Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Cómo joder a tu ex. TERMINADO por Ritsuka27

[Reviews - 74]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Hola!! bienvenidas al nuevo capítulo semanal :) después de una difícil semana, alcancé a terminarlo y estoy anciosa por compartirlo con ustedes, así que disfruten de la lectura y espero que les esté gustando 

un besho

Capítulo 5

 Me encerré en mi cuarto, presa del pánico y con la mente más blanca que la cara de la luna. Las mejillas me ardían y el corazón parecía querer salirse de mi pecho y tirarse por la ventana. Como si se tratara de un efecto retardado de mi maldito cerebro, la sensación de los labios de Laura todavía era palpable, exquisita, con sabor a uva. Hacía tanto tiempo que no besaba a nadie, que casi me olvidé de cómo mover mis labios.

—¿Tania? —dijo Laura, tocando mi puerta —¿Tania? Abre. ¿Podemos hablar sobre esto?

—No hay nada de qué hablar. Vete.

—Tania…

—En serio, Laura. Quiero estar sola. Déjame.

—Lo siento. No sé qué ocurrió.

—Ya, deja de hablar. ¡Vete!

Oí que se alejaba, y me sentí peor. Me tiré a mi litera. Justo encima estaba la de Marco, y eso tampoco me hizo sentir bien. Me recordó a lo que pasaba cuando eramos niños, y yo me comía sus dulces, o le quitaba sus juguetes. Él se molestaba y me regañaba, y yo no podía evitar sentirme desleal, traidora. La culpable de todo esto era Laura. Sí. Solamente ella ¿verdad? Yo no quise besarla. Nunca se me pasó por la mente. De hecho, la idea me daba asco. ¡Agh! Los labios de otra mujer.

Y todavía así, fue una delicia. Me toqué la boca, que estaba impregnada del frutal sabor de su labial. Me abracé a mí misma como si con eso pudiera protegerme de quién sabe qué cosa, y luego, cubrí mi cara con una almohada en un patético intento por asfixiarme.

—No puede ser. No puede ser. No puede ser.

Era inútil. Laura estaba en mi cabeza. Sus ojitos azules, su boca de terciopelo, su piel tibia y su voz.

Me coloqué los audífonos y le subí la musica a tope, como si las ondas sonoras fueran suficientes para empujarla de mi psique y me dejara en paz. Una parte de mí quería ir con Laura y molerla a golpes por haberme orillado a besarla. Otra ansiaba hablarle a marco y contarle que su novia no era la chica fiel y que se pasaba robándole besos a las personas. Por desgracia, esa persona era yo.

Así pues, ninguna de esas opciones era la indicada. Lo mejor era dejar que todo fluyera. Cortar la comunicación con Laura de manera permanente y no salir de mi alcoba sólo cuando fuera absolutamente necesario. ¡Dios! ¿con qué cara iba a ver a Marco?

Respiré despacio para calmarme y en algún punto la música sí ayudó a olvidarme de todo lo demás. Entonces, me quedé dormida.

Sonaba la puerta. Eso me despertó. Del otro lado Marco llamaba.

—¿Tania? Ya es hora de cenar. Dormiste todo el día. ¿Te sientes bien?

—Sí —realmente no, pero si ya había besado a su novia, una mentira no era nada —. ¿Puedes traerme la cena?

—Ya sabes cómo es mamá al respecto. Baja.

—Bueno. Iré.

La cabeza me dolía mucho, y a duras penas, bajé las escaleras.

Laura y mi familia estaban allí. Cuando mi ex me vio, de inmediato se sonrojó y ocultó la cara bebiendo de su vaso. Mi cena ya estaba lista ¡justo a su lado! Me senté, nerviosa hasta de tocarla. Temía que si lo hacía, iba a saltar sobre mí para asaltarme con besos. Deliciosos besos con sabor a uva. El recuerdo me hizo sonrojar, y era tal el efecto que hasta yo me sentí patética.

Entre la animada charla de mis padres, yo me la pasé meditabunda. Reuní energías internas para decirme que realmente no era malo. No del todo. Laura y yo nos habíamos besado en muchas más ocasiones cuando era mi novia. Incluso llegamos a caricias por encima de la ropa, y a veces, hasta por debajo. Nunca tuvimos sexo, pero sí nos abrazamos medio desnudas en varias ocasiones. Y sin embargo, ahora ese simple beso me acidificaba la sangre. Comí sin mucho apetito y me fui a dormir nada más terminar.

Al día siguiente las cosas siguieron igual de tensas entre nosotras. Marco fue al trabajo. Mis padres salieron y nosotras nos quedábamos a cuidar la casa, o más bien, ella lo hacía. Yo prefería permanecer en mi cuarto con los audífonos puestos, aislada en mi mundo musical sin que nada más me importara. Si alguien entraba y trataba de asesinar a Laura, entonces no lo escucharía. Y no me importaba.

Ese día fue cansado.

El siguiente fue lo mismo.

El jueves también.

El viernes, ni hablar.

El sábado, terrible.

—Tania, espera —me tomó de la mano cuando iba a entrar a mi habitación —. ¿Estás enojada? ¿Me odias?

—No —recalqué. En serio. No la odiaba. Más bien me odiaba a mí misma porque no era capaz de hallar la tranquilidad. Especialmente con ella tan cerca de mí —. Estoy perfectamente.

—Mientes. Lo sé. Se te nota en la cara. Escucha, antes de que digas que no quieres hablar sobre esto, tengo qué explicarte.

Maldición. Era un jodido momento de sinceridad. Suspiré cansada.

—Pasa —dije. Quería terminar con esto cuanto antes.

Me senté en mi silla y Laura en mi litera. Cruzó las piernas, sus sensuales y depiladas piernas, y torció la boca como si no supiera por donde comenzar.

—Sé que estuvo mal, Tania. Sobre todo para Marco. Es un secreto para él.

—Creo que ya tenemos bastantes secretos para mi hermano.

—Ese beso no significó nada para mí. De hecho, yo ya lo superé. Sólo fue una tontería, algo sin importancia.

¿Ah? Ahora resulta que besarme fue una tontería sin importancia.

—Pero me besaste.

—Hemos hecho cosas peores.

—Lo sé, Laura. El punto es que yo ya no tengo esos sentimientos “del otro lado”. Volví a mi canal y estoy feliz así. Me gustan los hombres y a ti también deberían de gustarte.

—Me gustan —se apresuró a decir —. Sino, no metería mis dedos en los pantalones de tu hermano.

No fue hasta que nos sonrojamos las dos que nos dimos cuenta de lo estúpido y depravado que eso sonó. Luego nos reímos como tontas.

—¿En serio? —le pregunté con un leve gesto de coquetería.

—Sí —dijo ella y sonrió de tal forma que se le creó un hoyuelo en la mejilla.

Algo en esa confesión me hizo sentir más calmada. Si Laura tenía el valor para tomar el… eso, de mi hermano, entonces ella por fin había abandonado sus sentimientos lésbicos hacia mí. Por otro lado, el que ella ya haya tenido un pene entre las manos me ponía celosa, porque de nuevo, me llevaba la delantera en algo.

—Entonces, sobre ese beso, ¿las cosas están bien? —me preguntó volviendo al tema.

—Sí. Lo están.

Las dos respiramos a la vez y la tensión logró desvanecerse. Además ya habían pasado varios días desde eso, y la sensación de su boca ya no estaba en mi cabeza. No obstante tenía que hacer algo para olvidarme de ella, y de todas las chicas. Requería de un hombre, de Isaac, más bien. Mi querido Isaac de pelo castaño y mirada gris.

—Bueno, pues me alegra —se levantó rápidamente y me tendió una mano para que se la estrechara.

—¿Qué?

—Bueno, ya que lo del beso está zanjado, pensé que podríamos hacer las paces y volver a charlar.

Acepté su tregua y aproveché para hacerle una pregunta que me estaba comiendo desde adentro.

—¿Por qué te fijaste en Marco?

—Porque es tu versión masculina —se dirigió a la puerta, y antes de irse, me miró con algo que yo interpreté como tristeza —, y si no puedo tenerte, me conformo con algo cercano a ti.

—Ah…

Y se fue sin darme tiempo de hacer más conjeturas de las que quisiera. De todos modos tampoco necesitaba molerme la cabeza teniendo esa clase de pensamientos.

Me dejé caer en la cama y respiré despacio para bajar la tensión. Si Laura estaba realmente enamorada de Marco, por mí bien. Si me besó y no le dio importancia, bien. Si vivir conmigo no le traía tantos recuerdos como a mí, bien. Y si ella era la novia de mi hermano, pues todavía mejor.

Entonces ¿por qué me sentía herida y traicionada?

 Por la tarde bajé para prepararme una merienda. Ya que era el día de descanso de Marco, él estaba en la casa. Mis padres convenientemente no se encontraban, aunque cuando se iban, me dejaban a mí como la chaperona para cuidar que esos dos no hicieran nada indebido o se encerraran en el cuarto. Me pregunté si Laura tendría intensiones de tener sexo con mi hermano, lo cual me daba algo de asquito, y a la vez, me ponía algo celosa y confusa.

Cuando bajé, los vi en el sofá. Laura estaba sobre mi hermano, comiéndolo a besos mientras él le acariciaba el trasero por encima de la ropa. Una corriente de calor se disparó por todo mi cuerpo, pero también, un dolor en mi pecho cuando vi cómo mi ex novia disfrutaba de esas caricias. ¿Habría sentido tanto placer conmigo? Yo no lo sabía.

Marco la besó en el cuello. Laura cerró los ojos mientras le acariciaba la cabeza.

Dejando a un lado la poca decencia que mostraba Laura en una casa que no era suya, no pude dejar de mirar hasta que algo dentro de mí se quebró y tuve que volver a mi alcoba. Entré, muerta de miedo por segunda vez y me toqué el corazón, que estaba muy acelerado.

Joder. Estoy celosa.

Telefoneé a Isabel, mi mejor amiga, de la cual no había sabido nada durante las vacaciones.

—¿Tania? Milagro que me llamas ¿qué pasa?

—Oye ¿sabes en dónde está Isaac? Estoy harto de que él no haga el primer paso, así que pensé que sería buena idea hacerle entender lo que quiero.

—Qué bueno que lo preguntas, Tania. Justo hoy tenemos una fiesta y van a ir algunos amigos. Será sólo un convivio. ¿Quieres venir?

—Sí. ¿A qué hora?

—A las ocho.

Era una hora excelente y además estaría rodeada de otras personas. Necesitaba cambiar de aires y qué mejor que una fiesta. Además Isaac estaría allí, y eso valía mucho. Finalmente iba a poder declararme a ese chico tan atractivo.

Obviamente mis padres se opusieron rotundamente a que yo fuera a una fiesta a esas horas de la noche. Especialmente mi madre, que era una paranoica. Marco, que le había dado por el el hermano mayor responsable se puso de su lado.

—Si te atreves a salir por esa puerta, señorita, tendrás serios problemas —masculló mamá.

—Es cierto, querida. ¿Por qué no cenamos todos juntos? —añadió mi padre, conciliador como siempre.

—No es buena idea —dijo Marco.

Laura estaba apartada de ellos, pero por su mirada supe que tampoco estaba convencida de mi salida nocturna.

Pues bien, yo sólo estaba avisándoles, no pidiendo permiso. Me fui a mi habitación para cambiarme de ropa y luego salí por la ventana. Tuve que trepar por las ramas del árbol para bajar sana y salva. No estaba quebrantando ninguna ley porque mi madre dijo que no “saliera por esa puerta”. En todo caso, me fugaba por la ventana. Lógico ¿no?

Tomé un taxi que afortunadamente pasó a una cuadra de la casa y le pedí que me llevara con Isabel. Ella ya me estaba esperando y rápidamente nos enfilamos hacia la fiesta de mi vida. De todos modos no iba a ser la gran cosa. O al menos eso aseguraba mi amiga. Solamente algunos chicos por aquí, unas muchachas por allá. Algo de botana, un poco de cerveza no estaría mal. Nada de qué temer.

Pero, oh no. Isabel estaba equivocada. No era un simple convivio, sino que era una fiesta a toda regla. Desde que entré a la casa de Isaac pude escuchar la música, y habían más de treinta personas allí. A ninguna conocía realmente aunque eran compañeros de clase. Unos bailaban en la sala, otros se sentaban en las escaleras y varias parejitas se comían a besos en el sofá.

Ahora sí que estaba en ambiente. Y ninguna pareja de novias a la vista. Solo heterosexualidad por doquier. Casi la podía respirar.

Mi pelirroja amiga me llevó por unas botanas y luego nos encargamos de buscar a Isaac. Poco después un amigo de ella se unió a nosotras y se la llevó a bailar al jardín trasero, de tal forma que ahora me sentía sola y nerviosa entre tantas personas. Los adolescentes gritaban como en su estado salvaje. En algún lado se rompió un florero. Los miembros del equipo de básquetbol bebían como nórdicos y algunas chicas muy guapas y en minifalda o jeans ajustados estaban con sus novios. Parecía que la única soltera era yo.

No perdí las esperanzas de encontrar a Isaac. Lo busqué y busqué pero no lo encontré en ningún lado. ¿Estaría en el segundo piso? Me abrí paso entre las personas y subí por las escaleras. Entré al baño para retocarme el maquillaje y, oh, sorpresa, él estaba allí, afeitándose.

—¡Isaac!

—Ah, hola Tania.

Sonreí. Se veía tan atractivo con o sin barba. Definitivamente me gustaba.

—¿Te estás divirtiendo en mi fiesta?

—Sí, es agradable —me apresuré a entrar y cerré la puerta para que nadie nos interrumpiera. Eso le llamó la atención.

—¿Necesitas usarlo? Saldré enseguida.

—Oh, no. No te preocupes. De hecho estaba buscándote.

—¿A mí? —se lavó la cara y se puso algo de colonia. ¡Qué néctar! —¿Para qué?

—Isaac, yo… bueno —me reí como una tonta —, la verdad es que he querido decirte esto desde siempre.

—¿Te gusto?

Me quedé helada. ¿Él lo sabía? Entonces…

—Lo sé, Tania. Se te nota la baba.

—Ah… cielos. ¡Uf! Qué bochornoso…

Bajé la vista y luego la volví hacia él. Extrañamente el corazón no se me aceleró, ni nada parecido a la excitación.

—Entonces… ¿te gustaría que bajáramos a tomar algo? —pregunté y en mi mente se comenzaron a formar toda clase de fantasías.

—Lo siento, amiga. Ya hay alguien que me gusta.

—¿Quien?

—Isabel.

Quizá tenía mosquitos en mi cabeza, porque después de eso lo único que pude escuchar fue un zumbido molesto, doloroso. Luego noté como algo se revolvía en mi pecho. Tal vez mi desdichado corazón que se hacía pedazos como una galleta. ¿Cómo era posible que le gustara mi mejor amiga? ¡Qué clase de suerte tenía yo!

—Lo lamento, en serio.

No lo decía para nada en serio. De hecho, estaba sonriendo, como si mis sentimientos fueran un chiste para él. La cara se me calentó, y perdí el control de mis piernas. Me sentía furiosa con todos, y profundamente decepcionada. Alguien dijo una vez que una chica con el corazón roto era algo letal, y vaya que estaba en lo cierto. Sin poder creer lo que hacía, con los ojos mojados por las lágrimas, me planté frente al chico que me gustaba y le di una cachetada.

—Idiota.

Y salí con intensiones de volver a casa y llorar en el hombro de Marco. Tal vez hasta le pediría que moliera a golpes a Isaac, pero cuando vi la cerveza, mandé las cosas al diablo y bebí para olvidarme de todo. Minutos después, el último recuerdo que tuve fue que estaba hablando con desconocidos, y desde ese momento, el disco duro de mi cerebro se quemó. Adiós, neuronas. 

Notas finales:

Wooops xD creo que podemos aprender una lección de todo esto ¿no creen? nunca beber sin control, y nunca besar a la ex si no lo vamos a soportar jaja bueno ¿qué les ha parecido? ¿creen que esas dos puedan regresar o que? xD 

saludos!! y muchas gracias por leerme cada fin de semana 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).