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Rock you like a hurricane por Athena Selas

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Rock you like a hurricane

Capítulo 10

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Marzo 2010

Aquel domingo por la mañana, Minos se encargó de acompañar a sus dos colegas al aeropuerto internacional de Ámsterdam, ubicado a algunos kilómetros fuera de la zona urbana. Tanto Radamanthys como Aiacos tomarían el mismo vuelo hacia Londres en donde el rubio se quedaría naturalmente; sin embargo, Garuda debía apresurarse a realizar una conexión hacia Hong-Kong, su lugar actual de residencia, luego de descender del avión.

Había pasado mucho tiempo desde que los Tres Jueces se habían reunido en persona sólo para pasar tiempo libre; más allá de las juntas ejecutivas que el consorcio Elysium convocaba una vez al año y que reunía al equipo directivo de la mayoría de las sedes internacionales.

Aiacos, Radamanthys y Minos se habían conocido desde muy pequeños debido a la afinidad y a los lazos que sus respectivas familias mantenían con los Heinstein. Habían sido compañeros de juegos en múltiples ocasiones aún si en ese entonces los idiomas maternos de los tres fueran completamente diferentes y no pudiera utilizar una segunda lengua en común. Actualmente mantenían una relación fraternal un poco retorcida debido al exceso de bromas pesadas y el abundante sarcasmo permanente en su trato mutuo, pero aquel trío sabía que en el fondo no sólo los unía su lealtad inquebrantable hacia Hades, sino también muchas experiencias y vivencias que habían compartido juntos y que aún seguían acumulándose. Era verdad que no eran los mejores amigos, pero existía algo especial cada vez que los tres se reunían y que no era necesario aclarar para ninguno de ellos.

— ¿Has hablado con Albfica después de los besos que le metiste en tu fiesta el viernes? — inquirió Aiacos mientras tomaba su desayuno en algún restaurante al interior del aeropuerto. El nepalés aún resentía un poco los efectos de una terrible resaca a pesar de haber descansado el sábado completo en casa de Minos.

— Sí, llamé muchas veces a su celular, pero mis llamadas nunca lograron entrar. Luego, decidí marcar al teléfono de Kanon porque comencé a preocuparme. Él me contestó sin problemas y me comentó que Albafica perdió su celular en algún momento de su borrachera, pero que ambos estaban bien y descansarían en su hotel estos días.

— ¿Y? — insistió Garuda detestando que el noruego se detuviera en la mejor parte.

— Convencí a Kanon de que me pasara a Albafica y cuando lo tuve al teléfono él… él me dio las gracias por cuidarlo el viernes de cometer grandes errores. Sólo eso — zanjó el noruego un poco decepcionado sin querer reflejar nada más en las emociones de su rostro.

Transcurrieron algunos minutos de silencio durante el cual los tres se dedicaron a tomar sus alimentos y a beber de sus tazas de café. Radamanthys estaba especialmente callado desde el día anterior. Era verdad que el rubio era un hombre taciturno y de pocas palabras, pero aquello ya era una exageración.

— ¿Y tú, Radamanthys? — se animó Aiacos finalmente a sacar el tema que ni él ni Minos se habían atrevido a comentar el sábado en el hogar de Griffon.

El inglés comió con calma de su tenedor un pedazo de su omelete antes de mirar a su interlocutor.

— ¿Que si yo he hablado con Albafica? No.

— ¡Por supuesto que no! Me refiero a Kanon.

— No entiendo.

— ¿Sólo sucedieron unos besos entre tú y él? ¿Por qué regresaste tanto en volver a la fiesta?

— ¿Minos no te dijo que su florecita se vomitó en todo el pórtico del hotel y tuve que ayudar a Kanon a controlarlo y luego a cargarlo hasta su habitación?

Radamanthys pareció ignorar olímpicamente la pregunta de los besos y continuó desayunando sin prestar más atención a sus colegas.

— Si Kanon te está empezando a fastidiar, puedo hablar con él personalmente, pero será mejor que se lo aclares tú — intervino finalmente Minos serio.

— No me está fastidiando, no te confundas — aclaró de inmediato Wyvern — Quisiera mantener el tema de lo que pudo pasar entre Kanon y yo en privado. Trato por todos los medios posibles guardar discreción, no quiero que nadie se atreva a pensar que soy de la misma calaña de ustedes dos.

— ¿Disculpa? — levantó el tono de voz Garuda violentamente.

— Aiacos, tranquilízate — le calmó Minos pacientemente —. Radamanthys simplemente quiere decir que jamás toleraría que le llamen homosexual. Compréndelo ¿Te imaginas el escándalo que se armaría si el futuro esposo de la señorita Pandora resulta ser gay? Nuestro querido colega tiene mucho peso sobre sus hombros por parte de la familia Wyvern. Déjalo ahogarse en rabia solo. Torturarse a sí mismo es suficiente penitencia.

La mandíbula del rubio se tensó notoriamente ante la argumentación del noruego; sin embargo, en ningún momento tuvo intención de contrariar el razonamiento de Griffon.

— Aunque déjame darte un mal consejo — prosiguió Minos —. En algún momento muy cercano quedarás atado a la exquisita señorita Pandora de por vida. Hasta donde yo sé, y los he conocido por toda mi vida, tú y la señorita sólo tienen una relación de respeto y admiración mutua. Mi punto es que a pesar de lo hermosa que ella pueda ser, jamás he notado ninguna clase de chispa, de tensión sexual, de química entre ustedes dos que te asegure al menos que la luna de miel se alargue por los primeros años de matrimonio. En cuanto le des el sí en el altar, tu vida sexual se terminó como la conocías ¿Y por qué no desquitarte ahora que es tiempo? — el noruego dio un sorbo a su taza de café debido a que se le había secado la garganta como reflejo al haberse atrevido a expresarse así de su temible vice-presidenta —. Te confesaré algo: Kanon está loco por ti. Lo sé porque yo le di alguna ayuda o dos en el camino para acercarse a ti ¿Quién crees que le dijo, por ejemplo, cuál era el maldito pub en Londres donde tú y tus hombres se meten cada viernes que pueden?

Una memoria se atravesó por la mente del inglés en un segundo. Aquel día de invierno cuando había salvado a Kanon de una banda de bribones justo afuera de aquel pub al que Minos se refería. Impresionado, por primera vez notó lo improbable que resultó el hecho de que el griego se encontrara en ese lugar sólo por una alegre coincidencia. Al parecer, su colega había comenzado a interferir desde hacía mucho tiempo.

Inteligentemente el noruego evitó mencionar que había hecho todo eso a cambio de ganar influencia similar de Kanon hacia Albafica.

— Aquí viene mi mal consejo: disfruta de la compañía, las atenciones y del cuerpo de Kanon cuanto tiempo puedas o al menos hasta que te hartes si es que correspondes al menos al deseo sexual que te tiene ¿Cuándo vas a poder disfrutar de tu vida de soltero como hoy? Nunca.

— Si yo tuviera un trasero tan hermoso como el de Kanon detrás de mí… — Aiacos se mordió el labio inferior para silenciar a propósito su impropio pensamiento.

Los dos colegas de Radamanthys no volvieron a tocar el tema; volvieron a concentrarse en terminar su desayuno y la siguiente ocasión que comenzó una conversación el tema fue completamente diferente.

Momentos más tarde, Garuda y Wyvern se dirigieron a la respectiva sala de espera de su vuelvo antes de despedirse de Minos.


Radamanthys llegó a su espacioso departamento en Londres justo a la hora del té. Su estómago, acostumbrado a recibir una caliente bebida y un rico tentempié a esa hora todos los días, comenzó a gruñir; sin embargo, el abogado se sentía un poco sucio del cuerpo por el viaje; así que decidió darse una ducha rápida antes de dirigirse a su cocina.

Al entrar al cuarto de baño de su casa, comenzó a desprenderse de su cómoda ropa informal hasta quedar desnudo. La habitación estaba llena de espejos y cuando el rubio terminó de desvestirse por completo, levantó la mirada y contempló detenidamente uno de sus múltiples reflejos. Sobre su blanca piel, a lo largo de su clavícula hasta perderse en el vello de su pecho había marcas rojas que la boca de Kanon se había empeñado en dejar dos noches atrás, el griego había sido cuidadoso de evitar el cuello y de este modo ahorrarle situaciones incómodas en público a Wyven.

Repentinamente, al rubio se le vinieron los bochornosos recuerdos de los besos de Kanon en el club nocturno, luego en el hotel de Ámsterdam donde las cosas subieron de tono hasta al punto de haberse venido en la boca del atractivo griego.

Una cálida sensación cosquilleante pareció derramarse en el vientre del inglés por aquellas excitantes memorias. Turbado, el abogado se dirigió a la ducha a asearse.

Ahí comenzó a reflexionar su situación con Kanon, pero ahora sus pensamientos comenzaron a combinarse con el "mal consejo" que le había regalado su colega noruego.

Minos nunca entendió cuán trascendentales habían sido sus palabras, tanto que cambiarían la vida de Radamanthys para siempre.


Abril

Después del fin de semana en el que acontecieron todos los eventos del cumpleaños de Minos, Wyvern se comunicó con Kanon en el transcurso de la siguiente semana. Ambos volvieron a compartir espontáneas conversaciones por mensajes de texto y las llamadas entre los dos comenzaron a incrementarse.

Por el momento, el griego estaría ocupado algunas semanas en un pintoresco pueblito a las faldas de los Alpes Austriacos por invitación de Sorrento a pasar unos días en su casa de verano, aprovechando que la temporada sabática de Poseidon Marines acababa de comenzar.

Durante las últimas semanas de abril, el griego deseó regresar a Londres unos días debido a que Radamanthys lo había invitado a tener una cita, pero los planes de encontrarse en algún punto medio en Europa se postergaba continuamente a causa de la gran carga de trabajo que el inglés tenía todo el tiempo.

Decidido, el cantante llegó por sorpresa a la capital de Inglaterra y ahí tuvieron finalmente una segunda cita, la cual a Kanon le gustaba llamar la primera porque la anterior había sido un fracaso.

Todo había transcurrido espléndidamente en un modesto restaurante en el que reservaron un salón privado para evitar incidentes causadas por la famosa figura pública que era Kanon. Comieron delicioso y hablaron de cualquier tema que se les ocurría sintiéndose ambos en confianza. Aquella noche Radamanthys llevó al griego hasta la entrada de su hotel y, como el cantante lo esperaba, no compartieron ningún beso todavía.


Mayo

Para festejar su cumpleaños, Kanon programó una estancia de dos semanas viajando por el Mediterráneo en un yate que había logrado pedir prestado sonsacando a Julian Solo. Sus prioridades en aquel febril festejo era honrar el lema de "Sexo, drogas y Rock n'Roll" al pie de la letra. Acompañado de sus supuestos amigos, quienes en realidad eran una viciosa pandilla de oportunistas, subieron a bordo del yate propiedad del Rey de los Mares junto con un cargamento sustancial de: estupefacientes ilegales, alcohol, suministros suficientes y candente compañía; estando todos listos, se encaminaron finalmente a altamar.

Para evadir las pesadas llamas de cualquiera que se le ocurriera el día de su cumpleaños número 29, evitando a Saga y Julian principalmente, el cantante abandonó su celular en cualquier lugar de la embarcación. Cuando el peliazul se encontraba apostando shots de tequila al atardecer, uno de sus amigotes sacudió con insistencia su hombro hasta sacarlo de sus casillas.

— ¿Y tú qué mierda quieres?

— Parece que te está llamando el tipo que tanto te gusta y de quién no has dejado de hablar todo el tiempo — Dijo su gordinflón invitado plantándole el celular en la cara. Kanon se lo quitó de un manotazo y enfocó bien el nombre del autor de las últimas llamadas perdidas "Radamanthys Wyvern"

— ¡Maldita sea! ¿¡Por qué no me lo dijiste antes, estúpido gordo!?

Totalmente inundado de estupefacientes en su sangre, tomó el teléfono y corrió hacia la cubierta del yate, lo más lejos posible del escandaloso bullicio de la fiesta llevada a cabo en el único salón de la embarcación.

Afortunadamente volvió a entrar una llamada, la cual tomó en un segundo y, repentinamente, todo el idioma inglés que sabía y dominaba se borró de su cerebro.

— ¿Kanon?

— Radamanthys

— Supongo que debes estar muy ocupado este día.

— No… no….no… de ninguna manera…no

— Llamaba para desearte feliz cumpleaños

— Gracias… gracias… — entonces Kanon comenzó a pronunciar algunas cosas en griego.

— ¿Estás bien?

— Si… por qué mierda crees que no… — y de nuevo el idioma materno del cantante ininteligible para el rubio.

— Estás drogado

Kanon se mordió la lengua por la rabia que le causaba no ser dueño de sus propios reflejos. Su mente pensaba algo y su cuerpo y su boca realizaban acciones completamente diferentes que no era capaz de controlar. Pronto sintió, de hecho, sangre correr entre sus dientes y el dolor le hizo gritar al otro lado de la línea.

— Creo que es pésimo momento. Feliz cumpleaños. Buenas noches — zanjó Radamanthys y cortó en un segundo la comunicación.

El griego soltó un terrible grito de ira y frustración; la rabia le hizo tirar el teléfono por la borda. Segundos después regresó a la fiesta dispuesta a darle razones a Wyvern para que en verdad creyera que estaba drogado.

Aquella desafortunada llamada le costó al gemelo casi un mes de completo silencio por parte del inglés.

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Noviembre 2012

Después de su estancia por Italia, la gira de Poseidon Marines se trasladó a Grecia.

Debido al origen griego de Kanon, el carismático e indiscutible líder de la banda, los seguidores de Poseidon en aquel país balcánico sentían una afinidad fabulosa por el grupo: orgullosos de que un espécimen de la cultura helénica estuviera triunfando a nivel mundial y pusiera en alto el nombre de su país el cual había estado padeciendo muchas penurias durante los últimos años.

La acogida que tuvo la banda en el país helénico fue sumamente cálida y, por supuesto, todas las localidades que habían salido a la venta en diferentes arenas, estadios y foros de las más importantes ciudades griegas se habían agotado con mucha antelación. El cierre en aquel país se daría lugar en el foro al aire libre Terra Vibe Park en Athenas.

A pesar de la imposible agenda de la agrupación entre entrevistas, ruedas de prensa, firma de autógrafos, encuentros con fans, traslados, pruebas técnicas, conciertos, etc., Kanon aceptó encontrarse con Saga en Athenas para tomar el desayuno en la privacidad de la suite del hotel en el que se hospedaría; sin embargo, unos días antes del encuentro con su gemelo, recibió una llamada de Radamanthys, lo cual era perfectamente normal o eso parecía. El tono de voz, casi quebrada, que utilizó Wyvern durante toda la comunicación le heló la sangre al cantante y lo inquietó de sobremanera el desconocer las repentinas causas. En cuanto el rubio le suplicó encontrarse en cualquier lugar que el pelilargo pidiera, Kanon accedió de inmediato y se hizo un espacio una noche antes del encuentro matutino con su gemelo.


Muy inquieto por la misteriosa manera de actuar de una de las personas más importantes en su vida, Kanon aguardó a que llegara el miércoles, noche en la que acordó encontrarse con Wyvern.

Aquel día cumplió con todos los deberes y compromisos en Athenas que Krishna había anotado en la agenda del asistente personal del cantante. Puntual y obediente, al final de la jornada, el pelilargo entregó el itinerario exitosamente completado al representante de la banda y pidió permiso para ir a descansar a su suite de inmediato, petición a la que el gran hombre de tez morena no se pudo negar de ninguna manera.

Ya una vez adentro de sus habitaciones, el griego aguardó la llegada de Radamanthys y se preguntó si debería asearse para recibirlo o, mejor aún, esperar su llegada para entrar al baño juntos. Después de todo, la suite tenía una gran bañera de hidromasaje en la que ambos podían pasarla más que bien.

En medio de su pícaro debate mental, el teléfono en la habitación comenzó a timbrar. Al contestar Kanon, una amabilísima recepcionista habló al otro lado en griego y preguntó si esperaba a un visitante de apellido Wyvern; el cantante lo confirmó y en unos minutos más el rubio tocó a la puerta y el pelilargo salió a recibirlo en medio de besos que el rubio correspondió y no dudó en rodear a su pareja en un abrazo que duró largos y cómodos minutos para los dos. Pronto, los dos entraron a la habitación tomados de la mano.

— ¿Tienes hambre? ¿Llamamos a servicio a la habitación? — preguntó Kanon, tragando saliva al observar tan demacrado el rostro del inglés quien parecía haber pasado últimamente algunas noches en vela.

— Sí, estoy de acuerdo — asintió Wyvern quien acompañó al pelilargo a observar el muy variado menú de comidas y bebidas internacionales del restaurante del hotel. Poco tiempo después llamaron al servicio correspondiente y esperaron su cena en medio de besos húmedos y caricias atrevidas sobre la cama.


— ¿Estás bien? ¿Estás seguro que sólo es carga de trabajo? — insistió por tercera vez en la noche el griego.

— Sí, sólo es eso ¿Quieres dejar ese tema de lado de una buena vez? — suspiró perdiendo la paciencia el abogado una vez terminados sus alimentos y aun disfrutando un poco de cerveza en el tarro donde le habían servido la reconfortante y helada bebida de cebada.

— Me preocupo por ti, al menos deberías ser menos huraño al respecto ¿Seguro que no afectará nada que hayas venido hasta aquí a pesar de tanto trabajo que dices tener?

— Y si me fuera afectar ¿Ahora importa? Estoy aquí finalmente ¿No crees? Kanon, en serio, sólo relájate. Pareces más estresado que yo.

— Lo estoy aunque no lo creas — comentó ofendido el cantante.

— Te creo — Radamanthys se levantó de su asiento y rodeo la mesa hasta posicionarse detrás de la silla del gemelo. Su objetivo fue cubrir los hombros del griego con sus grandes manos y comenzó a aplicar un relajante masaje a esta zona natural de tensión

— Ra…da…mmmmmh —

El tacto del inglés era deliciosamente duro; adecuado para aquella zona tan sensible. El cantante simplemente se dejó hacer y su cuerpo se rindió más rápido de lo que le hubiese gustado. Pronto, los labios del inglés comenzaron a besar su cuello, su mandíbula, los lóbulos de sus orejas y su cabello sin dejar de masajear aquella zona tan erógena que eran los hombros y la espalda superior del hombre de piel oliva.

Hipnotizado por tantas atenciones que tanta falta le habían hecho por las últimas semanas, Kanon tomó la rubia cabeza de su pareja y lo besó a gusto, degustando el sabor de cerveza que aún retenían los labios de Wyvern.

— Te amo — alcanzó a susurrar el inglés mirando los ojos esmeralda del gemelo con absoluta sinceridad en sus iris ámbar.

— También te amo — le correspondió con dulzura y una media sonrisa el griego.


Aquella noche Kanon no aprovechó la bañera de lujo con hidro-masaje como había planeado; sin embargo, no pensó en ello hasta mucho tiempo después tumbado sobre la cama mientras Radamanthys recorría por tercera vez todo su cuerpo desnudo con sus dedos, su nariz y su boca causando a toda su anatomía transpirar lujuria hasta poner a todo en su cerebro a las órdenes de sus sensaciones más básicas.

Wyvern se detuvo esta vez especialmente en las tetillas del griego, enredando su lengua en la argolla que pendía del pezón derecho de aquel perfecto pectoral hasta hacer gemir a su amante mientras el peliazul arqueaba la espalda entre una sensación de dolor y gozo. Posteriormente la inquieta lengua del abogado se detuvo a depositar besos sobre la prominente cicatriz que nacía en medio de su pecho; una marca de por vida que el cantante adquirió antes de huir para siempre de su tierra natal en el Santuario como pago por todos sus pecados en contra de su familia adoptiva; Radamanthys conocía la dolorosa historia de esta herida que aún seguía abierta en la mente del pelilargo y por ello continuamente le dedicaba mimos especiales esperando calmar algún día aquella penitencia que no había dejado de acosar a su ser amado durante el resto de su vida.

Minutos después el rubio se dirigió a la entrepierna del gemelo para complacer oralmente al griego quien comenzó a preguntarse, en medio de suspiros y grititos de placer, por qué el inglés no había tocado para nada su entrada anal; dicha acción era de rigor en el ritual durante los actos sexuales de ambos

Cuando el abogado comenzó a saborear su miembro viril con somera gula, cualquier pensamiento de Kanon diferente a disfrutar las calientes descargas casi eléctricas de placer que emanaban desde su aparato sexual hasta llegar a cada punta de su cuerpo arrancándole maldiciones excitadas en griego de los labios, así como otros eróticos sonidos provenientes de su garganta.

Casi cruelmente, el rubio detuvo sus dedicadas atenciones y se acostó a un lado del pelilargo, disfrutando la vista de aquella magnífica criatura griega al punto del orgasmo. Los ojos entrecerrados del hombre de ojos verdes poseían un brillo especial a causa de las lágrimas de placer que se habían quedado pegadas a sus espesas pestañas negras.

— Kanon… — habló Radamanthys con las pupilas dilatas — Quiero que me lo hagas — confesó tomando la mano del otro y dirigiéndola hacia su propia longitud con el objetivo de utilizar el tacto del otro para masturbarse.

— Eso estamos haciendo, por si no lo habías notado — alcanzó a gruñir el pelilargo accediendo con sus dedos a atender la masculinidad de su compañero necesitada de atención.

— No, no sólo me refiero a esto. Quiero…— Wyvern acortó la distancia entre su boca y la oreja del griego y sus labios se entreabrieron para murmurar una sola oración con su respiración entrecortada golpeando las terminales nerviosas de aquel cartílago tan sensible —. Quiero sentirte dentro esta vez —

Kanon definitivamente tenía un complejo dominio de su libido como productos de tantos años de experiencia continua, pues de no haberse contenido hasta el máximo seguramente habría comenzado a derramarse a causa de tan infinitamente erótica e inesperada confesión.


No era la primera vez que habían intentado aquel cambio de roles. Cuando vivieron bajo el mismo techo como pareja durante ocho meses, Kanon se lo propuso a Radamanthys quien accedió algunas veces y las primeras ocasiones habían tenido resultados catastróficos por la fobia inicial que Wyvern tenía a la idea; sin embargo, el griego había sido un paciente y muy amoroso tutor. El inglés había admitido al final del primer resultado exitoso de la proeza que se había privado toda su vida de aquel desconocido placer escondido en la parte más íntima de su sexualidad y, con gusto, aceptó cambiar el rol muy de vez en cuando.

Kanon se dedicó, como era ya un hábito para él, en consentir a su compañero para relajarlo al punto máximo posible posicionado sobre el cuerpo del inglés. Caricias, besos, roces impúdicos, alguna esporádica frase obscena, traviesos jaloncitos al abundante vello del rubio y mordisqueos inofensivos eran los recursos principales del gemelo antes de dirigirse a los genitales de su pareja.

Pronto, levantó una de las poderosas piernas de Wyvern y la recargó sobre su hombro; no sin antes depositar cándidos besos en el musculoso muslo masculino. Con el lubricante previamente preparado a un lado suyo, derramó una generosa cantidad en sus dedos y se dedicó a introducirse despacio y cadenciosamente en la entrada de su ser amado, relajando la carnosa y tensa cavidad poco a poco.

Volvió a necesitar otra dosis del mismo lubricante sabor cereza unos minutos después y cuando regresó al interior de Radamanthys, se atrevió a tocar la próstata, cuya localización conocía de memoria perfecta. Con la alucinante sensación, el rubio se comenzó a retorcer debajo de él y lo torturó un poco hasta que logró arrancar las súplicas del inglés que tanto esperó.

— ¿Qué esperas para metérmela? ¡Maldita sea! — jadeó el abogado ocultando su rostro detrás de su antebrazo izquierdo, no queriendo regalar tan fácilmente a su compañero tan bochornosa expresión de placer.

El cantante no necesitó mayor plan de acción y en pocos momentos posicionó correctamente sus cuerpos para introducirse paulatinamente en el otro hombre debajo de él elevando la pierna izquierda del abogado sobre su hombro para alcanzar mayor profundidad, mientras que la otra extremidad inferior del inglés abrazaba las caderas del griego con fuerza. Wyvern emitió grititos de dolor con la respiración entrecortada al sentirse invadido poco a poco. Kanon no se detuvo a pesar de esto y en poco tiempo comenzaron sus cadenciosas embestidas contra la anatomía del hombre de quien estaba enamorado.

El vaivén del acto era acompañado por el impropio sonido de las pieles chocando una y otra vez, lo cual por momentos era eclipsado por los suspiros, gruñidos y gemidos de los dos hombres. Ocasionalmente el griego se atrevía a inclinarse un poco más para besar el rostro de su amante y deleitarse con aquella expresión encendida y sonrojada, luego continuaba con su tarea de apareamiento mientras masturbaba la erección de Wyvern.

Disfrutaron por largos minutos aquella íntima unión corporal, jugaron con los ritmos de sus caderas, de sus besos y de la mano del cantante estrujando la virilidad del otro. Se encargaron de alargar el acto por el tiempo humanamente posible hasta que fue inevitable alcanzar su y el gemelo, al sentir cerca su apogeo, incrementó inconscientemente el movimiento de sus caderas; logrando que la fricción de su virilidad con las carnosas y estrechas paredes de su compañero alcanzara un punto alucinante hasta que vino su irremediablemente orgasmo, al cual no fue capaz de sobreponerse y se derramó al interior de su compañero.

Radamanthys se arqueó estrepitosamente y al sentir el caliente líquido introducirse en su sensible zona, gritó incómodo.

— Lo-lo siento mucho… — alcanzó a disculparse el griego entrecortadamente conociendo la repulsión del inglés a esta sensación. Luego, retiró su virilidad de aquella cómoda cueva y aprovechó para deleitarse visualmente con la sorprendente dilatación que la entrada de su compañero había conseguido en el acto.

Satisfecho y tanto eufórico, Kanon, jadeante, se dedicó a lograr el orgasmo del inglés introduciendo sus dedos nuevamente dentro de él para masajear su próstata en un tacto mucho más dedicado mientras friccionaba simultáneamente la longitud del rubio con la otra mano. Eventualmente y en muy poco tiempo, el abogado culminó en la mano del griego para gozo de ambos.


Kanon no quería ponerse a pensar mucho en el extraño comportamiento de su pareja en general aquella noche. Quiso limitarse a disfrutar al máximo de Radamanthys, pues no sabía cuándo volvería tenerlo frente a frente y con tanta privacidad. Faltaba poco para que la gira de Poseidon pasara muchos meses recorriendo América, luego Asia y Oceanía, tan lejos de Europa y del inglés que lo volvía loco.

Después del coito, permanecieron acostados, enredados en un abrazo de piernas y brazos, recibiendo esporádicos besos y mimos mutuamente. Así quería permanecer Kanon por siempre.

— Te amo — comenzó a susurrarle el inglés con ternura. — S'agapo — repitió la misa frase, pero en griego.

— Ke ego s'agapo — correspondió el pelilargo en su idioma natal. A decir verdad aquella noche Radamanthys le había dicho 'Te amo' demasiadas veces a lo acostumbrado. Al rubio en general no le gustaba desperdiciar esa oración tantas veces.

El abogado hundió su rostro en la abundante cabellera y comenzó a murmurar una letanía que el gemelo no alcanzó a escuchar muy bien.

— Rada… ¿Seguro que estás bien? — se animó a preguntar el cantante.

— Estoy perfectamente porque eres lo mejor que me ha podido pasar en la vida — respondió con rotundidad el rubio quien se dedicó a atacar la boca del otro con besos para evitar que siguiera preguntándole cualquier otra cosa.

Eventualmente ambos quedaron dormidos sin despegarse ni un centímetro del otro.


Unas horas más tarde el teléfono de la habitación comenzó a sonar insistentemente a tal punto que la feliz pareja despertó a base que quejas y protestas. En un segundo Kanon recordó la cita que había hecho con Saga aquella mañana. Entrando en pánico, saltó desnudo de la cama y atendió la llamada.

Esta vez un recepcionista le hacía saber que su hermano gemelo lo estaba esperando en recepción. El cantante le pidió indicar a Saga Dídymoi pasar directamente a su suite.

— Radamanthys, vamos a tomar el desayuno con mi hermano ¿Hay algún problema?

— ¿Tu gemelo? ¿Con el que me besé el otro día? — cuestionó el rubio arqueando su ceja todavía despejándose de la sensación de sueño.

— No vuelvas a mencionar eso nunca más en mi presencia —

— ¡Por favor! Aún espero una disculpa por eso. Gracias por esconderme el importante hecho de que tienes un gemelo idéntico por ahí.

— Nunca te escondí la existencia de Saga; siempre has sabido que tengo un hermano mayor. Además, la prensa de espectáculos no se cansa de mencionar ese detalle cada vez que hablan de mí.

— Kanon, yo no pierdo mi tiempo con esos programas basura de chismes de famosos.

— Pues deberías porque el hombre de quien estás enamorado es una celebridad.

— ¿Ah, sí? No te creas tan importante.

— ¿Sabes qué? Mejor cállate y ponte pantalones, mi hermano está a punto de llegar.

El griego suspiró aliviado de que la actitud tan desconcertante de Radamanthys hubiera desaparecido esa mañana; al parecer era verdad que Wyvern sólo necesitaba relajarse un poco.


Kanon salió a recibir a Saga con una gran sonrisa en los labios. Los mellizos, al fin disfrutando de un re-encuentro apropiado, intercambiaron una gentil conversación fraternal en la entrada de la habitación. Incluso Kanon reía con facilidad a causa del gran humor que tenía aquella mañana.

— Hermano, vamos a tener compañía en el desayuno — aclaró el cantante al dejar pasar a su gemelo a la estancia.

— ¿Quién está contigo? ¿Isaac? ¿Thetis? — intentó deducir el solemne hombre.

Cuando los ojos de Saga se encontraron con Radamanthys, su estómago se contrajo a causa de la súbita reacción de ira que le vino al presenciar la figura de a aquel descarado hombre sirviente de Hades el cual, se notaba a leguas, había tenido la desfachatez de pasar la noche con su hermano a pesar de…. a pesar de…

— ¿¡Cómo te atreves a aparecerte por aquí?! — amenazó Saga utilizando el idioma inglés con un muy marcado acento griego.

— ¿Saga? ¿Qué mierda te pasa? — saltó inmediatamente Kanon, pues sintió la repentina hostilidad de su gemelo hacia el hombre que amaba como una bofetada en el rostro.

Radamanthys miró al imponente hombre tranquilamente y se puso de pie del sillón donde aguardaba; sin embargo, aparentemente las palabras de Saga no lo alteraron demasiado.

— ¿Así que ya estás enterado? — Respondió Wyvern conectándose de inmediato con la sintonía hostil del mellizo mayor —. Vaya, no me sorprende que seas la mano derecha del Santuario y su principal ejecutor. Tu fama te precede, Saga Dídymoi.

— ¿Y siempre lo has sabido? ¿Siempre has sabido que soy gemelo de Kanon? ¿Por eso te metiste con él?

— Sinceramente, no me enteré de la situación ni de las posiciones del señor Hades hasta hace una semana; no te precipites. Lo que siento por Kanon es tan real que no podrías comprender cómo se complican las cosas.

— ¿¡Quieren decirme de qué están hablando?! — intervino el cantante comenzando a sobrepasar su límite de tolerancia.

— Supongo que no se lo has dicho — expuso Saga mirando a su hermano idéntico casi protectoramente.

— No y no es el momento adecuado. Espero seas suficientemente razonable para comprenderlo.

— ¿¡Decirme qué?! — el cantante sintiéndose ridículamente ignorado caminó hacia el rubio y se plantó frente a él mirándolo acusadoramente.

— Kanon, hablo en serio, no ahora, te lo ruego — le suplicó el rubio nerviosamente.

— Decirte que su compromiso marital con Pandora Heinstein finalmente tiene una fecha fijada. Radamanthys Wyvern contraerá matrimonio con la vice-presidente del poderoso conscorcio Elysium en menos de un año.

El gemelo menor, en un primer momento, quedó petrificado con aquella noticia que pronunció la voz de su mellizo, tan parecida a la suya. En un segundo comenzó a sentir como cualquier rastro de energía comenzaba a desaparecer en cada fibra de su cuerpo; un reflejo de su propio inconsciente el cual buscaba aminorar el impacto del dolor emocional que estaba a punto de experimentar; no obstante, la fuerza le regresó en un minuto y se tiró sobre Radamanthys con una energía brutal, casi inhumana, tumbándolo en el suelo en donde comenzó a tirarle algunos terribles puñetazos, los cuales iban dedicados también a Saga de alguna manera. La dramática escena era rematada por los surcos de lágrimas que comenzaron a derramarse a lo largo de todo el rostro iracundo de Kanon.

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Notas finales:

¿Les gustó la escena de Radamanthys pasivo? La verdad él recibiendo todo el amor de Kanon es una idea que cada que la imagino me hace sonrojarme de puro gusto. Espero haya podido reflejarles mis sensaciones respecto a bottom!Rada, porque él es un personaje que me gusta mucho y tenía ganas de 'hacerle morder la almohada' desde siempre.

Estoy muy contenta de recibir reviews de nuevas personas que se han acercado a la historia y ha sido de su agrado. Creanme que cada uno de los comentarios que se toman su tiempo en escribirme me motivan mucho y tomo en cuenta sus sugerencias


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