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Luchando contra el instinto por Kikyo_Takarai

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Notas del capitulo:

Oficialmente terminé de escribir eta historia. Sin embargo tendrá una secuela, simplemente algunas historias adicionales que ya no quedan dentro de esta primera. Formarán parte de la misma serie. 

¿Cómo podía la gente tener dos familias y vivir con la culpa? Will no había hecho nada, aún, pero ya se sentía como una babosa humana. ¿Qué quería? Podía arriesgarse con Hannibal, dejar ir a Matt, pero ¿Y si Hannibal no lo quería en serio? ¿Si era un reto, entretenimiento para un rato? Se quedaría en la calle, sin más opción que buscar malos trabajos o volver con su padre. Sentía muchas cosas por Matt, pero mientras pensaba en lo mucho que adoraba la mera presencia de Hannibal se dio cuenta de que estaba a un paso de bajar de la escalera del amor.

¿Quería perder ese detalle que haría el resto de su vida mejor? No estaba muy seguro. Así como no  se atrevía a llamar. ¿Cómo diablos empiezas una aventura? “Hola, Hannibal, estoy aburrido, vamos al cine.” No sonaba tan mal… No, quería a Matt, quería darle una segunda oportunidad. Las cosas funcionaban, más o menos. Seguían sin tener sexo, por un lado… La verdad es que Will había dejado de insistir, y Matt parecía ocupado ganándose su confianza, cómo si no mereciera un lugar en su cama. Si Matt era su plan B ¿no sería mejor asegurarse de hacerlo bien? 

Wow, ahora era su plan B. Will era una persona despreciable, o así se sentía. Todo era una locura. Enviaba mensajes a Hannibal cuando Matt estaba fuera, pero lo ignoraba completamente cuando Matt se esforzaba por pasar tiempo con él. No estaba seguro de que fuera el trabajo lo que lo agotaba, también sus dudas, sus emociones, todo en la cabeza de Matt funcionaba en su contra. Pero Will no sabía con certeza cómo arreglarlo, ni si quería hacerlo. Maldición.

Alana sabía que algo estaba mal, pero Will no quería hablar del tema, no quería decirle a nadie lo que estaba considerando hacer, claro que no estaba al tanto de que Alana estaba muy bien informada. Había esperado que ver a Hannibal con una mujer le hiciera darse cuenta de su atracción, así como ahora le ofrecía una excusa para ir corriendo a Hannibal, por su propio bien.

—Will, ¿podría pedirte un favor? — Habló mientras Will se preparaba para irse.

—Por supuesto.

—Matt aún es paciente de Hannibal, ¿Podrías pedirle que le devuelva estos libros? Me temo que los he tenido ya bastante tiempo.

—Pensé que Hannibal venía los lunes.

—Desafortunadamente su paciente canceló, y no tengo oportunidad de hacerlo esta semana.

—Vale, se los daré a Matt, nos vemos Alana.

—Adiós Will.

“Alana Bloom quiere devolverte algunos libros, pero no estás aquí hoy. ¿Puedo llevártelos a alguna parte?” envió en un mensaje. Bueno, era una buena excusa para ver a Hannibal, para hablar sobre lo que estaba pasando. Sí algo sucedía ahora tendría una coartada… Su celular vibró pronto con una respuesta:

“Me sería de mucha ayuda, Will, si pudieras venir a mi casa. Te enviaré la dirección.” Su casa. ¡Su casa! Ay, cielos. Eso era una pésima idea, en la privacidad de su casa podrían pasar muchas cosas, mucho más graves que un beso. Esa era la peor idea del mundo, no que eso pudiera detener a Will que ya estaba a medio camino cuando se puso a pensar en lo que estaba a punto de hacer.

Hannibal vivía en una bonita zona de la ciudad, una zona habitacional llena de casas lujosas como la suya, Will sólo había visitado lugares así cuando había un crimen, así que comparado a su minúsculo departamento aquello era demasiado para él. Las calles estaban limpias y seguras y los vecinos manejaban autos de lujo usando sombreros que costaban más de lo que Will pagaba de renta. Tocó el timbre junto a la enorme puerta de caoba y Hannibal abrió un momento después. Comenzaba a hacer frío, pensó Will, metiendo las manos en los bolsillos.

—Buenos días, Will.

—Buenos días…— Hannibal era guapo cuando vestía bien, pero a Will le gustó muchísimo más como estaba ahora. — ¿Te desperté?

—Podrías volver a la cama conmigo. —Sugirió el mayor, sonriendo desde el interior de la casa, resplandeciente con el sol que brillaba en las ventanas, Will se sintió enrojecer hasta las orejas. Hannibal llevaba un pantalón de dormir negro y claramente para no salir con el pecho desnudo se había pasado por encima un bonito suéter tejido de color rojo oscuro. Muy a su pesar Will saboreó la forma en que la tela se pegaba a los músculos de sus brazos y a la firme forma de su pecho. Era sólido y marcado, no con un lavadero como Matt, pero era igual de atractivo. Su cabello caía libre y revuelto frente a su rostro, mucho más suave de lo que nunca le había parecido.

—Te… Te traje los libros de Alana… —Tartamudeó Will mientras le entregaba una bolsa de tela. Hannibal le echó un vistazo rápido antes de abandonarla en la mesa.

— ¿Sólo viniste como un favor para mi colega?

—No… es decir sí, pero… puedo quedarme un rato.

—Luces cansado. —Dijo el rubio, acariciando su mejilla para levantar su rostro, Will cerró los ojos, recargándose contra su mano y disfrutando de su aroma. Ronroneó suavemente y algo en el pecho ajeno reciprocó la acción con un suave gruñido, Will sintió todo su cuerpo temblar cuando Hannibal lo pegó contra sí mismo, acariciándole la cabeza. Se acurrucó contra él, sin duda Hannibal no había empezado aún su día, sin un baño, sin loción. Este era el puro estado de su aroma. Especias, hierbas, un lejano toque de sudor, el aroma concentrado de quién acaba de levantarse de la cama.

—No he dormido muy bien…—murmuró sin darle importancia, inhalando profundamente, escuchó a Hannibal reír y sintió un beso en la cabeza.

—Podríamos tomar una siesta si quieres, mi cama es muy cómoda.

—No lo sé, ¿y sí se hace tarde? —Dudó Will, pero Hannibal ya lo había levantado en brazos, soltó un gritito y una risa tonta mientras se aferraba a él para no caer. Recorrió con la vista todo lo que se le ofrecía, el hermoso clavicordio en la sala de estar, las coloridas acuarelas japonesas en los muros del pasillo, los libros en cada habitación con títulos en varios idiomas. La habitación de Hannibal tenía dos puertas, una cama enorme con hermosas sabanas de algodón y un pequeño taburete reflejado por un espejo frente a la chimenea. Aquí también había libros, pinturas y pequeñas estatuas exóticas, todo era elegante, refinado y único, igual que su dueño. Le gustaba mucho esa casa. Y olía mucho a Hannibal. No meditó más porque lo arrojaron a la cama con facilidad, soltó otra risa tonta, cómodo entre la suavidad de las sábanas.

Hannibal subió a la cama a su lado, plantándose firmemente con una pierna a cada lado de su cintura, enterrando el rostro en la curva de su cuello y dejando un sendero de besos húmedos ahí. Will se estremeció. No era eso a lo que iba. No, él iba a hablar, a determinar que mierda iba a pasar entre ellos. Pero estaba en desventaja, ya seducido por los olores que inundaba sus sentidos y presionado contra la cama. Hannibal bajó sus besos hasta su clavícula, desabotonando su camisa lentamente y dejando un patrón de piel en llamas dónde sus dedos tocaban.

—Eres precioso… Cada parte de ti, no quiero olvidarlo nunca…

—Hannibal… —Se acercó a él y este captó el mensaje, uniendo sus labios en uno de esos besos calientes que Will había extrañado tanto. Oh, esto estaba muy mal, estaba muy excitado. Estaba seguro de que Hannibal podía sentir su erección presionándose contra su muslo cuando le abrió las piernas con la rodilla. Cuando sus bocas se separaron Will se sintió incapaz de pensar o de luchar, lo que fuera a pasar quería que sucediera y quería disfrutarlo.  Hannibal hizo ademán de quitarse el suéter pero Will lo detuvo.

—No…déjatelo, me agrada…

—No me digas…—Hannibal se río pero se dejo la prenda, volviendo a atacar su cuello y desprendiéndose finalmente de su camisa. Sus pantalones opusieron un poco más de resistencia, pero Hannibal era lo bastante grande y fuerte para quitárselos sin mucho problema. Los dedos titubeantes de Will tardaron más de lo necesario en jalar los simples pantalones de dormir y Hannibal se separó un momento para patearlos lejos. El moreno jadeo sin aliento, fantaseaba mucho sobre ese cuerpo, pero sus recuerdos no le hacían honor.

— ¿Ves algo que te gusta? —Preguntó Hannibal sonriendo. Will balbuceó una respuesta pero la acalló con un beso. —Yo sí, eres mucho más hermoso de lo que recordaba.

No era una mentira, Hannibal lo decía como si fuera un hecho. Will podía recibir muchos halagos de extraños, pero sólo cuando venían de esa boca se sentía de verdad como algo especial, aún si no lo era. Hannibal se relamió los labios suavemente, disfrutando de la vista, de sus rizos oscuros acariciando su rostro, su piel sonrojada en las mejillas, en los hombros y en su miembro ansioso que se curveaba contra su estómago, brillante por las gotitas de líquido que se desprendían de la punta. Claro que Will disfrutaba de la vista, aún si no estaba completamente desnudo Hannibal era muy atractivo, con la piel tostada y las piernas gruesas y fibrosas, con su polla dura, grande y descarada, coronada con una mata de vello grueso que bajaba desde su pecho. Un cuerpo perfecto de Alfa, pensó Will. Esto era una locura, pero no podía detenerse, ya no. Lo quería demasiado y está vez no era la fiebre del celo lo que lo motivaba.

Hannibal volvió a besarlo, recorriendo su cuello y su pecho, acariciando suavemente sus pezones con los dedos y bajando hasta su vientre, besando cariñosamente las cicatrices rosadas que lo partían a la mitad. Continuo hasta llegar a su pelvis, besando sus muslos e ignorando su miembro para lamer suavemente su entrada húmeda, Will soltó un gemido ronco mientras sentía su lengua abrirlo y sus dedos enterrarse en sus muslos, manteniéndolo abierto para continuar esa caricia íntima y sensual.

¿Hannibal vivía solo? Esperaba que sí porque le era imposible mantener el volumen bajo en sus jadeos y gemidos, Hannibal sabía muy bien lo que hacía, en minutos lo tenía casi llorando al borde del orgasmo, y fue cuando se detuvo. Will quiso quejarse, pero recibió algo mucho mejor a cambio. Hannibal presionó la punta de su miembro contra su cuerpo, tan grande y tan caliente que Will abrió la boca, con los ojos cerrados saboreando cada centímetro de piel que comenzaba a enterrarse en su interior.

—Mierda…Hannibal…

—Shh, sólo un poco más, Mylimasis… Me estás succionando, eres un niño muy sucio…

—Hannibal…ah… —Fue, efectivamente, sólo un poco más, sintió su nudo presionado contra su entrada y supo que había entrado hasta el fondo. ¿Cómo había podido tomar todo eso antes? Se sentía lleno a rebosar, voluptuosamente desbordado por su miembro que comenzaba a moverse. Quería gritar, pero no podía, si abría la boca tal vez dejaría salir un improperio, y no quería arruinar el momento.

Su suave vaivén se transformó rápidamente en un golpeteo salvaje, nunca violento como al que por desgracia se había acostumbrado, Hannibal lo penetraba firmemente, enterrándolo contra el colchón con verdadera pasión, como si la vida se le fuera en ello. Era rudo y Will se sentía estrecho pero deseado. Hannibal levantó una de sus piernas sobre su hombro y le arrancó un grito de placer, golpeando ese punto en su interior que envió descargas a todo su cuerpo. Eso tenía que ser un sueño, era demasiado bueno.

—Ha… Hannibal…me…me voy a venir… ah, ¡por dios! Hannibal…

—Vente para mí, Will, quiero verte… quiero oírte.

Se habría venido aún sin decirle nada, apenas consiente que sus gemidos ahora eran fuertes y erráticos, sentía a Hannibal acelerando el ritmo, su respiración pesada y agitada. Se imaginó llenó de Hannibal, de su semilla caliente cuando alcanzara el orgasmo y eso lo mando del otro lado. Soltó un último grito, echando la cabeza hacia atrás mientras su miembro soltaba perlados chorros de semen sobre su abdomen y su vientre, sacudiéndolo hasta los huesos. Hannibal continúo sus movimientos unos segundos más, saboreando la forma en que el orgasmo de Will lo exprimía dolorosamente, sin cuidado, sin pensarlo.

Lo besó de nuevo cuando alcanzó el clímax, vaciándose en su interior sin siquiera preguntarle, pero no parecía molestarle por la forma en que sus besos se entrecortaban con gemidos de éxtasis. No dejaron de besarse hasta que Hannibal salió de su cuerpo, dejando un chorrito de semen fluir desde su entrada, sonriendo malicioso. Así debería estar Will, diariamente, sudoroso y agotado en su cama, lleno de su semilla, con los ojos húmedos por su propio orgasmo.

—Mierda… Hannibal…

— ¿Sí?...

—Eso fue increíble…

—Es un placer para mí. —Respondió, sonriendo con suficiencia mientras se recostaba a su lado, lo limpio suavemente con un pañuelo y le beso la frente. Will se acurrucó contra su pecho, pero ambos sabían que era una calma temporal.

—Tengo que irme…

—Quédate un poco más…

—Hannibal…—Hannibal lo besó de nuevo y Will dudó. Tenía que irse a casa… — Fue… maravilloso pero…

—Sh, no pienses, Will, piensa cuando estés lejos de mí y luego regresa, quiero hacerte gozar así el resto de mi vida…

—Eres un tonto…—Will no sabía si creerle… Cielos, se había acostado con Hannibal, ¿en qué pensaba? ¿Y sí no volvía a llamarlo nunca? ¿Y si se cansaba de él en unas semanas? — Me quedaré un poco más.

Ya no tenía anda que perder, habían cruzado la última línea y no había intentado resistirse, había disfrutado cada segundo. Le haría mucho daño a Matt, pero él también le había hecho daño. Disfrutaría de lo que tenía ahora, se preocuparía por su noviazgo en otro momento.

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¿Tenía citas con Hannibal? A menudo toman algo, o comían juntos, hablando sobre sus vidas, sobre el futuro, sobre lo que les gustaba y lo que no. Nunca se tomaban de la mano, ni se abrazaban ni se besaban en público, cosas que Will sí hacía con Matt cuando salían, claro que sus citas ahora eran mucho menos recurrentes.

Seguía ocupándose impecablemente de su casa y de Hannibal había aprendido a cocinar muchas cosas que Matt apenas y podía comerse, las sobras facilitaban que tuviera que comer cuando se iba al trabajo. Pero desde que Hannibal y él tenían sexo no había sentido la necesidad de insistirle a su novio. Matt había pasado un tiempo rechazándole, ahora que comenzaba a insistir Will simplemente fingía estar dormido, cansado o que no era el momento.

Matt acallaba las dudas en su mente pensando que Will tenía derecho a negarse cuando el mismo no había querido hacerlo por cuestiones emocionales, sin embargo se sentía tenso y ansioso y su humor comenzó a decaer nuevamente cuando se dio cuenta de que Will habitaba feliz y se movía cómodamente incluso sin tocarse. Cómo si de pronto los besos fugaces y acurrucarse en la noche fueran suficiente para él, y no compartía esa emoción.  En el trabajo se sentía útil, a pesar de lo monótono que se había vuelto cuando Chilton comenzó a mantener los turnos fijos, sin rotaciones como estaban acostumbrados.

Podía sentir el espacio que se abría entre Will y él mismo, como un mar que brotaba y ponía más distancia cada día. Will también lo sentía y eso aumentaba su culpa. Matt merecía algo mejor que eso, algo mucho mejor, tenía que decidir que quería, a la persona de la que se había enamorado cuando su vida era diferente, cuando tenía más opciones. O a la persona que comenzaba a amar de forma completamente diferente, emocional e instintiva, la que despertaba en los todos los impulsos Omega a los que lentamente se habituaba. Pero no podía elegir, era muy cobarde, casi tanto como Matt que se negaba a ver que lo suyo no estaba funcionando.

En unos días sería su cuarto aniversario.

Hannibal no hablaba nunca de Matt pero Will sabía que mientras pasaban los días y ellos pasaban más tiempo juntos el Alfa comenzaba a perder la paciencia. Nunca diría nada, pero Will sentía su posesión creciendo y queriendo hacerse presente en él. A veces consideraba acostarse con Matt para calmar sus dudas, pero Hannibal siempre parecía adivinarlo y le dejaba besos y marcas en el cuerpo que Will tenía que ocultar.

Lo empujaba suavemente a alejarse de Mathew, como aquél día en que le hizo el amor sobre el escritorio de su oficina apenas minutos antes de que Matt entrara agitado por la puerta. No podría soportar vivir una vida tan agotadora. No sin dejar una parte de él detrás. Bien. Está sería la última vez. Haría de su aniversario algo maravilloso, planearía la cita perfecta, estarían juntos, harían el amor. Si Will aún podía sentir la chispa de antes…ese chasquido de amor que Matt solía encender cuando lo miraba, sí lo sentía terminaría las cosas con Hannibal, pasaría sus días con Matt y pretendería que nunca habían sucedido.

Si no… no tenía caso mentirle, Will no podía seguir engañándolo de ese modo, no por hacerle daño, más porque su cuerpo y su mente no podían manejarlo, ni querían. Comenzaría de nuevo y esperaría lo mejor, si Hannibal continuaba pretendiéndole sería suyo, lo dejaría marcarlo, tendría todas sus crías, 5, 10, todas las que quisiera. O se arriesgaría a que lo abandonara, aun así estaba seguro de que podría encontrar un Alfa ahora que se viera disponible para buscarlo. 

Quería ser él quien decidiera sobre su vida. No su cuerpo, no su instinto, sin importar lo difícil que se volvía.

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Sería una cita perfecta, especial. Irían al cine en la mañana, a ver el estreno de la última entrega de una serie de películas de espías que a Matt le gustaba mucho. Luego almorzarían en el restaurante Italiano de su primera cita y beberían un café cerca del parque. Si todo salía bien Will incluso había reservado boletos para una obra de teatro en la noche y una habitación de hotel, para romance adicional.

Estaba tan confiado que cuando llegó el viernes y le anunció a Matt sus planes se sintió verdaderamente herido cuando este lo rechazó.

—Una cita, Will debiste decírmelo antes.

—Era una sorpresa, así funcionan las sorpresas, Matt.

— ¡Tengo que tomar estos cursos Will, sólo puedo hacerlo en sábado, si me hubieras dicho antes que querías hacer algo lo hubiera pospuesto un poco más.

— ¿Cómo iba a saberlo si nunca me dijiste nada? No habría comprado boletos ni reservaciones y…

— ¿Los compraste por adelantado? Will, si tienes dinero para tirar mejor hubieras invertido en una de tus sesiones de terapia.

—No es tirar el dinero. —Se defendió, sintió los ojos arder con lágrimas. — Pensé que podríamos tener un día especial mañana.

—Pues no podemos. ¿Cómo mierda quieres que tenga tiempo de pasarlo contigo si vas por ahí tirando el dinero y haciéndome trabajar extra? Will, devuelve lo que compraste.

— ¿Sabes qué? No lo haré. —Dijo firmemente, Matt lo miró sorprendido. — Merezco un día de sentirme especial aún si no es contigo. Use mis ahorros para pagar esto, y no eres quien para decirme en que puedo gastar mi dinero. ¿Crees que eres el único que se interesa en mí? Tengo amigos que estarían dispuestos a acompañarme sólo con saber el idiota en que te has convertido.

— ¡Will!

— ¡Buenas Noches!

Will azotó la puerta de la habitación cuando entró, se metió en la cama y tardó un rato en dormirse, muy enojado a pesar de que estaba cansado. Le escribió a Beverly invitándola a salir con él, pero cuando ella admitió tener una cita y no poder acompañarle considero ir sólo. Luego hizo lo que menos quería hacer en su aniversario e invitó a Hannibal. Tardó un rato que se le antojo eterno en responderle que sí. Que se verían en el cine a medio día. Sonrió al teléfono, esperando que llegara mañana y al fin pudo quedarse dormido.

 Cuando Matt quiso seguirle a la cama descubrió que la puerta estaba cerrada por dentro. Maldijo por lo bajo, se bebió una cerveza y se quedó a dormir en el sofá.


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