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Juegos por Kuro Kaori

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Notas del capitulo:

Espero que les guste <3

 

 

Near alzó la mirada y sonrió de repente a pesar de que sabía que esa provocación generaría en Mello, ganas de golpearle. Su respuesta le había sorprendido, escapando a cualquier cosa que hubiese preconcebido. Nunca se cansaría de esa particularidad, que solo él, parecía tener.

— ¿Qué esperas? ¿Una puta invitación? ¡Ya he dicho que está bien! ¡Acércate de una vez, estúpido!- bramó furioso y continuó con los brazos firmemente cruzados sobre su pecho.

Luego de dejar su camisa nuevamente olvidada en el lugar de la cual la había recogido, deshizo la distancia entre ellos y tomándole del mentón suavemente, le obligó a alzar el rostro para depositar un casto beso sobre los labios que poco a poco fue resultando más demandante.

— ¿Realmente quieres hacerlo?… ¿Sabes lo antihigiénico que es?- preguntó con tono inseguro Mello, en uno de los instantes en los que Near abandonó sus labios para besar la suave piel de su cuello.

—Creo que aseveración de Mello, es una medida desesperada por hacerme desistir de mi objetivo- dijo y se sentó en su regazo para, poco a poco, ir acomodando la espalda de Mello sobre el colchón. Mordisqueó su mentón obteniendo un pequeño jadeo como respuesta —Sin embargo, si hacemos alusión a los hechos en los que nos hemos visto envueltos durante nuestra relación, creo que coincidimos con la idea de que incluso los besos resultan antihigiénicos… Si es la intención de Mello, evitar lo que está apunto de ocurrir, tendrá que pensar en una excusa mejor. Si no, pido por favor que guarde silencio y no trate de distraerme con sus insustanciales afirmaciones.- finalizó permitiendo que un ligero tono de burla tiñera sus palabras.

— ¡Vete al diablo, maldito piojo desteñido!- respondió por inercia.

—Veo que para lo único que tienes ingenio, es para inventar insultos- habló divertido y se apoderó de sus labios antes de permitirle responder. Si seguía despotricando, no llegarían a ningún lado y la verdad era que sus partes bajas ya estaban comenzando a dolerle demandantes.

Comenzó a acariciar el cuerpo de Mello, sin estar seguro de lo que debía hacer. Era cierto que había estado preocupado por el tema en las últimas semanas y que había utilizado material de consulta para ampliar sus conocimientos, sin embargo, a la hora de llevarlo a la práctica, su mente le traicionaba por primera vez, convirtiendo sus recuerdos en una laguna borrosa.

En esos momentos, en los que controlar los temblores de su cuerpo era una tarea titánica, se arrepentía de haber sido tan terco. Quizás, si Mello hubiese manejado aquella situación, se hubiese ahorrado aunque fuese un poco los nervios que pinchaban de manera insistente dentro de él. Sin embargo, retractarse solo le convertiría en un patético perdedor en aquel desafío que se le presentaba y a él, no le gustaba perder.

Repartió algunos besos por su pecho y tratando de imitar lo que el rubio había hecho previamente, le mordisqueó los pezones para luego observarle estremecerse. Le gustaba producir aquellas sensaciones en él. Era un estímulo para su orgullo el saberle disfrutando de su tacto.

Poco a poco, su mano trazó un camino inseguro y zigzagueante hasta su miembro, el cual tomó entre sus dedos con especial cuidado, como si temiera lastimarle. El contacto suave y caliente pareció quemarle la palma.

Mello soltó un jadeo de anticipación y Near supo que tendría que hacerlo mejor. Se adueñó de sus labios en el mismo momento en el que ejercía más presión sobre su pene y comenzaba a mover la piel lentamente arriba y abajo. Los gemidos de Mello, no se hicieron esperar y sus caderas comenzaron a oscilar al compás del movimiento que ejercía la mano de Near, quien sintió su propio miembro palpitar ávido. No resistiría mucho tiempo de esa forma.

—Dado a que Mello, me arrastró a su habitación de forma bastante brusca, para tener relaciones sexuales, debo suponer que está preparado para la ocasión- Habló apreciando su propia voz rasposa y sintiendo que el aire se le escapaba de los pulmones con cada palabra. —De ser así, pido por favor que me ceda el material necesario.

Mello se relamió los labios y se los mordió en un gesto que le resultó cargado de enorme erotismo, antes de devolverle una mirada repleta de lujuria y reproche.

—“Material necesario” dices, tarado.

Near lo miró en silencio llevando una mano a su cabeza para juguetear con su cabello y él clavó sus ojos en los suyos, al mismo tiempo en el que dirigía su mano al cajón de la mesita de luz que estaba cerca de la cama. De él sacó un frasco en cuyas letras rojas se leía “lubricante” y unos paquetitos cuadrados que evidentemente, eran preservativos, para tendérselos al instante en el que desviaba la mirada avergonzado.

—Idiota.- dijo en un susurro y Near contuvo una sonrisa que luchó por asomarse a sus labios. — Los preservativos… No nos harán falta- habló mucho más bajo aún.

— ¿Debo recordarle a Mello que fue él quien sugirió el tema de la higiene?

El rubio le fulminó con la mirada.

—Sin embargo,- continuó sin sentirse intimidado por ese gesto —He sido yo, quien le ha restado importancia al asunto... Creo que es indudable, que me mantendré firme en mi opinión.

—Haz lo que quieras… ¿Acaso, no estamos haciendo todo a tu antojo?

—Esta ha sido tu idea… Yo solo pongo algunas condiciones. Si no tienes nada más para decir voy a…

—Solo cállate y hazlo de una maldita vez

Near tomó el bote de lubricante para abrirlo y colocarse un poco en los dedos. Se sorprendió al darse cuenta de que aún estaba temblando a causa de los nervios, sin embargo, mantuvo su gesto impasible ante la mirada que le dirigía Mello. Era consciente, que al igual que él, el rubio tenía miedo y jamás lo admitiría.

—Deberías voltearte- le dijo recordando que en uno de los libros que había leído, ponía que en aquella posición dolía menos. —Es casi un…

Mello pareció avergonzarse más, si era eso posible.

— ¡Olvídalo! ¡No haré eso!

—Pero…

— ¡Que lo olvides!

Near le miró en silencio unos instantes, llegando a la conclusión de que nada podía hacer en contra de tanta terquedad, así que mejor continuaba, aquel acto no se consumaría de seguir discutiendo de la forma en la que lo estaban haciendo. Se acomodó entre sus piernas y comenzó a besarle llevando la mano embadurnada de lubricante hacia la entrada de Mello.

—Voy a hacerlo.- advirtió.

— ¡Eeeh!… ¡Espera!- Colocó sus manos sobre sus hombros y lo empujó.

—No comprendo. Mello estuvo apremiándome para que me apresurara hace tan solo unos instantes.

—Yo… ¡Maldita sea! ¡Me haces doler enano y te juro que te mataré!

—No puedo asegurarle a Mello que no vaya a doler. Mucho menos, si se encuentra tan nervioso.

—No estoy nervioso.

— ¡Ah! ¿No?- preguntó con burla.

— ¡Vete al diablo!

— ¿Puedo proseguir?

Mello permaneció en silencio enfurruñado unos instantes, hasta que al fin movió la cabeza asintiendo.

Near se permitió sonreír antes de besarle y sentir sus brazos enredándose alrededor de su cuello.

Dirigió su mano nuevamente a su entrada y trató de meter, lo más despacio que pudo, su dedo dentro de ella, escuchando a Mello liberar un quejido de dolor. Besó su frente, sus mejillas, sus labios, con la intención de calmarle y cuando creyó que lo había conseguido, trató con otro dedo.

Luego de unos minutos en lo que llegó a preguntarse si Mello ya estaría listo, se decidió por arriesgarse. Se acomodó mejor entre sus piernas y dirigió la punta de su miembro hacia su entrada.

—Voy a hacerlo- avisó creyendo que era lo más pertinente al observar el gesto horrorizado en el rostro de Mello —Creo que es conveniente que trates de relajarte.

— ¿No piensas callarte nunca?

Near no respondió a eso, en silencio comenzó a empujar su miembro al interior de Mello. Costaba bastante introducirlo, cosa que no estaba dentro de sus cálculos. En el material de consulta que había utilizado, no advertía que podía ocurrir algo así, entonces era muy probable que estuviese haciendo algo mal. Decidido, presionó con un poco más de fuerza hasta que al fin logró penetrarlo un poco.

—Ten más cuidado. Duele enano, idiota.

Near abrió los ojos, sin recordar en que momento los había cerrado, observó la expresión doliente de Mello, quien tenía el ceño fruncido y apretaba los dientes.

—Te advertí que debías relajarte-dijo tratando de controlar el aire que se negaba a salir para otra cosa que no fueran jadeos.

El rubio no contestó, solo lo miró con reproche y Near continuó presionando hasta que pudo introducirse por completo dentro de él.

El interior de Mello era cálido, húmedo y le presionaba hasta el punto en que era más que delicioso. En ese momento, en el que ambos estuvieron completamente unidos, lo poco de cordura y raciocinio que le quedaba, se esfumó dando paso a las fuertes sensaciones que se adueñaron de él hasta el punto en que olvidó donde estaba; solo existían en el mundo ellos dos.

Near ni siquiera supo en que instante comenzó a moverse ni si lo había hecho demasiado pronto y mucho menos, si los gemidos de Mello eran de dolor o placer. Por primera vez en su vida, su cuerpo se abandonaba a las sensaciones y le hacía perder por completo el control sobre sus propias acciones, a pesar de que no quisiera, sin importar que no deseaba hacerle daño a la persona junto a él. El calor que se despertaba entre sus piernas le recorría por completo en forma de un cosquilleo que no podía distinguir donde comenzaba y donde acababa. Estaba hundido en una especie de nirvana que no quería abandonar por nada en el mundo y Mello estaba con él, haciéndole comprender cuanto le amaba, cuan enamorado se encontraba. Mello lo era todo, su complemento perfecto, lo que necesitaba para estar en el mundo, para sentirse vivo mucho más allá de su propia existencia.

Mello era la razón, por la cual la vida de repente, parecía tener sentido.

Las sensaciones comenzaron a sobrepasarle y una incipiente angustia empezó a oprimirle el pecho. Se sentía frio. Su cerebro asemejaba aquel placer desbordante con algo doloroso. De seguro así debía sentirse la muerte, como caer a un abismo de confusión y perderse en el hasta llegar al borde de la locura.

"...Nate..."

Los brazos de Mello se enredaron en su espalda y le trajeron de vuelta. Su nombre susurrado en su oído y su tibio aliento rozándole la piel, alejó el dolor y le devolvió la cordura. Se halló a sí mismo en sus ojos, esos dos mares profundos y tempestuosos que causaron que se sintiera protegido y amado. Ya no estaba solo, nunca más. Ya no había frio, su corazón latía presuroso provocando que le recorriera una apaciguante calidez que lo hacía sentirse vivo y lo convertía en humano.

El orgasmo le sobrevino, haciéndole sentir miles de cosquilleos que le recorrieron la columna y provocando que su cuerpo se tensara en un intento de que la sensación placentera durase más.

Se dejó ir en el interior de Mello, sin ser capaz de evitarlo y trató de regresar a la realidad, sin saber en qué momento había perdido la noción de ella. Su mente parecía estar entumecida y hormigueante, su corazón latía como si hubiese estado corriendo una carrera y sus pulmones buscaban desesperados el oxígeno que le ataba a la vida.

Recibió los besos de Mello, necesitado de ellos, como si algo dentro de él anhelara una contención. El frio nuevamente se adueñaba de una parte de su ser y la sensación de soledad le hubiese resultado devastadora, si no fuese porque lo sentía allí, consolándole.

—Estas temblando- susurró Mello y Near no contestó. Se limitó a apreciar la situación en la cual ambos estaban, notando a su pesar que el miembro del rubio aún continuaba erecto. Había terminado antes, y según lo aprendido, no era bueno que eso sucediera. A las personas que les pasaba eso, las llamaban “Precoces” y se lo consideraba un problema sexual, que obtenía como resultado un bajo y penoso rendimiento, que traía como consecuencia la insatisfacción de su pareja, junto a la frustración.

—Lo siento- dijo avergonzado por primera vez en muchos años. Se incorporó a mirar a Mello y de repente, tuvo deseos de huir de allí.

Aquellos ojos azules, le devolvieron una mirada que no supo descifrar y que sin embargo, le hizo sentir un fuego en su interior que le recorrió por completo.

Mello se incorporó lentamente y no apartó su mirada de la de él. Se acercó hasta que sus rostros estuvieron a punto de tocarse y sus alientos se mezclaron.

Near se sintió ansioso en ese momento en el que no podía dilucidar qué era lo que estaba pensando. Sintió sus dedos enredarse entre los suyos suavemente y su mano fue dirigida hasta tocar el sexo duro, caliente y húmedo. Su corazón se sobresaltó nuevamente, cuando el rubio comenzó a dirigir los movimientos, sin apartar sus ojos azules de los de él, en ningún momento.

Poco a poco, Mello lo liberó de su agarre y suspirando enredó sus manos en su cuello para atraerle hasta que sus labios se juntaron en un demandante beso. Su lengua, luchaba con la suya a un ritmo que apenas podía seguir. Le costaba concentrarse en las dos acciones que estaba realizando a la vez y tuvo que detener su mano cuando el rubio comenzó a empujarle hasta que su espalda tocó el colchón. Le sintió acomodarse entre sus piernas y mover sus caderas ansioso de más contacto. Tal vez, estuviese pensando en intercambiar los roles dado a que él no había podido cumplir adecuadamente con el suyo. Un escalofrío corrió por la espalda de Near al considerar esa opción y un gruñido de insatisfacción se hizo escuchar desde la garganta de Mello, provocando que continuase con el movimiento sobre su pene, al notar que lo había detenido.

Los gemidos comenzaron a escucharse en la habitación al instante en el que intentaba aumentar el ritmo. La verdad era que los movimientos rápidos siempre se le habían dado bastante mal y tenía miedo de estar cometiendo un error en eso también. Sin embargo, Mello parecía estar disfrutándolo y a él le gustaba verlo así, el placer era algo más que evidente en su rostro.

Pronto le observó tensarse, echando la cabeza hacía atrás y cerrando los ojos fuerte, al soltar un gemido gutural. Su cuerpo pareció sacudirse a causa de la onda de placer que estaba sintiendo.

Al poco tiempo, la mano de Near se humedecía con una sustancia espesa y caliente, mientras Mello se dejaba caer hacia adelante y descansaba sobre su pecho. El albino le abrazó evitando mancharle y tratando de ofrecerle el consuelo del que él mismo se había visto necesitado minutos antes.

Permanecieron en silencio hasta que sintió el cuerpo de Mello temblar. Le miró preocupado, pensando en que tal vez estaba llorando, sin embargo, el rubio se incorporó sonriéndole contento antes de besarle y comenzar a reír a las carcajadas. Near no comprendió esa actitud y comenzó a plantearse la posibilidad de que se hubiese vuelto loco.

— ¿Qué es lo gracioso?- se atrevió a preguntar.

Mello le devolvió una mirada traviesa.

—Solo, estoy feliz.

—Ah.- respondió y volteando el rostro comenzó a juguetear con su mechón —Eres extraño.

—El que tú nunca demuestres nada, no me convierte a mí en extraño- dijo con un tono que rayaba la ternura al instante en el que colocaba sus manos sobre sus mejillas y le obligaba a verle, para besarle los labios.

Near miró a Mello a los ojos, sintiendo como su corazón latía con fuerza, cosa que le hizo ser consciente de que él también era feliz.

Notas finales:

Al escribir este fanfic, lo hice con la necesidad de hacer algo diferente. Como fan de la pareja he leído muchas historias sobre ellos y en un momento dado, me pregunté porqué Near no podía ser el seme, hallandome a mi misma queriendo cambiar eso.

También, quise tocar el tema de la "Precocidad" cosa que tampoco se ve en otras historias (incluyo las mías) en donde los personajes siempre son "Dioses del sexo". No sé hasta que punto podemos decir que Near es precoz en este fanfic, dado el hecho de que la primera vez uno no dura mucho, pero la intención es lo que cuenta.

En fin, espero que les haya gustado y sigan aca para los capítulos que faltan <3

Muchas gracias por leer

Hasta la próxima actua

Saludos n.n/


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