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Cómo joder a tu ex. TERMINADO por Ritsuka27

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Pasados unos minutos, y viendo que ni Laura ni Ximena tenían intenciones de acercarse al dormitorio de Camila, tuve que ser yo quien tomara la iniciativa para tratar de arreglar la noche, que se estaba poniendo como la leche agria. Además lo que mi ex menos necesitaba era precisamente una situación así de incómoda, sintiendo que había arruinado la pijamada. Vale, vale. Realmente era yo la culpable por haber apoyado a la persona equivocada. Ni siquiera supe porqué lo hice, aunque claro que una excusa como esa no serviría de nada porque conocía a Cami, y por mucho que me quisiera, no toleraría algo así otra vez. Ese era el problema de tener una novia muy competitiva.


—¿Camila? —entré a su dormitorio. Ella estaba recostada en su cama, mirando al techo como si la cura del cáncer estuviera escrita ahí —¿estás bien?


—Sí. De maravilla —dijo sarcástica.


—Oye, lo que pasó sólo fue un juego. ¿Es que no le pones atención a lo que te digo? No estoy interesada en Laura. Sólo la quiero ayudar.


—Pues al parecer todavía tienes sentimientos por ella.


—Eso es cierto —me senté en el borde de la cama —, los tengo porque fue mi ex novia y sigue siendo mi amiga.


—Ex y amiga no pueden ser usadas en la misma frase. Además… me está molestando verla. No es algo que pueda evitar ¿sabes? Lo siento aquí, en mi pecho, una opresión de dolor.


—¿Cómo crees que se siente ella?


—¿Ves? La estás defendiendo de nuevo. Mejor ve a seguir jugando —se giró para darme la espalda —, y apaga las luces cuando salgas. Creo que ya es hora de que me duerma.


—¿Y yo? Pensé que dormiríamos en la misma cama.


—Si quieres, es suficientemente amplia. No olviden recoger la basura.


Suspiré con resignación y sintiéndome incapaz de hallar un camino que me permitiera arreglarme con ella. Notaba la culpa atormentándome en la garganta con la forma de un grito que estaba a punto de salir. A pesar de que el orgullo me decía “cálmate, tú no tienes ninguna responsabilidad y mucho menos porqué pedir perdón”, una gran parte de mí ansiaba volver un par de minutos atrás y mantener la boca cerrada. Dolía pelearme con Camila y sentí que quería arreglar las cosas como si mi vida dependiera de ello.


Intenté hacerle algunos arrumacos, cosquillas, incluso le toqué las tetas para tratar de excitarla, pero nada de eso funcionó.


—Estás exagerando —bufé al final y salí de su dormitorio, decepcionada por mi incapacidad de decir algo mejor que eso.


—¿Está muy enojada? —preguntó Ximena —, me parece que está sobreactuando porque no fue la gran cosa. Un besito de nada y…


—Cállate, Ximena —le dijo Laura.


—Se le pasará —sonreí para indicar que las cosas estarían bien. A Camila se le desvanecería el enojo por la mañana y volvería a ser la misma agradable persona de siempre, con sus miradas coquetas, su cariño y todo lo demás —, por ahora será mejor que durmamos. Ya es tarde.


—¡Buu! Yo quería seguir jugando —se quejó Ximena —, nos faltaron más cosas.


—¿Cómo qué?


—Botella.


Laura y yo intercambiamos miradas y nos lanzamos un mensaje en lenguaje femenino que decía “esta tía se ha vuelto completamente loca”.


—Buenas noches —dije y empecé a recoger la basura y los trastes sucios. Laura y Ximena me ayudaron y luego de dejar reluciente toda la cocina y la estancia, ellas dos se fueron al cuarto Joshua y yo me tuve que enfrentar a la dura tarea de hacerme un espacio en la cama de mi malhumorada novia.


Cuando entré las luces ya estaban apagadas. Encendí la lamparita del buró y me recosté al lado de Camila. Sabía que todavía estaba despierta, así que tiernamente le toqué la cintura y empecé a darle besitos en el hombro.


—Amor… no te enojes. Anímate.


Suspiró con resignación. Al fin mis esfuerzos estaban haciendo un efecto en ella. Se giró para mirarme y tras examinar mi cara por un momento, me tomó de las mejillas y me besó. Cuando intentó separarse, no se lo permití e impulsada por un poder oculto, una migaja de pasión, recorrí con mi boca todo el espacio entre su cuello y su hombro. Bajé el tirante de su blusa y seguí besando la parte superior de sus pechos.


—Me estaba preguntando, Tania, ¿podríamos dormir sin llegar a tener sexo?


—¿Sexo? —sonreí, apenada —¿quieres tener sexo conmigo?


—Desde que estábamos en la secundaria.


—No sucederá ésta noche.


—¿Por qué? ¿A caso tienes miedo de que te embarace?


Nos reímos como dos niñas sólo para seguir besándonos un poco más. Al final de cuentas intimar con Camila era una de las cosas que más quería hacer, pero no bajo éste contexto. Puedes llamarme cursi y todo lo que quieras, pero deseaba que mi primera vez con ella fuera más… especial, y no tan pronto, porque llevábamos poco tiempo como pareja y ésta vez yo iría lento, paso a paso, conociéndola como se supone que se debe hacer, y dejaría el sexo para el final. No es que no estuviera lista, porque todo mi cuerpo quemaba por desnudarme frente a ella y transformar esos besos y caricias en algo más.


Respiré tranquilamente para calmarme y de un tirón me quité la camiseta.


—Esto es todo lo que verás hoy —le dije con un presumido guiño. Camila lanzó una dulce risita, me abrazó tan fuerte que casi me quebró las costillas y luego, recostándose sobre mí, terminamos esa noche en un abismo de besos.


 


—Laura—


 


Todos tenemos un momento en el que queremos decir “basta, se ha terminado”, y yo me moría de ganas por hacerlo, porque ansiaba terminar con éste estado deprimente en el que el destino me había metido sin siquiera pedir mi opinión. De nada me servían los “anímate” “todo saldrá bien” “tienes que superarlo”, si dentro de mí las cosas comenzaban a ponerse más grises a medida que los días discurrían en un eterno estado de duermevela, como la amargura creciente cual noche se posa sobre una ciudad triste. No es que odiara mi vida, porque adoro estar viva, sólo que últimamente me sentía menos impulsada a levantarme por las mañanas y más alejada de mí misma, de lo que soy y de lo que fui alguna vez.


Mi relación con Tania estaba en la cuerda floja y lo curioso de todo es que ya ni sabía cuál de las dos era la culpable. ¿A caso también yo había hecho cosas malas? ¿decirle que no a sus sentimientos renacidos por mí fue una colosal equivocación? Si la vida trata de segundas oportunidades, yo quería la mía para volver a intentarlo, y quizá no precisamente con ella. Tal vez yo podría encontrar a alguien más, alguien especial allá afuera, que de seguro estaría esperando también por mí. A veces ambicionaba saber quién era la persona que estaba unida al otro lado de mi hilo del destino y cuándo lo conocería.


—Entonces… —dijo mi amiga Ximena cuando se acostó a mi lado en la amplia cama de hermanastro de Camila —, ¿te pone triste que Tania y Camila sean pareja?


—¿Triste? ¿De qué hablas? Me da igual.


—Sí, claaaaro. Sobre todo con las ganas que le diste ese chupetón en la mejilla. Por poco le arrancas la carne de la cara, y a mí no me engañas porque he visto demasiadas telenovelas y sé cuándo tu corazoncito late por alguien más.


Le di un golpecito en la cabeza.


—Deja de decir tonterías. La verdad, su relación me da igual. Es tonto pensar que quiera separarlas porque no tengo la menor oportunidad de competir contra Cami. Además fui yo quien las juntó. Si no hubiera invitado a Camila a mi casa cuando Tania estaba allí, de seguro su relación seguiría siendo dispar.


—Ese es precisamente el olor del arrepentimiento.


Ésta vez le jalé un cachete, y la pobrecita se quejó.


—Te lo mereces por hacerme pensar en cosas incorrectas. Yo sólo… quiero pasar tiempo con ustedes porque mi vida personal se está yendo al traste.


—¿Tan mal estás?


—¿Qué no se me nota? Y lo que menos necesito es enemistarme con mis amigas.


—Yo no tengo ningún problema contigo. Es más, me gusta que estemos las cuatro reunidas porque me hace recordar esos tiempos de secundaria. Tú no has cambiado mucho. Sólo te has vuelto más… pechugona. Mira esas tetas.


—¡Ximena!


—Y Tania se ha vuelto más alta, Camila digi-evolucionó y yo sigo siendo la misma muñequita de porcelana y agradezco por eso.


—Mmm. Eres muy vanidosa.


—Soy, en el lenguaje coloquial masculino, un biscocho.


—Yo diría un culo con patas.


— ¡Eso!


Me reí. A veces ofender a Ximena era tonto y divertido a la vez.


—Bueno… será mejor que durmamos, Xime.


—¿No me vas a violar?


—¿Perdona?


—Sí, vale que seas mi amiga, pero… eres lesbiana, y unos toquecitos tuyos…


—No te voy a tocar, mensa.


—¿Ah? Entonces no te atraigo ¿verdad?


Puse los ojos en blanco, y sólo para hacerla callar, me tomé la libertad de tocarle los pechos y estrujarlos con un poco de fuerza.


—¿Contenta?


—Oh, mi virginidad…


—¡Jajaja! Ya, duérmete.


Le di la espalda y decidí dormir sin incitar a pensamientos suicidas o deprimentes. Realmente odiaba las noches, ese espacio de consuelo solitario en el que todas mis ideas parecen fluir con la velocidad de un río. Era como si el cerebro no tuviera mejor momento que éste para hacerme ver todas mis fallas, mis malas decisiones y se olvidara por completo de todo lo bueno que había en mi vida.


Sorbí por la nariz. Pensé en mi abuelita y en lo mucho que deseaba tenerla a mi lado, permitir que me estrechara entre sus brazos y me llenara de besos babosos en las mejillas. Oler su perfume de ancianita, ese aroma tan peculiar y que sonriera para mí como hacía desde que yo era una niña y andaba a gatas por toda la casa.


—¿Estás llorando? —me preguntó Ximena —¿por lo de Tania y Camila?


—Ellas son la menor de mis preocupaciones. Tengo… otras cosas más dolorosas en la cabeza.


—¿Tu abue?


—Sí.


Ximena me tocó el hombro y me dio un besito en la mejilla.


—¿Quieres conversar?


—No, es mejor que duermas. Ya son las dos de la madrugada.


—Oye… Laura, tengo una amiga.


—Felicidades.


—No, escúchame.


Giré para verla, aunque me dio pena mostrarle mis lágrimas, las cuales me apresuré a limpiar con la sábana.


—Verás. Ella es como ustedes, le atraen las chicas y es muy guapa. De hecho tengo una foto suya en mi teléfono.


—¿Y?


—Bueno, estaba pensando en que sería divertido que la conocieras. Sé que te caería bien porque es muy divertida. De esas que siempre le ven el lado bueno a las cosas y creo que te ayudaría mucho a salir adelante. Lo que necesitas es un buen apoyo. Nos tienes a nosotras, claro; pero yo no puedo estar en su… categoría, y creo que a Cami le afecta que estés cerca de su novia.


—Yo también había pensando lo mismo.


Ximena buscó su teléfono en su mochila y encontró la foto de su supuesta amiga.


—Es ella, se llama Alice.


—¿Alice?


—Sí.


Alice era linda, fue lo primero que pensé. Creo que siempre tratamos de juzgar a las personas por el aspecto, y en la foto se veía muy… risueña. Tenía el cabello rubio y decorado con mechas rosadas y verdes. Poseía un rostro infantil y un bonito lunar encima del labio. En la imagen estaba con Ximena, y las dos se veían tan felices que de no conocer a Xime diría que eran una pareja.


—¿Y qué pretendes exactamente?


—Existe un club de chicas para chicas. No está lejos de aquí. Ella va a menudo a beber algo o a socializar. Como ya somos mayores de edad pensé que sería interesante… no sé, ir mañana a dar una vuelta y ver con qué nos topamos.


—¿Estás… sugiriendo que tenga una cita?


—¡Sí! Sal con Alice. Sé que te va a fascinar porque cuando yo estaba triste, ella me dio muchos ánimos.


—No lo sé… —miré la foto. Sin duda sus pequeños labios eran besables —, creo que es del tipo de chica que no puede tener pareja. De esas a las que le gustan andar con todas. Tampoco es que esté desesperada por encontrar a alguien.


—Por eso mismo es que debes de probar suerte. Si no te gusta, pues quedarán como buenas amigas, y aquí entre nos, lo que necesitas es sexo. Rico sexo con una chica muy guapa. Yo no puedo porque soy hétero… a veces, olvídalo. Y tampoco con Tania y Camila puedes tener momentos “picantes”.


—Eres una depravada —dije entrecerrando los ojos.


—Gracias. Entonces ¿lo harás? Puedo llamarle y decirle que tengo una amiga y que deben de conocerse. Por favor. Además tú dijiste que harías lo que fuera para sentirte viva y creo que esto es justo lo que necesitas.


—Pero en ese club venden… alcohol.


—Sí. Mayormente van adultas, pero una que otra joven también. Cuando conocí a Alice intentó coquetearme y me llevó allí. Ahora somos buenas amigas. Anda, di que sí.


—Creo que lo pensaré. De todos modos me voy mañana por la noche, o el lunes en la madrugada para estar más seguras.


—¿Ves? Tienes tiempo de sobra. Le mandaré un mensaje ahora. 


—No lo harías.


—Enviado.


—¡Ximena!


Sí, la muy bitch había enviado ese mensaje, y sentí deseos de estrangularla. No obstante, después de un rato sólo pude reírme de sus ocurrencias, y eso era precisamente lo que necesitaba: risas. 

Notas finales:

jajaja bueno, ya era hora que si ni Camila ni Tania hacían algo, Ximena tomara las cosas en sus manos. Después de todo ellas son mejores amigas o3o 

saludos! pronto conoceremos a la tal Alice a ver qué tal sale esta muchacha, y esperemos que Laura no sea tan cabrona


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