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Amor y fetiches sexuales por kina_chan

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Notas del fanfic:

Este fic nacio como un reto a misma despues de leer varios mangas de mi autora favorita "Ogeretsu Tanaka" los cuales me inspiraron muchisimo para escribir estas historias.

Aclaro de un principio que no me base ni que las historias son iguales a los mangas de dicha autora. La historia y los personajes salieron de mi imaginacion y como tal me pertenecen solo a mi.

Notas del capitulo:

Hola a todos, muchas gracias por darle una oportunida a este nuevo mini fic que he escrito.

La verdad estoy emocionada, es la primera, unica y ultima vez que escribo este tipo de cosas. 

Me encanta este fic porque siempre me gusta escribir cosas nuevas y esto es sumamente nuevo para mi. Espero que disfruten de estos preciosos one shorts que he decidio compartir con ustedes.

Sin más que decir, disfruten de la lectura.

Primer One short: Travestismo

 

 

 

Alejandro Ramírez era un joven estudiante universitario de veinte y tres años de edad. Estudiaba en la facultad de economía y se especializaba para ser contador. Su cabello era corto y rubio, sus ojos era un poco grandes y de color azul, su cuerpo era bastante delgado y media como mucho 1.70. Era un alumno con buenas calificaciones, no tenía muchos amigos, pero se llevaba bastante bien con sus compañeros. Sin embargo, Alejandro tenía un secreto, un secreto que nadie a su alrededor conocía.

 

“Ese vestido es precioso” Pensó al ver en la vidriera un hermoso vestido blanco con volados en un local de indumentaria femenina. Entro al local y se acercó al mostrador donde una joven mujer de cabello pelirrojo y que tenía los ojos delineados le atendió.

 

-Buenos tardes ¿En qué puedo servirle señorita?- Pregunto la mujer.

 

-Buenas tardes. Quería ver si podía probarme el vestido blanco que está en vidriera, por favor.- Respondió usando su una voz bastante femenina.

 

-Sí, aquí tiene. Pase por el vestidor y pruébeselo por favor.- Respondió sacando por debajo del mostrador el vestido para luego dárselo a Alejandro.

 

-Gracias.- Contesto cortésmente para luego dirigirse al vestidor con el vestido en brazo.

 

“Hermosa” Pensó al ver su reflejo en el espejo. En ese mismo momento se encontraba vestido con un vestido rosa claro con bolados y un listón negro rodeando su abdomen. Tenía puesto unas medias largas negras que tenían forma de gatito y unos zapatos de igual color con un poco de tacón. Llevaba puesto una peluca un poco larga castaño claro y estaba maquillada con base, delineador, brillito labial rojo y un poco de rímel en sus pestañas.

 

Definitivamente se veía increíble, se veía como si fuera una modelo juvenil de revistas para adolescentes. Desde sus veinte años, Alejandro se encontraba enamorado de la ropa femenina y el maquillaje, no había cosa que amase más que usar esas cosas que tanto le encantaban. Incluso debajo de toda esa ropa siempre usaba ropa interior femenina con encajes. Realmente le encantaba vestirse como mujer y sentirse hermoso con esas ropas y maquillaje.

 

A los hombres se les caía la baba cada vez que lo veían así vestido y las mujeres querían verse tan hermosas como “ella”. Llamaba la atención de cualquier persona viéndose así de increíble y eso le encantaba. Pero con ese vestido que tenía en brazo todavía, seguramente se vería aún mejor de lo que ya se veía.

 

 

 

Todo era perfecto en su vida, en la universidad y hasta incluso en su nuevo trabajo. No pudo conseguir un mejor trabajo que ese donde pudiera ser él mismo. La paga era buena, tenía la atención de quien quisiera y era obligatorio a estar vestido de mujer y usar maquillaje.

 

-Te ves muy hermosa esta noche Alejandra.- Recibió el halago de uno de los clientes habituales, era un hombre alto, bastante elegante que estaba tomando un vaso de tequila que se encontraba sentado en frente del bar, observado a “la preciosa Alejandra”.

 

-Muchas gracias.- Respondió con una sonrisa tímida para luego servirle un poco más de la bebida. ¿Cómo podía Alejandro no amar su trabajo cuando tenía la atención y los halagos de hombres guapos?

 

-Alejandra ¿Puedes servirme a mí también? Por favor.- Pregunto otro hombre que estaba sentado cerca de ella, acercándole su vaso vacío.

 

-Como usted desee, señor.- Respondió con su típica sonrisa llena de vida que tanto le caracterizaba para luego servirle la bebida al hombre.

 

Alejandro se encontraba trabajando en un bar bastante particular y especial, era un bar de travestismo. Sus compañeros de trabajo se veían preciosas y eran muy amables con él, amaba su trabajo y lo más divertido era cuando uno de los clientes guapos le ofrecía una noche apasionada de sexo con ellos. Ese lugar era increíble, hasta se había hecho muy buen amigo de sus compañeros. Estaba muy feliz de haber conseguido el empleo allí.

 

 

 

Amaba su vida, era increíble y no había tenido ningún problema con ella desde hace años. Desde que comenzó a vivir solo en un departamento por temas de la universidad, se había desanimado un poco, ya extrañaba ver a su familia todas las mañanas y escuchar los gritos de su hermanito menor. Pero teniendo buenas notas en la universidad, un trabajo genial y compañeros que lo entendían, comenzó a sentirse mucho más feliz con su vida. Prácticamente tenía todo lo que quería, bueno, casi todo.

 

Lautaro Díaz, ese era el nombre del chico de sus pensamientos, sus sueños, su corazón. Alejandro estaba perdidamente enamorado de su vecino de departamento y compañero de clases. El chico era perfecto o al menos para él si lo era. Su piel era beige, su cabello era corto y de color negro, sus ojos eran de color marrón oscuro, tenía un pircings en el lado izquierdo de su labio, uno en la ceja y otros tres en cada oreja. Era un chico muy guapo y muy amable, se había quedado encantado con la forma de ser tan linda ese de chico.

 

Sin embargo, Lautaro era un chico inalcanzable. Lo único que podía hacer Alejandro era observarlo a lo lejos. “Jamás llegare a nada con él, es imposible. No creo que sea gay ni que mucho menos se interese en un chico que se viste de mujer en sus tiempos libres.” Pensó, observándolo a lo lejos mientras su chico soñado hablaba con sus amigos.

 

Ahora mismo se encontraba a punto de salir de la universidad. Era hora de volver a casa y como siempre terminaría viajando en el mismo autobús que Lautaro. Pensó que las cosas jamás cambiarían, que todo en su vida seguiría tan normal y pacifica como siempre. Aunque quisiese con todas sus ganas tener una oportunidad con ese chico.

 

Saco su celular de su bolso y justo cuando estaba a punto de salir de la universidad, sintió como alguien lo choco por detrás. Y debido al impacto y a lo muy delgado que era Alejandro, termino por caer al suelo. “Maldición.” Pensó al ver como las cosas que tenia en su bolso se encontraba tiradas en el suelo. Quizás no tendría problema con eso, de no ser porque en su bolso tenia un poco de sus maquillajes básicos que ahora estaban en el suelo.

 

-Disculpa, no te había visto Alejandro. Déjame ayudarte.- “Oh no, esto no me esta pasando a mi ¿cierto?” Esa voz no era de nadie más ni nadie menos que del mismo Lautaro. El joven se agacho y tomo las hojas y útiles que de encontraban en el suelo. Rápidamente Alejandro tomo su rímel, su labial y su delineador, rezando con todas sus fuerzas que Lautaro no los haya visto. -Ten, lamento mucho haber chocado contigo.- Se disculpo Lautaro entregándole a Alejandro sus cosas con una gran sonrisa en sus labios. “Es tan lindo.”

 

-Está bien, no importa, gracias.- Contesto completamente rojo por la presencia de Lautaro, agachando la cabeza un poco apenado. Lautaro extendió su mano hacia Alejandro para ayudarlo a levantase. “Si esto es un sueño espero nunca despertarme.” Lautaro le había dado la mano, la toco por unos segundos pero la toco al fin y al cabo, estaba muy feliz y esperaba no ser tan obvio o de seguro lo asustaría.

 

-Alejandro, tu eres mi vecino ¿cierto? ¿Quieres que vayamos juntos a casa?- Alejandro se sorprendió al escuchar esa propuesta departe de Lautaro, obviamente aceptaría, no podía perder una gran oportunidad como esa.

 

-Esta bien.- Contesto tímidamente con una sonrisa, caminando a su lado para salir juntos de la universidad.

 

Esto era como un sueño, estaba caminando justo al lado de Lautaro para ir juntos a sus hogares. Durante el camino hablaron sobre las cosas que ambos les interesaban, un poco de sus vidas y criticaban las películas y series de ahora, la mayoría eran malísimas pero había algunas que valían la pena. Hablar con él era tranquilizador, era como si con tan solo escuchar su voz pudiese calmar sus nervios, era un chico muy lindo y lo mejor de todo eso era recibir la noticia de que había terminado con su pareja. Sabía que de todas formas no tenía oportunidad con él ya que era hetero pero de todas formas eso lo había alegrado.

 

Se desanimó un poco al darse cuenta de que ya habían llegado a su destino y se encontraban en el ascensor del edificio. Pero cuando escucho a Lautaro pedirle su número de teléfono no puedo evitar emocionarse. Tenía su número, eso quería decir que quería hablar con él y que podrían estar en contacto cuando quisieran. ¿Es que acaso su suerte no podía ser mejor? Pudo hablar tranquilamente con el chico que le gustaba y hasta consiguió su número.

 

Se despidió de él y entro a su departamento con una gran sonrisa. Dejo su bolso en uno de los sillones que tenía en su pequeña sala y se dirigió a la cocina para preparar su comida. Debía estudiar para un examen que tendría en unos días y debía empezar desde ahora si quería memorizar bien sus apuntes, aunque estaba tan enamorado que dudaba mucho que pudiera concentrarse en eso.

 

Luego de comer, se dedicó a estudiar en la comodidad de su pequeña sala. Las horas pasaron entre apuntes, fotocopias y libros, y para ser sinceros, solo una pequeña parte de lo que se supone que debía memorizar quedo en su cabeza. Miro el reloj de pared que estaba en la habitación y se dio cuenta que debía ir yendo a su trabajo o llegaría tarde. Debía estar allí siempre media hora antes de que abrieran, ya que tenía que vestirse y maquillarse en los vestuarios de su trabajo. Obviamente no saldría de su departamento vestido de mujer, no quería arriesgarse a que su amado Lautaro, quien era su vecino de al lado, descubriera su secreto y lo tratase de rarito.

 

Saco del bolso que llevaba a universidad su maquillaje y los puso en su bolso de trabajo, junto con la ropa que usaría ese día. Una vestido de color negro con un listón blanco que rodeaba su abdomen, unas medias y zapatos de tacón de igual color. En su trabajo debía usar ropa más de fiesta nocturna y no de colores delicados o claros, simplemente por el hecho de que quedaba completamente fuera de lugar si lo hacía. Guardo su peluca que la cuidaba como la cosa más valiosa que tenía y guardo una bincha que tenía un moñito negro también, solo porque le parecía bastante bonita.

 

Una vez que preparo bien su bolso, tomo las llaves de su de departamento y salió de allí, obviamente cerrándolo con llave después. Puso sus auriculares a su celular y se los coloco en sus oídos para escuchar música mientras caminaba.

 

Durante todo el camino a su trabajo, sintió como si alguien lo estuviese siguiendo y aunque revisase detrás suyo todo el tiempo, no veía a ningún sospechoso. Llego a pensar que quizás estaba siendo paranoico o se estaba volviendo loco, por lo que dejo de darle importancia una vez que llego al bar. Obviamente entro por la puerta trasera, por donde solo pasaban los empleados.

 

-Buenas tardes.- Saludo a su jefe y a sus compañeros.

 

-Buenas tardes Alejandra.- Respondieron todos. En el trabajo se mantenía la identidad en secreto, ya que nadie necesitaba saber tu nombre real por lo cual siempre se llamaban por sus nombres falsos. Y además de eso, todos debían dirigirse a los demás como “ella” y usar una voz más femenina, como era de esperarse.

 

-¿Qué sucede Alejandra? Hoy te ves muy feliz.- Le pregunto su compañero, ya vestido como una chica bastante hermosa. Tenía puesto una peluca larga de color negro, era bastante alto sin necesidad de usar tacones, sus ojos eran de un color avellana, usaba pestañas postizas, labios pintados de un suave color rojo, sus ojos estaban delineados y llevaba un vestido rojo bastante candente.

 

-No es nada Jazmín, solo conseguí el número del chico que me gustaba, es todo.- Jazmín era casi como un hermano mayor para Alejandro, ya que desde el primer día él siempre lo ayudo y le dio consejos de moda y maquillaje. Confiaba en Jazmín lo suficiente como para contarle sobre el chico de sus sueños.

 

-Ay, pero que suerte tienes, ya quisiera yo que él chico del gimnasio me diera su número.-  Ambos comenzaron a reírse por esa respuesta.

 

-¡Alejandra! ¿Qué haces que aún no te estas vistiendo? El bar abrirá en unos minutos, apresúrate de una buena vez y hazlo.- Lo apresuro otro de sus compañeros.

 

-Lo siento Andrea, ahora mismo me cambio- Se disculpó Alejandro un poco avergonzado por ser regañado por Andrea. Jazmín refunfuño por lo bajo y susurro que era una amargada. –Qué lindo esmalte de uñas tienes Jazmín ¿Me lo prestas después de que termine de cambiarme?-

 

-Ve y cambiante, luego te pintare yo misma las uñas cariño.- Alejandro le sonrió y se fue junto con su bolso a los vestidores.

 

Se quitó toda su ropa menos la ropa interior, ya que siempre usaba un conjunto de ropa interior femenino bajo la ropa, le gustaban mucho más que la ropa interior para hombre. Saco la ropa de su bolso y comenzó a vestirse rápidamente, no podía perder mucho tiempo, faltaba muy poco para que abriese el bar y aún tenía que maquillarse. Una vez que termino de vestirse, colocarse su peluca y maquillarse, tuvo el tiempo suficiente como para que Jazmín le pintase las uñas con ese esmalte color purpura brillante.

 

El bar abrió y los clientes comenzaron a estar, desesperados por ver a sus “chicas favoritas” quienes debían atenderlos. Alejandro estaba muy feliz y de buen humor ese día, tanto que brillaba como un sol, hasta los hombres que entraron al bar notaron eso y lo halagaron diciéndole que se veía muy hermosa ese día. Definitivamente su vida era perfecta, no podía quejarse de ella. La puerta se abrió otra vez y era el turno de atender al nuevo cliente.

 

-Buenas tardes. ¿En qué puedo… servirle?-  “¿Qué diablos hace él aquí? Si sabrá que esto es un bar de travestis ¿no? ¿Cómo rayos encontró este lugar?” Fue en ese momento en que la vida perfecta de Alejandro parecía desmoronarse lentamente. Justo allí estaba, el chico que le fascinaba, Lautaro estaba justo en frente suyo mirándolo con curiosidad. “¡No dios, no! Esto no puede estar sucediéndome a mí. Él va a descubrirme, pensara que soy un degenerado y les dirá a todos que soy un travesti. Es el fin, voy a morir, mamá, papá, Gonzalo hermanito mío, perdónenme por ser una deshonra para la familia.”

 

-Buenas tardes, quisiera pedir un Martini, por favor.- “¿Eh?” Alejandro pestaño un par de veces, aun sorprendido por su respuesta, lo observo un poco más y su expresión no parecía cambiar, era como si no se hubiera dado cuenta de quién era debajo de ese maquillaje. “¿No me ha reconocido? ¿De verdad? ¿Mi vida perfecta aun no corre peligro?” -¿Te encuentras bien?-

 

-¡Si! Ahora mismo preparare su coctel señor.- Respondió rápido y se di la vuelta para buscar el vaso y los ingredientes. Su cara estaba roja de la vergüenza, si bien siempre se ruborizaba un poco cuando estaba con él, ahora estaba mucho peor, era muy distinto estar cerca de él vestido como un chico que vestido como una chica y en su trabajo. Estaba un poco nervioso, hasta podía sentir como sus manos temblaban.

 

“Debo tranquilizarme, Lautaro me está observando y si sigo actuando extraño probablemente note quien soy yo realmente.” Respiro hondo y siguió con el trago. Lautaro parecía estarlo mirando fijamente, concentrado más que nada en él que en los demás que estaban a su alrededor. Si bien Alejandro miles de veces deseo que solo lo mirase a él y a nadie más, ahora deseaba que se concentrase más en observar el techo o su manos. No quería que descubriese quien era, estaba rogándole a dios o a satanás, a cualquiera que respondiera primero su deseo.

 

-Eres muy bonita ¿Cómo te llamas?-

 

-¡Ah! ¡Mi nombre es Alejandra, señor!- Contesto nervioso a su pregunta. Alejandro apostaba cualquier cosa a que se veía como un idiota en esos momentos.

 

-No estés nerviosa.- Lautaro se rio divertido escuchar al verlo tan nervioso.

 

-Aquí tiene su coctel, señor.- Le dio la bebida ya lista y preparada para bebida.

 

-Muchas gracias, preciosa.- Lautaro le sonrió y tomo su bebida. “¡Me llamo preciosa! ¡Cree que soy preciosa!” No pudo evitar sonreír de la emoción, él chico que le gustaba lo halago, se sentía tan feliz que sentía que podía estallar de alegría. -¿Quisieras tomar algo conmigo? Si te permiten un copa al menos ¿cierto?-

 

-Sí, solo nos permiten tomar un trago, pero yo…-

 

-Entonces toma uno conmigo, yo invito.- No pudo negarse, no cuando Lautaro lo miraba con dulzura y sonría tan lindo.

 

-Está bien, pero será una sola.- Respondió comenzando a servirse un Martini para él mismo.

 

Durante todo el tiempo después, pudo disfrutar conversar con Lautaro, teniendo sumo cuidado de recordar que ese momento no era Alejandro y que debía evitar mencionar cosas que lo delatasen. Nuevamente se sintió calmado al escuchar la voz de Lautaro, definitivamente ese chico lograba darle tranquilidad con tan solo estar al lado suyo. Sentimientos como esos eran los que le indicaban que realmente se había enamorado de Lautaro.

 

Mientras hablan, el tiempo corría y ya llego la hora de cerrar. Realmente se perdía estando a su lado, admirando la belleza de sus ojos marrones y en sus pircings. Lautaro pago los tragos que tomo y el que le invito a “Alejandra”. Alejandro estaba un poco desanimado porque realmente quería seguir hablando con él, pero ya era hora de cerrar y debía cambiarse de una vez.

 

-Bueno, ya es hora de cerrar señor, espero que haya disfrutado beber aquí. Vuelva pronto, lo esperaremos con ansias.- Se despidió Alejandro con la típica frase obligatoria que tenía que decirle a todos. Lautaro tomo la muñeca de Alejandro y lo estiro hacia adelante, teniendo sus labios muy cerca de su oído.

 

-No te quites esa ropa, estaré esperando afuera para acompañarte al departamento, Alejandro.- Le susurro divertido, para luego soltarlo y giñarle el ojo. Lautaro tenía una expresión bastante perversa en su rostro y se marchó de allí, dejando a Alejandro completamente paralizado.

 

“¡Él lo sabe! ¡Él lo sabía desde un principio!” Alejandro comenzó a temblar, ahora sí que sentía que su mundo se derrumbaría por completo. No sabía porque Lautaro le pidió que se mantuviera vestido de esa forma pero decidió obedecerle, teniendo miedo de que quizás le dijera a todo el mundo su secreto si no lo obedecía. “Se acabó, este es mi fin.”

 

Después de buscar su bolso y despedirse de sus compañeros, suspiro y salió del local. Y como él lo había dicho, allí estaba, esperándolo para volver juntos a casa. Lautaro se acercó hasta Alejandro y tomo de su brazo, sorprendiéndolo por completo, suponiendo que había hecho eso para evitar que escapase. Caminaron de esa manera todo el camino a casa, sin decir ninguna palabra, sobre todo porque de los nervios y el miedo que tenía Alejandro, le costaba siquiera decir una palabra o queja.

 

Lautaro no soltó su brazo en ningún momento, ni siquiera cuando ya se encontraban dentro del ascensor. Alejandro se preguntaba qué era lo que pasaba por la cabeza de Lautaro. No sabía cuáles eran sus intenciones con él ahora que sabía su secreto. Quería creer que sería buen chico y no se lo diría a nadie, pero al ver como no soltaba su brazo en ningún momento ni había dicho nada durante todo el camino, perdió toda esperanza de salvación.

 

-Bueno, gracias por acompañarme a mi departamento, buenas noches Lautaro.- Hablo nervioso Alejandro una vez que el ascensor se abrió y se encontraban en el piso de sus departamentos. Intento librarse del agarre de Lautaro pero este lo apretó con un poco más de fuerza.

 

-¿Y quién dijo que irías a tu departamento?- Pregunto divertido, sacando sus llaves de su pantalón para abrir la puerta de su departamento y empujar a Alejandro dentro de este. Lautaro volvió a cerrar la puerta con llave y después guardarlas en su chaqueta para luego quitársela y dejarla en el colgante que estaba en la entrada.

 

-Lautaro por favor, no sé qué es lo que quieres pero no le digas a nadie esto de mi trabajo ¿sí? No quiero que nadie se entere y…-

 

-No te preocupes, yo tampoco quiero que nadie más sepa sobre este hermoso secreto.- Lautaro se acercó peligrosamente a Alejandro, invadiendo por completo su espacio personal, rodeado su cintura con uno de sus brazos mientras que con otra mano levantaba su mentón. –Sé que te gusto, lo he notado por la forma en que siempre me miras y pensé que eras muy lindo. No creo que lo sepas pero yo soy gay, aunque mi gusto en chicos siempre ha sido muy particular.- Ahora sí que estaba muerto, saber que Lautaro todo este tiempo sabía que gustaba de él por su obviedad era tan penoso. –Cuando vi que se te cayó un labial, supuse que ocultabas algo, por eso esta noche te seguí hasta tu trabajo, encontrándome con este fabuloso secreto. Te seguí la corriente porque parecía divertido. Siempre me han gustado los hombres lindos sobre todo si estos usan ropa femenina, llámame raro pero es un fetiche que realmente me excita. Mi anterior relación no fue muy bien por la gran diferencia que teníamos en lo que queríamos, pero pienso que podría funcionar algo contigo si me lo permites.-

 

Alejandro todavía estaba procesando las cosas que Lautaro le decía. Entonces si había visto cuando se le cayó su maquillaje, tenía razón en que alguien lo había seguido hasta el trabajo y también sabía que le gustaba. Tenía que comenzar a disimular un poco más las cosas. Sin embargo, saber que Lautaro era gay sí que fue sorpresivo, todo este tiempo estuvo pensado que era hetero, aunque nunca le pregunto con qué tipo de personas salía. “Espera ¿Él dijo que podría funcionar? ¿Funcionar qué? ¿Está diciendo lo que creo que está diciendo? ¿Yo soy su tipo?”

 

-Eso quiere decir… que yo te gusto ¿cierto?- Lautaro soltó una pequeña risa, para luego tomar por sorpresa los labios de Alejandro y besarlo con cariño, sintiendo como el pircings de su labio chocaba con los suyos.

 

-Labial con sabor a durazno, muy dulce. Dime ¿Eso responde a tu pregunta?- Eso era todo, si al día siguiente moría, moriría de felicidad. Le gustaba a Lautaro, pudo besarlo y ahora se encontraba entre sus brazos. Ya no sabía que más pedir, ahora sí que tenía todo lo que deseaba, aunque en ese momento estaba deseando otra cosa más.

 

-No sé, creo que necesitare otro más para estar seguros.- Respondió mientras rodeaba el cuello de Lautaro con sus brazos. Parecía algo sorprendido y divertido por su respuesta.

 

-Vaya, no me esperaba que fueses tan seductor. Sabes que te sigo besando voy a perder el poco control que me queda ¿cierto?- Ambos se miraron a los ojos fijamente, sin querer perder ese mágico contacto, observado cada facción del rostro del otro. Sin siquiera pensarlo dos veces, Alejandro llevo sus labios a los de Lautaro y se besaron.

 

-Entonces piérdelo…-

 

-Eres muy cruel, me gusta.- Respondió soltando una pequeña risa, para luego volver a juntar sus labios, sintiendo como los dedos de Alejandro comenzaban a acariciar su cabello. No iban a negar el gran deseo sexual que tenían ambos, si se gustaban y eran unos sucios pervertidos los dos ¿Qué caso tenia contenerse? Luego tendrían tiempo para conocerse mejor y tener citas, pero ahora era el momento justo para cumplir sus deseos y satisfacerse mutuamente.

 

Lautaro lo fue empujando hasta que la espalda de Alejandro choco contra la pared. Por cada beso que se daba aumentaba más la intensidad de estos y el calor de sus cuerpos. Alejandro mordió el labio inferior de Lautaro, logrando que este abriese su boca y pudieran darse un candente beso de lengua. Probando así el interior de su boca, recorriendo con su lengua sus dientes con algo de lujuria y luego acariciándose con la lengua de este. Lautaro recorría la espalda de Alejandro por sobre su vestido con sus manos, llevándolas lentamente hacia su trasero, apretándolo un poco y sintiendo como este se estremecía por esa acción.

 

-Abraza mi cuello y rodéame con tus piernas.- Corto el beso solo para susurrarle aquellas palabras. Alejandro asintió y obedeció, se aseguró de estar abrazando bien el cuello de Lautaro y  luego rodeo su cintura con sus piernas, estando más que consiente de lo que sigue. Lautaro levanto lentamente el cuerpo de Alejandro contra la pared hasta que este llegase a la altura indicada para empezar con la acción. –No te quitare el vestido porque te queda muy bien, pero tendré que quitarte tus bonitas pantis si queremos continuar.-

 

Levanto un poco el vestido hasta que pudiese ver su linda ropa interior, llevaba unas pantis de color purpura con puntillas de color negro. Deslizo sus manos por los muslos de Alejandro, apretándolos un poco y sentido la suavidad de estos para luego llegar al elástico de sus pantis. Se las quito lentamente disfrutando ver como dejaba al descubierto el pene de Alejandro. Se separó un poco de su amante hasta que sus pantis se deslizaran, al menos hasta que llegaran a uno de sus tacones que aun tenia puestos, pero al instante volvieron a la posición de antes. Alejandro era fantástico en el arte de seducción, logro ponerlo duro con tan solo ver esa imagen tan erótica de él con el vestido levantado, sin ropa interior, rojo hasta las orejas, mirándolo con deseo y con sus brazos y piernas abrazándolo.

 

Relamió sus labios y roso su miembro duro por su trasero, apropósito para avergonzar un poco más a Alejandro, volviendo a besarse con pasión al instante, era imposible que no le dieran ganas de besarse después de verlo de esa manera, quería devorarlo por completo a besos. Sus traviesas manos ahora se encontraban acariciando el abdomen de su amante por debajo de su vestido, llegando incluso a su sostén. Metió sus manos por debajo del sostén y acaricio uno de los pezones erizados de Alejandro, logrando que este soltara un gemido bastante sexy.

 

-No creo que pueda aguantar más Alejandro.- Alejandro asintió, llevando sus manos al cinturón de su amante para desabrocharlo y bajarle el cierre de su pantalón. Sus manos temblaban un poco y se sentía un poco nervioso al sentir la perversa mirada de Lautaro sobre él. Sin embargo, logro bajar sus pantalones un poco junto con sus bóxer, lo suficiente como para que pudiera salir su erecto miembro. Lautaro volvió a pegar sus cuerpos nuevamente, logrando que su pene chocase con el de Alejandro, haciendo que el simple rose lograse que se le parara a su acompañante, ganado otro dulce gemido viniendo de este. Lautaro llevo una de sus manos a los labios de Alejandro para acariciar la textura de estos. –Lámelos.- Le pidió mostrándole los tres dedos que debía lamer.

 

Alejandro tomo la mano de Lautaro y metió los dedos dentro de su boca, lamiéndolos con su lengua de manera provocativa mientras movía un poco sus caderas para chocar su miembro con el de su amante. Era imposible que el calor corporal aumentase y el sudor comenzase a caer por sus cuerpos después de todo eso, todo era tan hermoso, que ni siquiera les importaba estar a punto de tener sexo contra la pared del pasillo principal del departamento.

 

Una vez que sus dedos quedaron bien lubricados, Lautaro los saco de la boca de Alejandro y los fue metiendo uno por uno con cuidado en el ano de este. El delineador se le estaba corriendo un poco, debido al sudor y también por las lágrimas que estaban comenzando a salir por sus ojos. Pero aun así, se podía ver claramente como disfrutaba ser atendido en esa parte, eso era fácil de suponer, debido a sus gemidos y la manera en cómo se aferraba a Lautaro con desesperación. Disfrutaba muchísimo tener esos labios sabor a durazno besar y morder su cuello y su mentón.

 

-Lau…Lauti. Mételo de una vez…- Le suplico entre suspiros. Rápidamente saco los dedos del ano de su amante y empujo con un poco de fuerza hacia la pared, posicionando su pene en la entrada de este, rozándola un poco como método de tortura para su amante. Se ganó un gruñido de parte suya por torturarlo de esa manera, lo que lo obligo empezar de una buena vez por todas.

 

Metió su pene lentamente por el ano de su amante, escuchando el largo gemido que soltó al sentirlo dentro. Espero unos momentos hasta que Alejandro se acostumbrase antes de comenzar a moverse, una vez que sintió el movimiento de caderas de su amante, decidió empezar con las embestidas. Comenzó con unos movimientos lentos porque quería disfrutar al máximo estar en su interior y sentir el calor y placer que le brindaba Alejandro.

 

Se besaban con pasión, se miraban con lujuria y se brindaban un placer sumamente exquisito para ambos. Alejandro sabía muy bien que al día siguiente le dolería la espalda como la puta madre, pero no le importaba en los más absoluto, después de todo le estaba gustando que le diera con tanto salvajismo contra la pared.

 

Entre gemidos y suspiros Alejandro le pedía más y más de él, hasta ya podía sentir como llegaba al orgasmo tan solo con ser atendido por su parte trasera. Lautaro llevo su mano al pene erecto de su amante y empezó a masturbarlo, atenderlo como era debido ya que quería darle el mayor placer posible a Alejandro.

 

Ambos se encontraban en el orgasmo, en lo que casi se podía llamar el mismísimo paraíso del placer. No faltaba mucho para que se corrieran, por esa misma razón era que se daban cada vez con más fuerza y se besaban con un hambre voraz que nunca antes habían tenido. Los dos se sentían increíbles como nunca antes se hubieran sentido haciendo el amor, era como si estuvieran hechos exactamente el uno para el otro.

 

-Me… me voy a…venir…- Hablo Alejandro entre suspiros y gemidos, apretando el miembro de Lautaro en su interior.

 

-Lo sé… yo también.-  Ambos sostuvieron un largo suspiro en el momento en que sintieron que iban a correrse, hasta que finalmente lo hicieron. Lautaro se corrió dentro de Alejandro manchando su interior con su semen, mientras que este se corrió entre los dos, manchando su hermoso vestido de trabajo y la ropa de amado. “Es oficial, mi vida es completamente perfecta.”

 

*-*-*-*

 

A la mañana siguiente, Alejandro amaneció completamente agotado y con un dolor terrible en la espalda, acostado sobre la cama de nuevo novio mientras este parecía estar navegando por internet en su laptop. Después de la noche anterior, tuvo que pedirle ayudar a Lautaro para que pudiera llevarlo al baño, obviamente no dormiría en la cama con su peluca puesta, su vestido de trabajo manchado y con el maquillaje todo corrido.

 

-¿Qué estás haciendo?- Le pregunto a Lautaro quien parecía muy feliz mirando la pantalla de su laptop. En ese momento solamente era Alejandro, con su cabello rubio todo despeinado y con los ojos pequeños debido a que recién se había despertado.

 

-Nada cariño, solo pensaba regalarte algo bonito. Dime ¿Cuál de todos estos baby dolls y disfraces eróticos te gustan más? Te comprare los que más te gusten.- “Vaya, no bromeaba cuando decía que realmente tenía un fetiche por los traps*” Alejandro se sorprendió y se avergonzó un poco por la pregunta de Lautaro. Estaba emocionado por recibir un regalo del chico que amaba pero se sentía un poco raro al saber qué tipo de regalo recibiría de su parte.

 

-Me gusta ese baby doll rosado clarito y ese disfraz de conejita blanco. A la mierda ¿también hay uno de pikachu?- Pregunto emocionado y fascinado al ver tanto bonitos disfraces eróticos femeninos. Lautaro beso la frente de su nuevo noviecito con ternura al ver esas lindas expresiones en su rostro.

 

-El de pikachu es muy sexy ¿no crees? De seguro se verá muy bien en ti cariño.- Alejandro agarro la almohada con la que estaba durmiendo y se la tiro en la cara a Lautaro, para luego terminar riéndose ambos. Definitivamente estaban hechos el uno para él otro, aun tenían muchas cosas que hablar y hacer en su nueva relación, pero cada una de esas cosas las harían a su debido tiempo. Por el momento, solo disfrutarían de estar juntos en la cama, observando distintos disfraces eróticos en internet, típico de dos pervertidos enamorados.

 

Fin.

Notas finales:

Trap: Otra forma de decir travestis. Trap viene de trampa, basicamente se refiere a que crees que es una chica pero en realidad no lo es. (Lo aclaro por si las dudas)

El proximo one short sera el de Sadomasoquismo.

Espero que les haya gustado.

Sin tienen alguna duda, queja, pregunta pueden dejarme un review, Eso me ayudaria y me animaria muchisimo.

Muchas gracias por leer. Bay nee, besos y abrazos


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