Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Suvivor por DubuHunter

[Reviews - 2]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Día de limpieza, no era lo que más le agradara del mundo pero era algo que debía hacer. La música sonaba de fondo, llenando la habitación y probablemente también resonando en las escaleras. Taemin se dejaba llevar por la música, le encantaba, desde que era pequeño, era como si el ritmo controlara su cuerpo. Además, bailar era algo que siempre animaba sus días de limpieza.

Llevaba el pelo recogido en una coleta y ropa de estar por casa: es decir repleta de agujeros y con manchas de lejía, pero extremadamente cómodas. En ocasiones como esa incluso se permitía cantar un poco. Estaba de buen humor, no sabía por qué exactamente, pero creía que aquel sería un buen día.

Estaba vaciando uno de los cajones de su mesita de noche cuando dio de nuevo con ella. La pequeña caja, “el regalo” de Minho. Frunció el ceño sentándose en el borde de la cama y abrió la caja sin darle demasiadas vueltas. Ya en otras ocasiones le habían ofrecido regalos, aunque casi siempre los había rechazado en aquella ocasión no había podido, si lo hubiera hecho eso le habría llevado a una familiar discusión que habría durado demasiado…En el paquete habían dos cosas, una llave, pequeña, como de un buzón, con un número grabado en esta y una nota en un vibrante papel amarillo, con la letra del mayor.

Creo que esto te gustará, es importante, ve a correos y abre la taquilla con este número. Hay información importante en ella. Espero que te guste mi pequeño regalo, estoy seguro que sabrás como compensármelo, tú siempre sabes cómo hacerlo.

Minho.”

Oh, eso no era tan común, normalmente le regalaba joyas, si, joyas, no sabía por qué pero así era. Tomó la llave y la examinó como si de un cuadro se tratara, aunque no sacó demasiado de eso. ¿Qué sentido tenía? ¿A qué se refería? No entendía nada de aquello.

Guardó la llave en el bolsillo de su la chaqueta que se pondría aquel día y tiró la nota a la basura. Lo mejor sería que lo averiguara cuanto antes, con lo cual se dispuso a cambiarse para ponerse en marcha.

 

 

 

 

 

 

Despertó en su cama, no recordaba muy bien como había llegado allí, pero tenía claro que no había sido solo, estaba cubierto con una manta, aunque aún llevaba los zapatos puestos. Música resonaba en sus oídos, incrementando notablemente el dolor de cabeza que le estaba costando bastante combatir. Pero no había despertado por aquello, sino por las vibraciones de su teléfono. Sacó este del bolsillo trasero de su pantalón. El brillo de la pantalla le deslumbró unos segundos antes de que pudiera acostumbrarse a este. Era un mensaje. Más trabajo.

Se sentó en la cama dejando escapar un sonoro bostezo y se estiró antes de ponerse en pie, rumbo a la ducha, dejando caer las prendas por el camino. No debía hacer esperar a su clienta.

 

 

 

 

 

 

-El azul te sienta bien, estás muy guapo cariño- comentó la mujer, pasando una mano por el brazo de Jinki, apretando suavemente la mano sobre su antebrazo.-Eres todo un hombre, cada vez te pareces más a tu padre cuando le conocí. –Sonrió al ver el gesto avergonzado de su hijo y acarició su mejilla logrando que este mostrara una sonrisa idéntica a la suya. Su hijo tenía que agacharse para que ella pudiera siquiera mirarle a los ojos, había crecido tanto, siempre le sorprendía cuanto había cambiado, aún recordaba con vívidamente los primeros días de su pequeño. La sonrisa subió a sus ojos, dando una suave palmadita sobre su hombro le liberó al escuchar el sonido de la campanilla de la puerta. ¡Clientes!

Mejor dicho, clienta… Algo incómoda por la presencia de aquella mujer en su local, intentó mantener la sonrisa, se acercó a la barra para atenderla.

Por el rabillo del ojo vio la reacción de su hijo. Esa sonrisa, esa mirada… Nunca las había visto, ¿qué significaba aquello?

-Bu- buenos días, quería una empanadillas para llevar, por favor- pidió la joven, no le mantenía la mirada, pero podía notar el rubor en sus mejillas, el nerviosismo en sus manos, que jugaban la una con la otra. Intentando negar lo que presentía se centró en cumplir con aquel pedido, tomando una bolsa de papel para coger las empanadillas.

-Has madrugado hoy, ¿tienes tareas en el pueblo?- preguntó Jinki, inclinándose sobre la barra, mostrando aquella sonrisa perfecta y brillante, una de verdad, no la educada que mostraba siempre.

-Ah, sí, tengo que pasar por correos- respondió esta.

No recordaba su nombre, pero sabía quién era. Todo el mundo sabía quién era y lo que hacía. Al igual que todo el mundo sabía que su hijo de alguna manera estaba relacionado con ella.  Era por ello por lo que su hijo no tenía pareja, o al menos era lo que ella creía. Nadie quería salir él sabiendo que se relacionaba con alguien como ella. Por ello se había ilusionado tanto con el regreso de Jung Ah, la necesitaba. Su hijo necesitaba a alguien de fuera, que no supiera nada de aquello para poder sentar la cabeza.

-¿Quieres que te acompañe?- preguntó Jinki, tomando la bolsa y las empanadillas de las manos de su madre para poder entregárselas.

-No, no, tienes trabajo y el trabajo es lo primero.

- Es un momento, está al lado y mamá está aquí así que no hay problema, ¿verdad mamá?- preguntó esta vez centrando la vista en su progenitora. Con aquella sonrisa, ¿cómo podía negarle algo?

 

 

 

 

 

 

-¿Tú aquí otra vez? ¡Creí haber sido bastante claro contigo!- Kibum intentaba mantener la voz en tono de interior sin demasiados resultados. No quería un nuevo escándalo con los empleados. – No puedes venir aquí siempre que quie-

-Vendré siempre que me llamen, es mi trabajo.- Respondió Jonghyun con tranquilidad. De nuevo una sonrisa socarrona en los labios, como si intentara provocarle. Aquel día se había esforzado mucho para ser irresistible. Vaqueros ajustados, camiseta nueva y de marca, chaqueta de cuero, zapatos buenos, incluso colonia. ¿Por qué? Por él. Por ese engreído que se creía superior al resto del mundo, al que le gustaba tanto avergonzarle. No se dejaría derrotar por él.

-Esta es mi casa, no puedes venir aquí porque sí, por mucho que te llamen.

-Esta también es su casa según tengo entendido, así que sí. Puedo venir aquí siempre que ella me llame.

- ¡Pero ella ni siquiera está aquí!- Gritó finalmente Kibum, empuñando las manos con fuerza, le costaba contenerse, sentía el deseo irrefrenable de lanzarse contra él y hacerle entra en razón.

-Entonces la esperaré. No te preocupes, conozco el camino a su habitación- chasqueó la lengua, señalando hacia las escaleras antes de echar andar.

No pudo dar ni dos pasos cuando Kibum le detuvo, tomándole del brazo, con más fuerza de la que se veía capaz para alguien como él.

-No, no vas a ninguna parte salvo fuera- dijo entre dientes, tirando de él en dirección hacia la puerta- no sé qué demonios ve mi hermana en ti para gastar tanto dinero- se quejó, plantando los pies en el suelo para ejercer más fuerza, sin lograr mover a Jonghyun en lo más mínimo.

Esas palabras, el tono altivo, le ofendía y le ofendía mucho. Se liberó de su agarre con facilidad, tomándole por los brazos, encantado al ver la sorpresa en su rostro. Kibum era un poco más alto que él, lo que le obligaba a mirar hacia arriba, pero aún así, se sentía satisfecho con aquella reacción.

-¿Quieres saber por qué le gusto tanto?- pregunta acercándose más, tanto que podía sentir su respiración contra el rostro, cálida y agitada. Incluso podía oler la mezcla de jabón, perfume y menta de la pasta dental. Le gustaba, pero aún le gustaba más su expresión, la duda en sus ojos, la rabia que emanaba de su cuerpo. – Podría mostrártelo, ¿sabes? Estoy seguro de que te encantaría.

Kibum se tensó, listo para apartarle de un empujón y probablemente dejarlo sordo a gritos, pero no tuvo tiempo para hacerlo. Jonghyun cubrió sus labios con rapidez, incrementando la fuerza sobre sus brazos, probablemente marcando su piel, obligándole a dejar escapar un quejido, que dio paso a la lengua del contrario.

Sorprendido, presión las manos en el pecho contrario, con toda la fuerza que pudo, intentando apartarle, protestando contra él, intentando no hacer caso al cosquilleo eléctrico que recorrió su espalda cuando la cálida lengua invadió su boca. Diciéndose a sí mismo que cerraba los ojos no porque aquel beso le gustase, sino porque no quería ver la satisfacción en sus ojos, esos profundos ojos…

 

 

 

 

 

-¿Qué tienes que recoger en correos? ¿Has pedido algo? – preguntó Jinki abriendo la bolsa de papel y tomando una de las empanadilla para poder morderla.

-Sí, algo así… ¡Ey! Eso es mío, te he pagado por ello- se quejó el menor, empujando no tan suavemente su hombro, intentando no reírse cuando el mayor casi se atraganta por la sorpresa.- Está bien, poder comértela, pero solo porque ya la has mordido y has dejado tus gérmenes en ella- dijo agitando la mano en el aire con despreocupación.

Quería acariciar su mejilla, acercarse a él y besarle, allí, delante de todo el mundo. Pero no podía, por mucho que quisiera aquello no sería bueno para ninguno de los dos…

-Yo te di tarta, eso debe contar para algo- se defiende Jinki, con aquella sonrisa que tanto le gustaba, algunas migajas de pan sobre sus labios, desconcentrándole en exceso.

-Deberías limpiarte eso antes de que lo haga yo- amenazó Taemin señalando los labios de su pareja, acercándose un poco a él, invadiendo su espacio personal. – Podría besarte aquí, ahora mis-…

-Oh, ¡Jinki! ¡Eres tú! – Una voz aguda interrumpió aquella frase, rechinando en los oídos de ambos y tomándoles por sorpresa. A la vez se giraron hacia ella. Tensándose al instante ante lo incómodo del momento. – Iba a hacerte una visita- continuó ella, como si no hubiera interrumpido nada. Ignorando completamente la presencia de Taemin se colocó frente a Jinki, con la barbilla alta, un aura de superiosidad y altivez emanando de ella, causando que el menor se sintiera intimidado y a la vez  molesto con ella. – Como ya sabes dentro de poco tendremos una gran fiesta en casa, pero antes quería hacer una más pequeña, solo los más cercanos, ya sabes… - esta presión un dedo sobre el hombro de Jinki, deslizándolo poco a poco hasta su pecho. – Y tú estás invitado, me encantaría poder verte allí, quiero presentarte a unas cuantas personas… - Miró de reojo a Taemin, alzando una ceja perfectamente perfilada- puedes traer a tu amiga si quieres. – Dijo señalando al menor.

Sin esperar respuesta alguna de ambos y no sin antes dejar un beso en la barbilla de Jinki se marchó de allí, dejando como huella la marca de lápiz labial en la piel del mayor. Marca que se apresuró en borrar con el dorso de la mano incómodo por aquella exhibición en medio de tanto gentío. Bajó la mirada avergonzado.

-¿Irás?- su voz era tranquila, controlada, sin rastro del enojo que sentía, no quería presionar a Jinki, él no tenía la culpa de nada de aquello.

-No, claro que no, bueno… No lo sé. Ella no es la misma que al marchar, acambiado mucho. No me gusta, me hace sentir… Incómodo- frunce el ceño centrando la vista en su pareja, deseando acariciar su mejilla y al menos llevar una sonrisa a esos bonitos labios. –Debo ir a la otra, porque mi familia asistirá, pero…

-Con eso me basta, venga, vamos a correos- se encogió de hombros, queriendo borrar aquella sensación de su pecho. Tomó la mano del mayor, sin importarle las miradas, solo quería por una vez demostrar que aquél hombre era suyo. Aunque solo fuera unos segundos.

 

 

No tardaron demasiado en llegar a la oficina de correos, había bastante gente, pero al menos no debía hacer cola, fueron directamente hacia la zona de taquillas.

En todo momento Jinki le observaba con curiosidad, no sabía que Taemin tuviera una taquilla allí. Sabía que el menor era un ahorrador empedernido y nunca había creído que este gastaría dinero en algo como aquello cuando ni siquiera solía usar correos en sí.

Taemin abrió la puertecilla mecánica, encontrándose con un sobre marrón, de peso considerable. Estaba bien cerrado, le costó un poco abrirlo, rompiendo el borde de este sin demasiada delicadeza, restos de pegamento quedándose en sus dedos.

No entendía para qué iba a necesitar aquello, solo eran un montón de papeles. Algunos escritos a  mano, otros de aspecto oficial, incluso había algunas fotos entre ellos, no de muy buena calidad.

-¿Quién es Sodam? ¿Kim Sodam?- leyó Jinki, sobre el hombro del menor, sin poder contener la curiosidad, parecía una ficha de ingreso en una academia. - ¿Familia? No recuerdo a nadie con ese nombre.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).