Ry
“Calor humano”
Estoy bastante seguro de que el mocoso me electrocutó… no puedo creerlo. La primera vez que me electrocutan y lo hace un niño de diecisiete años.
Lo único que supe luego de haber caído como un muerto, fue que estaba dentro de un vehículo y el jodido vehículo iba más rápido que uno de carreras.
Después me percaté del ambiente…
Estaba al lado de una persona cálida y cómoda. Ésa persona estaba hablando con otra que estaba a mi izquierda. No reconocí las voces en un principio, aunque cuando estuve un poco más orientado, pude hacerlo a la perfección… y cuánto me arrepiento de haber vuelto a la consciencia.
– ¿Ese es un problema? –dice la voz de la izquierda.
Mierda. No alcancé a escuchar lo que el mocoso, Nathan, dijo antes.
– Lo es cuando te gusta un hombre y yo soy hombre… él jamás va a pensar en mí de ese modo, Max. ¿No te parece ridículo que me haya enamorado a primera vista? Creí que lo que sentía por mi ídolo era sólo admiración, pero ahora veo que siempre he tenido un enamoramiento platónico –dice Nathan.
Su voz suena triste y resignada… y están hablando de mí… están malditamente hablando de mí…
Esto no puede estar pasando. No con un hombre. No me ha pasado antes y no me va a pasar ahora. Siento que voy a hiperventilar y a estallar en un ataque de rabia, asco y odio… quiero dejarme llevar por eso y golpear a este mocoso homosexual… y no puedo porque o si no me delato.
Debo fingir todo lo que pueda para luego escapar. Ésta será la única oportunidad que puedo tener, y debo tomarla a como dé lugar.
“Debo controlarme”
Respiro hondo y con lentitud. Se supone que estoy dormido. Completamente inconsciente.
“No va a afectarme lo que éste gay piense de mí”
… Dios… ¡Agh! ¡Maldición!... no me cabe en la cabeza cómo pude ser tan incrédulo. Es indignante por un lado… ¡¡Dejé que un hombre me tocara!! Sólo porque creí que era un desafío.
“Asqueroso. Repugnante. Enfermo”
Continúo escuchando y mientras más escucho, más quiero golpear a ese tal “Max”
Max habla con mucha confianza. Como si nunca se equivocara… eso me saca de mis casillas, más aún cuando insinúa que yo puedo cambiar mi modo de pensar respecto a los homosexuales… y eso no pasará. Nunca. Jamás.
– Llegamos –avisa la voz de Max.
– ¿Qué? Oye, Max, hay algo que no estás diciéndome –Nathan suena irritado.
La puerta del lado del conductor se abre y se cierra, luego la del copiloto también se abre.
– No sé de qué hablas, hombre –grita la voz de Max sonando lejos.
– Maldita sea, tú y tus poderes para saber qué pasa –masculla Nathan a mi lado.
– ¡Si yo fuera tú, no dejo a ese hombre solo! –grita Max otra vez.
– ¿Eh? –Nathan deja a saber su confusión en esa palabra.
Mierda. Esto no me lo esperaba… acabo de descubrir que “Max” es un tipo muy perceptivo… tan perceptivo que descubrió mi intento de pasar por inconsciente cuando estoy despierto.
Mis ojos se abren por voluntad propia y se fijan de inmediato en Nathan quien, al volver la vista hacia mí, se espanta hasta ponerse pálido.
– Hola, querido –digo con burla.
No vale la pena continuar con la farsa y contener toda mi ira. Voy a dejarlo salir y no me importará matarlo con mis propias manos.
– R-Ry –tartamudea retrocediendo un paso.
– Nathan –mascullo retorciéndome. Aún tengo las manos y piernas atadas. No contaba con eso… tendré que hacer que Nathan me suelte a como dé lugar– Ven aquí, “cariño”.
– Ry –su voz es débil y no me mira– Por favor, deja de decir ese tipo de palabras.
– ¿Qué palabras, querido? –mascullo.
– Eso que acabas de decir –murmura. Suspira y me mira con seriedad– No sé desde cuando estás despierto, así que sólo asumiré que has escuchado más de lo que me gustaría, lo cual explicaría tu reacción…
– Asumes bien…
– Pero no dije nada que no sea cierto, así que me da igual si te lo tomas de mala manera –.
Su rostro toma resolución y determinación de acuerdo a lo que dice. Intuyo que ha ganado un poco de confianza luego de hablar con su amigo… no es que antes haya actuado de forma tímida e indecisa… pero ahora se ve como si no fuera a interesarse por lo que yo tenga que decir… y va a actuar como le dé la gana.
Admito que en estos momentos temo por mi hombría.
– Asumo que vas a hacer lo que se te antoje conmigo –retrocedo casi de forma imperceptible. Los instintos actúan por reflejos y puedo prever el peligro y sentirlo en mis huesos.
– Asumes bien… –responde imitando mi respuesta anterior– Cómo me hubiera gustado hacer cosas con tu cuerpo cuando estabas inconsciente en mis brazos, pero es más interesante cuando puedo ver tus ojos, sobre todo tus reacciones.
– Tú… –entrecierro los ojos y lo miro con duda. No me creo mucho lo que dice. ¡Pudo haberme violado y yo no lo sabría!
– Descuida, no toqué nada –sonríe con diversión– Es una pena para mí, porque muero por hacerlo…
– ¡El día en que…!
– Lo sé –me interrumpe con un suspiro derrotado– Me matarás y todo eso, pero… creo que no lo harás. Después de esto, no podrás concebir siquiera la idea de matarme. Te lo aseguro –hace un puchero– Ahora debo dejarte, eso me pone un poco triste, pero sé que me encontrarás de nuevo uno de estos días –.
Sonríe y se acerca. Retrocedo hasta quedar pegado al asiento trasero y giro el rostro lejos del suyo. Siento sus labios en mi cuello y una descarga eléctrica me recorre todo el cuerpo.
– ¿Tienes frío? –puedo oír la sonrisa en su voz– Porque te sacaré de aquí y al lugar que te llevaré… le falta un poco de… calor –.
Al decir la última palabra, muerde mi oreja y salto, literalmente pegándome contra el techo de la camioneta. El calor de su aliento me hace cosquillas y a la vez me da escalofríos.
– Aléjate de mí –mascullo– Ahora.
– Mmm –pasa su lengua por la sensible piel de mi cuello– No quiero… peeero, lo haré. Ya se hace tarde y no quiero arruinarte la sorpresa –.
De un segundo a otro ya está fuera de mi vista, pero sus manos están tirando de un bolso que había sobre mis piernas –uno que no había visto mucho menos lo sentí– lo tira a la parte trasera de la camioneta y luego sus manos agarran mis tobillos.
Mi mente crea mil escenarios con los que él puede estar pensando en hacerme, y comienzo a temer que sean ciertos cuando sus manos ascienden lentamente por mis pantorrillas. Asoma su cabeza y me mira con diversión, luego me guiña un ojo y tira de mí hasta que estoy sentado al borde del asiento y solo a centímetros de su cara.
– Puede ver lo que imaginas –susurra mirando mis ojos y luego a mis labios– Pero dejémoslo para otro día ¿Bueno? –.
Me dan ganas de gritarle que no habrá otro día ni nada, porque lo mataré apenas tenga las manos libres, pero toda palabra queda ahogada cuando el mocoso me carga sobre su hombro y yo quedo colgando con el rostro en su espalda baja.
– ¡¿Qué demonios haces?! ¡Bájame! –grito retorciéndome sobre su hombro.
– Si no te quedas quieto, Ry –advierte y puedo decir que sonríe– Voooy~ a tomar medidas para ello~
– ¡¿Qué?! ¡¿Medidas?! Ya verás qué medidas tomaré yo para matarte –.
Continúo despotricando contra él hasta que la garganta se me seca y tengo la voz ronca. Ni siquiera han pasado dos minutos, pero creo que le dije más palabras de las que hemos intercambiado con anterioridad, y él solo se mantiene ignorándome.
Con todo el alboroto que armé, ya era para que alguien se hubiera enterado de que hay un secuestro, pero ahora que veo bien, no hay indicios de vida por ningún lado a kilómetros a la redonda. Sólo veo edificios invertidos con pinta de estar abandonados.
Dejo de luchar contra lo que ya no hay forma de que gane, y me resigno a esperar lo que este niñato ha planeado con su amigo. Mi nariz se presiona contra su espalda y tengo su olor impregnando todos mis sentidos…
– Maldición –susurro inhalando otra vez– Hueles bien…
– Gracias –responde él con un deje divertido.
Gruño internamente porque él escuchó lo que dije… sin duda tiene muy desarrollados sus sentidos.
– Bien –se detiene– Hemos llegado a tu habitación –.
Frunzo el ceño al no saber a qué se refiere. Poco a poco me va dejando sobre el suelo y sus manos ascienden desde mis piernas hasta arriba de una forma demasiado lenta… hasta que se detienen sobe mi retaguardia y yo abro los ojos como platos.
– No. Te. Atrevas –mascullo hirviendo en ira.
Desafiándome, aprieta sus manos sobre mi trasero y hace un sonido de aprobación que viene desde su garganta.
– ¿Te han dicho que tienes un buen trasero? –murmura apretándome una última vez y subiendo hasta mis caderas.
– Sí, todas las mujeres me lo dicen a menudo –digo con intención de hacerlo enojar.
– Y tienen razón –ríe.
Sus manos aún no se mueven del lugar en el que se detuvieron. Su frente está apoyada en mi hombro y yo estoy tenso como la cuerda de una jodida guitarra. No muevo ni relajo ni un solo músculo, tanto así que comienza a darme a darme un molesto dolor entre los hombros y el cuello.
Justo ahora ruego para que su amigo, Max, aparezca, o cualquier otra persona, incluso hasta una rata… porque ya tengo una idea de lo que podría pasar… y no me gusta mucho.
– Estás temblando –susurra.
Su aliento contra mi piel provoca más escalofríos y estremecimientos.
– ¿Me tienes miedo? –pregunta.
– Tú deberías tener miedo –replico.
–No tengo miedo –responde– Sé que después de esto no harás nada contra mí –.
Sus labios se presionan en mi cuello nuevamente y giro la cabeza hacia el lado contrario para tratar de alejarme, pero él pone su mano en mi mejilla y me obliga, a base de fuerza, para que lo mire.
– Ry Nowell –dice.
– ¿Cómo sab…? –.
Me interrumpe con sus labios y su lengua invadiendo mi boca.
El shock me deja inmóvil y no logro hacer nada. Solo siento el calor de todo su cuerpo tratando de colarse por entre el frío que rodea a mi cuerpo.