Era tarde en la noche y Near construía un castillo de legos en el salón principal. Había dormido sus cuatro horas habituales y sintió la necesidad de jugar con ellos. Su mente no se detenía nunca, era por eso que no podía dormir. Sin embargo, estaba acostumbrado. No le molestaba en lo absoluto.
Iba construyendo la torre principal de la estructura, cuando se vio necesitado de abandonar su puesto para ir al baño. Poco tiempo fue el que se tardó para regresar al lugar; caminó por los pasillos oscuros, lo más rápido que sus ojos le permitieron y vio una silueta en la sala, la cual, estaba tirando todo lo que le había costado armar.
Se paró en el umbral de la puerta a observar a aquel que armaba tanto escándalo y no se sorprendió de que se tratase de Mello. Ese rubio tenía especial preferencia por destruir todo lo que creaban sus manos, pero, ¡A esa hora! ¡Era absurdo!
— ¿Se puede saber cuál es el afán de Mello, por destrozar mis cosas?- preguntó acercándose a la derribada torre de legos que ni siquiera había terminado.
— ¡Tu! ¡Tenía que tratarse de ti!- respondió Mello y tomándole del cuello de la camisa lo empujó hasta que su espalda chocó contra la pared más cercana.
— ¿Qué se supone que he hecho ahora para que descargues tu frustración conmigo?- preguntó mirando hacia un costado. La cercanía estaba comenzando a marearle.
—¡He pisado esa mierda!- Respondió furioso.
—No es mi culpa que Mello no se fije por dónde camina.
— ¡Maldito enano de porquería! ¡Te odio! ¡Te odio con todas mis fuerzas!
Near se sintió dolido por aquellas palabras. Siempre había sabido que Mello lo detestaba, sin embargo, escucharlo decir aquello tenía un efecto más devastador que solo tener consciencia de ello.
Volteó el rostro movido por la necesidad masoquista de verle a los ojos, tal vez, era la única forma de comprender que ese rubio jamás sentiría ningún tipo de afecto por él y quizás, de esa manera, se libraría de todo lo que en su propio interior se había despertado en contra de su voluntad.
—Desearía que desaparecieras para siempre- continuó Mello ajeno a sus cavilaciones —Desearía… que no me hicieras sentir de esta forma… yo… ¡Maldito seas!... yo…-
Near le observó con curiosidad. El tono de su voz había cambiado de manera muy sutil, pero juraría que no continuaba siendo rabiosa, sino algo angustiada.
¿Qué estaba queriendo decirle?
Ambos permanecieron unos instantes en silencio, mirándose a los ojos como tratando de descubrir en el otro algo que no habían visto nunca.
¿Qué estaba sucediendo?
La respiración de Melo era agitada, aparentemente trataba de calmar lo que fluía en su interior. De repente, Near le descubrió ladeando la cabeza ligeramente a la izquierda y lo supo, supo que haría algo impulsivo e idiota, pero ¿Qué?
— ¡A la mierda!- Dijo repentinamente y pronto sintió sus labios presionando con fuerza sobre los suyos.
Aquel gesto tomó a Near desprevenido y provocó que tardase varios minutos en comprender lo que estaba sucediendo.
Nunca se había sentido de esa manera, todo su cuerpo reaccionaba demandante ante el tibio contacto de Mello y le exigía que buscase más. Más de su calor, más de esos labios que voluptuosos se movían sobre los suyos, más cercanía, más de la placentera sensación que lo recorría desde la planta de los pies hasta la punta de la cabeza. Sus manos se movieron por si solas enredándose entre sus rubios cabellos.
¿Qué estaba ocurriendo?
Cuando los pensamientos al fin pudieron aclararse dentro sintió terror… ¿En qué momento se había enterado Mello de lo que sentía por él?... De seguro comenzaría a burlarse, de él y su reacción al no negarse “¿Tan necesitado estas Near?” Diría o algo parecido… ¿Qué era eso? ¿Una especie de trampa?
¿Cómo no había podido prevenir aquello?
Pronto abandonó sus labios y le empujo suavemente tratando de imponer distancia entre ellos. Tuvo que agachar la cabeza para evitar nuevo intento del rubio por continuar besándole, a pesar de que él también deseaba que prosiguiera. Ese no era momento para ceder ante sus impulsos, la situación ameritaba que la aclarasen.
— ¿A qué se debió eso, Mello?- Pregunto retomando el control sobre sí mismo y los sentimientos que bullían dentro de él.
—Yo... no lo sé- respondió con cierto nerviosismo en la voz — Pero, no se sintió mal ¿no?.. Es decir…, tú no te opusiste demasiado-
Aquella respuesta no le había agradado a Near. Sin embargo, por primera vez no sintió deseos de confrontarlo. Observó los legos desperdigados en el suelo y quiso jugar con ellos más que nunca.
—Visto y considerando que nada productivo saldrá de nuestra conversación... te agradecería que me dejes solo. Tus acciones me resultan especialmente molestas. - dijo con la intención de zanjar aquel tema lo más rápido posible y trató de zafarse de sus brazos, pero él no se lo permitió.
— Has sentido lo mismo que yo ¿no es cierto?- preguntó Mello, con tintes desesperados y el corazón de Near comenzó a latir con fuerza.
—Tu pregunta carece de lógica, Mello. Es más que evidente que ignoro la manera en la que te has sentido.
—No te hagas el tonto, Near.
—No me hago el tonto ¿Cómo puedo contestar a una pregunta cuya respuesta me es desconocida?
Mello soltó un suspiro sonoro que daba cuenta de lo disgustado que estaba.
—Eres exasperante.
—Estas siendo evasivo, Mello.
— ¡Vete a la mierda, Near!
— Me iría, si tan solo me soltaras
Mello le liberó de su agarre causando que se sintiera desilusionado, sin embargo, con gesto impasible, dándole la espalda, se alejó de él y caminó hacia donde estaban sus legos para comenzar a juntarlos. Le escuchó soltar un par de improperios y luego sus pasos retirándose del lugar.
Tomó una de las fichas que estaba recogiendo entre sus manos y la observó detenidamente.
“Tal vez, Mello es la pieza necesaria para hacerme perder el juego.” Pensó y vio bajar de su mano fuertemente cerrada, un hilillo de sangre. Al abrirla descubrió el lego que había tomado, incrustado en su piel.