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El manual del amor de Genos por MaryJane

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Notas del capitulo:

Lamento mucho la demora, a veces suceden problemas que uno mismo no los puede contralar. El capítulo se divide en dos partes, en esta los protagonistas se meterán en líos y Genos, por sobre todas las cosas, intentará hacer que el día sea especial.

-¡Por favor apresúrense!, dejé al demoni- , digo, a mi hijo solo en casa ¡si no llego a tiempo es capaz de empezar un incendio o algo parecido!

–¡Siii!– gritó al unísono la multitud alzando la mano derecha en un puño.

-¡Tengo a un amigo extranjero esperando por mí en la estación de tren!

–¡Siiii!

–¡Yo necesito llegar antes de las 12! Empezará mi novela favorita.

–…

–¡Llegaré tarde a mi primer trabajo!

–¡Siiii!

–¡Tengo una cita!

–¡Siiii!

–¡NO LLEGARÉ A TIEMPO PARA COCINAR EL ALMUERZO!

–… ehm… ¡si! –respondió floja la muchedumbre un poco desconcertada.

El lugar parecía una manifestación, la gente hacia cola, en aquel establecimiento, un grupo de ellos impaciente empezó a gritar sus problemas en voz alta de por qué no podían permanecer más tiempo allí, cuando la multitud estaba de acuerdo respondían un “SI”. Pero entonces le llegó el turno a un rubio desconocido. La última voz grave que se escuchó fue la del cyborg de apariencia bastante amenazante y fría. La gente lo miraba muy curioso desde su sitio, observaban sus extraños ojos, en la esclerótica tenía un raro color negro y el iris era de un amarillo brillante. Su aspecto representaba la fusión entre lo natural y artificial con todos esos aparatos encima en él, sin embargo este lucía un rostro suave, era agraciado, de eso estaban desacuerdo todos, pero desde que se apareció allí, no había quitaba el ceño fruncido y eso transmitía desconfianza aunque el susodicho no estaba enterado.

Cualquier ciudadano de a pie que lo viera  no dudaría que se trata de alguien poderoso, haciendo frente a enemigos tan fuertes como él y con muchos asuntos importantes que resolver. ¿Quién era ese sujeto? Su nombre es Genos, de mirada profunda y un pasado misterioso.  Para las personas alrededor, tenía toda la pinta de ser alguien genial, con un aire malvado y despiadado a tal punto que si  interfieres en su camino, podría hacerte pedazos. La mayoría de mujeres cuchicheaban lo guapo y malo que se veía, y eso les parecía cautivador. Sin embargo, todas esas ideas de los presentes se esfumaron cuando el cyborg gritó un orgulloso y varonil “no llegaré a tiempo a cocinar el almuerzo”.

Sí, allí estaba el “malvado” cyborg de apariencia amenazante, muy quieto con su canastita roja en la mano izquierda sosteniéndola como si se tratara de una cartera femenina, y la otra mano la tenía ocupada en su cadera, en una firme posición de diva impaciente, esperando su turno para ir inmediatamente hacer los quehaceres de su casa “he dejado las bananas sin tapar, atraerá mosquitos” pensaba preocupado.

La gente a su alrededor no había dejado de observarlo desde que llegó, nunca lo habían visto antes, entre ellos cruzaban miradas y hablaban a sus espaldas, su presencia les transmitía inseguridad con esa mirada malévola y sus labios fruncidos. Se reflejaba bastante malicioso, como si planeara hacer algo malo, creían que en cualquier momento iba a lanzar una bomba y correría lejos, pero no, el rubio estaba pensando en los mosquitos en ese momento. Las apariencias engañaban a cualquiera, luego de escuchar su tan masculina oración de hacer el almuerzo, la multitud quedó descolocada, ellos creyeron que diría algo como “me espera un monstruo que derrotar”, pero no, definitivamente no se esperaban algo como eso.

Las personas volvieron a sus asuntos sin mucho interés, lo cierto es que ya tenían suficientes problemas en el lugar donde vivían, el último monstruo que atacó la ciudad M por poco y casi termina destruyéndola completamente, si no fuera por la ayuda del héroe de la clase “S” Silver Fang, que estaba allí solo de visita a un familiar, por poco y ya no la contaban. Desde esa vez, muchos centros educativos y de servicios habían dejado de funcionar, solo algunas escuelas estaban abiertas debido a los destrozos de estas, incluso en las noches solían haber apagones por los constantes mantenimientos de la luz, pues se debía a que muchos cables de luz habían sido derribados en el enfrentamiento. Y por si eso no fuera bastante malo, los escasos supermercados que aún funcionaban estaban saturados. Genos, como todos los demás, se encontraba en la inmensa cola del autoservicio, ya habían pasado cerca de 1 hora y seguían parados allí esperando su turno.

– ¡Les-les pido mucha paciencia, hay personas que llegaron antes que ustedes y debemos dar prioridad! –medio gritaba un hombre del personal del establecimiento bastante acongojada temiendo la reacción de los clientes, no había suficientes trabajadores para todos, solo tres supermercados estaban operativos, y ese era uno de ellos, no podían recibir a toda un ciudad ellos solos.

– ¡Cuánto tiempo más debemos esperar!– respondía un hombre ofuscado que se encontraba casi al final de la fila.

Genos también estaba impaciente, había llegado a las 11 de la mañana, cuando revisa su reloj, agranda los ojos “¡ya es mediodía!” se alarmó y seguía en el mismo lugar, en aquella ciudad desconocida.

Sin embargo, en su mente (además de las bananas) había algo que lo animaba y mucho, la tan ansiada taza con el dibujo del panda saludando que estaba en su canasta. La estuvo buscando por varios días, yendo a supermercados y tiendas de vajillas en otras ciudades, pero su ardua búsqueda terminó cuando en una página de internet salía que los únicos disponibles se encontraban en los supermercados la ciudad M.  Sin dudarlo, Genos planeó ir por ella saliendo muy temprano de casa y cuando la encontró en ese en ese lugar, casi llora de la emoción (llorar aceite, pero para él era llorar).

Internamente estaba gozando de felicidad porque le había prometido a su maestro encontrarlo y reponer su taza favorita (que por su culpa se había hecho añicos). Ansiaba ver el rostro de Saitama recibiéndolo con una sonrisa diciéndole algo como “Eres el mejor Genos, qué haría sin ti” y revolviéndole el cabello con la mano. De solo imaginarse aquella escena, se formó en su rostro una sonrisa perversa-triunfal en el rubio, sin darse cuenta que su gesto provocó una leve sacudida de susto en la gente que lo rodeaba haciendo que se alejaran de él por instinto.

Creyó que solo tardaría un tiempo y volvería a casa para hacer el almuerzo antes que su maestro llegara de hacer esa “misión”, pero apenas había pisado el suelo allí y encontró un desastre total, la gente en el supermercado pelándose por los productos, los estantes casi vacíos, y las neveras con apenas 5 pescados exigiéndose que ya olían a descompuesto, y muchas servilletas en lugar de papel higiénico, eso le causó mucho desconcierto. Adelante de él estaban dos hermanos quejándose por la demora de entrega de suministros de alimentos por parte del gobierno debido a la destrucción que hizo aquel monstruo.

–La situación anda muy mal aquí– susurraba Genos muy bajito con el ceño fruncido mirando todo el establecimiento. Se mordió el labio pensativo.

Esa misma mañana, el cyborg había prometido hacer el almuerzo justo antes de que su maestro se marchara hacer la misión. No quería defraudarlo, pero la cola no avanzaba y empezaba a angustiarse. Suspiró, había viajado miles de kilómetros para comprar la taza del panda, sus manos intranquilas daban golpecitos a la cesta de víveres. “No puedo llegar tarde, este día tiene que ser especial” se repetía el rubio angustiado. Días atrás el cyborg estuvo muy ocupado con las tareas que le encargaban la Asociación de héroes, pero por fin tenía días libres y planeaba hacer muchas actividades al lado de su ahora “novio”. Según el manual del amor, tenía agendada cocinar su comida favorita y una salida al festival por la noche. Sin embargo, estando en la situación que se encontraba, Genos estaba bastante inquieto, sospechaba que se tardaría horas y no llegaría a tiempo.

Al otro lado del continente, en la ciudad Z estaba Saitama, específicamente en un restaurante Gourmet, realizando su autodenominada “misión dudosa”, le había puesto ese nombre porque no tenía idea de qué tipo de trabajo se trataba. Muy temprano recibió la llamada de un representante de la Asociación, pero la corta conversación que tuvo con ese sujeto fue tan extraña y de muy escaza información, que dudaba si realmente debería ir. Lo que sí sabía el calvo era que tenía que llevar puntual al sitio acordado y allí le explicarían lo que tenía que hacer.

– Buenos Días, aquí está la carta – de pronto aparece una mesera con una sonrisa un poco forzada, entregándole a Saitama la anunciada carta.

–Gracias –el superhéroe lo recibe sin muchos ánimos de cogerla, sabía de ante mano que no podía pagar ni un solo vaso de agua de aquel lujoso lugar.

–Cuando decida pedir, no dude en llamarme –anuncia la mujer mirando su traje de héroe.

La mesera era perspicaz, antes de marcharse, disimuladamente mira a Saitama por el rabillo del ojo de pies a cabeza. “¿Y este tipo quién es? que mal sentido de la moda tiene” piensa la mujer alejándose con una mueca de disgusto.

Saitama no fue ajeno a la mirada de desprecio que la mesera le lanzó, trago saliva, sabía que no debería estar ahí, se sentía fuera de lugar, si todos vieran las pocas monedas que llevaba en el bolsillo, seguro que lo botaban a patadas. Se sentía incómodo pero la tenue música de jazz romántica del lugar lo relajaba, se planteó en comprar un equipo de sonido para su casa, hace mucho tiempo que no escuchaba música. En algunas ocasiones volteaba a ver alrededor, todos los clientes estaban muy bien vestidos, hombres de saco y corbata y las mujeres con abundante maquillaje, algunas parecían el Guason pero otras lucían muy guapas, era algo que no podía negarlo. Sentía que era el único que desencajaba de todos los comensales. “Soy el bicho raro aquí” pensó un tanto avergonzado.

Habían pasado varios minutos y nadie iba a su encuentro, desde una esquina del lugar podía sentía la mirada asesina de la mesera clavada en su nuca. “¿Y si salgo corriendo?” dudó, pero luego creyó que la opción de salir corriendo se estaba volviendo muy solicitada, especialmente cuando se aparecía “Genos en celo” y empezaba con sus insinuaciones no tan agradables para él.  

Resopla aburrido apoyando su barbilla en su muñeca y coge la carta para entretenerse con las fotos, todo se veía esquicito, cada plato parecía haber pasado por una sesión de fotos de Mario Testino, admiraba la presentación, aquel camarón rojo y la rodaja de limón lucían perfectos juntos, a Saitama se le estaba haciendo agua la boca, le había dado hambre otra vez y eso que apenas había desayunado, fue cuando, sin querer, echó un vistazo a los precios y lee 19 000, 25 000, y 30 000 yenes. La muñeca de Saitama resbala y se estampa contra la mesa, su pulso se acelera de una manera poco saludable y suda frio, en un rápido movimiento se incorpora de su sitio y cierra la tapa bruscamente alejando la carta. No evitó comparar los precios con sus insignificantes 350 yenes en el bolsillo.

–Por qué de todos los lugares, tuvo que citarme en este –susurró cabreado agarrándose la cabeza.

De pronto en su mente aparece una palabra: “Trampa”. Fue en ese momento recordó vagamente lo que le dijo su discípulo antes de salir del departamento.

– Me advirtió de algo… uhm ¿qué era?

 

Flashback

–Habla Saitama.

–Señor Saitama, la asociación lo necesita para una misión especial.

–Bien… ¿De qué se trata? – Saitama se rascaba el cuello dudoso, se le hacía raro que lo llamaran a él, no porque no hacía un buen trabajo, al contrario, era elogiado por su desempeño, pero de todos los héroes lo llamaban especialmente a él en una llamada personal. Eso era extraño. Lo normal que sucedía era que llamaran a ambos.

Genos estaba a su lado, escuchando atentamente mientras acomodaba su futon. Él oía todo, dentro de su cuerpo tenía incorporado un elemento de audición muy avanzado, para él le era muy sencillo escuchar con fluidez al receptor y emisor en una llamada por celular. Dada la situación, a él también le parecía extraño la llamada, pensó que quizás en la última batalla se dieron cuenta del increíble nivel de fuerza que poseía su maestro y quieren llamarlo para un…”oh no” se alarmó al instante.

–¡Sensei! –se acercó a su maestro.

–Uhm…un momento Genos, estoy al teléfono.

–Corte inmediatamente.

– ¿QUÉ? – Genos se espantó y pensó mal ¿y si  lo usaban de experimento para buscar el origen de su fuerza?

–¡Sensei!

–¡Que esperes un momento! Oh no, no, no le hablo a usted, es… –resopla– ¿me puede decir qué tipo de misión es?

Genos no dijo más pero agudizó sus oídos.

–No puedo darle detalles de esta misión,  lo haré cuando acuda al restaurante Makoto Sushi, lo esperé allí.

–Lo sabía, evitan dar detalles, es una trampa– susurró Genos apretando los puños. El mayor lo mira de reojo aún con el teléfono.

–Ehm… bien. Allí estaré. – Dicho esto Saitama finaliza la llamada para mirar a Genos con recriminación –Hey no hagas eso, es de mala educación– frunce el ceño y lo apunta con el dedo acusador.

–Si es por salvarle la vida, lo haré sin importar qué.

“Página 11, párrafo 3: Cuídalo

Si bien no eres su madre o padre, debes saber que en una relación ambos se cuidan mutuamente. La frase “vive la vida al límite” es frecuentemente usada por las jóvenes parejas que están dispuestas a poner sus vidas a aventuras extremas. No estamos diciendo que no las puedas intentar, pero es importante medir el riesgo. Lo primordial es pasar un buen momento sin que ninguno salga lastimado, para así convertirlo en una buena experiencia que compartirán en el futuro.” –citó Genos mentalmente, aquel párrafo pertenecía al manual. Lo cierto era que sus vidas corrían peligro reiteradas veces, el rubio podía fácilmente contar las veces que estuvo a punto de morir, pero ahora evitaría todo tipo de situaciones amenazantes para Saitama.

–Otra vez actúas extraño– dijo el mayor mirándolo decepcionado con una mueca ¿Qué no era solo porque no sabía cómo decir que estaba enamorado? Juró buscar algún tipo de doctor mecánico o algo parecido para que vea a Genos, bueno, si es que no le cobraba tan caro por la reparación. “¿Podrá hacerlo un mecánico de autos?” Se preguntó Saitama con una mano en la quijada muy serio mirando el infinito.

–Por favor sensei, sea precavido en esta misión – pidió el rubio, con sus ojos brillantes acercándose más, Saitama hace un gesto despectivo con la mano.

–No te preocup…– pero detiene abruptamente cuando siente como el menor coge su mano, la envuelve con las suyas haciendo presión.

–Por favor, esté muy atento –suplica Genos con la mirada seria y la mandíbula apretada. Si algo le pasaba a su maestro, no tendría motivos para vivir, y no exageraba.

“Lo dice muy enserio”, pensó Saitama mirándolo incrédulo. Ahí estaba otra vez, esas muestras de afecto por parte de su discípulo, para el calvo estas escenas se repetían muchas veces, pero ni millones de veces más serían suficientes para que pudiera decir que ya estaba acostumbrado y no le provocara un ligero nerviosismo cuando se acercaba insinuante. Saitama no evitó espabilarse al instante, trago duro y apretó los labios volteando un poco la cara, el calvo recurría a este gesto por si Genos se le ocurría un acercamiento más… “¿intenso?” se preguntó el mayor. No era que lo molestara tanto, pero su instinto actuaba solo.

–Eh… bien, pero no es necesario que me lo digas, yo sé cuidarme solo y… ¡Diablos, aun no entiendo lo que me quieres decir!– exclama Saitama con el rostro colorado y despegándose de las manos tibias del menor. Se aleja apresurado para ir al closet y sacar su traje de héroe.

Genos por su parte sí podía decir que ya se había acostumbrado al sutil rechazo de su maestro, no le importaba mucho, era consciente que le tomaría  tiempo corresponder con naturalidad sus muestras de cariño, el mayor se lo había mencionado una vez: “Es-es una situación nueva para mí,  dame tiempo para adaptarme…”, dijo nervioso y él respetaba esa decisión, total, ya eran pareja y eso era bastante, tampoco pensaba obligarlo a corresponderlo de buenas a primeras, “poco a poco” se decía mentalmente, aunque a veces esas muestras de afecto se le pasaba de la mano, no podía evitarlo por mucho que él quisiera, su cuerpo actuaba solo, pero luchaba por controlarse.

Cuando ocurría esas situaciones, Saitama quedaba adormecido, como dejándose hacer, ya sea si estaba siendo besado o acariciado, pero en otras ocasiones, volteaba la cara o se inventaba una pretexto para alejarse. Genos se sentía bien cuando escuchaba el bombeo del corazón de su maestro y como este órgano se descontrolaba contra su pecho cuando lo abrazaba. Eso le gustaba enormemente, creía que latía de amor, de mezclas de sentimientos indescriptibles, pero para la desdicha del rubio eso ocurría por la ansiedad y el miedo que Saitama sentía al no saber cuál sería el límite del menor, mejor dicho, si tenía que involucrar una parte de su anatomía, que no quería involucrar para nada.

Saitama se quitó la pieza superior de la piyama dejándose el short para luego colocarse el traje de héroe, metiendo cada pierna en el proceso y seguir con las botas. Genos no había caído en cuenta que ya estaba mucho tiempo parado allí observando a su maestro, cuando escuchó la puerta del closet deslizarse en un chirrido, despertó.

–No tardaré –aseguró sonriendo el mayor volviendo a mirarlo. Genos se contagió de su sonrisa.

–¿Quiere algo especial para el almuerzo de hoy, sensei? –preguntó el rubio retirándose para ir a la cocina aún reaccionando.

–Ehm… en realidad no, puedes cocinar lo que quieras, si llego antes te ayudaré a prepararlo– contesta el mayor caminando hacia el pasadizo. Últimamente Genos quería hacerlo todo, y Saitama buscaba la manera de colaborar y sentirse útil en su propia casa.

– No se preocupe, yo lo haré… ¿Qué le parece Udon? – sonrió el menor, sabía que era uno de los platillos favoritos del calvo, Genos planeaba hacer el día especial, era sábado y estaba libre de encargos de la Asociación. Tenía agendado ir por la taza del panda a la ciudad M y más tarde había festival “El día perfecto” se dijo el cyborg, estaba emocionado por lo que le esperaba el resto del día al lado de Saitama. Se oyó la puerta de salida abrirse.

–Ya te dije que te ayudaré… –gruñó sutil– pero sí, eso sería genial ¡Regreso pronto! –se despidió Saitama cerrando la puerta.

Fin del Flashback

 

Media hora más había pasado, apenas y había avanzado seis o siete pasos. “Este día tiene que ser especial, este día tiene que ser especial” se repetía Genos, pero la desesperanza crecía más y más al ver que la cola del supermercado seguí igual o peor. Suspiraba impaciente, a este paso no llegaría hacer el almuerzo “¿qué haré? ¿Devuelvo la taza y regreso?...no, si la regreso quizás mañana no esté”. Genos tenía un caos en la cabeza, no podía solo irse y ya, prometió reponer la taza preferida de Saitama y no quería fallarle. “¿Ya habrá regresado a casa? ¿Y si está con hambre? ¿Estará esperándome para cocinar juntos? ¡Tendré que avisarle que llego tarde!” Para calmar sus dudas decidió llamarlo al celular pero se detuvo y recordó que estaba en una misión y no quería interrumpir, aunque ganas no le faltaban de llamar, quería asegurarse que Saitama no cayó en alguna trampa y necesitaba de su ayuda o si estaba en casa muriéndose de hambre. Sin bacilar recurre al mensaje de texto.

 ““Me encuentro en la cuidad M, hay un alboroto aquí en el supermercado, llegaré un poco tarde pero intentaré salir de esta situación lo más rápido posible. Notifíqueme si ocurre algo malo en su misión. Genos””

Terminando de enviar el mensaje, siente unos topecitos en el hombro por detrás, cuando voltea se percata que se trata de una mujer joven de cabello medio rojizo, bastante alta como él y cargando una pequeña canasta de compras.

– ¿Podrías… ayudar a llevar la canasta por mí? –pregunta tímida con una sonrisa aflorando en su suave rostro. Tiende su cesta frente a él, el rubio podía ver que llevaba dos tarros de leche, una botella de aceite, una bolsa de azúcar y otra de algún tipo de cereal.

Genos la mira un poco confundido, no parecía del todo pesada pero no dudó en recibirla.

– ¡Por supuesto!

–Debes pensar que no luzco como si necesitara ayuda, pero en mi estado no es bueno cargar peso por tanto tiempo –aclara la mujer un poco apenada.

– ¿En su estado? ¿Usted está enferma? – pregunta el rubio alarmado.

–¿Eh? ¡No claro que no! –negó con la cabeza– Es por los 5 meses de embarazo– sonríe feliz. Esa respuesta lo pilló desprevenido, la miró más confundido que antes, lo cierto es que no se le notaba nada, ella interpretó sus gestos– lo sé, jaja ¿no parece, cierto? mi panza es muy pequeña, pensé que algo andaba mal, pero sentí alivio cuando el doctor me dijo que mi bebe estaba muy sana– suspira contenta.

– Me alegra que tenga un embarazo saludable– el rubio sonríe amable.

– Perdón por molestar.

– ¡Descuide!

–Y ehm… ¿qué haces por aquí, nunca te había visto? –pregunta curiosa sonriendo para hacer conversación, la verdad es que estar parado sin hacer nada más que esperar era agotador.

–He… pues he venido a comprar esta taza a mi pareja– cuenta Genos muy animado mostrándole la cajita y con la taza dentro de ella. A pesar de estar ambos en una situación difícil, el rubio no podía ocultar su felicidad, tanto así que quiso contarlo (casi gritarlo) aunque se tratara de una completa desconocida, pero lo cierto es que aquella mujer se veía muy confiable.

– ¡Vaya! Eres un novio muy atento, tu novia es muy afortunada – elogió la mujer sonriendo.

Genos entendió, lo común sería que hablara de una novia y no de un novio, pero tenía todas las intenciones de aclarárselo, estaba orgulloso de la relación que mantenía, y más si se trataba de Saitama, su adorado maestro.

–Ehm… en realidad yo tengo novio – aclaró el cyborg, haciendo énfasis en la “o”. La mujer no se esperaba algo como eso, pero luego le sonríe cálidamente.

– ¡Eso  es genial! Puedo notar que está muy enamorado de él.

Correcto, se consideraba muy enamorado de su maestro, para Genos fue genial escucharlo decir de alguien más que no sea él, no pudo contener su alegría.

– ¡Sí! Estoy enamorado… él es una gran persona, es agradable y ¡muy fuerte! es un héroe, bueno, ambos somos héroes – ¿estaba el rubio dando información demás? Ni él lo sabía, pero hablar de las cualidades de su maestro, hacían que de él salieran flotando imaginarias estrellas y muchos brillos de felicidad.

La mujer abre los ojos totalmente sorprendida. ¿Ése sujeto era un héroe? se lleva una mano a la boca no creyéndoselo.

– ¿Enserio? ¡Son una pareja de héroes! –medio gritó aun sorprendida– Eso es increíble, y… ¿Quién es? ¿Cómo se llama? –pregunta muy rápido intrigada. Genos con una sonrisa de oreja a oreja y con el pecho hinchado de vanidad, abre la boca dispuesto a contarlo todo.

–Él es…

– ¿Qué? ¿Un héroe? ¡¿Un héroe está aquí?! –interrumpe un joven detrás de la mujer, el sujeto mira a ambos esperando la respuesta.

–Ehm si… lo soy –dice Genos un poco cohibido, no esperó esa reacción, todo el mundo conocía a los héroes, la forma en que la mujer y ese joven actuaron cuando lo supieron le pareció extraño, aquel lugar era muy diferente a su ciudad.

– ¡Wow, un héroe está aquí! –grita el joven entusiasmado señalándolo, como hablando para todos los presentes.

De buenas a primeras, toda la gente del lugar voltea sorprendida en dirección a Genos. Se empiezan a escuchar todo tipo de susurros y habladurías, muchos de ellos desconcertados y dudosos.

– ¿Él es un héroe? –preguntó un anciano que pertenecía a otra fila.

– ¡Es cierto, yo lo conozco! ¡Es Demon Cyborg! – de pronto aparece una adolescente, una de las primeras en la fila, señalando a Genos descaradamente.

– ¡Oh por Dios! ¡Es de clase S! –exclama la acompañante de la adolescente que lucía incluso más joven que ella.

– ¡Oh, es muy guapo en persona! –dice la mayor, sin importar que alrededor todos las escuchaban.

– ¡Yuko, hay que pedirle un autógrafo! –pide la menor. Ambas entusiasmadas y con las mejillas coloradas.

De pronto las chicas se acercan a Genos, sin importar perder su lugar de la fila y emprenden su caminar casi brincando. La menor sacando en el camino una libreta y pluma mientras que la mayor extraía el celular del bolsillo para tomarse una foto con él.

El cyborg terminó acorralado por ellas, no se creía lo que pasaba ¿Por qué causaba esa impresión? Era como si la ciudad no estuviera enterada de los héroes, normalmente lo reconocían.

Fue en ese momento que empezaron a creer que sí era un héroe de verdad, sino de qué otra manera se acercarían a pedir autógrafos, pensaba la mayoría.

Un hombre de unos treinta y tantos, se acerca al rubio un poco avergonzado y con las manos juntas sobre su regazo.

–Cyborg, por favor… ¿podría ayudarme a retirar el bloque de cemento que cayó sobre mi auto?

Genos no lo pensó y aceptó al instante.

–¡Claro! Lo ayudaré.

Tan pronto había aceptado, se acercan dos ancianas, una de ellas tenía un bastón y le dice:

– ¡Héroe! Se lo suplico, ayúdeme encontrar a mi gato, desde el incidente del monstruo ha desaparecido –suplicó la anciana con ojos lagrimosos.

– ¡Claro! –el rubio vuelve a aceptar, no tenía problema en ayudar a los demás, después de todo era un héroe y ése era su deber, eso lo tenía muy presente.

– ¡Héroe Demon! Hay un árbol caído sobre el techo de mi casa, por favor ayúdeme en retirarlo –Dijo un hombre con una niña en brazos que parecía su hija.

–Ehm… bien ¡Por supuesto! – Genos tuvo un mal presentimiento.

–Héroe ¡ayúdeme a mí también!

–Cyborg ayude a mi familia, ellos…

– ¡Hey, yo se lo dije primero!

– ¡Cyborg!

–No sea egoísta, todos necesitamos ayuda –respondió la anciana del gato.

De pronto, se empezó armar un lío total en el supermercado, una disputa de quien necesitaba más ayuda, otros decían que el de ellos era más urgente, y otros diciendo que se lo habían pedido primero. Genos tragó grueso muy quieto, no sabía cómo se había metido en menudo problema. Todos le pedían favores, la gente gritaba y se peleaban por él, y  para colmo de la situación, ya habían dos personas jalando sus brazos gritando “¡Yo lo ví primero, suéltalo!” uno en cada lado y las adolescentes fanáticas de hace unos momentos se colgaban de su cuello sin intención de soltarse.

No supo en qué momento se salió todo de control cuando sintió ser jaloneado por casi veinte personas diciendo todo tipo de cosas y uno que otro insulto. La cara del rubio era un poema, había montado un rostro ensombrecido, en ese momento y solo balbuceó un: “…el almuerzo… el almuerzo no estará listo”. Se lamentó.

Definitivamente iba a tener una tarde ocupada. Y todo por la taza del panda.

 

Saitama estaba bastante aliviado, había llegado el susodicho de la llamada. El hombre entró al restaurante con un maletín, y como si fuera su casa, fue atendido de inmediato. Tenía un semblante poco amigable y una imponente figura, llevaba traje gris y un bigote estilo mexicano. Sin rodeos fue y se sentó frente a él.

– ¿Es usted quien llamó esta mañana? –preguntó el calvo.

– ¡Así es! Mi nombre es Hiro Yamamoto, socio de la Asociación de Héroes, perdone la tardanza, había tráfico– dijo con su potente voz muy serio.

Antes que Saitama preguntara sobre la misión, se aparece la misma mesera que atendió a Saitama minutos antes, pero esta vez con un semblante totalmente opuesto, se aproxima a ellos con una blanca y grande sonrisa.

– ¡Señor Yamamoto! Un gusto tenerlo aquí otra vez ¿qué desea pedir? ¿Su platillo de siempre o desea degustar nuestro especial de hoy?

La mujer hablaba alzando las cejas con un ánimo exagerado. Saitama la miró mal, no fue la misma actitud que él recibió. El calvo frunció el ceño, molesto.

–Tráeme lo mismo de siempre –Habló fuerte y claro el sujeto del mostacho sin siquiera mirarla.

–Como usted diga –asiente con la cabeza y voltea a ver a  Saitama– ¿y usted? ¿Desea algo? – preguntó fingiendo interés en el calvo sin dejar de sonreír. Saitama pensó que si seguía sonriendo así, se le iba a descolocar la cara.

–No gracias –respondió seco, apartando la vista de ella.

–Yo invito –intervino el sujeto.

–No es necesario enserio– aclaró Saitama levantando la mano.

–Lo traeré enseguida –La mesera toma su orden y se retira a traer el pedido del hombre mayor.

En la mesa, el hombre mira fijamente a Saitama por unos instantes, el calvo se siente intimidado por unos segundos y luego observa como este procede a sacar algo de su maletín. Saitama lo miró con un poco de desconfianza, no sabía exactamente por qué, pero no se fiaba ni un pelo. Luego se sintió estúpido por el comentario irónico sabiendo que él no tenía cabello.

Yamamoto saca lo que parece un papel y lo coloca en la mesa, dejando el maletín sobre su regazo otra vez.

Saitama alza una ceja, escéptico. El no entiende nada, solo ve un simple papel en blanco.

–Voltéala –dice el hombre mayor.

El calvo levanta la mirada hacia el sujeto. Sigue sin entender, solo ve un simple papel en blanco.

–Haazlo –sentenció el hombre mayor arrastrando la palabra sin dejar de mirarlo serio.

Saitama con una mueca de disgusto y cansado de jugar al detective, coge el papel y lo voltea sin más.

Saitama vuelve a levantar la mirada confundido.

– ¿Y eso?

–Es mi esposa– aclara el hombre.

–¿Y qué hay con eso?– pregunta Saitama totalmente perdido. No pillaba el asunto.

Se trataba de una fotografía, en ella estaba una mujer de casi la misma edad que Saitama, tal vez un poco mayor, adornada en muchas joyas y con una miraba de superioridad.

–Necesito… –el hombre susurra con la mirada penetrante– necesito que te encargues de ella.

 

Notas finales:

En el capítulo anterior, mencioné a un personaje en las notas finales, no se preocupen que esto aparecerá en la siguiente parte. Cualquier duda, crítica o sugerencia será bienvenida :) 


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