La promesa de Naruto.
Camino por esas calles que pese a ser iluminadas con edificios de arquitectura futurista y con vegetación exótica increíblemente hermosa. Con cada cosa puesta en su sitio con detalle preciso. Una ciudadela destinada a deslumbrar a todo ojo visitante, era la magia de su encanto que lentamente te atrapaba y te invitaba a liberar tus fantasías o simplemente a relajarte. Sin embargo su magia y esplendor perdía su efecto para Naruto, incluso las enormes aves y parabas que amigablemente se le acercaba y dejaban tocar. Naruto solo deseaba tomar el primer barco y largarse. Desaparecer y dejar de escuchar a Hinata pidiendo perdón por todo el maldito hotel. Al fin solo se sintió tan diminuto, confundido y traicionado.
25 años… esa era su edad. La conocía desde su infancia, era su amiga de colegio, era su compañera de aventuras… Era la única mujer que amo, la única a la cual miro… la única a la que toco. Que estúpido… rio como loco. Realmente que estúpido era.
Peor que una basura así se sintió. Una desperdicio de desperdicio, el estúpido más grande del planeta. El iluso que creyó ser especial y encontrar el verdadero amor a la primera. Se creyó ser el uno con el otro el complemento perfecto, y después de años ser capaz de dar un sermón a sus amigos, a sus padres, a sus hijos y nietos, sobre la perseverancia, sobre la paciencia y sobre la existencia del verdadero amor. Y ahora… ¿Qué les diría a sus padres?... Tenían razón. El amor no existe, solo los beneficios económicos. Con el tiempo y la rutina nace lo que se conocer el amor.
Rio… tendría que admitir que su padre tenía razón.
Amo con locura a Hinata, le dedico todo su tiempo y paciencia. Todo.
Sintió la humedad en sus mejillas. ¿Acaso lloraba?
Se froto los ojos con violencia. No debía llorar. No lloraría por ella. “!No…!” dijo, pero en cuestión de horas termino en uno de los bares ahogando sus penas en alcohol y llorando como todo borracho que grita sus penas entre llantos y lamentos. Si, bebió como nunca debió hasta perder la razón y después de la fase de lamentaciones vino la fase de positivismo. Se levantó y cogió a la primera mujerzuela, luego a otra y luego a otra.
-¡Señores!-Grito ferozmente y todos giraron a verle- Si ella puede...-dijo en tono débil para luego volver a subir el tono de su voz-¡Yo también!- Grito divertido con las mujeres a su lado, las abrazaba y torpemente el grupo daba marcha a una de las habitaciones improvisadas del bar a consumir su noche de placer.
Besos torpes, agares furtivos. Incluso recibió su primera mamada y para que negarlo. Fue emocionante. Sintió que sus heridas eran aliviadas y su venganza realizada. Mas cuando vio a una de las mujeres de cabellera rojiza tragando una píldora para luego besarlo. Quizás fue una droga, pero dios estaba en otra dimensión donde casa sonido tenia color, donde cada roce que realizaba era de fuego, donde su pene se sentía una ametralladoras que duraba horas y horas, y en cada uno de esos bombeos el éxtasis lo encendía más y más. Se sintió el amo y señor del mundo.
Agarro a las mujeres de sus cabelleras y las trajo al mismo tiempo para besarlas mientras seguía penetrando a una y a las otras comenzaba realizarles toques sucios que ellas mismas le enseñaban, pues sus mansos guiaban a las manos de Naruto a sus partes bajas y repetían la acción hasta que Naruto podía solo:
“Sin miedo, sin asco… cariño. Esto es el sexo”
Dijo una en su oído.
“!Wow!”
Se dijo Naruto pues jamas conoció mas poses que la típica y aburrida que practicaba con Hinata (El encima ella abajo) en un acto casi sin movimiento y siempre apresurado y temeroso.
Quien le diría que las poses del cama Sutra eran verídicas y tan emocionantes… jamas creyó ser capaz de romper los tabús de su cabeza como lo hacia esa misma noche. Tampoco creyó que existiera el beso anal, y menos ser capaz de dar un beso negro…
Al diablo Hinata. Esto era la bomba. Esto era realmente divertido. Entonces como si se tratase de una revelación, lo supo. Desde ese día haría su vida emocionante, realizaría sus sueños. Al diablo Hinata, al diablo ese hijo que quizás no era suyo. Al diablo su aburrida familia llena de reglas y restricciones. Al diablo todo. Era joven. Solo deseaba vivir la vida y no atarse a nada. Ser libre.
Despertó adolorido por toda la actividad y la bebida que se cargó. Pero aun así se sentía lleno de vida. Aunque… ¿Dónde rayos estaba su cartera?
Suspiro. Tendría que llamar a su padre.
Aun con ese incidente, seguía sonriendo. Seguía cargado de energía y muchas ganas de regresar e imponer su nueva forma de vida.