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Cómo joder a tu ex. TERMINADO por Ritsuka27

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Notas del capitulo:

Hola! es bonito tenerlas aquí como siempre jeje asi que les dejo la continuación ^ ^ una preguntita, ¿les parece el título de la historia y la descpripción? es que xD creo que no es muy atractivo el título, bueno esa es mi visión, así que se acepta alguna sugerencia o idea o que me digan qué les parece? bueno, sin más, aquí va la historia 

 

 

Por lo visto el dueño de las malteadas nos recordaba. Lo supe por la mirada inquisitiva que nos lanzó nada más entramos a su tienda y nos sentamos en la barra. Laura había pedido un licuado de fresa y yo, uno de vainilla. Charlé con mi ex durante un rato, especialmente recordando todos los momentos divertidos que vivimos en nuestro noviazgo, que parecía haberse terminado justo ayer.

—¿Sabes qué me causa gracia, Tania? Que a pesar de que me dejaste por Isaac, él te rechazó cuando te le declaraste.

—¡Eres una cruel! —exclamé entre risas. Si bien me dolía el corazón por haber sido mandada a la friendzone por el chico que me gustaba, en cierto modo sí que era irónico. Karma, quizá —. Y tú que te decías ser profundamente lesbi, Laura, acabaste siendo la novia de mi hermano.

—Bueno, las cosas se dan porque sí. Y él es tan parecido a su hermana menor que no me pude resistir.

Eso me hizo sentir especialmente bien porque me alegraba que alguien aceptara que Marco y yo nos parecíamos, aunque en el fondo yo sabía que no era ni la mitad de genial como lo era mi hermano, que parecía tener éxito en todos los aspectos de su vida y no estaba acostumbrado a fallar. En cambio yo era rechazada por mi amor platónico, odiada por el dueño de una tienda de malteadas y una pésima para las borracheras.

De repente recordé el beso que me dio Laura, y rápidamente empecé a sentirme mal. ¡Maldición! ¿Todavía lo sentía fríamente? Ya era hora de superarlo. Mi ex novia ya no pensaba en eso. De hecho, no significaba nada para ella. Intenté que eso me impulsara a progresar, pero… saber que no le afectaba también era doloroso.

—Oye, Laura.

—¿Mm?

Revolví mi malteada con el popote y le pregunté a mi ex con nerviosismo.

—¿En serio te gusta mi hermano?

—Sí. Es muy lindo conmigo. La verdad es que no esperaba que fuera así.

—¿Por qué te hiciste su novia?

Eso incomodó a Laura y desvió la mirada hacia la mesa. Sus mejillas se encendieron de un suave tono rosa y se pasó un mechón por detrás de la oreja.

—Cuando me dejaste me sentí fatal.

—Lo sé.

—Y al ver a Marco… bueno… sentí deseos de acercarme a él para saber más de ti, aunque sabía que no podía dejar que él supiera que yo te conocía. Poco a poco le saqué el tema de que tenía una hermana menor y a diario le preguntaba cómo estaban tú y su familia. Ya que tú te telefoneabas con él y le contabas algunas cosas yo también me enteraba. Era como seguirte la pista. No te podía olvidar, Tania. No después de todo lo que vivimos.

—Laura…

—Y luego me fui haciendo su mejor amiga, hasta que él me invitó a salir. Lo hice porque quería ver sus ojos verdes que son idénticos a los tuyos, y la misma forma de sonreír también. Una cosa llevó a la otra, y el día en el que me besó… la verdad es que pensé en ti y no en él.

Si me lo hubiera dicho semanas antes, sin duda le habría soltado la bronca. Hubiese corrido con mi hermano para contarle que esa maldita sólo estaba jugando con él. Sin embargo, ahora que Laura volvía a meterse en mi vida cotidiana, me vi incapaz de sentir odio hacia ella. Más bien tuve profunda lástima por lo mal que la había pasado sin mí. Comencé a sentirme todavía peor.

—Me pidió ser su novia y yo, tras mucha insistencia de su parte, acepté. Tengo que ser realista. Él me gusta. Es el primer hombre en el que me fijo. Cuando supe que vendría a verte, le pedí que me trajera con él. Yo sólo necesitaba volver a tener contacto contigo.

—¿Y por qué te portaste tan grosera conmigo cuando llegaste?

—No fui grosera. Tú eras la que no estaba de acuerdo con nada. Me di cuenta cuando me lanzaste esa mirada de odio. Supe que no funcionaría y entré a la defensiva.

—¿Y el beso que nos dimos?

—Pensé que ya no querías hablar de eso.

—Bueno… pues es un buen momento para aclararlo.

Laura suspiró, exasperada de que siguiéramos con el mismo tema. Eso me hizo creer que ella de verdad ya lo haba superado, mientras que yo continuaba devanándome la cabeza con ese recuerdo tan dulce de sus labios sabor a uva. Ella bajó la visa hacia su bebida y cuando su boca se cerró alrededor del popote, imaginé cómo sería volver a besarla, abrazarla de nuevo. Oler el aroma de su cabello y sentir la tesitura de su piel con mis manos.

—Laura, tranquila —la tomé de la mano. Ahora comprendía un poco mejor porqué mi ex era como era. Su deseo de estar a mi lado la había motivado a buscar la amistad de mi hermano, y luego, él había encontrado el amor. En cierta forma yo era la culpable de que ellos fueran felices, y de nuevo me sentí bien por eso —. Mi hermano tiene suerte de tener a una dulzura como tú a su lado.

Mi ex sonrió, apenada.

—Y te envidio —agregué para hacerla sentir mejor —. Estás con alguien importante y yo sigo de forever alone. No es fácil ser yo.

—Hay gente en peores situaciones.

—Sí. Bueno. Dejémonos de temas tristes y vamos a ver a esas dos. Ya casi es la hora.

Al principio no las reconocimos. Ximena y Camila estaban en la zona de comida, sentadas en una de las tantas mesas frente a una docena de puestos. El aroma allí era exquisito: comida china, italiana, mexicana. ¿cómo no sentirse feliz? La persistente mancha negra que me dejó romper con Laura estaba poco a poco desvaneciéndose con su llegada y íbamos a encontrarnos con dos de nuestras mejores amigas.

Ximena, a la cual reconocí por su cabello castaño y lentes, estaba sentada al lado de una exótica mujer. ¿Acaso ella era Camila? No podía ser posible.

—¡Niñas! ¡Ay! ¡Qué alegría volver a verlas!

Nos abrazó a la vez y dejó sonoros besos en nuestras mejillas. Camila permaneció relajada y sonriente.

—¿Cómo han estado? —les pregunté. Laura igual se veía contenta.

—Muy bien. Tania, me sorprendió verte en esa fiesta. Estabas tan borracha que a penas me reconociste.. Te di mi número pero no supe si me llamarías. Y luego estás como tonta preguntando ¿quién es? ¡Ja,já! Oye, Laura ¡qué bien te ves! Se ve que te ha crecido la pechuga.

Laura soltó una carcajada.

--Y tú te ves muy bien con esos lentes.

Miramos a Camila, que hasta entonces se veía seria. De hecho, lucía un poco mayor que nosotras. Siempre había sido la más alta, depresiva, flacucha y desarreglada. Sin embargo la Cami que estaba frente a nosotras no era ni la sombra del pasado. Ahora vestía a la moda, con unos jeans de marca, una blusa blanca y una chaqueta de mezclilla abierta que dejaba a la vista el prominente busto que se le había desarrollado. Sus uñas estaban pintadas de esmalte negro, y tenía un bonito collar alrededor de la garganta que brillaba por unas piedrecillas azules y rojas. Su pelo ahora era ondulado y largo, de un rojo muy oscuro. Casi negro.

—Me encuentro bien —se limitó a decir.

--¿Tú también estuviste en la fiesta?

—No. Ximena me llamó y dijo que nos íbamos a reunir, así que aquí estoy.

—¿Verdad que ha cambiado mucho? —nos preguntó Ximena —. Se ve más adulta y sofisticada. Y sexy.

—Yo siempre he sido sexy.

—¡Ah! Eso no es lo que dicen las fotos. Aquí las tengo.

Ximena sacó un pequeño álbum donde estábamos todas a lo largo de la secundaria.

Cuando vi esas imágenes me di cuenta de que sí habíamos cambiado mucho durante los últimos tiempos. Por ejemplo, Laura era casi esquelética, pero bonita. Yo me asemejaba a la niña de El Aro, con mi pelo sin arreglar y pálida como la nieve. Ximena tenía frenos en la boca para corregir sus dientes y unos feos anteojos como de fondo de botella. Camila se vestía terriblemente mal, con pantalones anchos, camisas despintadas una gorra. Más bien parecía un chico.

—¡Miren! Aquí fue nuestra primera salida juntas —dijo Ximena —. ¿Recuerdan? Cuando Camila y yo las conocimos nos daban miedo porque eran novias y pensábamos que nos querían violar.

—Ridículas —sonrió Laura.

—En esa me veo muy mal —sentenció Camila, señalando una foto suya —. Dios, qué terrible. Tenía acné.

—Y yo la cara grasosa —Ximena suspiró como si todavía la tuviera. Lo cierto es que se veía muy bien ahora.

—¡Aquí está la maldita de Laura presumiendo sus tetas! —en esa foto mi ex llevaba una blusa muy ceñida y se le marcaba el atributo —. ¡Ay! Te odio, Laura. Se me había olvidado la envidia que te tenía.

—Todas te envidiamos —dijo Camila, guiñándome un ojo —, especialmente yo.

—Bobas, de seguro se operaron.

—Adolescencia, lo estás haciendo muy bien —agregué y todas se rieron.

Miré a mis amigas con mucho interés. Ahora que éramos más adultas, los problemas de la adolescencia sonaban estúpidos. Los dramas, los llantos, las preocupaciones sin sentido y nuestra forma de ver la vida ya no eran las mismas. Es increíble lo rápido que la gente cambia y se adapta al nuevo estilo de la sociedad. Y estar con ellas me hizo absolutamente feliz.

De repente sentí que alguien acariciaba mi pierna por debajo de la mesa. Tanto Laura como Ximena estaban concentradas en las fotos. Sólo Camila me miraba raro.

—¿Sí?

—Tú te ves muy bien, Tania. Casi no te reconocí.

—Yo debería decir eso. Pensé que eras otra persona.

Cami apoyó los codos en la mesa y descansó la cara entre sus manos. Eso sólo sirvió para resaltar su rostro en forma de corazón y su bonita sonrisa.

—Cuéntame ¿qué has hecho de tu vida?

---Pues… —no quería mencionar lo de Isaac —, no mucho. Nada trascendente.

—Yo juego voleibol. Lo retomé ¿recuerdas? Era malísima. No tenía la condición.

—Pues ahora vaya que la tienes.

—¿Quieres ver?

—¿Qué cosa?

Camila se puso de pie y dio un giro sexy. Lo único que vi fue su bien torneado trasero, sus fuertes piernas y su estrecha cintura delineada por la blusa. Luego volvió a sentarse con una sonrisa coqueta.

—Bueno… estás más guapa que antes.

—¿Verdad? Si supieras cuántas propuestas de chicos he tenido. Y también… de chicas.

Tragué saliva y me reí nerviosamente.

—Qué bueno.

—¿Tú… tienes pareja? —se mordió los labios casi imperceptiblemente. Sus ojos negros brillaban.

—Ehm…

—Eso es un no —dijo y se rió —. Ay, Tania. Me pregunto por qué tendrás tan mala suerte.

—Pues no los sé. Intenté probar con los chicos, pero no me fue muy bien. ¿Tú has tenido novio?

Se sonrojó al fin. No se esperaba esa pregunta. Carraspeó y bebió un sorbo de su jugo. Laura y Ximena seguían viendo las fotos.

—No, por desgracia —fue lo que contestó y se pasó un rebelde mechón detrás de la oreja.

Algo en sus ojos era hipnótico, y coqueto a la vez. Un momento… ¿estaba Camila flirteando conmigo? no. Eso era ridículo. Sólo demostraba mucha confianza en sí misma. Yo estaba imaginando cosas.

—Creo que esas dos están muy entretenidas con las fotos. Ven, Tania, vamos a hablar a otro sitio.

—Pero estamos bien aquí.

Camila suspiró.

—Ximena ¿vas a querer algo? ¿Laura?

—Sí —respondieron las dos a la vez —. Comida china.

—Acompáñame, Tania.

No encontré ninguna excusa a tiempo para decirle que no. Además de su aspecto físico, ella imponía cierto respeto y su voz, dulce y severa a la vez, logró que me levantara y la acompañara a uno de los puestos de comida. Su porte regio al caminar, la mirada al frente y su casi imperceptible sonrisa la convertían en una chica muy diferente de la que recordaba.

Nos sentamos frente a la barra del puesto de comida china y de inmediato unos orientales nos ofrecieron muestras de pollo dulce y verduras. Nada más con el olor supe lo hambrienta que estaba y mi estómago gruñó.

—Entonces ¿te gusta cómo me veo? —me preguntó Camila mientras miraba el menú.

—Eh, sí. Luces linda, ya te lo había dicho.

—Qué bueno que te guste.

--Seee…

Respiré despacio y miré a Laura que seguía riéndose con Ximena y con las fotos.

—¿Por qué no vamos al cine, Tania? Sólo nosotras.

—¿Noso… nosotras?

—Sí. Hay una película que quiero ver y no creo que a Ximena ni a Laura le guste. No son fans de Marvel, de todos modos. Claro, no ahora. Cuando terminemos de comer.

—Pues… —¡Joder! ¿Me ponía nerviosa que Camila me invitara al cine? ¡¿Cómo carajos había sucedido?! En el pasado, cuando yo le hablaba, ella era la que no sabía qué contestar. Era tan tímida que ni siquiera se atrevía a pasar frente a la pizarra para exponer cualquier tema.

—¿Eso es un no?

Al fin hizo contacto visual conmigo. Estaba entre seria y sonriente a la vez, con una ceja arqueada.

—Si dices que no, lo comprenderé. Sólo esperaba pasar más tiempo aquí. Tengo flojera de ir al entrenamiento.

—Pero deberías.

—Soy la capitana. Puedo faltar una vez y nadie dirá nada.

--Capitana… eso suena importante.

—Lo es.

¿Desde cuando era ella una líder? En los trabajos por equipo Cami nunca tomaba parte en las decisiones.

—¿Y bien? Yo pagaría tu entrada y las palomitas. Anda, será divertido —lo pedía con un tono dulce, sereno, sin suplicar. Como si ya estuviera segura de mi respuesta.

—Pero vine con Laura y no sería correcto dejarla volver sola a casa. ¿Podría ser en otra ocasión?

Camila se lo pensó estoicamente. Después dulcificó su mirada.

—Bien. Cuando quieras me puedes llamar. Te daré mi número.

—Claro…

Lo apunté enseguida, y también su dirección de Facebook. Más tarde me dedicaría a ver sus fotos para saber en qué más se había convertido esa chica que antes era un manojo de nervios. ¿Capitana? ¿En serio? La miré de reojo. Sin duda se veía más madura que yo, y más decidida y calmada. Era bonita. No. bonita no. Sensual. Esa era la palabra adecuada para describirla.

—¿Qué tanto me miras? —preguntó sin verme. Yo me sonrojé.

—Ehm… nada. Sólo miraba tu cabello.

—¿Te gusta?

—Sí.

—¿Qué más te gusta de mí? —sonrió como si estuviera poniéndome una broma. Yo me aclaré la garganta.

—Volveré a la mesa —dije y me alejé de ella rápido, con mi corazón latiendo un poco más fuerte y una clara sensación de que Camila estaba sin duda alguna coqueteando conmigo. 

Notas finales:

¡Woo! ya nos salió la competencia xD bueno ¿que les ha parecido camila? es increíble como cambia la gente verdad? jajaja espero que lo hayn disfrutado y aunque no soy muy dada a esto, me gustaría que opinaran cómo va la historia o qué es lo que les está gustando o esperan ^^ 

saludos! 


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