Abrió los ojos con pesadez, había estado dormido demasiado tiempo, pero aún no había amanecido. Ese tacto en su mano se sentía tan cálido, tan suave, tan bien. Miró al otro dormir, tal vez sería por instinto, tal vez sintió la mirada, pero el otro chico también abrió los ojos lentamente, su reacción fue quedarse perplejo ante lo que sus ojos le mostraban.
-¡Dios mío! ¡Buck! ¡Buck! – el rubio no cabía en su asombro, Bucky estaba despierto, mirándolo dormir.
El castaño intentó vocalizar pero nada pudo salir de su garganta, su boca quedó abierta sin decir nada.
-Buck – apretó las manos del castaño – Buck… ¿Me recuerdas? – preguntó con miedo y la voz temblorosa. El miedo de que no lo reconociera, el miedo de que no pudiera recuperar a su Bucky.
-El nombre de tu madre era Sarah… Y solías utilizar periódico en los zapatos… - lo miró directo a los ojos, con esa mirada tan característica.
Steve hizo una mueca entre una sonrisa y entrelazó sus dedos con los del chico en cama.
-Steve… - frunció el ceño por un instante, pero luego sonrió - ¡Steve! – apretó los dedos del rubio con alegría.
El capitán no pudo evitarlo y brincó sobre el castaño, desenredó sus dedos con cuidado y lo abrazó protectoramente
Bucky pegó su cabeza al pecho del rubio. Las emociones de ambos eran un estallido.
-Dios, creí que jamás volvería a verte – rompió los sollozos el rubio - ¿Pero como fue que…?
-Yo… yo… - comenzó a hablar con dificultad, Steve se esperaba que la recuperación del castaño fuera lenta, pero en un giro inesperado, Bucky lo sorprendió – Pude escapar – levantó la cabeza y vio a los ojos del rubio – todo gracias a ti.
-¿A… a mi? – lo miró de vuelta algo confundido.
-Si… hace unos meses, cuando tuvimos aquella pelea en la nave… Cuando me hiciste reaccionar…
Flashback
El soldado arrastró al capitán a la orilla del lago artificial. Algo dentro del asesino se había roto. Sentía que iba a hacer corto circuito en cualquier momento. Lo dejó allí y se alejó lentamente. Pero esperó entre la maleza a que rescataran al rubio.
-Pero… yo lo conocía – sus ojos se abrieron de golpe mostraron miedo y esperanza a la vez, con todas sus fuerzas rompió la puerta que tenía enfrente. Eran las viejas instalaciones de HYDRA, no tenía más memoria a donde regresar.
Encontró una maleta con ropa de civil, era parecida a su talla, muy seguramente dejada por algún guardia de seguridad. Salió a la calle y se dirigió al Smithonian, donde corroboró todo lo que le dijo Steve cuando tuvieron su último encuentro.
Un dolor de cabeza lo abordó, sin embargo, sabía que no podía desplomarse allí. Caminó hasta la salida y se sentó en una banca. La noche cayó, se había desmayado y unos maleantes habían intentado asaltarlo, pero el castaño les dio su merecido.
Otro dolor de cabeza, todo se puso negro. Así pasó días, vagando, comiendo de la basura, y desmayándose constantemente. Cuando su salud no estuvo tan decaída consiguió trabajo en un taller mecánico, era el auxiliar de un jefe que apenas le pagaba cinco dólares al día, según el mecánico, le pagaría más cuando Bucky no durmiera en el taller.
Un día, la buena esposa del mecánico se acercó a él. Era un sábado en la noche y Bucky comía un emparedado apenas decente que alcanzó a comprar.
- Hey – saludó la amable rubia.
- Señora Bolen… - Bucky la saludó en tono bajo.
-No me digas así, llámame Angie, ¿qué es lo que comes? – dijo con un marcado acento.
-Pues… - Bucky se sonrió tímidamente – un emparedado.
-Eso no es comida de verdad – la rubia lo miró sonriente – ven a la cocina, te prepararé algo de comer.
La rubia cocinó lasaña y le sirvió un buen pedazo al castaño, a quien se le hacía agua la boca de tan solo oler aquella comida.
-Has estado un mes aquí y no he sabido nada de ti, así que, ¿cuál es tu historia? – le sirvió un vaso de té helado.
-No… - Bucky hizo una mueca – no hay mucho que decir, mi apellido es Barnes, y soy de Nueva York…
-¿Nueva York? ¿Y qué haces aquí en Boston? ¿No tienes familia?
- No… - le dio un sorbo a su vaso – pero necesito regresar…
-Lo hubieras dicho antes, yo también soy de allá. Tengo un hijo que vive con mi madre en la ciudad.
-Pero… - los ojos de Bucky se abrieron como platos – Con todo respeto… usted no suena como…
-No, no, soy mitad italiana. Como sea, si lo que quieres es ir a Nueva York, te puedo ayudar.
Fin del flashback
-Regresé para buscarte… - Bucky se pegó más al pecho del rubio – Cuando llegué a la ciudad pensé en ir a buscarte a la torre de Los Vengadores, pero supe que sería muy arriesgado, sabemos que no soy bienvenido en la sociedad.
-Buck… - lo abrazó más fuerte.
-Así que fui a Brooklyn, pensé que algo se me ocurriría, me sentía mejor, sin embargo otro desmayo me atacó y cuando desperté tuve suerte de tener al menos ropa encima. El dinero que la señora Bolen me había dado desapareció, la gente pensaba que era un vago, nadie me daba trabajo y volví a las calles. Decidí volver a casa, pero…
-Buck, debiste buscarme – lo interrumpió el rubio – así no hubieras tenido que pasar todo ese infierno…
-No quería causarte problemas, de repente comencé a recordar absolutamente todo, desde la última vez que te vi hace setenta años, imágenes horribles de asesinatos en lugares desconocidos aparecían frente a mí, y yo era el asesino… Cuando escapé fui al museo… Ahí vi que me decías la verdad. Te vi una vez en donde solía ser la casa de mis padres… Intenté gritarte, pero estaba muy débil. Salí como pude tras de ti, pero una pandilla se topó conmigo y me utilizaron de saco de boxeo…
-Dios mío – Steve no pudo evitar sentirse terriblemente culpable.
-Cuando desperté, nadie quiso ayudarme, se me ocurrió que debería de ir a la torre, ya no importaba nada, solo quería verte una vez más… Cuando estaba en Manhattan, vi a la pelirroja, intenté pedirle ayuda, pero todo se volvió negro…
-Pepper te llevó a la torre en secreto – acarició los largos cabellos – ella se hizo cargo de ti mientras yo estaba en una misión y te trajo aquí.
-¿Dónde estamos? – alzó la mirada para observar a Steve.
-En el SoHo… Donde solía ser el Distrito del Hierro Fundido, ¿Lo recuerdas?
Se despegó de Steve y miró la alcoba – No parece una fábrica de metales para mí.
-Muchas cosas han cambiado Buck… Muchas cosas… - tomó la cara del castaño con la mano libre del abrazo – Muchas cosas, excepto lo que significas para mí…
-Steve… - El castaño sintió la necesidad de acercar su rostro con el del rubio.
Se fueron acercando más y más, hasta que sus labios se rozaron tiernamente.