Nathan
(17 años)
“Primer contacto”
Diecisiete años viviendo de forma monótona y aburrida.
Un nerd de las computadoras que vive y respira programas web.
Mis padres solían obligarme a salir y “compartir” con los demás, ahora ya se han dado por vencidos y me dejan en paz porque saben que no cambiaré a estas alturas. Dicen que soy un chico sin futuro y que no hago nada por nadie. Tal vez tienen razón, después de todo son mis padres.
Tampoco es como si fuera un completo inútil. En la escuela mis notas están en el promedio normal. A veces me quedo dormido y otras veces diseño programas encriptados.
En lo que soy bueno es en los deportes, creo que solo por eso mis papás dejaron de molestar, porque si soy bueno en deportes significa que no soy un completo ermitaño que se encierra en su habitación para siempre y nunca más salir, sino que soy un chico normal en esa etapa adolescente “rebelde”.
No es como si viviera en una burbuja. La verdad es que aparento ser un desgarbado, ignorante y débil solo por tener un poco de privacidad. No me gusta que todas las personas estén a mí alrededor, así que por eso aparento ser un geek de pies a cabeza. Solo tengo un par de amigos y con eso me basta.
Algunas veces me molestan en el instituto, pero he ganado fuerza y experiencia con los años, así que no me quedo atrás con los matones.
Un par de veces he tenido pareja, pero nunca soy capaz de mantenerlas porque “vivo en un mundo diferente al de ellas”. Eso es lo que decían mis novias cuando rompían conmigo.
Bueno, jamás me interesaron demasiado las chicas. Ellas siempre buscaban tener sexo de inmediato, yo solo quería compañía, nunca me dieron ganas de hacerlo con alguna. Nunca tuve ganas de tocar a una chica de esa manera, supongo que debe de ser porque fui criado de otra forma.
Mi vida continuó siendo de esa forma hasta que comencé a investigar sobre asociaciones secretas. Todo comenzó con los rumores de otros hackers.
Hice un poco de mi magia y obtuve información de primera mano sobre muertes de otros hackers en los últimos cinco años. Todos murieron de distintas formas pero seguían los mismos patrones: bombas y siempre hackers.
En los noticieros solo decían que eran incidentes menores, desafortunados que se encontraban en el lugar incorrecto al momento incorrecto. Otras veces le echaban la culpa a un ataque terrorista que buscaba atacar a personas al azar para que el gobierno les comience a tomar más importancia.
Pero yo investigué más a fondo y terminé descubriendo todos esos trapos sucios que nadie jamás querría revelar: el gobierno estaba matando a todos aquellos que podían llegar a transformarse en una posible amenaza.
Porque ahora todo funciona con tecnología y los hackers son un problema si llegan a desarrollarse y adquieren más conocimientos, habilidades que amenazan con ser un peligro para el gobierno, como “el supremo hacker”.
Él desapareció hace seis años y nunca se supo de él otra vez. Se dice que lo mataron, otros dicen que se escapó del país, yo digo que le pasó lo mismo que a Ry.
Ry era el segundo sujeto más experto y conocido entre nosotros. Todos lo admirábamos, era tan joven y tan inteligente. Él era nuestra inspiración, era a lo que todos aspirábamos ser… hasta que desapareció de la noche a la mañana y nunca más se volvió a saber de él.
Entonces comenzaron los mismos rumores que circularon cuando “el supremo hacker” desapareció.
Tal vez suene ridículo pero hubo un tiempo en que guardamos luto por nuestro héroe.
Yo tenía una teoría.
Ellos no desaparecieron ni murieron. Ellos fueron llevados por el gobierno ¿Por qué? Porque no les convenía matar a aquellos que son buenos hackeando, ya que pueden utilizarlos como armas contra otros países. Así que, creo que “el supremo hacker” y “Ry”, están trabajando en algún lugar junto al gobierno. Y la única forma de confirmarlo es llamando la atención.
No es que quiera morir, es todo parte de mi elaborado plan.
Primero: debía hacerme con más sabiduría hasta ser reconocido por todos en la red.
Segundo: hackear páginas confidenciales del gobierno con información secreta pero no ultra secreta para no alterar tanto el curso de las cosas.
Tercero: prepararme físicamente para el enfrentamiento el día en que algún sujeto viniera a silenciarme.
Cuarto: estar atento. Siempre.
Quinto: hacer contacto antes de que me maten.
Hasta ahora había realizado cuatro de cinco.
Estuve atento todos los días, hasta que al fin dio frutos. Tenía un vigilante. Lo descubrí desde el comienzo.
El día en que me percaté de ello, actué con total normalidad, incluso me levanté temprano para ir al instituto, cosa que casi siempre hago a regañadientes.
Hice toda la rutina de vestirme, desayunar, saludar a mis padres y demás, sin embargo cuando llegué a la puerta principal dudé un poco al abrir.
Salí fuera y me detuve.
No sé qué fue. Tal vez fue el frio o una corriente de aire, pero se me erizó la piel. Cerré los ojos e inhale profundamente. Vi hacia el cielo y pequeños copos de nieve comenzaron a caer.
“Los días a partir de hoy serán muy excitantes –pensé.”
Por lo que los siguientes tres días realicé lo normal, solo para asegurarme de que estaba en lo correcto. Y así fue.
Efectivamente había una persona siguiéndome. Así que decidí poner en marcha el quinto punto: hacer contacto.
Concreté poner mi plan a correr en el cuarto día…
Hoy es el cuarto día y no pude dormir en toda la noche por todos los preparativos. Si mi vigilante no era un profesional, entonces podría lograrlo… y según lo que pude ver, no lo era. Sus ropas eran muy… ¿exageradas? Mi punto es que si vas a vigilar a alguien, no te vistas como un detective mal pagado usando un sombrero, bufanda, lentes, abrigo y jeans normales. Dios santo, hasta Sherlock Holmes era más original. Cualquiera lo suficientemente observador, lo descubre en un parpadeo. En fin, mejor para mi plan. Así será más fácil.
Voy a la escuela y actúo como siempre. También me quedo dormido en medio de una clase, pero logro salir ileso de una reprimenda.
Cuando es hora de volver a casa, me encuentro reprimiendo las ganas de correr. Estoy bastante emocionado y ansioso por saber cómo resultará. No puedo evitarlo.
Tardo menos de lo normal en llegar a mi habitación. Me cambio de ropa y bajo al primer piso. Veo un mensaje pegado en la nevera que dice: “Cariño, volveremos tarde. Tenemos doble turno en el trabajo. Te amamos. Hay comida congelada”.
¡Genial! Todo no podía salir más perfecto. El destino me sonríe… como las pocas veces en que lo hace, pero siempre que resulta, es cuando más lo necesito.
Descongelo la comida y luego la devoro lentamente, ya que es la única forma de mantenerme calmado y lograr hacer avanzar los minutos. Lavo la vajilla y me seco las manos para echarle un vistazo a la hora.
“Justo a tiempo. ¡Allá vamos! –exclamo internamente”
Así que busco mi cuchillo especial y lo oculto al costado de la puerta principal. Salgo y siento esa sensación de la piel de gallina otra vez. Camino en la dirección que tracé y me muevo más apresuradamente a medida que me acerco al lugar marcado con la cruz en mi mente.
Puedo sentir los pasos de mi vigilante tratando de seguir el ritmo sin ser sospechoso. Me aprovecho de ello y doblo a la derecha, entonces me sujeto de una barra que sobresale del edificio y me balanceo hasta que logro quedar parado en ella, acto seguido me introduzco dentro del establecimiento abandonado.
Apenas estoy dentro, el vigilante llega a la esquina y mira a todos lados sin poder encontrarme. Mira en todas direcciones menos hacia arriba, y desde mi posición secretamente privilegiada, puedo hacerme una idea de cómo es él físicamente… ¡Es sólo un hombre de no más de veinte años! Además de que ni siquiera tiene un aura que infunda miedo… ah, y también está literalmente congelado… por lo que veo, ya que tiembla por todos lados, pero no se rinde.
El sujeto vuelve a mi casa y encuentra la llave de repuesto oculta en un macetero. Examina ambos lados de la avenida en busca de testigos y al no encontrar a nadie, entra con su mochila y cierra la puerta.
Suspiro audiblemente ya que no puede ser más predecible. Todo lo que está haciendo, ya lo tenía previsto. Es un poco aburrido, pero veamos qué tan bueno es el contacto.
Salto cayendo de pie y camino con lentitud, nuevamente devuelta a la casa. Algo me dice que él no se ha movido de la puerta principal.
Trato de ser muy silencioso, y al cerrar la puerta tras de mí, encuentro al hombre justo donde pensé que estaría.
Estoy anonadado con la visión que tengo enfrente porque él se está quitando la ropa y podré descubrir si es quien sospecho que es.
Por mientras, saco el cuchillo en silencio de su escondite y espero pacientemente a que se quite la chaqueta. Mis ojos recorren su cuerpo en busca de las líneas de tinta negra que deben ir desde su nuca hasta la parte baja de su espalda… y allí están. He visto ese tatuaje varias veces en internet. Es por lo que más destaca este hombre. Un tatuaje que comienza en su nuca y se esparce por su espalda llegando incluso hasta su abdomen.
En la nuca tiene el diseño de un código de barras como el de “Hitman” que luego se transforma en ramas de árboles para rodear su torso terminando con las garras de un tigre.
Nadie sabe la historia del tatuaje, solo hay especulaciones, pero sin duda alguna, éste hombre es el legendario “Ry” que desapareció hace tres años.
Su cuerpo tiembla sin parar y sé por la misma razón que no podrá atacarme, así que aprovecho la situación y sitúo el cuchillo sobre su garganta.
– Vaya, vaya. Caíste en mi trampa –digo en su oído.
Su cuerpo está muy helado y me dan escalofríos, pero ignoro eso y también ignoro la piel de gallina que se instala en mi cuerpo… es solo por el clima.
– Nathan Kane asumo ¿no? –responde.
Su voz y todo él es tal y como esperaba. Así que después de que él me confirma que es “Ry”, comienzo a hiperventilar y lo zarandeo para que se sitúe frente a mí. Comienzo a hablar sin saber qué digo, pero en un momento él se enoja y me sujeta por la camiseta. Finjo tener miedo para que no me golpee y también le hago creer que soy débil, hasta que dice que le estorbo porque estoy en su camino.
“Y una mierda”
Lo sujeto de las muñecas y lo hago caer al suelo con fuerza. Aprovecho el impacto del golpe y sitúo sus manos sobre su pecho para luego poner mi pie arriba y presionar.
Trato de hacerlo hablar pero solo responde con provocaciones… termino atándolo de manos y pies con cinta adhesiva.
Cuando habla de mi mamá, no puedo evitar estallar en cólera y, sin querer, lo empujo con tal fuerza que queda inconsciente por golpearse la cabeza contra el suelo.
– Maldición –murmuro a horcajadas sobre él y con el cuchillo aún contra su garganta.
Ciertamente el sujeto es más débil de lo que pensé.
– Se supone que no debía quedar inconsciente de inmediato. Debo controlarme –.
Bajo el cuchillo y mi mano toca su cuello por accidente. La piel de gallina se instala nuevamente y una corriente eléctrica me recorre desde los dedos de las manos hasta los dedos de los pies con fuerza.
“Es el clima. Hace frío. Está nevando. Síp”
Me levanto y tomo la ropa que se quitó. La pondré a secar para que no se muera de frío una vez despierte y se vista nuevamente.
Enciendo la calefacción y la temperatura de la casa comienza a ser más cálida. Hago una taza de té y voy donde Ry yace inconsciente, siento un poco de adrenalina por toda la situación fuera de lo normal. Lo sujeto de los brazos y lo tiro sobre mi hombro con un poco de dificultad, a pesar de que parece no tener mucho cuerpo, igual tiene bastante musculatura, más que yo, me aventuro a estimar, sin embargo no le da buen uso a ese cuerpo porque no tiene la fuerza necesaria para derrotarme en una pelea. Qué pena.
Lo tiro sobre el sofá y espero sentado frente a él hasta que despierte. No pasa mucho tiempo menos mal, porque otro minuto más y terminaba pensando cosas raras…
– Bueno, Ry –carraspeo llamando su atención– Ahora puedes responder a lo que quiero saber –.
Él me mira en silencio. Se acomoda sobre el sofá y se recuesta hasta llegar al respaldo. Nos miramos por mucho tiempo en silencio. Ya entiendo su juego.
No piensa hablar.
Bien. Él se lo buscó solito. No quería tener que usar la fuerza bruta, pero no me queda de otra.
– Oye, Ry, verás –me levanto y voy a la cocina. Abro un par de cajones y encuentro lo que quiero– No quería recurrir a otros medios, pero no me dejas alternativa –.
Mira las tijeras en mi mano y sonríe burlonamente. Enarca una ceja dejando en claro su desafío. Bueno, creo que él se ha hecho una idea equivocada de mi “otra alternativa”, pero hay una idea que comenzó a rondar por mi cabeza hace poco y, aunque quiera ignorarla, sé que no va a desaparecer. Así que mejor ponerla a prueba experimentando, de paso, me aseguro de que hable. Porque puedo jurar que lo que haré, nunca pasó por su mente.
“Los adolescentes son muy peculiares, mi amigo”
Sonrío y me acerco con las tijeras.