Ry
“Duelo…”
“No pienso responder a nada”
Esa es mi determinación. Soy muy terco cuando se trata de esto. Es como un juego de niños, por lo demás, éste chico ni se atreve a golpearme.
No puede someterme. Es por eso que cuando busca en la cocina y luego sale con unas tijeras, no puedo evitar sonreír de forma burlona y enarcar una ceja. Esto es para reírse. Si va a cortarme el pelo, adelante. No me iría mal. Además, tampoco va a mutilarme, sólo quiere hacerme “temblar” un poco para soltar las palabras.
“No lo lograrás”
Lo observo con detenimiento y espero su próximo movimiento. La cabeza me martillea por el golpe anterior y los temblores de frío ya van desapareciendo. Supongo que si logro quitarme las ataduras, podré derrotarlo sin falta.
“Espera y verás”
Nathan se acerca con lentitud y al estar a mi lado, se sienta con las tijeras entre sus manos. Estoy alerta a su ataque, pero en vez de eso, sólo corta la cinta adhesiva de mis muñecas. Lo miro con duda. Esto no lo esperaba… para nada…
Bueno, mejor no cantaba de alegría tan rápido…
Él chico saca el rollo de cinta adhesiva y ata mis muñecas a la espalda. Al parecer no puedo adelantarme a ninguno de sus movimientos, así que sólo veo lo que hace… por el momento.
Sus ojos tienen un brillo distinto. No es que lo mire, es solo… lo que me dejó ver… maldición, qué me importa si tiene un brillo distinto. Debe ser porque va a atacar pronto.
Ninguno de los dos habla y comprendo que él también participará en el juego. Ninguno hablará. Se nos juega el orgullo masculino.
El chico me mira con determinación y sonríe maliciosamente… definitivamente hay algo diferente que me tiene muy intranquilo.
Veo las tijeras cerca de mi hombro y espero algún ataque, pero en vez de eso, solo recibo el sonido de tela siendo cortada. Luego frío, porque la musculosa que traía puesta, se cayó de mis hombros y ahora está arremolinada en mi cintura.
¿Por qué cortó mi musculosa?...
Sea lo que sea, esto me está comenzando a dar mala espina. Muy mala espina.
Veo mi camiseta y luego veo al sujeto. Él no evita mirarme a los ojos, es más, parece que sólo quiere eso, sin embargo su mirada es muy intensa, y sea cual sea la emoción que transmite, hace que me ponga nervioso y muy alterado.
Esto no me gusta para nada.
Las tijeras son lanzadas lejos y no puedo dejar de mirar los ojos del mocoso. Hay algo magnético que me lo impide.
Poco a poco él pasa de estar sentado a mi lado, a estar sentado a horcajadas en mi regazo.
“No. No. No. No. ¡NO!”
Esos son mis gritos internos, más por fuera estoy tranquilo. Quiero golpearlo lejos de mí ahora que he descubierto el rumbo de sus intenciones para hacerme hablar. Esto no estaba en mis planes. No… pero debo tranquilizarme. Éste niño dijo que le gustaban las chicas, así que no hará nada raro más allá que esto.
Sólo quiere asustarme.
Por poco lo logra y casi caigo en su trampa. No tengo por qué preocuparme. Todo está bajo control.
Sonrío un poco porque he ganado esta batalla.
“Bastante inteligente, pero no funcionará”
Nathan sonríe divertido y pone sus manos en mi cuello. Sus dedos recorren suavemente mi piel y me estremezco de pies a cabeza, creo que posiblemente tengo la piel de gallina. Por lo que ignoro la descarga eléctrica que me recorre el cuerpo cuando se produce el contacto piel contra piel.
“Sólo es el frío abandonando mi cuerpo”
Respiro hondo para tranquilizarme.
“Él no va a hacer nada más”
Aún continúo con el duelo de miradas. Está jodido si piensa que voy a doblegarme. Tengo voluntad de acero. No voy a perder un simple juego de niños.
Enarco una ceja como diciéndole “¿Esto es todo lo que tienes?”. Él se ríe y el sonido de su risa es algo que no esperaba escuchar. Es melodioso y agradable… no, mentira. Es repugnante y odioso. Eso suena mejor.
Sus dedos continúan moviéndose por mi piel como el roce de ligeras plumas tocándome. Baja a mi pecho y luego a mi abdomen donde no puedo contenerme de temblar. Me estremezco sin razón y más aún cuando toca mi cicatriz. Él no pregunta nada y sólo continúa tocándome.
“Ríndete. Ya gané esto”
Dejo de temblar cuando sus manos vuelven a mis hombros, entonces él suspira e inclina la cabeza hacia un lado. Me observa y yo me remuevo un poco, inquieto, eso sí, nunca abandonando el duelo de miradas.
Él sonríe de lado y endereza la cabeza. Comienza a retorcerse en mi regazo y se frota peligrosamente contra mi entrepierna. No puedo evitar abrir los ojos como platos y mirarlo horrorizado.
“Detente. ¡Detente, maldito mocoso enfermo!”
Él sonríe con inocencia y vuelve a frotarse contra mí de nuevo, ésta vez siseo como respuesta porque es algo involuntario. Mi cuerpo responde quiera o no.
Se frota una tercera vez y lo hace más fuerte que las veces anteriores.
Él gime sin pudor y yo gruño porque cierta parte de mi cuerpo está despertando.
“Enfermo. ¡Quítate! ¡Ahora! ¡Ya! Te mataré si vas más allá”
Eso es lo que pienso, pero mi cuerpo pide otra cosa y esto es malo. Maldición. Él es un hombre. ¿Qué está mal con él?
Nathan se mueve despacio contra mí, provocándome y sonríe cada vez que ve cómo lucho contra ello. Él, sin embargo, deja salir ruidos bastante excitantes, que me llevan a cuestionarme qué demonios está mal conmigo también… porque estoy pensando que sus gemidos son muy calientes.
Bueno, soy hombre después de todo… reaccionamos aunque no lo deseemos.
“Agradece que estoy atado, chico, de otra forma estaría sacando la mierda fuera de ti a golpes”
Me mira con lujuria y no lo disimula para nada. Yo de verdad trabajo demasiado duro manteniendo su mirada y conteniéndome las reacciones a sus movimientos. Trato de pensar que somos hombres y que esto es tan asqueroso que llega a darme náuseas… sin embargo… ¡Maldición! Ni siquiera eso sirve para contener mi cuerpo.
Este niño ha logrado que se me pare con solo frotármela y escucharlo gemir.
Comienza a bajar el ritmo de sus movimientos conforme a nuestras respiraciones agitadas se aceleran.
No quiero correrme con un chico, por suerte para mí que decidió bajar el ritmo.
En este momento, quiero responder a todas sus preguntas porque no quiero tener que vivir algo así o incluso peor… no obstante, mi orgullo está en juego y soy terco, así que no lo haré.
Él se detiene y me mira un poco ruborizado por la excitación. Ni qué decir tiene que yo estoy por explotar… y malditamente duele que me haya dejado con las ganas, pero soportaré por mi hombría. Puede ser doloroso tenerla dura pero no permitiré correrme con un mocoso que solo anda caliente y curioso.
Me observa con la respiración acelerada y yo trato de calmar la mía.
“Es un hombre. Mira qué asqueroso. ¡¿Cómo puedo tener una erección?!”
Trato de enfriarme pero mi cuerpo hace bastante difícil la situación, además de que mi mente no quiere colaborar… necesito urgentemente una ducha fría… o un baño con hielo.
Él pone su mano sobre mi entrepierna y presiona incitándome, sabiendo que estoy al borde. Él también debe de estarlo, pero puede tener mucho autocontrol al parecer.
Siseo advirtiéndole con la mirada para que no se atreva a hacerlo… sus intenciones son bastante claras ahora. Acerca su rostro más y más, sus labios están a un roce de los míos y yo ya no puedo retroceder más, he encontrado el límite contra el respaldo del sofá, además de que ni siquiera puedo girar la cabeza o terminaré besándolo yo a él.
Aprieta su mano con fuerza sobre mi bulto y gimo sin poder contenerlo más. Entonces cedo, y maldición si mi orgullo no se aplastó contra el pavimento luego de una caída de mil pisos.