Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

La Piedra de Excálibur por Aithusa

[Reviews - 7]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Holaaaa ya sé que es tarde pero a penas acabo de terminar de editar el capítulo! Espero que les guste :D

Capítulo VIII: Mamás Sustitutas.

 

Quizá deberíamos saltar del abismo que llevamos dentro para liberarnos.

 

Es interesante ver cómo aun sin buscarme problemas, los problemas me buscan a mí. ¿Y saben qué es lo mejor? Son excelentes encontrándome esos condenados. Ni a Arturo le sale tan bien eso de encontrarme. Estaba yo caminando tranquilamente por los pasillos de Cámelot unos días después de haber pasado el inconveniente de Sophie. Yo estaba de lo más inocente caminando sin traficar nada potencialmente mágico, ni haciendo nada extraordinario, cuando un grito desgarrador me hizo detenerme por completo en mi sitio. Ya sé lo que dirán: Merlín los gritos son la cosa más normal que puedes escuchar en un reino como Cámelot donde la magia está prohibida. Pero...

 

El grito sonó dentro se mi cabeza. Así que me detuve de golpe dudando de mi escasa salud mental, ya muy atrofiada por culpa de Arturo. Miré hacia todas partes pero el pasillo estaba desolado. La locura me sonreía al otro extremo y yo le devolví el saludo. Lo único que me faltaba era saltar por la ventana para completar el cuadro de locura. Sin duda alguna podría hacerlo y cuando me pregunten el porqué solo podría decir: Tenía calor así que salté. Sería la excusa ganadora del año sin duda alguna. Intenté seguir caminando decente e inocentemente por el pasillo pero en mi mente seguía resonando el grito una y otra vez. Teniendo la piel de gallina y los escalofríos de "algo está mal y como siempre no sabes qué" continué con mis labores, rezando a los sordos dioses cabrones que por una vez en la vida el grito agonizante de dolor no fuera de Arturo.

 

Intenté ser un sirviente responsable. Intenté continuar con mis labores como la ley manda. Pero la preocupación por Arturo se sobrepuso a mi miedo de que algo contundente volara por los aires y diera en mi cabeza a causa de su ira por no cumplir con mis deberes. Tuve que ir a buscarlo estando bastante seguro de que si hay algo que tengo en esta vida es una conexión especial con ese príncipe y que, si hay algún grito que voy a escuchar dentro de mi cabeza, ese será el de Arturo estando o en peligro de muerte o haciendo algo potencialmente estúpido que lo ponga en peligro. Con cada paso que daba hacia sus habitaciones más me convencía de que fue Arturo quien había gritado.

 

Las posibles acciones y peligros que lo llevaron a pegar semejante grito desgarrador pasaban por mi mente aumentando mi preocupación y mi rapidez. Quizás el muy cabeza de ñame estaba aburrido y decidió meter la cabeza en un avispero, o quizás decidió que tenía que entrenar a la tarántula para que aprendiera a hacer trucos, o quizás había enloquecido y decidió saltar por la ventana porque tenía calor o tal vez el ogro vino a comérselo... Sin duda, terminé corriendo como desesperado hasta su cuarto, cada vez más pálido, cada vez más asustado, cada vez más preocupado por ese idiota rezando porque el ogro no hubiera empezado a digerirlo y yo pudiera sacarlo entero y en una sola pieza de su estómago. (La imagen mental no era para nada agradable, la verdad).

 

 

Entré como alma en pena a su habitación. Literal. Lo único que me faltó fue gritar "yo me opongo" o algo similar. Tenía el corazón en la garganta y las manos ya me sudaban frío. De hecho sentí que el mundo se me venía por completo encima cuando no lo vi sentado y juicioso en la mesa como lo había dejado. Entré a trompicones al cuarto buscándolo. Rodeé la mesa y no sé por qué motivo pensé que tal vez, que solo tal vez, se había escondido en el armario. Caminé hasta allá y lo abrí de golpe. No sé si es que en el fondo esperaba encontrarme a Arturo gobernando en Narnia o es que esperaba encontrármelo durmiendo ahí tipo "me quedé dormido buscando una camisa" pero sin duda alguna la decepción fue bastante grande (y obvia, sobre todo obvia).

 

Viendo que el príncipe no estaba por ninguna parte empecé a entrar en crisis con el drama de asesinos seriales en mi cabeza. "Nada ya se lo llevaron para violarlo y matarlo" pensé mientras caminaba hasta su cama y me sentaba en ella, bastante preocupado y al borde de un colapso. No estaba procesando bien los hechos, estaba tan angustiado por él que no podía razonar el hecho de que estaba exagerando demasiado por un grito que sonó en mi cabeza tan gélido y desgarrador que podría ser muestra de mi claro desequilibrio mental y mi falta de apoyo psicológico. Estaba a punto de empezar a llorar y abrazar su almohada entre mis brazos cuando, de repente, el colchón se hundió por un peso que no era el mío.

 

-Merlín... En serio me está costando trabajo no pensar que eres una raro obsesivo por el olor de las almohadas ajenas. ¿Qué se supone que estás haciendo ahora? ¿Contar ácaros?-Nunca antes me había sentido tan feliz de escuchar su tono de sarcasmo e ironía (Esperen nunca ante me había sentido feliz por eso, de hecho). Volteé a verlo sonriente y estaba tan feliz de verlo entero, sin un rasguño y tan perfecto al lado mío en su cama que por poquito y no lo beso de felicidad. "Gracias por no lanzarte por la ventana" le diría, pero me contuve y solo le sonreí como si yo me dedicara constantemente a eso de oler almohadas ajenas.

 

-De hecho Sire, les estaba poniendo nombres a los Ácaros.-Arturo me miró como si yo tuviera un serio desequilibrio mental. Y después de todo el drama que yo mismo me armé sobre el grito que, dudo ahora que haya sido real, era más que obvio que lo tengo. De hecho debería construir un sube y baja en mi salud mental para subir y bajar su desequilibrio a mi gusto.-Pero ya terminé.-Dije rápidamente dejando de verlo como si él fuera la luz que ilumina mis días y devolviendo la almohada a su sitio.-Será mejor que trate bien a Joaquín o me enteraré de lo contrario...-Y cuando iba a irme, Arturo me tomó de la muñeca y me empujó con él hasta la cama. Colocó su mano en mi frente teniendo un semblante preocupado mientras yo 1) me asfixiaba por su pesado cuerpo sobre el mío 2) enrojecía por completo por tenerlo encima de mí a tan escasos centímetros de mis labios 3) Sudaba frío de solo recordar lo bien que se siente estar por completo bajo sus caricias. Lo miré perplejo y él me miró igual.

 

-No tienes la fiebre de la cabra loca...-Dijo entre dientes. Yo me reí por lo bajo.-Sería bueno entonces que me explicaras un poco tu locura.-Dijo sin quitarse de encima como si fuera muy normal que dos personas se hablen estando una acostada encima de la otra a punto de besarse. Yo me alcé de hombros estando bastante abochornado por semejante posición, más porque él parecía estar muy cómodo ahí, sobre mí.-Además... ¿Yo no te había asignado tareas? ¿Qué hacías de nuevo en el cuarto?-Consideré la opción de cacarearle y fingir ser una gallina en proceso de fecundidad, pero luego noté que no me estaba gritando y que tampoco se oía molesto sino todo lo contrario. Parecía curioso por mis acciones y hasta diría que comprensivo, como si quisiera entenderme y no colgar mi cabeza disecada como un trofeo en la pared por la caza al sirviente menos efectivo de todos los cinco reinos o algo similar.-Si no me respondes voy a creer que de verdad has enloquecido, Merlín.-Yo le sonreí y acaricié la comisura de sus labios.

 

 

-Contigo es difícil no enloquecer Arthur...-Él me miró como si acabara de decirle alguna obviedad como si le hubiera dicho que era rubio. Yo solo le sonreí todavía más (Si es que eso era posible) y me removí algo incómodo debajo de él.-¿En serio es necesario que me aplastes para preguntarme si tengo el mal del cuervo?

 

-La enfermedad de la cabra loca.-Me corrigió.

 

 -Lo que sea.-Acerté a decir apurado disfrutando bastante su cara de confusión, como si no hubiera notado que me tenía por completo debajo de él hasta que yo saqué a relucirlo.

 

 -No lo necesito para preguntarte eso...

 

 -¿No?-Lo sonsaqué divertido, sonriendo de lado con mi cara naturalmente maníaca de "eso zángano, te gusta tenerme debajo de ti, admítelo". Arturo me sonrió de forma perversa y yo realmente me empecé a preocupar. Mi sensor de uke en problemas se activó violentamente.

 

-No.-Dijo divertido, como si nada.-Pero si te necesito así para esto...-Y antes de que pudiera si quiera respirar o cerrar los ojos, se lanzó violentamente a mis labios. Yo casi ni podía corresponderle al principio. No me dio chance ni de procesar lo que estaba haciendo. No entendía, por ejemplo, porqué sus dientes se empeñaban en morder mis labios o porqué su lengua jugueteaba con la mía o porqué sus manos siempre eran tan rápidas que me manoseaban por completo de un segundo a otro sin darme tiempo de decir "eso si me gusta" o gritarle "eres un maldito pervertido" (Cosa que era cierta pero que no le gritaría porque sonaría a uke en celo). Arturo se detuvo de golpe y regodeándose como de mi reacción me sonrió perfecto.-¿Confías en mí Merlín?-Y... ¿A este de la nada qué mosco le picó? Yo quedé, claramente, muy fuera de base. Sobre todo porque el sabor de sus labios seguían en los míos. Tartamudeé varias incoherencias antes de poder decir algo claro.

 

-Con los ojos cerrados.-Acerté a decir. Él me sonrió y luego se me quitó de encima. Estuve a nada de decirle "no, vale, no seas así aplástame un ratico más" pero me contuve.

 

-Entonces deja de vigilarme 24/7. Puedo cuidarme solo.-

 

-Claro, sí, por supuesto.-Dije bajándome corriendo de su cama mientras corría literalmente hasta la puerta bastante abochornado de que él se diera cuenta de toda mi preocupación y mi histeria por su persona.

 

 -Claro a menos de que sepas de algún peligro que yo ignore...-yo me detuve y lo vi fijamente pensando que con él todo es potencialmente peligroso. Hasta las almohadas son peligrosas, nunca se sabe cuando se ahogará cuando duerme tiene el sueño tan pesado que no notaría nunca que no está respirando...

 

 -No, no Sire.-Dije nervioso abriendo la puerta.-Me retiro.-Arturo se cruzó de brazos y me miró como diciéndome "esooo te gusto y te preocupas por mí".

 

-Está bien entonces vuelve a tus labores.-Me dijo, así sin gritos y sin jarrones voladores.-Y ah Merlín...-Me detuve una última vez a verlo.-Joaquín es un nombre realmente malo para un ácaro.-Yo me reí y haciéndole una pequeña reverencia salí de la habitación pensando que sin duda debo tomarme un calmante o no sobreviviré a una vida al lado de Arturo.

 

Caminé dos pasos. Literalmente di solo dos pasos más allá de la habitación de Arturo cuando el peligro me plantó en el suelo."Ayúdame, por favor". La voz en mi mente había sonado tan nítida, tan creíble, tan aterrada que me quedé de piedra en mi sitio como si no me creyera eso. Miré a todos lados para asegurarme de que no estaba loco pero lo único que pude ver era cómo mi buen juicio huía desnudo de mí hacia una vida libre y salvaje. Alterado retrocedí los dos pasos que había dado sin percatarme de que la voz de mi cabeza había sonado demasiado aniñada para ser de Arturo y entré de golpe en su habitación. Él levantó la vista de la mesa en la que revisaba los papeles y encarnó una ceja, antes de que emitiera alguna pregunta obvia le sonreí y me alcé de hombros.

 

-Solo me aseguraba de que no estuvieras matando a Joaquín.-Luego cerré la puerta de golpe y me apoyé en ella tratando de controlar mi respiración agitada. Esto sin duda está acabando con la poca cordura de la que me queda. Solté un suspiro y caminé. Esta vez tardé unos tres pasos en detenerme. La voz pidiéndome ayuda volvió. Miré a todos lados asegurándome de que en realidad no había nada malo, que no había ningún sensor para que Arturo me jugara una mala broma pidiéndome ayuda justo cuando pasaba por ahí y la única solución posible y razonable que logré darme en medio de la extrañeza y la incertidumbre del momento fue que Arturo estaba herido y no me lo quería decir.

 

Y como me lo estaba ocultando, claramente, su subconsciente me lo declaraba de forma mágica e irracional en mis propios pensamientos. Creyendo que era eso lo que realmente estaba sucediendo, que no estaba loco ni mucho menos, volví sobre mis pasos hacia la habitación de Arturo, quien esta vez me esperaba cruzado de brazos al frente de la mesa como sabiendo mejor que nadie que volvería a entrar de golpe a su habitación. Me sonrió con superioridad y yo, sintiéndome como un completo idiota, me le acerqué mientras cerraba la puerta abochornado. -Solo quería estar seguro...-Empecé a decir bajo.-Ya sabes... Asegurarme de que estás completamente bien y que no necesitas mi ayuda en nada.-Arturo me miró como si tuviera tres cabezas. Yo estaba bastante preocupado, por loa gritos y el pedido de auxilio que sonaba en mi mente cada vez que me apartaba de él.

 

-¿Te parezco alguien que está herido?-Dijo acercándose mientras me mostraba su cuerpo perfecto con sus manos extendidas en un ademán de "mírame y pierde el sueño toda la noche" yo me alcé de hombros sin perder la preocupación. Quizá tenía la herida escondida para que yo no sé la viera o algo así. Quizá este Arturo es realmente un impostor y el verdadero está amarrado en el armario y amordazado... Eso explicaría por qué solo suena en mi mente.

 

-Solo quería asegurarme...-Dije dudando de si saltar y quitarle la peluca mientras le grito "impostor" o si esperar pacientemente a que él mismo se delatara por completo. Arturo me vio ahora sí bastante confundido por mi actitud sospechosa. Luego soltó un suspiro y se acercó lentamente a mí.

 

-Te lo demostraré entonces, ya que estás tan exageradamente preocupado.-Yo no sabía si él pensaba quitarse la peluca al frente de mí y confesar, o desvestirse para que yo viera que estaba en perfecto estado, pero nunca pensé que caminaría hasta donde yo estaba, tomaría mi rostro en sus manos y me besaría pausadamente en un arrebato violento y estático a la vez que me hizo colisionar de golpe contra la pared, con él encima y su rodilla entre mis piernas temblorosas que no hacían más que temblar por él y solo por él. Cuando se apartó sus labios se llevaron consigo el último suspiro de queja que me quedaba. Estaba rojo y alterado. Mi mano helada se posó sobre la suya que aun sostenía suavemente mi rostro a menos de 3cm de distancia. Casi no le pude sostener la mirada.-¿Mejor?-Preguntó divertido. Yo lo miré dudando seriamente de si el verdadero Arturo me besaría tantas veces y con tanta tranquilidad en un solo día.

 

-Todavía no estoy del todo seguro.-Dije basado en mis sospechas pero para él fue un motivo para sonreír y volver a besarme. Yo pensé que la cosa se quedaría ahí, en un violento arrebato de placer donde él me acorrala como a su presa en contra de la pared. Pero no. Ese segundo beso vino incluido de mordiscos, lamidas, movimientos rápidos y un arrebato furioso de tomar mi camisa entre sus manos y jalarme con él, a punta de gemidos y estremecimientos de placer, hacia la cama donde literalmente me lanzó como si yo fuera su juguete sexual preferido.

 

 A mí se me olvidó todo. Mi mente dejó de funcionar por completo. Tan solo podía sentirlo a él encima y su lengua húmeda con la mía. No había nada más. Solo él. Solo Arturo encima de mí. Y me abochorna algo decir que lo estaba disfrutando bastante (Ese condenado besa demasiado bien) pero no se puede vivir por siempre en trances de placer. "Ayúdame" sonó en mi mente y yo reaccioné. Empujé a Arturo lejos de mí en un arrebato de miedo y este de la impresión cayó al suelo claramente enojado.

 

-Tengo que irme.-Me excusé mientras salía a toda velocidad.

 

-MERLÍN-Pero yo ya estaba fuera de su alcance. Estando ya bastante seguro de que no era Arturo el que me pedía ayuda, salí trotando de su habitación mientras los objetos comenzaban a volar por los aires en su furia por haberlo lanzado sin querer de la cama. Troté como un desquiciado por los pasillos, miraba hacia todos lados intentando encontrar quién era el que con tanta insistencia me pedía ayuda pero lo único que lograba ver era sirvientes que me miraban con cara de "este está loco quizá si no lo vemos a los ojos no se nos contagie" y que claramente no estaban escuchando los llamados de auxilio que yo sí.

 

 Corrí por los pasillos al ser plenamente consciente de que era la voz de un niño la que me pedía ayuda y salí como asfixiado del castillo, como si llevara mucho tiempo sin respirar y necesitara aire para volver a la vida. Miré hacia todas partes, había guardias por montones arremolinados como un avispero, la gente les huía y caminaba más rápido aun pero yo seguía sin encontrar a la persona que ellos tanto buscaban. Caminé por la entrada y finalmente lo vi. Vi a quien tanto me necesitaba y pedía mi ayuda: un pequeño niño, agazapado contra la sombra de una estatua de la plaza, cubierto con una larga capa azul y temblando, me miraba a lo lejos con sus ojos expresivos azules.

 

Yo me quedé de piedra, más que las envidiosas estatuas de ese sitio. Se veía realmente asustado, temblaba y estaba cada vez más pálido de lo que se puede mencionar. (Y yo creyendo que era el troglodita de Arturo quien me llamaba, sí claro, premio al error del año Merlín). Lo miré fijamente mientras me recostaba casual y ordinario en el muro de la entrada para que los guardias no sospecharan de mí. Ya saben, tipo: estoy aquí, muy casual creyéndome estatua sin hacer nada ilegal ni escuchando la voz del pequeño niño mágico que quieren matar. "Ayúdame" sonó en mi mente "Ellos me matarán". Yo lo miré fijamente aun más impactado. "¿Por qué te están persiguiendo?" pensé en mi mente. Luego los guardias se acercaron demasiado. "¡Ayúdame!" me lo pensé un segundo y ascendí. "Ven por aquí, CORRE".

 

El pequeño me obedeció y echó a correr hacia una entrada lateral a la principal. Los guardias lo vieron casi instantáneamente. Yo salté el muro de la entrada principal y sin preverlo aplasté a uno de ellos retrasando a los demás. Si lo hubiera planeado no me hubiera salido tan bien. Alcancé al niño cuando logré ponerme de pie algo adolorido. Corrí tomando su pequeña y muy sudorosa mano helada por todo el castillo. Los gritos de los guardias nos pisaban los talones, mi corazón era una batería andante, ya no tenía aire y los guardias estaban a unos pocos pasos de alcanzarnos. Tratando de ser lo más rápido que podía, giré a la derecha y aprovechando que no me veían entré en la habitación de Morgana. Ella y Gwen detuvieron de golpe su conversación cuando entré abruptamente.

 

-Merlín, las puertas se hicieron para ser tocadas.-Yo tomé al niño de los hombros y las vi preocupado.

 

 -Los guardias lo están persiguiendo, ya no sé qué hacer.-No lo sabía, nunca antes había traficado un niño en mi vida. Morgana y Gwen me miraban como si sospesaran en sus mentes qué tan valioso era para ellas mantener sus cabezas pegadas a su cuello. Yo juraba que me echarían y me delatarían de inmediato pero luego vi en Morgana una especie de brillo en sus ojos al ver al pequeño como si su existencia tuviera sentido de golpe. Todo dependía de ellas en ese instante, las voces de los guardias sonaban hasta el final del pasillo.

 

 -Escóndanse detrás de la cortina.-Yo ascendí sumamente sorprendido de la preocupación sobre protectora y hasta materna de Morgana. Casi, casi y nos echa la bendición y todo. Corrí a esconderme guiando al niño conmigo viendo como Gwen se veía preocupada y constipada de que arriesgaran su cuello sin su consentimiento. El niño temblaba bajo mis manos, sin duda alguna estaba aterrado. Yo cerré la cortina pensando "sé invisible, sé de concreto piensa como una pared y no te descubrirán". Los guardias tocaron la puerta del cuarto de Morgana como unos desquiciados, yo tragué con dificultad cuando escuché la puerta abrirse.

 

-Disculpe My Lady.-Dijo uno de los guardias. Sentí cómo ese pequeño niño temblaba de miedo de solo escucharlos y temí por su vida como si fuera la mía.-Estamos persiguiendo a un peligroso mago, ¿Lo ha visto?-Sentí que el aire era insuficiente y eso que detrás de esa cortina había bastante espacio. El niño se puso rígido al frente de mí.

 

-No, para nada. Aquí solo estamos mi criada y yo.-Respondió Morgana.

 

-Por su seguridad será mejor que mantengan las puertas cerradas.-Morgana ascendió rápidamente.

 

 -Por supuesto, muchas gracias.-Dijo y lo cerró pasándole candado a la cerradura. Yo sentí que pude respirar. Morgana corrió hacia nosotros y antes de que pudiera decir algo o preguntar algo el pequeño se desmayó en nuestros brazos. Yo casi que les digo "les juro que yo no fui, se desmayó solito" pero la cara de mamá asesina de Morgana me detuvo de decir cualquier cosa. Se veía homicida y preocupada cono nunca. Entre los tres cargamos al pequeño e hicimos una pequeña cama ahí mismo. El pequeño estaba sangrando.

 

Rápidamente intentamos hacerlo reaccionar y ayudarlo pero nuestros conocimientos sobre medicina son exactamente los mismos que nuestros conocimientos sobre física cuántica es decir son nulos. El pequeño tenía intervalos de lucidez, abría los ojos desorbitados y luego los cerraba de golpe como si luchara consigo mismo por mantenerse despierto y consciente. No hacía falta ser un genio para darnos cuenta de que estaba sufriendo una agonía bastante amplia.

 

Morgana y Gwen intentaron ayudarlo a mantenerse consciente mientras yo me asomaba por la ventana donde una acumulación de gente se reunía alrededor de la plaza principal. Entonces entendí que estaban a punto de cortarle la cabeza al mago adulto que había traído consigo al niño. Yo miré a Morgana y ella se acercó a la ventana para ver conmigo la entrada triunfal de Uther, imponente, poderoso, asesino. Seguido de Arturo, la esperanza, la luz, la rebeldía. Era como ver la inminente oscuridad de la noche seguida del sol radiante y esperanzador del amanecer.

 

-Nos reunimos aquí para acabar con un enemigo de Cámelot, este druida será castigado por usar magia y hechicería en contra de mi reino. Cualquiera que esté ocultando a su cómplice será acusado de traición y ejecutado como tal.-Morgana y yo nos vimos mientras una gota de sudor frío nos recorría la cara. Tragué con dificulta y por una especie de morbo terrorífico no pude apartar la vista del verdugo que se preparaba para degollarlo.

 

-El odio a la magia te destruirá, Uther Pendragón.-Esas fueron las últimas palabras del mago, seguidamente el hacha se alzó hasta los cielos y descendió a los infiernos hasta rebanarle la cabeza. Un grito frío y gélido por parte del niño se esparció por la habitación, desgarrador, filoso e hiriente, entró en cada uno de nosotros y se esparció por el aire hasta incluso romper el espejo del cuarto. Sea quién sea este niño, su poder es increíblemente grande para la corta edad que tiene. Inmediatamente después de gritar, cayó inconsciente en el lecho improvisado. Su magia estaba enferma, tanto que descendía poco a poco a los brazos del Hades. Todos corrimos a ayudarlo. La verdad es que ninguno sabía qué hacer exactamente, si lamerle la sangre, esparcir en el aire aroma de albahaca o si correr por Gaius y meterlo en el paquete de "arriesga tu cuello gratis" con nosotros.

 

 -Tenemos que ayudarlo. Después vemos cómo lo sacamos del castillo sin que Uther se entere.-Yo miré a Morgana realmente asombrado de que la pupila del rey fuera capaz de desacatar las reglas de tal forma.

 

-Merlín, necesitaremos a Gaius.-Ahora sí la vi como si estuviera completamente loca o zafada.

 

-Es demasiado peligroso meter a Gaius en esto, Morgana.-Dije decidido a no arriesgar más cuellos de los necesarios.-Será un verdadero milagro si no nos descubren a nosotros tres ocultándolo. Así que no implicaremos a nadie más. Puedo tratarlo yo.

 

-¿sabes de medicina?-Preguntó Gwen impactada. Estuve a nada de responderle "tanto como sé de astrología" pero me contuve.

 

-Aprendo rápido.-Me limité a decir, pensando en que no tenía ni idea.

 

-Entonces tendremos que ser lo más precavidos posibles.-Por los dioses, me ofende que Morgana diga eso. Precavido es mi segundo nombre. Claro que trafiqué un hipogrifo bebé por el castillo y claro que también intenté que Lancelot pasara inadvertido por los pasillos y ninguna de las dos resultó bien pero con el historial que me gasto en traficar cosas prohibidas por el castillo, un niño no será problema.-Así que lo mejor será que Merlín vaya con Arturo para que él no sospeche nada.-Yo las miré a ambas con cara de "claro, mándenme a la boca del lobo. Denle, es porque soy flaco y pobre ¿no?" pero al final solo ascendí y acepté ir donde el rubio solo para guardar las apariencias. Digo, si sería demasiado raro que de un día para otro yo dejara de perseguir a Arturo cual sombra por el castillo sin dar mayor razón de ser. Y lo que es mejor, que deje de perseguirlo para irme con Morgana y Gwen a su cuarto. Una de dos, o descubre que ocultamos al niño en los aposentos o pensará que estamos haciendo una orgía.

 

Salí de ahí lo más rápido que pude pensando en que si él realmente pensaba que estábamos haciendo una orgía no solo sería bochornoso explicar y demostrar lo contrario sino que también, nuestras cabezas rodarían con más rapidez que como si descubriera al niño traficado. Porque, piénsenlo como lo pensaría Arturo, podría perdonar que ayudáramos al niño porque bueno es entendible, es un niño pequeño y estaba sangrando. Pero ¿Hacer una orgía y no invitarlo? Eso no tiene perdón de Dios. Corrí buscando a Arturo por todas partes, hasta que me enteré de que estaba en la sala de consejo con su padre. Iba a tocar la puerta para entrar y enterarme del chisme completo pero los gritos de Uther y las palabras firmes de Arturo tenían tal volumen que se podía escuchar todo con una claridad mejor que la de estar adentro con ellos. Me quedé al lado de la puerta escuchando y esperando a que Arturo saliera con los brazos cruzados en la espalda y bastante sonriente. Ese príncipe tiene todas las cualidades para ser un gran rey.

 

-Padre los druidas son gente pacífica, su "cómplice del terror y el odio" es tan solo un niño pequeño que para rematar está herido por uno de los guardias. ¿No puedes simplemente dejarlo?-Preguntó Arturo imponente, con el tono de voz que usaría un gran monarca. Yo me sentí orgulloso de él desde la puerta.

 

 -No puedo perdonar a nadie que use la magia en mi reino, Arturo.-Le gritó Uther.

 

-¡Pero ellos no estaban usando la magia, papá! Hicieron una parada en el reino para comprar suministros. ¿Es eso un crimen?

 

-¡La hechicería es un crimen Arturo! ¡No podemos demostrar debilidad perdonando a ese niño porque nuestros enemigos se aprovecharán de nosotros!

 

-Padre, a veces perdonar es una muestra y demostración de fortaleza.-Ya. Por el perro Arturo que sabio. No sabía que tenías cerebro hasta que dijiste eso. Me has robado el corazón qué distinto eres de tu padre.

 

 -Nuestros enemigos no lo verán así, busca al niño druida y mata al que lo esté escondiendo.-Uther es el ogro de la historia y no un ogro divertido y nice como Shrek, no. Es un ogro esquizofrénico con exceso de poder que sin duda alguna sufre de alucinaciones de "enemigos" y "amenazas" al reino.-Es una orden Arturo. Más te vale que me obedezcas.-Gritó furioso como si necesitara alzar la voz para darle mayor validez y mayor razón a su discurso de matar ay dar caza a un pequeño niño. Yo esperaba que Arturo se alzara, que luchara, que exigiera la libertad que ese pequeño se merecía. Pero Arturo, aunque muestra razones de ser un gran rey, sin duda alguna todavía tiene bastante por aprender.

 

-Sí padre, como ordenes.-Consintió y mi corazón se rompió un poco. Entiendo que no pueda pasar por encima del rey, pero debería luchar más por lo que él considera que es justo. Aunque a juzgar por el carácter que se gasta Uther, sin duda alguna Arturo ya está haciendo demasiado con alzarse en su contra y mostrarse rebelde a sus órdenes. Salió como alma que lleva el diablo de la sala y yo lo seguí trotando con dificultad.-Prepara los caballos. Hay un niño que encontrar.-Me ordenó. Yo obedecí sin poner mayor resistencia, pensando que tal vez sería mejor que hicieran la búsqueda con otro animal, con burros por ejemplo. Eso nos daría más tiempo a mí y a las chicas para curar al druida y sacarlo del castillo. Obedecí y cumplí las órdenes de Arturo quien claramente estaba de muy mal humor por tener que estar todo el día en el reino buscando a un pequeño niño y dirigiendo las unidades de búsqueda para que lo encontraran. Lo bueno es que si él está haciendo eso, yo puedo ir libremente con Morgana para cuidar al druida.

 

-Ya está todo listo, sire.-Dije sacando para Arturo su caballo en los establos.-Lo están esperando en las puertas del Castillos los guardias que lo acompañarán en la búsqueda.-Arturo ascendió y se acercó hasta donde yo estaba.

 

 -Muchas gracias Merlín.-Dijo por lo bajo.-No estoy de acuerdo con esto.-Afirmó.-Pero no puedo hacer nada en contra de la palabra de mi padre.

 

-Lo sé, lo entiendo.-Dije por lo bajo. Arturo me miró fijamente y luego en un arrebato de impotencia y emoción me robó un beso rápido, a penas perceptible, casi efímero e invisible pero lo suficientemente duradero para dejarme plantado ahí en mi sitio. Luego solo se montó en su caballo con agilidad y yo seguía ahí petrificado como poste.

 

-No hagas nada estúpido mientras no estoy ¿Vale?-Dijo perfecto y encantador. Yo ascendí mudo y lo vi alejarse comandando una orbe de guardias armados hasta los dientes. ¿Algo estúpido? Por los dioses me ofende. Es obvio que no haré nada estúpido... Es mejor hacer algo potencialmente peligroso e irresponsable, me sale mejor. Además ¿este qué se cree? ¿Qué cuándo vuelva me encontrará en la horca? Ni que se fuera a tardar mucho en volver, digo, si hay probabilidades de terminar allí traficando al druida más buscado del reino pero en caso de que me atrapen me ejecutarían mañana no hoy así que sus preocupaciones no tienen tanto sentido. (Aunque sí son bastante probables).

 

Apenas Arturo terminó de irse corrí a los aposentos de Gaius para buscar alguna cura a la herida del pequeño druida herido. Yo apenas abrí la puerta y entré Gaius me dedicó su ceja alzada versión acusador de la inquisición. Cerré la puerta detrás de mí pensando si tenía algún letrero de "culpable de todo delito" o algo parecido en mi frente.

 

 -Dime por favor que no tienes nada que ver en lo que está pasando.-Bueno están pasando muchas cosas debería ser un poquito más específico con lo que se refiere...-Por favor Merlín júrame que no tienes nada que ver.-Yo caminé hasta la mesa y me senté preparándome para comer.

 

-No tengo nada que ver.-Dije por lo bajo, Gaius se acercó inmediatamente a mí.

 

 -Para tener un secreto tan grande eres muy malo mintiendo.-Dijo preocupado.-¿Fuiste tú quien ayudó a escapar al druida?-Yo traté de disimular mi obvia cara de culpable en un gesto de constipación.-Merlín... Te conozco. Sé que me ocultas algo.-Yo me alcé de hombros, lo mejor será mantenerlo a él fuera de todo este problema para que haya menos cuellos en peligro.

 

-Si Gaius, la verdad es que te oculto algo... Arturo me besó.-Esa nadie se la esperaba Ni siquiera yo me lo esperaba. Este fic sí que está lleno de sorpresas y momentos gratos vale. Gaius me miró fijamente por minutos enteros con su expresión de "IM PAC TA DO". Y yo, viendo que esa mirada no se le iba a ir en un largo rato, decidí empezar a hablarle y romper el silencio.-Mira sé que es impresionante y que no te lo esperabas pero no pude hacer nada, fue Arturo quien me besó a mí no yo a él.-Arturo siempre es el que me besa. A lo que hemos llegado hablar de algo tan bochornoso con Gaius para disimular que estoy traficando algo ilegal y mágico en el castillo como siempre. Gaius seguía con su cara de IM PAC TO. Así que seguí hablando.-Y mira no es que me esté justificando como el uke de la relación ni mucho menos es solo que yo soy su sirviente personal, y sabes cómo es eso, prácticamente vendes tu alma al diablo y ya conocer a Arturo. Ese príncipe tiene una sexualidad muy variada y despierta y...

 

-¿Fue un beso de lengüita o...?-Esa tampoco me la esperaba. Que me interrumpiera para preguntarme eso. Ahora era yo el IM PAC TA DO. Así tal cual de golpe y sin anestesia. Me quedé como en blanco unos segundos y luego me paré de golpe de la mesa.

 

-Bueno ha sido hermoso conversar contigo pero tengo varias cosas que hacer y Arturo me encomendó unas tareas así que lo mejor será que vaya a hacerlas.-Dije rápidamente pero Gaius me tomó del brazo y no me dejó moverme.-Gaius en serio no te daré ningún detalle sobre eso.-Dije rojo hasta la médula.

 

 -Merlín siéntate.-Dijo mientras me obligaba a sentarme. Qué poca democracia.-Es el momento de que hablemos de temas muy importantes. Ya que pasas mucho tiempo con Arturo lo mejor será que te advierta sobre algunos temas de interés.-Ay no... Ya se va a poner sexoso Gaius y me hablará de cuando una abejita quiere mucho a un abejito. No, no. Lo mejor será que huya.

 

-Gracias a Gaius pero no necesito que me informes de asuntos sexuales, puedo cuidarme solo.-Dije mitras me ponía de pie.

 

 -Iba a hablarte del pasado de Arturo... Pero si puedes cuidarte solo entonces...-Yo frené. ¿Qué él iba a hablarme de qué? Lo miré como si me acabara de decir que tenía la fórmula de la felicidad eterna y yo no la supiera. De inmediato caminé hasta la mesa y me senté de nuevo al frente de él.

 

-¿Cómo que su pasado?-Gaius se regodeó de saber más que yo sobre eso por unos cinco minutos, en los que el bochorno por creer que me echaría el cuento de las abejitas no disminuyó ni un instante.

 

-Claro que te puedo hablar de otra cosa... Si quieres que hablemos de sexo podemos hacerlo.

 

-No.-Dije de inmediato.-Estoy bien así, ¿Qué me ibas a decir de su pasado?

 

-Merlín tú eres el único con el que Arturo está siempre en contacto. Hace mucho él era una persona muy distinta. Un niño increíble y lleno de inocencia. Por desgracia esa parte de él se ha ido consumiendo lentamente... Pero tú puedes cambiar eso.-Claro todo yo también mándenme a buscar el santo Grial. Denle.-Si logras recuperar esa parte olvidada de él... Bueno, descubrirías a un Arturo completamente distinto.-Básicamente no me está diciendo nada nuevo.

 

-Recuperarlo...-Musité por lo bajo.-Sería más fácil si me mandas en busca del Grial.-Gaius se rió por lo bajo y se alzó de hombros.

 

-Inténtalo por lo menos.-Dijo mientras yo me devolvía a la puerta algo desilusionado de que eso fuera lo magnífico que me iba a decir de su pasado.-Tienes su confianza ahora, Merlín. No la pierdas.-Yo ascendí solemne y salí rápidamente de la habitación pensando en que seguramente, con la suerte y el destino que me gasto, perderé su confianza con la misma rapidez con la que perderé mi cabeza si Uther se entera que estoy traficando al niño druida en el castillo justo en frente de sus narices.

 

La buena noticia es que Arturo sigue buscando al niño druida en el pueblo hasta debajo de las piedras. La mala es que sin duda alguna no tengo ni la más remota idea de cómo hacer para que el niño druida se cure de su herida. Así que corrí hasta las habitaciones de Morgana con algo de comida temporalmente prestada de la cocina y unas mantas limpias para él. Cuando entré, Morgana estaba tan pálida que parecía un espectro del más allá. Y la cara de Gwen ni se diga... Todo un poema de preocupación y espanto. Fui directo a donde el pequeño ardiendo en fiebre temblaba. Intenté darle de comer pero estaba muy débil para hacerlo, decidí arroparlo hasta los hombros y miré a Morgana contagiándome de su preocupación de madre abnegada.

 

 -¿Y bien? ¿Cuál es el plan?-Preguntó Gwen acercándose a nosotros dos.-¿Adoptarlo y ser sus madres sustitutas mientras Uther intenta cortarnos las cabezas a todos?

 

-Y pensaba que yo era el negativo de la situación.-Comenté por lo bajo.-Hay que curarlo, luego devolverlo.-Sonaba tan bonito.

 

-No podemos llevarlo con su gente si está en ese estado.-Concordó Morgana conmigo. No parecía la misma mujer peligrosa e imparable que se las juega todas en una broma. No. Parecía más bien una niña aterrada por el futuro de su hermanito en peligro con la preocupación de una madre sustituta.-Por ahora debemos curarlo... Ya sé que Gaius no es una opción, pero Merlín, si vas a curarlo tú tienes que hacerlo rápido.-Vi al druida convaleciente en su cama y me quedé más que en blanco. No tenía ni idea de qué hacer para detener la sangre o curar su herida en el brazo. Necesitaba consultar los libros de Gaius para tener más o menos una idea de qué hacer, pero estaba seguro que si le pedía ayuda iba a terminar hablándome de los peligros del sexo. Así que era mejor mantenerlo a raya de todo esto. Por mi bien psicológico y por el de su cuello. Los tres nos quedamos viendo las caras sin saber qué hacer o decir. Y estuvimos así hasta que anocheció y Gwen tuvo que irse. No teníamos ni ideas ni planes que nos sacaran de esta.

 

Cuando yo ya estaba a punto de desertar y decir: donémoslo a una manada de lobos, ellos serían mejores madres sustitutas que nosotros, tocaron la puerta. Morgana y yo nos pusimos alerta de inmediato, la palidez se mudó a nuestro rostro y nuestros pulsos cardíacos se fueron a volar. Ella decidida a enfrentarse a todo y a todos para proteger a su pequeño niño druida, cerró la cortina roja mientras con una morada fulminante y decisiva iba a abrir la puerta. Yo me oculté lo más que pude pero sin dejar de ver a través de un pliegue de la tela.

 

-Hola Arturo, qué sorpresa tenerte por aquí.-Morgana nació para actuar y fingir ser inocente definitivamente. Arturo, siempre tan delicado, no se limitó a quedarse en la puerta sino que entró de golpe a la habitación sin el permiso de Morgana quien empezó a seguirlo nerviosamente desde atrás.-¿Qué haces?-Preguntó ella intentando mantener su voz de inocencia pero los nervios la delataban. Aunque no creo que se note, su sonrisa lo disimula todo, hasta los asesinatos si ella quisiera disimular algún cuerpo sin vida oculto. Aunque a este paso el único cuerpo sin vida oculto será el del druida...

 

 -Mi padre me ha ordenado que revise el castillo. El chico druida no aparece por ninguna parte del pueblo, así que suponemos que alguien lo está escondiendo en el Castillo.-Dijo Arturo mientras revisaba toda la habitación de Morgana con ella siguiéndolo muy de cerca.

 

-No creas que te dejaré fisgonear entre mis cosas Arturo.-Dijo nerviosa, yo casi no tenía aire, casi ni respiraba. Arturo miraba por todas partes y la cortina roja echada era una muy buena señal para sospechar de ella y correrla. Sin duda alguna nos descubriría.

 

-No me interesan tus cosas.-Dijo él con su franca sinceridad hiriente.-Solo busco y me aseguro de que no haya ninguna señal de que el niño druida haya estado por aquí.-Yo respiré profundo con dificultad y luego miré a Morgana que me dedicó una mirada solemne.

 

-Está bien.-Dijo ella de golpe atravesándosele al frente e impidiendo su paso de golpe. Arturo frenó en su intento de seguir inspeccionando el cuarto, más específicamente buscar en la zona en la que yo estaba ocultando a un druida hirviendo en fiebre.-El niño druida que buscas está detrás de esa cortina roja.-Dijo Morgana yo estuve a punto de desmayarme de la impresión. Lo dijo tan tranquila, tan relajada como si le acabara de dar la dirección del puesto de fresas en el mercado y no la ubicación de un niño inocente que claramente estábamos intentando ocultar todo el día. Arturo la miró mientras colocaba sus manos en su cintura, su típica pose de ceño fruncido que significa "no te creo nada".

 

-Me quieres hacer quedar como un tonto.-Dijo enojado. Morgana le sonrió aun más.

 

-No necesitas ayuda para quedar como un tonto.-Arturo se ofendió.

 

-¿Por qué no te vas a peinar o hacer lo que haces durante todo el día?-dijo enojado caminando hasta la puerta.

 

-Siempre es un gusto tenerte de visita Arthur.-Dijo ella victoriosa y luego él terminó de salir con su típico portazo de diva molesta. Por poco y no vivimos para contarla.

Morgana se acercó a mí con su cara de victoria y de "todo está bajo control". Yo seguía sin poder respirar. Esta casi hace que me muera de un infarto cuando le dijo dónde estábamos.

 

-Sé tratar a Arturo.-Me explicó arrodillándose frente al pequeño.-Lo conozco desde hace mucho tiempo.-Si, sin duda sería bueno que me diera unas clasesitas sobre eso, me ahorraría muchos gritos y el rey dejaría de tener escases de floreros para el cuarto del príncipe.-Lo mejor será que vayas con él Merlín.-Me dijo mientras le medía la temperatura con la palma de su mano y su expresión se llenaba de una muy fuerte preocupación que cualquiera notaría y que era muy pero muy nueva en ella.-Estará molesto, frustrado y cansado. Si no te ve a su lado enloquecerá aun más.-Yo ascendí. Es increíble que todos en este sitio crean que tengo tal poder y tal conexión con Arturo. O sea la mayor parte del tiempo estoy intentando no ser noqueado por él. Eso debería ser tomado en cuenta antes de que digan esas cosas. Aún así salí en su búsqueda.

 

Como siempre, Merlín en el cuidado intensivo de Arturo 24 horas mal pagadas (ni siquiera me pagan para empezar). Busqué a Arturo en su cuarto, por alguna extraña razón estaba sumamente callado. No se escuchaba ningún ruido. Creí y todo que no estaba en su cuarto. Entré y hasta incluso toqué la puerta al hacerlo, asustado de que le hubiera dado algo o que la bruja del mar le hubiera robado su voz.

 

-Oh Merlín... Menos mal que viniste. Pasa.-Nunca antes había visto a Arturo tan feliz de que yo le sirviera en la noche.-Necesito que me ayudes a preparar todo.

 

 -Se ve cansado Sire...-Exclamé sorprendido mientras lo ayudaba a preparar su cama.-Un día difícil ¿eh?-Él se dejó caer en su silla mientras se masajeaba la sien con expresión de agotamiento.

 

-Ese niño druida es más difícil de encontrar que una aguja en un pajar... Lo peor es que mi padre está pagando su frustración conmigo.-Como era de esperarse de Uther, nada nuevo. Me sorprendería si no hiciera eso y estuviera calmado con toda esta situación.

 

-Es el rey... Tiene miedo de que su reino esté en peligro.-Comenté tendiendo la cama sintiéndome culpable del agotamiento de Arturo. Lo mejor era salir corriendo de esa habitación antes de que el sentimiento se incrementara.-¿me necesita para algo más?-Pregunté cruzando mis manos en mi espalda. Arturo dejó de masajearse con el dedo índice y luego me miró fijamente, miró la cama ya preparada y hecha para luego ponerse de pie.

 

-Creo que eso es todo...-Dijo inseguro y cuando yo iba a emprender la huída...-Por cierto Merlín ¿en dónde estabas?-Me alcé de hombros como restándole importancia.

 

-Estaba con Lady Morgana.-Dije lo más respetuoso que pude.-Me estaba pidiendo ayuda en un asunto.-Arturo ahora sí me vio con gesto constipado.

 

-¿Un asunto? ¿Qué clase de asunto? Acabo de revisar su habitación y tú no estabas.-Vamos pero denme un premio. Premio al delator más tonto del año. Vamos, háganlo.

 

-Yo... Ella me pidió ayuda cazando una rata.

 

-¿una rata? ¿Acaso tú eres su gato personal?-Preguntó Arturo bastante molesto.-Recuérdanos una cosa a los dos, Merlín.-Dijo cruzándose de brazos mientras se acercaba.-¿De quién eres sirviente personal?-Le dediqué mi mejor mirada de incomprensión.

 

-Emmmm ¿tuyo?

 

-Bingo. ¿Y quién es el que te mantiene en un trabajo estable?-Y mal pagado, se olvidó mencionar la clara obviedad de que es muy mal pagado mi empleo.

 

 -Tú.-Dije obvio.

 

-Exactamente.-Dijo acercándose igual de molesto.-Y como tal quiero saber, ¿qué haces cumpliendo las órdenes de Morgana?

 

-¿No puedo hacerlo?-Lo desafié.-Es la pupila del rey y yo un sirviente.

 

-No, Merlín. Ella es la pupila del rey y tú eres MI sirviente.-Y ahora lo que me faltaba es que Arturo me hiciera tal escena de celos y remordimiento por alguien como Morgana, la obsesionada por el niño druida... Esto es el colmo de los colmos.

 

-Nunca dijiste que no podía ayudarla.-Traté de restarle importancia al asunto pero realmente Arturo estaba volviéndose un volcán en erupción en estos momentos.

 

-¡Pues te lo estoy diciendo ahora! ¡No puedes hacer los pedidos de Morgana!-Me gritó molesto.-¡No puedes ni debes hacer nada de lo que ella te pida! ¡Solo debes seguir mis órdenes!-Pero, ¿Por qué está tan histérico? Ni que me hubiera pedido que me desnudara. Bueno, sí me lo pidió pero eso fue antes de que fuera su sirviente. Así que eso no cuenta.

 

-Como usted diga, mi lord.-Dije inclinándome un poco y pensando que ojalá dejara de gritarme tanto para que pudiera ir con Morgana a ayudarla con el druida.

 

-Me lo estás diciendo apropósito para que deje de gritarte, Merlín.-Dijo furioso.-¿Me crees idiota?-Si pero si se lo digo se ofenderá de lo lindo conmigo y ya está bastante endemoniado en estos momentos.-Te conozco y sé que apenas salgas por esa puerta irás con ella. Entiéndelo no pasará. Ella es de la nobleza. Tú un plebeyo. Jamás pasará. Y si sigues haciendo sus mandados en vez de los míos cuando sea rey me aseguraré de que eso no pase jamás.-Vaya... Nunca había escuchado a Arturo amenazarme con lo que hará cuando sea rey... Esta es nueva. Mi sorpresa fue más que notoria, él siguió enojado y claramente ofendido.

 

-No volverá a pasar, Sire.-Dije tratando de calmarlo un poco y supe que no iba a llegar a ninguna parte con él cuando se me acercó silencioso rumiando algo en mi contra mientras me veía con esa fijeza gélida de quien planea un asesinato en silencio.

 

 -Me aseguraré de que lo hayas entendido.-Dijo serio caminando hasta su silla y sentándose en ella. Yo lo miré expectante sin saber qué esperar o qué iba a hacer ahora.-Bien Merlín, como mi sirviente entiendes que debes seguir solo mis órdenes. Bien, ya que entiendes eso, lo mejor sería asegurarme.-Seguí viéndolo sin entender qué pretendía.-Necesito comprobar que me eres leal así que ven acá.-Yo me acerqué a su silla hasta que él pudo tomar mi muñeca en sus manos y jalarme hasta él casi obligándome bruscamente a agacharme al frente de él. Bueno, no casi. Si me obligó.

 

-Arturo no creo que...-Intenté protestar pero él me acalló tomando aun más fuerte mi muñeca.

 

-Eres mi sirviente así que no te quejarás.-¿Desde cuándo es tan dominante? dioses... Solo le falta el látigo o el martillo de Thor y ya me resolví yo. Mi cara enrojeció por completo cuando se me acercó de golpe.-Bésame.-Dijo firmemente, ya. Este ha perdido un tornillo como su padre, si quiere cazo las ratas de su habitación también pero ya toda esta humillación de hacer que me agache en el suelo y él se incline sobre mí tan dominante... Es excesiva. Excesiva y letal. Mi pulso cardíaco no lo soportará por mucho tiempo.

 

-Pero...-Empecé a decir abochornado pero, por supuesto que claro que Miss Tiranía no me dejó dar queja alguna.

 

-Es una orden, Merlín.-Dijo bruscamente.-Y como MI sirviente debes obedecerme.-Este acabará con el adjetivo posesivo "mi" si seguimos teniendo esta conversación. Yo lo miré por unos instantes bastante apenado, ¿por qué la humillación de dominación? ¿No puede decir "por favor"? No. Claro que no. Yo solito me respondo. Solté un suspiro resignado, lo miré a los ojos que brillaban de rabia y terminé de acercármele. Le di un beso casi casto en los labios de lo poco que me moví sobre ellos. De hecho fue un simple contacto labio a labio sin mayor movimiento pero lo suficientemente nocivo para hacerme enloquecer. Inmovilizarme. Petrificarme.

 

Me alejé unos segundos después, queriendo pararme por el dolor en mis rodillas y lo muy abochornado que me sentía de estar en esa situación. Pero Arturo no me lo permitió. Siguió tomando mi muñeca fuertemente y manteniéndome cerca de él.

 

-¿Feliz, sire?-Pregunté con algo de rencor por abusar así de su poder sobre mí. Arturo me sonrió perverso.

 

-No, la verdad no. Eres bastante inútil como sirviente.-Pero, ¿por qué el bullying psicológico? Este acabará con la autoestima que acuchilla día a día.-Y bastante malo besando.-Añadió, así, poniendo el dedo en la herida. ¿Escuchan eso? Es el sonido de mi autoestima agonizando. Pero bien que me pide que lo bese ¿no? Se pasa de cretino. En serio. Aun así sonrió ante mi ceño fruncido y mi cara de bochorno.-Así que ni modo, tendré que encargarme de eso también.-¿Cómo que encargarse? ¿De qué habla?-Abre la boca Merlín.-Quedé tan impactado con esa orden que lo único que pude hacer, quizás de forma inconsciente, fue cerrarla incluso aun más de lo que ya mis labios fruncidos estaban.-Obedece.- Obey y él pues. Como era mi muñeca la que se estaba quedando sin circulación, obedecí.

 

 

Hice lo que él quiso que hiciera y abrí la boca con algo de miedo y bochorno. (¿Algo? Estaba más rojo que San Nicolás en Navidad). Arturo solo se limitó a sonreír de forma pervertida y tomar mi rostro con fuerza con su mano libre. Las rodillas me dolían más por seguir agachado que lo mucho que apretaba mi rostro con su mano dirigiéndolo hacia el suyo. Se inclinó hacia mí y toda molestia se eliminó de mi cuerpo cuando sentí su lengua cálida y húmeda entrar de golpe y sin pensarlo en mi boca abierta de par en par. Casi sufro de un paro ahí mismo. (Si fuera mujer ya sería cascada). Arturo jugueteó con mi lengua varios minutos manteniendo el control absoluto de mis movimientos. Sentí su lengua en todas direcciones y temperaturas. Y no podía hacer nada para evitarlo. No quería evitarlo. Cuando terminó de juguetear se apartó y me miró sumamente divertido con mi expresión de uke en celo.

 

-Creo que ya lo estás entendiendo.-

 

 -Lo entiendo.-Dije queriendo acabar con ese bochorno pero su risa malvada de Cristian Grey medieval me dejó claro que no iba a creerse eso ni porque estuviera escrito en la biblia.

 

-Solo para asegurarme...-Dijo por lo bajo perverso y antes de que yo pudiera siquiera pensar en lo peor, correr por mi vida, quejarme o rezar, ese seme violento se lanzó a mis labios con ferocidad. Tanto que casi ni podía respirar. Me estaba comenzando a marear, todo daba vueltas lo único que sentía era la calidez de Arturo y sus labios succionando los míos. No sé ni en qué momento me jaló de la muñeca y me obligó a sentarme en sus piernas con mis rodillas a cada lado de su cadera en esa estrecha silla. (Tenía miedo de que se rompiera, pero si pudo con su peso entonces puede con el mío también) cuando me di cuenta ya estaba en esa situación.

 

Sentado en sus piernas, sintiendo su muy grande erección a punto de reventar su pantalón, su lengua en mi garganta y sus manos por todo mi cuerpo. Intenté quejarme pero toda queja parecía gemido de excitación porque cada vez que me iba a separar el volvía a atrapar mis labios con los suyos besándome con una sonrisa en los labios y una cara de satisfacción mejor que la de un violador en serie. Para cuando liberó mis labios estaba demasiado agitado para resistirme y no puse mayor resistencia a que me quitara la camisa y la bufanda de un solo tirón. Quedé descubierto y temblando ante él.

 

Pero no me quejé porque así pude sentir más de cerca sus manos recorriendo mi espalda, mi pecho, mi cuerpo, sus labios besar mi cuello haciendo que me arqueara de placer, sus besos saborear mi alma, los escalofríos de placer y los gemidos partirme en dos... Dioses... Estaba empezando a incendiarme. A desearlo como jamás había deseado a alguien de una forma tan física que ya su erección no era la única que incomodaba ente los dos.

 

Lo escuché reírse por lo bajo en mi oído y quise morirme de la vergüenza. Lo estaba disfrutando el condenado. Traté de mantenerme a raya para no delatarme más de que él me ponía, (aunque ya era más que obvio con la erección que me gastaba) pero él me siguió besando y tocando por todas partes y no me pude contener. ¡No pude hacerlo, no pude evitar gritar de placer y casi caerme por completo de la silla cuando él decidió que era divertido y placentero (sobre todo malditamente placentero) acariciar toda mi piel para luego bajar y tomar mi erección entre sus manos! Me tenía justo donde me quería: vulnerable y excitado, deseoso y encima de él.

 

Al carajo el bochorno. Al carajo la timidez. Al carajo la vergüenza y la moral de lo que está prohibido, al carajo todo eso. ¡Lo deseaba a él y lo quería, allí y ahora! Tomé valor para besar su cuello yo también mientras sus manos empezaban a hacer magia de verdad con el calor de mi cuerpo. Supe que había una verdadera conexión entre los dos cuando sus manos empezaron a frotarme justo como lo deseaba y mis pequeños besos en su cuello lo hicieron agitarse. Más que besos eran pequeños gemidos que le regalaba a su piel, gemidos que él estaba causando con toda causa y razón. Trataba de mantenerme firme poniendo las manos en sus hombros pero me era difícil no revolverme de placer ahí mismo y subir y bajar al son de sus manos en mi virilidad. Arturo sonreía tan plenamente que parecía que iba a estallar de dicha (aunque era su pantalón lo único que parecía a punto de reventar en esa situación) se acercó a mi oído y liberando una de sus manos tomó una de las mías. Me apenó algo que yo estuviera temblando tanto de deseo en comparación a su exquisita mesura.

 

-Tócame.-susurró en mi oído como una pequeña petición del diablo mismo. A nada de decir "todo lo que quieras". Pero gemí y no dije nada. Su mano está... Ah...-No me hagas recordarte que es una orden.-Dijo, teniendo por completo el control de la situación. Yo claramente obedecí. Soy muy buen sirviente para no hacerlo. Tomé su enorme y muy gruesa erección en mi mano manteniendo el control con la otra sobre su hombro e intenté causarle la misma sensación de éxtasis que él me estaba causando.

 

 Pero me era imposible pensar en satisfacerlo cuando él con su mano está movien... Ah... No, no puedo ni pensar bien. Arturo gimió en mi oído y ya con eso tuve todo un orgasmo auditivo. No quería detenerme, no quería parar, quería seguir ahí encima de él moviéndome y sintiéndolo moverse. Se sentía tan bien.., sus manos, sus besos en mi piel, mi cuello mi pecho... Su aroma, sus gemidos, mis gemidos... Sentí un arrebato violento de energía y a la par de una frotada más, el cuarto de golpe oscureció. Todas las luces de las velas se apagaron para de golpe volverse a encender mucho más brillantes que antes. Arturo estaba muy ocupado gimiendo por mi causa, por sentirme tan deseoso, tan enloquecido que casi ni cuenta se dio. Yo estaba aterrado. El poder que sentía en mis manos era lo suficientemente aterrador y electrizante para quemar todo el castillo.

 

Vi mi mano sobre su hombro, entre gemidos gritos y caricias, y observé con algo de pánico como la punta de mis dedos comenzaban a arder en llamas sin quemarme (ya era todo un incendio por dentro gracias a las caricias de Arturo) sin yo pronunciar ningún hechizo de fuego. Cerré los ojos sintiendo a Arturo besar mi cuello y pegarle pequeños mordiscos. Mientras más me tocaba, más mis manos se incendiaban. Mientras más me acercaba al orgasmo yo... Su mano, su movimiento, el calor, él... Mi mano toda era una llama que ardía. Arturo aumentó la presión de su mano aprisionando mi miembro y yo terminé por colisionar. El pánico me dominó.

 

Salté lejos de su cuerpo y sus besos y su mano y su deseo y su calor. Me tiré al suelo de un empujón sintiendo mi mano arder como si el fuego en ella me hubiera quemado de verdad. Arturo me sonrió divertido mientras se ponía de pie de la silla como si nada, como si solo no hubiéramos estado abrazando tiernamente. Yo escondí mi mano ardiente detrás de mí. Lo deseaba pero era claro que había perdido el control de mi magia y mi cuerpo con él.

 

-Espero que ya lo hayas entendido, Merlín.-Dijo superior caminando hacia donde yo estaba. Rogué mentalmente que se alejara antes de que lo quemara por completo ni siquiera me entraba aire. Era todo escombros y fuego. Pero no. Arturo se me acercó y se agachó al frente de mí.-Tú eres mío.-Decretó y cerró el pacto con un beso quieto que ocasionó que mi magia apagara todas las velas de un golpe. Arturo se apartó sonriendo y se fue hasta su cama.-Te veo mañana, dulces sueños.-Dijo acostándose ¿y yo? Yo eché a correr. Desnudo. Excitado. Fuera de control y literalmente quemándome. Un memorable día en mi vida sin duda alguna. Estaba tan confundido y fuera de mí, mi magia estaba tan enloquecida por su causa que apagaba todos los fuegos que veía en mi camino y los volvía a prender pero en mis manos. Ardía como el infierno. Corrí hasta el pasadizo de la pared y busqué corriendo al dragón el único ser mágico que podría ayudarme a controlarme en ese sitio.

 

-¿Hola?-Pregunté llegando a la caverna. (Y en la mente de la autora: It's me... XD).-¿Dragón?-El bendito se las estaba dando de desear y esperar mientras mi mano cada vez se incendiaba más y más. Cuando por fin apareció mi mano era un chicharrón quemado. Pero no olía tan bien como el chicharrón.-Necesito tu ayuda, es urgente.-Dije apurado y adolorido. El fuego cada vez me consumía más y más...

 

-No te ayudaré a salvarlo.-Dijo de una. Y yo pensé: ¿Pero qué tiene en contra de mi mano que no me quiere ayudar a salvarla?-El niño druida será una perdición segura. Escucha bien mis palabras joven mago. Si salvas al niño druida, acabarás con la vida de Arturo. Déjalo morir.-¿Pero de qué rayos está hablando este? Lo miré con mi mejor cara de huevo frito y me quedé IM PAC TA DO.

 

-No vine por eso...-Alcancé a decir en medio de mi sorpresa y mi estupefacción.

 

-¿Ah no?

 

-No.-Dije con tono del obvio más obvio del mundo señalando mi torso desnudo y mi mano negra.-¿Esto no te dio una pista de que no vengo por el druida?-Él solo me miró como si no le diera importancia.

 

-La verdad es que ni lo noté... Pensé que vendrías por el druida ya que yo también lo escucho.-Yo estaba entre impactado y estupefacto. Un poco de ambas o ambas completas.-Pero bueno, esto me parece más interesante... ¿Qué te pasó?-Preguntó con su tono de "ajá zángano echa tu cuento como es" pero yo me estaba quemando demasiado para avergonzarme. Estaba sudando y cada vez podía menos con el calor.

 

-Pensé que tú podrías decirme como controlar el fuego que me está obviamente apagando.-Dije como queriendo decirle: mira ya, si me vas a estar poniendo a decir obviedades mejor busco a Gaius.

 

 -Pues es simple...-Finalmente una buena noticia.-Tienes que acabar con la fuente que lo originó.-¿Y eso le parece simple al condenado?-¿Qué te puso tan caliente?-Quise gritarle por lo pervertido que sonó. Desvié mi mirada pensando que debía acabar con Arturo cosa que era imposible aunque si ayudo al druida según él lo hará así que...-¿Qué está causando que te incendies lentamente?-Preguntó. Y yo caí en cuenta. No era Arturo como tal... Era el deseo por Arturo. Lo miré sonriente y a la vez desdichado.

 

-Gracias, eso será de utilidad.-dije pero a penas empecé a correr lejos de la cueva, su voz me detuvo.

 

-Joven mago ¿No te parece que sería bueno hablar del druida?

 

-Ah, sí, el druida.-Dije deteniéndome.-¿Cómo es eso de que él acabará con Arturo? Apenas es un niño que se puede mantener consciente por sí mismo...

 

-No será un niño por siempre. Escucha mis palabras Merlín. Él niño acabará con Arturo. Evita ese trágico final.-Dijo y para hacerlo más dramático y todo emprendió el vuelo ignorando mis palabras. Mis preguntas y mis quejas. Bueno, por lo menos sé cómo acabar con el incendio... Nunca había hecho algo parecido y claro que será bochornoso y requerirá mucho valor y fuerza de voluntad. Pero es necesario. Solo espero que Arturo esté lo suficientemente dormido para que no se entere... Tendré que complacerme solo. (¿Pensaron que entraría al cuarto a violarlo? Ustedes son más perversas que yo.)

 

 

No fue mi noche más digna, pero si me sirvió de lección. Si no quiero perder el control de mi magia lo mejor será mantenerme lo más virgen posible cuando esté al lado de Arturo. Sí eso será lo mejor. Tenía algunas matas medicinales para curar al pequeño druida ignorando por completo las palabras del dragón porque ya saben que yo me caracterizo precisamente en ignorar los consejos que me dan. Y salí disparado al cuarto de Morgana. Ella y Gwen me vieron preocupadas. Quizás era mi cara de no haber dormido casi nada en la noche, quizás era mi ropa mal puesta, quizá era mi cabello desarreglado o quizás era la enorme cicatriz negra que tenía en la mano, notoria, grande y muy obvia. Sí, creo que es por mi cabello despeinado. Sin duda es eso. Fui directo con el druida y le apliqué el ungüento por un momento sus ojitos me vieron. "Gracias Emrys". Sonó su voz en mi mente, yo lo vi impactado. "¿Emrys?" le pregunté viendo cómo sus ojos se iban. "Ese es tu nombre entre mi gente". Y luego solo cayó inconsciente.

 

Mamá Morgana nos pidió a mí y a Gwen que fuéramos con ella al mercado para idear un plan mejor sobre cómo sacaríamos al druida del castillo sin ser vistos y sin levantar más sospecha sobre nosotros que pasábamos demasiado tiempo encerrados en esa habitación. Yo accedí, lo menos que quería era ver a Arturo y arder en llamas otra vez por su culpa, así terminamos los tres en el mercado. El plan inicial era que como yo lo introduje lo más justo sería que ahora yo fuera el responsable de terminar de arriesgar mi cuello y sacarlo pero, otra vez, mamá Morgana....

 

 -No. Ustedes no se pueden arriesgar más.-Dijo decidida como la heroína de una comiquita. Las chicas superpoderosas y ella pues.-Yo lo haré. Si me descubren usaré mis privilegios como pupila del rey para salir viva de eso. ¿Cómo lo sacaremos?-preguntó disimulando mientras Gwen y yo tomábamos unas frutas por ella.

 

-Hay una puerta secreta detrás del escudo de la armería. Lleva a los pueblos bajos pero, hay un pequeño problema... Está cerrada.-Dije por lo bajo.-Con llave.-Añadí para dar más dramatismo.

 

 -¿Y quién tiene la llave?-Preguntó Gwen. Yo las miré a ambas con cara de consternación emocional y psicológica sabiendo claramente lo que me esperaba...

 

-Arturo...-No tengo que decirlo ¿O si? Obviamente, quince minutos después ahí estaba yo. En medio de la habitación de Arturo viéndolo revisar unos papeles en su mesa, visualizando mi objetivo en su pantalón (Hablo de las llaves, dejen de malpensarlo xD), lejos de mi alcance y sin una excusa creíble para acercarme. Por cierto, ¿Mencioné que el bochorno casi no me deja ni respirar ni moverme? Pues eso es lo que hace. Lo que más me enoja de esta situación es que Arturo está inmutable en su silla como si nada hubiera pasado como si él se dedicara a violar a los sirvientes todas las noches y eso fuera un hobbie para él. Qué desfachatez... Casi ni puedo respirar estoy a metros de distancia de él de sus labios y de sus jodidas y peligrosas manos calientes que me incendian.

 

-Qué bueno que ya llegaras Merlín...-Dijo sin verme cosa que le agradecí con el alma porque mi bochorno llegaba hasta el cielo.

 

 -¿Necesita algo en particular, sire?-Pregunté sin darme cuenta del verdadero peso de mis palabras hasta que Arturo se rió por lo bajo por los recuerdos sin retirar la vista de los papeles.

 

 -Encontrar al niño druida. Alguien debe de estar ocultándolo en alguna parte...-Musitó por lo bajo. Yo aproveché que estaba tan ensimismado en su mundo y con un hechizo simple hice flotar las llaves poco a poco lejos de su cinturón.-Mi padre me está presionando.-

 

-Lo sé.-Dije y las llaves flotando detrás de él.-Pero lo lograrás.-Lo dije más para las llaves que flotaban en el aire que para él pero él se lo tomó personal y de golpe ya estaba parado viéndome. Luego vio otra vez los papeles pero de pie y yo hice de un solo jalón llegar las llaves hasta mis manos.

 

-Tienes razón.-Dijo serio luego se me acercó y aunque retrocedí con las manos ocultas, él me acorraló contra la pared.-Lo lograré... ¿Por qué crees que puedes engañarme?-Preguntó serio, yo sudaba frío. El cuerpo todo me entró en un coma de tensión y miedo a ser descubierto. Apreté las llaves aun más fuerte entre mi puño.

 

-Yo...-Dije casi mudo y él de golpe tomó mi muñeca fuertemente en mis manos. Paro cardíaco. Todo está perdido, el druida morirá. Y cuando ya iba a ceder a su mirada seria…

 

-¿Cómo te lastimaste? ¿Es una quemada?-Nunca dije que había tomado la mano con la que ocultaba las llaves...-¿Cómo te quemaste?-Yo lo miré fijo sintiendo cómo sus manos tomaban la mía y la examinaba. Que ganas de decirle: "porque desearte es quemarme en el edifico interno de mi existencia." pero me contuve.

 

 -con una vela.

 

-¿La tomaste por la llama o...?-Yo le sonreí.

 

-Muy gracioso sire...-Dije apartándome de golpe antes de incendiarme e incendiar todo el lugar conmigo.-Pero tengo labores que hacer.-Dije corriendo y antes de que él pudiera hacer algo salí corriendo por la puerta sin darle mayor chance a nada. Ni siquiera a darme las labores que se suponía que iba a hacer, para empezar.

 

Corrí con Morgana. La buena noticia, el plan ya estaba trazado y listo para ejecutarse. La mala noticia, cuando se hizo de noche Gwen y yo estábamos al borde de un colapso cuando vimos a Mamá Morgana llevarse al druida que seguía sin decirnos su nombre por entre los pasillos de Cámelot. Al parecer, eso de traficar cosas en el castillo solo se me da bien a mi... A los quince minutos, sonó la alarma de emergencia y un despliegue de guardias salieron corriendo lejos del castillo hacia los barrios bajos de la ciudad. Los habían visto salir y los delataron.

 

Yo, con complejo de sombra, intenté seguir a Arturo a toda velocidad para impedir lo más que podía que él descubriera a Morgana pero peor que me corten el cuello por traficar un druida en Cámelot es sufrir la ira de Arturo si descubre que estoy ayudando a Morgana a traficar a un druida en Cámelot. Sabiamente prefiero la primera. Corrí por entre las casas y las calles vacías, pero ya era demasiado tarde. Arturo amenazaba a Morgana con su espada. Perdición.

-Muéstrate.-Le ordenó Arturo. Morgana se volteó siendo la viva cara del pánico, con un poco de magia podía ver todo muy bien desde mi escondite, unos pocos metros más allá. La cara de sorpresa de Arturo fue de tal magnitud que yo no sabía si estar estupefacto por Morgana abrazando al niño cada vez más o por Arturo petrificado.

 

-No quieres hacer esto, Arturo, déjalo vivir, él es solo un niño.-Arturo se mostró confuso, miró a su alrededor y vio a los guardias acercarse. Luego miró a Morgana fijamente. No sabía qué hacer me era tan fácil leerlo como un libro.

 

-Arréstenlo.-Dijo finalmente no porque quisiera verlos a ambos muertos sino porque si los ayudaba a escapar su cuello rodaría. Y muerto con su padre enojado él no sería nada útil. Fue una decisión inteligente. ¿Y saben cómo lo sé? Porque a la mañana siguiente cuando Uther estalló enojado y casi manda a matar a Morgana por traición, las sospechas de que Arturo quisiera liberar al niño eran nulas. Él podría hacerlo. Y pensaba hacerlo. Uther estaba convencido más que nunca que el pequeño no debía vivir. No solo debía matarlo para evitar cualquier tipo de peligro sino también para darle una lección a Morgana. Yo estaba atónito. Morgana se salvó de la horca gracias a la intervención de Arturo quien figuraba como un héroe ante los ojos de su padre. Y cuando fui hasta el cuarto de Morgana para impedir que ella desplegara todo su odio y su rabia sobre Arturo, me la encontré sentada con él muy amables los dos planeando ver cómo el mundo ardería.

 

-Confío en Merlín.-Dijo Morgana de inmediato.-Me ha estado ayudando desde siempre.-Arturo me miró con cara de pocos amigos y me invitó a sentarme en la mesa con él y la madre sustituta.

 

-Bien veo que has estado ocupado Merlín.-Dijo con saña Arturo. Yo me alcé de hombros.

 

-No es momento para eso, Arturo. Debemos salvarlo. ¿Cómo lo haremos? ¿Cuál es tu plan?-Debo admitirlo. Cuando vi que Arturo me miraba con odio pensé "todos vamos a morir cualquier plan que trace no servirá y terminaremos muertos" pero luego... Era el mejor plan jamás pensado de la historia. Mucho mejor que los míos poco elaborados. Arturo había pensado en todo, había aplicado todos sus conocimientos de estrategia militar en pesar en todas las variables y cómo deshacerse de ellas, había pensado cómo usaría su poder como príncipe y hasta incluso había pensado en una distracción para su padre que a la vez salvara a Morgana de toda sospecha. Era simplemente brillante. Solo había un pequeñísimo detalle: el plan dependía de mí para que funcionara.

 

Y yo no quería salvar al druida. Dudaba. Tenía las palabras del dragón en la cabeza, no quería hacerlo... El plan de Arturo estaba funcionando a la perfección. Antes de salir de esa habitación mientras Morgana se disculpaba con Uther y le pedía perdón (una distracción y una cuartada perfecta) Arturo me miraba fijamente en su cuarto.

 

-Ya sabes lo que tiene que hacer. Aparecerás con el gancho y el caballo. Derribarás la reja y podremos salir. Si no apareces, nos matarán. Confío en ti Merlín.-Dijo frío, seco casi impenetrable. Yo sentí la culpa invadirme por completo.

 

-¿Sigues molesto porque ayudé a Morgana?-Me atreví a preguntar viendo cómo él se preparaba para salir del cuarto.

 

-Si fallas en esto, sabré que fue un error confiar en ti desde el principio. Te espero allá. Si no apareces...-Amenazó y luego solo se fue. Dejándome con todo un dilema. Supe que él plan de dormir a los guardias, robar las llaves, sacar al druida, llevarlo a ese túnel que solo Arturo conocía y tenía acceso había funcionado cuando el Druida suplicó mi ayuda mentalmente. Estaban esperándome. Y yo me pregunté: si salvo al Druida crecerá y matará a Arturo. Si no lo salvo, los descubrirán y Arturo morirá por la decepción y el enojo de su padre ¿Qué hacer ahora? Y entonces me di cuenta...

 

Si no salvaba al druida, Arturo no solo moriría. Toda nuestra relación se apagaría con él. Dejaría de confiar para siempre en mí y yo no podría vivir con su mirada de rechazo. Los ayudé. Arturo se fue lejos con el druida. Y cuando lo vi irse sentí que había sellado para siempre su destino. Y junto al suyo, el mío.

 

--------------Narra Arturo...---------------

 

Como prometí, llevé al niño a salvo al bosque donde varios druidas esperaban por nosotros.

 

 -Cumplo mi palabra. Aquí está el chico.-Dije bajándolo del caballo y dejando que se fuera corriendo con ellos. Él más anciano me sonrió.

 

-Eres un hombre de palabra Arturo Pendragón. Muy distinto a tu padre.-Yo solo ascendí.

 

-Váyanse antes de que amanezca, será más seguro así.-Todos ascendieron.

 

 -Nunca olvidaré esto, Arturo. Estoy seguro que nos volveremos a ver en el futuro.-Dijo el pequeño al que hasta ahora creía mudo. Empezaron a alejarse y yo me di cuenta de lo obvio.

 

-¡oye espera, no sé tu nombre!-Exclamé. Ellos se detuvieron.-Dime por lo menos tu nombre.-Pedí. El niño me vio con sus ojos azules brillando.

 

-Mi nombre es Mordred.-Un escalofrío me recorrió la espalda cuando lo dijo. Ascendí aceptando el reto y el trato con el destino.

 

 -Buena suerte, Mordred.

 

 Continuará...


Notas finales:

El lunes intentaré tener lista la continuación! Gracias por leer y comentar! :D


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).