Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Cómo joder a tu ex. TERMINADO por Ritsuka27

[Reviews - 74]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Bueeno, no sé si leyeron los capítulos anteriores, pero aquí les dejo la continuación,

Capítulo 14

 


A medida que el día transcurrió, los acercamientos con Laura fueron variando de intensidad. De los besos pasamos a las caricias casuales, a decirnos palabras bonitas y a abrazarnos fuertemente mientras reíamos recordando los buenos momentos del pasado, cuando nuestra relación iba bien. De hecho, estábamos siendo unas excelentes novias y todos los problemas que tuvimos los enfrentamos como pareja. Claro que éramos unas niñas de secundaria y todavía no conocíamos nada del mundo real, pero con Laura, en esos tiempos, sentí que podía superar cualquier obstáculo que se me pusiera en frente, pues ella era como una batería que me mandaba calor con cada roce de su piel, o con cada caricia de su boca.


Me acerqué a la cocina. Ella estaba preparando unas palomitas de maíz en el microondas. Sus ojos se fijaban en el plato que giraba dentro del horno, así como los míos estaban puestos en la delgada esbelta silueta de su espalda y en cómo su pelo rubio caía en forma de cascada por un extremo. Me hizo recordar todas las veces en las que le había acicalado el cabello con mi cepillo. La peinaba a mi gusto con una o dos coletas, o le ponía un moño y le decía lo hermosa que se veía. Ella soltaba una risita tierna y poco después me entregaba un beso.


¡Maldición! Laura y yo nos divertíamos mucho. ¿Por qué las cosas tuvieron que salir mal? Y casi inmediatamente obtuve mi respuesta: porque yo lo eché a perder. Y sí. Ahora mismo estaba algo arrepentida por haber dejado que esa relación tan bonita se muriera. Sin duda era de los peores errores que jamás había cometido, y darme cuenta de ello hizo que me dieran ganas de llorar.


Laura se giró de repente, como si sintiera el peso de mis ojos sobre ella. Yo me apené y volví a la sala. Me encontraba muy nerviosa a pesar de que no era la primera vez que estábamos solas. Era igual que sentirse presa y tener la llave de la celda justo en frente y no poder tomarla por temor a que algo malo sucediese. Mis instintos clamaban por un poco de ella, por besarla, hacerla sentir bien y capturarla sólo para mí.


—¿Te sientes bien? —me preguntó cuando se acomodó a mi lado y recargó su cabeza en mi hombro —. Me estabas mirando raro.


—Sólo recordaba cómo era nuestra relación antes de terminar.


—Te arrepientes ¿verdad? Ya te dije que yo también, aunque es tarde para intentar solucionarlo.


Me dolió un poco que dijera eso. Yo quería que las cosas se calmaran, que nos volviéramos a querer y perdonáramos todos nuestros errores. Laura afirmaba que el pasado no importaba tanto como el presente, no obstante yo sabía que una parte de ella me guardaba rencor. Una mancha funesta en nuestro historial como ex novias y yo deseaba borrarla y comenzar de nuevo. Mi consciencia me lo pedía a gritos.


Laura se metió un puñado de palomitas a la boca y masticó en silencio. Por la forma en la que miraba la televisión, me di cuenta de que más que disfrutar de la película, estaba inmersa en sus propios pensamientos. ¿Ella también estaría considerando en volver conmigo? ¿Le gustaría que hiciera algún movimiento importante? Casi, casi me olvidaba de que pese a todos nuestros sentimientos, ella seguía siendo la novia de mi hermano, y por lo tanto estaba prohibida para mí.


Como si invocara a Marco, él regresó a la casa. Laura se tensó. Él se detuvo en la sala y durante un instante se echaron una mirada de acero, como dos generales de bandos diferentes jurándose muerte en el campo de batalla. Vi cómo mi hermano arrugaba las cejas y luego se iba a grandes zancadas a su habitación. Laura suspiró y se alejó hasta el otro extremo del sillón, sumida en pensamientos tristes y traicioneros.


—Todavía le quieres ¿verdad? —me aventuré a preguntarle.


—Sí.


El corazón se me encogió como una ciruela y el dolor me llegó hasta la garganta. Si algo hacía sufrir a Laura, también me lo hacía a mí y yo era la que siempre trataba de solucionarlo por las dos. En otras circunstancias lo habría hecho sin pensar, remover el veneno que la ponía mal. Sin embargo el contexto era diferente ahora, ya que ayudarla a solucionar las cosas con mi hermano haría que me separara un poco de ella, y eso también dolía.


Laura sollozó y se limpió los ojos.


—¿Por qué los hombres son tan difíciles de comprender?


La pregunta no iba dirigida a mí, pero tenía razón. Laura no era la única que la estaba pasando mal en cuanto a sus preferencias sexuales. En la secundaria ella se había denominado como una amante de las chicas y siempre hizo caso omiso de los muchachos que trataban de enamorarla. Alegaba que el cuerpo de los hombres no le atraía en lo absoluto y que ninguno de ellos podría hacerla sentir bien ni obligarla a derramar lágrimas. La ironía era tan evidente que casi parecía un chiste.


—Iré a hablar con mi hermano.


—No es necesario.


—Lo es.


Antes de que me diera tiempo de arrepentirme, subí las escaleras y entré al cuarto de Marco. Normalmente él ponía llave, pero ésta vez la puerta estaba entreabierta, como si esperara a que alguien subiera para charlar con él. Oía música con sus audífonos y descansaba sobre su cama. Ni siquiera se había quitado los zapatos.


—Oye ¿estás bien? —Le moví el hombro para despertarlo. Marco dejó su Ipod a un lado.


—¿Qué pasa? —dijo con tono neutral.


—Sobre lo de Laura ¿están bien las cosas entre ustedes?


Exhaló sonoramente.


—No lo están. La verdad es que me estoy hartando de ella.


—¿Por qué? —me planteé en reclamarle por haberla forzado a tener sexo.


—Siento que no le doy suficiente. Ella de seguro tiene en la mente a su ex pareja y le cuesta tanto olvidarla que ni siquiera es capaz de decir que me ama. Argumenta que con quererme debería de ser suficiente. Yo sólo pido un poco más.


— Debes darle tiempo. Laura es una chica tímida.


—Lo dices como si la conocieras bien.


De hecho era verdad, sólo que no podía decirle a Marco que ella y yo nos habíamos comido la boca a besos cuando estábamos en la secundaria.


—Creo que necesitas hablar seriamente con ella y arreglar las cosas. Laura está triste.


—¿Te ha contado algo?


—Que se pelearon. Dice que eres un tonto.


Marco sonrió con tristeza.


—La verdad no estoy seguro de si querer seguir con nuestra relación. No es la primera vez que peleamos por eso. Cuando ella habla de su ex como la persona más maravillosa del mundo… bueno, es lógico que me sienta mal ¿no lo crees? Me dan ganas de decirle que cierre la boca. Incluso quisiera encontrar a ese otro hombre y darle unos buenos puñetazos.


—Ay, Marco. No vale la pena pelear por algo así —una muy pequeña parte en mi interior se estaba riendo. Si él supiera que esa desgraciada ex pareja era yo, su propia hermana menor, de seguro el mundo se le caería a pedazos.


—Tú eres mujer. Pregúntale si siente algo por su ex y trata de convencerla de que el pasado ya no tiene relevancia.


—Lo intentaré, aunque tú no deberías de forzarla a olvidar sus relaciones anteriores. Son recuerdos muy importantes y si Laura todavía guarda algún sentimiento por esa… pareja, no eres quién para obligarla a sentir algo diferente. Tienes que conocer tu lugar.


—Eres pésima dando consejos. Quiero ser el único para Laura, tanto en su mente como en su corazón. Soy su novio ¿qué tiene eso de malo?


Apreté los dientes. La estupidez de Marco comenzaba a cansarme y me molesté por su estúpida idea de hacer que Laura olvidara a su ex. ¡Su ex era yo!


—La obligas a tener sexo —farfullé con la cara roja. Marco me miró con evidente sorpresa y también enrojeció.


—¿Ella te lo contó? Es el colmo.


—Sí. Me dijo que la estás presionando y eso no se le hace a una mujer. Tienes que respetarla. Si le pones un dedo encima sin su consentimiento, lo que estás haciendo es violarla.


—Pues dile que deje de calentarme. Ella viene, se me embarra y empieza con sus mimos, y cuando me tomo en serio la situación… ella se acobarda.


—¿No has pensando que lo que realmente quiere es cariño y no que te la lleves a la cama?


—¿Qué? Eso no existe.


¡Ay! ¡Eres un imbécil! Deseé gritarle y darle un par de bofetadas. ¿Cómo puede mi propio hermano ser un hombre de mentalidad tan machista? Por otro lado es cierto que Laura debería de dejar de jugar con fuego. Cambio de opinión: los dos estaban locos.


—Ve y discúlpate con Laura.


—No lo haré hasta que ella lo haga primero. No he sido yo el del problema. Es ella que no se decide. Ya ni sé si vale la pena seguir juntos.


—Bien, termínala.


Eso me salió de la nada. Fue como una fuerza que actuó por sí sola al ver una posible oportunidad de quitar a mi hermano del juego y quedarme a Laura sólo para mí. Por un momento creí que Marco me daría una cachetada por decir semejante estupidez, pero su silencio y su mirada ausente me dieron a entender que realmente estaba pensando en terminar con Laura.


Me alegré y a la vez me enojé.


—Quién sabe qué pasará, Tania. Creo que lo mejor será poner un poco de distancia con ella. Al menos tiene en ti a una amiga y eso no está del todo mal. Puede que… terminar con ella sea una posibilidad. Cada vez que me besa siento que está pensando en su ex y no puedo seguir así. Yo me he olvidado de todas mis novias, que no han sido muchas, por cierto. Laura es totalmente diferente a las anteriores chicas con las que he estado. Es tan… especial, original y amorosa.


Incluso yo estaba de acuerdo con eso. Miré a Marco y durante un segundo deseé que no terminara con Laura, pues tal y como yo, él se iba a arrepentir. Por otro lado yo sí que era capaz de hacerla feliz.


Le di una palmada en la espalda y salí de su habitación sintiendo que había metido la pata en algún momento, pero no supe en cual.


Por la noche, en la cena, la tensión entre nosotros tres era palpable, y mi madre que era una experta en notar cuando las cosas iban mal, se la pasó tirando pequeñas preguntas indirectas para saber qué demonios nos estaba ocurriendo. En primera ella siempre me miraba a mí como la mala, pues hasta donde sabía, yo no consideraba a Laura como ser humano. A sus ojos yo era la desgraciada hermana menor que detestaba a su cuñada. Marco y su novia se mantuvieron distantes e intercambiaron tan pocas palabras que parecían dos completos desconocidos. Ambos se veían tristes y yo, en medio de ellos, no encontraba a quién apoyar.


Toda la tensión se mantuvo hasta que terminamos de ver una película en familia. Marco se encerró en su alcoba y mis padres se quedaron en la sala a tomar un poco de vino. Laura yo yo subimos a nuestra habitación y nos tiramos cada una en su litera, con los ojos cerrados y pensativas sobre el mismo tema en relación con mi hermano.


—Creo que Marco quiere terminar conmigo.


—¿Qué te hace decir eso?


—El instinto femenino me lo grita. Y el orgullo me dice que antes de que él me corte, yo debo cortarlo a él. Ya sabes, para equilibrar las fuerzas del universo.


Me reí un poco y apagué la lámpara.


—Descansa, Laura. Mañana será otro día.


—Lo sé.


No supe en qué momento me quedé dormida, pero sí que me desperté cuando alguien se metió a mi cama. Di un brinco de susto.


—Soy yo, mensa. No puedo dormir allá arriba.


—¿Y por eso vienes a levantarme? La litera es individual, Laura. Ve a la tuya.


—Anda, hazme un espacio.


Encendí la luz y nada más verla con sus diminutos shorts de pijama y su blusita de tirantes sin ninguna clase de sostén debajo, la libido se me encendió y deseé tocarla en cada rincón de su cuerpo. Como no podía hacer tal cosa ya que me consideraba mejor que mi hermano, acepté a darle un lado. Laura sonrió y se acostó muy cerca de mí, pues el espacio no permitía conservar mucha distancia.


No pude apagar la lámpara y permitir que la oscuridad se llevara la imagen sexy y dulce de mi ex novia. El corazón se me subió a la garganta y deseé con todas mis fuerzas que Marco no existiera en su vida; que ésta situación fuera algo natural en nosotras: dormir juntas, mirarnos con cariño y devoción.


En algún momento de nuestras mutuas contemplaciones, mi mano se posó sobre el vientre de ella, y sin dejar de mirarla, hice círculos con mi dedo alrededor de su ombligo. Los ojitos de ella brillaban y su cara enrojeció de vergüenza. Me acerqué un poco más. Mis dedos, como arañas, se deslizaron hasta un poco más abajo, metiéndose en sus shorts y buscando esa parte tan delicada de ella.


Los pómulos de Laura se hincharon cuando reprimió una carcajada. A penas logré tocar la entrada de su vagina cuando, sin poder resistirme a su calor, saqué la mano de entre sus piernas y la tomé de las mejillas para besarla con toda la pasión que había reprimido a lo largo del día. Descontrolada, me subí a horcajadas. La almohada cayó a un lado. El único sonido era el de nuestras agitadas respiraciones y de los chasquidos de nuestros labios al separarnos.


Las manos de Laura se posaron en mis caderas y luego me bajó el pantalón del pijama. Ya que yo no llevaba nada debajo, las yemas de sus dedos encontraron una cálida piel qué acariciar. Por un segundo creí que se detendría, aunque no fue así, y sin temor alguno, llevada por una lujuria impropia de ella, frotó sus dedos en la entrada de mi vagina. La ola de calor que se me descargó fue tan profunda que me quemó todos los nervios. Desde hacía años la única persona que me masturbaba era yo, y eso porque yo controlaba cada movimiento. Ésta vez era totalmente aleatorio, y Laura sí que sabía cómo mover los dedos alrededor de mi clítoris.


No pude seguir besándola porque deseaba gemir para liberar el éxtasis. Decidí imitarla y dirigí una mano a su entrepierna, pero como estaba justo encima, la posición eran de lo más incómoda. Así pues, Laura me alejó un poco. Se quitó sus shorts y la blusa. También se deshizo de la mía y nos giramos para vernos mutuamente, tan próximas que nuestras frentes se tocaban. Nos dimos un beso cariñoso en la boca, nos tocamos en la zona más caliente de nuestros cuerpos, y durante un buen rato nos masturbamos la una a la otra hasta que los orgasmos vinieron en sucesión.


No fue hasta que estuvimos más que satisfechas, que nos envolvimos con la sábana y tratamos de conciliar el sueño. Faltaban pocas horas para el amanecer, y no sólo iba a ser un nuevo día, sino que también sería otra etapa de mi vida.

Notas finales:

n-n


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).