Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Confesiones En El Elevador por Dovah

[Reviews - 56]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

1. Es oficial, Andy Hunter ya tiene Beta. ¡Gracias Layla! Aunque soy nueva en eso, espero no causarte muchos problemas.

2. Este fic se iba a subir el 20 como regalo pero por diversas situaciones se sube hasta ahora. ¡Nayu, hija! ¡Mamá lamenta tu regalo atrasado! ;A;)

3. Feliz de notar que mis capítulos cada vez son más largos.

4. Chan, chan, chan, chan. Prometí que esta actualización sería interesante y así es. O al menos eso creo yo.

Sin más que decir, espero lo disfruten.

Serpentinas, globos y confeti. Gorritos de colores, decoraciones en todos lados y un ambiente de fiesta era respirado por los pacientes, doctores, enfermeras y toda persona que entrara al lugar.

¿El motivo? La fiesta anual del hospital.

Por lo que le había dicho Hana, era el momento más alegre de todo el año. Con mucha comida y juegos. Regalos y concursos. La fiesta iniciaba cuando el sol estaba en su punto más grande y terminaba hasta el anochecer.

¿Y él? Bueno, sabía que no tenía escapatoria de esa celebración.

—¿Qué tal se ve? — escuchó la voz de su amiga a través de la puerta.

Estaba indeciso si entrar o no a la habitación. Claramente no estaba sola y las dos únicas opciones de quien la acompañaban no lo animaban mucho a hacer acto de presencia.

Uno de ellos era Kuroo; médico de Hana, vecino suyo y, ¿La persona que amaba? Pensar en él lograba el rubor en sus mejillas, hablarle mucho tiempo ocasionaba un leve tartamudeo, tenerlo cerca era responsable de que su cuerpo temblara y esos ojos felinos sobre él lograban que realizara sus acciones con torpeza.

En los últimos días sus síntomas se habían vuelto más notorios, por lo que decidió evitar a Kuroo por completo. Y aunque varias veces se encontró con el absurdo deseo de verle, ver los mensajes que le enviaba y responderlos era suficiente para calmarlo, por ahora.

—Se ve muy bonito, Hana.

Escuchar la voz de Akaashi lo tranquilizó. No se trataba de Kuroo ni de la segunda persona que había encontrado cierto placer por molestarlo. Aliviado de saber quién la acompañaba, abrió la puerta.

—Buenas tardes —saludó como todos los días y su saludo fue regresado por Akaashi. Lo que no espero, fueron dos pares chocolates que lo miraban con ilusión.

Oh, no.

Antes de que se diera cuenta, era abrazado por dos personas. Una era su pequeña amiga y la otra, la segunda persona que no quería ver.

—¡No! — se quejó Hana—. Kei-chan es mío.

—Pero yo también quiero darle cariño.

—Tú ya tienes a alguien.

—¡Sí! Pero él no se deja tanto como Kei-chan.

—Yo no me dejo en primer lugar.

—Waaa, no seas cruel, Kei-chan.

—Vamos — intervinó Akaashi al ver como Tsukishima estaba siendo sofocado—. Oikawa-san, es mejor que lo suelte. Usted, a diferencia de Hana, ya es un adulto. Está actuando de forma infantil.

—Ahh —Oikawa suspiró cansado para después soltar a Kei—. No me dejan divertirme.

—Ya te divertirás en la fiesta.

—Pero, Keiji-chan. Todavía faltan varios días — posó la palma de su mano sobre su frente y se acostó en el sofá que decoraba la habitación —. No sé si pueda aguantar tanto.

Akaashi suspiró, para volver a lo que estaba haciendo.

—Kei-chan, mira — señaló la ventana, que estaba decorada con globos y varios adornos —. Akaashi y Oikawa me ayudaron a decorarla. ¿Quedó bonito?

—Muy bonito —asintió.

—Ah, y mira — se separó de él para mostrarle el pequeño estante con varios objetos —. Todo esto lo decoré yo solita.

En esa parte, Hana colocaba sus posesiones más valiosas. Todos, obsequios que le habían sido regalados, incluyendo la esfera de París.

—Tu padre viaja mucho — observó con detenimiento los objetos, dándose cuenta de la diferencia de material y diseño de cada uno.

Ante ese comentario, Akaashi dejó de colocar globos en una pared y Oikawa entornó sus ojos hacia ellos.

—Bueno… sí — sonrió — Eso te lo dije hace mucho tiempo, Kei-chan.

—Lo sé. Pero si no mal recuerdo, dijiste que este año pasaría más tiempo contigo y en ese tiempo no lo he visto.

—Ah, bueno. Sobre eso…

—Pero qué cosas dices, Kei-chan — Oikawa se incorporó y caminó a su dirección —. Su padre ha estado con ella — sonrió —. Incluso lo conoces.

—¿Qué? — las palabras del doctor lo dejaron perplejo —. Yo… no… eso… ¿Eso es cierto, Hana? — le habló a la pequeña pero ella desvió la mirada.

—Después de todo has hablado con él infinidad de veces — se acercó al de anteojos y pasó un brazo sobre su hombro —. Pensé que lo sabias — se acercó a su oído y susurró—: el nombre de la persona que ha estado contigo varias veces.

—Oikawa-san — interrumpió Akaashi —. Has estado aquí más de media hora y es probable que Iwaizumi-san llegué en cuestión de minutos. Recuerdas que estás escapando de tus responsabilidades.

—Cierto — asintió con energía a la vez que se separaba de Kei —. Si no me voy ahora, Iwa-chan va a obligarme a terminar esos papeles — realizó un puchero. Se acercó a Hana, la levantó del suelo y deposito un gran beso sobre su mejilla. La menor rio con nerviosismo ante la muestra de afecto —. No hagas travesuras y tómate tus medicamentos, o doctor Tooru se pondrá triste.

—Bien — indecisa lo abrazó y susurró con seriedad —: Eso fue trampa.

—Esa es mi paciente favorita. Y es mejor que lo hagas ahora — le devolvió el susurro —. Keiji-chan, Kei-chan, bye bye — se despidió con la mano antes de salir de la habitación.

—Hana — susurró Kei confundido —, lo que dijo Oikawa-san, ¿Es verdad?

—N-no… —habló indecisa mientras miraba el suelo.

—Hana —se inclinó y sujetó sus hombros—, la verdad.

—Yo… sí… no...

—Necesito que seas sincera conmigo.

—Lo sé pero…

—Entonces dilo.

—Tsukishima.

Sentir la mano de Akaashi sobre su hombro logró que se diera cuenta de las pequeñas lágrimas que caían al suelo: Hana estaba llorando.

—Hana… yo, no debí…

—Kei-chan tonto — le dijo mientras lo abrazaba.

—Lo siento — le devolvió el abrazo con cariño.

—Disculparte no te quita lo tonto.

—Al parecer Hana se ha vuelta una pequeña Tsukishima.

Ante las palabras de Akaashi, Hana rio.

—Es verdad —asintió—. Sólo me faltan los lentes para ser como mamá Kei.

—No te detendrás con ese juego, ¿Verdad?

—Por supuesto que no — golpeó las mejillas de Tsukishima con suavidad. Se limpió las lágrimas con la manga de su pijama y sonrió —. Kei-chan, ¿Me ayudas a terminar la decoración? Kuroo no ha llegado todavía y quiero que esté terminado cuando llegue.

—Claro — sus mejillas se tornaron ligeramente coloradas al escuchar su nombre.

—Entonces es mejor que me vaya — Akaashi tomó la chaqueta de su traje que descansaba sobre una silla y se la colocó.

—¿Tan pronto? — Hana se separó de Kei y abrazó a Akaashi.

—Bokuto-san está a nada de salir — suspiro —. Y se alarma si no me ve esperándolo.

—Es que quiere que tu cara sea lo primero que vea después de un largo día de trabajo — Akaashi se inclinó y le dio un pequeño beso en la frente —. Porque tú eres la luz de su noche, la calma de su tormenta — sus ojos se entornaron con tristeza —, la esperanza de su mundo.

—Hablas como toda una adulta — acarició su cabellera negra.

—Algún día lo seré.

—Mientras seas más responsable que tu padre, todo está bien.

—¿Su padre? Akaashi-san…

—Tsukishima. Te dejo a Hana en lo que llega Kuroo-san.

—Ah, seguro.

—Entonces nos vemos — realizó una leve reverencia y los dejó solos.

Tsukishima no entendía que pasaba. No sólo se había enterado que Akaashi conocía a su padre sino que él también lo conocía y hasta le había hablado.

Sin perder tiempo, su mente comenzó a trabajar. Pero no importaba cuanto se esforzara, en su mente sólo aparecía…

—Sí lo conoces — declaró Hana.

—¿Qué? — sus palabras detuvieron su pensamiento.

—Has hablado y hasta convivido con él — sujetó su pantalón con fuerza.

—Está bien Hana. No es necesario que me lo digas.

—Debo hacerlo. Eres mi amigo y los amigos no tiene secretos — se le acercó y sujeto su mano —. Sería injusto que tú no tengas secretos pero yo sí.

Culpa. El corazón de Kei se llenó de culpa antes las palabras de su amiga.

—Kei-chan — comenzó indecisa —. Si te digo… ¿Seguirás siendo mi amigo? ¿No me odiarás, ni a mi padre?

—No tendría motivos para hacerlo.

—Tienes razón — susurró.

Hana contempló su habitación, recorriendo sus ojos chocolate de un lugar a otro. Después de varios segundos, suspiró.

—Después de la fiesta, te diré quién es. ¿Sí?

—Puedes decírmelo cuando te sientas lista de hacerlo.

Hana asintió y lo abrazó de nuevo. Tsukishima acarició su cabello.

—Bueno — su voz volvió  animarse y sus ojos iluminarse. Se acercó a una mesita y le mostró varias estampas en forma de flores un poco más grandes que sus manos —. Akaashi me dio estas estampas para decorar la habitación ¿Me ayudas a ponerlas?

—Por supuesto —sonrió.

——

—Mentirle a Kei-chan está mal, Keiji-chan — habló Oikawa mientras se sentaba al lado de Akaashi, en la sala de espera —. Boku-chan no sale hasta dentro de media hora.

—No sabía que me habías escuchado Oikawa-san — respondió al momento que le daba vuelta a la hoja de su libro.

—Digamos que no me fui de inmediato y tengo un gran oído.

—Fuiste muy astuto — cerró el libro y se quitó los anteojos de lectura —. Sacarle la verdad de esa forma.

—Tiene que hacerlo ahora — encogió sus hombros —. Mientras más tarde más difícil será decirlo y eso le afectará a su salud — Pasó un brazo sobre Akaashi y lo acercó a él—. Es mi deber como su doctor personal ver por su bien.

—¿No será que quieres saber su reacción cuando se entere? — intentó separarse pero Oikawa lo acercó más.

—Hana ha sufrido mucho — se separó —. Y no quiero que pase lo mismo que con aquella mujer.

—Lo haces para proteger a ambos, ¿Verdad? En esa vez, Hana no fue la única que sufrió.

—El sufrimiento es inevitable. Es parte de vivir.

—Lo sé. Sólo espero… — ahora él se acercó al mayor y se recargó sobre su hombro —… que todos encuentren la felicidad que merecen, eso te incluye.

—Mi felicidad radica en una persona y lo sabes. Por cierto, ¿Puedo pedirte un favor?

—Todo depende de que sea. Tus locuras a veces sobrepasan las de Bokuto-san.

—Bueno — esbozó una sonrisa —, sólo necesito una dirección.

—Ah, ya entiendo. Es acerca del permiso de Hana — se alejó —. Pensé que no lo permitirías por la recaída que tuvo.

—Está bien. Recuerda que no estará sola, además de que se acerca la celebración — su sonrisa se amplió con diversión —. Será como matar dos pájaros de un tiro.

—En ese caso yo iré — esbozó un ligero gesto cómplice —. No dejaré que tengas toda la diversión.

——

Tsukishima entró al elevador con calma. La habitación de Hana había sido terminada de decorarse a tiempo y ahora debía irse antes de que Kuroo hiciera acto de presencia en el hospital.

Suspiró con cansancio, pensando en lo injusto que era con las personas que lo rodeaban. Primero con Kuroo, quien no había hecho algo malo pero lo evitaba a toda costa. Y ahora con Hana. Su pequeña amiga quería sincerarse con él. Decirle toda la verdad cuando él le ocultaba aquello que había decidido guardar durante años. Tal vez era mejor decirle la verdad. Ante esa idea soltó una pequeña risa y negó con la cabeza.

No.

Hana no necesitaba saber eso. Nadie necesitaba saberlo.

Las puertas se abrieron y salió sin prestar atención a su alrededor. Cuando se dio cuenta, ya tenía unos ojos felinos a escasos centímetros de los suyos.

—¡K-Ku…Kuroo-san! —  tartamudeó al tenerlo cerca — ¿Qué… qué haces aquí?

—¡Tsukki! — su rostro se iluminó al verlo —. Bueno, si no mal recuerdo trabajo en este hospital.

—Ci-cierto — admitió avergonzado —. Yo debo irme, Hana te tiene una sorpresa.

—Ah… bien — susurró algo desanimado.

Tsukishima salió del elevador y se alejó a pasos acelerados.

—Por cierto, ya alimente a Junior.

—Bien, gracias — siguió caminando.

—Y te preparé la cena — Tsukishima se detuvo de golpe y él continuó —: Sé que no cocino tan bien como tú pero no había comida preparada en la nevera y no quería que hicieras de comer. Así que utiliza ese tiempo para descansar. ¿De acuerdo? — fueron sus últimas palabras antes de cerrarse las puertas metálicas.

Tsukishima no sabía que hacer o pensar. Se había alejado de Kuroo, esperando que sus sentimientos disminuyeran. Pero sólo bastaron esas palabras, esa consideración por parte del mayor, para darse cuenta de cuanto lo amaba. Un amor que aumentaba cada que lo veía.

Llegó a su departamento en poco tiempo y por primera vez, sabiendo que el mayor estaba trabajando, decidió ir por las escaleras. Dando pasos lentos y con la mirada sobre el suelo. Pensando en quién era el padre de Hana, su pasado y Kuroo.

Al entrar, Junior dormía plácidamente sobre su almohada. Lamiendo sus bigotes, recordando la deliciosa comida de esa tarde.

Dejó sus cosas sobre el sofá, dio un poco de afecto al minino y después de varios minutos finalmente se dirigió a la mesa del comedor, donde un tazón con arroz, uno con verduras y otro con algo de carne, lo esperaban.

Indeciso se sentó en la silla y antes de tomar un plato, su teléfono vibró.

“Recuerda alimentarte bien. Te amo”. Fue el mensaje que recibió.

—Eres patético, Kuroo-san — Guardó silencio varios segundos y al final, suspiró —. Patéticamente adorable y considerado, Tetsuro — corrigió.

En definitiva, Kuroo no se lo estaba dejando fácil.

——

Tsukishima cortaba la masa con diferentes moldes: perros, hámster, peces, conejos, erizos.

La especialidad de ese mes iba a ser pequeñas cestas con galletas en forma de varias mascotas. Un regalo perfecto para cualquier amante de los animales.

Después de hacer el último corte de un conejo, sujetó el siguiente molde. Realizó el corte sobre la masa y cuando lo separó, se percató de la figura felina que mostraba.

“Tetsuro Kuroo”. Fue lo primero que le llegó a la mente. Pensar en él provocó sus mejillas arder.

—Kuroo-san idiota — habló a la vez que marcaba el molde con fuerza, desquitándose con la masa.

Cuando terminó, chasqueó molesto la lengua al ver lo mal que habían quedado. Estaba claro que debía volverlas a hacer. Prosiguió hasta rendirse en el tercer intento de hacer esas galletas en forma de mininos.

—Tsukishima — habló Sugawara —. ¿Todo bien?

Kei suspiró cansado.

—Nada que no pueda controlar — error. Claramente sus sentimientos se habían salido de control.

—¿Seguro? Pareces estar estresado por algo.

—Bueno… — observó el molde entre su mano y suspiró —. Estoy confundido respecto a algo. Yo… no sé qué debería hacer.

—Seguir a tu corazón — tocó su pecho —. Eso es lo que debes hacer.

—No es tan fácil.

—Lo es si dejas tu orgullo a un lado. Si lo haces — sonrió —, verás que ambos serán felices.

—¿Eh?

—Tu cara lo dice desde hace tiempo — con su dedo índice dibujo letras en el aire. Tsukishima al comprender lo que escribió, su rostro se ruborizó —. Pero descuida, no se lo diré a nadie.

—No… no es eso. Yo…

—Mentirle a mamá cuervo es absurdo — cruzó su brazos y frunció levemente el ceño —. Conozco lo suficiente a cada uno como para saber cuándo les pasa.

—Eso suena un poco aterrador.

—Bueno — volvió a sonreír —, nada se escapa de mí.

Tsukishima bajó la mirada. No sólo Kenma se había dado cuenta de sus sentimientos, ahora Sugawara también.

¿Acaso era tan evidente?

—Por cierto — Kei levantó el rostro al escucharlo —. Un nuevo cliente ha venido a comprar pero no sabe qué. Dice que todos los postres se ven hermosos, ¿Podrías ayudarle?

—Para eso está Hinata. Él es bueno viendo los posibles gustos de las personas — volvió a prestarle atención a la masa.

—Hinata tuvo que salir por un momento. Además, debes convivir con los clientes de vez en cuando.

—Bien.

Dejó el molde sobre la mesa, limpió sus manos y en cuanto salió a la parte de enfrente, pequeños brazos rodearon su cintura.

—Ha…¿Hana?

—¡Sorpresa! —exclamó mientras le sonreía.

Hana, en vez de portar su pijama colorido, llevaba un vestido blanco con flores rosadas en la parte inferior de la falda. Un suéter crema cubría sus brazos, y una correa que pasaba sobre su hombro, sujetaba su pequeño bolso en forma de flor.

—Qué haces aquí. ¿Estás bien? Dónde está…

—Todo está bien — asintió mientras tomaba su mano y comenzaba a caminar hacia una de las mesas, donde dos personas los observaban —. Sólo vine a visitarte con ellos.

—¿Oikawa-san? ¿Akaashi-san?

—Venimos a molestarte un rato, Kei-chan — sonrió Oikawa.

—En realidad — habló Akaashi mientras Hana tomaba asiento —, Hana utilizó su permiso de salida para visitarte.

—¿Visitarme?

—A las personas que llevan mucho tiempo en el hospital, se les da un permiso cada tiempo para poder salir a algún lugar. Claro que, todo depende de su doctor y el estado del paciente.

—Pero y si…

—No te preocupes — señaló la ventana, donde se mostraba un vehículo del hospital —. Siempre hay una ambulancia y un médico por cualquier situación.

—Entiendo — saber que estaban al tanto de todo lo relajó —. Hana — la pequeña levantó la vista del pequeño menú al escuchar su nombre —, si te duele el pecho, por favor no te hagas la valiente. ¿De acuerdo?

—De acuerdo — asintió con energía —. Kei-chan — volvió a levantarse y abrazarlo —. Estoy muy, muy, muuuuuuy feliz de estar aquí.

—Hace tiempo quería venir — habló Akaashi y Hana asintió con energía.

—Primera vez que elige otro lugar y no sé si sentirme celoso — aclaró Oikawa, quien miraba el menú —. Siempre había elegido el mismo lugar.

—Oikawa-san, por favor no se moleste — Akaashi habló.

—Lo siento — se disculpó Hana.

 —No te disculpes. Está bien que hayamos venido porque Kei-chan está feliz, ¿Verdad?

—¿Eso es cierto, Kei-chan? — preguntó Hana.

—Claro — asintió Tsukishima —. Tenerte aquí fue una sorpresa que alegró mi día.

Los ojos de la pequeña brillaron con ilusión para volverlo a abrazar con más fuerza.

—Oikawa-chan también quiere cariño de Hana — se enceló Tooru.

—Oikawa-chan ya ha tenido mucho cariño de Hana — la pequeña se pegó más a Tsukishima.

—Bien, bien. Entonces te lo robaré por un momento. Necesito una petición que hacerle al elegido.

—¿Una petición? ¿Elegido? — preguntó confundido.

—¡Así es, Tsukishima Kei! — Tooru se levantó del asiento y lo señaló con energía — ¡Has sido elegido para hacer los pasteles de la fiesta anual del hospital! ¡Bravo! — aplaudió con fuerza y Hana se unió al festejo mientras Akaashi suspiraba e intentaba ignorarlos.

——

La celebración estaba cada día más cerca. Gran parte del hospital estaba decorado y los pasteles ya habían sido ordenados. Mientras se seguía adornando las paredes, Kuroo caminaba un poco desanimado mientras le contaba sus penas a su amigo.

—Te digo Kenma — habló mientras sostenía una caja con varias decoraciones —. Tsukki sigue sin hablarme.

—Entiendo — contestó si ánimo y desviando toda su atención a su teléfono.

—Bueno, no es que no me hable — aclaró —. Pero evita hablarme mucho tiempo. La última vez que hablamos “bien” fue cuando se quejó porque Oikawa le pidió los pasteles y desde entonces lo ha molestado con eso.

—Entiendo — siguió con su vista en el teléfono. Dobló una esquina y Kuroo lo siguió.

—En las últimas semanas ha convivido tanto con él que ya parecen mejores amigos. Espera — se detuvo de golpe —. ¡¿Y si Oikawa va tras Tsukki?! ¡¿Y si Tsukki está enamorado de Oikawa y por eso pasan juntos tanto tiempo?!

—Dudo que eso sea posible.

—¡Pero pasan mucho tiempo juntos!

—El que Oikawa quiera pasar tiempo con Tsukishima no significa que él quiera pasarlo también.

—Muy cierto — una enfermera se le acercó y le entregó la caja.

—Tsukishima está algo confundido y sólo necesita tiempo.

—¿Pero confundido de qué? Si me lo dijera sería más fácil que lo ayudara.

—No está obligado a decirte todo lo que le sucede. Además, todos tenemos secretos.

—¿Eso es una indirecta?

—Tómalo como quieras — se detuvo y levantó el teléfono a la altura del rostro —. Pero recuerda que no podrás ocultarlo por mucho tiempo.

—Está bien. De hecho — suspiró —, he decidido decírselo después de la fiesta.

—Suerte entonces.

—Por cierto — se le acercó curioso —. ¿Qué haces? He notado que has estado en tu teléfono las últimas semanas y fuera de tu área de trabajo.

—Pokémon Go.

—¿Me dejas jugarlo?

—No.

—Pero…

—No.

—Qué mal amigo eres ¿Lo sabías?

—Te dejaría si no hubieras borrado los datos de mi juego.

—¿Y sigues con eso? Oh, bien — se dio la vuelta y comenzó a caminar.

—Deberías preguntarle — habló después de haber atrapado al pokémon.

—Ya te dije que no quiere decirme.

—Entonces recuérdale tus sentimientos haca él — apartó la vista del teléfono para poder verlo —. Recuérdale que significa para ti y es probable que te diga o al menos ya no se encuentre confundido. De cualquier modo, recordarle lo importante que es para ti, ayudará.

—¿De verdad? — Kenma asintió y él sonrió —. Entonces lo buscaré ahora mismo. ¡Gracias, Kenma!

——

Kei caminaba con dirección de ver a Hana, ayudando a algunos pequeños que decoraban sus puertas y agradeciendo el no haberse encontrado a Kuroo ni a Oikawa, ese último había sido un completo dolor de cabeza en los últimos días.

Desde que ordenó los pasteles, llamaba cada hora a su trabajo y lo acosaba cuando visitaba a Hana.

—Tsukishima — escuchó.

—Buenas tardes, Iwaizumi-san — realizó una reverencia.

—¿Has visto a Oikawa?

—Afortunadamente no.

—¿Sabes dónde está?

—¿Por qué debería saberlo?

—Bueno, se te ha pegado como sanguijuela en los últimos días.

—Cierto — le dio la razón resignado —, pero no tengo idea y la verdad no deseo saberlo.

—¡Demonios! — arrugó la frente —. Cuando lo encuentre golpearé tan duro su cara bonita que ni el mejor cirujano de este hospital podrá repararlo.

—¿Ya lo buscó en el área de psicología? En estos días también le ha dado por molestar a Sakusa-san.

—Sakusa no lo ha visto — suspiró con molestia —. Tal vez se encuentre con Hana, otra vez. Desde que regresó de sus viajes no le gusta separarse de ella.

—¿Viajes?

—Oikawa viaja mucho, pero el año pasado se la pasó casi todo el tiempo fuera del hospital.

—Entiendo — ahora tenía sentido porque no lo había conocido hasta aquella vez en las escaleras —. Ha de tener una agenda muy ocupada — habló inconsciente.

—Eso quisiera — se cruzó de brazos molesto —. Ese idiota se escapa de sus responsabilidades y me deja todo a mí. Huyendo del trabajo y pasando el día jugando con Hana.

—Le gusta estar mucho tiempo con ella — recordó que ver en los últimos días, ver a Hana implicaba que Oikawa se apareciera en algún momento.

—Claro que le gusta estar con ella — cruzó sus brazos y su semblante molesto desapareció —. Después de todo es la única persona que le... — se detuvo ante el rostro confundido de Tsukishima — Es cierto — bajó la mirada —. Olvidé que no sabías.

Tsukishima se encontró confundido ante su comentario. Estaba por preguntarle cuando la voz de Oikawa lo interrumpió.

—¡Kei-chan! — gritó mientras se acercaba a él sin notar al de piel bronceada —. ¡Vamos a almorzar juntos!

Tsukishima giró su cuerpo y al momento de hacerlo, Oikawa se detuvo al notar que no estaba solo. Tooru, con discreción, se dio la vuelta y comenzó a caminar a pasos acelerados.

—¡Ni se te ocurra! — gritó Iwaizumi mientras corría detrás de Oikawa —. ¡Vuelve aquí, idiota!

Tsukishima los observó hasta que se perdieron al doblar una esquina. Suspiró cansado y siguió por el pasillo, sintiendo apenas una pizca de pena por el castaño.

—Disculpa. Tú eres Tsukishima, ¿Verdad?

Una suave voz interrumpió su camino. Volteó y una mujer desconocida estaba a su lado.

De cabello negro como la noche, recogido por un moño rojo. Ojos azules lo miraban fijamente y una elegante sonrisa que daba una sensación de calidez.

—¿Eres Tsukishima? —volvió a preguntar.

—Sí, pero ¿Usted es?

—Oh, que grosera — realizó una reverencia —. Mi nombre es Akari Tsubaki.

—Es un placer — le devolvió el saludo.

—Verá, estoy aquí porque mi sobrino se enfermó y tuvo que ser hospitalizado. Me contó que le llevó un postre para que se recuperara. Vine a agradecerle — le entregó una pequeña caja con chocolates.

—No es necesario.

—Por favor acéptelo, le ayudó a sentirse mejor y me sentiría mal si no se lo agradeciera de esta forma.

—Entiendo, gracias.

Estaba por aceptar el presente cuando una mano tomó la suya y la apartó con rapidez. Cuando volteó, el rostro molesto de Kuroo no esperaba.

—K-Kuroo-sa…

—¿Qué diablos haces aquí?—habló con firmeza—, Akari.

—Sólo vine a agradecerle por haber cuidado a mi sobrino, Tetsuro.

—Ya lo hiciste. Ahora vete.

—No lo haré. Quiero hablar contigo.

—No hay nada que decir. Todo quedó claro desde aquel momento.

—Entonces lo diré aquí.

—Kuroo-san — susurró Tsukishima confundido.

Al escuchar su nombre por parte del rubio, suspiró.

—Bien, pero lo haremos en mi oficina.

—¿Cómo en los viejos tiempos? Lo siento — se disculpó ante el chasquido de Kuroo —. Entonces me adelantaré.

Una vez solos, Kuroo soltó la mano de Tsukishima.

—Lo siento — se disculpó.

—Kuroo-san, que es lo que…

—¿Puedes ir con Hana? — interrumpió — ¿Y asegurarte que no salga de su habitación?

—Sí pero…

—Gracias — se apartó de él.

—¡Espera, Kuroo-san! — habló con fuerza al ver que se alejaba — ¡¿Qué es lo que acaba de suceder?!

—Nada importante — volteó y le sonrió —. Sólo un problema que solucionaré en unos minutos. Ah, y no le digas a Hana lo que acaba de pasar.

Manteniendo la mirada donde Kuroo había desaparecido, Tsukishima cerró sus puños con fuerza. Todo había pasado tan rápido que apenas había reaccionado. Kuroo conocía a esa mujer y por como ella lo llamó, no se trataban de sólo conocidos. No. Su relación era un poco más profunda.

Kuroo parecía enojado cuando la vio y esa sonrisa no era usual en él. Una sonrisa falsa, que ocultaba algo. Eso lo alertó.

La noche había caído. Cuando Tetsuro llegó a la habitación de Hana. No mencionó lo sucedido, pero Kei lo sintió distraído y nervioso.

Cuando se marchó, el mayor lo acompañó al elevador.

—Por favor regresa con cuidado — habló Tsukishima al momento que oprimía el botón.

—Creo que pasaré la noche en el hospital — suspiró —. Ha habido un problema con Mika.

—Creí que el nuevo tratamiento estaba funcionando.

—Yo también. Por cierto — desvió su mirada —, gracias por cuidar de Hana.

—No hay nada que agradecer.

Las puertas se abrieron y Tsukishima entró. Kuroo bajó la mirada y no dijo las típicas palabras de despedida que siempre le daba. Kei tronó molesto la lengua ante la lamentable imagen que daba el mayor.

—Tetsuro.

Kuroo su nombre y levantó la vista. Cuando se dio cuenta, unos brazos rodeaban su cuerpo.

Tsukishima lo estaba abrazando.

—¡¿K-Kei?! —era la primera vez que Tsukishima lo abrazaba.

—Deja de estar decaído que pareces patético ¿De acuerdo? Me estás irritando.

—Kei — susurró. No podía ver su rostro pero eso no importó. Sonrió y le devolvió el abrazo —. Gracias.

Tsukishima sintió sus mejillas arder y su corazón latir con fuerza. Lo había abrazado sin pensar.

—Sólo quita ese rostro tan lamentable, ¿Sí?

—Por ti lo que sea.

—Bien — habló apenado. Se separó y entró al elevador.

—Ve con cuidado, Tsukki.

—Lo haré, gracias —se sintió aliviado al ver la sonrisa sincera de Kuroo.

—Por cierto, Tsukki. Hay una forma más fácil de que me anime — se acercó y volvió a sonreírle —. Si me das un lindo beso.

—¡I-Idiota! — fueron las últimas palabras de Tsukishima antes de que las puertas se cerraras.

Kuroo rio ante el aquel rostro sonrojado y se apoyó sobre la pared. Soltó un largo suspiro.

—Así que ella volvió a aparecer, Bro — Bokuto se le acercó.

—¿Cómo lo sabes?

—Vi cuando te dirigías a tu oficina y bueno — abrió una bolsa con dulces adentro —, sólo con ella pones esa cara. ¿Todo bien?

—No tanto como quisiera — tomó un dulce y lo guardó en el bolsillo de su bata —. Llegamos a un acuerdo.

—Y qué piensas hacer.

—Alejarla lo más que pueda.

—¿De Hana? O de Tsukki.

—De ambos. Esa mujer, daña todo lo que toca.

——

—Kei-chan, ¿Puedo preguntarte algo? — habló Hana mientras dejaba su libreta de apuntes a un lado.

—Seguro — le dio vuelta a la página del libro que estaba leyendo.

—¿Estás enojado con Kuroo?

—¿Enojado? — se quedó pensando —. No ha hecho alguna tontería en estos días de la cual me deba enojar.

—¿Entonces por qué lo evitas? — preguntó en voz baja.

Ante esa pregunta, Tsukishima dejó caer su libro. A la mente le llegó el abrazo que le dio el día anterior.

—No… no lo evito.

—Por favor, Kei-chan. La Verdad. ¿Te hizo algo malo? Porque si así fue lo regañaré muy feo.

—No es eso.

—¿Entonces?

—Es difícil de explicar.

—No importa. Dicen que soy muy inteligente y estoy segura que lo entenderé.

—Bueno — comenzó indeciso. No estaba seguro si decirle o no. Pero al final decidió por intentarlo. Hana era inteligente y expresiva. Era probable que le diera algún consejo —. Kuroo-san, él a mí me…

—Hana, ¿Sigue Tsukishima adentro? — la voz de Kuroo lo alarmó por un instante —. Necesito darte tu medicina.

Kei estaba a nada de contestar cuando Hana se adelantó.

—¡Kei-chan se fue hace mucho y me encuentro solita! — mintió.

—En ese caso, vamos a darte tus… ¡¿Tsukki?! — le pelinegro se sorprendió al verlo —. ¡Ah! Está bien. Vendré cuando te vayas para no incomodarte.

—¡No, no! — se levantó de la silla —. Hana debe tomar su medicina, mejor yo me voy.

—Ni hablar. Hana está feliz contigo. Puedo esperar para…

—No. Su salud es más importante.

Hana observó a Kuroo para después pasar sus ojos a Tsukishima. Ambos, con ligero rubor sobre sus mejillas,  querían que el otro se quedara. Tetsuro tenía la misma actitud de siempre, siendo considerado por el menor. Pero fue la actitud de Kei que llamó su atención. A cada momento el color rojizo tomaba más control sobre su blanca piel. Jugaba con sus manos con torpeza y notó uno que otro tartamudeo.

Después de varios segundos analizando la situación, los ojos chocolate de Hana se iluminaron a más no poder mientras en su rostro se formaba una enorme sonrisa.

—¡Ah! — gritó con fuerza para después cubrirse la boca como si evitara soltar un secreto.

—Hana, ¿Te sucede algo? — preguntó Kuroo mientras se le acercaba.

La pequeña negó aun cubriendo su boca. Se bajó de la cama, camino hacía la puerta y una vez fuera de su habitación, comenzó a gritar de emoción mientras deba pequeños brinquitos en su lugar.

Kuroo y Tsukishima veían como la pequeña gritaba y reía.

—Kuroo, ¿Puedo ir con Mika? — preguntó entusiasmada —. Quiero darle la buena noticia que acabo de descubrir.

Tetsuro asintió confundido. La pequeña corrió hacia él y le dio un fuerte abrazo, hizo lo mismo con Tsukishima, tomó los peluches de gato y conejo sobre su cama y finalmente abandonó su habitación mientras seguía saltando y riendo.

—Eso fue extraño — habló Kuroo.

—Ya lo creo.

Ambos se miraron a los ojos y fue ahí cuando Kei se percató que estaban solos.

—Yo… yo me voy — tomó sus cosas lo más rápido que pudo.

—Hey, espera — se le acercó.

—Se me hace tarde — habló con rapidez.

—Tsukki, necesito decirte algo.

—Mejor en otro momento ¿Quieres?

—¿Te hice algo malo? De ser así, ¿Puede saber qué es?

—No has hecho algo malo.

—¿Entonces?

Tsukishima miró el suelo indeciso. No sabía que decirle. Por suerte, y en parte desgracia para él, sus suplicas de una forma de escapé aparecieron a los pocos segundo.

—Kei-chan — Oikawa se alegró al verlo —. Justo a la persona que estaba buscando. Esperen, ¿Y Hana? O bueno, ya le daré su brazo después. Mientras — sujetó el brazo de Kei —. ¿Me lo prestas por un momento? Lo necesito para algo.

—No, Oikawa-san.

—Muy bien — comenzó a caminar con entusiasmo —. Entonces en marcha.

——

—No entiendo, Oikawa-san — habló confundido mientras caminaban por la gran plaza comercial —. ¿Por qué me trajo aquí?

—¿Qué por qué? — se quedó pensando mientras seguía su camino, siendo acompañado por el rubio y ambos con bolsas en manos —. Bueno, estamos comprando lo que falta para la fiesta de mañana y quería que me acompañaras para que fuera más divertido.

—No soy un juguete con el cual puedas pasar tiempo cada que gustes ni una vía alterna cuando quieras escapar de tus responsabilidades.

—Pero que frío, además de que te salvé de Kuroo y mis responsabilidades pueden esperar porque Iwa-chan fue a una conferencia — habló con una ofensa fingida para después soltar una pequeña risa —. No. Sólo quiero pasar tiempo contigo, eso es todo. Conocerte mejor.

—¿Por qué?

—Porque es necesario.

—¿Necesario?

—Hana — se detuvo y enfocó sus orbes oscuros en el rubio —. Te quiere y le gusta estar contigo.

—Eso… ¿Eso tiene algo que ver?

—Tiene todo que ver. Lo que me recuerda. Cómo vas con lo de su padre. ¿Alguna idea?

—Hana piensa decírmelo mañana al terminar la fiesta.

—Esa no fue mi pregunta — Tsukishima guardó silencio —. Tengo una duda, Kei-chan ¿Por qué hasta ahora, después de tanto tiempo de conocer a Hana, sabrás el nombre de su padre?

—Al principio… no era importante.

—¿No le has preguntado a Kuroo las primeras veces que estuviste con ella? Es su doctor después de todo — sonrió —. El más que nadie debe saber.

—Nunca pensé en preguntarle. En ese entonces nunca creí que Hana se volvería en alguien importante para mí.

—¿Te parece si te ayudo? Aunque ya lo he hecho y por mucho.

—Hana piensa decírmelo mañana.

—Oh, entiendo, pero déjame recordarte algo. Eres astuto y muy inteligente. A pesar de eso no te has dado cuenta que la respuesta ha estado frente a ti en todo este tiempo — se le acercó y sonrió —. Es cuestión de conectar los cabos sueltos.

—Los…

—¿Y su madre? — volvieron a caminar —. Qué información tienes de ella.

—Murió cuando nació, es lo único que sé.

—¿Sabes que a Hana se le da un permiso especial para salir?

—Me di cuenta esa vez.

—Semanas antes de dárselo, no paraba de hablar con lo mucho que deseaba conocer donde trabajabas.

—Terminó llevándose bien con todos y Suga-san le regaló varias galletas.

—¿Sabes a dónde salía cada año? A visitar a su madre. Cada año, Hana se ponía su vestido favorito, iba a visitarla y le contaba todo lo que estuvo haciendo. El problema de ahora es que en vez de visitarla a ella, te visitó a ti.

—Lo siento.

—Admito que estoy algo molesto con eso, pero lo acepto. Hana te ama y tú a ella pero — entornó sus ojos y su voz bajó varias escalas —, si la hieres de alguna forma…

—Eso nunca va a pasar — frunció el ceño ante aquella posibilidad que Oikwaba tenía en la cabeza —. Jamás me atrevería a lastimarla.

—Bien, confiaré en ti — sonrió —. Después de todo la has ayudado más en estos meses que yo en toda su vida.

—Eso no es ciert…

Tsukishima paró en seco. Las bolsas cayeron de sus dedos al sentir una corriente helada sobre su nuca. El aire comenzó a escapar de sus pulmones, una sensación de miedo se apoderó de su cuerpo.

Sus ojos se movieron con rapidez, recorriendo de un lado a otro. Analizando cada persona y esperando no encontrarse con aquella única que le provocaba esa sensación.

—Kei-chan — la voz de Oikawa lo regresó a la realidad —. Te pusiste pálido, ¿Estás bien?

—¿Eh? Ah, sí.

—Recuerda que soy doctor.

—Sólo fue un mareo, nada de qué preocuparse.

—¡Ah! Puede que sea porque no hayas comido.

—Por favor no.

—¡Es hora de un merecido descanso! Y tú…

—Yo pago — se adelantó a sus palabras.

—¡Yey! — saltó con extrema felicidad.

Tsukishima suspiro y dio una última mirada a su alrededor. ¿Pero en qué estaba pensando?

No, no, no. Era imposible que él estuviera ahí.

Mientras caminaban, unos ojos dentro de una tienda de mascotas se mantenían fijos en ellos.

—Buenas tardes — saludó una de las empleadas —. ¿Hay algún animal en el que esté interesado?

—A decir verdad, me interesa un conejo.

—Oh, en ese caso. Tenemos unos pequeños que acaban de llegar.

—No será necesario — regresó al vista hacia la gran ventana y esbozó una sonrisa —. Ya he encontrado al conejito que quiero.

——

Finalmente la celebración había llegado. Todo lleno de felicidad y alegría. Tsukishima se adelantó para ir por Hana mientras Kuroo arreglaba los últimos toques y sacaba a Kenma del sótano, donde personas inmóviles eran su única compañía. Después de haberlo sacado y ver como se unía al solitario Sakusa, decidió que era momento de ver a Tsukishima y Hana.

En el camino, se encontró con Oikawa y ambos decidieron hacerse compañía.

—¿Y cómo va la fiesta? — preguntó el de cabello castaño.

—Todo en orden — habló Kuroo —. Tsukki me dijo que dentro de poco traerán los pasteles.

— Música para mis oídos — asintió complacido mientras observaba su teléfono.

—¿Sigue sin llamarte?

—Supongo que todavía está en la conferencia. Me llamará cuando tengan un descanso. Creo que será dentro de poco — observó a unos pequeños correr por el pasillo —. ¿Cómo está Hana?

—Ha mejorado pero me preocupa — suspiró cansado —. Akari está en el hospital.

—Lo sé. Su sobrino sigue internado y ella es la que lo está cuidando en estos momentos. ¿Volvió a ver a Hana?

—No.

—¿A Tsukishima? — Oikawa interpretó su silencio —. Sabías que no podías ocultar esa parte de tu vida.

—Yo… tengo que decirle ahora.

—Te tardaste en hacerlo.

—Es mejor tarde que nunca, ¿No?

—Supongo que sí. Pero entonces mejor aguarda un momento. Hana va a hablar con él después de la fiesta.

—Tú crees que…

—Kuroo — el de ojos chocolate le dio una palmada en el hombro —, todo estará bien.

—Gracias, Oikawa.

——

Tsukishima y Hana esperaban frente al elevador. Mientras Hana hablaba animadamente sobre todo lo que haría ese día, él tenía la mente en otro lado. Desde la plática con Oikawa en aquella plaza, la idea rondaba sobre su cabeza cada segundo.

El padre de Hana, seguida por una sola palabra, o nombre en este caso: Tetsuro Kuroo.

Mientras más lo pensaba más absurdo le parecía pero de igual forma, más sentido tenía.

Kuroo amaba a Hana, veía por ella y la protegía. Tenía con ella un trato diferente a sus otros pequeños pacientes. Como el de un padre cuidando a su hija.

—Hana, ¿Puedo preguntarte algo?

—Seguro.

—Es sobre tu padre.

—Te dije que te diría hasta terminar la fiesta. ¡Ah! Hina-chan y Kage-chan vendrán con Natsu — sonrió.

—Yo… creo saber quién es — sabía muy bien lo absurdo que iba a sonar pero después de pensarlo mucho, no tenía otro candidato, y debía sacar esa duda de una vez por todas. Tragó en seco y con nerviosismo, continuó—: Tu padre… ¿es Kuroo?

Las puertas se abrieron pero Hana no entró. Bajó la mirada, aspiró con tranquilidad y volteó a verlo.

—Claro — asintió y entró al elevador —. Kuroo es mi papá, tú eres mi mamá y Junior mi hermanito.

—No Hana, no entiendes. Me refiero a tu verdadero padre.

—Y qué si lo fuera. ¿Eso cambiaría tu opinión sobre él?

Antes esas palabras, un cúmulo de emociones pasaron por su cuerpo. Entonces, ¿Era cierto? ¿A eso se refería Oikawa con tener la respuesta enfrente?

—No te preocupes.

—¿Eh?

Hana sujetó su mano y lo adentró al elevador —. Kuroo no es mi padre.

—Pero… Oikawa dijo…

—Oikawa — susurró la pequeña. Suspiró lentamente —. Oikawa no está equivocado. Has hablado con él.

—Pero Kuroo-san es…

—Qué no es Kuroo — habló molesta al momento que daba una pisada en el pie. Tsukishima guardó silencio y Hana suspiró.

—Mi padre… — observó a un lado, contemplando su silueta y enfocándose en sus ojos marrones. Suspiró y continuó —. Mi padre viajó mucho hasta hace poco, es algo infantil pero a pesar de eso — se enfocó en los orbes dorados de Tsukishima y sonrió —, es el director del hospital.

—El… ¿director?

—Sí. Y él es muy amigo del subdirector — rio —, aunque a veces se pelean un poquito.

Conoció al subdirector en navidad, cuando dio aquel discurso, alguien serio y capaz. Y ahora, amigo del subdirector. Nuevamente, sólo un nombre apareció por su mente.

—Entonces… Entonces tu padre…

—Sí — asintió —. Mi padre es…

——

—¡Achu! — estornudó con fuerza.

—¡Dios, que asco! No estornudes cerca del teléfono, idiota.

—Lo siento, pero creo que me voy a enfermar.

—¡¿Uh?! Sólo estás diciendo eso como excusa.

—No es cierto —se quejó.

—Claro que sí. Para empezar, deberías estar aquí en vez de mí.

—Vamos, vamos. No es para tanto —le restó importancia—. Ese tipo de cosas no son lo mío y lo sabes. Además, confío en ti.

—Mmmm… ¡Más te vale no hacer desastres idiota!

—No prometo nada.

Serás… — soló un chasquido —. Diablos, ya debo irme.

—Con cuidado. Ah, y recuerda despedirte como me gusta que lo hagas, Iwa-chan.

—Bien. Tú también cuídate — se escuchó por el auricular —, Director Oikawa.


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).