me la puso alrededor de los hombros y para hacerlo se acercó más de la cuenta a mí.

 

-Dices eso porque no has conocido cómo soy yo con las manos.-Dijo sobre mis labios y por un momento cerré los ojos con la respiración agitada gozando de su cercanía.-Tendré que castigarte por esto Merlín...-Dijo por la bajo acariciando mi piel en un roce suave con la punta de su nariz.

 

-¿Qué? ¡Pero si casi muero!-Me quejé alterado. Arturo solo me sonrió con superioridad.

 

-Y yo soy el único que puede salvar tu vida.-Por supuesto, a la próxima cuando el Hipogrifo esté a punto de matarme, le diré que se espere hasta que te llegues. ¿Cuándo firmamos ese acuerdo que no me enteré? ¿Y por qué soy yo el que debe ser salvado? Arturo se alejó disfrutando ahora él de mi indignación y antes de salir por la puerta se volteó y me sonrió.-Más te vale Merlín que no te vuelva a ver sin camisa frente alguien que no soy yo. O tu cabeza rodará.-Y se fue. Lo que me faltaba... Ni que yo tuviera ritos nudistas en el bosque como él.

 

Bien intenso que se puso con el acuerdo de héroe sin paga, pero ahora, el que está caminando desnudo, con frío y herido por el bosque, soy yo. Porque, por supuesto, el señor tenía que ir a salvar al mundo con Lancelot... Cuando llegué al castillo, Gaius seguía en el pueblo atendiendo a sus pacientes regulares. Así que me tuve que tomar una pócima para sedar el dolor, conseguir una camisa y salir a buscar al dragón. O esos eran mis planes. La pócima había resultado bastante fuerte porque me sentí tan adormilado tan de repente que ni siquiera me preocupé por irme a mi cama a dormir sino que me recosté sobre la mesa y usando mis brazos como almohada me dormí profundamente como si no hubiera dormido durante toda la noche.

 

Estaba todavía tan indignado por las palabras de Arturo sobre salvarme, y divertido a la vez por su reacción cuando me encontró sin camisa en casa de otro que no pude evitar soñar con él peleando con la bestia al lado de Lancelot. En mis sueños los veía a ambos intentando librarse del Hipogrifo que no solo los tenía acorralado contra un árbol sino que también estaban solos e indefensos, bueno tenían sus espadas pero al lado de las garras venenosas y los colmillos afilados, eso no era nada, Hipogrifo 1, Arturo 0,  pues todos los demás caballeros estaban ya inconscientes alrededor de la criatura. Hipogrifo 2, Arturo 0. Lancelot intentó asestarle un golpe en el pecho, pero la criatura se paró en dos patas y lo mandó a volar. Hipogrifo 3, Arturo 0.  Arturo lo distrajo haciéndose el difícil de cazar como si no fuera una presa fácil y el Hipogrifo, más salvaje de lo que recordaba, intentaba darle una probadita con sus sutiles y afilados colmillos.

 

Arturo intentó matarlo, pero el Hipogrifo mandó a volar su espada de la forma más ridícula de la que un caballero jamás presumiría. Así que, estaba ahí, parado, viendo cómo el futuro rey de Cámelot estaba indefenso contra una criatura mágica. Y justo cuando la criatura iba a matar a Arturo con sus garras... (Una ardilla pasó por el árbol y yo pensé: guao pero qué habilidad tiene para saltar de rama en rama). Lancelot se puso de pie con su espada, acercándose por detrás de la criatura, pronuncié unas palabras (pues es un sueño y no importa si alguien se entera o no de que tengo magia) y antes de clavarle el fierro por la espalda, su espada brilló llena de magia, salvándole la vida a Arturo y matando a la criatura. Lancelot corrió a ayudar a Arturo y yo juraría que me vio confundido a mí. Decidí investigar el bosque, o esa es la única explicación que tengo para lo extraño que se puso todo cuando de repente aparecí en una especie de cueva subterránea que estaba llena de paja. Tardé en darme cuenta que no era una cueva... Era un nido.

 

Me acerqué algo asustado de que me saliera algún otro animal potencialmente peligroso y mi vida estuviera en peligro en un tiempo récord e incluso en mis sueños. Encontré el nido del Hipogrifo cuando el sentimiento de culpa y de dolor me asaltaron por completo: la criatura estaba tan enojada porque estaba defendiendo a su cría, un pequeño huevo que aún no terminaba de nacer. Lleno de remordimiento, tomé el huevo con mucho cuidado en mis manos, y dándole todo el calor que podía, lo llevé conmigo hasta el castillo. Después de eso desperté, demasiado aturdido y demasiado convencido de que eso se había sentido muy real para ser un simple sueño.

 

Sin perder más el tiempo y rogando porque nada me matara en el camino bajé por el subterráneo hasta donde estaba el dragón. No me lo creerán pero me sentía tan cansado como si no acabara de dormir. El dragón me vio y levantó su cabeza sin entender de qué forma había puesto  a Arturo en peligro de muerte esta vez.

 

-Todavía no lo transformo en nada raro.-Dije ante su cara de incógnita.-Vengo a consultarte algo sobre la magia de los sueños. ¿Cómo funciona?

 

-Qué curiosa pregunta joven brujo... ¿Tuviste algún sueño... Cálido y quieres saber?-Sí no se dio cuenta por los moretones de mi cuello, entonces fue por lo rojo que me puse de inmediato.

 

-¿Me vas a responder?-Pregunté abochornado mientras él se reía.

 

-Si, me reiré de ti más tarde cuando lo sepas.-Pero qué esperanzador...-En los tiempos de la gran purga, los hechiceros de la Antigua Religión desarrollaron una técnica mágica para poder practicar la hechicería sin que Uther los descubriera. Encontraron una formar para que la magia se filtrara a través de los sueños. Así ellos podían estar encarcelados o vigilados y aplicar la magia, y todo con tan solo dormir. Pero esta magia era muy poderosa y solo los más antiguos hechiceros podían ejercerla.

 

-¿Y qué tan real es la magia que se hace en los sueños?

 

-Es la magia la que permite moverte en sueños, a través de la magia, tu espíritu, tu esencia, tu alma básicamente se desdobla de tu cuerpo. Es la magia la que te mantiene en un plano físico siendo tan solo un espíritu, y es la magia la única que te permite actuar en los sueños. Todo lo que hagas en sueños es tan real como si lo hubieras hecho despierto, pero solo si...

 

-¿Si..?

 

-Si sabes controlarlo.-¿Controlarlo? ¡Hasta los perros amaestrados me ignoran! Esto no puede ser bueno, esto en definitiva no es bueno.

 

-¿Qué pasa si no se puede controlar?

 

-Ocurren cosas a medias. El mundo de los sueños es un mundo oscuro, lleno de deseos subconscientes y pensamientos diurnos, si no se controla la magia, tus poderes proyectarán tus deseos y miedos más profundos sin hacer que pasen en un plano físico. Por ejemplo, esos lindos moretones tuyos (que no me convencerás de que fue un mosquito) son un efecto secundario de la magia de los sueños y del claro descontrol que tienes sobre ella. Te desdoblaste y tu magia te mostró los deseos más subconscientes que tienes, pero sin hacerlos realidad físicamente.

 

-No entiendo cómo puede ser posible eso, dijiste que lo que hagas en sueños es real.

 

-Es completamente real siempre que lo controles. Pero no lo controlas porque tus deseos se manifiestan y se apoderan de tu magia. Lo que sea que hayas hecho para tener esos chupones en tu piel, ocurrió solo en un plano espiritual y tu magia se encargó de que te lo creyeras dejándote una marca física. ¿Lo ves? Es una magia a medias. Los planos físico-Espiritual se entremezclaron.-Bien. Chévere. Estupendo. La buena noticia es que Arturo jamás estuvo desnudo en la madrugada en el bosque (menos mal ya iba a pensar que tenía un serio desequilibrio) la mala es que ¡Arturo casi me viola espiritualmente!

 

-¿Cómo hago para controlarlo?

 

-¿Me viste cara de monje druida de la Inquisición? Soy un dragón nunca aprendí a hacer algo semejante.-Siento que estoy olvidando algo importante...

 

-¿Y cómo se supone que evitaré encontrarme con Arturo en un plano espiritual si no me ayudas?-Pregunté exaltado.

 

-Vaya sí que eres poderoso... No solo te desdoblaste sino que hiciste que Arturo se desdoblara contigo. Y vaya si que eres pervertido.

 

-¿Pervertido? ¿Yo? ¡El que andaba cual Adán desnudo en el bosque era él no yo!-Grité alterado y el dragón comenzó a reírse.

 

-Si te hace sentir mejor, volverá a pasar. Y con Arturo. Ambos son las dos caras de una moneda tu magia está ligada a él y no puedes evitarlo.

 

-¿Qué?-perfecto ahora también me tengo que cuidar de una violación espiritual.-¡Eso no me hace sen..!-Y ahí caí en cuenta. Lo que pasa en mis sueños es real. El episodio con el Hipogrifo fue real.-¡Usé magia al frente de Arturo!-Grité alterado. El dragón me vio conteniéndose la risa y yo caí en cuenta de lo peor.-Maldición... ¡Gaius!

 

Salí corriendo de la cueva y cuando llegué a los aposentos de Gaius todas mis sospechas se confirmaron. Había un Hipogrifo bebé rompiendo todas las cosas del cuarto. Y yo... Yo no estaba preparado para volverme madre. Intenté cazar al bendito Hipogrifo bebé pero el muy gracioso saltaba y volaba por toda la habitación haciendo un ruido parecido al de un pájaro bebé muy latoso. Intenté, incluso, usar magia para atraparlo, ¿y adivinen a quién le cayó encima el estante de libros por intentarlo? Si, a mí. El bebé Hipogrifo me miró como si se burlara de mí, y vaya si que era bastante obvio que lo estaba haciendo. Se detuvo un momento con sus pequeñas alitas en la mesa y yo lo miré fijo, luego noté en el extremo de la mesa un libro, posiblemente de medicina, de Gaius y yo lo miré desafiante.

 

-No se te ocurra.-Lo amenacé y él me miró mientras inclinaba su cabeza como si estuviera considerando las razones del porqué debía obedecerme.-Ni se te ocurra...-Él dio un paso hacia el libro y yo avancé uno hacia él.-No lo hagas.-Le advertí, pero obviamente le entró por un oído y le salió por el otro (pregunta del día: ¿Los Hipogrifos tienen oídos?) el bebé salto y con sus pequeñas pero muy filosas garras destruyó todo el libro y comenzó a volar y a saltar alrededor como burlándose de mí miseria.-¡Ahora sí te mato!-Grité mientras me le a balanceaban hacia él, pero él voló y yo caí en la mesa. Lo estaba persiguiendo como todo un gato a un ratón cuando justo sonó la puerta abrirse. Inmediatamente el Hipogrifo y yo nos quedamos quietos por completo. Dejé de presionar su cuello inútilmente tratando de asfixiarlo mientras lo amenazaba con la otra mano con un libro y vi cómo llegó Gaius en el peor momento en el que alguien te puede encontrar: con un libros de unas muchas cuantas décadas de antigüedad en las manos, usándolo de forma amenazadora para golpear a una criatura mágica bebé que gozaba de la inteligencia suficiente para detener nuestra amistosa guerra y ver hacia la puerta conmigo fijamente a un Gaius que quedaba cada vez más pálido.-Puedo explicarlo.-Dije mientras dejaba el libro en el suelo y le soltaba el cuello al Hipogrifo que estaba a punto de asfixiar.

 

-Ese es el problema Merlín... Tú siempre tienes una explicación.-Dijo por lo bajo impactado. Miré al Hipogrifo que ahora sí me hacía quedar mal quedándose completamente quieto y traté de explicarme.

 

-Arturo mató a su madre.-Arturo siempre tiene la culpa en todas las razones de mis acciones. No creo que sea coincidencia.-Y yo lo rescaté pero lo hice en sueños. Si hubiera estado plenamente consciente no lo hubiera hecho Gaius...-Pero Gaius no me decía nada, solo veía la estancia destrozada sin moverse.-¿Estás bien?

 

-Si, por supuesto.-Me sorprendió su tono de calma.

 

-Ah, qué bien... ¿Entonces me lo puedo quedar?-Le había tomado cariño a la criatura en los dos minutos que pasé intentando asfixiarla.

 

-Por supuesto, llamémoslo Séfiro y saquémoslo a pasear todas las noches sin que nadie en el castillo lo note.-

 

-¿En serio?

 

-¡POR SUPUESTO QUE NO MERLÍN!-Me gritó irónico. Vaya, cuando le diga que no me gusta “Séfiro” de nombre, se pondrá aún más molesto.-¿Cómo se te ocurre traer a una criatura mágica potencialmente letal aquí? ¿Es que has perdido la cabeza o has pasado mucho tiempo cerca del aceite para lustrar?

 

-Corrección, traje a una criatura mágica potencialmente letal BEBÉ. Es distinto.

 

-¿Y qué harás? ¿Amarrar sus alas y hacerla pasar por perro?

 

-Eso no se me había ocurrido.

 

-¡Merlín!

 

-Gaius pude cuidar de un Arturo bebé, puedo con un Hipogrifo.-No sé en qué mundo cuidar a un Arturo bebé te califica para cuidar un Hipogrifo pero me estaba dejando llevar por mi sentimiento de culpa y los grandes ojos tiernos de esa criatura.

 

-¡Arturo era un humano!

 

-Sí pero primero lo convertí en sapo.

 

-¡Y lo perdiste!

 

-¡Fue solo por unos minutos!-Unos minutos que se convirtieron en horas.

 

-Merlín, deshazte de eso.-Dijo despectivamente y luego cerró la puerta como si fuera sus últimas palabras.

 

-Bien, solo quedamos tú y yo.-El Hipogrifo me miró, inclinó su cabeza y luego continuó saltando mientras destrozaba todo. (Memorias de un mago estrellado: Cómo traficar un Hipogrifo bebé en un castillo sin que nadie se entere. Manual de suicidio). Pero primero que nada, antes de deshacerme del animal necesitaba aprender a controlar como fuera la magia de los sueños. Así que decidí que lo conservaría solo mientras resolvía el problema de los sueños. Amarré una cuerda a su cuello y hechizando la soga para que no pudiera desatarla ni con sus dientes ni con sus garras, lo amarré a la columna.  Me puse a leer todos los libros que hablaban sobre los sueños, cosa que me estaba llevando más tiempo del esperado. El Hipogrifo me miraba y hacía de vez en cuando algún ruido natural de él, yo tardé tan solo unos minutos en entablar toda una conversación con él, claro que me respondía en idioma Hipogrifo, pero no me sentía tan solo de esa forma.

 

-Es inútil.-Le dije cerrando el último libro sin tener aún ninguna respuesta a cómo dominar la magia de los sueños.-En los libros de Gaius no hay nada, me tendré que resignar a ser violado por Arturo en los sueños y rezar porque sea de una forma espiritual solamente…-La criatura chilló y yo me puse de pie.-Lo sé, lo sé… No puede ser tan malo, después de todo te salvé a ti a través de ese medio, pero ¿y qué tal si no controlo mi magia? Estoy seguro que Lancelot me vio haciendo ese truco con la espada, créeme que no fue mi intención.-El animal inclinó la cabeza y yo me le acerqué contándole todas mis penas.-Mira, ya sé que no fue mi culpa, que pequé por ignorante pero debí imaginarlo yo…

 

-¿Merlín?-Volteé impactado y empecé a correr en círculos como si eso fuera lo que más se recomendara en momentos de crisis, la criatura me vio como burlándose de mí y yo le tiré una manta encima, claro que quedó como un caballo con una cobija, pero no podía hacer nada más. Me volteé y le sonreí a Lancelot que estaba en la puerta.-¿Merlín? Arturo dijo que podría encontrarte por aquí…

 

-¿En serio?-Pregunté sonriendo forzadamente tratando de ocultar detrás de mí al enorme bulto blanco que se movía y hacía ruidos.-Qué raro yo le dije que estaría en la taberna.-Lancelot se quedó en la puerta viéndome bastante estupefacto y yo le sonreí.-Entonces… ¿Qué querías decirme?-Pregunté súper casual, como si tener al espectro fantasma del hipogrifo asesinado detrás de mí fuera algo de todos los días.

 

-¿Ya notaste que tienes un hipogrifo bebé debajo de esa cobija?-Yo lo miré, miré al animal y puse expresión de sorpresa.

 

-¿En serio? Yo no veo nada.-Pero luego el hipogrifo chilló, se movió, hizo que se cayera su manta y quedó al descubierto.

 

-¿Eso tampoco lo ves?

 

-¿Serviría de algo si te digo que no?

 

-No lo creo…

 

-Ya veo…-Dije rindiéndome, tomé la manta en mis manos anotando mentalmente que esconder a una criatura mágica tan grande como un caballo bajo una manta no era para nada una buena opción.-No puedes decirle a Arturo.-Dije lo obvio, Lancelot cerró la puerta y se me acercó.

 

-No creo que me crea si le digo de todos modos.-Ingrato ya se iba a ir corriendo a decirle.-De hecho venía a confirmar si estuviste en el bosque cuando matamos al hipogrifo… Ahora sé que si lo estabas.

 

-Lancelot la magia está prohibida en este reino.-Dije sintiéndome cada vez más pálido.-si Arturo se entera él…

 

-¿Entonces si fue magia lo que hiciste allá?-Perfecto. Denme un premio por entregarme yo mismo a la inquisición con todo y lazo de regalo. Anda Merlín, ve y confiésale también que los moretones en tu cuello son causa de tus deseos sexuales reprimidos, anda, díselo también. Quería golpearme a mí mismo en esos instantes.-Magia…

 

-Arturo no puede saberlo.

 

-Según como yo lo veo, Merlín, Arturo no puede saber muchas cosas.-

 

-¿A qué te refieres?

 

-A que estás escondiendo a un hipogrifo en tu cuarto…

 

-Ah sí, eso.-Ambos vimos a la criatura y nos quedamos en silencio, en comparación a mi magia, el hipogrifo era una verdadera nimiedad.

 

-¿Y bien? ¿Qué piensas hacer? ¿Sacarlo a pasear y ocultarlo debajo de una manta toda su vida?

 

-Gaius me aconsejó ponerle Séfiro.-Lancelot levantó una de sus cejas incrédulo y yo entendí que no estaba para bromas.-Bueno, está bien, necesito llevarlo lejos de los bosques de Cámelot pero a menos de que tenga ayuda no podré hacerlo.-Dije rápidamente.-Sé que ya te debo mucho por salvarme la vida así que no te pediré tu ayuda, sin embargo, solo te pido que te hagas de la vista gorda con todo lo que respecta a mí.

 

-¿De la vista gorda? Vine precisamente a agradecerte, sin tu magia, Arturo y yo hubiéramos muerto.

 

-No me agradezcas por eso, Arturo siempre terminaría muerto sin mi intervención.-Lancelot se me acercó solemne, arrastrando consigo todos sus ideales de caballero.

 

-Sé que las leyes de Cámelot sobre la nobleza sanguínea de los caballeros me impide servir a Arturo, pero eso no es motivo para no actuar como un verdadero caballero. Te debo una por salvar mi vida, déjame recompensarte: te ayudaré a llevar a este hipogrifo a un lugar donde pueda crecer a salvo.-Ya, él en serio debería audicionar para ser discípulo de Jesucristo o algo así.

 

-No podemos sacarlo a plena luz del día, tenemos que esperar a que se haga de noche, entonces lo sacaremos a través de los pasadizos del castillo. Con tu conocimiento sobre el bosque no me perderé. Muchas gracias por hacer esto, Lancelot.-Y cerramos el trato con un firme apretón de manos y un solemne movimiento de la cabeza. Minutos después, estaba solo. Con el hipogrifo, pero solo. Tengo que admitirlo, tanta bondad y buena actitud me eran sospechosos, había algo con respecto a Lancelot que no terminaba de cuadrarme, quizás es que nadie puede ser tan bueno o quizás estaba paranoico porque alguien que no era Gaius sabía mi secreto. Sabía lo que tenía que hacer: Perseguir a Lancelot. (¿Creyeron que diría matarlo?). Pero cuando iba saliendo de la habitación me percaté de que no podía dejar al hipogrifo solo en el cuarto y simplemente irme. Así que estaba en un predicamento.

 

Tardé cinco minutos en darme cuenta de la solución obvia: Utilizaría la magia de los sueños. (Para navidad pediré un cristal mágico que sirva para espiar a las personas, eso saldría más barato). Sabía que corría un gran riesgo utilizar una magia que nunca antes había controlado, pero no sería la primera vez que uso magia sin saber controlarla. En ese momento que necesitaba dormir, no me daba sueño. El hipogrifo chillaba como queriendo refutarme que mi plan tenía sin duda alguna más de un hueco, porque no solo no podía dormir, tampoco tenía ni idea de cómo hacerle para seguir a Lancelot en vez de Arturo en los sueños. Así que busqué una de las pócimas de Gaius para Morgana y me la bebí, usando la mesa de almohada, toda llena de plumas del hipogrifo, me acosté a dormir ofreciendo mi alma al dios de las virginidades perdidas. Y que sea lo que Odín quiera.

 

Aparecí en el pasillo luego de unos segundos indeterminados de inconsciencia. Vi mis manos y mi cuerpo estando consciente de mi inmaterialidad. Lo único que se sentía como algo material era una de las plumas del hipogrifo que por alguna razón tenía en mi mano, la guardé en el bolsillo y emprendí mi camino en la búsqueda de Lancelot. Tuve que recorrer casi todo el castillo antes de poder encontrarlo. Estaba con Gwen. Sí, leyeron bien. Lancelot estaba con Gwen y no estaban precisamente en el castillo. Cuando comencé a seguirlo sin que se dieran cuenta, noté como ambos se escapaban juntos hacia el bosque, más específicamente hacia la cabaña pobre en la que Lancelot me había ayudado.

 

Hasta ahora, todo estaba saliendo bastante bien. Por alguna razón no estaba persiguiendo a Arturo o encontrándolo desnudo por ahí. Me asomé por una ventana sin saber si entrar o no, eso era una total falta de respeto y confianza pero díganme ustedes si no es sospechoso que Lancelot se encuentre con Gwen en mitad del bosque. Más que sospechoso ¿cuándo se conocieron? ¿A través de correspondencia? Me asomé por la ventana y los vi a los dos sentados, muy juntos, tomados de la mano en mitad de la sala.

 

-Arturo no se ve tan malo como dices…-Le dijo Lancelot consolándola.-Me parece que es un hombre que le gusta experimentar.

 

-¿Experimentar? ¿Con hombres? Si, Lancelot, es súper normal eso, debería invitarte a ti también una noche a pasar un rato entretenido todos juntos en una orgía yaoi.-dijo Gwen llorando, yo me sentí culpable de inmediato y algo atemorizado por lo de la orgía.

 

-Merlín es su sirviente, puede aprovecharse de él sin sufrir consecuencias.-¿Disculpen? ¿Por qué todos en este fanfic me tratan como un uke abandonado? Oh dioses, sí que le haré ver a Arturo las consecuencias por meterse conmigo… Oh sí, ahora sí que lo haré.-Mira, hermosa, sé que los viste besarse y abrazarse, pero era un momento crucial cuando lo hicieron, se dejaron llevar por la situación, nada más. Morgana no está afectada por eso.

 

-¡Morgana cree que es un juego sexual de Arturo!-

 

-¿Entonces por qué no crees eso tú también?

 

-¡Porque quiero a Merlín!-Ok, me esperaba todo menos esto. Pensé que gritaría que amaba a Arturo (y apuesto a que ustedes también, pero a la autora le falta un tornillo y le gusta cambiar las cosas).-No quiero verlo sufrir lo que yo he sufrido por causa de Arturo.

 

-¿No te interesa Arturo?

 

-Arturo será el rey de Cámelot algún día, claro que me interesa.-Esta no es ni chicha ni limonada… Me estoy perdiendo.-Pero Merlín va a sufrir mucho si se enreda con Arturo de una forma… física, sentimental.

 

-Oh mi bella dama.-Dijo Lancelot abrazándola.-Yo daría lo que fuera por no verte triste nunca más, menos a causa de Arturo.-Y yo, boquiabierto en la ventana, sin creerme nada de lo que estaba escuchando. Así que era por esto que Gwen actuaba tan extraño…-No son suficientes todas las noches juntos para recompensar tu dolor.-Dijo besándola y mi quijada le hizo una visita al inframundo.  Yo me volteé pasmado sin saber qué hacer ahora. Sabía que Lancelot no podía ser perfecto, ¡lo sabía! Una persona con un secreto siempre reconoce a otra, siempre. Me volteé e iba a devolverme hasta el castillo sin prever que no sabía cómo hacerle para despertarme cuando apareció quien faltaba.

 

-¿Merlín? ¿Eres tú?-Me quedé quieto en mi puesto. Inmóvil. Tal vez si pienso que soy invisible no me vea… O puede que si me tapo los ojos no me reconozca. No, eso no pasará. Ya decía yo que era demasiado bueno no haberme encontrado con Arturo andando en sueños.-¿Merlín? Deja de darme la espalda y respóndeme.

 

-No soy Merlín.-dije fingiendo la voz, claro que estaba vestido como Merlín, me veía como Merlín y él sabía que era Merlín. Pero aun así, le dije que yo no era Merlín.-Adiós.-Dije y salí corriendo hacia el castillo con los gritos de Arturo de fondo. El miedo a ser violado me impulsó a hacerlo. Llegué al castillo y busqué al hipogrifo. Lo desaté y sintiéndome realmente confundido por verme a mí mismo dormido en la mesa, salí corriendo del cuarto seguido de un hipogrifo bebé. No conoces la adrenalina de lo prohibido hasta que intentas sacar a una criatura mágica de un castillo. Lo llevé hacia la cocina para sacarlo por la puerta de servicio, iba caminando por el pasillo hacia las escaleras de la servidumbre cuando Morgana me vio. Claramente, opté por la opción más inteligente de las que tenía.

 

-¿Merlín?

 

-Arturo me pidió una mascota nueva.-dije de inmediato.

 

-¿Y por eso le conseguiste un hipogrifo bebé?

 

-Los huevos de dragón estaban agotados.-dije con una sonrisa ella me vio algo impactada el hipogrifo se le acercó y justo cuando pensé que le escupiría o que intentaría morderla o rasguñarla como había hecho con todas las doncellas (ahora desmayadas e inconscientes) del reino, tan solo hizo una reverencia e inclinó la cabeza para que Morgana lo tocara. Ella lo hizo, fascinada por la criatura.

 

-Si Uther lo ve, lo mandará a matar.

 

-Es por eso que lo estoy sacando del castillo.

 

-¿A plena luz del sol donde todos pueden verlo?

 

-Nunca dije que tuviera un plan brillante para hacerlo…

 

-Bien. Te ayudaré.-Con ayuda de Morgana, liberé al hipogrifo enamorado de ella en el bosque. Vale destacar que nunca me encuentro a Uther por el castillo. Solo basta que esté traficando a una criatura mágica potencialmente letal y ya él aparece. Morgana lo distrajo, y muy bien debo decir. Sin ella, el hipogrifo estuviera muerto. Me despedí de mi pequeño amigo en el bosque, me rompía el corazón ver como él no quería alejarse de mí y me seguía cada vez que empezaba a caminar, así que tuve que empezar a correr lejos para que no me siguiera.

 

Cuando estaba corriendo, no sé cómo, no sé por qué, todos los colores se entremezclaron y aparecí en el bosque de nuevo completamente solo. Solo que esta vez, era de noche. No sabía que sucedía, así que cuando escuché pasos me oculté detrás de un árbol. Observé a dos figuras encapuchadas caminar hacia el este y yo, como no tengo nada mejor que hacer que seguir a los extraños por el bosque, los seguí. ¿Qué tan malo puede ser?

 

Terminé en una taberna. Pero no una taberna norma, no. Era una taberna donde se apostaba la vida en peleas de cuerpo a cuerpo. ¿Quieren saber qué es lo mejor? Gaius me ha creado, inconscientemente, una fama de alcohólico violento. ¿Saben qué remata la situación? Mi sorpresa al ver a Gwen en una de las mesas nerviosa. ¿Y saben cuándo casi me da un paro respiratorio? Cuando los encapuchados que estaba siguiendo se pararon en el centro de la taberna para pelear a muerte y resultaron ser Lancelot y Arturo. Bien, chévere. Ni en las novelas pasan estas cosas.

 

Cuando empezaron a pelear, los golpes sonaban violentos y dolorosos. Gwen lloraba. No sé cómo terminaron enfrentándose en este sitio pero lo que sí sé es que si no hago algo pronto, terminarán matándose. Entre los gorilas efusivos que aumentaban la violencia con sus gritos me escabullí y llegué donde Gwen, estaba tan impactada de verme que por un momento pensé que era un fantasma. Pero no. Me mantenía en el plano físico por alguna razón… Fui directo al grano cuando vi a Lancelot tomar a Arturo y lanzarlo contra el suelo.

 

-¿Por qué rayos se están matando?-Grité para que me escuchara.

 

-¡Porque Arturo enloqueció cuando me vio con Lancelot y ahora quiere defender su territorio!-Ah, mira tú, si es por eso entonces si dejaré que Lancelot lo mate. Después de todo, se lo merece por idiota. Todos gritaban tanto y yo tenía los nervios de punta.

 

-¡Ni que fueras un perro en celo, Gwen!-Gwen lloró aun más, yo no sabía qué hacer, las cosas claramente se habían salido por completo de control. Miré a ambos matarse y me pregunté cómo el futuro rey podía dar semejante espectáculo de violencia en semejante lugar, en especial, porque todos los presentes tenían pinta de no ser muy amables con la nobleza (no hacía falta hablar con ellos para saberlo, solo les faltaba el tatuaje que dijera “muerte al rey” para que quedara más que claro). Miré a todas partes aturdido del ruido de Lancelot acabando con Arturo y miré a Gwen incrédulo siguiendo nuestra conversación a gritos.-¿Qué acaso nadie aquí sabe que él es el Príncipe Arturo Pendragon?-Y justo cuando grité eso, todos se habían callado. Los matones, mucho más peligrosos que Lancelot, miraron a Arturo sacando sus navajas, sus espadas y sus mazos.-Oh dioses…-Exclamé. Pero ya era demasiado tarde. Todos se habían abalanzado contra Arturo.

 

Debo admitirlo, el príncipe sabía defenderse. Si lo estaban magullando todo como un mango porque eran como unos 28 contra uno pero luego Lancelot empezó a ayudarlo en la batalla. Gwen huyó atemorizada entre lágrimas y yo hice caer vigas del techo para librarlos a ambos de una muerte poco natural. Lancelot empezó a defender a Arturo, quien estaba indefenso y sin armas en contra de la pared. Cuando me miró, supe que él esperaba de mí que salvara a Arturo con magia. Y como siempre, decidí salvarlo, pero tomándolo por el pescuezo y jalándolo conmigo fuera de la taberna. Sacar a Arturo hizo que todos los matones nos persiguieran, cosa que dejó a Lancelot libre, quien al verse sin contrincante decidió perseguirlos. En resumen, todos se perseguían entre todos. Yo corría jalando a Arturo conmigo, los matones corrían, Lancelot corría.

 

Varios metros más allá me detuve a contener el aliento, Arturo estaba furioso y agotado. Me vio como queriendo asesinarme y yo, obviamente le sonreí.

 

-Un gusto verlo, Sire.

 

-Merlín, si salgo vivo de esta, te mataré.

 

-¿Y yo qué hice?-Pregunté jadeando, se escuchaban los gritos de los matones persiguiéndonos a lo lejos, no teníamos mucho tiempo como para tomarnos un té y conversar sobre la vida y la inmortalidad.

 

-¡Gritar en una taberna de apuestas mi verdadero nombre!

 

-Ah, ¿es que te estabas haciendo pasar por Paquita la del barrio o…?

 

-¡MERLÍN!

 

-¡Corre!-Grité y tomándolo de la mano lo jalé conmigo por el bosque. Corrimos varios metros más allá y justo cuando llegamos al borde de un risco, supe que estábamos perdidos. Ya. La muerte era segura e inevitable. (Encuesta: ¿por qué yo siempre termino corriendo por mi vida y la de Arturo en el bosque? Tenemos que encontrar otro pasatiempo.)

 

-Bien, moriré por tu culpa.

 

-No lo creo.-Dije sonriendo, mi destino era salvarlo y aunque ahí estaba claro que ni yo mismo podía salvarme, confiaba en los dioses cabrones. Ellos nunca fallan con sus designios.

 

-¿Llamarás a un héroe que nos defienda?

 

-Mejor aun.-dije. Arturo dudó de mi buen juicio cuando en vez de, no sé, prepararme para pelear, buscar un escondite, improvisar un arma o sentarme a llorar ante la muerte, me puse a hacer ruidos de ave. Si, lo que oyeron. Ruidos de ave.

 

-¿Quieres copular con una urraca antes de morir?-Traté de no matarlo con la mirada, y al cabo de unos segundos, todo era gritos y violencia. Los matones nos alcanzaron. Y aunque Arturo estaba desarmado, se puso al frente para protegerme. Ingenuo, aquí la damisela en peligro es él. Podía mandar a volar a todos los matones con tan solo unas palabras, pero eso sería delatarme como mago.-Espero que tu amante la urraca no te extrañe demasiado…-Y justo cuando iba a decirle que era un idiota por tenerme tan poca fe, apareció el hipogrifo bebé al frente de nosotros. Con sus garras, sus alas y sus chillidos mostrando sus filosos dientes no solo asustó a los matones sino que también dejó inconsciente a muchos de ellos. Yo le sonreí a Arturo mientras saludaba a mi peludo amigo.

 

-Es bueno verte.-Dije sonriendo mientras él se inclinaba en señal de respeto a Arturo.

 

-¿¡Tienes un hipogrifo bebé?!

 

-conseguir un dragón iba a ser más difícil… tu padre los mató a todos.-Bromeé.-No tengo la culpa de que tú mataras a su madre.-Arturo me iba a echar el sermón del año pero los matones comenzaron a despertarse, los otros volvían con refuerzos y más armas. Yo me monté en el lomo del hipogrifo sin pensarlo dos veces.-¿Vienes? ¿O prefieres morir?

 

-¡Es una criatura mágica Merlín!-Gritó alterado, yo me reí, esto me recuerda tanto a cuando teníamos cinco años…

 

-Bien, entonces te puedes morir.-Arturo vio al hipogrifo, vio a los matones y tardó nada en decidir. Se montó en el hipogrifo conmigo y rodeó mi cadera con sus fuertes brazos. Sé que no era momento para alterarme por eso pero aun así le sonreí y me sonrojé un poco.

 

-Espero que seas mejor montando hipogrifos que caballos.

 

-¿Te mencioné que nunca antes he montado un hipogrifo?-Pero ya era demasiado tarde, el hipogrifo alzó el vuelo, los brazos de Arturo se tensaron a mi alrededor y mientras el frío viento nocturno nos refrescaba ascendiendo hacia la oscuridad de la noche se escuchó de fondo su grito, mi nombre, su calor. Luego de sobrevolar las copas de los árboles por unos segundos, Arturo se quedó más tranquilo. El paisaje de Cámelot de noche era hermoso y el hipogrifo volaba suave por las alturas.-La magia no es tan mala después de esto ¿no?-Dije convencido de que la cara de sorpresa y disfrute de Arturo era sin duda alguna un reflejo del niño de cinco años emocionado por los brillantes cristales de la cueva.

 

-Sigue estando prohibida… -no dije más nada porque eso sería delatarme. Solo le sonreí y me agradé internamente de estar del lado prohibido de las cosas. Cuando el hipogrifo nos dejó en el suelo, Arturo me dedicó su mejor mirada de constipación y enojo.

 

-¿Lo vas a matar?-Pregunté acariciando al Hipogrifo.

 

-No, él salvó mi vida. A modo de recompensa, lo dejaré vivir.-Benditas y alabadas sean las reglas de los caballeros.-Pero si se aparece por los bosques de Cámelot a matar a los pueblerinos, yo mismo torceré su cuello.-Esas reglas necesitan una reforma. Sin duda. El hipogrifo chilló y luego se volvió a inclinar ante Arturo en señal de respeto, reconociendo en él el futuro rey de Albion, quien restauraría en el reino la magia según las profecías.

 

-Fue un gusto conocerte.-Le dije al hipogrifo, luego me chilló, me escupió como jugando conmigo y se fue, alzando el vuelo hacia el infinito. Volteé a ver a Arturo.

 

-Tienes más secretos de los que pensé…-Yo creí que se refería al hipogrifo, así que comencé a titubear.-Nunca creí que te gustara apostar en tabernas tan violentas…

 

-¿Tabernas?

 

-Claro, ¿de qué otra forma me pudiste encontrar?-

 

-sí, por supuesto, las tabernas.-Dije algo aliviado.-¿Qué hacías ahí?

 

-Me enteré de lo de Gwen y Lancelot. Lo desafié a un duelo.

 

-¿Por Gwen?-él me vio sonriente mientras se me acercaba yo retrocedí de inmediato.

 

-Y por ti.-Aclaró. Es momento de huir… Corre. Pensé. Pero era demasiado tarde, Arturo ya me había acorralado contra el tronco del árbol mientras me sonreía. Otra vez. Tomó mi barbilla con sus manos y me obligó a verlo, estaba haciendo todo lo posible por no dejarme llevar por un impulso y tocar su pecho, estaba tan alterado que casi ni podía respirar. ¿Es esto un sueño? ¿Es parte de la realidad? ¿Son mis deseos los que están haciendo que esto ocurra, o son los tuyos Arturo? No lo sabía con exactitud.-Nadie se mete con lo que es mío.

 

-¿Desde cuándo soy tuyo?-él se rió fuertemente.

 

-Lo has sido siempre, Merlín.-Dijo, y me dio un beso que puso todo a girar. Cuando abrí los ojos, Gaius me sacudía para despertarme.

 

-¿Y el hipogrifo?

 

-En el bosque, a salvo.-Respondí aturdido. Gaius me vio, se preguntó si era conveniente preguntarme qué había pasado, consideró que era mejor no saberlo y luego se fue a su mesa de trabajo.

 

-¿Descubriste más sobre la magia de los sueños?

 

-¿A qué te refieres?-Pregunté sonrojado, dándome la vuelta sin poder controlar mi confusión y mis sentimientos.

 

-Veo que descubriste el poder de las plumas del hipogrifo.

 

-¿Las plumas del hipogrifo?-Gaius me miró con su ojo más arriba que el otro y yo traté de calmarme para entender.

 

-Los hipogrifos son criaturas mágicas de la antigua religión. Los druidas construían sus almohadas con sus plumas para poder controlar la magia de los sueños, veo que lo descubriste. Tienes la pluma. ¿Lograste controlar los sueños?-Miré a Gaius impactado, entonces lo del bosque pasó en realidad.

 

-Sí, creo que si.-Miré la pluma en mi mano y sonreí complacido. Así que… Ya sé cómo controlar los sueños. Creo que es el momento adecuado para cobrarme unas cuantas. Veremos ahora quién abusa de quién, querido Príncipe. Fui hasta sus habitaciones sonriendo por lo que mi mente maquinaba, estaba sirviéndole la cena cuando él solito sacó a relucir el tema.

 

-¿Estás molesto?-Yo sonreí por lo bajo.

 

-¿Por qué lo estaría?

 

-Bueno, todo esto pasó porque Gwen quería evitar que tú fueras mi nuevo juguete sexual.-Yo lo miré impactado.

 

-¿En serio?

 

-Sí, claro que le aclaré que yo no me siento atraído por… ya sabes…-¿Hombres? ¿Gente más inteligente que él?-Sirvientes comunes.-

 

-¿Comunes?-Me ofendió, este idiota cabeza de tapara me las pagará. Ya verá, solo espera a que me duerma Arturo y veremos quién se siente atraído por quién.

 

-Sí, mis gustos son más exquisitos.-¿Exquisitos? Sí, ya veremos.

 

-Por supuesto Sire.-dije con malicia.

 

-Entonces, espero que haya quedado claro que solo me interesa las relaciones de calidad.

 

-Claro que sí, señor.-Admití, él me vio extrañado de que le diera la razón, luego solo siguió cenando y yo me retiré a mi alcoba. Claro que Gaius me miró extrañado cuando le dije con urgencia que seguiría durmiendo. Tomé la pluma en mi mano y me acosté a dormir. Estaba tan empeñado en demostrarle a Arturo sus verdaderos sentimientos que no tardé nada en aparecer en su cuarto. Estaba todo oscuro y tenuemente iluminado por una vela brillando en medio de la oscuridad. Me acerqué a su cama y me senté en el borde. En ese instante descubrí que verlo dormir es una de las cosas más tranquilizantes que puede haber, es ver esa faceta tranquila de él que normalmente, entre sus gritos y regaños, no se ve. Me quedé como embobado viéndolo dormir, su pecho descubierto, perfecto, subiendo y bajando con suavidad, la cicatriz ahí, palpable real, su piel que parecía de terciopelo y provocaba tocarla… Todo él era como una droga, no podía parar de mirarlo. Me acerqué hasta su lado y comencé a acariciar suavemente su rostro recordándome que estaba en el plano de los sueños y que no debía bajo ningún concepto perder la pluma del hipogrifo. Acaricié su rostro y él se removió debajo de mí.

 

-¿Merlín?-Preguntó entre sueños, yo solo le sonreí, él me vio con un ojo abierto y el otro cerrado.-¿Qué haces aquí?-Yo me alcé de hombros, que comience la función.

 

-Lo que tú quieras, Arturo.-dije con toda la perversión que un uke puede tener. Él no se lo pensó mucho, con eso fue como decir “sí, viólame soy tuyo”. Me tomó de la mano y me empujó contra el colchón aprisionándome con su cuerpo desnudo sobre el mío. Comencé a hiperventilar de inmediato. Sus ojos azules repararon en los míos mientras me veía fijamente, comenzó a acariciar mi rostro suavemente.

 

-Pensé que estarías enojado con lo que te dije.

 

-¿En serio?-Pregunté con un ligero tono de sarcasmo, en susurros y rezando porque no se me saliera un jadeo. Este rubio hace que todo se incendie con tan solo tocarme o rozarme.-No me siento ofendido.

 

-¿Estás seguro de eso?-Preguntó seductor con una sonrisa en sus labios. Mi corazón se detuvo unos segundos y luego volvió a la vida mucho más agitado que antes.-¿Seguro que puedes hacer todo lo que yo quiera?-Ahora lo estoy dudando… Pero no, debo controlarme, yo tengo la pluma, yo controlo el sueño.

 

-Es un sueño Arturo.-dije acariciando su rostro suavemente, con algo de ternura y admiración por lo perfecto que era.-Puede pasar todo lo que quieras que pase, nada será real.-Pero los moretones de mi cuello decían otra cosa, y él también. Me quitó la bufanda y acarició mi cuello suavemente, erizando por completo toda mi piel.

 

-Solo un sueño…-Musitó para sus adentros. Yo le sonreí y le di, impulsado por un impulso de deseo que sigo sin entender, un beso rápido en los labios.

 

-Puedes desear a alguien como yo en sueños...-Dije por lo bajo, Arturo me vio dudoso, su cuerpo se estremecía de calor sobre el mío, el placer corría por sus venas, las ansias lo devoraban lentamente. Se sentía demasiado real para ser un sueño, dudaba de hacer lo que quería porque se sentía demasiado bien para ser simple fantasía.

 

-El problema, Merlín…-Dijo tomando mis muñecas con fuerza y poniéndolas sobre mi cabeza con esa mirada de dominación y sensualidad que solo se reafirmaba más en la oscuridad del cuarto.-Es que desearte solo en sueños, no me es suficiente.-Se lanzó a mis labios sellando sus palabras con un beso, su mano me recorría por completo, bajaba por mi pecho, se metía dentro de mi camisa, me tocaba, me sentía agitado, ardiendo debajo de él. No tardé en empezar a jadear como uke necesitado. Arturo besó mis labios, bajó por mi cuello y comenzó a besar suavemente mis moretones. Yo me removí debajo de él bastante acalorado como para poder controlarme, bastó que moviera mi rodilla para percatarme de la gran erección que tenía y me aterré, pero porque sabía que no me podría detener si él seguía besándome de esa forma y bueno… el fin de hacer esto no era perder la virginidad sino darle una lección a ese rubio.

 

Arturo levantó toda mi camisa y comenzó a bajar sus labios por mi pecho agitado, yo tuve que dejar de tocar sus muy musculosos hombros y de acariciar su espalda para tomar con fuerza la pluma del hipogrifo. Cerré los ojos jadeando y tratando de ignorar los gemidos de Arturo me concentré todo lo que pude en esa bendita pluma. Segundos después, aparecí fuera de su cama, completamente parado e inmóvil al frente de él. Fue un pequeño gran logro, dominé la magia de los sueños cuando obviamente mi cuerpo no me respondía.

 

-¿Me tienes miedo?-Preguntó Arturo desde su cama viéndome sin entender. Yo me reí plenamente, él era el que me tenía miedo a mí.

 

-No, no creo que sea eso lo que pasa.-dije divertido.-¿No y que no te sentías atraído por alguien como yo?-Le eché en cara, dulce, dulce venganza.

 

-Es un sueño.-dijo irritándose por su erección no satisfecha.-Puedo desearte si quiero.-Yo le sonreí plenamente y me acerqué lentamente a la cama intentando no perder el control y entregármele por completo.

 

-Pero no todos los sueños se hacen realidad Arturo.-Dije divertido, actuando como el seme que no soy y tomando su barbilla para ver mejor sus hermosos ojos azules.-Me deseas.-Afirmé, él se quedó inmóvil viéndome de cerca.

 

-Sí, lo hago.-Musitó sobre mis labios y eso fue un pequeño gran triunfo para mí. Ya estaba claro pero igual quería hacer que lo dijera. Ya podía irme en paz.-Estoy enloqueciendo por tu culpa, y es confuso hacerlo… nunca antes había querido estar con alguien como quiero estar contigo.

 

-qué sincero estás hoy.-dije acariciando sus cabellos rubios y suaves sin soltar su mentón. Este tipo debería recibir una multa por ser tan hermoso, dioses…

 

-Es un sueño, puedo decir lo que realmente siento.-Y ahí, supe que era mejor dejar de tentar la magia, no sabía qué palabras de él eran realidad y que otras estaban pasando por culpa de mis propios deseos reprimidos. Sonreí plenamente tomando el valor para alejarme de él.-Maldición Merlín ¿por qué rayos tu sonrisa es tan linda?-Lo dijo tan enojado que supe que eso sí era algo que él diría por sí mismo, yo me reí y me le acerqué un poco más.

 

-Si tanto me quieres deberías tratarme mejor.

 

-Eso no pasará.-Sí, es Arturo en todo su esplendor. Le di un suave beso en los labios y me aparté lentamente de él.

 

-Entonces quédate solo con tu deseo insatisfecho.

 

-¿Me vas a negar que no quieres esto también?-Gritó alterado cuando me aparté.-Sentí tu cuerpo Merlín, tu pecho, tu respiración, tu piel… Me deseas tanto o incluso más que yo.-Estaba a nada de saltar a su cama pero me contuve.

 

-¿Si? No importa sí es así, Artur… Esto es solo un sueño.

 

-¿Y lo que sientes?-Preguntó antes de que yo me alejara más de él. Yo me detuve dándole la espalda mordiéndome los labios.-¿Eso también es un sueño? ¿Es todo una farsa? ¿Una ilusión de mi mente? Esto, que nos da calidez a ambos, que nos hace sentir completos… ¿Es todo una mentira?-Yo me volteé a verlo por encima del hombro con una sonrisa melancólica en mis labios y algunas lágrimas en mis ojos.

 

-No estoy seguro.-dije firmemente, Arturo también estaba demasiado confundido con todo esto.-No sé si es un sueño por completo, no sé dónde terminan mis deseos y empiezan los tuyos, no sé si recuerdes esto mañana o si yo me arrepentiré de tomar la decisión de irme. No sé si vuelva a colarme en tus sueños para subastarlos a mis recuerdos al mejor precio. No puedo afirmar o negar nada porque todo está mezclado aquí y ahora.-Dije acercándomele una última vez como si él me atrajera por naturaleza. Tomé su rostro entre mis manos y musité, lleno de calidez y vibraciones de placer por todo mi cuerpo, sobre sus labios:

 

-Solo estoy seguro de que lo que siento estando contigo, Arturo, es real.

 

Continuará…

Notas finales:

en lo que a mi respecta, me encanta cualquier capítulo en el que Arturo salga desnudo xD espero que les gustara ya que la autora se esforzó mucho escribiendolo xD.

no les dejo un avance del siguiente capítulo porque aun esta en revisión xD

besos y se despide el solecito.


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