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Gigoló por pk2solitarios

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Notas del capitulo:

Todos tenemos una razón para vivir, algo que nos impulsa fuera de nuestro egoísmo. Aquí te doy a conocer el máximo tesoro de Sasuke. al igual que de muchos es su querida madre.

Tesoro

¿Se sentía culpable?.

Se cuestionaba a sí mismo, mas al cabo de unos segundos negó con la cabeza. Nadie le puso una pistola en la cabeza a esa mujer para acostarse con él. Para olvidarse de su prometido y caer en su encantos. Culpa suya no era. Pudo decir que no y listo.

Se detuvo ante un mostrador y miro su apariencia. Era bello, jodidamente bello, una piel pálida, unos ojos filos y negros como a noche, un cuerpo esbelto y con cada músculo puesto en el lugar y con la forma exacta. Sin duda no era culpa de Hinata haber caído por sus encantos, después de todo era un experto para enamorar a las mujeres, sin importar su edad. Ese era su objetivo desde los nueve años. Debía ser bueno, o sino a Orochimaru se le ocurriría venderlo a los varones… Otra vez:

“¡Eso NO!”

Exclamo furiosos frente del mostrador de la tienda con varias venitas sobre su frente, Odiaba  a los hombres. Vio demasiada violencia contra las mujeres de las islas a manos de clientes de la peor calaña, sin mencionar los otros abusos de parte de los varones de las islas, aunque los comprendía un poco. Llegaba un momento en el que todos maldecían a sus padres por traerlos al mundo, y entre la adolescencia despertaban la frustración y el rencor… Después simplemente se la agarraban contra el ser más débil: sus madres, hermanas, esposas e hijas. Solían venderlas para aligerar sus deudas… solían volverse bestias. Sin mencionar que muchos caían en el mundo de las drogas.  

Mil gracias dieron al cielo por ser varón y no padecer como las mujeres, el daba placer y recibía un cariño temporal de sus clientas, aunque eso no aminoraba la culpa que sentía por las pobres féminas. Quizás por ello su carácter era débil con las chicas, siempre buscando complacerlas y hacerles la vida sencilla, aunque al final debiese tomar el papel de truhan.

Quizás por ello Orochimaru lo mando a esa colina desolada para que no cometiera la estupidez de juntarse con alguna fémina y está en sus desesperación pedirle escapar de la Isla y él con lo condescendiente que era cometería tal locura.

Sasuke negó con la cabeza. Una cosa era ser amable, pero no era tonto. Aprendió a no tener amigos por el bien de su madre y el suyo. Podía tener odio a los varones por lo bestias que eran con las mujeres de las islas, pero ¿Quién era él para juzgarles? Si él era un despiadado gigoló. Rasco su cabeza…

Judas hablando de lealtad. Rio.

Pero era verdad: Los hombres son muy despiadados con las mujeres y los niños. Se miró nuevamente ante el mostrador, faltaba poco para que se convirtiera en un hombre. ¿Sería igual al resto de sus congéneres? Rogo que no. Pero…

¿Si era como un paracito que despertaba a los 18 años y los volvía violentos, cabezas dura y sin capacidad de tener piedad por nadie?

Primero muerto que ser de esa forma. Se dijo, era una promesa a su madre, él jamas seria como su padre quien sea que fuese. Jamas seria como los hombres de las islas Carmesí. Y jamas sería un prostituto masculino. Tan solo pensar que algún hombre volviera a tocarlo… apretó sus puños con furia arrugado los billetes que tenía en mano.

El recuerdo del pasado, el recuerdo de su subasta era algo que parecía perseguirlo, mas respiro profundo no era el momento, además fue decisión suya adelantar su subasta “Todo por ella…”

Miro unos zapatos femeninos del mostrador, estaban bien escondidos entre esos tacones altos y exageradamente llamativos. Miro el dinero que tenía en mano, estarían bien, supuso. Mientras volvía a recordar.

Fue idea suya adelantar su subasta, pero valió la pena: su madre valía todos los tragos amargos que paso esos días. Ella y su libertad valían toda su agonía.

Rio al recordarlo: ¡Era libre! Mikoto, su madre… ¡Era libre!

Ella nunca más seria una prostituta. Ella aun en estas islas era libre para marcharse, ya no tenía el tatuaje, ella… Viviría como una reina el resto de sus días, y él sería feliz acompañándola y viviendo su pedazo de cielo. Cerró los ojos y su sonrisa se amplió. Cada dinero juntado no era para pagar su absurda deuda, era para que algún día su madre se marchara de esa isla y fuera Feliz, para que pudiera comenzar una nueva vida llena de lujos, sin preocuparse por trabajar. Aunque conociéndola ella jamas se marcharía, no sin él. “¿Cómo hacerle cambiar  de idea?” se cuestionó. “Al menos ya no es prostituta” se consoló.

Los zapatos de color crema, con cintillos flexibles llamaban su atención, eran planos, no como el resto de grandes tacones. No. A ella no le agradaban esas cosas. A ella le gustaba la sencillez. Quizás porque toda su vida se vio obligada a usar tacones y minifaldas, ahora que era libre podría darse el lujo de vestir ropas floja y decente. Tenía la libertad de sentirse cómoda.

Sasuke sonrió. De seguro esos zapatos le gustarían. No dudo y entro a la tienda de elegante mostrador, compraría esos zapatos para su persona especial. Listo y en mano miro el cielo azul lentamente cubrirse de nubes negras. Acelero el paso y se dirigió a ese lugar que albergaba su gran tesoro.

Sentada sobre un pupitre de madera que Sasuke solía usar para hacer sus tareas cuando aún estaba en la escuela, se hallaba una mujer de cabellera negra, su belleza era destacada al igual que él, aunque unas manchas negras alojadas bajos sus grandes ojos la ensombrecían.

Supuso que heredo todo de su madre aunque no conocía a su padre. Pero al diablo ese hombre, después de todo los había abandonado o quizás… bajo la cabeza: rogaba que los hubiera abandonado, que fuera un don juan del exterior y no fuera uno de los desdichados hombres de Orochimaru. Deseaba que al menos parte de su sangre hubiese conocido la libertad fuera de esas islas.

-Sasuke-dijo la mujer dedicándole una sonrisa media, pero cargada de todo su cariño. Sasuke correspondió a su sonrisa con otra, cerro las rejas de esa casa repleta de flores. Puso el dinero frente de su madre junto con aquella bolsa de elegante presentación que escondía una caja y en esta unos zapatos de más de 800 dólares. Ella abrió los ojos asombrada y preocupada por los presentes.

-Dime que no hiciste nada peligrosos-susurro con clara preocupación plasmada en su rostro, cuyos ojos tenia abiertos y húmedos como si descubriera a su hijo asesinando a alguien.

-No. Solo lo típico. Seducir a una tía- Repuso y miro a su madre cambiar de expresión de aterrada a triste. Sasuke se sentía culpable. Mas tomo su mentón y beso su frente- no debes sentirte culpable. Mujeres como esa siempre existirán…-le dijo- si realmente amasen a alguien  jamás caerían ante los encantos de este adonis, y perder unos miles de dólares que les puede importar. Han venido a estas islas a gastar. ¿Qué tiene de malo quitarles la pasta?

Mikoto negó con la cabeza. A veces Sasuke la asombraba, parecía oír a ese hombre cuando lo conoció, cuando aún tenía algo de bondad en su ser… Cuando le prometía le cielo y las estrellas, cuando hizo de todo para obtener su libertad…  Eso la aterraba. Pensar que su hijo algún día pudiera volverse como ese hombre. Era tan fácil perderse en la oscuridad.

-A veces me asustas. A veces te parecer a tu padre-Sasuke se paralizo al oír esas palabras, más las ignoro. Eran un insulto, pues el juraba ser idéntico a ella incluso en carácter, pero a su madre le permitía cualquier cosa. Después de todo para mantenerlo se vio atrapada en el bajo mundo y sufrió mucho.

Pasaron los días juntos, ordenando la casa y arreglando las plantas. Después de todo, su deber era esperar las llamadas de Orochimaru para realizar sus mandatos. Aun no estaba listo para pasarse los días en las salas de juego de alguno de los hoteles en busca de mujeres adineradas. No. El aún era especial, quizás por su edad, era una reserva para aquellas mujeres amantes de niños lindos que eran subastados por las noches. A veces con la promesa de ingenuidad e inocencia y otras bajo la promesa de una noche que jamás olvidaran.  Después de todo Sasuke era un gran actor y especialista en mujeres.

Podía claramente identificar a las alocadas y enfermas que buscan ser depredadoras, al igual que las dulces y sensibles que anhelan compañía, un buen oyente para después acabar con una dulce noche de amor y placer. Las demás eran una simple mezcla de ambas, solo debía analizar cada expresión y deducir el papel a interpretar: el de un ingenuo chico de colegio, el de un experto amante o el de un travieso. En fin. Dinero era dinero, y su origen no importaba. Esas mujeres no hacían lo mismo. ¿No habían en su mayoría seducido a un viejo rico? Dudo que una mujer de rectitud se dignara a contratar los favores sexuales de un menor de edad.

No era un idiota. Aunque no acabo la escuela y dudo que algún día la acabase, no era un idiota. La gran mayoría que llegaba  a las Islas Carmesí eran ricos de oscuros instintos, que buscaban cumplir sus sombrías fantasías sin temer a ser: juzgados, descubiertos o encarcelados. Después de todo en las Islas Carmesí la justicia no existía, la justicia apoyaba a los dos reyes y el Joker.

Si bien el no conocía la función de los reyes, supo por chismes que el rey de espadas era una persona de mucho poder en el senado de aquel país. Sin mencionar que era dueño de muchas empresas internacionales, que daba dinero a muchos políticos para que ejecutaran sus campañas  a cambio de apoyo, sin mencionar que siempre donaba de equipamiento a la policía… en fin, él se encargaba que nadie metiera sus narices en las Islas Carmesí. La reina Blanca era la especialista en el tráfico de drogas y personas, ya sea dentro o fuera de la isla. Joker se encargaba del tema de recursos humanos dentro de las Islas.  Los tres juntos eran invencibles, aunque el rey y al Reina no parasen en su reino, dejando a Joker como amo y señor de las Islas.

-¿Te has convencido?-Dijo Minato al ver llegar a su hijo

-Sabes… Todo padre primero pregunta: ¿Cómo te fue?- Dijo con odio profundo, pues estaba más que seguro que su padre tubo algo que ver en todo este embrollo, y lo que más le dolió era saber que fue para bien, aunque jamas lo admitiría.

-si hubiera pasado esta prueba, le hubiéramos aceptado, pero al final demostró ser solo una mujer interesada en la fortuna de nuestra familia, espero que con esto te quites las vendas de los ojos y reacciones. No puedes casarte con esa mujer.

-¡Cállate! ¡No me digas lo puedo o no puedo hacer!-Exclamo Naruto con la sangre hirviendo. Nunca más nadie le diría que hacer o que no hacer.  

Naruto rápidamente se adentró a su habitación, no tenía ganas de oír a su padre echarle en cara lo que se negó a creer todos estos meses. Se vio como el más grande tonto de la historia, luchado por casarse con Hinata y formar una familia sin importar lo que su familia opinase. Pero al final… resulto que tuvieron razón en todo. La chica nunca lo amo verdaderamente. Y de todos los varones del mundo escogió a un crio. Que fastidio, no supo que sería mejor: descubrí que tu pareja es gay o verlo fornicar con un niño.

Se sintió morir. Ella era su primer gran amor, su novia, su amiga de infancia y ahora. Todo terminaba. Incluso dudo que ese bebe que esperaba Hinata fuese suyo. Incluso la idea de que Hinata esperase un hijo le pareció abominable. Una pedófila teniendo un bebe… Pobre criatura que tipo de mostro tiene como madre. Rogo por no ser el padre.

Sin miramientos simplemente hizo sus maletas. Al diablo la familia, al diablo Hinata. Haría su vida a su manera. Cumpliría sus sueños y estos eran simples: ser un Corredor profesional.

Sin prestar a tención a los gritos suplicantes de su madre o a las amenazas de su padre, Naruto tomo un taxi y se largó de casa renunciando a su linaje y herencia.

-¡Soy mayor de edad, yo decidiré que es lo mejor para mí! –Grito por última vez cerrando la puerta del Taxi. Era joven y su juventud era su fortuna. No vería su vida apagada por las normas que su familia le impusiera.

Sasuke se quedó despierto hasta muy tarde, miro aquel rostro sereno esfumarse y ser remplazado por gemidos de dolor. Tenía fiebre… se quedó a su lado despierto vigilando su sueño toda la noche.  No era la primera vez que le pasaba esto, pero después de unas horas todo volvía a la normalidad.  Le insistió para ir al médico, pero Mikoto se negó con tanto fervor que Sasuke solo se resignó. Le temía, le temía a Orochimaru y no deseaba que el supiera de sus malestares. No deseaba volverle a ver nunca jamas.

Sasuke deposito otro paño húmedo sobre su frente. Si ese era el deseo de su madre, jamas dejaría que Joker al viera nuevamente. Por algo compro su libertad. Por algo era su hijo. Hacia todo lo que esté en su alcance con tal de verla feliz. Ella era su tesoro, la razón de vivir. 

Notas finales:

Mil gracias por los reviews. Me dan ánimo a seguir. Lo bueno es que tengo un buen avance de la historia y creo que podre seguir actualizando diario por un tiempo. Ya después informare sobre retrasos y otros inconvenientes como el trabajo.


Aunque no acostumbro responder reviews, no significa que no los lea. Me hace feliz leerlas, y me agrada que les agrade mi fic.


Mil gracias por su visita. 


Cuídense Bye


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