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Nuestra Historia por Claudens

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Notas del fanfic:

Luego de pequeñas Historias finalmente me animo a hacer una más larga. 

Todos los personajes pertenecen a SNK y son usados en este escrito sin fan de lucro.

La historia se ubica a finales de la saga KOF 1994.

Notas del capitulo:

A veces la vida de las personas da miles de giros, subimos, bajamos, damos vueltas interminables, deseamos, soñamos, añoramos, odiamos... el corazón humano es en verdad una amalgama de sentimientos y emociones tan bellas y maravillosas. El problema es que en ocasiones ni siquiera somos capaces de reconocer todo eso que sentimos. Los ritmos de la vida tan acelerados, las costumbres y los deberes nos hacen alejarnos de nuestro corazón, ocasionando el olvido de lo más importante y es entonces cuando comenzamos a valorar cosas insignificantes y a aplastar los anhelos más puros del fondo de nuestra alma. 

Nuestra alma... ella suele gritarnos pero somos expertos en acallar su voz, someterla y así dar primacía a sentimientos como la soledad y el miedo. Ellos no son malos, lo sé, siempre y cuando no se apoderen de nuestra existencia.

He tenido un deseo, como todos, ser amado y poder ofrecer un amor tierno y dulce, donde solo la entrega existe, donde el tiempo y espacio se pierden por que las líneas del destino así lo han querido, algo prohibido e inocente que vaya más allá de la vida y aterrice en lo eterno. Suena cursi pero ese es mi anhelo y sé que algún día será realidad, una verdad que me dará felicidad.

Y en tanto ese día llega por ahora solo me queda esperar... y seguir viviendo

 

Kyo Kusanagi

_______________________________________________________

 

La vida me ha enseñado muchas cosas, a defenderme, a sobrevivir, a temer, a odiar a los demás, pero las lecciones más grandes que me ha dado se refieren al dolor y a la soledad. 

El dolor es bueno para el cuerpo y para la mente, el dolor te permite estar cuerdo, pensar, y valorar lo momentos en los que no está presente y por otro lado, te da la fuerza que necesitas para levantarte cada día. Desde mi nacimiento fui un ser condenado al dolor, no puedo ver atrás, de nada me sirve la misericordia ni los estúpidos sentimientos, el dolor y mi destino me hay enseñado a vivir el hoy, por que para mi no hay un mañana.  

Por otro lado la Soledad me ha hecho comprender que las almas humanas están construidas para vivir aisladas, de lo contrario ya hubiera muerto, cada alma esta pensada y edificada tan cuidadosamente para soportar la soledad, el problema es que la cobardía de la gente impide que ubiquen esa clara realidad.  

¿Amor?... anteriormente la palabra me era tan indiferente en si misma y en significado. Ahora, he visto tanto en el mundo que no sé si creer o no creer y no pienso perder mi tiempo en sentarme a pensarlo... solo sé que no necesito a nadie que me mire, no deseo que nadie me quiera como su ideal, por que eso solo significa más dolor y yo seré feliz de que nadie me mire como ese idiota espejismo, por que el amor es solo una careta falsa, una ilusión inalcanzable y en el desierto de mi existencia no es vital ni indispensable... por ahora.

 

Iori Yagami 

 

1994 Osaka...


 El caluroso verano anunciaba a los estudiantes la llegada de una temporada ansiadamente esperada por todos, época de diversión y descanso. Era el último día de clases en todos los Colegios y los chicos contaban en las grises y frías aulas los minutos que les separaban de la libertad, minutos que parecían horas y hacían a todos padecer la agonía misma que un reo al esperar su sentencia.


 Deseaban estar fuera, para entregarse a los desenfrenos de una vida juvenil y despreocupada, libres para hacer y deshacer el mundo a su antojo ya que contaban con todo el tiempo del mundo.


 El sonar alborotado de las campanas dio por terminado el martirio.


 - ¡Al fin! - el grito atravesó el salón y en pocos segundos un millar de pasos presurosos llenaron los pasillos de la escuela, se asemejaba estos quizá al ruido de una estampida de animales huyendo en la sábana y poco a poco mientras los minutos transcurrían inclementes bañados por las risas, las bromas y la felicidad el estruendo disminuía, la agitación y el estupor se desvanecían para dar paso a una tranquilidad integra e inigualable.


 La luz del sol se colaba por las ventanas alumbrando con tonos anaranjados las bancas y pizarrones, parecía que esa calma estaba matizada por la eternidad y daba la ilusión de que jamás podría romperse ya que era como un cuadro pintado por un gran artista.


 Un débil suspiro hizo eco en la tranquilidad del recinto desierto, un chico aún renunciaba a su libertad, se encontraba con las manos cruzadas sobre su pupitre y su cabeza recostada pesadamente sobre los brazos, los ojos cerrados, pero al parecer no dormía, se encontraba sumido en un mar de pensamientos y se notaba por la expresión de su rostro que no eran muy agradables.


 El ruido de la puerta al abrirse provoco que el chico volviera un poco su cabeza y que sus ojos castaños se clavaran en la figura que silenciosa permanecía inmutable en el umbral del aula.


 - Kyo... ¿no vas a salir nunca? - la pregunta flota varios minutos en el aire, a su alrededor solo hubo silencio y de repente el chico se incorpora, toma su cartera y se acerca a la puerta. Sus pasos eran lentos y desganados, con una de sus manos acomoda los mechones de cabello que se encontraban alborotados y caían juguetones sobre su rostro.


 - Te dije que te fueras a casa Yuki, ¡maldita sea!, ¡¿qué acaso nadie va a hacerme caso hoy?! - era claro que el humor de Kyo era pésimo en ese momento y con un brusco movimiento hizo aún lado a la chica que le obstaculizaba la salida, con paso firme y seguro camino por el pasillo hasta que una voz angustiada lo obligo a detenerse.


- ¡Kyo!... - al escuchar su nombre el chico presiono sus puños, ¿por qué las mujeres tenían que ser tan necias?, pensó y luego sin volverse grito


 - ¡¡¡Déjame en paz!!! - corrió entonces por el pasillo y no se detuvo y aún cuando ya había salido de la escuela continuaba él con su loca carrera como si está fuera a cambiar las cosas.


 ¿Por qué la vida tenía que ser así?, ¿por qué estaba obligado a hacer cosas que no deseaba?. Se preguntaba mientras la brisa acariciaba su rostro y sus ojos se perdían en la nada del sendero y de repente al ver a un hombre moreno, alto cruzar la calle, justo En ese momento la sangre del muchacho hirvió de ira, al recordar a su padre y remembrar con claridad la pelea que esa mañana había tenido con él, mantenía vivamente en su memoria cada palabra como si hubiese sido pronunciada tan sólo un par de minutos antes.


 


+++


6:00 a.m Mansión Kusanagi


 Kyo se había levantado como de costumbre para ir al colegio, un leve toque en la puerta de su habitación lo obligo a apresurarse y ponerse el uniforme negro con rapidez


 - Kyo sama su padre desea verlo ahora - no hubo más palabras tras de la puerta, siguió un sepulcral silencio y el joven que se miraba al espejo frunció el ceño, sabía que de su padre solo obtenía disgustos, pero en verdad le parecía que era demasiado temprano para pelear con el viejo, así que supuso que no era nada importante, quizá un encargo o algo así, termino de atar la cinta blanca en su frente, arreglo un poco los mechones de su cabello lacio, tomo su cartera y salió de la habitación. Al hacerlo se topo con la figura de la sirvienta que se encontraba inclinada con las manos juntas y la vista baja aun lado de la puerta.


 - "¡Maldición lo olvide de nuevo!" - pensó el chico y afirmo con seriedad


 - Dile a mi padre que iré en un momento - la joven sirvienta dio varios pasos atrás después se incorporo y se retiro a toda prisa. Toda una vida y Kyo aún no aceptaba los viejos estereotipos de su familia, miles de veces le había dicho a Kyoko que no le tratara de esa manera tan solemne, que olvidara los formalismos y las tonterías de su padre, pero de nada sirvió, la joven sirvienta nunca lo escucho, así que tuvo que hacerse a la idea y soporto ser tratado con tanto respeto, pero en realidad ya estaba harto de eso.


 La oficina del líder de los Kusanagi se encontraba en un rincón de la soberbia mansión, a Saysyu le gustaba la privacidad ya que la tranquilidad le permitía pensar. Los decorados antiguos estaban al orden del día en aquella casa, tapetes, bordados, adornos de cerámica, pequeñas esculturas talladas, grandes y pesadas cortinas en los ventanales, el entrar a esa casa era como regresar al pasado, todo tan perfecto, tan fino y en armonía, la atmósfera del Japón antiguo vivía en esa mansión.


 Saysyu se encontraba sentado en su espléndido sillón, en sus labios se encontraba una pipa muy antigua, delgada y larga y de vez en cuanto era separada de la boca para que pequeñas bocanadas de humo surgieran como suaves nubes llenando la habitación e impregnando la madera y las telas de un olor fuerte y desagradable. El líder del clan revisaba papeles con una avidez impresionante sus ojos leían los informes con atención total, y de repente la mirada del gran señor se alzó al frente al escuchar los escandalosos pasos de su hijo acercándose, sonrío y luego sus ojos cafés se posaron en un sobre negro sellado con una luna de plata.


 Los golpes firmes de Kyo anunciaron su llegada


 - Pasa, ¡tardaste demasiado!- la voz severa y la mirada seria ocasionaron que el chico solo meneara la cabeza negativamente


 - Oh, lo lamento padre olvide que mi vida te pertenece, perdona por que haya tenido que alimentarme - el chico dio una mordida al pan tostado que aún tenía en su mano derecha y se sentó frente al escritorio, sus ojos enfrentando a los de su padre


 - Tan mal educado como siempre - afirmo Saysyu, se puso de pie dio la espalda a su hijo, se cruzo de brazos y comenzó a hablar, ante un Kyo que abrochaba su cinturón y ajustaba sus guantes


 - Ha llegado el momento que tanto esperábamos, hoy es el día por el cual has sido tan arduamente entrenado - al oír tales palabras Kyo alzo la vista sorprendido


 - El descendiente de los Yagami esperará por ti esta tarde, llego la hora de arreglar todo y dar por terminada la pelea que desde hace tantos años dio inicio - el hombre se volvió, y tomo el sobre negro extendiéndolo a su hijo - Aquí encontraras todos los detalles - el chico entonces se puso de pie lleno de molestia


 - No quiero, ¡no iré! - decidido Kyo se volvió dispuesto a retirarse, no iba a hacer nada que no deseara, estaba por alcanzar la puerta cuando una mano fuerte lo detuvo de un hombro, una mueca se dibujo en el joven semblante, su padre aún era muy fuerte para ser un viejo, sonrío y se libero bruscamente, su mirada colérica se mantenía fija en el hombre que le dio la vida


 - Desde siempre he hecho tu voluntad, me sometí a tus deseos pensando que tu idea estúpida de que debía matarme con un Yagami acabaría por desvanecerse, pero eso no sucedió. Soy fuerte ahora, cumplí con mi obligación como tu hijo, pero no puedo matar a otra persona únicamente por que tú así lo quieres - Kyo no escucho respuesta alguna a sus reclamos, repentinamente sintió un golpe y al instante siguiente se vio en el suelo, un hilo de sangre escurrió por su boca


 - ¡¡No soy un asesino!! y no lo seré aunque me muelas a golpes - su padre se acerca a él y lo toma del cuello de la chaqueta negra


 -¡¡¡ Tú harás lo que yo te diga, por eso eres mi hijo!!!, te lo advierto Kyo esto no es un juego - Saysyu tenía el sobre aún en sus manos y lo metió en la chaqueta escolar del chico


 - Los ninjas vigilarán tus pasos y si no obedeces mis órdenes yo té... - el chico mira a su padre fijamente y después toma sus manos obligándolo a soltarle y una vez libre se levanta, limpia la sangre que fluía de su boca con su mano izquierda y sonríe


 - ¿Me que "padre”? - un tono de burla acompaña la pregunta - ¿Me mataras?... pues ahórrate la espera y hazlo ya - Saysyu se vuelve dándole la espalda a su vástago, camina hacia su escritorio. mira por la ventana hacia fuera en tanto Kyo comienza a retirarse y antes de que la puerta de la oficina se cerrara alcanzo a escuchar la firme voz de su padre


 - Estas advertido Kyo - el chico mira su reloj y al ver la hora corre hacia la salida, se le hacia tarde, nuevamente llegaría retrasado al colegio.


 Por el camino en uno de los pasillos el joven Kusanagi se topó con su madre, esta se sorprendió al notar la sangre en la boca de su hijo, y este solamente la contemplo en silencio, los ojos marrones trasmitían un severo reproche a su madre y Kyo volvió a limpiar la sangre mientras partía al colegio.


+++


 El recuerdo de esa violenta mañana se esfumo, Kyo presiono sus puños, luego tomo el sobre que su padre había colocado en su chaqueta y lo rompió, no iba a hacerlo, ¡ya no más!, Por primera vez desobedecería a su padre.


 Las horas transcurrieron rápidamente Kyo se sabía vigilado y no le importaba, deambulaba por la ciudad hasta que frente a él vio grandes edificios y estrechas calles. Había llegado al centro de Osaka, a esa hora mucha gente circulaba presurosa de un lado a otro, entrando y saliendo de los edificios y eso le dio una idea al aburrido descendiente de los Kusanagi, iba a divertirse un rato a costa de sus seguidores.


 A toda carrera el chico se dirigió a un montón de personas, deseaba ponerle las cosas difíciles a los ninjas. Empezó a correr entre la multitud y a adentrarse en los fríos y sucios callejones, al principio podía identificar con claridad a los que le seguían y poco a poco comenzó a perderlos y a perderse el mismo en la ciudad, llego a los barrios bajos, no reconocía nada, su loca carrera había dado resultado, perdió a los ninjas, pero el también se había perdido y ahora estaba quien sabe en que lugar, pero eso era mejor que volver a casa o que ir a matar a un desconocido.


 Kusanagi decidió no parar, los ninjas podían dar con él así que continuo corriendo y adentrándose en las diminutas callejuelas, empujando a la gente sin ton ni son, sintiéndose libre y cansado, y de repente sus ojos comenzaron a notar la miseria que le rodeaba, niños andrajosos, casas diminutas y decadentes, jovencitos en el piso drogados o en su defecto alcoholizados, y mientras miraba asombrado a su alrededor olvido que corría y al llegar a la esquina de la calle choco con alguien. El golpe fue muy fuerte, Kyo tomaba su cabeza con ambas manos desde el piso, sus ojos marrón se abrieron despacio y un - ooouch - lo obligo a levantar la cara para ver con quien había chocado, lo primero que vio fue un cigarrillo en el piso y después un puño.


 - Eres un estúpido, ¡¡¡ese era mi ultimo cigarro!!! - Kyo estaba de nuevo en el suelo abrió los ojos y se encontró con un cielo gris, pronto llovería, se volvió y vio sentado en el suelo al otro chico, al que le había golpeado.


 - Eres un fracasado ¿sabías? - el joven de cabello café se incorporo y miro con enfado al pelirrojo que le había insultado


 - Pues tu no eres tan listo, de serlo no habrías chocado con un fracasado - terminado de decir eso se levanto y piso el cigarro que aun estaba encendido entre ellos. El pelirrojo también se incorporo y sus ojos fríos y grises se fijaron en el idiota que tenía enfrente con seriedad.


 - Tienes que pagármelo - exigió el chico a lo cual Kyo río, tomo su cartera y comenzó a alejarse


 - ¡¡¡Maldita sea te estoy hablando!!! - un iracundo pelirrojo tomo a Kyo del brazo - ¡¡No te atrevas a dejarme hablando como un loco!! - Kusanagi le lanzo un golpe y el otro chico lo esquivo con suma facilidad


 - No tengo tiempo para esto - afirmo Kyo a lo cual recibió una burla


 - Oh, tal vez tu mami te golpea si llegas tarde a casa ¿ne?... ¡eres un cobarde! - Kusanagi lanzo su cartera al piso


 - Conque en verdad quieres pelear, pues bien te complaceré - el chico tomo su posición de combate


 - Barreré el piso con tu cara maldito insecto... - amenaza el pelirrojo y empieza a lanzar golpes. Kusanagi esquivaba y bloqueaba al tiempo que informaba a su rival con que insecto estaba tratando.


 - Kyo, me llamo Kyo y no lo olvidarás - un golpe certero se incrusto en el estomago de Kusanagi


 - Pues bien te haré ahogarte en tu propia sangre Kyo - al terminar de decir aquello lanzo el pelirrojo una patada justo a las costillas de un Kyo que yacía en el suelo sin aire.


 El chico de pelo castaño sintió venir un borbotón de sangre, cerro la boca con fuerza, no iba a darle el gusto a ese idiota, al menos no tan fácilmente, reunió todas sus fuerzas y se puso de pie


 - Ah, ¿conque quieres más?. Con todo gusto – dijo el joven de ojos grises mientras una amplia sonrisa se dibujaba en su cara y presto como un rayo ataco. Kyo esquivo los golpes y una patada se incrusto en el rostro del joven que vestían jeans negros y una camisa blanca


 - Pues yo no lo creo así, tu serás quien suplique - afirmo Kyo decidido, el pelirrojo río un poco y limpio la sangre que escurría por su nariz con su blanca camisa


 - Iori jamás le suplica a nadie - afirmo el joven y volvió a abalanzarse contra Kyo


 - Je, pues siempre hay una primera vez... Iori - de golpe Yagami cayo al piso, Kyo se acercaba para terminar con él, los ojos grises fulguraron y en un segundo Kyo se vio en el piso una vez más.


 Continuaron peleando por un par de horas, ambos terminaron sucios y llenos de sangre, estaban en el piso doloridos y exhaustos, ya era de noche y la luz de la luna apenas y alumbrara el frío y solitario callejón. Leves quejidos se escuchaban de vez en cuando y Kyo miraba con curiosidad al pelirrojo que yacía a su lado, eran en verdad pocos los chicos que soportaban una pelea con él y además eran contados los que lograban tocarle, así que ese muchacho de corto cabello rojo le pareció muy interesante, sabía defenderse bien y sus golpes eran certeros y peligrosos.


 Iori tenía los ojos cerrados y trataba de que su mente dejara de sentir el dolor, su respiración era cada vez más relajada pero algo le molestaba, no sabia que era, se sentía incomodo, era una sensación que le disgustaba y que pocas veces había experimentado. Abrió los ojos y se encontró con la mirada curiosa de Kyo


 - ¿Qué diablos miras? - dijo con voz enfadada - Kyo solamente le sonrío y se volvió para mirar la luna nuevamente.


 Hubo un silencio Kusanagi se sentía en paz, había olvidado todo, esa pela fue un gran desahogo pero era consciente de que debía regresar a casa y afrontar la realidad, despacio se incorporo, Iori miro como se iba en silencio, cerro los ojos de nuevo y la voz de Kyo le obligo a abrirlos una vez más


 - Muchas gracias, nunca olvidaré esto... Iori - el pelirrojo parpadeo un par de veces y solo gruño un poco para después volver a cerrar los ojos y quedarse ahí tirado tratando de recuperarse.


 -"Fue divertido, solo espero que se repita alguna vez... Kyo "- pensó el chico antes de levantarse y dirigirse a su casa también


+++


 Al llegar a casa esa noche Kyo se encontró con su madre hecha un mar de lagrimas y con la noticia de que su padre había muerto... alguien lo había asesinado.


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