- Entonces es un trato, desde hoy hasta el fin de los tiempos.
- Sólo déjame entrar a tu mente, Stanford.
-Por favor, llámame amigo.
. . .
Fuí tan ciego...
Como sí de un fuerte dolor de cabeza se tratase, Stanford llevó ambas manos a su frente, poco a poco las dejó caer deslizándolas por todo su rostro y sintiendo el sudor en su cara al hacerlo. Estaba Agobiado, nervioso, e incluso agotado. Otra pesadilla le impedía conciliar el sueño como era debido, si esto seguía así pronto perdería la cordura, se sentía en el borde y no quería hacerlo, no quería caer en la demencia.
¿Que se supone que se debe hacer en situaciones como esta?
Es ridículo y absurdo que tal pregunta se le haya cruzado por la mente, no hay respuesta para eso, vamos, él era probablemente la única persona que fue capaz de contactar con una especie de ente interdimecional, e incluso capaz de llevar un trato con ese tipo de bestia. Nadie mas aparte de él sería capaz de comprender tal situación.
Yo confié en él, y fui engañado.
Es aquí cuando la confianza y la seguridad se vuelven para Ford un tema de suma importancia, esta cuestiona todo, cada valor y actitud... No, de todas formas, no hay manera de comprobar al cien por ciento las intenciones de una persona, es decir, desde ahora en adelante Bill podría hacerse presente mediante cualquier persona, no se debe confiar en nadie.
No confíes en nadie, no confíes en nadie, no confíes en nadie.
El muchacho se puso de pie, debía buscar sus diarios. En uno de los estantes de la biblioteca halló el primero. Diario numero uno, contiene información básica, posibles sospechas sobre la existencia de Bill, todo lo que había averiguado mediante su excursión en las ruinas y mas. A pesar de las advertencias leídas, él decidió ignorarlas... que idiota.
Un par de estantes mas arriba se hallaba el segundo libro. Diario numero dos, posee una información mas completa y acertada de Bill, un ente o demonio interdimencional con un conocimiento infinito, a un costado de esas notas se encontraban las explicaciones de como invocarlo. Sin duda alguna ese diario debía ser oculto, rápidamente.
Tras revisar en la misma biblioteca, pudo notar que el tercer volumen no se encontraba, revolvió un par de libros viejos en busca de este, no lo halló. Volteó hacia su escritorio y pudo ver que se hallaba abierto, la noche anterior lo había estado completando.
Diario numero tres, es el diario con mayor cantidad de notas e información acerca de Bill, explica de lo que es capaz si lo invocas, cuenta sobre como él tiene el poder de adentrarse en tu mente e incluso poseerte.
Stanford leía sus propias notas con una intensa expresión de odio y disgusto, ¿Como había sido capaz de dejarse engañar de tal forma? Era como sí sólo un par de halagos y falsa amistad bastaran para poder obtener su confianza. Y así fue como ocurrió.
El hombre siguió leyendo las páginas, leyó sobre la parte inferior y pudo ver algo que le hizo querer regresar en el tiempo tan solo para no haberlo escrito y no quedar como un completo ingenuo ante sí mismo.
"Bill ha demostrado ser una de las personas más amables y más confiables que nunca me he encontrado en mi vida. ¡Qué tipo! Sinceramente, sé que puedo confiar en él. Bill es un verdadero amigo."
No quiso seguir leyendo, ya tenía suficiente. Con la menor de las delicadezas tomó uno de los bolígrafos que tenía cerca y comenzó a rayar sobre sus propios escritos, hacía rayones que impedían leer lo que hallaba bajo de estos, en uno de los costados de la página derecha decidió colocar un mensaje "NO LO INVOQUES A TODA COSTA" tanta fue la fuerza que aplicó al hacer estas lineas mediante su ataque de ira que sin quererlo el bolígrafo se rompió, manchando ambas páginas de color rojo.
- Veo que te sientes un poco resentido, Fordsie.
El muchacho abrió los ojos lo mas grande que pudo y dio un pequeño brinco al exaltarse y dar media vuelta. Esa voz...
- No, no, no, no, no, no, no, no, no, no... - Definitivamente no quería tener otro encuentro con el sujeto causante de sus pesadillas y tormento. - ¡Déjame, vete de aquí!
- ¿Te asustó haber descubierto mis verdaderos planes? - Se detuvo e hizo un mohín con la boca. - Porque de pronto pareciera que ya no me quieres.
- ¡Me mentiste, dijiste que el portal era para obtener mas conocimiento acerca de las criaturas y misterios del universo! - Exclamó con impotencia.
- ¡Y tiene ese propósito! - Levantó el tono de voz a modo de burla tratando de imitar al humano. - Solo que olvidé mencionar un par de detalles, como el hecho de que causará la destrucción de todo tu mundo - Rió con malicia.
- NO LO HARÁS, NO TE DEJARÉ. - El muchacho se acercó al demonio para quedar cara a cara y poderle mostrar que hablaba en serio. - Yo te detendré.
- Vaya... Quiero ver que lo intentes. - Aceptó aquel tono desafiante y cortó aún mas la poca distancia que había entre sus rostros, casi rozando narices se dispuso a susurrarle - Recuerda que aún sigues siendo mi marioneta... por cierto, enojado te ves muy lindo.
Stanford tuvo reacción ante esa última frase al instante, por reflejo propio dio un par de pasos atrás deteniéndose al chocar con la mesa del escritorio. Bill dio una carcajada burlesca y aprovechó la situación para acorralar al humano, sostuvo una mano en su cuello y otra ejerciendo presión sobre uno de sus brazos, de esta forma impediría que el castaño escapase. Le observó con una mirada que demostraba deseo y malicia, su contrario respondió a eso con una mirada fulminante. El demonio presionaba cada vez mas sus dedos contra el cuello de su victima, quería que le suplicara, y tras el paso de unos segundos sus deseos se cumplieron.
- S-su... suelt-tame - Inquirió apenas pudiendo pronunciar aquella palabra, el otro sonrió glorioso y le soltó para luego subir hasta el mentón del castaño y sujetarlo con mas delicadeza.
- Eres completamente vulnerable al lado mio, Fordsie - Susurró dando un pequeño roce de labios el cual se convirtió en un forzado beso. Por más que intentaba deshacerse del agarre, Stanford no conseguía apartarse de Bill.
- Podríamos divertirnos un rato - Habló nuevamente tras haber finalizado el beso.
- Vete de aquí. - Ford limpió su boca, no estaba a gusto luego del reciente roce puesto que Bill le había mordido y ahora sus labios sangraban.
- Que aburrido eres, sixer. Solíamos pasarlo mucho mejor antes. ¿No prefieres ignorar todo el asunto con el portal y simplemente seguir adelante? - Propuso sonriendo de manera pícara.
- ¡VETE DE AQUÍ! - La paciencia se le había agotado, el castaño apoyó sus manos sobre el otro sujeto y le dio un fuerte empujón haciendo que este retrocediera de manera brusca. Bill reaccionó divertido ante aquello y antes de desaparecer toda su presencia lanzó una última carcajada la cuál permaneció haciendo un interminable eco en la mente de Stanford.
El hombre cayó de rodillas al suelo, un par de lágrimas comenzaron a humedecer sus ojos, trató inútilmente de secarlas, cada vez mas lágrimas le nublaban la vista y se dejaban caer directo al piso.
No quiero seguir con esta pesadilla...