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Cómo joder a tu ex. TERMINADO por Ritsuka27

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Notas del capitulo:

Hola!! si, como han leído les tengo capítulo doble o3o, así que disfrútenlo y muchas gracias por sus comentarios, me fascina leerlos y me impulsan a continuar con'esta obra, jeje. Bueno, el día de hoy veremos un poco más de Laura y Tania, y de cómo avanza su relación, así de un nuevo cambio en los sentimientos de las chicas y unas cuantas aclaraciones de lo que sienten la una por la otra. Personalmente me he enternecido escribiendo, así que espero disfruten tanto como sho xD, 

Capítulo 12

 

De acuerdo. Confieso que estaba llorando un poquito debido a las circunstancias. O quizá no era sólo eso. Darme cuenta de que era incapaz de engañar a Laura con Camila fue toda una bomba para mi corazón. Y lo más irónico y estúpido es que mi ex es precisamente eso: una ex, y la novia de mi hermano. El deseo de estar con ella, de revivir esos hermosos momentos a su lado y la imposibilidad de hacerlo era como una daga enterrada en lo profundo de mi pecho.

—Fui una tonta —dije cuando Camila se sentó a mi lado y me tocó el brazo —. Tenía una bonita vida en la secundaria y Laura era una buena novia. Hacía todo por mí y yo simplemente la tiré como un pañuelo usado. Creí que podría hacer algo mejor con mi vida, y encontrar a alguien lo suficientemente bueno para mí. Un chico de preferencia, pero al parecer no soy capaz de escapar de mis verdaderos sentimientos. Ahora todo está arruinado.

Camila guardó silencio un rato y luego habló con calma.

—Sigue adelante.

—Lo dices tan fácil.

—Es así de simple. ¿Yo no te basto?

La miré. Sus hermosos ojos marrones lucían imperturbables, demasiado seria para la situación. Era como si su pecho fuera de hierro. Yo no quería estar con alguien así. Necesitaba de Laura. Respiré despacio y hondo para calmarme.

—Es difícil darse cuenta de los errores.

—Si no hubieras dejado a Laura nunca hubieses sabido que era un error. Son cosas que tenías que cometer para darte cuenta de la verdad.

—¿Y qué quiere decir eso? ¿Cómo me ayuda?

—No lo hace, por lo que veo. ¿Quieres que te lleve a casa?

—Es lo mejor.

Junté toda mi ropa mojada en una bolsa y esperé a que Camila se cambiara. En el trayecto a casa no cruzamos muchas palabras porque tanto ella como yo estábamos impactadas con lo sucedido. Ella me había confesado sus inclinaciones y su gusto por mí. Yo la había rechazado y aceptado que quería mucho a Laura. Análogamente fue como si una presa se liberara y ahora yo estaba siendo arrastrada por la desesperación.

—Gracias por la hospitalidad.

—Anda, ve. Estarás bien —Camila sonaba como si se estuviera despidiendo.

—¿Seguimos siendo amigas?

—Sí. Y si quieres algo más, aquí estaré.

—Eres todo un misterio.

—Puede ser.

Bajé del coche al despedirme de ella con un beso en la mejilla. La lluvia finalmente estaba cesando, remplazada por una suave llovizna que picaba la piel. Entré a la casa esperando escuchar el ruido de alguien. Estaba en silencio y subí por las escaleras. Me aproximé al cuarto de mi hermano para ver si Laura estaba ahí, pero no la encontré. De hecho toda la casa estaba vacía. Me sentí un poco abandonada y patética a la vez.

En el colchón estaba la bufanda de Laura. La tomé en mis manos porque era tan suave que me recordaba a su piel. Deslicé la cálida lana por mi mejilla esperando sentir el aroma de mi ex novia, y realmente sí que estaba impregnada de su perfume peculiar. Fue una bella e indescriptible sensación, como si pudiera quedarme allí durante horas, imaginando que era su cuello el que yo estaba olfateando como una leona busca a su presa.

En el escritorio estaban algunos de sus cosméticos. Polvos, labiales y esmalte para uñas. Tomé su lápiz rosa y lo olí. Definitivamente tenía una fragancia tan exquisita que lo único en lo que pude pensar fue en su boca, y cómo nos besábamos. Fue difícil aceptar que realmente me estaba volviendo a enamorar de ella.

Y luego vi en el buró de la cama una foto de ella y mi hermano. Laura se veía tan feliz abrazada a él, que no fue difícil encontrarme rechazada y desplazada por Marco. Tapé su rostro con mi dedo e imaginé que la que estaba junto a Laura era yo. Y eso también fue doloroso.

De repente oí que alguien subía por las escaleras. Asustada, dejé todo en su lugar y me escondí en el armario de Marco. Cerré con cuidado la puerta justo cuando él y mi ex entraban y se tiraban a la cama. El corazón se me subió a la garganta y el pulso se me aceleró. Desde detrás de las celosías pude ver cómo Laura, montada sobre él, le daba flamantes besos en la boca. Marco le acariciaba la cintura y metía las manos por debajo de su blusa.

—Váyanse… —rogué en silencio. No quería ver qué iba a pasar en esa cama.

Mientras Laura se quitaba la blusa y el sostén de un tirón y la boca de mi hermano se cerraba sobre sus hermosos pechos, me puse a pensar en que yo no tenía una sola oportunidad de volver con mi ex novia. Podía ver lo suficiente como para advertir la cara de placer de Laura mientras los dientes de Marco le mordían las puntitas de los pechos. Incluso se reía de gozo.

Aparté la vista y sentí mucho odio hacia ellos. Laura era una mentirosa después de todo, pues a pesar de que me había besado y que aseguraba tener sentimientos hacía mí, no parecía indispuesta a las exigencias de Marco, ni a no dejarse llevar por la lujuria del momento. Y yo, rechazando la propuesta de Camila por ella. ¡Vaya tonta! Tenía tantas ganas de salir y de enfrentarlos. Sin embargo en ese estrecho armario con las puertas cerradas y escondida como la peor de las espías, me encontré paralizada, ingrávida y dolorida.

Laura se deshizo de la falda. Sus pequeñas bragas eran demasiado sexys, con encaje negro. Ahora ella estaba semidesnuda, luchando por quitarle la camisa a mi hermano. ¡Mi Dios! Lo iban a hacer por fin y yo estaba allí de vouyerista, incapaz de ver hacia otro lado sólo para tener una prueba de que Marco iba a quitarle la virginidad a mi ex novia. ¡No era justo! ¡Yo haría a Laura más feliz que él! Hervía de furia por dentro y estaba a punto de salir para detenerlos cuando fue Laura la que paró todo.

—Espera. No… no es el momento.

—¿Por qué? ¿Qué pasa?

—No me siento lista. Es todo.

La cara de decepción de Marco me hizo sentir bien.

—¿Segura que ese es el problema? Yo creo que sigues enamorada de tu ex.

Laura no contestó enseguida y me alegré de saber que yo sí seguía significando algo especial.

—No tiene nada que ver. Es sólo que no quiero quedar embarazada. Estoy en días fértiles y no traes condón.

Tragué saliva. De manera que por eso no era el momento ni el lugar. De haber sido otra circunstancia, Laura sí que habría aceptado que Marco hiciera de todo con ella. En el fondo, aunque triste por saber eso, me alegré de que no llegaran a más.

Laura se colocó el sujetador y se vistió entera. Luego salió del cuarto. Marco se quedó acostado un ratito más y después también se marchó. Fue justo ese momento el que esperé para salir del armario y colarme a mi habitación con la velocidad de un rayo. Me tiré en mi litera y me envolví con las sábanas mientras sopesaba en lo que iba a hacer a partir de ahora.

Tiempo después, durante la cena, el ambiente era tenso y todo gracias a ellos. Se sentaron a mis costados, y yo, que había dormido como un tronco durante toda la tarde, me sentí caprichosamente bien de que se hubieran peleado por esa cuestión. A ningún hombre le gustaba que lo dejaran con las ganas, y los frenos de Laura fueron certeros y crueles. De sólo imaginar el dolor que Marco sentiría allá abajo me causó un poco de risa interna.

—Me mudaré a un departamento —anunció Laura mientras mi madre le servía más puré.

—¿Qué dijiste, querida? —preguntó mi mamá, a la cual la noticia no le vino bien.

—Es que he estado pensando que soy una carga y…

De alguna manera mis padres me echaron una mirada acerada, como si yo fuera la culpable de todo.

—Tania ¿qué le hiciste?

—¿Eh? Yo no…

—No es por ella, señora. Ni por Marco. Es sólo que quiero vivir sola durante un tiempo.

—Pero no tienes dinero y no confío en esos edificios. Quédate ¿o es que a caso se pelearon?

—No —se apresuró a decir mi hermano —. Si es decisión de Laura, está bien.

—Que duerma conmigo —eso lo dije yo sin medir las consecuencias, y no terminé allí —. Creo que lo que Laura necesita es una amiga.

Tanto Laura como mis padres pensaron que se me habría zafado un tornillo.

—Eso estaría bien —comentó Marco —. Quiero dormir en mi alcoba. La litera de Tania es incómoda y pequeña. Además siempre corro el riesgo de caerme.

—¿Te parece? Realmente no queremos que te vayas. Además somos responsables por ti.

Mi ex novia suspiró.

—Sí. Supongo que es una buena idea.

De manera que esa noche Laura tomó sus escasas pertenencias y se mudó a mi habitación. Eligió la litera de arriba y se subió de inmediato, quedándose callada durante un par de horas. Mientras tanto yo me reprochaba por haber cometido semejante tontería. ¿En qué diablos estaba pensando al sugerirle a Laura que viniera conmigo? Ahora yo no podía dormir sabiendo que ella estaba justo en el colchón de arriba.

—¿Tania? ¿Estás dormida?

—No.

—¿Te puedo contar algo? Es sobre Marco y yo.

—¿Qué pasa? —de hecho no estaba segura de querer saberlo, pero ella continuó.

—Bueno. Hoy casi lo hago con él. Por suerte me detuve. Le dije que no estaba lista para dejar de ser virgen, aunque en realidad yo no quiero estar así con Marco. Te dije que volviendo lo intentaría en serio, pero he estado pensando en que es justo lo contrario. No soporto estar engañándolo mentalmente. No cuando sé que tú y yo hemos hecho cosas indebidas.

—¿Tienes remordimientos?

—Sí. Marco no se merece nada de esto.

—¿Es por eso que de detuviste?

—Sí. ¿Qué más podría ser? ¿A caso tú no te sientes igual?

Realmente no me sentía para nada igual. Pese a que sí tenía culpa en cierta manera, mis sentimientos por Laura eran más grandes e intensos. Volvían a nacer los muy condenados. Por otro lado, ella sí que quería a mi hermano y la razón de que se detuvieran en la cama no fue porque ella tuviera sentimientos hacia mí. Más bien era justo lo contrario. Fue allí donde me di cuenta de que recordar mucho a una persona no significa que la queramos a nuestro lado. Y yo, para Laura, ya era historia.

—Haz lo que quieras —me acomodé entre mis sábanas y apagué la lámpara —. No me importa.

Otra vez me puse a llorar.

Al día siguiente me desperté con algo parecido a la resaca. Las piernas las tenía de plomo y los párpados pesaban como el hormigón. Fue duro levantarse y comprobar que Laura seguía durmiendo en mi litera. Tenía la apariencia de un ángel caído, tierna y dulce. Deseé tenerla sólo para mí. Los celos terminaron por despertarme del todo, y cabizbaja bajé a desayunar.

La casa estaba vacía a excepción de nosotras. Todo transcurría en silencio como los pensamientos de mi cabeza, que en esos momentos estaba deseando olvidarse de todas las emociones concernientes a mi ex. A pesar del sufrimiento que eso me suponía, y de los celos, la culpa y las decepciones, me mantenía firme en mi resolución de no acercarme a Laura buscando reanimar lo nuestro. Si ella tenía problemas con mi hermano, que los arreglara sin mí.

El amor que yo le tenía necesitaba ser asesinado.

La puerta de la entrada sonó y bostezando fui a ver sin importarme que para ese momento estuviera vestida sólo con un camisón. Abrí. Era Joshua.

—¿Mala noche?

—¿Tú? ¿Qué haces aquí? ¿Cómo me encontraste?

—No fue difícil. Se dónde viven las amigas de Camila. Te ves un poco… desalineada, aunque debo admitir que tienes una bonita figura.

—Lo tendré en cuenta. ¿Y? ¿Te ayudo en algo?

—Esto es tuyo —me tendió su libro: Sexo con los ángeles. Lo olvidé en el departamento de Camila cuando corrí de sus manos.

—Ah, gracias. Lo extrañaba. ¿Deseas algo más?

—No precisamente. Oye… ¿te gustaría salir a desayunar?

—Pues sólo he tomado café… un momento ¿me estás invitando a salir?

—A desayunar. Y pagarás la mitad de la cuenta.

—Bueno… no lo sé. ¿Camila estará allí?

—Puedo llamarla.

—No, no — me apresuré a decirle. Sepa Dios qué pasaría si Camila me ve comiendo con su hermanastro. Por otro lado, salir con Joshua podría ser entretenido y lo que necesitaba era precisamente eso: dejar de sentirme desdichada por Laura y culpable por Marco. Lo miré. Él sonrió —. Bien. Espérame un rato. Pasa y siéntate.

Subí al baño para lavarme la cara y quitarme esas terribles fachas. Luego encontré algo en mi armario qué ponerme para una salida matinal y le dije a Laura que iría a comer con un amigo. No sé si me escuchó o sólo gruñó para que cerrara la boca. De todos modos hice como que no me importaba dejarla sola y bajé a la sala. Joshua estaba leyendo su propio libro.

—Estoy lista. Creo que debería de esconder eso. Es un poco erótico y mis padres se sacarían de onda si lo leen.

Lo tomé y subí para guardarlo en mi cajón. Volví enseguida.

—¿Nos vamos?

—Andando, que me muero de hambre. Por cierto, lindo vestido. Te ves tan virgen.

—Cierra la boca —le espeté riendo, y antes de cerrar la puerta a mis espaldas, miré hacia las escaleras. Laura estaba asomada, soñolienta. La saludé con un gesto de la cabeza y me fui con Joshua.

Capítulo 13

 Dejar sola a la pobre de Laura me supo mal, pero trataba de que eso no me importara y me concentré en Joshua, o al menos lo intenté. Era del tipo de chico bromista e interesante que tanto me atraía. Era guapo, bastante a decir verdad, y sólo pude imaginarme cómo podría vivir Camila con un sujeto así. Me estaba haciendo reír con sus ironías, su buen humor y sus ridículas historias de cuando él estaba en la secundaria.

Y sin embargo, una parte de mí no se sentía en total sintonía con él. Era como tener una espina pulsando en el pie cada vez que se daba un paso al frente. A mí me gustaba Laura. Eso era un hecho, y desaparecer ese sentimiento no era lo más fácil del mundo. Me puse a pensar en ella, en su rostro preocupado e inocente cuando me vio salir por la puerta. Quizá tenía planeado que desayunáramos juntas y platicar sobre nuestros problemas. Nunca lo sabré.

—¿Te sientes bien? —me preguntó Joshua cuando nos sentamos en una mesa de la cafetería —. Te noto más bah de lo usual.

—A penas me conoces, y sí, algo me preocupa.

—Son problemas amorosos ¿no?

—¿Cómo lo sabes?

—Veo esa cara en Camila todo el tiempo —ordenó un poco de café y huevos revueltos con jamón. Yo sólo pedí unos hotcakes con mermelada —. Además tú le gustas a Camila.

Casi me atraganté con mi propia respiración, y le miré asombrada. Una sonrisa divertida apareció en su rostro, mientras que yo me sentí tan indignada y poco segura de mí misma. ¿Es que Camila le había contado? ¿No tenía miedo de que su hermanastro la rechazara por sus gustos?

—No fue ella la que me lo dijo, claro. Lo intuí, aunque no es difícil de imaginar. La manera en la que te mira y cómo me advirtió de no acercarme a ti cuando te fuiste. Oh sí, se puso altamente celosa de lo nuestro.

—¿Lo nuestro?

—Es un chiste. Algo que las personas dicen para bajar la tensión.

Me sonrojé y le fulminé con la mirada.

—Pero tú no quieres a Camila porque te gusta alguien más.

—Bien, es suficiente ¿me espías o qué?

—Cariño, soy escritor. Me dedico a analizar a las personas y ponerme en su lugar ¿cómo crees que puedo escribir tanto?

Guardé silencio durante un buen rato y fingí juguetear con mi teléfono sin prestar atención a que Joshua, el maldito escritor, estaba acertando en todos mis secretos. Pobre de mí, creyendo que esto iba a ser sólo una bonita mañana con un muchacho sumamente atractivo. Ahora sí que quería estar de regreso en mi casa, comiendo con Laura y castigándome a mí misma por no poder estar con ella.

—¿Qué sabes tú de mí? ¿Para esto me invitaste?

—Realmente no —se encogió de hombros y fingió no verse afectado —. Sólo quiero preguntarte qué opinas de la novela que te di. Es erótica ¿no? Claro que no cae en lo vulgar ni es obscena. Hasta donde has leído debió de parecerte fascinante.

—Bueno… sí, es buena —al menos habíamos cambiado de tema de conversación —. Me gusta la forma en la que describes el paisaje. Deberías de buscar una editorial y dejar de imprimir tus trabajos por tu cuenta.

—No es tan sencillo. Hay mucha burocracia y honestamente creo que me gusta más ser algo anónimo. No soy muy bueno con eso de tratar con ejecutivos o hacer contratos.

El resto de la mañana transcurrió para nosotros hablando sobre esta clase de temas sin mucha relevancia, pero era preferible que platicar de mis problemas con alguien casi desconocido. Además me alegraba que él supiera que su hermanastra tenía sentimientos por mí. Eso lo mantendría al margen de querer intentar algo más, aunque en cierta manera yo quería que me diera indicaciones de que yo le gustaba. No es que deseara algo con él… sólo… no estaría mal sentirme anhelada por un hombre.

—¿Disfrutaste de la comida? ¿Quieres ir a alguna otra parte?

—Prefiero regresar a casa.

—¿A estar con la novia de tu hermano?

—Eres la persona más entrometida que he conocido. Y sí, prefiero mil veces estar con ella que con alguien como tú que trata de meterse en mis asuntos privados —hice ademán de levantarme e irme esperando a que Joshua dijera algo así como “lo siento, no te vayas”. Se quedó quieto, sonriendo mientras bebía su café —¿Qué? ¿Por qué me ves así?

—Puedo ayudarte.

—¿A qué?

—A que Laura esté contigo.

Me volví a sentar. No es que me importara. Sólo… era curiosa.

—¿Y cómo harás eso precisamente? Porque no tengo intenciones de interferir en el noviazgo de mi hermano.

—¿Y si tu hermano interfiere con el mismo noviazgo?

—¿Cómo? Él ama a Laura y no creo que quiera…

—Somos hombres.

—¿Y qué?

—Que en el lenguaje de los hombres nos conocemos. Estoy diciendo que en un dos por tres puedo averiguar si él está realmente enamorado de Laura.

Me reí, no con malicia, sino con burla hacia su idea.

—¿Crees que conoces mejor a mi hermano que yo? Eso debe ser interesante.

—¿Quieres apostar? ¿Está en casa?

—Bueno, salió al trabajo. Llega por la tarde.

—Perfecto. Iré a visitarte. Fingiré que soy tu enamorado ¿cómo crees que él reaccione?

—Pues conociéndolo te invitará a salir para evaluarte.

—Menos mal. Entonces ¿te veo a las seis?

Acepté. Y no fue porque de verdad quisiera saber si Marco estaba interesado en Laura realmente, sino para demostrarle al estúpido de Joshua que el amor no es algo que se puede medir, y aunque me jodiera admitirlo, tanto Laura como mi hermano hacían una pareja muy buena viera por donde se viera. Además, por favor ¿él sacarle información a mi hermano? Eso sí que no me lo creía.

Volví a casa sintiéndome algo bien conmigo misma por proteger la relación entre Laura y Marco. No obstante ese sentimiento se fue cuando encontré a mi ex novia llorando en la mesa de la cocina. Mi primer pensamiento fue irme y dejarla sola con su dolor, porque un acercamiento en ese estado sólo me invitaría a consolarla, y en consecuencia unirme más a ella, que era precisamente lo que deseaba evitar.

Cabe decir que no pude hacer lo anterior. Laura me necesitaba. Yo era su cuñada en cierta manera y también la persona que más la había amado y la que mejor la conocía. La parte más sensible de mi corazón se apoderó de mí, y tímidamente le puse una mano en la espalda.

—¿Qué ocurre?

—Volví a pelear con tu hermano.

Cruelmente me sentí bien por los problemas en el paraíso.

—¿Y ahora por qué?

—Es un imbécil. Sale temprano del trabajo y prefirió irse con sus viejos amigos que venir aquí. Pensábamos en salir a almorzar. Me lo prometió desde ayer y resulta que me cambió por esos tontos que nada bueno le han de aportar.

Tristemente Laura tenía razón. Antes de mudarse, Marco pertenecía a un grupo de chicos desenfadados y algo vagos que iban de aquí para allá siempre de fiesta. En muchas ocasiones mi padre lo reprendió por llegar tarde a casa, oliendo a cigarrillo y quizá a otra clase de narcótico. Fueron los peores años de mi hermano y en los que más distanciada de él me sentí. A mí tampoco me alegraba la idea de que se fuera con ellos, no cuando su futuro era algo más brillante que la de esos tipos que ni siquiera trabajaban.

Acaricié el brazo de Laura y le sequé las lágrimas con mis dedos.

—Cariño, está bien. Déjalo. Ya se dará cuenta de que es mejor pasar el tiempo contigo que con ellos.

—Lo entiendo. No los ha visto en mucho tiempo y nosotras ya salimos con Ximena y Camila. Es sólo que duele sentirse un poco desplazada.

—¿No crees que estás siendo un poco dramática?

—¿Sabes qué me dijo? —me miró con cara de indignación —dijo que yo no era tan importante en su vida como para hacer siempre lo que yo quiero y que ya se estaba cansando de tantas negativas mías con respecto al… sexo.

—¿Te está presionando?

—Un poco, y me molesta que sólo piense en eso. Yo también tengo mis momentos de calentura, cierto. Él no se sabe controlar. Solamente le doy unos cuantos besos y ya está metiéndome mano. En cierta forma es… obsceno. No lo sé. ¿Soy una mojigata? Él dice que seré de esas chicas que llegará virgen al matrimonio.

—¿De verdad Marco te dice todo eso?

—Bueno, nunca dejes a un hombre con las ganas. No creo que todos sean iguales, pero al menos Marco ya está empezando a propasarse. Tiene que entender que un no es un no.

—Entonces deja de besarte con él. Es más. Ni siquiera le abraces. Ponte en tu lugar y se firme. Ya hablaré con él. Nadie te puede tocar si tu no quieres. Es más. Ve y cuéntaselo a quien más confianza le tengas.

Laura se rió dulcemente y se limpió los ojos.

—Lo siento. Estoy cerca de mi periodo y me siento tan frustrada por todo. Incluso me puse a llorar por los gorilas que matan en la selva de África. Los vi en las noticias y… ¡Puta menstruación!

Ahora fui yo la que se rió de ella y sin poder contenerme más, la tomé de las mejillas y le di un suave besito de pico en los labios.

—Laura, mi hermosa Laura, tranquila. ¿sí? No pienses en mi hermano. Vale más la pena preocuparse por los gorilas. A mí me gustan. De hecho planeo estudiar veterinaria cuando pueda ir a la universidad, que será pronto ¿tú que quieres hacer?

—Lo mismo —dijo sorprendida —. Quisiera ayudar a todos esos animales de la calle para que encuentren un buen hogar. Pienso poner mi propio refugio de perros y gatos callejeros… o quisiera ser ingeniera ambiental.

—Eso es tan dulce —me sentí jodidamente conmovida. Tomé sus manos entre las mías y las acaricié como si fuera un bebé. Luego, incapaz de seguir mirándola directamente a los ojos, pegué mi mejilla con la suya sólo para sentir la línea mojada de las lágrimas que derramó.

Me di cuenta, mientras frotaba mi rostro con el suyo, de que estaba empezando a odiar a Marco. ¿Cómo podía ser mi hermano tan insensible con ella? Para Laura su periodo era de total tormento porque todo la ponía sensible. Yo más bien me enojaba y soltaba gruñidos a cada rato. En muchas ocasiones, cuando éramos novias en secundaria, todos esos primeros cambios hormonales nos hacían pelear a la menor provocación. Ahora que eramos mayores, sentí que incluso nos unía más. Ella la que necesitaba consuelo y yo la única capaz de dárselo sin ponerme a pensar en llevármela a la cama (que tampoco estaría mal).

Entonces los bracitos de Laura me envolvieron. Me sentí tan bien en muchos aspectos, como si nada más me importara. Ni mi hermano, ni Camila. Yo la quería a ella y sólo a ella. Fue imposible resistirme a la tentación y le di un beso en la boca. Duró sólo unos segundos y como siempre, ella se alejó.

—No debemos hacer esto.

—Mas bien no podemos —acepté, no sin cierto desconsuelo. La lógica indicaba que me separara de ella. Tristemente no supe cómo hacerlo, y si no podía besarla, sí la iba a acariciar, de tal forma que froté mi mano contra su mejilla —Lo siento, Laura. Es sólo que me muero de ganas por besarte.

—Vamos a ver televisión. Así nos distraeremos.

Nos sentamos en el sofá a ver las caricaturas de la mañana, aunque no por eso dejamos de hacernos ciertos arrumacos. Ella se recargó en mí, acomodando su cabeza en el espacio de mi cuello y mi hombro. Cuando respiró el aroma de mi perfume una oleada de escalofríos me invadió y dijo que olía muy rico. Le agradecí con un beso en la frente y la abracé más fuerte para que se pegara a mí. Subió sus pies en el sofá y durante toda la mañana permanecimos así de unidas.

—Laura ¿sabes que siento deseos por ti?

—No se nota.

—¿Tú los tienes por mí?

Guardó un poco de silencio.

—Me hace bien estar a tu lado. Siento que las cosas no van mal en mi vida. Y cuando me besas… no sé. Es como si por un momento todo volara en mil pedazos. Luego recuerdo a tu hermano y me siento terriblemente mal conmigo misma. Es normal ¿verdad? Tengo un compromiso con él, y no estoy siendo muy… fiel.

Quise decirle que estaba en lo cierto. Algo así de “Laura, aléjate de mí. No te quiero. Eres la novia de mi hermano ¡Dios! No puedes serle infiel y menos conmigo, que soy su hermana menor. Eres una zorra descarada que sólo le está mintiendo”.

Claro que en vez de eso me dediqué a darle besitos en la cabeza. De nuevo yo me sentía como la dominante de las dos, aquella que llevaba la batuta y marcaba el ritmo. Siempre detesté que le hicieran daño a Laura, aunque yo era una hipócrita porque resulté ser la que más la lastimara al dejarla desamparada hacía tantos años.

—Perdóname, Laura. No me di cuenta del error que cometí al dejarte. Tenías razón: estoy arrepentida.

Se sintió bien confesarle mis sentimientos. A ella le gustó oír eso, y me puso la mano en el vientre.

—Sigue.

—Pensé que podría encontrar a alguien mejor. Tonta de mí. Ahora estás con Marco y… yo me muero de ganas por estar contigo. No lo puedo olvidar.

Se separó de mi abrazo y me miró con ternura.

—Yo también me arrepiento. Permití que salieras de mi vida así como así. Aunque fue tu decisión. Una muy estúpida, por cierto, debí de ir tras de ti si de verdad me importabas.

—Entonces ¿olvidamos el pasado?

—Creo que es lo mejor ¿no lo crees?

—Sí, Laurita. Es lo mejor.

Y como recompensa volvimos a quebrantar la ley. Nos besamos en los labios, y ésta vez duró más tiempo el contacto, tanto que fue tan delicioso para las dos que al separarnos, en vez de estar apenadas y arrepentidas, estábamos sonriendo, y sin decir nada más, nos abrazamos y seguimos mirando la televisión. Creo que eso era todo ¿verdad? Ya no le iba a seguir dando vueltas al asunto: volvía a estar enamorada de Laura y ella parecía guardar algún sentimiento similar hacia mí. Nos atraíamos mutuamente. Sólo una persona se interponía entre nosotras, y deseé que las suposiciones de Joshua fueran reales.

Estaba pensando en esto justamente cuando se me antojó darle otro beso a mi ex novia. Laura lo correspondió con total naturalidad, e incluso me acarició la mejilla y luego siguió riendo con las caricaturas como si fuera una niña de primaria.

—Lo que estamos haciendo, Laura, está…

—Mal.

—Al menos lo sabemos.

—Pero no nos podemos detener.

—No.

—Estamos jodidas, Tania.

—Sin duda alguna.

En vez de llorar, nos reímos. 

Notas finales:

ewe, ese Andres que viene cada mes haciendo de las suyas jajaja, pobrecita Laura uwu, la comprendemos, y vaya que tiene muy buenos frenos vedad? ustedes que piensan? vale más los sentimientos de Laura o los de Camila. Yo creo que ambas chicas quieren a Tania a su manera, así que no hay forma de decir quién es mejor amando a quién o3o, pero creo que Tania es el tipo de chica que se ajustaría a cualquiera de las dos no creen? 

buenooo pues esos fueron los capítulos de la semana, xD y dirán omg le estas dando muchas vueltas, ya que se casen jaja, pero no se preocupen. En mi mente todavía queda musho shuri :p, así que nos veremos pronto y gracias por leer y por comentar sus opiniones ^ ^  


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