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Cuando dos almas se reencuentran por kurerublume

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Notas del capitulo:

Dos semanas y espero que la espera valga la pena, me esmeré por que fuera algo largo, algo. Les mando un abrazo, y un saludo a Mariela por seguir este fic y a la otra personita :3 Muchas gracias por su apoyo.

-¿De qué hablas?- tenía que mantenerse tranquilo

-Que si te divertiste en clases, seguro fue muy difícil mantenerte alejado de tu amor. En serio no entiendo cómo se llegó a esto. ¿No has pensado que tal vez sólo te está usando? A estas alturas es muy común querer probar. No creo que tú seas de esos, y no creo que te guste ser usado- el azabache cerró sus puños, aquellas palabras generaron en él algo lejos de la tristeza… satisfacción, porque sabía que aquellas palabras a pesar de tener por objetivo el herirlo, no lo lograron. Estaba seguro que Kazuno no era de esos y que sus sentimientos no podían ser falsos.

-Bueno, tal vez soy yo el que está probando. ¿Eso a ti en qué te molesta?

-Sophie es mi hermana idiota, es obvio que me moleste por tu culpa, se veía tan feliz al lado de ese rubio y ahora ya no. Sigue siendo la misma por fuera pero… sé que está triste, dolida. Y pensar…que por ti-apretó sus puños- por un chico.

-¡Basta! No quiero seguirte escuchando, eres homofóbico, no me importa. Deberías saber que tu hermana es fuerte, sólo la conocí una vez y pude notar aquel brillo que ella emanaba, esa seguridad y personalidad que seguro a más de uno ha fascinado. Por eso..

-Pues hasta que vuelva a ver ese brillo en ella, me aseguraré de que no disfruten nada.

-Bien, asegúrate entonces de ello. Con permiso- Antes de que el otro pudiese articular palabra alguna, le dio la espalda y se fue en dirección a su casa. Estaba tan molesto por la inmadurez del otro que simplemente no podía seguir escuchándolo. Quería calmarse, necesitaba ver…verlo.

Se aseguró que nadie estuviera siguiéndolo, le mandó un mensaje a Kazuno, en algún punto ya había conseguido su número, era lo mejor. El rubio le contestó que podía ir a su casa sin problema alguno, que lo esperaba. El corazón del azabache se aceleraba conforme se iba acercando a su destino, la casa de su…casi novio. Tocó y ahí estaba, con una reluciente sonrisa.

-Hola Kazuno

-Mizuki, pasa- y al cerrar la puerta siguió con la conversación que apenas habían iniciado- ¿sabes? En cuanto recibí tu mensaje tuve que asearme un poco más, el entrenamiento de hoy fue bastante duro. Después de todo, estamos a dos meses de ir a la competencia nacional y Mizuki, hace días que no vas. Como capitán del equipo te pido que atiendas tus responsabilidades al ser parte de esto.

-Lo siento, estuve algo ocupado estos días, prometo ir a partir de ahora sin falta- bajó la mirada apenado- ¿es en junio?- el otro asintió, la competencia era justo una semana antes de acabar el último año y de irse a la universidad- bien, daré lo mejor de mí.

 -Excelente, me alegra oír eso. Y bien, ¿ha pasado algo? Debo admitir que me sorprendió un poco recibir tu mensaje.

-Yo sólo… quería verte- ¿qué estaba pasando? El rubio se mostraba algo extraño, y no como hacía unas horas, con aquel apasionado beso.

-¿Era eso? Bueno, aquí me tienes, así que…-levantó  el mentón del ojigris- obsérvame bien- le dedicó una sonrisa algo extraña, sus ojos brillaban.

El azabache sólo pudo sonrojarse aún más, paseando su vista por todo el rostro de Kazuno.  En definitiva, quería verle así a pesar de que el otro estaba bromeando, le encantaba el rostro del rubio, su voz, sus gestos, se sentía extraño, era embriagador para todos sus sentidos.  Al final fue el mayor el que no pudo evitar darle un casto beso en los nerviosos labios del otro.

-O..Otro, por favor- ante tal petición, Kazuno sólo pudo arquear una ceja, le resultaba curioso y extraño que el azabache le pidiera un beso. Después de todo uno acaba, a veces, acostumbrándose al rechazo. Sin pensárselo dos veces le volvió a depositar otro beso, una vez más ese contacto se dio sin ninguna prohibición.

-¡Vaya! Quién hubiera pensado que de repente te pondrías así. Me gusta- y abrazó al menor con mucho cariño, sonriendo.

-Me gustas Kazuno- apretó los hombros del mayor- me gustas demasiado- le depositó un beso en el cuello, y otro, y otro. Sin saber por qué comenzó a lamer esa superficie sin dejar de besarlo. En eso, una mano sujetó su cabeza.

-Tú también Mizuki. Pero, no hagas eso.

-¿No te gusta?- fijó su mirada en el rubio, expectante.

-Todo lo contrario, se siente muy bien, en especial cuando tú lo haces. Si gustas puedes pasar la noche aquí Akizuki… ¿qué? Mizuki, lo siento.- había evadido un poco la pregunta del azabache, si se sentía bien no tenía por qué haberlo apartado.

-Akizuki…

-Lo siento, es raro. No sé por qué a veces ese nombre me viene a la cabeza cuando te veo. Podría jurar incluso que así te llamas, aunque claro que no es.

-Comprendo, es lo mismo que me pasa a mí- ambos se miraron, comenzaron a reírse, atribuían ese error a la torpeza.

Esa noche no pasó a mayores, sólo el mismo sueño: conocían a alguien de quien prácticamente se enamoraban, eran enemigos y no importaba. Un río donde se entregaban por primera vez, una promesa. Problemas, cañones, guerra, amenaza… justo cuando iban a hacer el seppuku, cada uno despertaba. Primero el azabache, y después el rubio. Aturdidos y acelerados, odiaban soñar con ello, era demasiado deprimente, pues de verdad adoraban al otro, a la persona de su sueño.

Al día siguiente Mizuki se despidió de su amante, amigo… aún no sabría qué término usar para que no sonara tan mal. Una sonrisa embobada marcaba todo el rostro del ojigris, completamente enamorado y agradecido de las atenciones del otro, era tan amable, de verdad que era la persona más cálida que había conocido jamás.

Pasó un mes, los entrenamientos se volvieron más y más demandantes, los ataques del azabache y del rubio se transformaron en arte: precisos, rápidos y potentes. Pero dos semanas antes de que fuera la competencia, ocurrió algo, obra del siempre inoportuno y malicioso Ailer:

-El entrenamiento de hoy estuvo excelente. Recuerden que todos los días hay que practicar, los espero mañana aquí a las 10 am. Estamos a dos semanas, no podemos darnos el lujo de descansar- una especie de discurso por parte del rubio, todos estuvieron de acuerdo con él, pues los resultados se notaban y la mejoraba se buscaba día con día.

Todos comenzaron a irse a las duchas, todos se fueron. Akizuki y Mizuki iban saliendo apenas del gimnasio cuando un brazo rodeó al último. Este se asustó y volteó, cayendo en la negra mirada de Ailer.

-Hoy decidí esperarte, amor- ¿Qué?

-¿Disculpa?- cuestionaron al unísono el rubio y el azabache.

-Que hoy decidí esperarte mi adorado Mizuki- se acercó y le besó la mejilla al menor- en serio que este entrenamiento arduo nos ha quitado tiempo para hacer… cosas.

-Ailer ¿cierto?, ¿de qué hablas?- preguntó el rubio

-Oh Kazuno, qué inoportuno fui, pero como vi que ya terminó el entrenamiento pues decidí venir por mi novio. Estos días sin él a mi lado a cada momento han sido los peores- el azabache apretó sus puños, entendía a la perfección su plan.

-¿Cómo? Pero si… yo creí que… ¿Mizuki?- el aludido sólo pudo agachar la cabeza, estaba avergonzado, molesto.

-De verdad que me siento muy mal por esto Kazuno. Pero Mizuki y yo tenemos que hacer cosas…que hacen los novios. No me avergüenza admitirlo, pero a mi pequeño le apena decir que le gusta que le den, siempre rogándome por más, a él le gusta hacerlo sin condón y también…- no pudo terminar la frase, el menor lo abofeteó sin importarle nada más. Le habían humillado frente a su único amor, lágrimas comenzaron a recorrer sus mejillas, cerró los ojos. Cuando sintió una mano en su hombro sólo pudo comenzar a correr desesperadamente. No quería más humillaciones, no quería seguir con esto, odiaba a Ailer. Se odiaba por haberse dejado ser tan maleable.

Llegó a su casa, se recargó en la puerta de su cuarto, dejándose caer. Ocultó su rostro con sus rodillas permitiéndose llorar por tristeza y rabio, lamentando y maldiciendo hasta que se cansó. Sin saber qué había pasado con su rubio y el otro.

-¿Pero qué has dicho?-gritó con rabia Kazuno.

-Cielos, no sabía que se pondría así mi pequeño. Lamento las molestias, iré con mi novio a pedirle que me perdone, así que si me disculpas.

-¿Tu novio?

-Sí, creí que eran amigos y por eso te lo había dicho, pero bueno. Supongo que no siempre obtenemos lo que queremos, así que te agradeceré si mides tu distancia con Mizuki, siento que le ves con otros ojos.

-¿Disculpa?

-Lo que has oído. No me gustaría que las cosas entre nosotros se tensaran más. Además, a ti te gustan las mujeres, mientras que mi novio pues…es hombre y le encanta hacerlo. No creo que soporten una amistad así, apuesto que ya te lo has imaginado en cuatro o montándome- le dirigió una mirada maliciosa al mayor, esperando una reacción satisfactoria.

-La verdad es que sí me ha sorprendido bastante saberlo, pero no creo que una amistad pueda romperse por eso. Sin mencionar que, no deberías de decir cosas íntimas a los demás, ahí se ve el valor de un hombre. Y, has provocado que Mizuki llorara. Con permiso- ¡Espera! Esta no era la reacción que buscaba el pelinegro, se alejaba por mucho de lo que esperaba, tenía que seguir hasta joderlo por completo.

-No me dirás cómo actuar. Si yo quiero decir que a mi novio le encanta hacerme felaciones, ponerse en cuatro, ¡lo que sea! No tienes ningún derecho a detenerme porque no es tuyo.

-¡Es mío! ¡Es mi amigo! ¡Diablos, Ailer! ¿Te gustaría que yo comenzara a decir esas cosas de Sophie? Sólo porque ella estuvo conmigo, ¿me da el derecho a decir esas cosas? ¡Claro que no! A nadie. Comienza a reflexionar un poco más ¿quieres? A nadie le sirve que seas así- tomó sus cosas y se fue a su casa, demasiado dolido.

Al llegar simplemente se encerró en su habitación, una lágrima logró colarse de sus ojos. Ailer había hablado de más, ahora sólo podía imaginarse a su amado con esa otra persona, era perturbador, era lo peor que jamás le había pasado. Se sentía traicionado por el ojigris, seguro esa era la razón por la cual jamás quiso algo formal y llamarse “novios”. Pero es que, era…imposible, su amigo no era así.

Desde ese día la situación se tensó más de lo que antiguos altercados habían logrado, ya ni siquiera se dirigían la mirada. Uno por vergüenza y otro por tristeza. Mizuki comenzaba a sentirse más y más solo, quizás lo único bueno era que pronto se iría a la universidad, en Tokyo, había logrado un acuerdo para vivir a las afueras de este con un señor que alquilaba una pequeña casa. Muy pronto toda esta pesadilla terminaría, no quería volver a saber de nadie ni nada, ni siquiera su amor le miraba, tenía que volver a empezar… sin él.

Notas finales:

Bueno, no me odien jaja nos vemos el próximo jueves misma hora :)


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