Ry
“Mentira”
Si me hubieran dicho que iba a tener sexo con un hombre, probablemente esa persona estaría muerta por siquiera insinuar algo tan retorcido… por eso ahora que llevo a Nathan dormido entre mis brazos, me parece muy increíble que haya tenido sexo con él y que haya sido el mejor sexo que alguna vez he tenido.
Aún estoy sorprendido por el miedo al abandono que vi en sus ojos cuando comencé a vestirme. Él tenía miedo de que lo dejara solo y que sólo lo haya utilizado… eso me hizo sentir un poco feliz por ver cuánto me necesitaba a su lado. Y la verdad es que su miedo era ridículo y sin fundamentos debido a que, de todos modos, nunca planeé irme solo.
Desde el momento en que descubrí la ubicación de Nathan, sabía que no faltaba mucho para que Dean lo rastreara a él para dar conmigo… así que hice este plan: Llevar a Nathan conmigo a un lugar seguro, que nadie del gobierno, ni siquiera Dean, pudiera rastrear.
Por lo que ahora puedo descubrir lo que verdaderamente siento por él, y no es un “no lo sé”, es más bien un…
– Me enamoré de ti, Nate –digo caminando a un auto que conseguí de camino aquí– En algún momento lo sabrás –suspiro mirando su rostro sereno.
– Lo sé ahora –murmura sorprendiéndome– No hace falta que te preocupes, Ry, además yo también me enamoré de ti, sólo que lo hice antes que tú de mí.
– Igual sigues siendo un idiota –me burlo– Ahora te subiré al auto, ¿Preparado?
– Púdrete –masculla golpeando mi rostro de un manotazo.
Lo tomo como un sí y lo deposito sobre el asiento del copiloto dándole un empujón juguetón en la cabeza antes de cerrar la puerta. Me quedo unos segundos allí pensando en lo que voy a inventarle.
Por el momento creo que mantendré la mentira de encontrar un lugar bonito donde pasar los días… solo espero ser lo suficientemente rápido como para poder llevarnos lejos…
El aparato en mi bolsillo emite una vibración y lo saco para comprobar la información. La respiración se atasca a medio camino de llegar a mis pulmones… creí que teníamos más tiempo… tengo la ubicación de Dean y el maldito está respirando justo en mi oído.
– Mierda –mascullo controlándome para no golpear mi puño contra el auto. Debo aparentar que todo está bien, Nathan no debe alterarse, porque si lo hace, será un caos. Va a querer ayudarme a escapar y no va a resultar. Nathan puede tener muchas habilidades, pero nunca va a poder superar al maldito de Dean.
Rodeo el auto y me subo rápidamente con una sonrisa relajada, totalmente contrario a cómo me siento en estos momentos. Sujeto el volante con tanta fuerza que mis nudillos se tornan blancos, paso los cambios hasta que ya estoy a más de cien kilómetros por hora. Estamos huyendo, corriendo lo más rápido posible lejos de alguien que ya nos está pisando los talones. Sé que va a ser una pelea injusta si nos llegan a atrapar… y vamos a ser los que salen perdiendo. Vamos a ser los que terminarán desapareciendo del país para siempre. No habrá registro de nosotros. Vamos a ser fantasmas. Nos llevaran a un complejo especial en donde reclutan a todos los que son como nosotros… un peligro para el gobierno. Si es que no nos matan al instante de encontrarnos.
Miro a Nate de soslayo y lo veo con el rostro muy concentrado en un punto fijo del espejo lateral, entonces se abrocha el cinturón de seguridad y me toma la mano que llevo en la palanca de cambios.
– Acelera –dice sin mirarme– Sólo acelera, Ry… como si tu vida se fuera en ello –me da un apretón más fuerte y recién me dedica una mirada angustiada y a la vez reconfortante.
Le doy una mirada al espejo retrovisor y entonces veo cuatro autos que se acercan a toda velocidad. Trago saliva y trato de darle más velocidad al auto pero éste ya no da más… y en vez de acelerar, comienza a detenerse poco a poco hasta que finalmente paramos. Los autos nos rodean sin dejar espacio libre y aunque nos bajamos rápidamente tratando de correr… es imposible cuando estás en una carretera desierta.
Dean se baja de uno de los autos y sonríe victorioso. Los demás bajan con armas en mano y preparados para disparar en caso de que a alguno se le ocurra hacer algo.
– No digas nada, Nathan. No hables, déjame a mí –le susurro a Nate sujetando su mano con fuerza y acercándolo a mí.
– Tampoco es como si pudier… pudiera hablar –tartamudea devolviéndome el apretón.
– Vaya, Ry… te atrapé pequeña sabandija escurridiza –se acerca lentamente.
Cuando lo tengo al frente suspira y sin aviso me golpea de lleno en el ojo. Pierdo el equilibrio y casi caigo al suelo de no ser porque Nate me sujeta. Trato de levantarme lo más rápido posible pero apenas lo logro, me ataca con otro golpe, este va directo a la boca.
Los labios me sangran y siento los dientes un poco flojos, pero no puedo perder, así que vuelvo a levantarme y vuelvo a obtener lo mismo no sé por cuántas veces. Hasta que ya no puedo levantarme y Nathan no puede hacer nada por mí más que llorar y gritar.
Dean manda a dos sujetos para que agarren a Nathan y lo inmovilicen. Trato de decir algo pero todo lo que sale de mi boca es sangre, asquerosa, viscosa y metálica sangre.
– Creo que ya hice todas mis advertencias, Ry –se acuclilla frente a mí y saca su cuchillo favorito, el que siempre atesora en su espalda baja. El cual siempre está esculpiendo para mantenerlo reluciente– Esta va a ser la última vez que voy a limpiar tu desastre, y digo la última porque vas a morir hoy. Elige ¿cuchillo o bala? –me muestra una automática y yo sólo lo observo con derrota.
No hay mucho que pueda hacer a este nivel. Le doy un vistazo a Nathan con el ojo que no tengo tan hinchado y me duele el pecho al verlo luchar inútilmente. Le están apuntando con un arma en la nuca pero él no la ha visto… nos van a matar a los dos, ese es el único resultado en este problema.
Le hago una seña a Dean para que se acerque.
– Púdrete –murmuro. Acto seguido le escupo sangre en la cara y me conformo al ver su rostro asqueado.
– Supongo que has decidido –masculla dándome una patada en el estómago.
Apunta su arma a mi rostro magullado y lo miro a los ojos sin inmutarme. Al fin y al cabo sabía que esto iba a pasar… lo único que quiero es que Nathan no esté involucrado en todo esto, pero no tengo ninguna forma de rescatarlo de aquí. No puedo pedirle a Dean que lo deje vivir porque hará todo lo contrario…
– No te preocupes, Ry –Nathan suena tan tranquilo que no puedo evitar mirarlo en estos instantes– No te preocupes por nada. Todo va a ir bien. Todo va a ir bien, ya verás –trata de sonreír a pesar de tener todo el rostro surcado de lágrimas y sus labios tiemblan.
– Te quiero –susurro.
– Todo va a estar bien –sigue diciéndome.
Nada va a estar bien.
Primero escucho el sonido ensordecedor de la bala… luego ya no sé nada más… a excepción de los gritos de Nate y mucho ruido más que no proviene de balas precisamente, es más bien… ¿autos?
Fin.