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Cómo joder a tu ex. TERMINADO por Ritsuka27

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Capítulo 34

 


—-Tania—


 


 


—¿Te puedo preguntar algo sin que iniciemos una pelea? —me preguntó Camila mientras se pintaba las uñas de las manos con un llamativo tono azul.


—¿Qué es?


—¿No crees que le estás dando demasiada importancia a Laura y su nueva relación? Si ya es novia de esa chica, pues déjala. No tienes por qué interferir.


Bien pude haberle dado la razón, pero yo jamás lo admitiría, y es que los últimos días la idea de que Laura tuviera una pareja me estaba cociendo por dentro, y me costaba soportarlo. Ni siquiera yo podía encontrarle una explicación a esto, porque al final de cuentas mis sentimientos por ella estaban muertos y esto era la pura verdad. Debía de ser algo más, como un mal presentimiento. Esa relación terminaría mal y cuando pasara, Laura acabaría peor que al inicio y ¿quién la iba a tener que soportar? Nosotras, sus más grandes amigas.


Ojalá Camila entendiera eso y supiera cómo apoyarme. No obstante para ella, mi preocupación sólo se remitía a sentimientos románticos con mi ex. Nuestra relación estaba poco a poco metiéndose en un bache y ninguna de las dos quería evitarlo, porque hacerlo, enfrentar el problema, terminaría en una pelea sin sentido y sólo nos distanciaría.


—Alice no me gusta, eso es todo. Preferiría que se enamorara de otra persona.


—Sí, claro. Seguramente de ti.


—Bueno, Camila, ya basta. Las últimas semanas he soportado tus celos y no estoy para más.


—¿Y qué hay de mí? —replicó con visible enojo —. Cuando salimos te la pasas mandándole mensajes a Laura, expresando tu malhumor con respecto a su relación ¿qué otra cosa quieres que piense? Me gustaría que le pusieras más atención a nosotras que a ellas.


—Es que no veo dónde está el problema. Te quiero ¿eso no es suficiente? Laura es mi amiga y…


Camila se levantó y guardó sus esmaltes.


—Si me quieres, ojalá lo demostraras, así como yo lo demostré contigo.


Eso me hirió; de alguna manera me hirió y feo porque sentí como si me hubieran clavado una patada en el abdomen. ¡Genial! Ahora me encontraba peor que antes y no podía evitarlo porque, durante un segundo, Laura y Alice fueron más importantes que Camila y Tania. ¿Qué demonios me estaba ocurriendo? Mi corazón ya no latía por mi ex novia y tampoco tenía deseos amorosos hacia ella. ¡¿Qué sucede?! Quería arrancarme las greñas y gritar a los cuatro vientos para que me olvidara de ella.


Okey, es posible que estuviese exagerando un poco. Respiré despacio para serenarme. Apagué mi teléfono con la esperanza de no sentirme tentada a revisar el chat, y fui a por Camila, que se había metido a su cocina y devoraba una bolsa de Cheetos.


—¿Qué? —dijo en cuanto me vio entrar —¿También viniste a quitarme mi merienda?


—No debes comer eso, y tampoco sentirte mal. Anda —le tendí mi teléfono —, consérvalo un rato para estar segura.


—No lo quiero. Eres tú la que debe resistir la tentación de llamarle.


—Bueno, está bien —alguien tenía que ceder, y si Camila creía que era yo la del problema… pues bien, ni qué decir. Iba a darle su gusto —. No tendré contacto con ella. Sólo dime una cosa ¿no te enoja que venga a la ciudad y no quiera reunirse con nosotras? Es como si ya nos hubiera olvidado y no me parece correcto. Es como que estuviera violando el código de amistad.


—No está violando nada. Tiene su propia vida y ella decide quién entra y quién se va de ella. No hagas dramas ¿sí?


—Es que… lo siento en el pecho. Algo malo va a traer esa relación. La pobre de Laura acabará destrozada.


—Pues si es así no puedes hacer nada para evitarlo. No eres quién para decidir qué es lo que deben o no hacer las personas. Por mucho que lo sientas ¿qué harás? ¿cómo las separarás? Ya viste los estados de Facebook de esa tal Alice. Parece que está súper enamorada de Laura. Mejor déjalas vivir y concéntrate en lo nuestro.


Arrugué la frente. Una parte de mí quería seguir debatiendo con Camila, pero era razonable que sus puntos de vista tuviesen muchos buenos argumentos. Quizá… yo sólo estaba imaginando cosas. Laura y Alice se veían felices y habían comenzando una relación con el pie derecho. En un mes ya se tenían tanto cariño y eso que salían cada fin de semana. ¿Es posible enamorarse de alguien en tan poco tiempo? Yo opinaba que las cosas entre ellas iban muy bien… demasiado bien, como en un cuento de hadas, y eso era lo que no cuadraba con la realidad. Ninguna pareja es tan perfecta.


Al fin de cuentas decidí no comunicarme con Laura ese fin de semana, pero mis roces con Camila ya estaban hechos y por lo tanto, sin importar cuánto me disculpara (cosa que no hice) seguía siendo víctima de su malhumor. Sólo los días curarían esos pequeños problemas.


—Anda, salgamos un momento —le pedí, rodeándola por la espalda —. Tengo que devolverte todo el tiempo que he perdido pensando en cosas desagradables.


—Parece que al fin entiendes de qué va todo esto. Olvida a Laura y los sentimientos que tienes por ella.


—Que ya te dije que no tengo nada de eso. Es sólo una amistad y al parecer también eso acabará. No es sano que ella esté tan metida en una relación con una persona tan extraña. Al menos nosotras nos conocemos desde la secundaria.


Camila suspiró con lo que yo detecté era cierto enfado. Y que ella se molestara me molestaba a mi. No obstante, por el bien de nuestra relación, las cosas no podían continuar así y si alguien tenía que cambiar, pues sería yo, aunque el mal presentimiento no se me iba de la cabeza.


 


El viernes Laura nos invitó a un baño de piscina en la casa de su novia, si es que ya lo era. Ella no había mencionado nada al respecto, aunque entre ellas flotaba el aire del amor. Camila no quería ir, y yo tampoco. Si asistimos fue por cosa de Ximena, que se la pasó intentando convencernos de que estábamos pasando poco tiempo juntas y que necesitábamos reavivar la amistad. Además, tan directa como siempre, dijo que ya era hora de aceptar a Alice como miembro de nuestro grupo, aunque eso significara que fuéramos número impar y eso nos trajera mala suerte.


Así pues, el sábado nos reunimos en casa de Alice. Su mamá no iba a estar por todo el fin de semana, así que tenía la casa para ella sola, y adivinen quién iba a hospedarse dos días con ella. Nosotras, desde luego que no. Por otro lado, ese día hacía tanto calor que hubiese jurado que el clima se puso a favor de la nueva integrante de nuestro grupo, y nos recibió en su hogar con los brazos abiertos. Se portó tan amable que yo lo encontraba incómodo, como una ancianita que se esfuerza por caerle bien a los demás y buscando nuestra aprobación.


Su piscina era grande, lo suficiente como para albergar a varias personas si se decidía a hacer una fiesta universitaria; pero no, sólo nosotras cinco íbamos a estar ahí, disfrutando del sol y del agua. Todo sería felicidad, buenos deseos, sentimientos mutuos y demás.


¡Qué tontería!


La realidad fue otra. Pese a que hacía un buen sol brillando sobre nuestras cabezas, ni su luz lograba calentar los ánimos entre nosotras. Estábamos las cinco en el agua, pero no sosteníamos ninguna conversación amistosa. Más bien intercambiábamos unas cuantas palabras de vez en cuando. Alice y Laura estaban en un extremo. Camila y yo en el otro. Únicamente Ximena, con su precioso bikini negro, se la pasaba nadando de un lado para otro, intentando que nos comunicáramos. Sus intenciones eran tan obvias que daba pena.


—¿Por qué se comportan así? —dijo con su cabello mojado pegándose a sus mejillas —. Convencí a Alice de que las invitara porque quiero que todas nos llevemos bien y ustedes están de snobs. No las entiendo.


—Si ella es la anfitriona, debería de charlar con nosotras ¿no? —Camila no daba su brazo a torcer, sobre todo porque Laura no le caía nada bien y el hecho de que nos encontráramos en el mismo sitio la ponía gruñona.


—¿Y qué hay de ti, Tania? ¿No querías ver a Laura feliz?


—Hay personas que nos caen mal sin saber por qué. No tengo nada en contra de Alice. Sólo… no me agrada. Eso es todo.


—Son malvadas —en ese momento oímos las risas de Laura, y al mirarla, vimos cómo Alice la tenía contra el borde de la piscina y le daba cariñosos besos en el cuello hasta sacarle unas cuantas carcajadas —¿Ven? Al menos ellas se divierten.


—Creo que deberíamos irnos —le sugerí a Camila.


—No. Tampoco hay que ser tan descorteces. No va conmigo —suspiró con resignación y luego, dirigiéndole una candorosa mirada a Ximena (que era su mejor amiga) hizo un intento de sonrisa —Bueno, por ti, Ximena.


—¿Qué cosa?


Sin que nadie la pudiera detener, nadó sigilosamente hasta la otra pareja y sin que lo esperáramos, tiró del nudo del sujetador del bikini de Alice e inmediatamente salió de la piscina. Nosotras nos quedamos con el ojo cuadrado mientras mi novia se reía ruidosamente.


—¡Eso les pasa por estar muy melosas!


—¡Devuélveme eso! —gritó Alice, cubriéndose los pechos con las manos —¡Te vas a arrepentir!


—¿Lo quieres? Ven por él. Tampoco es como si ninguna de las dos hubiera visto pechos antes.


—¡Ah! ¿Quieres pelear? —Alice sonrió con un porte beligerante, y nadó rápidamente hacia Camila. Mi novia la esperó y cuando la tuvo muy cerca, lanzó el sujetador hacia nosotras. Por alguna razón yo lo atrapé, y tenerlo entre mis manos me dio repelús.


—¡Ximena! —chilló Alice, y en un instante mi amiga me quitó la prenda, se sumergió y nadó bajo el agua. Alice hizo lo mismo y las dos se encontraron en un extremo de la piscina. Ximena sostenía dos sujetadores. Uno era… ¡el mío! ¿En qué momento…? Grité al verme descubierta de la cintura para arriba, y me cubrí los senos. La cara me ardía de la vergüenza.


—¡Oigan! ¿qué rayos les pasa? —exclamó Laura, a la que el jueguito no le estaba haciendo mucha gracia —¡Compórtense, parecen un grupo de…


—¡Cuidado, Laura! —grité, un poco tarde la verdad, porque Alice, de un tirón, le quitó el bra del bikini a su novia y lo aventó a la mitad de la piscina. La pobre de mi ex chilló asustada.


—¡Están locas!


Incluso Ximena se divirtió y al final no tuvo ningún reparo en mostrarnos su frondosa delantera. Para mí que la chica era bisexual. Claro que todas se impresionaron cuando vieron el busto de Camila, tan redondeado que fue muy difícil para mí suprimir mis deseos de llevármela a la cama.


Al inicio no entendía porque Camila decidió hacer ese lujurioso juego, pero al final le hallé el objetivo: que nos uniera más. Cansadas de movernos como sirenas en el agua, mostrando el atributo (por suerte la cerca del terreno de Alice era alta), nos quedamos en el mismo extremo de la piscina, platicando tranquilamente sin pena de mostrarnos semidesnudas. Ximena estaba en el borde y llevaba una muy picante conversación sobre el sexo.


—Entonces estoy rodeada de vírgenes —dijo la muy maldita —. Camila se estuvo reservando para Tania. Laura es muy cobarde para estar con un hombre, lo mismo que Tania y Alice… a ella siempre le han atraído las chicas. ¡Ja! Creo que yo soy la más experimentada de nosotras.


—Eso demuestra porqué las salchichas con tu comida favorita —mencionó Laura y todas estallamos en risas. Ximena se sonrojó.


—Bueno… ese es un placer que ustedes nunca comprenderán.


—Ya, Ximena, dinos la verdad —le pedí —¿estás segura de que no eres bisexual?


—Sí, sí —apuró Alice —. Nosotras creemos que juegas para ambos bandos.


—No me acostaría con ninguna de ustedes aunque me pagaran un millón de dolares. Y dejen de comerme las tetas con la mirada.


—Pues tú no haces nada por guardarlas —le dijo Camila.


—Bueno, que las nenas tienen que broncearse. ¿Ustedes no les ponen nombres a sus pechos?


—¡Claro que no! —le contesté con cara de “what”


—Ah… ¡ejem! Yo tampoco.


—Yo te pago dos millones si te acuestas conmigo —rió Laura.


—Ay, Laurita. Contigo podría hacer una excepción, mi amor.


Ximena estaba imparable. Siempre era el alma de nuestras reuniones. Se bajó del borde y rodeó a Laura con sus brazos. Alice se alejó, riendo mientras la pobrecita de mi ex quedaba colorada al sentir los pechos de Xime pegados a los suyos.


—Hasta dejaría que me abras de piernas.


—¡Ja! Eso quisiera verlo.


—¿Cómo que quieres verlo? ¿Tan pronto ya me vas a ser infiel? —bromeó Alice y le mordió la oreja y se la llevó con ella.


—¡Ay! ¡No! ¡Suéltame!


—Nada de eso. Te tengo sólo para mí.


—Bueno, bueno —atajé —creo que Ximena no nos ha respondido.


—¿Qué quieren que les diga? No lo soy. Lo que hago con ustedes es pura broma.


Camila bufó sarcásticamente.


—“Entre broma y broma la verdad se asoma”


—Creo que no lo sabrás hasta que lo intentes —sugirió Alice —Yo propongo que nos besemos y veamos la reacción de Ximena.


—Estoy de acuerdo —dijo Camila y se giró para plantarme un cálido beso en la boca. La pobre de Ximena se quedó ahí, sentadita e incómoda, tratando de hacerse a la tonta mirando para otro lado.


—Ya, ya. Lo admito… pero dejen de hacerlo. Soy bisexual.


—¡Lo sabíamos! —exclamó Laura —¡Por eso eres tan buena amiga!


—Creo que alguien se mojó, y no precisamente por el agua —se burló Camila.


Ahora Ximena, atrapada y avergonzada, se dejó caer al agua para ocultar su vergüenza. Laura se sumergió y salió con ella, muy cariñosa por cierto porque la estaba tomando de los hombros y la tenía muy pegada a su cuerpo. Le dio un besito en la frente y la abrazó para consolarla.


—Ya, ya. El primer paso es admitirlo.


—Bah… estoy contagiada. Me pondré a llorar.


Todas nos reímos. Esa sería la tarde más divertida en mucho tiempo.


Ojalá… nunca se hubiera terminado.

Notas finales:

o//////o me sonrojé con este capítulo jaja, espero se hayan divertido, y al fin Ximena admitió su bisexualidad xD. La historia ya va a terminar así que nos vemos la próxima semana. ¡Un saludo! 


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