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El juego del gato (EunHae) por lunafang

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Hyukjae decidió dejar de estudiar por un corto momento cuando descubrió que comprobar la hora en su reloj de pared se había convertido en un molesto tic nervioso durante los últimos cuarenta y cinco minutos. Se había levantado alrededor de las seis de la mañana para tener más tiempo de releer los complicados textos que debía memorizar para su examen final, antes de que llegara su sobrino. Sin embargo el cansancio acumulado de las últimas semanas no le permitía concentrarse en dicha actividad y su mente vagaba la mayor parte del tiempo pensando en lo que tendría que hacer para entretener a Donghae mientras él estudiara. No estaba seguro de cuáles eran sus gustos, por lo que había hecho una nota mental de posibles distracciones, como la computadora portátil o el celular. Esperaba que su sobrino fuera como la mayoría de los niños de su edad y se hipnotizara con una pantalla iluminada el tiempo suficiente como para repasar varios puntos flojos.

El timbre de la entrada lo sorprendió justo cuando estaba revisando la alacena en busca de algunas galletas de frutilla para deshacer el nudo instalado en su estómago. Caminó con torpeza los pocos pasos que separaban la cocina del living y permaneció unos segundos quieto con la mano sobre el pomo de la puerta antes de abrirla lentamente. Frente a él se encontró a un pequeño niño de ocho años con cabello castaño que no dudó en abrazarlo, extendiendo sus delicados brazos por la angosta cintura del muchacho y apoyando la mejilla izquierda en su pecho plano. No parecía que hubiera cambiado mucho desde la última vez que lo vio, hacía ya varios meses, cuando celebraron año nuevo en la casa de su madre.

Nǐ hǎo, shüshu Hyukjae –lo saludó el niño con su dulce vocecita aguda.

- ¿Todavía tienes problemas con el coreano, Dōng Hǎi? –rió suavemente mientras le acariciaba el cabello. 

- Estoy mejorando, pero algunas palabras son difíciles –dijo en un suspiro.

- Puedo ayudarte a aprenderlas –lo separó despacio, le dio un beso en la frente y tomó su bolso, que descansaba en el suelo. Luego miró el vacío pasillo con el entrecejo fruncido–. ¿Dónde está el taxista que te trajo?

- Se fue cuando... cuando me bajé del taxi –le explicó despacio al tratar de evitar decir alguna palabra en chino taiwanés.

Hyukjae sólo negó con la cabeza y le indicó al niño que entrara al departamento. Era consciente de que el taxista tenía la obligación de comprobar que dejaba al niño en la dirección correcta, sin importar que esto le quitara tiempo a su trabajo, pero también sabía que Donghae era demasiado pequeño e inocente como para comprender la situación. No valía la pena asustarlo con un posible escenario en el que se encontrara perdido en un lugar extraño. Después de todo, había llegado sano y salvo a su puerta, que era lo que realmente importaba en ese momento. Eso le recordó que debía mandarle un mensaje de texto a su hermano avisándole sobre su encuentro con el niño.

- ¿Quieres desayunar, Donghae? –le preguntó Hyukjae mientras dejaba el bolso sobre el sillón del living.

- Sí, gracias –respondió el pequeño sonriendo al asentir con la cabeza repetidas veces.

El muchacho tuvo que felicitarse a sí mismo por conseguir exitosamente distraer a su sobrino durante un tiempo, aunque tuvo que reconocer el hecho de que el niño se encontrara agotado por el viaje en avión. Comió el kimchi que había recalentado a último minuto sin amagar con iniciar una conversación, salvo cuando quedaban unos pocos bocados en su plato y le preguntó dónde podía dormir una siesta mañanera. Esto le había dado de ventaja a Hyukjae unas dos horas de estudio que dedicó a analizar diferentes ejemplos dados en las conferencias sobre el sueño onírico, recordando lo que le había comentado un compañero sobre las preguntas de su examen en la fecha anterior. Tan sumergido se encontraba en lo que leía que tardó unos cuantos minutos en descubrir que ya no se hallaba solo en la comodidad de la cocina. En algún momento Donghae se había levantado de su cama, se sentó en la misma silla que había ocupado anteriormente e hizo el intento de descifrar la primera página del libro Tres ensayos de teoría sexual de Sigmund Freud.

- Esto es más difícil que leer en inglés –se quejó el niño antes de que Hyukjae le arrancara el libro de sus manos, asustándolo de paso.

- Nnnoo... no puedes... leer esto –dijo el muchacho con voz temblorosa mientras escondía el libro bajo varias fotocopias–. No es algo para niños.

- ¿Por qué? ¿Es de terror? –le preguntó con ojos curiosos– Mamá nunca me deja ver cosas de miedo. Me dan pesadillas a la noche y después no puedo dormir.

- Sí, es muuuy aterrador –intentó no reír de ternura al ver cómo el pequeño se tapaba la cara con sus manitos y murmuraba w’ hěn yí hàn.

- No es nada, Donghae. Bú ài shì –lo tranquilizó al hacerle unas cosquillas en el cuello–. ¿Por qué no llamas a la abuela? Seguro que se pondrá feliz si habla contigo.

Sin embargo, luego de varios minutos en los que el pequeño habló por el celular con su abuela y de pedirle que lo grabe haciendo un baile llenos de aegyos para ella, Donghae no le permitió volver a concentrarse en su lectura. Como buen niño curioso de ocho años, las preguntas no parecían tener un final visible; pero lo que más le molestó a Hyukjae era que le preguntara el significado de cada palabra desconocida que encontraba en alguno de sus apuntes, que eran muchas teniendo en cuenta ni siquiera debía saber la existenciaen su propia lengua de términos relacionados con el psicoanálisis.

- Ya te dije Donghae que esto no es cosa de niños–repitió por enésima vez en un tono cansado cuando el pequeño tuvo la mala suerte de encontrar la palabra libido.

- Pero shüshu Hyukjae no entiendo por qué estudias psico... psico... eso. ¿Qué tiene que ver eso con la historia? –expresó con un tierno puchero que hizo sonreír al muchacho.

- Nada. No hay ninguna relación prácticamente entre mi carrera de Historia y el psicoanálisis –dijo suavemente antes de comenzar a explicarle la situación con palabras que entendiera–. Lo que pasa es que en la universidad sólo estudiamos juntos con nuestros compañeros de carrera. Por eso es que en mi facultad hay cuatro materias relacionadas con las carreras de Historia, Psicología, Filosofía y Antropología, que son las carreras que se dictan allí. En las demás facultades hay otras carreras. De esas materias hay que elegir dos para cursar con chicos de otras carreras y conocernos mejor. Yo elegí cursar Problemática Psicológica porque unos amigos quisieron cursarla. Supongo que el próximo año elegiré Problemática Antropológica, que tiene más relación con Historia.

- Entonces cursas eso para hacerte amigo de chicos que estudian otras carreras ¿no, shüshu Hyukjae? -mostró una enorme sonrisa al preguntarle si había captado la idea general.

- Sí, algo así –le devolvió la sonrisa al instante–. ¿Quieres que te preste mi computadora para jugar?

- Mamá no me deja jugar con la computadora. Dice que me hace mal a la vista y me arruina el cerebro –refunfuñó con repentino enojo.

- ¿Y los juegos del celular? –preguntó asombrado, recibiendo un movimiento de cabeza negativo como respuesta. No recordaba que su cuñada le prohibiera a Donghae tener contacto con los aparatos electrónicos.

- Quiero jugar al juego del gato –afirmó el niño inflando los cachetes.

- ¿Y cómo se juega a eso? –suspiró Hyukjae con los ojos cerrados.

- Yo soy un gato y tú eres mi amo.

 

 

Notas finales:

Lamento haber tardado tanto en actualizar, pero es que no tuve mucho tiempo para sentarme a escribir tranquilamente. Espero que les haya gustado el capítulo y me dejen su opinión en un comentario. Muchas gracias a las tres personitas que me dejaron comentarios. Realmente me hicieron muy feliz con esto.


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