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Wish List [2Min] por Aandrea

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Para el momento en que Tae llegó a la casa de Minho , estaba cruzando los dedos, comprometido a pasar un buen rato. Si iba a darse atracones, iba a darse el gusto. Punto. Así que cuando sonó el timbre de la puerta y Minho respondió usando nada más que un sombrero de Santa y un delantal que decía "Besa al cocinero", el no lo dudó. Dejó caer su mini-gabardina a sus pies y saltó hacia él.  

—Mierda. —Él se tambaleó hacia atrás, sorprendido, pero se las arregló para cerrar la puerta de un empujón antes hacer su camino hacia el sofá más cercano. Cayeron en el sofá de cuero negro en un charco de hombre guapo semidesnudo y chico determinada.

  A horcajadas sobre él, Tae se inclinó hacia delante y le dio un beso duro y profundo. Su aroma le inundó sus sentidos y sus pezones se endurecieron en puntos adoloridos. Minho gimió.   Se sentó encima de la dura cresta de su erección, un signo evidente de que estaba tan listo como el.  

Excavando en el bolsillo de su ultra mini short, sacó un condón y se lo tiró en el pecho.  

—Date prisa y póntelo.  

Parpadeando hacia el, Minho farfulló:  

—¿Sólo así? Zas, bam, ¿follemos?  

—¿Te estás quejando?  

—Diablos, no. —Cuando el levantó las rodillas para bajarse sus short, él buscó a tientas el paquete de papel de aluminio con cómica prisa. Luego levantó la vista y quieto, su mirada se clavó entre las piernas de el—. Oh rayos. Tae... No llevas boxer.  

—Ups. Deben habérseme olvidado.   

Dejando caer el condón, él se lamió los labios.  

—¿En la lista de quién estamos trabajando aquí?  

El calor depositado en los pesados párpados de él lo hizo estremecer. Su sombrero de Santa estaba torcido, con el cabello oscuro cayéndole sobre la frente. Agregando el delantal, debería de haber lucido tonto. En cambio, se veía comestible. Sus brazos eran sexy como el infierno, la piel seguía teniendo los restos de un oscuro bronceado veraniego y bajo este los músculos estaban bellamente definidos.  

—Ven aquí. —La orden fue emitida con una seductora voz ronca que hizo que se le pusiera la piel de gallina a pesar del crepitante fuego de la chimenea.

  —¿Ir a dónde? —bromeó el en voz baja.

—Ven a mi boca, dulzura. Quiero chuparte.  

¡Oh, Dios Mío!  

Se obligó a arrastrarse sobre él lentamente para no verse desesperado, Tae se arrodilló a horcajadas sobre su cabeza. Con una rodilla en el reposabrazos del sofá y la otra en el mismo borde del sofá, estaba abierto a lo largo, permitiéndole obtener a Minho una vista sin obstáculos. Sus cálidas manos se deslizaron por sus muslos, su aliento soplaba sobre su sexo. Él apretó su culo. El gimió su emoción...   Y luego le lamió la polla en un lengüetazo deliberadamente largo.   El se aferró a la parte de atrás del sofá como un salvavidas y gimió.  

Amasando el dorso de sus muslos, se acomodó para el festín, deslizando su lengua a través de su polla.   Metiendosela en la boca. Encontrando todos los lugares que la hacían gritar y concentrándose allí antes de vagar para encontrar otro lugar. Y a continuación, volvía a acariciar de un lado a otro a través de su glande.  

—No te corras demasiado pronto —murmuró mientras sus piernas comenzaron a temblar.

  —¿Es una broma? —Se quedó sin aliento, sus caderas meciéndose en su apretada boca—. No seas tan bueno en esto.  

Su sonrisa estaba llena de pura satisfacción masculina.   —Quiero estar follándote cuando te corras.   Se estremeció violentamente.  

—Entonces es mejor que te des prisa con ese condón.  

—Estoy listo cuando tú lo estés.  

—¿Eh?   La sonrisa de Minho era maldad pura.

—Supongo que estabas un poco distraído.  

Al mirar hacia abajo al sofá, sus ojos se abrieron como platos. Se había levantado el delantal y envainado el objeto de sus fantasías tanto de día como de noche. Largo, grueso y arqueando hasta su estómago, su polla le hizo agua la boca. No es de extrañar que el hombre tuviera ese aire sobre él que gritaba "sé cómo follarte hasta volarte los sesos".  

La foto no le había hecho justicia.   El tragó saliva y se trasladó a horcajadas sobre sus caderas. Él inclinó su pene hacia arriba, solícito. Con el pecho apretado y el corazón acelerado, Tae se detuvo justo encima de él. Era el punto de no retorno. Nada volvería a ser lo mismo entre ellos una vez que tuvieran relaciones sexuales.   ¿Podría manejarlo? ¿Podría mantener la distancia que necesitaba?   —Taemin.   Su mirada se disparó para encontrar la de él.

  —¿Recuerdas tu lista? —El atractivo rostro de Minho estaba ruborizado y sus labios estaban resbaladizos por su liquido preseminal, pero a pesar de la mirada descaradamente sexual de él, sus ojos azules brillaban con apenas tanta compasión como lujuria—. Está bien tomar lo que quieres —dijo en voz baja—. Especialmente cuando se te es dado.  

El respiró hondo. De repente, registró la música de fiesta tocando suavemente y el olor a pino del pequeño árbol sin decoración en la esquina. Si se fuera a casa, estaría sola en este momento. O podría pasar la noche con Choi Minho.   El quería esto, lo quería a él. ¡Era Navidad, maldita sea!   Goteando por el deseo, se sentó en él lentamente, tomando lo único que había pedido este año. Lo único que había pedido en muchos años. Ser tocado y sostenido. Ser querido.

—Oh sí —gimió él, sus manos acariciando a lo largo de sus muslos, su espalda arqueándose—. Dios, te sientes bien.  

Taemin se mordió el labio inferior mientras el lánguido deslizamiento continuaba. Su polla lo llenó demasiado. El calor y la dureza de la misma le robaron el aliento. La maravillosa longitud y anchura... Cuando sus nalgas golpearon sus musculosos muslos y la cabeza de su polla golpeó profundo, el sonido que fue arrancado de el fue crudo y necesitado.  

—Te tengo. —Lo tranquilizó con voz ronca mientras se inclinaba sobre él, temblando. Le acarició la longitud de la columna vertebral, murmurando:   —Levántate un poco... Ssh, te lo daré... Ahí mismo. Ahora no te muevas.   Sus caderas se levantaron, acariciando su polla con un empuje que quitaba el aliento.

  —Minho. ¡Oh, Dios mío! —Hundió la cara en su cuello, su entrada daba espasmos alrededor de él.   Él bajó y se levantó de nuevo, follándolo hacia arriba en sus codiciosas profundidades.  

—¿Cómo se siente esto? —jadeó.  

—Como si estuviera perdiendo la razón. —El levantó la cabeza y lo miró. El pecho de Minho subía y bajaba con dureza contra su pecho, haciéndolo desear haberse tomado el tiempo para desnudarse para que pudiera sentirlo piel contra piel.  

—Bien. No me gustaría ser el único. —Manteniendo sus caderas firmes, apresuró el ritmo, subiendo hacia arriba en un ritmo implacable, retirándose hasta que sólo la gruesa cabeza estaba en el y luego sumergiéndose hasta las bolas con gruñidos primales.   Gimiendo en voz baja, agarró sus hombros y se preparó para el golpe de   sus caderas contra las suyas. Se sentía tan bien... Olía delicioso...  

Minho habló entre dientes: —No esperes por mí. —Puntualizó su orden con un empuje brutalmente duro que alcanzó a su prostata en el lugar correcto.   Su orgasmo fue impresionante.

Estaba paralizado, incapaz de moverse, cada célula de su cuerpo se centró en el murmullo de su entrada a lo largo de la interminable longitud de su dura polla. Tiró de el hacia abajo y luego lo aplastó contra su pecho, gruñendo en su oído mientras se corría.   Sosteniéndolo, escuchó el latido violento de su corazón y los sonidos suaves de la música, y el se sintió cuidado.

  Por primera vez en mucho tiempo se sintió como Navidad.

 


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