Era por la mañana y se sentía pesado, pero tenía que desayunar y el maldito guardia no dejaba de aporrear los barrotes. Miró para abajo, Gon estaba sentado en la cama, seguramente esperándolo para ir juntos al comedor, ¿acaso le daba igual lo que pasó anoche? Se puso rojo nada más de pensarlo. Pero tenía que enfrentarse a esto. Bajó de la cama de espaldas a Gon, quien se le quedó mirando, y se dirigió a la puerta fingiendo tranquilidad, con las manos en los bolsillos.
-Killua: Vamos, tengo hambre.
-Gon: Ya imagino por qué, jijiji.
*¿DE VERDAD HA DICHO ESO? Dios santo, esto va a ser duro. Este chico no tiene vergüenza, y pensar que parecía más inocente...*
Salieron al comedor, mientras andaban Killua trataba de no mantener contacto visual con el moreno, sabía que se pondría como un tomate. Estaba incómodo y Gon lo notó.
-Gon: Hey, Killua. - Estaba muy cerca de su oído, susurrando. - Tranquilo, no me importó lo de anoche, no pasa nada.
-Killua: ¿¡E-eh!? ¡Qué, sí, lo que sea, no te acerques tanto! - Le empujó un poco para que se despegara de su oído.
Eso, sinceramente, no ayudó a Killua.
Los presos de la fila los miraban como si fueran una parejita paseando por el parque y soltando algún que otro comentario ofensivo, pero en cuanto el albino posaba su mirada asesina sobre ellos se callaban al instante y se les iba la sangre de las mejillas. Ese chico podía realmente dar miedo.
Es irónico cómo cuando se conocieron era el albino quien controlaba la situación completamente y ahora parecía que era el moreno quien lo manejaba a su gusto. Killua lo estás haciendo mal otra vez... ¿No dijimos se acabó Gon? Maldita conciencia. Realmente era una tontería pensar que podría olvidarse de él, comparten celda, es estúpido. No podía luchar contra esto, así que, si no puedes con el enemigo... únete a él.
Su debate mental se detuvo cuando se sentaron y Gon esta vez se sentó a su lado. Tenían a Kurapika en frente y Gon ya había empezado una alegre conversación con él. El moreno se lo había hecho pasar mal esta mañana y pensaba devolvérsela. Recobró la compostura de todo un Zoldyck y nervios e incomodidad fuera. Se volvió el despiadado de siempre. Lentamente colocó una mano en el muslo de Gon por debajo de la mesa, que sólo ellos dos pudieran darse cuenta. De repente el moreno dejó de hablar cuando sintió la mano fría y delgada, pero en seguida volvió con su conversación. Killua observó la reacción de Gon y le hizo gracia, tenía las mejillas un poco sonrosadas y ahora hablaba un poco más torpe, pero lo disimulaba bien. Decidió ir un poco más lejos, arrastró su mano a lo largo del muslo de Gon, lentamente, dejándola descansar en la ingle, haciendo pequeños círculos con el dedo índice. Esta vez el moreno empezó a tartamudear, bastante más rojo. Killua seguía comiendo como si nada, como si fuese ajeno a la situación. Kurapika empezó a preocuparse, Gon estaba raro y preocupantemente rojo.
-Kurapika: ¿Te pasa algo Gon? Estás muy rojo.
-Gon: N-No, estoy bien, tranquilo.
Ya no charlaba libremente, ahora se concentraba en comer y en la mano que se movía en círculos peligrosamente sobre la cara interna de su muslo. Tortuosamente lento. Killua se estaba divirtiendo de verdad haciendo sufrir a Gon, esa cara, ese nerviosismo, esa respiración acelerada, esa dureza en sus pantalo… ¿¡QU…!? ¿Se había puesto duro?, no no no y no. Solo tenía la mano sobre su muslo, ¿tan sensible es? Esto quería decir algo. Pero lo que es peor, él también tenía un problema en sus pantalones. Estúpido Gon, cómo se atreve a hacerme esto, ¡otra vez! Menuda venganza. Fail total. Apartó la mano frustrado y resignado, esto no estaba en sus planes. No podía tocar a Gon son perder los papeles, por muy Zoldyck que fuese.
Se quedó shockeado de cómo reaccionaba su cuerpo al toque de Killua, era realmente frustrante ese poco autocontrol. Deseaba con todas sus fuerzas que el albino arrastrara su mano más cerca y a la vez quería darle un manotazo y apartarla lejos. Pero, ¿por qué hacía esto Killua? En ese momento ya le daba igual, se había movido más cerca y... Bum, adiós autocontrol por completo, fue demasiado para su inexperto cuerpo y la sangre se le fue para otro sitio, bombeando con fuerza. Ojalá que Killua no se dé cuenta. Por suerte para él, el albino apartó la mano.
Ninguno dijo nada más en todo el desayuno. Gracias al cielo, se les pasó en seguida.
Después de todo un día de emociones por fin llegaron a la celda esa noche y Killua quiso burlarse un poco de Gon.
-Killua: Woaaah... Oi Gon, parecías tenso en el desayuno.
-Gon: No te burles de mí.
-Killua: ¿Eh? No me burlo, encima de que me preocupo por ti.
-Gon: Eres malo Killua.
-Killua: Vamos no te pongas así. - Dijo apoyando su mano en el hombro de Gon.
-Gon: Bah, lo que sea. - Se ruborizó y apartó el hombro.
-Killua: ¿No te gusta que te toque? Esta mañana parecía lo contrario.
-Gon: ¡Ya está bien Killua! ¡Eres un pervertido!
-Killua: Bueno bueno, no volveré a hacerlo si no quieres.
-Gon: Pues no, no así... - Se le apagó la voz.
-Killua: ¿Cómo dices?
-Gon: No, nada, vamos a dormir anda.
-Killua: Rarito. - Se dijo para sí mismo.
Y así lo hicieron, ambos de fueron a dormir y Killua se quedó pensando en lo que había dicho Gon, ¿no así? ¿a qué se refería? El moreno pensaba que no lo había escuchado, pero fue todo lo contrario. Gon, por otra parte, se quedó pensando en lo que había sucedido esa mañana y en sus tontas fantasías.
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El tiempo pasaba dolorosamente lento, un año hizo desde que Gon entró allí, habían tenido varias peleas con los presos y estaban realmente cansados, los guardias eran unos bordes, las celdas mugrientas, la comida asquerosa y no había agua caliente, pero se tenían el uno al otro. Se volvieron grandes amigos. Desde que se volvieron tan íntimos habían estado planeando algo grande, muy grande. Algo que sólo sabían ellos dos, nadie más, ni siquiera Kurapika. Killua había dejado de tenerle tanto asco al pobre chico, así que decidió que no le haría nada, pero todavía no confiaba en él, así que obligó a Gon a no decirle nada sobre el plan. Lo tenían todo controlado al pie de la letra, todo calculado al milímetro y parecía que nada podía salir mal. Ocho largos meses maquinando. Seguro que ya sabéis por dónde voy, sí
Iban a fugarse.
Descubrieron hace tiempo que en las duchas había una rejilla por la que se iba el agua lo suficientemente grande como para que una persona de sus dimensiones pudiera entrar por ella sin quedar atascado, la cual daba a un túnel para salir al exterior, pero para ello necesitarían algo con lo que abrirla y ahí es cuando Killua se alegra de conocer a Lion, ese tipo era capaz de conseguir cualquier cosa. Un destornillador y listo. Las cámaras serían desconectadas en puntos estratégicos para no ser descubiertos. Los guardias no llegaban a entrar en las duchas por lo que no tendrían que preocuparse por eso, pero deberían asegurarse de que no había ningún preso dentro. Una vez fuera deberán llevar cuidado con los francotiradores de las torres, que vigilaban tanto dentro como fuera, por no hablar de la alarma que se disparará en cuanto se den cuenta de que faltan dos presos. Pero estaba todo planeado, saldrían de allí sí o sí. Killua tenía pesadillas noche sí y noche también con su pequeña hermana y quería ir a salvarla de su maldita familia costara lo que costara. Aparte de que esa cárcel era un infierno de mala muerte.
Killua le había dejado bien claro a Gon que no podía acompañarlo a salvar a su hermana, era demasiado peligroso, que se separarían en cuanto consiguieran escapar, pero le había insistido tanto y con tanto entusiasmo que tuvo que aceptar, además, le gustaba tener a Gon cerca. Ya era hora de que Alluka pudiera sentirse libre de la prisión en la que la había encerrado su "familia" y la poca aceptación que tenían sobre su sexo.
Tenían un día fijado, y sería dentro de dos semanas, por la noche. Cuando todo el mundo duerma y sus siluetas fuesen irreconocibles.
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