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Cómo joder a tu ex. TERMINADO por Ritsuka27

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Llegó el sábado, y en ese templado día fui a buscar a Laura a la terminal de autobuses. Gracias a que habían abierto una nueva autopista que cruzaba en línea recta la distancia entre nuestras ciudades, el viaje sólo tomaba poco más de dos horas, como un paseo de fin de semana.


Yo estaba nerviosa por reencontrarme con ella después de todo este tiempo porque Laura continuaba ejerciendo un efecto en mí, como si yo fuera una aguja de metal sometida a su campo magnético, y así seguiría durante mucho tiempo porque, a pesar de que nuestro amor estaba muerto (y yo así quería que se quedara) era innegable que el pasado seguía allí, torturándome con los recuerdos de lo feliz que fui, de cómo la dejé sin importarme nada, llevada sólo por un sentimiento de confusión emocional. Aunque si no fuera por eso no hubiera conocido el amor de Camila. En ocasiones la vida juega cosas extrañas con nosotros, como las piezas de un tablero de ajedrez.


Reconocí a Laura casi de inmediato, con su pelo largo amarrado en una coleta y sus jeans desteñidos. Arrastraba una maletita con ruedas y se veía… triste, con la cabeza baja y dando pasos lentos como si hubiera perdido todas las ganas de vivir. Me sentí terriblemente mal por ella y los problemas en los que su vida se estaba hundiendo, mientras que yo me encontraba en el paraíso disfrutando del amor y de mi segunda oportunidad. Inclusive no logré evitar que un poco de remordimiento me atacara, injusta existencia, pensé.


Cuando Laura y yo hicimos contacto, el rostro se le iluminó y anduvo con más rapidez. Soltó su maleta y se lanzó a mis brazos, los cuales no se esperaban esa reacción, de modo que perdí el equilibrio y casi caí con ella. Logré sostenerla y fue entonces que noté lo delgada que se estaba poniendo, sus mejillas hundidas y la piel muy pálida. Tenía razón cuando dijo que sus problemas estaban enfermándole.


—¡Tania! —dijo llorando —, me alegra tanto volver a verte. Amiga mía…


—Ya… —nerviosa, le di un besito en la mejilla y le acaricié el pelo —, no te pongas así.


—Es que te he echado tanto de menos ¿en dónde están las demás? —me preguntó, moviendo su carita de niña de un lado a otro —¿están bien? ¿Por qué no vinieron?


—Camila tiene entrenamiento y Ximena tuvo una cita con el chico que la está enamorando.


—¿En serio? Qué bien por ella, y también por Camila. Vi el juego por la televisión, se lastimó.


En ese momento me puse inquieta. ¿Tal vez ella haya notado lo que sucedía entre Camila y yo?


—Está bien. Recientemente fue al médico y le dijeron que puede seguir jugando.


—Menos mal ¿y tú qué tal estás? Te ves… en buena forma. Alegre.


—No me quejo —le limpié una lágrima que se le pegó a la mejilla y la volví a abrazar —. ¿Tienes hambre?


—Sí. Muero por comer algo. No desayuné.


—Por aquí cerca hay un restaurante de comida italiana. ¿Quieres ir?


—¡Sí!


Laura fue a pedir su orden de lasagna, mientras que yo me quedé cuidando de la mesa, imaginando cómo se la estaría pasando Camila en su entrenamiento. Decidí mandarle un mensaje lleno de corazoncitos y medio minuto después ella me respondió con otro repleto de iconos de besos. Segundos más tarde me llamó, preguntando si Laura estaba tan mal como se notaba en su mensaje.


—Ha perdido peso y se ve ojerosa —le conté —, y me transmite algo… esa sensación de tristeza ¿sabes de qué hablo?


—Sí. Pues trata de animarla un poco. Las veré más tarde.


—Te quiero, Camila, y cuídate la muñeca. No deseo que te lastimes. Eres una campeona ¿sí?


—Lo sé, lo sé, cariño mío.


Colgué justo cuando Laura regresaba con su comida, la cual empezó a devorar como si no hubiera ingerido alimento alguno durante días. Incluso se atragantó un poco con su bebida y tuve que ser yo quien le dijera que se tomara las cosas con calma. Nada más hacerlo, se puso a llorar.


—Laura…


—Es horrible. ¿Sabes por qué vivía con mi abuela? Porque mis padres no se quieren y siempre se la pasan peleando por tonterías. Ahora que ella ya no está, me toca regresar a esa casa y para colmo mi papá no deja de emborracharse. Incluso perdió el trabajo. No se está comportando como un adulto. La muerte de mi abuela le afectó tanto y mi madre dice que él sólo está exagerando. Eso ocasiona problemas. Entre él y ella se distancian y yo… bueno, quedo en medio sin saber qué elegir.


—¿Y no tienes otro lugar al que ir? ¿Amigos?


—Sólo las tengo a ustedes. Los de mi escuela son tan… superficiales. Ni siquiera tu hermano me habla. Todo contacto con él se terminó.


Sentí una punzada en el corazón. Si antes odiaba ver a Marco y a Laura juntos, ahora anhelaba que ella le tuviera al menos. Laura necesitaba un apoyo con urgencia y nosotras, que éramos sus más grandes amigas, teníamos que brindarle esa atención que le faltaba.


—Te ves enferma.


—Lo estoy. Voy mal en las clases porque no me logro concentrar. Desearía volver a la casa de mi abue, pero es demasiado para que yo la mantenga y mis padres insisten en tenerme a su lado. Son unos idiotas que no razonan las cosas.


Se limpió la cara con la servilleta. Su nariz estaba roja y sus ojos irradiaban un aura de desconsuelo que me dio tanta pena. Hasta yo sentí deseos de llorar.


—De acuerdo, cálmate. Ya estás aquí.


—Gracias por seguir a mi lado, pese a todas las cosas que nos ocurrieron —me miró con… amor, diría yo, y alargó el brazo para tocarme la mejilla y deslizarla por todo el contorno de mi cara —. Te necesito. Sólo tu me entiendes porque sabes qué clase de cosas vivimos juntas.


Levanté la frente. La caricia de su mano me estaba gustando y eso era un espantoso pecado, de modo que le dije la verdad.


—Soy la novia de Camila.


Lo solté sin más. Durante un segundo Laura se quedó lívida, y si sus ojos ya no tenían color, ahora se quedaron totalmente muertos. Fue entonces que comprendí cuáles eran sus intenciones viniendo a verme: tratar de renacer nuestro amor; y como habíamos cortado el contacto, era lógico que no supiera de mi nueva relación.


Pese a todo, se esforzó por sonreír y una nueva serie de lágrimas cayeron de sus ojos. Yo torcí los labios, incómoda y bajé la mirada a mi vaso con té helado.


—Tenía que decírtelo.


—Está bien. Es… lindo que entre ustedes haya algo. Camila me parece maravillosa. Se esfuerza en todo y te la mereces.


Alcé los ojos para verla. No me miraba a mí, sino que jugaba con su comida.


—Es que… las cosas se torcieron mucho cuando tú y yo cortamos todo lo que teníamos, y tú estuviste tan decidida a sacarme de tu vida que yo… encontré un refugio en Camila y con el tiempo…


—No tienes qué seguir, Tania. Lo comprendo. Y no trataré de alejarlas. No tengo porqué. Ni siquiera puedo competir contra ella. Es una ganadora y yo no me encuentro en mi mejor momento. Debería hacer un poco de distancia.


—¿Por qué?


—Porque es raro que salga con la novia de alguien más.


Permanecimos calladas durante un buen rato. Yo estaba recibiendo mensajes de Camila, pero no los revisaba porque temía que fuera algo así como una falta de sensibilidad para con Laura. ¡Qué difícil era encontrarse con la ex! En ese momento me di cuenta de que había mucho qué recriminarle, como el que me diera insinuaciones para regresar y que luego me dejara a mi suerte, tajando todo contacto conmigo. No obstante, yo la había dejado en primer lugar y eso superaba cualquier crítica que quisiera echarle en cara.


—¿Quieres ir al cine? —me preguntó de repente —. Te invito. Puedes llamarle a Camila, si quieres.


—Su entrenamiento termina tarde… pero sí. Sería lindo ver una película para hacerte olvidar todo por un rato.


Las cosas no podían acabar mal ¿verdad? Sólo se trataba de una pequeña cita de amigas, aunque en mi mente se dibujaron algunos escenarios de Laura y yo volviendo a estar juntas. Eso no funcionaría, concluí cuando comencé a sentirme infiel. Controlar los pensamientos es un proceso muy intrincado y para calmarme ojeé los mensajes de Camila. Eran algunas imágenes de amor que me enviaba al Whatsapp y justo estaba por responderle cuando se me acabó la batería. Eso significaba que la había dejado en visto, y ella odiaba eso.


—Quiero ver ésta película.


—Es de terror —observé, mirando a mi alrededor por un teléfono público.


—No importa. Quiero entrar. Vamos, vamos. Compremos los boletos.


—Está bien, tú encárgate. Iré a hacer fila en el puesto de dulces.


Tengo que decirte que era muy incómodo estar con Laura. Una barrera invisible nos separaba, sólo que la de su lado era más delgada que la mía. Yo me esforzaba por poner bloque sobre bloque para que esa pared se hiciera más gruesa y así no caer en la tentación involuntaria de fantasear con ella. Me repetí mil veces que amaba a Camila y que deseaba estar en ese cine con ella y no con mi ex. Sí, sé que era algo cruel para la pobre de Laura, más no podía evitar lastimarla.


A la mitad de la película mis ganas por hablarle a mi novia fueron demasiadas.


—¿Me prestas tu teléfono?


—Ten.


Salí de la sala y le llamé a Camila, mientras paseaba por el centro comercial y miraba los puestos de ropa. Imaginé que mi novia y yo veníamos un fin de semana, comprábamos algunas prendas y luego las modelábamos la una a la otra. Qué lindo.


—¿Laura?


—Soy yo. Se me acabó la batería.


—Ah, estaba marcándote y no contestabas. Pensé que…


—¿Qué? —me senté en una banca —¿qué te estaba siendo infiel?


—Bueno…


—¿No confías en mí?


—Sí confío en ti. Es sólo que estás con tu ex.


—¿Te pones celosa? —de alguna manera no me molestaba. Es más. Me gustaba ver que la todopoderosa Camila realmente tuviera miedo de perderme, y sólo me hizo sentir apreciada. Respiré hondo, crucé las piernas y me relajé.


—No tienes por qué ponerte celosa, tonta. Camila, soy tu novia, y te amo tanto por lo que eres como por la manera en la que me haces sentir, experimentar ésta clase de deseo. No he dejado de pensarte desde que estoy con Laura porque tú acaparas todas mis ideas y rompes mis esquemas —sí, aquí viene una buena dosis de cursilería, pero no lo podía evitar porque realmente tenía la necesidad de decírselas —. Tú te ganaste mi amor y mereces todo lo mejor de mí. Durante años estuviste esperándome y yo sin darme cuenta de eso, de que tenía una admiradora secreta. Dios… me causa gracia el sólo pensar por las situaciones incómodas por las que pasaste.


—Fueron muchas —casi escuché que sonreía.


—Eres una campeona, mí campeona. Cuando esa noche en la que yo lloraba tanto dijiste que estarías conmigo, gran parte de mí no se lo creyó. De decir que me querías con palabras, empezaste a hacerlo con gestos y ahora todo mi mundo gira en torno a ti.


Le acaricié una mejilla.


—Niña linda, te amo y siento que cada día que pase eso va a hacerse más abisal, porque así soy yo. En el fondo soy una romántica empedernida como tú. Y me gusta que sea así. Así que ya lo sabes. No te alteres. Laura es nuestra, ¿oyes? Nuestra amiga. La quiero ayudar a superar sus males y sólo lo haré con tu apoyo y el de Ximena. Así que tranquila ¿de acuerdo, amor?


Sollozó. Eso era lo bonito de Camila. Con un par de palabras tiernas y sinceras se perdía en un océano de romanticismo. Por eso es que nuestros momentos íntimos eran tan encantadores. Ella me mostraba esa parte oculta en la naturaleza de todo ser humano, la más grande de las virtudes y con la que todos deberíamos estar en contacto: la capacidad de conmovernos. Si hubiera sólo un poco más de eso en el mundo, las cosas serían mejor. Ahora ya nada nos sorprende, y es triste.


—Te creo. Sólo fueron celos de novia.


—Idiota —reí —. Me haces sacar estos diálogos de novela barata.


—¡Jajaja! Me gustan. Es tu mejor cualidad y expresas muy bien lo que sientes por mí.


—Entonces ¿todo bien?


—Sí. Todo en orden. Es más, dile a Laura que la quiero ver.


—¿Por qué no organizamos una pijamada? Ya no somos unas niñas, lo sé, pero una noche de amigas no vendría mal. Invitaremos a Ximena para que nos cuente como le fue en su cita con su galán, y comeremos toda clase de chucherías.


—¡Oye, que no es mala idea! Cuéntale a Laura! Dile que es bienvenida.


—Se lo diré enseguida. Ah, la traje al cine. Está viendo una película de terror.


—¿Y me estás llamando desde la sala?


—No, salí. Le presté su teléfono para poder hablar contigo porque me moría de ganas por hacerlo.


—Entonces cuelga, o te agotarás todo su saldo.


—Sí. ¡Jejé! Amor, esfuérzate. Te veré en el depa más tarde.


—Ahora que llegue me pondré a limpiar. Está algo desordenado.


—Bueno, te veré después.


Le mandé un beso y luego me quedé ingrávida, sentada en la banca mirando a ningún punto en particular. Sólo disfrutaba de mi enamoramiento, de esa agradable sensación de “no me puedo creer que haya alguien para mí”. Respiré tranquilamente y volví a la sala de cine, en donde Laura ya se había dormido, y tuve que esperar a que la película terminara para despertarla y contarle la idea de Camila de hacer una pijamada.


—No somos unas niñitas de primaria —fue lo primero que dijo —; pero me parece bien. Además me voy el domingo por la noche, así que estaría de lujo tener algún lugar dónde dormir.


La abracé con cariño.


—Todo irá bien.


—Bien mal, dirás.


—No seas pesimista.


—Sólo soy realista.


—Pues durante un rato manda la realidad al diablo.


Le dije a Laura que en ciertos momentos de la vida, cuanto más hundidos estamos en nuestros problemas, nuestra más poderosa arma es la mente, porque a través de ella podemos aislarnos del resto del mundo, y no lo digo como algo malo y cobarde. Las mejores obras de arte han nacido en aquellos momentos en los que sus creadores se recluyeron en su propio universo para escapar de la realidad. Y en esos mundos personales, algunas veces llenos de canciones que sólo nosotros comprendemos, de historias fantásticas como los cuentos de hadas, de recuerdos felices e instantes que han quedado grabados en el tiempo, podemos encontrar las respuestas que tanto necesitamos. Lo que fuimos y lo que podríamos ser.


Y eso era lo que Laura necesitaba. Hallarse a sí misma, jugar con su niña interior y construir con ella una mejor versión de sí misma, justo como yo estaba haciendo. 

Notas finales:

adasdada xD Esta Cami xD, parece fuerte pero se derrite con Tania XD


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