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Cómo joder a tu ex. TERMINADO por Ritsuka27

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Decir que las cosas mejoraron después de eso sería mentir. No tuve los ovarios para subir y hablar con Laura, explicarle cómo me sentía y darle unos cuantos besos para que se olvidara de todo. Me pregunté a mí misma si lo que había hecho estaba bien o habría sido un error, un patético intento de querer terminar las mentiras que le estaba escondiendo a mi hermano. ¿A caso la solución había hecho más daño que el problema en sí? No deseaba ni pensar en eso.


Sin mucho que poder hacer, regresé a la cama y medité durante horas hasta que el sueño me venció, y todavía allí no me sentía a salvo de mi hermano y su mirada instigadora, de su amenaza cargada de furia. Abracé la almohada y di tantas vueltas que me caí dos veces del colchón. Así, dolorida física y emocionalmente, concluyó mi primer día en la casa de mi ex novia, y todo estaba saliendo al contrario de lo que se suponía.


Llegué a la conclusión de que no tenía nada que hacer allí, pues con toda seguridad Laura se encontraría mejor sin mi presencia rondando como un fantasma por su casa. Quería irme y quedarme a la vez. Hablar ya no nos conduciría a nada y mucho menos actuar. En total, yo estaba en un estado neutro, en el que mis sentimientos importaban una mierda y tenía que aprender a vivir con ellos.


Ya podía ver una depresión a la vuelta de la esquina.


Por la mañana bajé a desayunar. Laura ya estaba en la mesa bebiendo un jugo de naranja y estaba absorta en él. Ni siquiera me saludó cuando entré a la cocina y tomé uno de sus hotcakes quemados. Tuve que disfrazar su sabor con mermelada de fresa. Me serví un vaso de jugo y permanecí callada, fingiendo leer el periódico.


—Tania.


—¿Sí?


—Estuve pensando en lo nuestro. Creo que hacerlo me mantiene alejada del problema con mi abuela.


—¿Y a qué conclusión llegaste? —pregunté, fingiendo desinterés y leyendo mil veces el encabezado del diario.


—Bueno… tal vez lo de Marco y yo no hubiera funcionado del todo. Como tú has dicho el me quería llevar a la cama, y yo no soy una niña inmadura, o eso creo, que no puede ver las intenciones de un hombre. Al contrario. Yo sabía qué estaba pasando y sentía mucha curiosidad.


—La curiosidad no tiene nada que ver con el amor. Si ibas a entregarte a Marco, bien, pero asegúrate de amarlo. ¿Lo amas?


—No. No como yo creí que se debía de sentir. Lo que hubo entre nosotras fue más intenso y creo que se debió a que… bueno, las dos somos mujeres, en cierta forma sigue estando prohibido que nos amemos. Esa sensación de estar haciendo lo incorrecto le daba a nuestro noviazgo algo muy significativo. Cuando me terminaste, todo eso se acabó y creí que mi lugar no era al lado de una chica.


—Yo… también lo pensé así —dejé el diario en su lugar —. Terminarte fue una estupidez. Quería ir tras un futuro y no me di cuenta de que ese futuro me conducía a ti.


—Espero que entiendas que no puedo ser tu novia.


Bajé la mirada. Ésta vez yo iba a ser madura y no a armar un alboroto.


—Lo sé. Acabas de terminar con Marco, y tu abuela ya casi está con San Pedro. Además… está el problema de la distancia y eso. Sé que dicen que debo luchar por el amor… pero hay cosas que no puedo vencer.


—Mi abuela morirá en el transcurso de éstas semanas. Los doctores lo han dicho. Tengo… el alma rota en mil pedazos. Yo sé que se avecina una temporada muy fría para mí —a estas alturas, Laurita ya estaba llorando sin darse cuenta —. Cuando ella se vaya, una parte de mí morirá. Es un ser querido tan… importante. Incluso más que mis propios padres.


—Lo sé. Los abuelos son… especiales, aunque la mía no lo es tanto.


—Sé que me deprimiré. Me conozco bien. Necesitaré una amiga, no una novia. No esos dramas del amor, ni las peleas producidas por el romance. Espero que lo puedas comprender.


—Lo comprendo —. La verdad es que sí, un poquito, pero sí —. Y sabes que cuentas conmigo para lo que quieras, porque lo que siento por ti es intenso.


—Camila me mandó un mensaje diciendo que yo era muy afortunada por tenerte. Le pregunté qué quería decir y… —se sonrojó —, me contó que tú le gustas. La chica se lo tenía bien guardado. Le atrajo nuestra relación cuando estábamos en la secundaria y se acercó a nosotras por mera curiosidad. Terminó enganchada contigo. Me da risa que nunca nos lo haya dicho, ni peleado por ti.


—Bueno… supongo que no tenía forma de ganar. Tú eras más linda.


—Ahora es al revés. Reconozco que Camila es muy guapa, y el hecho de que sea capitana del equipo de voleibol sólo la hace más atractiva. Tiene un bonito color de piel, unas piernas increíbles, un busto muy bien formado y una cara que transmite paz. Ella tiene muy buenas cualidades.


—Hablas como si te gustara Camila.


—No lo digo por eso. Tania… si hubiera alguien en el mundo a quien te confiaría, sería a ella.


Dejé mi quemado hotcake a un lado.


—¿Qué estás diciendo? —pregunté con cautela.


—Que… deberías intentarlo con Camila. Yo no puedo ofrecerte lo mismo que antes. Ni siquiera vivimos en la misma ciudad, y tal y como soy ahora… un completo desequilibrio emocional… no me aguantarías.


—Estuve contigo cuando tuviste tu primer periodo, no me vengas con esa clase de tonterías de que eres un desastre. Te conozco de los pies a la cabeza y te he aguantado.


—Pero tú me terminaste.


—Pero quiero volver —repliqué, enojada. No podía creer que Laura le estaba dando mi amor a otra persona, y mucho menos a Camila. ¡Eso es traición de amigas!


—Oye, Tania. Eso es lo que pienso. Querías que fuera sincera contigo y lo estoy siendo ¿de acuerdo? Mira, no me gusta que estés desamparada, y tienes mucho amor que dar. Acepta a Camila. Ella te puede amar de la misma manera en la que yo te amé.


—Creí que… tú me amabas. ¿Estaba equivocada?


—Te quiero mucho. Debes de comprenderlo.


¿Sabes? Mantener la calma cuando te están mandando a la friendzone por la fuerza no es nada fácil, y sobre todo cuando te intentan emparejar con una persona que no te gusta. Por mucho que amara a Laura, hasta yo sabía que lo que estaba diciendo no eran más que tonterías y mentiras. Podía ver en sus ojitos azules que no deseaba que me fuera de su lado. Ella clamaba por mi amor. Me necesitaba.


—No lo haré. A la que quiero es a ti y si te tengo que esperar, lo haré —traté de sonar tranquila y a la vez, decidida —. Eres una chica maravillosa. No lo supe ver en el pasado y creo que ya he pagado por ese error. Laura… piensa bien en lo que estás diciendo.


—Agradezco que no estés gritando como una histérica.


—No sabes cuántas ganas tengo de romperte el cuello.


—¿Ves? Por eso soy un desastre. Además… qué sé yo del amor.


—¡No me robes mis palabras! Son las mismas que yo te dije cuando…


—Me terminaste.


—Estás haciendo lo mismo conmigo. Eso es cruel.


—No lo dije con esas intensiones. Tania… no llores.


Demasiado tarde. Estaba chillando porque el amor de mi vida me terminaba sin siquiera comenzar. Traté de verdad de comprender a Laura y de ponerme en su lugar, pero era tan complicado pretender ser alguien tan maravilloso… agaché la cabeza y lloré.


—Idiota… idiota. No debí venir.


—Tania… ya.


—Es increíble como puedo amarte y odiarte a la vez.


—No debí de aparecer en tu vida.


—¡Exacto!


Sorbí por la nariz. La cabeza me daba vueltas y una gran parte de mí se alegraba de sentir una pizca de odio por Laura, por su desprecio. De acuerdo, yo la había mandado al diablo en primer lugar, pero yo era una niña inmadura, incapaz de ver las cosas buenas que ella tenía. En el fondo yo seguía aferrada a la idea de que ella era la chica de mis sueños, y dejarla ir era sin duda algo catastrófico para todo mi ser.


—Está bien. Creo que debo irme. Por más que ansíe acompañarte en los momentos más tristes…


—¿Es que no me has oído, mujer? —me tomó de las manos y sonrió —. Quiero una amiga. Una buena amiga que sólo puedo encontrar en ti.


—Esas cosas no funcionan cuando una siente amor de verdad.


—Bueno… es eso o tendrás que olvidarme para siempre. ¿Qué es lo que prefieres? Sólo tienes esas dos opciones.


—No es cierto. Hay más, como la de aceptar tus sentimientos por mí y darme una esperanza.


—Es que no la hay, Tania. No ahora.


—¿Eso quiere decir que tengo que esperarte? Bien, lo haré. No está tan mal —me limpié una lágrima.


—Yo te trataré como a una amiga, Tania. No te quejes si no te gusta.


—No lo haré. Prefiero… maldición, estás en lo cierto, si no puedo tener un noviazgo, me conformo con una amistad.


—Así está bien. Es lo que quiero.


Pero no era lo que yo quería, y por amor tuve que tragarme mis deseos, encerrar ese sentimiento durante un rato y ver a Laura como si fuera mi mejor amiga. Bien… lo haré desde ya. Uno. Dos. Tres. Modo amiga activado.


Ni siquiera habían transcurrido diez segundos y ya me moría de ganas por besarla.


—Estaremos bien, Tania.


—Espero —dije entre lágrimas.


Me levanté. Le dije a Laura que saldría a dar un paseo sólo para relajar mis pensamientos y hallar una manera de convertir mi amor en amistad. Una amistad desinteresada, que no se saliera de contexto. Eso era lo que mi pastelito quería y aunque me hiciera daño, tendría que conformarme con eso. Después de todo estar lejos de Laura me era imposible. Al menos como su amiga tendría una mínima oportunidad de acercarme a su corazón e implantarme en ella como una bacteria estomacal.


En ese momento, como caída del cielo o más bien, subida de infierno, me llegó una llamada de Camila.


—Le dijiste a Laura ¿verdad?


—Lo siento. Ella… se mostró comprensiva.


—Eres una torpe. No te metas en mi vida personal.


—Ay, Tania. No seas borde. ¿Es que no tengo derecho de hacer mi lucha contigo? Tú sabes que es así. En la secundaria siempre me decías que tenía que luchar por mis sueños, e incluso hacer trampa si era necesario.


—¿Has hecho trampa?


—No, no, si a la honestidad le puedes llamar trampa.


—Supongo que no. En fin ¿qué quieres?


—Estoy en la autopista. ¿A dónde crees que me dirijo?


La piel se me enchinó.


—No me digas que…


—Laura me invitó a comer. También a Ximena, pero ella no pudo venir por unas cuestiones familiares.


—No vengas. En serio, no vengas.


—Muy tarde, cosita hermosa.


—¡No me digas así!


—Cálmate. Sólo quiero sonar tierna. Tengo que colgar. Te veré en un rato ¿sí?


— No, Camila, espera…


Ahora sí que quería aporrear mi teléfono.


Con pesados pasos volví a la casa de Laura y entré echa una furia a la cocina. Ella estaba lavando los trastes y cuando me vio, se puso pálida.


—¿Qué? ¿Por qué esa cara?


—No te hagas la inocente. Invitaste a Camila ¿por qué? ¿qué pretendes? Ya te dije que no te voy a cambiar por ella.


—Esas no son mis intenciones —puntualizó con las cejas fruncidas —. Ella es mi amiga tanto como tú, así que tiene todo el derecho de estar aquí.


—No hablaré con Camila. Sólo se está ilusionando con que puede tener algo conmigo. Ella no sabe cuánto te quiero.


—Creo que no; sin embargo no cambia el hecho de que ella sí que te desea. Tania, yo sólo busco tu felicidad. ¿Crees que no me duele no estar lista para ti? Si lo estuviera, Dios, ya nos estaríamos revolcando en la cama. Las cosas no son así, y ya deja de comportarte como una histérica y aprovecha lo que tienes delante.


Laura era perfecta en dejarme sin palabras, y muy dolida.


Subí a la habitación. Por suerte mi maleta ya estaba hecha, así que sólo fue cuestión de tomarla y de bajar por las escaleras. Al verme tan decidida a marcharme, Laura se metió en mi camino y cubrió la salida.


—Alto, señorita. No puedes irte. Hoy quiero cocinarles algo especial a mis mejores amigas.


—Bueno, serán tú y Camila.


—Tania, por favor. Prometiste que serías mi amiga. Te estoy dando una oportunidad para probar que decías la verdad.


Joder. Me tenía atrapada.


Resoplé y la fulminé con la mirada, como si quisiera arrancarle los sesos. Dejé caer mi maleta.


—Está bien, está bien. Me quedaré, pero no deberías de invitar a tanta gente a tu casa.


Mi respuesta le alegró, y saltó para abrazarme y darme un besito en la nariz.


— Te adoro, amiga —exclamó, feliz.


—Y yo a ti… amiga. 


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