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Wo Ai Ni, My biggest secret por Kuromitsu

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Notas del capitulo:

¡Hola! Como lo prometido es deuda, les traigo un nuevo capítulo el cual es especiaaaaaalmente largo. La inspiración llegó a mí así que espero lo disfruten.

Muchas gracias a todos por leer y comentar <3

El silencio se asentó en la habitación como un pesado manto. Tao bajó la cabeza avergonzado, sin hacer ademán alguno de volver a esconder lo que estaba en su regazo.

—Ahora sabes por qué no quería que lo vieras —susurró apenas, con voz débil— Vete.

Kris intentó decir algo para reconfortarlo, pero ninguna de las frases que atravesaron su mente parecieron sinceras, sino una mera excusa para intentar arreglar un poco el ambiente tenso que se había creado entre los dos. Algo como “no importa, es normal”, “no pasa nada”, pero simplemente no era lo que sentía. Claro, en otras circunstancias probablemente sí lo habría pensado, pero por tan solo observar la expresión facial de Tao había entendido todo.

Oculto por la toalla, podía ver entre sus piernas un bulto, una erección. Igual  o peor que la que él mismo había sufrido momentos atrás.

Y lo que había entendido al mirar el rostro avergonzado de Tao había sido…

—¿Soy yo el culpable de eso? —murmuró, nervioso hasta la médula.

—Vete Kris —su voz sonó más decidida que antes sin siquiera levantar el tono de su voz. Sus ojos siguieron estancados en algún punto de las mantas de la cama, completamente cabizbajo.

Apretó la mandíbula, queriendo encontrar algo para decirle pero nuevamente nada lo suficientemente convincente apareció por su pensamientos. Y además, viéndole así (avergonzado y hasta incómodo), un nuevo sentimiento había comenzado a llenarle.

Satisfacción. Orgullo, sí, hasta egocentrismo, a pesar de que estaba plenamente consciente que aquel no era el momento ni el lugar para hacerlo notar, al contrario. En ese momento más que en ninguno necesitaba calmar un poco a Tao, mostrarle un poco de apoyo.

Sin embargo no podía evitar el sentirse jactancioso.

—Está bien —se dio la media vuelta y caminó unos pasos hacia la puerta, pero se detuvo a la mitad del trayecto.

No, no era justo. Incluso con todo el orgullo que invadía sus venas, no era justo dejarle así como así. Aclaró su garganta. Tao tenía derecho a saber lo que le había pasado, para que así supiese que no había sido el único.

—Zitao, yo… —no solía llamarlo por su nombre real, pero sabía que de hacerlo conseguiría su atención completa— Allá en la ducha… no lo viste, pero también tuve una erección. Así que no te sientas mal…

—¡Claro que lo vi! ¡Era imposible no verlo, aish!

Se sobresaltó y en un instante se giró en sus talones para verle. Tao se había levantado y con su poderosa voz había cortado en seco su confesión, mientras que con sus manos sostenía la toalla envuelta alrededor de sus caderas.

—¿De verdad? —Kris, perplejo, se quedó mirándole boquiabierto. Y recordó.

“—Está… está bien”

¿Esa había sido la razón detrás de su voz tan apagada y de ese ligero tartamudeo? Al parecer sí. Repentinamente todo hizo sentido dentro de sus recuerdos recientes.

Por otro lado, Tao consiguió amarrar la toalla con un rápido movimiento y ahora con sus manos libres le apuntó al pecho.

—Sí, tú fuiste el culpable así que hazme un favor y contrólate para la próxima —una expresión de disgusto se apoderó del rostro de Tao, arrugando la nariz y negando a la par con la cabeza.

—Entonces no habrá próxima vez —respondió, molesto— No quiero tener que lidiar con algo tan incómodo de nuevo.

Esa mueca de disgusto había terminado por molestarle, y ahora que estaba ad portas del enojo total, no podía parar. Juntó un poco de aire antes de proseguir.

—Mira, siento haberme excitado, ¿está bien? —frunció los labios durante una milésima de segundo— No volverá a pasar porque no quiero ducharme contigo otra vez si sucederá algo como esto. Y además eres lo suficientemente grande como para bañarte tú solo, eh. Crece de una vez.

El fingido disgusto del rostro de Tao se quebró en mil pedazos y dejó entrever al verdadero Huang Zitao. Porque sí, había fingido.

¿Cómo podría estar remotamente disgustado?

La verdad era que había estado fingiendo por mucho, mucho tiempo; fingiendo de manera magistral. Tan perfectamente que incluso se había engañado a sí mismo. Todavía podía recordar aquel día donde había entrado a la compañía y lo había visto a él, ensayando en la sala de prácticas una coreografía junto a Chanyeol. En ese entonces el Wu Yi Fan al que le habían presentado formalmente difería en mucho del Kris que tenía delante. Solía ser una persona mil y un veces más seria que en la actualidad, a tal punto que al conocerse casi había llegado a odiarlo; en un solo grupo no había espacio suficiente para dos personalidades tan fuertes, o al menos aquello había sentido Tao al ver la arrogancia aflorar en los ojos de Kris.

Sin embargo, esa misma arrogancia había sido el anzuelo que había mordido sin siquiera llegar a pensar en qué estaba metiéndose. Su penetrante mirada digna de un Escorpio de tomo y lomo había terminado por encantarle no de una forma romántica, sino de la forma en la que un misterio emboba a un detective. Simplemente se había sentido increíblemente atraído a esa seriedad imponente, a esa masculinidad a flor de piel e incluso a ese ego que descansaba tras una mirada madura. Quería saber más de él, saberlo todo, lograr descifrarlo por completo.

Sí, eso había pensado Tao ciegamente… hasta que un día sus propias verdaderas intenciones le golpearon de frente, trayéndolo de vuelta a la realidad.

 

 

Había sido un día como cualquier otro, cuatro meses después del día en que se había integrado al grupo. Como siempre sus músculos estaban más que hechos polvo y sus cuerdas vocales parecían estar al borde del colapso, a la par que hondas respiraciones salían de su pecho para intentar calmar su agitado cuerpo que yacía recostado en el suelo de la sala de ensayos.

El resto de los chicos ya se había retirado hasta el apartamento que todos compartían, incluyendo a Xiumin y a Suho, quienes solían quedarse a veces incluso hasta madrugada practicando. En el otro extremo, incluso a Tao mismo le había sorprendido el quedarse aquel día hasta más allá de las diez de la noche. Pero tenía una explicación racional, y era que Kris le había pedido que le ayudara con su habilidad para rapear.

—Hyung, vamos al apartamento, estoy harto de ensayar —en ese entonces todavía le invadía una sensación incómoda al decirle así, por lo que procuraba hacerlo lo más seguido posible con la esperanza de que al repetirlo más y más se habituaría finalmente— ¿Qué estás haciendo?

La pregunta salió de sus labios automáticamente al ver a Kris utilizando su celular en la otra esquina de la sala, y sonrió al verlo completamente absorto en la pantalla luminosa.

—Estoy un poco ocupado ahora, Tao.

—¿Acaso estás hablando con alguna chica? —preguntó todavía sonriente.

—Sí.

 

 

Ese había sido el momento exacto en el que se había sentido desfallecer. Empeoró cuando esa misma noche le vio salir poco antes de la medianoche, con permiso excepcional del manager para volver en la mañana siguiente. ¿Qué había hecho siquiera para que le dejasen dormir en otro lado que no fuese el apartamento? No lo sabía y en esos momentos no le importó en lo más mínimo. Sí, sabía que Kris era atractivo y que cada vez que salían en grupo la mayoría de las miradas femeninas se dirigían a él, sin embargo no le había tomado el peso a lo que ello significaba.

Kris era hombre, soltero y a todas luces, heterosexual. Era normal que se interesara en mujeres, que decidiera salir con ellas o incluso iniciar una relación estable con alguna…

El problema radicaba que incluso años después de tener aquel pensamiento por primera vez, su corazón seguía doliendo al llegar a esa conclusión. Por eso había dejado de pensar en ello a tal punto que casi había olvidado esa sensación.

Y sabía perfectamente el porqué de la molestia; esa explicación que había intentado evitar inútilmente durante todo el tiempo que había pasado a su lado.

El miedo se agolpó en sus pensamientos al ver que la imponente figura de Kris se daba la vuelta para retirarse.  

—No… —no podía irse, no justamente ahora.

Su yo interno miró la escena con escepticismo. Esa vocecita correspondiente a la consciencia no hizo más que suspirarle frases que le martirizaban por dentro.

“Es a quien más quieres e irónicamente, es la única persona inalcanzable para ti. Eres patético.”

Lo sabía perfectamente. Siempre había obtenido lo que quería, desde pequeño sus padres (y por sobre todo, su padre en específico) habían hecho todo lo posible para que triunfara en todo lo que se propusiera. ¿Quería ser el mejor en wushu? Lo había sido de niño en su academia. ¿Quería invitar a una chica linda al baile escolar? Lo había logrado con dinero de por medio. ¿Ropa, joyas, lujos? Todo eso lo había obtenido siempre gracias al apoyo de sus padres. Incluso cuando reconoció su orientación sexual ante sus progenitores había recibido una fiesta en vez de enojo y malas palabras, como había esperado.

De niño siempre había creído que el universo de cierta forma, conspiraba a su favor. Que era su momento de brillar, que era el protagonista de su propia película, que podía lograr todo lo que se propusiera. Incluso de joven se había sentido invencible y de cierta forma deseado, pues conseguía todos los ligues que quería. Simplemente seleccionaba al hombre más apuesto y se acostaba con él sin más, sin esperar nunca romanticismo o algo más duradero que una noche; todo era meramente para satisfacer su insaciable apetito sexual propio de la adolescencia.

Lamentablemente al conocer a Kris se había estampado contra un gran muro de concreto llamado “realidad”, y poco después, una horrible trampa se había abierto bajo sus pies con el nombre de “romance”.

Y su suerte solo había empeorado desde allí.

El tener sexo no le encendía en lo más mínimo. Lo había intentado inútilmente pero simplemente se había esfumado el día en que los celos le habían carcomido. La única forma de excitarse como antes la había descubierto tiempo después, una noche donde les habían dado tiempo libre para descansar cada uno por su cuenta. Esa noche un hombre incluso más alto que Kris se le había acercado en el club que solía frecuentar incluso desde que era menor de edad (porque con dinero de sobra no había sido especialmente difícil el hacer una identificación falsa), y entre tragos habían terminado en un motel cercano, con la cama chirreando bajo sus cuerpos.

Y sí, había vuelto a ser en parte el de antes, pero a un costo que le avergonzaba admitir incluso dentro de sus pensamientos. Simplemente había tenido que imaginar que la persona que tenía encima suyo era Kris y nadie más. Que Kris le besaba el cuello con locura, que Kris le hablaba lascivamente al oído, diciéndole las cosas que siempre había deseado. Que Kris era la persona que le estaba haciendo llegar al orgasmo una y otra vez, que era él quien le estaba besando furiosamente.

Pero a pesar de haber encontrado la solución a su problema, no lo había vuelto a intentar. Principalmente porque después de toda la locura del acto al día siguiente se había sentido como una basura. Algo peor que una alimaña.

¿Tener que imaginar para obtener lo que realmente necesitaba? No… Lo que realmente quería.

Desde aquel entonces no había vuelto a tener sexo. Aquel día se había sentido extremadamente culpable, como si realmente lo hubiese engañado. Sí, al recordarlo era algo sumamente divertido (ni en sus sueños podría haber tenido algo con él) porque se había transformado en alguien patético, justo como su consciencia le susurraba continuamente.

Y todo por él.

—¡Wu Yi Fan!

Juntando fuerzas había gritado débilmente su nombre, pero al menos lo había conseguido. Sabía que era la única forma para que el más alto no huyera de la habitación como si nada hubiera sucedido.

Suspiró aliviado al ver su objetivo logrado, pero apenas duró una milésima de segundo. La imponente figura de Kris se acercó instantáneamente y su brazo se estampó en la pared ubicada detrás de Tao, acorralándole. Atónito, se quedó mirando al rubio que no hacía más que disminuir la distancia entre ambos.

—Dime —murmuró, tan cerca que pudo sentir el suave aliento de Kris rozar su piel.

—Pero qué haces, aléjate primero… —susurró, sonriendo falsamente y desviando la mirada hacia el piso.

Lo estaba haciendo a propósito y lo sabía. A Kris le gustaba poner nerviosa a la gente solo que casi nunca le resultaba y todos terminaban riéndose de él, sin embargo, ¿por qué tenía que funcionar justamente en aquel momento?

Llegó a una horrible conclusión. Si Kris estaba intentando perturbarle, entonces se estaba tomando todo aquello como un mero juego. Sí, porque hacer eso era una mera diversión de su parte. Algo de lo que podía burlarse.

Y su corazón dolió como no había dolido en meses, incluso más que aquellas otras ocasiones donde le había visto salir hacia lugares desconocidos para volver al día después. Porque efectivamente Kris lo había hecho repetidamente después de aquel primer día, pero ya no le había vuelto a preguntar su destino.

Prefería seguir siendo un ignorante respecto al tema antes que sufrir más de lo que ya estaba soportando.

Sin embargo, aunque estaba dolido y hasta triste al comprender todo, su cuerpo parecía mandarse a sí mismo. Se mordió el labio inferior para no suspirar de la incomodidad que tenía entre sus piernas y que por culpa de Kris todavía no podía aliviar apropiadamente.

Le sintió acercarse para murmurarle algo en su oído.

—¿Acaso tendría que alejarme, ah?

Fue ahí cuando perdió la compostura al ver que efectivamente Kris solo estaba jugando con él; al sentir que lo estaba usando como si de un mero muñeco se tratara, pasando otra vez por encima de sus sentimientos. La desesperanza, la impotencia y el dolor acumulado durante todo aquel tiempo terminaron por hacerle explotar.

—¡¿Por qué eres tan injusto?!—espetó y conteniéndose para no golpear ese rostro que había arruinado tantos aspectos de su vida, le empujó lejos de sí— ¡Si nunca hubieses salido con esa mujer nada de esto estaría sucediendo!

Le tomó un par de segundos para procesar lo que había salido de sus labios.

—Yo… —susurró nervioso intentando explicarse.

Sin embargo, no pudo pensar en nada lo suficientemente convincente. Haciendo uso de todas sus capacidades configuró oraciones que sonaban a una excusa barata, pero cuando al fin se preparó para hablar de nuevo, ya era muy tarde. Wu Yi Fan volvió a acercarse pero con una expresión distinta en el rostro.

Completamente indescifrable, como si pudiera verlo a través de los ojos, con la mirada tan intensa que temió realmente que pudiera leerle la mente y se sintió obligado a seguir hablando. Sentir que le estaban contemplando tan directamente, como nadie lo había hecho hasta ese entonces, fue un incentivo mucho más grande que cualquier otra cosa.

Tal vez si se sinceraba dejaría de mirarle así. De encantarle así. Aunque después se arrepintiese, era preferible a seguir experimentando esa incómoda sensación.

Abrió la boca para sincerarse y…

—¡¿Cuándo van a salir de ahí, ah?! ¡¡El desayuno!!

Ambos saltaron por la sorpresa. La voz de Chen había gritado desde el otro lado de la puerta, y Tao miró con terror el pomo, esperando que se girara en cualquier momento. Pero pasaron los segundos y nada sucedió, ante lo que pudo suspirar aliviado. Chen le había salvado de hacer otra estupidez, no podía estar más agradecido con él que nunca. Se repitió a sí mismo internamente el no olvidar comprarle uno de sus snacks favoritos antes de que se acabara el día.

—Zitao.

Escuchar su verdadero nombre pronunciado por la grave voz del mayor se sintió ciertamente extraño, al igual que en momentos atrás. Sabía que si le llamaba por su nombre era por algo de importancia.

Ni siquiera fue necesario el levantar su cabeza para sentir que la mirada de Kris estaba clavada en su entrepierna, y maldijo su cuerpo inquieto que aún no lograba calmarse. Sí, había disminuido, pero esa maldita erección seguía levantando la toalla que estaba por sobre ella.

—Huang Zitao, mírame —se estremeció y obedeció lentamente, tragando saliva para que el nudo de su garganta desapareciera de una vez— Simplemente no vuelvas a pedirme que me duche contigo, ¿entendido?

Sonrió con tristeza antes de clavar la vista en el suelo nuevamente, y asintió con las últimas fuerzas que le quedaban. No había por qué seguir observándole; en ese atisbo de su rostro había notado la terrible verdad.

Le había mirado con asco. Quizá había entendido a lo que se refería con esa mujer, no lo sabía, pero esa expresión de puro asco era imposible de borrar de su retina.

Ya no tenía ganas de declararse ni mucho menos. ¿Dónde había quedado ese Huang Zitao completamente decidido, el que no le tenía miedo a nada, el que tomaba por las riendas su vida?

“Patético” volvió a resonar en su consciencia, esta vez con más fuerza, pero ni siquiera hizo ademán de pensar en otra cosa que no fuera aquel hecho. Y cuando escuchó los pasos de Kris abandonar finalmente la habitación, cerrando tras de sí, sus propias piernas cedieron dejándole caer en el piso.

—Sí, soy patético… —susurró, con una débil sonrisa.

Su mueca se ensanchó aún más cuando sintió una tímida lágrima correr por su rostro. 

Notas finales:

Me harían muy feliz comentando y/o compartiendo esta pequeña historia, muchas gracias <3

Nos vemos la próxima semana, ¡saludos! 


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