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Cómo joder a tu ex. TERMINADO por Ritsuka27

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Notas del capitulo:

 Hola! bueno, ya me siento un poco mejor después de unos días muy duros, así que les traje continuación de ésta historia esperando que les esté gustando, saludos 

Desperté con tanto dolor que por un momento creí que mi cabeza iba a salir rodando por las escaleras. Todo a mi alrededor daba vueltas, y sentía el cuerpo de plomo. La luz que entraba por la ventana me hizo tanto daño como si mirara directamente al sol, e incluso el trinar de las aves me pareció una terrible tortura.

Mi primera resaca no estaba nada mal.

Ni siquiera sabía cómo es que estaba en casa. No recuerdo haber tomado un taxi, ni llamar a mi padre para que me fuera a buscar. Vaya, incluso me habían cambiado la ropa y yo ni enterada. Fue ese último pensamiento el que me dio terror y me despertó enseguida. Metí la mano dentro de mis pantys y hurgué por aquellito para saber si todo estaba en orden.

Bueno, al menos seguía siendo virgen. Eso significa que no había cometido al estupidez de liarme con cualquier hombre de la fiesta. Nunca me había alegrado de serlo, aunque era mejor que no saber ni quién se había quedado con mi tesoro.

Cuando me levanté de la cama, todo giró. Nunca antes tuve resaca y me juré que jamás probaría otro trago por el resto de mi vida. Los oídos me zumbaban y tenía una sensación ácida en el estómago. Vomitaría en cualquier momento y así lo hice cuando salí corriendo para el baño y descargué porquería en la taza.

—Vaya. Nada mal para una principiante —dijo Laura y puso cara de asquito cuando me vio.

—Me siento terrible.

—Se nota —chasqueó los labios en señal de desacuerdo —. Te metiste en un buen lío.

Me lavé la cara con agua tibia y me miré al espejo sólo para ver el desastre que era. Definitivamente no volvería a beber. Abrí el espejo y busqué desesperadamente una aspirina, o quizá debería de hacerme un licuado de café con chile para quitarme la resaca.

—¿Cómo llegué?

—Bueno… tu amiga Isabel te trajo en un taxi. A ella también le cayó un buen regaño y se fue chillando. A ti te dijeron hasta de qué te ibas a morir. Nunca había visto a tu madre tan furiosa. Después subiste a tu cuarto.

—¿Y quién me cambió de ropa? —sólo llevaba un camisón, sin sujetador.

—Yo.

—¿Tú?

—Bueno, ni tu hermano ni tu padre iban a desnudarte, y mucho menos tu mamá, que estaba echa una furia.

Nunca en mi vida me había sentido tan avergonzada. Miré a Laura, que estaba de la misma manera, con la cara roja y una sonriente miradita de niña traviesa. Dios… ella me había visto totalmente desnuda y quién sabía si no me recorrió con sus manos, o hizo algo más. Ni siquiera deseaba averiguarlo.

—Tenías la blusa vomitada y apestaba a cerveza. De hecho, deberías de darte un baño.

—Gracias. Tienes razón. Ahora, largo.

—¿Te preparo el desayuno? No hay nadie, además de nosotras.

—Hazlo —dije mientras me quitaba el camisón. Estaba tan cruda que ni siquiera me importó que Laura me mirara las tetas. De todos modos ya lo había hecho —¿me disculpas?

—Ah, claro. Tómate tu tiempo.

¡Dios! Qué desastre. Mi primera fiesta y terminaba tan borracha que mi ex novia tuvo que desnudarme. Esa idea me causaba tanto bochorno que mi cuerpo se calentó sin necesidad del agua tibia. Imaginé las manos de Laura bajándome los pantalones, incluso quitándome las pantys, porque definitivamente no eran las mismas. ¿Cómo es que mi madre permitió que me hicieran tal cosa?

—¿Vomité? —si eso era verdad, tal vez sí era justificado que me quitaran todo.

Dejé fluir esos pensamientos porque estaba tan cansada que no merecían más atención. Laura era mi ex novia, mi ex amiga de la infancia y mi cuñada, teóricamente, así que no me debería de importar más.

Bajé al comedor sintiéndome algo renovada. Las aspirinas comenzaban a hacer efecto y yo me sumergí en un estado como de zombie. Laura me sirvió unos huevos revueltos con jamón y una taza de delicioso y humeante café. También pan tostado. Devoré todo como si fuera una muerta de hambre, aunque la comida no tenía sabor en mi lengua.

—Despacio.

—¿Qué tanto me dijo mi madre? ¿cómo se lo tomó Marco?

—Estaban molestos. Tu papá era el más tranquilo. Hasta le causó algo de gracia cuando vomitaste justo allí. Tuvimos que cambiar la alfombra. ¿Por qué fuiste a la fiesta? Si querías divertirte…

—Cállate, Laura. No hables tan fuerte. Y fui porque ya va siendo hora de que empiece a tomar mis propias decisiones.

—Pues no estás tomando las mejores. Yo nunca me he emborrachado y nunca lo haré. Es malo para mi belleza —dijo con un toque sexy —, y quiero verme bien durante lo que me quede de vida.

—Eres una presumida. He visto chicas más guapas que tú.

—Pero ninguna te ha desnudado —sonrió, coqueta y yo me volví a ruborizar.

—Fui a ver a Isaac —le conté con la esperanza de que eso le borrara la expresión. Funcionó. Mi ex no toleraba escuchar el nombre de chico por el que la había botado. Frunció las cejas.

—Ese perro.

—Sí, ese perro. Es un idiota bastardo hijo de…

—Ya, ya —me tocó la mano para calmarme —¿qué pasó? ¿por qué tanto amor?

Cuando lo recordé, sentí que me podría poner a llorar. Laura cerró sus dedos alrededor de los míos, y ese gesto tan dulce me pareció conmovedor. Además, yo necesitaba consuelo.

—Él… tú sabes que he estado tras él durante un tiempo, y creí que le gustaba. Fui a la fiesta para ligar y qué crees que me dijo. Está interesado en Isabel, mi mejor amiga. No en mí.

—Auch —Laura puso cara de asco —. Qué maldito. ¿Y cómo lo tomó tu amiga?

—No lo sé. No se lo dije, creo. ¡Bah! Los hombres son horribles. ¿Cómo puedes estar con mi hermano?

—Eso da igual. ¿Qué vas a hacer? ¿Seguirás tras él?

—Para nada —clavé el tenedor en la mesa. Estaba tan furiosa con él que podría meter su pene en la tostadora —. Qué se vaya al carajo. Yo le quería de verdad y me sale con esa tontería ¿quién se ha creído? No tenía porqué decirme que le gustaba Isabel. Bien pudo mencionar otro nombre, o una chica cualquiera. O simplemente un “lo siento, no te veo de ese modo”. ¡Qué falta de sensibilidad!

—¿Quieres que le diga a Marco que le rompa la cara? Estoy seguro de que lo haría.

Solté un sonoro respiro. La verdad es que estaba harta de fallar siempre en el amor y de no ser tomada en cuenta. ¿Qué me faltaba? No era la más guapa del universo, pero tenía todo lo que los chicos buscaban: un lindo trasero y un buen par de pechos, que si bien no eran tan torneados como los de Laura, deberían de bastar ¿no?

—No sé qué hacer. Me siento un poco mal. Bueno, mucho.

— ¿Y si duermes un poco más?

—Creo que eso haré.

Laura me acompañó hasta mi habitación. Me dejé caer en la litera y me la pasé pensando en Isaac y en su estúpida cara de niño bueno. Deseé que ya no me importara tanto, aunque fue difícil porque no podía sacarlo de mi cabeza con la misma facilidad con la que había entrado.

—¿Puedes poner un poco de música? —le pedí a Laura y ella así lo hizo.

Una suave melodía comenzó a sonar. Por fortuna no era nada romántico, y conseguí relajarme poco a poco. Entre tanto, mi ex empezó a recoger mi ropa sucia y a meterla en el cesto. Fue por una escoba y un recogedor para limpiar y sacar todas las porquerías que estaban debajo de la litera.

—¿Qué haces? No tienes porqué limpiar.

—Es una forma de ayudar y pagar el hecho de que dejen que me quede. Lo hago con gusto.

Me devolvió una sonrisa alegre y pasó un paño por mi escritorio, que estaba lleno de migajas de pan.

Laura era toda una dulzura de persona. Incluso mejor que el torpe de Isaac. Cómo deseé ser ella y tener a alguien tan increíble como mi hermano a mi lado. Ese pensamiento no me hizo sentir mejor, y casi lloré. El dolor de cabeza estaba regresando.

—Oye, Tania, esto lo encontré en el bolsillo de tu pantalón.

—Ah, ese condón. Tíralo. Lo llevé en caso de emergencia.

—No, mira.

Era una nota y tenía un numero telefónico escrito. Laura me lo dio y siguió hurgando en mis pantalones hasta que encontró el condón con sabor a uva.

—Uy, que rico.

—Tíralo, boba.

—¿Número de quién es?

—No lo sé. Casi no recuerdo nada, y menos haber pedido el teléfono de nadie.

—Bueno, pues llama.

Arqueé la ceja. Consulté mi teléfono para saber si ya tenía agregado ese número, pero no. ¿Quizá al final de cuentas sí había logrado ligarme a alguien? Vaya, eso no estaba nada mal, pensé sonriendo. Laura se sentó a mi lado, lo cual sólo sirvió para que su perfume de aroma a mandarina me llegara al cerebro. La miré y ella sonrió.

—¿Qué?

—Eres una chismosa sin remedio, Laura.

—Llama —me dio un golpecito con su hombro.

Teníamos tanta curiosidad, así que marqué. Puse el altavoz y esperamos en la línea.

—¿Diga? —era la voz de una muchacha, y sonaba algo familiar.

—Ehm… ¿hola? ¿quién habla?

—Tú me llamaste.

—Bueno, tengo tu número y no sé por qué.

—Ah ¿eres tú, Tania?

Nos miramos, confusas.

—Sí. Soy Tania ¿tú eres?

—¿Ya me olvidaste? Mensaaa. Soy yo, yo, Ximena.

—¡¿Ximena?! —Laura y yo esbozamos una sonrisa a la vez.

Ximena era nuestra amiga en común cuando éramos novias. No la veíamos desde primero de secundaria, cuando la expulsaron por meterse en peleas y tuvo que buscarse otra escuela. Me sorprendía tener su número y mucho más habérmela encontrado en la fiesta. ¡Dios! Qué recuerdos. Las cuatro, Ximena, Laura, Cami y yo éramos cuatro inseparables.

—Hola, Ximena. Soy Laura.

—¿Laura? ¡Hey! ¡¿Qué tal, amiga?! No sabía que estabas por aquí. Oigan, mujeres, debemos de reunirnos AHORA. ¡Hace tanto que no las veo! ¿Acaso son novias otra vez? ¡Ay, me tienen que contar todo!

—Ehm…

—No somos novias —dijo Laura, viendo que yo me quedé con las palabras en la boca —, pero nos llevamos bien. ¿En dónde nos vemos?

—¿Qué tal en un par de horas en el centro comercial? Llevaré a Camila cuanto antes.

—¡Ah! —exclamé —, dile a Cami que me debe dinero ¿eh? No lo he olvidado.

Ximena, ruidosa como siempre, estalló en carcajadas.

—¡Claro que se lo diré! ¡Bueno, nos vemos pronto! ¡Cuídense, las amo!

Y colgó.

Laura y yo nos quedamos con una sonrisa feliz, pues al fin íbamos a ver a nuestras queridas amigas de la secundaria. Me pregunté si habrían cambiado en algo. Ximena ¿Seguiría siendo esa niña bajita con trenzas? ¿Camila al fin habría encontrado el amor? Realmente necesitaba saber de ellas.

—Bueno ¿qué esperamos? —dijo Laura.

—Cierto. Tenemos que verlas. Ya me hacía falta revivir a mis viejas amistades. Incluso me alegra que estés aquí.

Laura se me quedó mirando con una media sonrisa, y yo me puse algo nerviosa, porque con la felicidad del momento no medí mis palabras y tuve un ataque de sinceridad. A mi ex eso le sentó bien, y de manera inesperada, me acarició la mejilla. Eso me puso feliz, aunque un poco más nerviosa. Luego salió de mi recámara.

 

Un rato más tarde Laura y yo estábamos listas para salir. Tuve que avisarle a mi padre o se cabrearía con nosotras, e inesperadamente se tornó contento de que fuéramos a encontrarnos con viejas amistades. Incluso nos dio permiso de tomar algunos billetes de su cajón de ahorros. Con eso pagamos un taxi para que nos llevara al centro comercial. Las dos nos moríamos de ganas por ver a Ximena y a Camila de una vez, pues tendríamos tantas cosas que contarnos.

—¿Será buena idea decirles que soy la novia de tu hermano?

—Supongo que sí —le dije mientras subíamos por las escaleras mecánicas.

Laura se veía preciosa de verdad. Tenía puesto un vestido de flores, un poco por encima de la rodilla, un chaleco de mezclilla y un listón rosado para el cabello. Yo, por otro lado, sólo me había puestos unos jeans y una camiseta de los Rolling Stones. Esa forma de vestir tan diferente la una de la otra me dio una pista para saber qué estaba haciendo mal en cuanto a mi forma de expresarme. Joder, que yo era muy femenina por dentro, aunque por fuera derramaba testosterona. Debí de ponerme una falda, o algo más llamativo para ganarme la mirada de los chicos.

Y darme cuenta de que una parte de mí se moría por atención masculina no me hizo sentir la mujer más feliz del mundo.

—¿Recuerdas que allí tuvimos nuestra segunda cita? —Laura señaló un puesto de videojuegos.

—Ah, sí. Me ganaste en el hockey de mesa.

—¡Fue muy divertido!

Me sorprendió que Laura recordara nuestra cita. ¿Lo haría siempre que pasábamos por algún sitio conocido? ¿Se sentía ella tan nostálgica como yo con respecto a lo nuestro? De alguna manera misteriosa, eso me hizo sentir muy bien, pues significaba que para mi ex yo todavía no era una memoria muerta y que seguía estando cerca de su corazón.

Laura era la única chica que de verdad me había amado.

Y dolió darme cuenta de esa triste realidad.

—¿Estás bien? Te ves bah, Tania.

—Estoy bien —sonreí falsamente y miré una tienda de malteadas —. ¿Recuerdas que allí fue donde bebimos y luego pensamos que la otra había pagado? ¡Já,já! Íbamos a robar.

—¡Sí! ¡Lo recuerdo como si hubiera sido ayer! ¡Tú cara toda roja cuando el dueño nos fue a buscar cuando íbamos a entrar al cine! Ay, Tania ¡qué recuerdos!

La vi reír como una niña, y se me contagió. De acuerdo, de acuerdo. Me gustaba recordar los buenos momentos. Creo que eso es lo único que nos queda cuando las cosas se ponen feas en nuestra vida. Y con Laura había vivido lo mejor de mi corta existencia.

—Todavía queda tiempo para ver a Ximena y a Cami —me detuve. Tenía tantos deseos de revivir un recuerdo más con Laura. Culparé de eso a la felicidad que sentía por reencontrarme con mis viejas amigas — ¿quieres que vayamos a tomar un licuado?

—¡Sí! De hecho, eso te iba a decir. Pero tú pagas ¿verdad?

—La que llegue primero —solté y corrí.

—¡Ah! ¡Laura, tramposa!

Volvía a sentirme como una chica de secundaria, y eso me hizo bien. 

 

Notas finales:

Vaya! parece que Laura y Tania algo están volviendo a revivir, la pregunta es ¿será que todo continúe con miel sobre hojuelas? ¿ustedes que piensan? ¿qué les ha parecido? saludos y gracias por pasarse ^^ 


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