Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Mundo de Bestias por Pandora09

[Reviews - 59]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

LUNA SANGRIENTA

 

 

Intentó sacudirse cuando la primera corriente eléctrica le recorrió la espalda, sabía que los cabellos se le habrían erizado y la piel le habría cosquilleado de haber estado completamente despierto, pero su cuerpo estaba congelado tanto como debería estar hasta que su castigo acabara y sentirse tan despierto y vivo como se estaba sintiendo era demasiado intenso para soportarlo en su condición.

La agitación del lugar se sentía en el aire al punto en que sus ondas sofocantes eran casi visibles, mientras que la tensión se volvía casi palpable en el aire cuando Bang YongGuk despertó definitivamente de su sueño criogénico, con las extremidades adormecidas por el prologando tiempo estando congelado.

Respiró tan profundamente como pudo, pero la falta de movilidad le impedía expandir el pecho y encontrar la calma que tan desesperadamente estaba buscando. Estaba despierto, en un lugar completamente desconocido, pero su cuerpo pugnaba por despertar del letargo criogénico y recorrer esa tierra para poder unirse a la otra mitad que completaría su existencia.

Después de estar confinado a la inmovilidad por masacrar humanos sin contemplación ni piedad alguna, lo sentía.

Podía sentir corriendo en su sangre la vida del desdichado humano que poseía la mitad su alma, tan profundamente que todo en él vibraba en anticipación. Casi respiraba su aire, casi sentía su calor, casi tocaba su piel... Casi.

Quiso gruñir como una bestia en cautiverio cuando se dio cuenta de que todas sus extremidades estaban congeladas y que moverse y llevar a cabo el tan anhelado deseo de correr en libertad era completamente imposible. El vacío existencial, la sed constante, la necesidad de su complemento, todo podría haberse acabado si hubiese estado en condiciones de moverse sin peligrar a quebrarse.

- ¿Qué ocurre? -preguntó SunHwa, la hibrida que estaba delante de su cámara con un maletín plateado, sin esperanzas de obtener respuesta alguna. La mujer se había detenido cuando sintió la carga de violencia irradiar desde su cámara, incluso si él era incapaz de mover un milímetro de su cuerpo, y se estremeció visiblemente.

- El humano maldito, despertó.

El hombre gruñó de nuevo y se sacudió contra su prisión. Las palabras estaban encarceladas en su mente, la inmovilidad de sus labios le impidió advertir a la híbrida que esa noche debía estar preparada, que todo en aquella base estaba a punto de cambiar porque los Astros decidieron darle a él la dicha de encontrar a su alma maldita.

- Llama al Comandante, puedo sentir su alma arrastrándose por las capas de mi piel y carcomer los tejidos de mis órganos -quería gritar, quería que lo descongelaran y advertirles a todos que la Luna Sangrienta estaba llamando a su sangre, pero principalmente quería correr hasta el ser humano destinado a él y envolverlo en sus propias llamas y consumirlo hasta las cenizas. Su complemento humano debía ser una criatura pura y tierna, lista para ser corrompida por lo más sucio y oscuro de Mato, listo para convertirse en una bestia idéntica a él.

SunHwa no adivinó sus pensamientos por lo que no escuchó sus órdenes ni comprendió la sonrisa invisible e insidiosa que su rostro quiso esbozar, pero de todas formas corrió como alma que lleva el viento en dirección contraria a la que se dirigía en un principio.

Los primeros minutos del despertar humano eran una agonía para cualquier matoniano, podía sentir perfectamente a la otra persona pero no podía proyectar una imagen clara de su rostro, solo retazos de luces pálidas y aguas cristalinas, como sus esencias uniéndose después de eones persiguiéndose a través de las brumas del espacio y el tiempo. Sus dedos parecían estar a punto de rozarlo. Sus oídos casi podían percibir el tono de su voz. Su corazón casi podía latir al ritmo del suyo. Tenía fogonazos crueles y tortuosos de su vida humana, pero las piezas del rompecabezas no estaban completas, les faltaban detalles fundamentales que le impedían crear una imagen integral hasta tenerlo a su lado. Hasta no sentirlo físicamente. No hasta unirse a él y volverse un solo ser.

No podía ver su rostro claramente y eso lo desesperaba más que el hecho de no poder moverse.

- Zelo…

 

._. |: .-. :| ._. |: .-. :| ._. |: .-. :| ._.

 

Estaba flotando al borde del avismo de un agujero negro, el vacio lo arrastraba a los confines oscuros del universo en una succión incesante que se volvía dolor físico si intentaba negarse. Su cuerpo se agitaba de un lugar a otro de forma violenta, tal vez como una supernova expulsándolo con todas sus fuerzas a recorrer nebulosas, galaxias y sistemas inexplorados.

Todo lo que podía ver era oscuridad, oscuridad salpicada con pequeños puntos de colores brillantes, estrellas y asteroides, planetas regados en toda la inmensidad del universo al alcance de su mano temblorosa que buscaba aferrarse a algo y sentirse real.

Se elevaba con los astros, sin fuerza gravitatoria que lo obligara a moverse en determinada dirección... Era libre.

Pero tan pronto como comenzó a disfrutar de su cuerpo ingrávido, los movimientos del universo y su energía cósmica recorriendo los tejidos de su cuerpo, el sueño acabó de golpe y lo escupió en la fría realidad, donde dos pares de ojos iluminaban la oscuridad de su habitación y dos cuerpos extraños se recostaban sobre el propio.

Se golpeó la cabeza con el cabecero metálico cuando quiso alejarse de los intrusos y detuvo todos sus movimientos cuando se dio cuenta de que uno de ellos era Moon JongUp y sonreía con esa mueca bizarra que mostraba sus dientes blancos y perfectos en todo su esplendor.

- ¿Moon JongUp, qué mierda es esto? -gruñó girándose sobre el colchón para poder sentarse al borde de la cama y sobarse la cabeza sin que sus no-invitados vieran su mueca de dolor.

- Te estábamos buscando, Zelo -susurró su amigo en voz baja mientras el otro tipo se alejaba y recorría su habitación con la mirada.

Lo vio mirar por la ventana por unos segundos, antes de dirigirse a su escritorio y revolver algunas de las hojas que estaban sobre él. La oscuridad apenas le permitía vislumbrar su rostro, pero estaba seguro de que sonreía abiertamente mientras pasaba del escritorio hasta la estantería empotrada a la pared y acariciaba los lomos de sus libros favoritos, incluso de las novelas románticas que alguna vez había leído. Sin saber por qué, sus mejillas se calentaron cuando lo vio tomar y hojear despreocupadamente una de esas novelas rosas que su madre tanto amaba. ¿Por qué no se concentraba en los libros de terror o los de ciencia ficción?

- ¿Tú quién eres?

- Él es... -la presentación de JongUp fue interrumpida por un gruñido casi animal emergiendo del pecho del desconocido, que lo empujó para poder acercarse a Zelo y observarlo desde una distancia que insultaba al concepto de espacio personal.

- Soy Bang YongGuk -susurró con una voz ronca y baja que Zelo apenas pudo descifrar.

- Eso no es suficiente -gruñó empujándolo un poco, sintiendo su cuerpo demasiado frío considerando el calor que comenzaba a hacer en la habitación.

- Soy Bang YongGuk, el Terrorista de Mato y atravesé el universo para encontrarte.

Zelo se rascó la cabeza y frunció el ceño, su sueño levitando en medio del espacio sin explotar por la presión era más realista que la bizarra imagen de ese desconocido mirándolo como si fuera la última botella de agua en el desierto.

- ¿Qué demonios significa eso?

- Que he pasado mi vida sintiendo tu alma clamar por unirse a la mía -Zelo no tenía la más remota idea de quién era ese personaje, pero sus músculos no respondieron a la orden de alejarse cuando sintió su mano tocarle la mejilla-. He escuchado su llamado a través del tiempo y el espacio y aquí estoy, por fin. Compañero –la última palabra fue susurrada en un tono tan bajo que Zelo estaba seguro, solo los perros podían comprender, pero la vibración de esa voz baja y ronca, tan similar a la que habitaba en sus sueños, hizo que su cuerpo entero se erizara.

- ¿De qué estás hablando? -soltó JongUp en tono molesto, despertando al otro tipo de esa especie de trance en que se sumió cuando sus pieles hicieron contacto como la reacción en cadena luego de una explosión de acetileno dentro de un laboratorio químico o el reventar de las olas contra un acantilado en medio de una tormenta.

- Son las cosas que a los humanos les gusta escuchar -respondió el desconocido estirando los brazos y abarcando con sus manos las paredes, centrándose en la estantería que cubría casi una pared completa frente a la cama del humano y estaba llena de libros y figuras de acción.

- No soy una chica a la que puedas endulzarle el oído para meterte en su cama –gruñó empujándolo para volver a envolverse entre sus mantas.

- Ya estuve en tu cama.

Zelo enarcó una ceja y negó con la cabeza.

- Era solo una expresión… no importa. ¿Qué demonios hacen en mi habitación en plena madrugada?

Tal vez debía sentirse perturbado por esa extraña e inesperada visita, pero se sentía más bien tranquilo, con una suerte de paz reinando en el aura oscura de sus dos visitantes. JongUp siempre había sido extraño, eso lo sabía, así que no le preocupaba que hiciera algo tan inesperado como aparecer en su habitación en medio de la madrugada y acompañado por un desconocido que perfectamente podría secuestrarlo sin que él pudiera oponer resistencia.

- Venimos a darte tu regalo de cumpleaños.

- ¿Realmente sabes qué son los regalos de cumpleaños?

JongUp no había tenido idea de cómo celebraba su cumpleaños, así que asumió que nunca había recibido algún presente de ese tipo, por lo que no tenía el deber ni el derecho de darle alguno.

- Creo que ya tuve suficientes regalos para el resto de mi vida –sin esperar a escuchar más palabras, se acomodó sobre el colchón y cubrió su rostro con la almohada.

- Pensé que podrías querer algo más que una simple y mundana fiesta con velas y pastel.

Y eso despertó un océano tormentoso de curiosidad en el menor, que en seguida se quitó la almohada de la cabeza y miró a su amigo con los ojos entrecerrados. Luego de soltar un audible suspiro, empujó a ambos hombres que, de nuevo, estaban demasiado cerca.

- ¿Debemos salir de la casa? –ambos asintieron coordinadamente y el desconocido le regaló una sonrisa que hizo que su rostro se sonrojara patéticamente-. Al menos salgan para que pueda vestirme.

Repentinamente estaba demasiado cohibido como para simplemente salir y mostrarse como estaba durmiendo, con una sudadera y bóxer.

El desconocido soltó una carcajada baja y vibrante, que disparó temblores por todo el cuerpo de Zelo y abrió la ventana para saltar al vacío.

 

._. |: .-. :| ._. |: .-. :| ._. |: .-. :| ._.

 

¿Qué estoy haciendo?

No supo por qué lo hizo, tal vez la necesidad de libertad, tal vez el insaciable deseo de hacer algo prohibido por primera vez, tal vez solo quería sentir que cumplir veinte años debía significar algo. De todas formas, no importaban las desconocidas e incomprensibles razones de su actuar, porque muy pronto estaba al interior de una camioneta negra que estaba estacionada a dos cuadras de su casa, con JongUp a su lado y el desconocido manejando en una dirección incierta.

- ¿A dónde vamos?

- A nuestra casa.

Zelo suspiró y asintió dejándose caer sobre el asiento, buscando en su mente la sensación de estar flotando en el espacio que experimentó mientras dormía.

No conocía la casa de JongUp, si era sincero conocía muy pocas cosas de su amigo y eso era lo que gustaba de su relación, poder descubrir algo nuevo cada día, ver lo excepcional que era y seguir creyéndolo porque cuando JongUp parecía comenzar a encajar en su sociedad, hacía o pasaba algo que rompía todos su esquemas, como ese momento en que simplemente se dejaba llevar a lo desconocido. Apenas conocía a uno de los primos de JongUp y no recordaba su nombre, no recordaba su apariencia pero su visita en los pasillos de la universidad había sido algo demasiado llamativo, el tipo no pasaba desapercibido en ningún lugar, las mujeres suspiraban a su espalda y los hombres deseaban ser como él, pero tenía el mismo humor hijo de perra de JongUp.

- Nunca quise conocer a tu familia.

 

 

El lugar era una pocilga, Zelo no podía pensar en una descripción más adecuada cuando solo podía ver maleza cubriendo la fachada de lo que debía ser una casa en ruinas. Algunas partes de la pared del frente hasta estaban cubiertas de moho y un olor ácido a podredumbre cubría el ambiente.

- ¿En serio vives acá? –era imposible que el siempre impecable Moon JongUp viviera en medio de un basural como ese, así que todo eso de ir a su casa había sido una farsa para llevarlo a algún lugar en medio de un bosque a asesinarlo para poder vender sus órganos, o, peor todavía, recibió dinero del desconocido a cambio de su cuerpo puro y virginal para ofrecerlo como sacrificio a los Dioses del infierno… o algo mucho peor.

- ¿De qué estamos hechos? –dio un pequeño respingo cuando una voz robótica se escuchó de la nada y lo sacó de sus catastróficos pensamientos.

- De fuerza –masculló el desconocido y un chirrido avisó que algo al interior estaba siendo movido.

Frente a sí mismo, en la oscuridad espesa del bosque, un haz de luz blanca indicó que una puerta estaba siendo abierta y siguió los pasos de JongUp hacia el interior sin querer pensar en lo que se podría encontrar al otro lado, sin querer temerle a lo desconocido.

Al otro lado solo había un sobrio recibidor con una ampolleta blanca encendida frente a lo que parecía ser un armario que JongUp se apresuró a abrir.

- ¿Vamos a Narnia?

- Tal vez deberías hacer otra cosa con tu tiempo libre –masculló el mayor encendiendo otra ampolleta al interior y permitiéndole ver una escalera en un pasillo cubierto por sombras.

Volvía a preguntarse qué estaba haciendo, pero sus piernas no obedecían la orden de detenerse y deshacer el camino recorrido, por el contrario, se esforzaban por llevar el ritmo de la pareja y no tropezar cuando la luz se volvía más y más escasa.

Parecía que llevaban años deambulando por aquel pasillo cuando JongUp se detuvo y su compañero lo imitó, de golpe, provocando que Zelo chocara contra su espalda. Sorprendido y avergonzado por su torpeza como estaba, pudo sentir perfectamente los músculos del contrario bajo las capas de su ropa y la forma en que estos se contrarían y estremecían ante el contacto.

- Acá estamos –anunció JongUp abriendo otra puerta, pero esta vez una metálica y llena de cerrojos.

Al final de todo, una comitiva de desconocidos esperaba su llegada.

Las luces estaban más altas y Zelo tuvo que parpadear violentamente antes de que sus ojos se acostumbraran al molesto resplandor y pudiera ver a las cinco personas que los esperaban. Un tipo alto y delgado de cabello rubio estaba parado en medio con porte de mando y un aura estremecedora de poder que compartía con el resto, excepto con las dos mujeres que se veían diminutas y frágiles a sus costados. El otro tipo era el primo de JongUp cuyo nombre no recordaba, tenía el cabello de un impresionante color rojo cereza y lo miraba con el ceño fruncido. Al otro lado del rubio, el otro tipo lo miraba con una pequeña sonrisa y ojos ansiosos. Todos eran más bajos que el mismo Zelo.

Al menos el interior de esa cueva no era tan grotesco como el exterior. De hecho, era incluso más pulcra que su propia casa. Las paredes eran de un suave color beige y los escasos muebles eran negros a juego. En la pared detrás del grupo había dos televisores de plasma y, sobre un elegante escritorio, un portátil del mismo color. A lo largo de las paredes laterales había sillas acolchadas y podría jurar que no había ninguna mota de polvo en toda la habitación.

- Bienvenido, Zelo –habló el rubio dando un paso hacia adelante-. Yo soy Kim HimChan, Comandante y Protector Único de la Memoria de Mato.

Zelo simplemente asintió y pestañeó varias veces cuando las luces disminuyeron y las sombras danzaron como fantasmas erráticos sobre las paredes.

- El que está jugando con las luces es DaeHyun –comentó JongUp dejándose caer despreocupadamente sobre una silla y la iluminación volvió a la normalidad.

El pelirrojo alzó una mano y la expresión de su rostro no cambió un ápice cuando Zelo asintió en su dirección.

- Yo soy YoungJae –se presentó alegremente el tercer tipo y estiró una mano para que Zelo la tomara, cosa que hizo sin estar muy seguro de porqué su sonrisa le parecía tan tranquilizadora.

- JunHong, soy… JunHong –no es que el nombre Zelo no le gustara, pero era la forma en que JongUp había comenzado a llamarle cuando se volvieron definitivamente amigos, un día que decidieron salir a divertirse y ambos terminaron vomitando sus órganos vitales después de beberse todo el soju de la ciudad, tal vez le parecía demasiado íntimo como para compartirlo con absolutos desconocidos.

- Ellas son SunHwa y Zinger –las dos mujeres hicieron una reverencia de noventa grados y le sonrieron abiertamente, pero sus sonrisas se veían vacías y lejanas, como si ambas solo fueran dos cadáveres andantes-, y deben retirarse.

Rápidamente, ambas atravesaron una puerta en la pared a la izquierda de Zelo.

- ¿Esta es tu idea de una sorpresa de cumpleaños? –gruñó dejándose caer pesadamente junto a JongUp para recargarse en la pared y cerrar los ojos-. Recuérdame no dejarte a cargo de mi despedida de soltero.

- Paciencia, todo se pondrá más interesante cuando te cuente la verdadera razón por la que estás acá esta noche –si JongUp no se hubiera visto igual de hastiado que el resto del tiempo, probablemente habría creído en sus palabras.

El silencio sepulcral recubrió a los seis hombres y todos simplemente se miraron las caras, como si pudieran encontrar respuestas a preguntas nunca formuladas en los rostros de los demás. El desconocido que apareció en su habitación junto a JongUp y cuyo nombre no podía recordar (porque apestaba en eso de relacionar rostros con nombres y, principalmente, recordar los nombres), se sentó a su lado y le sonrió, era una mueca diminuta de comisuras elevándose un milímetro cada una, pero podía ver perfectamente que esa ínfima alegría llegaba a sus ojos y los hacía brillar de forma incandescente.

- Feliz cumpleaños –susurró por lo bajo y Zelo se ahogó con su propia saliva cuando sintió una mano ajena tocar la que estaba posada sobre su rodilla, ¿de dónde venía todo ese calor?

Tosió con todas sus fuerzas hasta que el pecho y la garganta le ardieron, incluso estuvo tentado a levantar los brazos como su madre insistía en que hiciera cada vez que eso ocurría, pero no quería verse como un niño pequeño, aunque el aire comenzaba a faltarle y la garganta no dejaba de picarle como su estuviera tragando arena.

Sintió una mano golpearle suavemente la espalda y empujarlo hacia adelante para que se enderezara en su lugar y lo obligó a cuadrar los hombros cuando sintió que, ¡oh, milagrosamente!, el aire comenzaba a llegar a sus pulmones.

- Debes enderezarte para despejar las vías respiratorias, si te encorvas solo comprimes los pulmones –el tipo no dejaba de sobarle la espalda y Zelo no podía concentrarse en otra cosa, ni siquiera en respirar, que no fuera la forma en que sus dedos dibujaban figuras amorfas sobre su espalda-. Eso de levantar los brazos solo te hace más daño.

- Gr-gracias.

- Entonces, ¿nos quedaremos toda la noche viendo al Terrorista coquetear con el humano? –gruñó el primo de JongUp.

- ¡Silencio! –gruñó el rubio, que solo observaba a Zelo con una seriedad clínica.

- Así que –Zelo habló, cuando pudo respirar y el sonrojo se había suavizado ligeramente en su rostro, con tono burlón poniéndose de pie y escapando de la abrumadora presencia del desconocido, se acercó rápidamente al rubio que parecía, o debía, ser el líder-, ¿por qué trajeron al pequeño Zelo a esta pocilga?

Dio un paso en dirección al tipo y estiró una mano para tocarlo, pero el brazo firme de JongUp lo detuvo y lo empujó contra la silla. Cuando levantó la vista en dirección a su amigo, se encontró con una mueca de frío enojo que no comprendió.

- No te acerques al Comandante.

Y el resto sucedió demasiado rápido para poder procesarlo, simplemente fue consciente de que algo había ocurrido con un par de manos lo arrastraba hacia el costado y veía al desconocido inmovilizar a JongUp en el piso. Quien se presentó como YoungJae, lo cubrió con su cuerpo cuando el rubio se acercó a la pareja en el suelo y pateó el rostro del desconocido antes de arrastrar a JongUp hasta azotarlo contra una pared.

- ¡Se comportan como unos jodidos animales! –los dos aludidos gruñeron como los animales que aparentaban ser y Zelo dio un paso atrás cuando vio una especie de flama azul emerger en la mano del desconocido y un temblor azotó el piso-. ¡Moontos, Bang!

Y, sin aviso, todo se detuvo. Los nombrados cerraron los ojos por un segundo sobre el suelo y comenzaron a respirar pausada y profundamente, como si el dolor fuera demasiado para siquiera gemir.

- Lo-lo siento, Comandante –JongUp habló mirando el piso avergonzadamente y recibió un bufido como respuesta del otro tipo en igual condición.

- Eso no era necesario, Comandante –gruñó el otro agregándole todo el sarcasmo existente en su cuerpo a la última palabra.

- Acabas de descongelarte, Bang, no hagas que me arrepienta –el rubio se tocaba el tabique nasal y gruñía para sí mismo cada cierto tiempo-. Moontos, no digas nada más. Ahora, desaparezcan de mi vista.

El llamado Bang, volvió a gruñir como una bestia y le lanzó una mirada a Zelo que el humano tampoco pudo comprender.

- YoungJae y yo le explicaremos todo. ¡Desaparezcan!

Ok, ese no era el tipo de cosas por las que Zelo se levantaría de madrugada para contemplar, la violencia no le agradaba y estar rodeado de desconocidos que parecían listos para saltar a su cuello en cualquier momento, menos todavía. Él no era una bestia callejera que disfrutara de la violencia y buscara rincones oscuros para practicarla. Ese definitivamente no era el sitio en que debía estar.

La pareja se puso de pie apenas, como si sus músculos pesaran toneladas y no tuvieran completo control sobre ellos. JongUp le hizo un gesto con la mano antes de desaparecer por la misma puerta que utilizaron las mujeres para irse, mientras que Bang le lanzó una mirada que sacudió su pecho cuando le guiñó descaradamente un ojo.

Realmente él no quería ser la cena de nadie.

- Bueno, creo que es momento de que yo también me retire –no sabía dónde demonios estaba, pero tenía la esperanza de que el mapa de su celular, el que sabiamente había metido en su bolsillo antes de salir, sirviera para indicarle el camino de vuelta a casa.

- Aun es muy temprano, ¿no tienes curiosidad sobre las razones por las que estás en este lugar? –YoungJae le regaló una sonrisa conciliadora, como si comprendiera perfectamente la forma en que se sentía, pero de todas maneras se sentía escéptico a confiar en sus palabras y su sonrisa demasiado perfecta.

- La verdad es que –- no.

- Lamentablemente no es algo que puedas decidir –el Comandante se encogió de hombros y apuntó a una de las pantallas en la pared, donde la Luna de Sangre se mostraba en todo su esplendor.

- No creo que sea bueno que empieces por eso –susurró YoungJae frunciendo el ceño.

- ¿Me estás diciendo cómo debo hacer mi trabajo?

- Sí, lo está haciendo, al parecer no recuerdas lo traumatizado que él acabó, no puedes culparlo por querer evitarle toda esa locura a Zelo –DaeHyun, que había permanecido en silencio casi todo el tiempo, recorrió la cintura de YoungJae y dejó un sonoro beso sobre su cuello antes de desvanecerse como una sombra en el aire-. Deberías escuchar al humano.

 

 

YoungJae lo condujo hacia un pasillo iluminado por luces amarillas en el piso y llegaron hasta una especie de cocina americana, donde le indicó sentarse sobre un taburete frente a la barra que la separaba del comedor. Todo estaba oscuro y no solo porque fuera de noche, estaban bajo tierra y comenzaba a preguntarse cómo lo hacían para no quedarse sin aire, considerando que varias de las puertas que atravesó al llegar eran herméticas.

- Son un poco espeluznantes cuando los conoces, ¿verdad? –susurró con la cabeza metida en el refrigerador y sacó dos potes de plástico que metió al microondas para luego servir dos vasos de jugo de naranja mientras esperaba que la comida se calentara-. Con el tiempo te acostumbras a sus mañas. ¿Quieres un poco de kimchi?

Zelo negó con la cabeza, pero aceptó el vaso de jugo y se bebió todo el contenido en menos de cinco segundos, no sabía que estaba tan sediento hasta que sintió el agridulce sabor bajar por su garganta en el primer sorbo.

- Déjame adivinar, ¿ni siquiera son primos realmente?

YoungJae soltó una risa cantarina y Zelo no pudo evitar replicarla, hablar con él era completamente diferente a estar con JongUp, como si no existieran esas titánicas diferencias que lo separaban de su amigo. Como si solo ellos pertenecieran a la misma especie.

- Ni siquiera son humanos.

- Se nota –le siguió la corriente mientras recibía el segundo vaso de jugo-, ¿y qué son? ¿Vampiros? ¿Hombres lobo? ¿Trolls? Creo que Orcos les queda bien.

YoungJae arrugó la nariz de forma graciosa y Zelo se encontró a sí mismo riendo desvergonzadamente.

- Demasiado mundano.

- ¿Entonces marcianos?

- Casi, matonianos.

El silencio que siguió a esa afirmación fue frío y Zelo casi podía tocar la tensión escapando de su cuerpo a raudales, no podía explicar porqué la idea de que ninguno de ellos fuera humano no le afectaba, pero creer que podía ser real, no como historias plasmadas sobre hojas amarillentas o reproducidas por cintas de videos en cines abandonados, sino que como personas de carne y hueso llegando de sitios lejanos de la galaxia, de mundos desconocidos, y aterrizando para, de alguna forma, encontrarlo, le estremecía la columna vertebral con violencia.

- ¿Matonianos? –tomó un par de palillos de la mesa y le robó un poco de kimchi a YoungJae para casi gemir por el sabor celestial, su madre nunca podría cocinar algo así.

- Provienen de un planeta extinto llamado Mato –el tipo hablaba como si realmente creyera sus palabras y Zelo no sabía si reír o llorar por lo que estaba escuchando.

Zelo era el tipo de personas que creía en que lo que veía y podía probar, no en lo que escuchaba. Fue criado por un astrofísico y una catedrática de Estudios Teológicos que no podían ser más incompatibles aunque su madre tuviera dos cabezas. Creció creyendo en las leyes físicas que, hasta el momento, consideraban imposible la existencia de vida en otros planetas por tres razones fundamentales (aunque él no fuera tan crédulo como su padre como para creer que, realmente, estamos solos en el universo). Su madre había optado por decir que los humanos eran criaturas de Dios que no requerían buscar otros mundos cuando la Tierra era su reino (no es que la mujer fuera una ferviente creyente, pero la idea del Panteísmo era más aceptable que la mayoría de las teorías, en especial las extraterrestres).

Y escuchar esas invenciones como regalo de cumpleaños, le parecía una soberana broma de mal gusto que solo podía venir de parte de alguien como Moon JongUp.

- Entonces, ¿esto que tiene que ver conmigo? ¿Tienen algún plan sobre la dominación total del mundo que incluye a un simple universitario sin ánimos de levantarse temprano como yo?

- La Luna Sangrienta te llamó, Zelo –YoungJae captó perfectamente la burla en sus palabras, pero sonrió nuevamente y le acercó uno de los potes de kimchi-. Debiste escucharla mientras detenías la lluvia en el observatorio.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).