Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Cómo joder a tu ex. TERMINADO por Ritsuka27

[Reviews - 74]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

 —Laura—


 


—Creo que ya debemos irnos —dijo Tania cuando se acercó a nuestra mesa —, es tarde y estás un poco… borracha.


—¿Borracha? No estoy borracha —repliqué, y fue justamente por eso que me di cuenta de que sí estaba nadando en una piscina de alcohol —. Nada más me siento un poco fuera de mí, pero vete si quieres. Yo me quedo con Alice.


—He dicho que no —respondió con voz severa, idéntica a la que mi madre usaba cuando quería reprenderme, y yo odiaba ese tono. Además se trataba de Tania, la maldita ex que me había roto el corazón tantas veces que ya hasta ni sentía dolor. La miré fijamente a sus feos ojos llenos de maldad, y casi pude ver la traición reflejarse en ellos, la burla y lo poco que le interesó lo nuestro.


—No seas niña y vámonos.


—¿Ah? ¿Ahora sí te importo? Pues eso debiste de pensarlo cuando me cortaste. Yo te quería mucho, eras la mejor novia del mundo. Me gustaría tanto… golpearte. Creo que lo haré.


—¡Wow! Cálmate —Exclamó Alice y me detuvo en el momento que me paré, con las más fuertes intenciones de meterle a Tania unos buenos puñetazos en su delicada cara —; si quieres yo la puedo llevar a casa de Ximena más tarde, cuando se le pase un poco.


—Ese no sería problema —dijo Ximena —, Alice sabe en dónde vivo y les prometo que cuidará de Laura ¿verdad?


Tania, con los brazos en jarras, lanzó a Alice una mirada austera, cargada de recelo como si la chica fuera el mismo demonio. Eso también me enojó.


—He dicho que me quedo —repetí y volví a sentarme. Las mejillas me estaba ardiendo y todo me daba vueltas, como si hubiera bajado de un carrusel.


Mi horrible ex novia bufó algo, intercambió palabras con Alice y después se marchó con la odiosa de Camila, que aquí entre nos, era poco femenina. Viéndola de espaldas parecía un hombre, con ese cuerpo atlético y su rostro de ángel lleno de falsedad. La muy perra me había quitado a la novia. También a ella la odiaba y sí que la molería a golpes. Ni siquiera le tenía miedo. Un simple puñetazo en su raquítico rostro bastaría como para ponerla en su lugar. Tal vez era eso lo que me faltaba: desquitar toda mi frustración con ella y con Tania.


—Creo que deberías beber un poco de café —dijo Alice, acariciándome la cabeza —, te traeré uno.


—Por favor…


Comenzaba a dolerme el cerebro, pero extrañamente no quería que el efecto del alcohol se fuera, porque pese a todas mis molestias, me sentía feliz y viva. Ahora comprendía las razones de porqué las personas se emborrachaban, buscando huir de esos momentos tan sombríos, hundidos en la desesperación de no poder solucionar sus problemas. Y los míos no tenían remedio porque tristemente no dependían de mí: no podía revivir a mi abuelita, ni solucionar los problemas de mis padres y su ya casi inminente divorcio. Tal vez… si yo no estuviera viva, ellos…


—Aquí tienes. Bébelo despacio y pronto te sentirás mejor.


—Gracias —probé el café y sabía tan amargo que casi lo escupí en la cara de Alice. Ella dejó ir una carcajada.


—Dije que lo sorbas despacio, trago por trago. Eres la primera chica que veo que se emborracha tan rápido.


La fulminé con la mirada y le repetí que por esta misma razón odiaba probar el alcohol. Algo tendría mi organismo que triplicaba su efecto, pues a pesar de que había tomado unas cuantas copas, por dentro sentía que iba a estallar como una fuente. Tequila saldría de mis orejas. Di otro sorbo al café.


Pasó un rato en el que me mantuve callada, tomando pequeños tragos de esa bebida acerba, escasa de azúcar. Poco a poco las predicciones de Alice se hicieron realidad, pues la cafeína había llegado hasta mi cerebro y empezaba a desvanecer los efectos causados por tanta borrachera. Ahora podía ver las cosas con un poco más de claridad, aunque seguían siendo confusas y contradictorias. Recordé que le quería romper la cara a Tania, y aunque ahora ya no podría ser capaz de hacerlo, eso no quitaba el hecho de que sí se lo merecía.


—¿Te sientes mejor? Vamos, te llevaré a casa de Ximena.


Cuando me levanté todo mi campo de visión me dio vueltas y tuve que parpadear para recuperar la coordinación. Me reí. Era como bajar de una montaña rusa. Alice me tomó de la mano y me llevó hasta fuera del CandyGirl. Ya era de noche, y hacía algo de fresco y mucho viento. Abrió la puerta de su auto y me ayudó con el cinturón de seguridad.


—Lamento haberme puesto mal —dije cuando arrancó y salió del estacionamiento.


—Tranquila. En parte fue mi culpa. No hay que volver a hacerlo.


—Me siento mal.


—Sólo cierra los ojos. Iré despacio, para que tengas tiempo de relajarte.


Respiré profundamente y apoyé la cabeza en el respaldo. De hecho, Alice se estaba portando bien, como toda una buena chica. No es que yo fuera fácil de convencer, pero en este estado si ella hubiese querido llevarme a la cama, tal vez lo hubiera encontrado menos complicado que si estuviera sobria. Por otro lado, ella era muy bonita y esbelta. No era la octava maravilla del mundo pero su forma de ser me había agradado más de lo que esperé en cuanto vi su foto en el teléfono de Ximena. Quise decirle esto, pero me daba un poco de vergüenza y no quería mandarle falsos mensajes de interés sexual. Comencé a imaginar que podríamos ser unas buenas amigas. Una más a mi círculo social no estaría mal.


Cuando llegamos a la casa de Ximena, antes de bajar me aseguré de pedirle su Facebook y su número de Whatsapp.


—¿Ah? ¿Quieres seguir teniendo contacto conmigo?


Sonreí, o al menos lo intenté.


—¿Tú no?


—Creo que puede haber química entre nosotras. Dame tu teléfono. Me agregaré a tu lista de amigos, pero nada de estar espiando mis fotos ¿de acuerdo? No quiero que empieces a acosarme.


—¿No debería ser yo la que dijera eso?


—¡Jajaja! Bueno, si eso piensas…. Aquí está —acto seguido me acarició la mejilla. Sus ojos brillaban al reflejar la luz de una farola que estaba al otro lado de la calle. Rascó por debajo de mi barbilla y me sentí como un gato, sumiso y débil ante ella.


—Me caes bien, niña.


—¿Niña? Pero si tenemos la misma edad.


—Tienes que admitir que eres un poco más infantil que yo. Entonces… ¿mañana te vas? ¿volverás el siguiente fin de semana?


—Es lo más probable. No quiero estar en mi casa tanto tiempo. Me la vivo en la escuela. Tania, Camila y Ximena son todo lo que tengo.


—Te quiero invitar al cine, Laura. Vamos el sábado. Así podremos conocernos mejor, y ya nada de alcohol para ti, señorita.


—¡Ja! Está bien.


Luego Alice revolvió mi cabello justo cuando Ximena salía de la casa y corría hacia nosotras.


—¡Ay! ¿Cómo se la pasaron? —preguntó muy emocionada.


—Bien, quedamos para salir el sábado ¿verdad, Laura?


—¡Cineeeee!


—Está un pelín borracha —dijo Alice —, dale café y se sentirá mejor.


 


Para el día siguiente todavía conservaba un poco de dolor de cabeza, y como no estaba tan borracha, recordaba casi perfectamente todas las cosas que Alice y yo habíamos hecho en nuestra primera cita. Eso hizo que los colores se me subieran a la cara porque no podía creerlo de mí, ni de lo fácil que me ponía con tan sólo unas copas encima. Creo que hay una buena lección que aprender de todo esto, y es que si no sabes beber, mantente alejada de la barra.


Ximena tenía muy clarito lo que estaba sucediendo con nosotras, y durante toda la mañana, mientras empacaba para ir a la terminal de autobuses, no dejó de expresar su alegría por mí. Se sentía muy satisfecha de sí misma y se denominaba Cupido. Estaba segura de que Alice y yo teníamos un futuro juntas y no dejaba de contarme las grandes cualidades que tenía su amiga. Y eso estaba bien, pero ¿qué había de los defectos? Alice no podía ser perfecta.


—¿Defectos? Creo que es vanidosa y muy amigable, si sabes de qué hablo.


—Si. Anoche comprobé que tiene mucha facilidad para hacer amigas. Tomó confianza rápidamente y eso que yo me mantuve algo callada.


—El alcohol te hizo hablar de más. No te preocupes, cuando yo tomé la primera vez me pasó exactamente lo mismo y desperté en la cama del novio de mi más grande rival llamada Mariana. ¡Jé! La muy sucia se lo merecía.


—Sí, bueno. Esas son cosas que no necesitaba saber. De todos modos me tengo que ir.


—Es una pena que tengas qué. Me encantaría que te quedaras a vivir conmigo. Piénsalo y en las próximas vacaciones serás muy bien recibida. Me falta una hermana. Aquí sólo hay hombres, a excepción de mi mamá.


—Lo pensaré. No quiero volver a ver a Camila. Creo que sin importar lo mucho que lo intente, ser su amiga nunca será lo mismo.


—Pues claro que no, si se folla a tu ex.


—¡Ximena! No tienes por qué decirlo así. Anda, haz algo de provecho y acompáñame a tomar el taxi.


Me hubiese gustado ver a Tania por última vez, pero como solamente eran las seis de la mañana, no quise despertarla. Además seguramente estaría durmiendo en la casa de Camila, y el hecho de imaginármelas intercambiando arrumacos hizo que el corazón se me contrajera como una pasa. Me dolía un poco más de lo usual, y de repente parecía que solamente Ximena era mi única amiga fiel.


—Te voy a echar de menos —me abrazó fuertemente y me besó en la mejilla. Así era ella, tan buena amiga y cariñosa como ella sola. Todas la queríamos, y recordándolo bien, era gracias a ella que nos habíamos conocido, porque de alguna manera nos logró juntar cuando recién entrábamos a la secundaria.


—Vendré la próxima semana.


—Sí, pero saldrás con Alice.


—Puedo salir con ustedes también. Bueno… tal vez no con Camila o Tania.


—Nah, descuida, descuida. Esas dos están en su mundo; sin embargo tú y sólo tú tienes que tomar la decisión de…


—Salir adelante.


—Iba a decir que tienes la decisión de permitir quién entra y quién se va de tu vida. Alice es una buena opción y estoy segura de que serán una bonita pareja. Sólo tienes que hacerte a la idea y ya verás como las cosas se solucionarán poco a poco. Hay problemas que no dependen de ti, como tu abuela, que en paz descanse, y también los pleitos de tus padres. No obstante, tú sigues aquí, así que arriba ese ánimo.


—Eres tan buena…


—Si fuera lesbiana, ya te me habrías declarado. Bueno, tu autobús ya va a salir, así que pásatela bien.


—Gracias por todo. Éste fue un buen fin de semana.


 


Nada más llegar a la terminal de mi ciudad, comencé a sentirme un poco triste. El efecto mágico de las palabras de Ximena me mantuvieron cuerda durante un rato más, en el tiempo que tomaba un taxi e iba a mi odiosa casa.


Cuando llegué, vi un par de maletas afuera. Crucé el umbral. Oí una discusión y me quedé quieta, esperando a ver qué clase de mierda caería del cielo a continuación. Resultaba simple imaginar que mi padre se estaba yendo, porque apareció vestido con su traje de oficina y su maletín. Detrás de él venía mamá, gritando a viva voz.


—¡Entonces vete con esa puta contadora si te hace feliz!


—No tienes que repetírmelo. ¡Me largo! Ah, hola, cariño. Te veré otro día —dijo papá y se permitió abrazarme. Luego salió de la casa. Cargó sus maletas y subió a su coche. Mamá y yo nos quedamos quietas, mirando por la ventana cómo él se marchaba.


—¡¿Lo puedes creer?! El cabrón me estaba engañando con su jefa. ¡Es un cabrón canalla infeliz! ¡Quiero el divorcio cuanto antes!


Bajé la cabeza, y aunque lo intenté de verdad, no pude contener las ganas de llorar. 

Notas finales:

Porque?????? si todo ya estaba bien, la pobrecita de Laura sigue sufriendo snif snif... es tan injusto, quién es la autora de este... ah si.. xD jaja 

saludos! 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).