Bill Chiper, demonio de los sueños capaz de cualquier cosa con un enorme poder capaz de destruir inclusive a un dios… había sido vencido por unos niños y sus tíos, frunció el ceño molesto ante tal recordatorio (el cuál había estado presente desde que regreso a ese lugar), lo peor de todo ere esa patética forma a la que fue reducido como forma de “castigo”, y ya sabía de quien había sido la brillante idea.
—Billius. —hablando de la reina de roma quien entraba por la puerta como si se tratara de su casa y con ese molesto tono empalagoso. —Que divertido verte. —sonrió alegre mientras jugaba con su sombrilla y caminaba a esta quedar frente al otro.
—Primero, es Bill. —hablo molesto viendo a la chica. —Y segundo, ¿a qué debo el horror de tu visita?, no, espera, horror es algo bueno comparado con tu presencia.
La chica lanzo una risa divertida y miro al demonio con una sonrisa de oreja a oreja. —Muy gracioso Billius, muy gracioso. —alzo su sombrilla y con la misma golpeo en la cabeza al demonio. —Si por mí fuera no vendría, no quiero perder mi tiempo.
—Entonces ve a perder tu tiempo con algo sin sentido como lo hacer normalmente.
—Conceder deseos no es pérdida de tiempo Billius.
— ¡QUÉ ES BILL ENANA INSOLENTE!
-¡¿A QUIEN LLAMAS ENANA DORITO ILUMINATI?!
Los dos se miraron con odio al punto que parecía que se estaban lanzando rayos entre sí. Un chico con una ligera apariencia a sirviente entro a la habitación y los miro para enseguida suspirar con cansancio, siempre era lo mismo con esos dos, otro chico le toco el hombro y le sonrió con cierta ternura para enseguida encaminarse a donde estaba la chica con el demonio matándose con la mirada y posiblemente ideando una manera de matar al contrario.
—M.U.K, tranquila. —sonrió el recién llegado tomando a la chica del hombro. —Bill, sabes que de no ser por ella te hubieran encerrado.
—Preferiría estar encerrado a deberle algo a esta inútil. —se quejó lanzándole una leve mirada de superioridad a la otra que enseguida miro molesta al demonio y un ligero humo salió de su cabello debido a su molesta.
—¡¿Inútil?!, ¡¿a quién llamas inútil remedo de demonio de cuarta?¡
—Obviamente a ti enana, ni una predicción puedes hacer.
— ¡Profecías Bill!, ¡PRO-FE-CÍAS!, no predicción, y tú no pudiste lograr que la tuya se cumpliera por idiota, no fue mi culpa.
—Calma chicos. —sonrió el otro aun sosteniendo a la maga del hombro. —No hay tiempo para discutir tenemos que ir con los otros.
—No pienso ir con ellos. —se negó el demonio molesto.
—No lo sé, no lo sé, realmente no lo sé. —canto la chica molesta y dándose la vuelta soltándose de manera brusca para salir del lugar dando zancadas y llevándose con ella al otro chico que seguía parado cerca de la entrada.
—Por favor Bill. —suplico el chico. —Se enojaran más contigo si no vas.
—No pienso ir, no me pueden hacer algo peor de lo que me acaban de hacer.
El chico suspiro y se dio vuelta para salir corriendo tras la chica que lo esperaba con el otro chico afuera para ir juntos.
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El sol brillaba con fuerza sobre Gravity Falls y Mabel Pines no había esperado mucho para levantarse, cambiarse y enseguida ir a saltar a la cama de su adorado gemelo para despertarlo, se había desvelado leyendo (cosa que no sorprendía a nadie) pero si no lo despertaba ella nadie lo haría, y le gusta molestarlo, ¿por qué negarlo?
Al abrir los ojos Dipper miro a su hermana y al tratar de detenerla esta solo salto logrando que su hermano perdiera el poco equilibro que tenía para hacerlo caer al suelo y reírse de él, si, punto para Mabel. El castaño se levantó y se encamino al baño para cambiarse, ya eran adolescentes no se podían cambiar el uno frente al otro como si nada… y hablando de eso, esperaba que las hormonas de su hermana no estuvieran tan alborotadas como lo estuvieron la primera vez que fueron al pueblo hace ya dos años.
Al salir Dipper bajo al comedor a sabiendas que su hermana estaría abajo con sus tíos, Soos y la abuela de este, se sentó al lado de su gemela y empezó a desayunar, si una mañana normal para él, tomando en cuenta que era el primer día no podía esperar más realmente.
¿O sí?
La luz que tenían encendida empezó a parpadear y la televisión encendida a cambiar de canal hasta perder la señal. Todo tomo un color gris y se abrió un camino de fuego fauto azul mientras una risa completamente psicópata y con un toque de ironía se escuchaba por la casa taladrando los oídos de los presentes, presentes que creían reconocer esa risa y no daban credito a lo mismo. Pues al igual que Dipper, no podían creer que Bill Chiper siguiera con vida, el castaño ya lo sabía, se lo había informado la loca bruja de hace unos días pero… se supone que el demonio no tenía poder… o al menos el suficiente, ¿cierto?, no podía aparecer así como así en la cabaña.
En medio del camino apareció un chico de 16 años con cabello castaño algo largo con un parche en el ojo derecho, su único ojo visible era de un tono dorado se le podía notar claramente que la nariz y mejillas las tenía inundadas de pecas además de que poseía una larga cicatriz que rodeaba el parche y al parecer iniciaba a mitad de la frente, también destacaba el hecho de que en amabas orejas tenía aretes y estas tenían una forma puntiaguda, la piel pálida cuál porcelana, vestía con un traje bastante formal amarillo con negro y de su cuello colgaba un collar que tenía una pequeña esfera brillante de color dorado y azul.
—Bill. —gruño Stanford mientras buscaba algo en su gabardina capaz de detener al demonio.
— ¿Si, seis dedos? —pregunto divertido viendo al nombrado a la par que chasqueaba los dedos y desaparecía cualquier cosa que pudiera llegar a ser usada en su contra, incluido cuchillos. —Jamás creí que fueras tan agresivo, mamá siempre hablaba con tanta cariño sobre ti al punto de poner celoso a papá. —río y miro a Mabel para después ver a Dipper. —Vaya, sin duda se ven más jóvenes.
— ¿De qué hablas? —pregunto Dipper completamente confundido mirando al demonio, no solía comprender lo que decía pero esta vez no encontraba sentido alguno a sus palabras.
—Qué se ven más jóvenes, digo, estoy acostumbrado a verlos más… mayores. —sonrió y se acomodó un sombrero negro con listón azul que apareció de la nada. —Con 32 años más o menos, bien, me presento que al parecer me confundieron con mi papá. —río. —Tía M.U.K dice que mi risa es muy similar a la de él, no diré mi primer nombre que sería muy obvio quien es mi mamá, pero si diré los dos apellidos de mis padres, Chiper Pines.
Todos miraron incrédulos al chico que flotaba y sonreía cuál demente para enseguida mirarse entre sí confundidos, Dipper no pudo evitar ver a Mabel sin creer nada. ¿Ese chico estaba afirmando que su mamá era Mabel?, debía de ser un mal chiste, no tenía sentido, ¿Cómo era qué su hermana terminaría tendiendo un hijo de uno de sus peores enemigos?, inclusive su hermana sabía que eso era un error pues Mabel miro a su hermano negándolo todo con la mirada.
“Bill” volvió a reír y miro a Dipper. —Qué divertido, para ser tan inteligente no parece mamá, mi nombre es Tyron… y mi “mamá” Dipper Pines. —El castaño miro al Tyron y este se quitó el parche revelando su ojos derecho, el cual tenía el ojo invadido por el iris color dorado y en lugar de pupila se podía apreciar la constelación de osa mayor.