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Wo Ai Ni, My biggest secret por Kuromitsu

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Notas del capitulo:

¡Hola! Siento muchísimo la tardanza mayor a la usual, mi salud no ha estado en las mejores condiciones que digamos por ello mi demora ><

Muchas gracias a las personas que han seguido el fic y comentado, me animan a continuar. Espero les guste el capítulo <3

Intentó retroceder pero sus manos dieron con el borde de la cama, de la cual había estado a punto de caer momentos atrás. Tragó saliva.

—Sehun, basta… —masculló inútilmente.

Sí, Sehun era joven pero no por ello era inexperto y Tao podía sentirlo. La forma en que le estaba mirando era tan profunda que le llenaba de escalofríos, horrendos escalofríos y mil sensaciones que no quería experimentar. Porque lo único que podía ver frente a sí mismo no era precisamente el rostro de Sehun, sino que… 

—Kris podría… —alcanzó a decir antes de darse cuenta de lo que estaba haciendo.

Kris podría, ¿podría qué? ¿Molestarse? ¿Ponerse celoso? Sí, eso había pensado de forma completamente estúpida, porque eso era lo que deseaba desesperadamente que sucediera y sabía que era imposible. Que solo eran sus desvaríos a causa de un amor no correspondido.

Sintió a Sehun quitar la mano de su cuello bruscamente.

—Así que el problema es con Kris.

—Sí… —reconoció, rindiéndose.

Sin comida en su estómago y sin más lágrimas que derramar se sentía como un cascarón vacío. Un simple envoltorio que ya no tenía ganas de ocultar la verdad ni de luchar ni de seguir pensando ni de…

—¿Qué te hizo?

Tao sonrió con tristeza, al mismo tiempo que sus ojos se volvían enfocar en las mantas que cubrían la mitad de sus cuerpos. Los miembros pasaban días enteros molestándole por sus infinitos miedos irracionales: los bichos, los fantasmas, el ducharse solo… pero aquellas cosas solo representaban la antesala para su más grande miedo: el rechazo.

—Me ha estado ignorando todo el día porque… creo que le doy asco —susurró con la voz quebradiza. Tantas ganas de llorar y sin embargo, sus ojos se mantenían secos como nunca—. Y también podría repugnarte a ti. Y a todos. Y podrían irse de mi lado también.

Agarró sus piernas con sus brazos para esconderse en ellas, con la respiración más agitada que nunca y amenazando con aumentar en frecuencia gradualmente. Los oídos comenzaron a pitarle.

—¿Qué? —escuchó la dulce voz de Sehun más lejos de lo que debía ser realmente y se aterró. ¿Qué estaba sucediendo consigo mismo, exactamente? ¿Por qué se sentía tan al borde de perder el control sobre su cuerpo?— Tao cálmate, intenta respirar normalmente.

Quería, pero no podía. Su pecho subía y bajaba constantemente en contra de su voluntad y dejó de agarrarse a sus piernas para mirar a Sehun, buscando ayuda de forma desesperada. Comenzó a ver el mundo de forma lenta, como si realmente no estuviese allí.

—Oh no —le oyó decir— Es un ataque de pánico. Tranquilízate.

Eso quería, ¡realmente quería hacerlo! Pero en cambio su respiración se hizo incluso más errática al intentar retener el aliento porque si bien el aire entraba y salía de sus pulmones, la sensación de ahogo era apabullante. Como si el oxígeno se negara a ventilar su cuerpo.

A cámara lenta vio cómo el rostro de Sehun cambiaba a uno de preocupación, a cámara lenta vio cómo sus manos le agarraban por los hombros en un intento de detenerle, a cámara lenta sintió cómo sus fuertes brazos le enfundaban en un apretado abrazo y cómo sus dedos acariciaban continuamente su cabello.

—Todo va a estar bien, Tao. 

Fue lo único que le escuchó múltiples veces durante los minutos que en su consciencia parecieron horas. Su rostro estaba apoyado contra la clavícula del menor, quien no dejaba de tratar de tranquilizarle con una paciencia infinita. Sehun había visto a Luhan tener un ataque de pánico durante sus años de trainee y tanto él como Xiumin habían tratado de calmarle con palabras que le asegurasen que todo pasaría, que el sol volvería a brillar, que no dejara que el estrés se le impusiera bajo ninguna circunstancia. Aunque su ataque de pánico había sido diferente. Sus lágrimas habían salido a borbotones y habían terminado por mojar la camisa de Minseok, pero en cambio Tao parecía estar pasando por una fase de ahogamiento, de angustia extrema.

¿Qué le había hecho Kris?

—Escúchame bien —su voz sonó autoritaria en el momento en el cual la respiración de Tao comenzaba lentamente a restaurarse, pero en ningún momento dejó de sostenerlo entre sus brazos—. Sea lo que sea que te haya hecho tú no das asco, ¿entiendes?

Lo separó de sí solo para mirarle a los ojos, sin embargo al hacerlo no encontró la más mínima pizca de confianza.

—Soy repugnante —logró susurrar con la garganta seca, amenazando con volver a hiperventilar en cualquier segundo.

—No lo eres, por favor entiéndelo —respondió— No das asco. No me das asco.

Los ojos de Tao se transformaron en vidriosos de un segundo a otro.

 

—Soy gay.

 

Silencio. Se quedaron mirando mutuamente sin atreverse a mirar hacia otro lado que no fuesen los ojos del contrario.

—Por eso Kris me odia, porque soy gay. Doy asco.

Sin embargo el mismo Tao sabía que no era así, que nunca le había mencionado directamente a Yi Fan el hecho de que era gay pero muy probablemente, a esas alturas ya habría descifrado el mensaje que en un arrebato le había espetado.

“¡Si nunca hubieses salido con esa mujer nada de esto estaría sucediendo!”

Imposible que Kris no hubiese entendido que se refería a ese día donde había salido en una cita, sencillamente imposible que no hubiese atado cables, que no hubiese entendido que ese día se había puesto tremendamente celoso y que seguía estándolo cada vez que le veía salir del dormitorio solo para volver al otro día con claras muestras de haber dormido con alguna otra mujer. Kris era lo suficientemente inteligente como para captar todo eso de inmediato.

Fue en ese momento mientras Tao mantenía la vista en el suelo y la cabeza hundida en sus pensamientos, que a Sehun se le agotó por completo la paciencia. Había tratado de todas las formas posibles hacerle entender a Tao que no tenía por qué pensar cosas como aquellas, e incluso con la revelación que había tomado segundos atrás eso no cambiaba.

Sí, ciertamente era una sorpresa saber aquello de esa forma pero fuese gay, heterosexual, bisexual, lo que sea… él no daba asco. De ninguna manera.

Suspiró antes de realizar una locura, una locura necesaria. Tomándolo de los hombros con firmeza le miró fijamente por una milésima de segundo, tratando de transmitirle confianza antes de tirar de él hacia delante y besarle.

Todo sucedió incluso más lento para el de nacionalidad china. Sehun le estaba besando no con las ansias de un amante desesperado, sino con la parsimonia que tanto le caracterizaba. Sus labios se presionaban cálidos contra los propios, con las manos tan enterradas en sus hombros que se le hacía imposible escapar de su agarre.

Escapar, porque no quería eso. No, no con Sehun, no así, simplemente no.

—Mph…  —forcejeó durante unos segundos antes de que el menor por fin le liberara del incómodo momento que estaba sufriendo.  Lo miró incrédulo con sus dedos crispándose, porque lo único que quería hacer en esos momentos era por lo menos abofetearle con todas sus fuerzas. Ultrajado, forzado, hasta traicionado; una mescolanza de sensaciones se arremolinaba a cada segundo aunque no podía evitar sentir aún el suave hormigueo sobre sus labios—. ¡¿Por qué lo hiciste?!

—Si te dijera que soy gay, ¿tú qué harías, ah?

Pestañeó, completamente perplejo pero con la ira todavía fluyendo por sus venas.

—Qué… ¿qué? —masculló con apenas voz.

—¿Me odiarías? ¿Me odias ahora? —preguntó, inmutable— ¿Puedes decirme a la cara que me odias, que doy asco?

 —¡Claro que no te odio! —exclamó en el silencio de la habitación y de inmediato temió que alguien los escuchase.

Claro que no odiaba a Sehun ni menos podría tenerle asco, tenían tantas memorias desde los años de trainee que incluso un beso como ese no significaba nada más que una confusión pasajera, más que la rabia del momento mismo. En una u dos semanas probablemente lo habría olvidado incluso, conociéndose.

Perplejo vio cómo  Sehun sonreía hasta soltar una carcajada ahogada.

—Lo siento si te asusté, hyung —susurró con una sonrisa sincera, palmoteando el brazo de un confundido Tao quien no sabía cómo reaccionar. ¿Es que Sehun se había vuelto loco, para cambiar de humor tan rápidamente? ¿Qué era tan divertido para reírse en su cara?— Pero fue para que te dieras cuenta de que Kris no podría odiarte ni en un millón de años, ni aunque lo hubieses besado en contra de su voluntad, ¿no crees? Si tú no me tienes asco por lo que te acabo de hacer, entonces es imposible que Kris lo haga por solo saber que eres gay. Así que deja de pensar que repugnas, por favor.

Lo miró anonadado durante interminables segundos, sin saber qué decir al respecto. Lo que Sehun había hecho entonces había sido solo para demostrarle aquello, gracias a dios. Una confortable oleada de alivio le invadió de pies a cabeza; tan solo por un instante había pensado que Sehun tenía otras intenciones y ahora al saber que no era ese el caso se sentía con un peso menos. Del nerviosismo sonrió al menor.

—Y si te lo preguntas no soy gay —añadió Sehun, friccionando con ahínco sus labios con el dorso de la mano— Tardaré milenios en sacar este recuerdo de mi mente, aish.

—¿Tan terrible beso para que ahora te limpies, ah? —tomó uno de los almohadones y se lo lanzó a la cabeza, sonriendo— Es lo mínimo que te mereces por besarme, ridículo. Tendré pesadillas por tu culpa.

Rieron como si nada hubiese sucedido, tratando de cubrir los hechos con carcajadas incómodas. Con el hormigueo sobre sus labios aún presente, a Tao le era difícil pensar en otra cosa que no fuese en el momento que había ocurrido entre los dos, por lo que en un arrebato se abalanzó sobre Sehun, acorralándolo bajo su cuerpo para repartir golpes “juguetones” sobre su cuerpo a modo de venganza.

—¡Ah! —el menor trató de arrancar inútilmente de la sucesión de golpes—Tao, Tao, ¡Tao! No lo volveré a hacer, lo prometo así que suélta- ¡auch!

—Para que no se te olvide nunca que no se puede volver a repetir —lo atacó por última vez con una sonrisa triunfante, sentado sobre la pelvis del otro.

—Tao.

Un escalofrío recorrió toda la espalda del aludido y giró lentamente la cabeza hacia el lugar de donde provenía esa voz que conocía muy, muy bien.

El rubio miraba desde la puerta, de brazos cruzados y rostro impávido.

—Ah, Kris —habló Sehun con voz neutra, aún bajo el cuerpo de Tao quien se había quedado de piedra mirándole— ¿Qué pasa?

—Tao —repitió, impasible, sin siquiera mirar a Sehun— Ven.

El de nacionalidad china sin embargo, no se movió. ¿Desde cuándo que les estaba espiando? ¿Con qué derecho ahora le llamaba, creyendo que iría corriendo a sus brazos como si nada?

Lo odiaba. Simple y derechamente, lo odiaba.

—No —respondió con el ceño fruncido, sin darse cuenta de la sonrisa triunfante que se formaba en los labios de Sehun al escuchar esa decidida respuesta— Ve a dormir, hyung.

—Ese es el problema, que con tanto ruido no se puede dormir —suspiró largamente, obviando la mirada molesta de Tao— Ven, tengo que decirte algo.

El corazón dio un vuelco dentro de su pecho y se odió a sí mismo por ello. No quería seguir queriéndole ni mucho menos, pero no había podido evitar el sentirse emocionado ante las palabras de Kris.

Quería odiarlo, pero apenas al verle toda su fuerza de voluntad se evaporaba en una fracción de segundo y se reemplazaba por el profundo cariño que sentía hacia él. El anhelo. La ilusión.

—Voy —asintió, resignándose a su mandato. Al mandato de su corazón.

Se levantó de la cama pero no alcanzó a dar un par de pasos antes de que el firme brazo de Sehun se enroscara alrededor de su pecho, atrayéndolo de vuelta a la cama.

—¿Acaso no puedes decírselo por la mañana? Tao está cansado, hyung —replicó el más joven con una sonrisa en sus labios que, sin embargo, no llegaba a sus fríos ojos— No ha comido nada pero al parecer ni siquiera te has dado cuenta. Por eso necesita recuperar fuerzas.

—Sehun… —murmuró Tao, nervioso. No podía ver el rostro del menor pero con tal solo escuchar su voz podía imaginarlo, marcado por la rabia contenida. Sehun le estaba defendiendo y al parecer estaba haciendo lo que creía mejor, pero no quería aquello.

Si iba a equivocarse de nuevo, lo haría. Porque lo único que había querido hacer desde el primer momento en el cual había caído bajo el influjo del amor, era el confesarse ante la persona culpable de todo aquello. No podía seguir viviendo cargando el yugo de un amor secreto y si esta vez Kris llegaba a odiarle, que lo hiciera. Además, ¿qué más daba? A estas alturas probablemente Kris ya había entendido todo: lo de sus celos, lo mucho que le gustaba desde hace tanto tiempo. Simplemente el decírselo directamente sería una confirmación más, nada más que eso.

Podría vivir con ello. A duras penas, pero podría. Era mejor que sentir el ahogamiento que le había derivado en un ataque de pánico tan solo unos minutos atrás.

—Iré con él, Sehun, así que suéltame —susurró, cabizbajo.

—¡¿Por qué?! ¡¿Después de todo lo que te hizo lo seguirás sin más?!

Tanto Tao como Kris lo miraron perplejo. ¿Sehun gritando, perdiendo los estribos?

—¿A qué se refiere? —masculló Kris mirando a Tao, completamente desorientado.

No puede ser, no puede ser. La cabeza le dio vueltas al de nacionalidad china y por poco no se derrumbó en el piso. Yi Fan lucía sinceramente confundido, lo cual significaba que… no había entendido el mensaje.

Significaba que no sabía que era gay. Que no sabía lo mucho que le quería. Que podía morir con su secreto enterrado bajo tierra porque era suyo y de nadie más y… dios, qué alivio, se sentía tan ligero que hasta tenía ganas de saltar.

Pero su consuelo se esfumó al ver a Sehun adelantarse y tomar por el cuello a Kris.

Mierda, mierda, mierdamierdamierda.

Sehun sabía su secreto. Podía decirle a Kris.

—¿Qué a qué me refiero? ¿De verdad tienes las agallas para preguntar algo así, hyung? —lo miraba para arriba con la rabia desbordándole los poros— ¿Después de que lo ignoraste todo el maldito día simplemente porque eres un estúpido homofóbico?

—¿…Homofóbico? —repitió Kris, sin entender nada.

—¡No, Sehun! — Tao se adelantó para cubrir los labios de Sehun pero sus piernas flaquearon y terminó por caer al piso, por lo que no pudo evitar las palabras del menor.

—No tienes derecho alguno a tratar así a Tao aunque sea gay.

 

Se sintió desfallecer. Ya no había más que hacer, su secreto había sido develado. 

Mierda.

Notas finales:

¿Comentarios, sugerencias? Todo lo recibo muy feliz <3 

Ojalá les haya gustado, ¡nos vemos!

PD: Al parecer el próximo será el último capítulo. Estén atentos <3 


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