Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Cómo joder a tu ex. TERMINADO por Ritsuka27

[Reviews - 74]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

A quien se le haya ocurrido la brillante idea de colocar un reloj justo encima de la pizarra en el salón de clases, sin duda no tenía nada mejor que hacer. No se podría imaginar la ansiedad que los alumnos sentirían mirando el continuo tic tac, que discurría en un momento casi eterno, donde los minutos se volvían largas horas y las ganas de arrojar la mochila por la ventana parecía ser una necesidad. Tenia ganas de gritarle al profesor que cerrara la boca, y justo estaba por hacerlo, cansada de su charla sobre la historia mundial y cómo los romanos se volvieron una de las sociedades más fuertes del pasado, cuando el timbre sonó.

Ese ruido era miel para mis oídos. Me apresuré a guardar todo en mi mochila y salí cuanto antes de la escuela. ¿Amigos? No te preocupes por eso, ellos estarían bien sin mí. Además llevaba tres días con mi nueva novia, Camila, y mis intereses estaban por demás puestos en ella y en las ganas que tenía de verla, de estrecharla otra vez con mis brazos sólo para sentir sus pechos presionando los míos. Sí, depravada a más no poder, pero ¿qué de malo tenía fantasear con los encantos de mi chica? Malo sería que no lo hiciera ¿verdad?

La segunda oportunidad que se me había dado era como una bendición del Cielo. Camila y yo nos complementábamos tan bien como amigas y ahora, como amantes, todo era de color de rosa, dulce y acaramelado como una fábrica de chocolate. Y sí, sé que puedo sonarte cursi, y lo chistoso es que antes de que todo esto ocurriera, siempre creí que las cursiladas eran para las niñas de secundaria, ilusionadas con el amor. Ahora mírame, mayorcita de edad, sonriendo como una boba mientras me derretía por dentro con la imagen de Camila y yo abrazaditas en una tarde invernal, tomando café caliente y mirando un maratón de películas navideñas en la televisión local.

La vida trata de eso, de las segundas oportunidades, y yo no iba a desperdiciar la mía. Esa era mi resolución y lo que, a grandes rasgos, me estaba ayudando a sostener mi noviazgo con Camila. Cuando me sintiera mal, recurriría a esa decisión. Creo que todos deberíamos tener algo que nos recuerde porqué estamos donde estamos, y para mí, los errores del pasado eran esos puntos de control, como en un videojuego, donde sé que ya no hay retorno si lo hecho a perder.

Tomé el autobús y bajé a dos calles del edificio de departamentos de Cami. Anduve con mi pesada bolsa al hombro y mi incómodo uniforme de colegial (detestaba llevar las calcetas hasta las rodillas y la manga larga de mi blusa) hasta llegar a su piso. Iba a saltar a sus brazos nada más ella abriera la puerta.

Qué bueno que no sucedió así, porque quien apareció era Joshua, y nada más verme, soltó un suspiro de cansancio y una cara malhumorada.

—¿Qué se te ofrece?

—Camila… ¿está?

—No. La llevé al médico para que revisaran su muñeca y la valoraran para poder jugar.

—¿Y a qué hora regresa?

—En unos diez minutos la iré a buscar.

—Bueno… —nos quedamos frente a frente por un rato, en uno de esos incómodos momentos en los que no sabes si irte o quedarte. Terminó hasta que Joshua me invitó a pasar.

Fui directo a la cocina, abrí el refrigerador y me serví una taza de té helado. Moría de sed y el uniforme me estaba acalorando.

—Oye, oye. No estaría mal que pidieras permiso antes de hurgar en nuestra cocina.

Me avergoncé. Camila me había dicho que podía moverme por el departamento como si fuera mi segundo hogar, pero casi, casi olvidaba que ella compartía el piso con su hermanastro. De todos modos Joshua casi siempre estaba fuera y era difícil considerarlo parte de éste lugar.

—Lo siento. ¿Quieres té?

—No.

Suficiente, pensé. Tenía que arreglar las cosas con él si quería seguir avanzando. No tener cabos sueltos de ningún tipo. Además enemistarme con el hermanastro de mi novia no era buena idea. Tampoco quería ser su amiga. Todo se resumía a… querer llevar la fiesta en paz. Le seguí hasta su habitación y toqué la puerta con los nudillos. Estaba abierta y entré temiendo que me fuera a tirar a la cara su colección de libros de fantasía.

—¿Joshua? ¿podemos hablar?

—¿Sobre qué?

—Bueno… ¿cómo estás?

El escritor despegó la vista de su computadora y me recorrió de los pies a la cabeza, como un policía buscando alguna señal recriminatoria para meterme a su patrulla. Incómoda, torcí los labios.

—¿Cómo te va con Camila? Me enteré de que ya son novias.

—Esto… sí. Desde hace unos días somos pareja.

—¿Y les va bien?

—Bien —quise decir lo tan enamorada que estaba de su hermanastra, aunque claro, él me hubiera dado calle en ese segundo —-. No tenemos problemas.

—Mmm. Ya veo. Es interesante saberlo.

—Sé que ella te gusta.

La cara del muchacho se encendió como un tomate. Volvió la vista a su ordenador y tecleó un par de líneas en el procesador de texto.

—Me gusta. Estás en lo cierto, y tú me la ganaste.

—Joshua… no intentarás… meterte entre nosotras ¿verdad?

—Soy escritor, Tania, y hasta yo sé que eso es un cliché. Despreocúpate. No pienso romper la relación de Camila. Sólo espero que estés a la altura de ella.

—¿Qué… quieres decir exactamente? —Sí, sí. Me ofendí sólo un poco.

—Camila tiene mucho futuro como jugadora de voleibol. Es una excelente capitana. Por otro lado no es muy buena en los estudios, sobre todo porque tiene otros intereses poco académicos. En fin. No quiero que por tus dramas de novia vayas a joderle la vida.

—¿Dramas? Oye, lo que suceda entre nosotras no tiene nada que ver contigo.

—¡Claro que lo tiene! —gritó. Yo retrocedí un paso —. Escucha… Tania, sé lo que le hiciste a tu ex novia, Laura, y no eres muy confiable en el aspecto amoroso. Sólo digo que pienses muy bien que para Camila eres todo, tal vez incluso más importante que el voleibol, y si haces algo, dudas un sólo segundo de ella o le rompes el corazón… bueno, si fueras hombre, te molería a golpes.

Las rodillas me temblaron, pero no sólo por las duras palabras de Joshua (las cuales posiblemente estaban en lo cierto) sino porque era la segunda vez que un hombre perdía el control conmigo, la segunda vez que recibía esa mirada de chico con el corazón roto: la misma que mi hermano me dedicó en su momento antes de terminar toda relación conmigo. En ese segundo me di cuenta de lo mucho que extrañaba a Marco y lo arrepentida que estaba por alejarlo de mí con mis mentiras y mi falsa honestidad.

—Oye, no lo dije para que lloraras.

—¿Quién está llorando? —me apresuré a limpiarme la cara. Claro que no chillaba. Sólo me sentía un poco presionada —. Cuidaré de Camila. No le haré daño. Lo prometo. Ella es mi segunda oportunidad y sé que no habrá una tercera.

Joshua asintió.

—Entonces estamos bien. Sólo trata de no intervenir mucho en su vida y mantén tu distancia. Eres sólo uno de sus aspectos importantes. No todo su mundo ¿lo entiendes?

—Lo entiendo —acepté, más no quería que fuera así. Yo deseaba formar parte de todo el mundo de Camila. Incluso estaría dispuesta a aprender a jugar voleibol sólo para poder convivir más a menudo con ella.

—Bueno, ahora iré a buscarla. Espérala aquí. Y puedes tomar todo el té que quieras.

—Gracias —sorbí por la nariz y me senté en la silla de la cocina, aguardando a que ella regresara.

Maldición. Necesitaba calmarme y aparentar que Joshua no me había dado ese sermón. No obstante comprendí una cosa muy importante: que él llevaba toda la razón. A veces, en el noviazgo, las cosas que antes importaban cuando se estaba solo pierden el color. Quería evitar que el deporte, el otro amor de Camila, se marchitara, y para eso yo… tenía que mantener mis dramas femeninos al más bajo nivel. No causarle ninguna clase de problema, o duda. Necesitaba ser no sólo su adorada novia, sino su amiga, su consejera y aquella que la apoyara en todo y la instara a continuar para cumplir todas sus metas.

A los diez minutos me enteré, pues, que el amor no se trata sólo de ti y de mí como sujetos aislados, sino de compartir mundos enteros, pero sin fusionarlos tanto hasta que queden irreconocibles. Así tuviera dudas, pleitos y demás con Camila (como en toda relación saludable) tendría que evitar que eso le afectara. Ser novia era bastante fácil. Una buena novia, en cambio, era bastante complicado.

—¿Amor?

Cuando escuché su voz me levanté con prisas y corrí, literalmente tirándome a sus brazos y llenándola de besos.

—Vaya ¿qué sucede?

—Camila, bebé, te aaaamooo.

—Y yo a ti ¿todo bien?

—Sí, sí. De maravilla —quería decirle que no le iba a causar ningún problema, pero en cambio pregunté cómo estaba su muñeca.

—Todo en orden. Ya no necesito cambiar los vendajes y me duele muy poco. El fin de semana podré entrenar, aunque ya sabes, me dieron el sermón de que de nada sirve lesionarme en un partido si no podré jugar en los siguientes.

—¿Hablaste con Joshua? Se veía un poco irritado.

—Sí. Es normal —no le mencioné nada de lo que él me había dicho, y en su lugar la llevé a la cocina — ¿te preparo un refrigerio? Debes de estar muerta de hambre.

—Sí, gracias. No habías estado tan servicial y apenas llevamos tres días como pareja ¿qué quieres hacer?

—Esto… no lo sé. Sólo planeé pasar la tarde contigo.

Mientras le ponía unas cinco o seis rebanadas de jamón a su sándwich (como a ella le gustaba) Camila me abrazó por la espalda y me dio besos en el cuello. Me derretí como el queso que tenía puesto en la sartén, y por encima de eso me sentí muy amada. Giré un poco para enredar mis brazos en su cuello y corresponder a sus necesidades amorosas como toda buena novia cien por ciento enamorada debía hacer. Camila era exquisita besando, con un ritmo adorable y certero. Me sentía desorientada cada vez que lo hacíamos, como si tomara una parte de mí cada vez que su boca se enlazaba con la mía. Luego, totalmente cortejada por sus ojos grises, le decía lo mucho que la adoraba y a continuación me dedicaba a darle de mordidas a su cuello, buscando como siempre escuchar sus risas.

Los primeros días de todos los noviazgos (al menos de la mayoría) suelen ser así. Cariñitos por aquí, besitos por allá, una que otra mano traviesa por debajo de la ropa y muchas sonrisas. Y estaba bien. Eso era justo lo que Camila quería: una relación amorosa, saludable y sin mentiras. Y yo planeaba darle todo eso y quizá hasta más porque me había ganado. Vale, vale, estarás pensando ¡qué muchachita tan presumida, creyéndose el premio mayor! Pero era cierto, no me vas a negar que Camila me ganó a base de esfuerzo, y sinceramente yo sí que adoraba ser su novia.

Como tal, comimos juntas y después de hacernos unos cuantos arrumacos más mirando la televisión, le saltó la brillante idea de ir al cine. Me llevó a casa y me esperó en la sala a que yo me cambiara. Mi madre, por cierto, estaba encantada con ella porque Camila era muy carismática y siempre se andaban cuchicheando cosas. Durante un momento consideré la posibilidad de decirle que ella era mi pareja, aunque claro que era una idea tan absurda que me reí en cuanto surgió.

Para nuestra cita traté de verme entre sexy e inocente, como una monja rebelde. Bueno, esa fue una mala expresión. El punto es que me puse una falda no tan larga pero ni tan corta. Justo a la medida y una blusa de los Rolling Stones, que Cami tanto adoraba y podía pasarse hoooras escuchando su música. Bajé las escaleras de dos en dos y tuve que contenerme para no caer rendida a sus brazos.

Una vez en el coche, a dos cuadras de mi casa y detenidas en un semáforo, Camila y yo nos besamos como dos colegialas quinceañeras hasta que el auto de atrás empezó a sonar su bocina como si estuviera poseído. Incluso eso a nosotras nos divertía, tan ilusionadas que estábamos.

Sin embargo, esa tarde no todo fue alegría. Ocurrieron algunas cosas interesantes mientras Cami y yo esperábamos a que la hora de nuestra película llegara. Mientras, nos fuimos a una tienda de malteadas para hacer tiempo y fue en ese lugar cuando recibí un mensaje.

—Es de Laura —le dije a Camila, y puesto que no quería guardarle conversaciones con mi ex, le leí lo que decía.

“Hola, Tania. Perdón por no mandar un mensaje antes, pero

es que no estoy muy bien que digamos. No es que te haya olvidado,

sólo no quería que me vieras en éste estado. Bueno, la he pasado mal ¿sabes?

Desde que mi abuelita murió me estoy sintiendo muy triste. Y mi familia se

desmorona. Mi papá no deja de beber desde hace semanas y se la pasa llorando

la muerte de mi abue. Mi mamá no lo aguanta y han tenido fuertes peleas. Creo

que se quieren divorciar. De todos modos nunca han sido muy unidos. En fin, sólo quería decirte que necesito a mis amigas.

Especialmente a ti, que sabes cómo me siento”

 

Camila torció los labios.

—Suena a que quiere volver contigo. ¿Dice algo más?

—Sí. Escucha:

 

“Me preguntaba si podríamos vernos éste fin de semana. Tal vez… ir al cine

o a comer algo. No hablo de estar sólo tu y yo. Quiero ver a Camila y a Ximena.

Las necesito, chicas uwu, quiero estar con ustedes y no aquí, donde sólo me

siento triste por la muerte de mi abuelita, que no consigo superar porque el

ambiente en el que me encuentro me está enfermando. Justo ahora mis papás

están discutiendo y bueno… no estoy acostumbrada a las peleas.

¿Crees que podamos salir éste sábado?”

 

Cuando terminé de leer, vi que Camila estaba bebiendo de su malteada. Lucía sin preocupación alguna, y yo tuve que llamarle la atención para que me mirara.

—Ella nos necesita. Somos sus únicas amigas y está pasando por un momento difícil.

—Porque ella quiere.

—¿No escuchaste su mensaje? Su familia se desmorona.

—Te estás preocupando mucho por ella.

—¿Y qué no debería? —alargué una mano para tomar la suya. Camila suavizó su expresión de acero y suspiró con cansancio, casi resignación —. Es nuestra amiga, y lo sabes.

—Bueno, tienes razón. Dile que venga y la pasaremos juntas. Además estoy segura de que Laura haría lo mismo por nosotras.

—Sí, yo también estoy segura.

De esa forma le respondí a Laura, diciéndole que la iría a buscar el sábado a la terminal de autobuses. Aunque claro, a Camila no le estaba haciendo mucha gracia esa idea. 

 

Notas finales:

Wow, parece que ahora śi está en un dilema. Por un lado Laura necesita a sus amigas y está pasando por un momento fatal! y por otro ¿qué sentirá Camila al tener cerca a Laura?  ¿Será que haya filo entre las dos o su amistad será mas importante? 

nos vemos! salusdos y gracias por las lecturas y comentarios! 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).