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Luchando contra el instinto por Kikyo_Takarai

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Notas del capitulo:

Will creé que lo peor que pudo pasarle esa semana fue perder su empleo. Esta muy equivocado. 

Con la carta de Alana Jack decidió que Will estaba casi listo para volver al campo, una semana para pasar los procedimientos protocolarios y podrían devolverle su placa. El lunes estaba emocionado y para el miércoles ya había pasado su examen escrito, sus pruebas de tiro y pronto estuvo listo para una pequeña redada en un edificio en el que supuestamente se cocinaban drogas. No podía estar encerrado un día más, ya había sufrido mucho encerrado en el hospital y lo cómodo que se sentía descansando mientras Matt cumplía cada capricho suyo comenzaba a molestarle.

Aquella era una conducta razonablemente Omega, buscar cuidado de su pareja. Pero mientras más meses pasaba sin los supresores más se sorprendía buscándola. No. Él tenía una carrera, fuera de casa, salvando vidas. En eso debía enfocarse. Pero pronto se dio cuenta de que sus sutiles deseos Omega, que florecían tardíos, eran el menor de sus problemas.

La misión era sencilla, un equipo de 5 entraba a un edificio y realizaba una redada. Arrestaban a todos los involucrados sin morir y se terminaba,  no esperaban más de 10 sospechosos, tenían chalecos antibalas, armas cargadas y el factor sorpresa, no era algo difícil. Will lo había hecho antes. Entonces ¿Cómo salió todo tan mal?

El edificio era una vieja bodega  en medio de un barrio horrible, Will entró al final, detrás de 4 otros oficiales con armas en mano. Fue cuidadoso, no tenía miedo, no estaba nervioso. Revisó cada habitación antes de entrar y daba un último vistazo el pasillo que dejaban atrás antes de seguir. Cuando encontraron su objetivo contó 6 hombres en la habitación, tres de ellos corrieron por el pasillo y dos de sus compañeros fueron tras ellos. El chico que quedaba esposó a otros 3 antes de Will pudiera darse cuenta de que faltaba uno. Apenas un segundo después su compañero caía golpeado y la bombilla que iluminaba la habitación tintineó aterradoramente cuando el hombre libre la golpeó en su carrera hacia la puerta. Will se puso en su camino, con el arma frente a él.

Podía oler el vapor de las drogas cocinarse y los gritos de  los hombres que corrían en los pasillos a su alrededor. Su compañero estaba en el suelo, respiraba, los otros 3 hombres se arrojaron al suelo, metiéndose bajo las mesas temerosos de un tiroteo. Will no estaba en su elemento, no conocía el lugar y la luz iba y venía, no se atrevía a moverse y descubrirse la espalda sólo para arreglar el corto de la bombilla y poder ver. Escuchó un ruido a su derecha y apuntó en esa dirección. Vio una silueta correr y disparó, pero la bala se enterró en el muro. Cuando volvió la vista el hombre estaba apenas a unos pasos de él.

De algún lugar había sacado un arma. Un cuchillo de caza, dentado y brillante a la luz trémula de la bombilla. Algo dentro de él sintió el más puro terror y se congelo en su lugar, sus manos temblaban incontrolablemente y sólo dejó salir el aire cuando el pecho adolorido le hizo notar que lo estaba reteniendo. Cuándo el hombre salto sobre él Will titubeó apenas un segundo pero fue suficiente para cortarle el brazo. La fina línea de sangre que brotaba hasta sus manos sólo lo hizo peor, dejó salir un chillido lastimero y cuando el hombre arremetió de nuevo en su contra disparó. Disparó una, dos, tres, siete, nueve veces. Hasta que el hombre no se movió más. Hasta que el cargador de su pistola estuvo vacío. Fue cuando sus compañeros volvieron y sintió una mano en su hombro que comenzó a llorar. Y no se detuvo. No hasta que Mathew llegó al hospital y lo sostuvo entre sus brazos.

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—Will, ¿Quieres que hablemos sobre lo que pasó? —Preguntó Alana dos días después. Will estaba oficialmente dado de baja hasta que superará lo que sea que lo afectaba.

—No.

—Will, tenemos que hablar de esto tarde o temprano.

—Sabías que pasaría, sabías que yo no estaba bien.

—Pensé que tendrías algún episodio en casa, cortando verduras o al abrir una carta, no pensé que volverías al campo tan pronto. Era una posibilidad latente, claro.

—No estoy loco…

—Claro que no, fuiste agredido y una situación similar desencadenó una respuesta violenta. Eso no es locura, ni siquiera en un Omega, es simplemente estrés Post-Traumático y debemos tratarlo.

—No me siento mal… no me siento… enfermo. Quiero volver ahí. —Expresó señalando la ventana.

—Will, nunca habías matado a nadie. Tienes perfecta puntería pero en 3 años en la fuerza no le habías disparado a nadie.

—Puedo manejarlo, tarde o temprano tendría que dispararle a alguien…—Susurró, evadiendo la realidad. No quería aceptar que necesitaba ayuda, no quería sentirse vulnerable, como se sintió en esa bodega.

—Will, nunca le habías disparado a nadie pero a este hombre le disparaste 9 veces. Esta muerto.

Su labio había comenzado a temblar, no veía a Alana, no veía nada, sus ojos vidriosos estaban fijos en el hombre que había matado, el recuerdo era vago, apenas unos destellos de luz y luego silencio y paz. Le habían quitado la placa, el arma, incluso el uniforme. Jack le había dicho que debía recuperarse antes de volver. Le dieron una baja de 6 meses y lo echaron a la calle.

—Fue defensa propia…

—Estoy segura que así fue, Will. Pero eso no te exenta de tu responsabilidad.

—Creí que iba a matarme.

— ¿Sentiste miedo? ¿Estas asustado ahora?

—No lo sé. Creí que… creí que iban a cortarme de nuevo, y que esta vez no terminaría en el hospital con una palmada en la espalda. Creí que iba a morir…

— ¿Qué tal has dormido, Will?

—No he dormido. Nada. Si cierro los ojos lo veo acercarse a mí. Lo veo muriendo una y otra vez. No puedo dormir, no puedo ni acostarme junto a Matt.

— ¿Has considerado pedirle ayuda? Tal vez el vínculo podría ayudarte a sentir algo de paz.

—No voy a dejarme marcar sólo para que usen su influencia sobre mí. —Will frunció el ceño. — No… no quiero ese tipo de peso sobre él.

—Will, es importante que te sientas seguro. No hay nadie que quiera lastimarte en este momento. No corres peligro ya.

— ¿Crees que no lo sé? —Chilló exasperado, Alana cerró la boca de golpe, removiéndose en su silla con cautela. Will la observo bien y pudo vislumbrar las cicatrices de una marca en su cuello. — Tú estás marcada, por eso crees que es lo mejor para mí.

—Apoyarte en tu naturaleza no es malo, Will. Es quien eres. Buscar apoyo en tu pareja no te hace un cobarde. Y no es una molestia para otros. Necesitas ayuda.

—No quiero esa ayuda. Quiero volver a mi trabajo.

—Will, no estás en condiciones de trabajar, eres un riesgo para ti mismo y para otros. Lo siento pero hasta que no consideré que estas curado me temó que voy a apoyar a Jack. No puedes volver al trabajo de campo.

Will hizo algo más parecido a una rabieta que a una argumentación adulta durante el resto de su tiempo, estaba furioso, probablemente más consigo mismo que con Alana o Jack. Azotó la puerta cuando salió y se quedó de pie en la calle, tratando de acompasar su respiración. 6 meses. Tenía 6 meses para recuperarse, para dejar ir todo lo que le había sucedido. La cicatriz de su abdomen pareció arder como respuesta, como un recordatorio de que el miedo estaba ahí, aún sí se negaba a sentirlo. Volvió a casa y se metió a la cama sin siquiera saludar a Matt.

—Will ¿Puedo sentarme?

No recibió respuesta, Will estaba hecho un ovillo en su cama, con el rostro contorsionado por la frustración y la decepción, esa semana no podría ponerse mucho peor. Matt le besó la mejilla y bajó suavemente hasta su cuello, con roces dulces. No se detuvo hasta que Will dejó escapar un suspiro y se relajó. Se recostó a su lado, apenas vestido con un pantalón deportivo y Will pudo sentir su abdomen marcado arder contra su espalda aún a través de la camiseta. Alana tenía razón en algo, Matt podía distraerlo de todo lo malo en su vida, era lo único de lo que no dudaba, lo único que se sentía seguro y estable ahora. Soltó un ronroneo instintivo, algo completamente Omega, una señal de cariñosa sumisión y comodidad.

Ambos se tensaron, Will jamás había emitido un sonido como ese. Algo tan dócil y tan entregado que el Beta tragó dolorosamente para hidratar su garganta súbitamente seca, Will pudo sentir la tensión en sus pantalones, aquello lo había excitado, su vulnerabilidad, su entrega. Se alejó de él de inmediato, luchando contra las sabanas para salir de la cama.

—Will, por dios, Will basta.

—No, suéltame, no quiero…

—Will, no lo tomes así, lo siento… Si haces algo como eso no puedo reaccionar de otra manera.

—Ah ¿Así que te gusta eso? —Will lo miró dolido. — ¿Eso quieres? ¿Un dulce Omega que se quede encerrado en su casa lanzándote gemiditos de sumisión?

—Eso no es justo, Will y lo sabes. ¿Qué quieres que haga? —Preguntó Mathew, claramente ofendido. —Sí, eres un Omega y yo soy un Beta, es lógico que si la persona que amo me regala una seña tan clara de comodidad me sienta excitado…  Puedes enojarte si quieres…pero no puedo hacer otra cosa cuando se trata de ti…

—Es porqué dejé de tomar los supresores… —Susurró avergonzado, dejándose caer entre los brazos de su novio una vez más, Matt lo acunó cariñosamente, disfrutando de su aroma y descansando la cabeza contra sus rizos. — Ahora me comportó como un completo idiota.

—No es así…—Susurró como respuesta. — Estaba enojado cuando no me dijiste sobre las drogas que tomabas… pero entiendo por qué lo hacías… Pero que actúes de acuerdo a tu naturaleza no te hace un idiota.

—No me gusta lo que mi “naturaleza” me obliga a hacer… No siento que sea yo mismo.

—Eres tú hagas lo que hagas, Will. Eso no cambiará sólo porque ahora eres un poco más… casero.

—Tienes razón, estoy mal, el idiota aquí eres tú. —Exclamó Will, Matt se rio musicalmente en su oreja y lo obligó a reprimir un nuevo ronroneo. Will aún podía sentir su erección presionada contra su espalda pero negó suavemente con la cabeza cuando Matt la presionó como una invitación.

— ¿Por qué no?

—Entraré en celo en un par de días… te necesito descansado.

Matt se rio de nuevo, pero no insistió, le beso el cuello una vez más antes de acurrucarse. En el calor de su abrazo Will pudo dormir por primera vez en días, fue un momento, pero mientras duró se sintió como el viejo Will de nuevo.

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Sí había cosas buenas sobre ser un Omega Will ahora no podía pensar en ninguna. No podía pensar en la última vez que había tenido un celo tan intenso y tan doloroso. Habían comenzado a los 14 y a pesar de su intensidad Will había entrado a la Academia de Policía a los 18, así que jamás había experimentado un Celo fértil sin los supresores. En el hospital le habían dado sedantes para evitar que sus necesidades abrieran su herida, así que ni él ni Matt se habían detenido a pensar en que sucedería una vez que Will entrará en ese momento del mes sin drogas en su sistema. Debió pensarlo, debió pensarlo y hacer algo, porque jamás se había sentido como ahora.

No podía ni ponerse de pie, su cuerpo entero ardía y temblaba con una necesidad desgarradora de ser montado, inseminado, anudado. Podía sentir las piernas débiles y el simple roce de las sábanas le arrancaba gemidos de placer. Había intentado bañarse, pero el agua fría no hizo mucho por calmarlo y terminó de vuelta en la cama. Se puso la ropa y se la quitó 3 veces antes de quedarse desnudo. Su entrada estaba obscenamente húmeda, escurría entre sus piernas y hasta la cama, dejando un charquito debajo.

Mataría a Matt por irse a trabajar y dejarlo así. Pero no era su culpa. Will nunca había compartido un Celo de verdad con él, el extraño estado en que entraba normalmente no era nada comparado con esto. El calor era inusual, sí, y la lubricación mayor a lo que generaba cuando tenían sexo normalmente, pero Will mantenía cierta lucidez y podía resistir la espera sin problemas cuando Matt iba a trabajar o bien cuando necesitaba comer o dormir. Pero hoy no podía, trató de llamarle por teléfono, pero no podía ni pensar en dónde había dejado el celular. Ni hablar de llamar de la línea fija, no podría recordar su número.

Intentó masturbarse, pero su miembro no cedía, y sus dedos, tres de ellos golpeando intensamente en su interior, no hicieron más que aumentar la sensación de vacío que sentía. ¿Cómo mierda hacían los otros Omega para pasar por eso cada mes? ¿Había cerrado las puertas y las ventanas? Maldijo al recordar que sí, su padre le había inculcado bien el cuidado en sus días delicados. Lo que daría porque alguien, quien fuera entrará por su puerta en ese momento y lo tomará violentamente. No tenía que ser Matt, no tenía que ser un Beta como los que Will siempre había elegido. De hecho un Alfa estaría muy bien en ese momento, sí, un Alfa grande y fuerte, con aroma varonil y una polla inmensa que se anudara dentro suyo. La sola idea envió una descarga por todo su cuerpo. Casi llorando volvió a intentar con sus dedos, infructuosamente.

Cuando Matt llegó a casa esa tarde estacionó el auto y se quedó ahí un momento, sonriendo atontado. Le gustaban los días de Celo, eran una bacanal salvaje en la que Will se entregaba desinhibida y totalmente a él durante horas. Era algo tórrido y excitante. Extrañaba tener a su pareja así, lejos del hospital y de los medicamentos, húmedo y deseoso. Fue cuando estuvo cerca de su edificio que se dio cuenta que algo no estaba bien. Había un par de sujetos de pie en el pasillo que llevaba a su departamento, ambos lucían confundidos y olfateaban el aire cómo sabuesos, no parecían del todo conscientes de lo que hacían ahí, y cuando lo vieron acercarse por el pasillo regresaron en sí el tiempo suficiente para tomar el ascensor o las escaleras y desaparecer. Mathew no podía oler nada, pero sí podía distinguir a un Alfa cuando lo veía. No comprendió lo sucedido hasta que entró al departamento y cerró la puerta tras de sí.

Se sintió mareado y adolorido al mismo tiempo, aquél aroma dulce, afiebrado y turbador era algo cómo nunca había experimentado. Jadeo para tratar de recuperar el aliento y poder caminar hasta su habitación, algo más fuerte que él lo mantenía en pie, pensar con claridad ahora parecía un lujo lejano.  Apenas abrió la puerta de su recámara sintió que nunca había deseado a Will tanto como lo hacía ahora, era algo básico y lo desbordaba, se sentía demasiado pequeño frente a semejante calor. Como una casita de madera en medio de un incendio. Will lo miró suplicante, con la mirada vidriosa por el deseo y ofreciéndole su entrada que goteaba una invitación.

—Ma…Matt, por favor… dentro, te necesito dentro…

La voz de Will estaba teñida de dolor y Matt no quiso verlo sufrir, sin siquiera desnudarse apenas atinó a desabotonar torpemente sus pantalones y abrir la bragueta para sacar su miembro excitado y frotarlo suavemente contra su húmeda entrada. Will lo animó con un gemido de gusto pero no fue nada comparado al gemido que dejó ir cuando, sin problemas, Mathew clavó su polla completa en él. Eso era una locura, todo parecía un sueño sucio de cuando era un adolescente. Will nunca había estado tan húmedo, tan dilatado y tan caliente, sus paredes parecían quemarlo a cada estocada, su ritmo frenético debía ser insuficiente porque su Omega gemía desesperadamente rogándole por más. Más profundo, más fuerte, más, más. Pero no pudo darle mucho más.

Su voz se quebró finalmente mientras el orgasmo lo inundaba, inmerso en una especie de niebla de placer apenas notaba algo más que su cuerpo vaciándose dentro de su pareja. Pero cuando Will habló el golpe de realidad fue mortal.

—Ah… Ah... Matt, por favor, no, no te detengas… ¿Qué sucede? —Inquirió, mordiéndose el labio en espera de una respuesta.

—W… ¿Will? — Su voz estaba ronca y hablaba pausadamente, tratando de recuperarse. — Me… me vine, Will.

—No…no. Necesito más… Matt por favor. —Susurró Will, agitando sus caderas contra la ahora blanda erección de Mathew que parecía asustado, Will no estaba ni cerca de un orgasmo, al contrario, lo que para él había sido el más sublime momento a Will le había rozado como cosquillas, ardiente y urgido por mucho más de lo que podía ofrecerle.

—Will, no… no puedo. No puedo hasta… —No tenía que decir más, Will entendía bien. No podía simplemente venirse y recuperar su erección inmediatamente, incluso con aquella erótica visión. Will gimió de angustia, aún más caliente si era posible, frotándose contra la cama en un intento desesperado por conseguir algo de liberación de la presión creciente en su vientre.

No lo consiguió, sin importar cuantas veces Matt lo follara  a lo largo de los siguientes dos días Will no alcanzó el orgasmo ni una sola vez. Apenas podía dormir y ni hablar de comer o hablar. Mathew lo había intentado incluso con drogas similares al Viagra, pero mientras el dolor de su Omega aumentaba su frustración también crecía. Will casi lloraba, rogando por el nudo y los cachorros que no podía darle. No tenía idea de que hacer para ayudarlo. Simplemente no podía seguirle el paso. A la larga apenas y podía mirarlo, con los ojos rojos de tanto llorar y la piel irritada de frotarse inútilmente en busca de consuelo.

Cuando Will finalmente se calmó Matt estaba al borde de un colapso nervioso, había cerrado los puños con tanta fuerza que sus uñas habían atravesado la carne y ahora tenía las costras cortándole ambas palmas. Cómo un recordatorio de lo humillante que era ser él en ese momento. Jamás había sentido tanta rabia contra sí mismo, incluso contra Will. No tenía idea lo que el verdadero Celo significaba, y ahora era dolorosamente experto en ello. Ser un beta nunca le había molestado, pero ahora, mirando a Will dormir agitado una vez más por las pesadillas y sonrojado por la fiebre, deseo no ser tan inútil, deseo ser mucho más de lo que era.  Lo peor no eran sus propios deseos, fue la horrible sensación de que Will, al despertar hambriento y agotado, creía lo mismo. Que ojalá pudiera ser más. Más hombre, más Alfa. 

Notas finales:

Amo a Mathew, y aún así siempre le hago sufrir. No puedo evitarlo, amo más a Hams.


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