Nathan
“Abandono”
Cuando mis manos trepan por sus piernas y toco su trasero, creo que es cuando decido hacer lo que llevo varios minutos fantaseando.
Elogio su trasero y él responde algo para provocarme, pero no me interesa cuántas chicas lo hayan manoseado antes que yo. El pasado es el pasado y allí quedará. Así que sólo me rio y subo mis manos a su cintura. Respiro en su cuello y noto cómo tiembla.
– ¿Me tienes miedo? –digo tratando de controlarme.
No debo dejarme llevar. Sólo tengo un par de minutos antes de que Max traiga a Tom.
– Tú deberías tener miedo –responde estremeciéndose otra vez.
– No tengo miedo. Sé que después de esto, no harás nada –.
Y para enfatizar lo que digo, le doy un beso en el cuello. Él se aleja todo lo que puede pero no se lo permito ahora que tengo el control. Pongo la mano en su mejilla y lo obligo a mirarme con un poco de fuerza.
– Ry Nowell –murmuro esperando la reacción que quiero.
Nadie sabe el apellido de Ry, porque nunca lo reveló. Todos quienes lo conocían, asumieron que la “R” era la inicial de su nombre y la “Y” era la inicial de su apellido, pero cuando tuve la oportunidad de robar información, descubrí su nombre completo… así que… es obvio que se sorprenderá al escuchar su apellido.
– ¿Cómo sab…? –.
La palabra queda a medio decir porque yo lo beso. Sí, lo beso aprovechando que sus labios estaban separados para poder violar su boca con mi lengua.
Anhelé esto desde que estuve sentado en su regazo a medio camino de un orgasmo… y no esperaba que se sintiera tan bien.
Mis intenciones eran darle un beso bruto ya que esperaba su rechazo, pero él no me está rechazando, sólo está inmóvil. Supongo que es debido a la sorpresa.
Muevo mi lengua lamiendo sus labios y luego invado su cavidad tocando su lengua, instándolo a responderme… y lo logro. Obtengo una respuesta…
Sus labios responden a mi beso de una forma desesperada y hambrienta. Nuestras lenguas se entrelazan lentamente y, es tan caliente, que no puedo evitar gemir… pero lo acabo porque lo que rápido empieza, rápido se acaba y yo debo irme. Ya.
Mi teléfono vibra y es mi señal.
– Ry –susurro separándome. Apoyo mi frente contra la suya y cierro los ojos con una sonrisa soñadora en mis labios maltratados– Búscame ¿de acuerdo? Ahora no hay forma de que me olvides, así que no te demores –.
Me mira con confusión y yo solo le sonrío. Le doy un beso y tiro de su labio inferior mientras me separo.
– Nos vemos~ –le guiño un ojo y me retiro corriendo.
No miro atrás porque ya tengo muchos nervios por lo que él hará ahora. Por un momento creí que Ry me rechazaría con gritos y amenazas, pero lo que obtuve fue mucho mejor de lo que esperaba, tanto así que quiero mucho más ahora.
– ¡Hey, tomaste tu tiempo! –exclama la voz de Tom cuando llego a la camioneta.
– Sí, tenía que despedirme –respondo sonriendo.
– Ya veo –me mira enarcando una ceja– Así que lo que “Max-lo-sabe-todo” dijo, es verdad.
– Si lo dijo Max, obviamente es verdad Tom –pongo los ojos en blanco y subo a la camioneta.
– Saliste del armario –dice.
– No, salí del edificio –respondo haciendo rugir el motor a la vida– Ese que está por allí –señalo el lugar del cual salí.
– Me refiero a que pateas para el otro equipo –repone mirándome con cara de pocos amigos.
– No juego futbol, Tom –respondo molesto– Lo sabes… oye ¿Piensas subirte o no? No tenemos todo el maldito día.
– ¡Voy, voy! –exclama subiendo– Eres tan idiota –susurra.
– Te escuché –digo poniendo la camioneta en marcha.
– Tan idiota pero con los sentidos muy desarrollados, para mi mala suerte.
– Oh, qué mal –me burlo estacionando en la entrada del edificio.
– Te decía…
– ¡Allí viene Max! –exclamo interrumpiéndolo– ¡Rápido, hazle un espacio!
– Ya voy –responde Tom con parsimonia.
Max corre dentro de la camioneta con la rapidez de un ladrón, apretujando a su paso a Tom que se ve fastidiado por ser el que va en el medio.
– ¡Arranca, arranca! –grita Max golpeando el salpicadero con las manos.
Acelero a fondo y en pocos segundos ya voy sobre los cien kilómetros por hora.
– Tengo una pregunta –dice Tom unos minutos después de mi arranque digno de una película de acción.
– ¿Siiiii? –digo concentrado en la carretera.
– ¿Por qué debemos ir tan rápido si nadie nos persigue?
– ¿Qué? –digo mirando a Tom y luego a Max.
Reviso los espejos retrovisores y veo que no hay ni una maldita alma tras nosotros.
– ¡Maldito! –exclama Max golpeando a Tom en el estómago– ¡Hiciste trampa!
– No quiero perder tanto dinero –responde sacando su cartera.
– Fueron cinco minutos –demanda Max– Apostamos diez por cada minuto…
– Ten –le tira varios dólares– Cincuenta dólares –.
Max ríe y guarda el dinero. Tom se ve molesto y yo solo estoy muy, muy enojado.
Freno el auto en seco luego de haberme puesto el cinturón de seguridad, y hago que ambos se peguen en la cabeza con el salpicadero en frente. No puedo evitar reír a carcajadas cuando los veo quejarse de dolor.
– Para que aprendan a dejar de hacerme bromas y hacer apuestas a mi costa –digo haciendo andar la camioneta de nuevo.
Ambos mascullan maldiciones y amenazas, pero no les hago caso porque todos sabemos que si alguno trata de enfrentarme, los tiraré por una ventana. Y no bromeo.
– ¿Llamaste antes de salir? –pregunto a Max unos minutos después, cuando ya se han calmado.
– Sí, él quedó hablando con una tal “Dean” –responde.
– Bien, ¿Y tú, Tom? ¿Pusiste las cámaras?
– Todo listo y en línea –responde sacando un portátil.
– Perfecto –sonrío.
– ¿Tú pusiste el localizador? –me dice Max.
– Síp –.
Guardamos silencio el resto del camino y cuando llegamos a la ciudad, nos bajamos de la camioneta junto a nuestras pertenencias.
Nos despedimos luego de ponernos de acuerdo con los últimos detalles del plan, y después cada uno se va por su lado con una instrucción distinta a realizar.
Como soy el único que corre peligro, tuve que crear identificaciones y permisos de conducir falsos, así que voy a un hotel y pido una habitación por dos días. Una vez allí, tomo una ducha y luego me tiro sobre la cama.
Trato de ignorar el sentimiento de abandono y soledad… aunque mejor decido acostumbrarme a ello porque eso será lo que me acompañará por dos largos días…
Mi teléfono vibra sobre la mesa de noche y leo el mensaje.
– “Nate, idiota. Lo que te decía antes era que Max me dijo que al fin descubriste que eres gay!! Bienvenido al club ¿Quieres que salgamos luego de que todo se calme?” –.
Leo el mensaje dos veces porque no es de un número que conozca, y cuando descubro que es de Tom, me enfado al nivel “hijo-de-puta-te-mataré”
– “Piérdete, imbécil. Ni loco saldría contigo. Eres mi maldito amigo y planeo que continúe así, gracias. Ahora deja de molestar y nos vemos en tres días” –.
Envío el mensaje y apago el móvil para no recibir más idioteces. Lo que me faltaba. Tom invitándome a salir. Eso nunca pasará con él. Lo conozco la misma cantidad de años que conozco a Max. Son mis mejores amigos.
Maldición, Tom.
Me enteré de que él era gay hace dos años y nada cambió entre nosotros. No encontré raro que se preocupara por mí, y tampoco encontré raro que cada vez que yo comenzaba una relación con una chica, él me ignoraba por varios días…
¡Mierda! ¡¿Qué tan idiota puedo llegar a ser?!
¡Ahora lo veo! Tom me ve de una manera romántica, no me ve como un amigo… ¡Y yo nunca me percaté de ello! Continué actuando de forma normal y tal vez le di esperanzas cuando no había ninguna.
Soy patético.
Estoy comenzando a sentirme algo deprimido… aunque ya no importa nada de eso. Todo lo que conocía y conozco, hoy acaba de cambiar y quizás no vuelva a ver a Max ni a Tom en un tiempo. Tampoco a mis padres…
Solo espero que valga la pena, si no es así, definitivamente voy a violar a Ry. Lo juro.
Sonrío mirando hacia el techo. Esa idea me gusta mucho…
Mi GPS suelta un pitido largo y tengo la señal que esperaba: el plan está en marcha.
El objetivo está en movimiento.
“Buena suerte, Ry”