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El hombre del traje rosa por TakamasaYuna

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Baekhyun llevaba ahorrando por dos años para poder ir al viaje de sus sueños. Se había privado de cualquier capricho solo para poder reunir todo el dinero necesario. Y ahora, después de tenerlo todo preparado, estaba embarcando rumbo a Brasil.


 


Su sueño siempre había sido viajar al Amazonas y este año por fin lo había conseguido.


 


Las horas de avión se hicieron eternas para él. Los nervios no le dejaban dormir y, ya había repetido tres veces la película que retrasmitían por las pantallas del avión.


 


Kyungsoo, su mejor amigo, le había repetido hasta la saciedad que lo que estaba haciendo era una locura, ¿cómo se iba a ir solo hasta el Amazonas? Sin embargo, nada de lo que le dijeran podría hacer cambiar a Baekhyun de opinión.


 


Recostó su cabeza en el asiento y pensó en todo lo que haría. Solo tenía tres días para contemplar todo lo que pudiera. Su cabeza organizaba cada segundo de su tiempo. Si respiraba tal vez no le diera tiempo a contemplar todo y, eso le hizo fruncir el ceño. Tendría que dejar tiempo para descansar o colapsaría antes que se acabara el segundo día.


 


Al llegar al aeropuerto de Brasil tuvo que coger un autobús que lo llevó hasta su hotel, tres horas más de viaje en las que no pudo pegar ojo.


 


Baekhyun odiaba los viajes largos y este no era la excepción. Cuando por fin estuvo en su habitación de hotel se tumbó e instantáneamente se quedó dormido.


 


El servicio de habitaciones lo despertó con el desayuno, cuando reservó había especificado a la hora que quería el desayuno y, justo como él dijo, a las siete de la mañana tuvo un café, tostadas y huevo revuelto delante de él.


 


No tardó en devorar el plato, su estómago llevaba vació horas y se agradeció los alimentos que le llegaban ahora.


 


Se dio una ducha y con la mochila en el hombro salió a su primera excursión por el Amazonas.


 


Fue guiado junto a un grupo por los lugares turísticos más cercanos a su localización. El guía hablaba en inglés pero, no fue difícil entenderle. Había estado estudiando desde que se propuso viajar.


 


Contempló con entusiasmo cada rincón y de vez en cuando tomó alguna fotografía para no olvidar lo que estaba viendo.


 


La última parada del recorrido de ese día era una vuelta en barco para poder contemplar los delfines rosados. Baekhyun había leído mucho de ellos en internet y, su belleza le fascinaba. Verlos en persona fue una sensación totalmente indescriptible. Contemplar su rosada piel le dejó anonadado. Eran todavía más bellos que en las fotos. No demoró en sacar todas las fotografías que pudo de aquel animal. Con entusiasmo apretaba el botón de la cámara y el flash apuntaba directo a los animales.


 


—Ahora les contaré una curiosidad —habló el guía haciendo que Baekhyun se detuviera para escuchar lo que el hombre tenía que decir—. Hace mucho tiempo, los habitantes del lugar creían que el boto, las noches de luna llena, se transformaba en un hombre apuesto que seducía a sus hijas y las embarazaba. Por lo que muchas mujeres registraron a sus niños como hijos de un boto, para ocultar que eran madres solteras.


 


Después de escuchar la historia, Baekhyun volvió a mirar a los delfines que se encontraban en el río. Su mirada se encontró con la de uno de los delfines, el más grande de todos los que se encontraban ahí, y juró que aquellos ojos le intentaron trasmitir algo. Contempló la gran figura y un escalofrió recorrió toda su espina dorsal. Si ese delfín era una animal tal magnifico no quiso imaginarse el hombre en el que se podría convertir, si el relato fuera real.


 


Ese día volvió al hotel después de probar un plato típico del lugar, en una pequeña caseta. Los lugareños eran gente muy amable e intentaban ayudarlo en todo lo posible, aunque a veces el idioma les dificultara el acercamiento.


 


En su segundo día de vacaciones Baekhyun conoció a un chico coreano, como él. Se llamaba Minseok y era un enfermero del lugar.


 


—Me gusta ayudar a esta gente —contestó Minseok cuando Baekhyun le preguntó por qué estaba aquí—. Hay menos recursos, ejercer la profesión es más difícil pero te satisface más.


 


Baekhyun ese día lo ocupó como voluntario en el lugar. Se dedicó a poner curitas o esparadrapos en heridas que Minseok había tratado previamente. La mayoría de gente que acudía a la pequeña casa con función de enfermería eran niños o madres. Casi ningún hombre apareció por allí ese día, a excepción de un hombre al que Minseok le inyectó insulina.


 


Gastar todo su día en ayudar a Minseok no estaba en sus planes y eso le hizo saltarse muchos lugares que tenía planeado conocer pero, al acabar el día y junto a todos los agradecimientos de la gente y las sonrisas de los niños, no le importó haber pasado su día allí.


 


—Mañana se celebra una fiesta en la cabaña junto al río —dijo Minseok antes de que Baekhyun se fuera—. Ya que te he tenido retenido conmigo todo el día, creo que sería una buena idea que fueras para compensarte.


 


Baekhyun sonrió y murmuró un "allí estaré" antes de irse.


 


El tercer y último día de su estancia lo pasó observando las aves y plantas en la selva del Amazonas. Baekhyun descubría poco a poco las maravillas del lugar y deseó con todas sus fuerzas no tener que irse mañana por la mañana. Si tan solo se pudiera quedar como Minseok, en este maravilloso lugar. Sin embargo, él era publicista, un oficio inservible en este lugar.


 


Al llegar al hotel, se dio una ducha y se preparó para la fiesta a la que le había invitado Minseok. El chico le había dicho que se verían a las nueve en la entrada del hotel. Y allí estuvo puntual.


 


Minseok lo esperaba vestido con un pantalón vaquero y una camisa blanca de botones. Acostumbrado a su ropa de enfermero, Baekhyun vio a Minseok condenadamente sexy así vestido.


 


Baekhyun por su parte, no había escatimado en nada para arreglarse, llevaba un pantalón de cuero ceñido al cuerpo y una camisa azul sin mangas. Su pelo castaño estaba peinado ligeramente hacia un lado y había delineado sus ojos.


 


—Te ves bien —lo alagó Minseok al verlo.


 


Los dos se dirigieron a una casa iluminada con farolas blancas. La música retumbaba por todo el lugar.


 


Al entrar, varias personas se acercaron a saludar a Minseok y él presentó a Baekhyun. No se sentía incómodo, todos lo saludaban amablemente y le intentaban hablar en un inglés bastante básico.


 


—No están acostumbrados a hablar con extranjeros —comentó Minseok cuando estuvieron solos—. Te traeré algo para beber.


 


Cuando Minseok llegó con las bebidas, Baekhyun dio un gran sorbo que le raspó toda la garganta.


 


—Tranquilo. Todavía queda mucha noche por delante.


 


Baekhyun volvió a dar otro sorbo, pero esta vez más pequeño. No identificaba muy bien cuál era el contenido del vaso, aun así le gustaba.


 


Tres vasos después, el alcohol ya hacía efecto en su organismo. Minseok había desaparecido a la segunda copa, lo había abandonado entre gente desconocida para irse con una chica.


 


Baekhyun no sabía muy bien que hacer. Parado en una esquina del lugar, observó a la gente. Sus ojos se detuvieron en un hombre que acababa de entrar. Vestía un traje rosa y una camisa blanca. Su pelo negro estaba ligeramente despeinado pero, eso no le restaba a su aspecto elegante.


 


El recién llegado también observó el lugar y, cuando su mirada se paró en Baekhyun, sonrió mostrando sus blancos dientes.


 


Baekhyun juró haber visto esos ojos antes pero la persona que lo inspeccionaba era una total desconocida.


 


Él fue quien dio el primer paso y Baekhyun fue el que terminó la distancia entre ellos.


 


—¿Bailamos? —Preguntó el extraño en un perfecto coreano. Sus rasgos eran asiáticos, sin embargo, su estatura superaba la media.


 


Baekhyun alzó la cabeza para poder mirar bien la cara del hombre. Extendió su mano para aceptar al contrario y se dejó llevar.


 


Los ojos del chico no lo dejaron de mirar en ningún momento. Mientras bailaban en mitad de la pista, Baekhyun sintió la fuerza con la que era agarrado. Sus cuerpos no se separaron en ningún momento. Su compañero lo tenía pegado a él posesivamente. Sin embargo, a Baekhyun no le importo. Ese hombre era su tipo.


 


—¿Vayamos a dar una vuelta? —Le susurró el desconocido a Baekhyun.


 


—No me voy con desconocidos.


 


—Park Chanyeol —murmuró—. Ahora sabes mi nombre.


 


Baekhyun no puso más pegas y se dejó guiar hasta la orilla del río.


 


Chanyeol lo tenía embobado, su belleza lo mareaba, ¿o tal vez era el alcohol? No lo sabía.


 


No supo en que momento empezaron a besarse. Los labios de Chanyeol eran salados y suaves. Sus grandes manos recorrían su espalda por debajo de la camisa y, Baekhyun suspiraba sin cortar el beso.


 


Recostado sobre la arena, vio la Luna llena en lo alto del cielo. Chanyeol encima de él le quitó la camisa y comenzó a besar su pecho. A Baekhyun le vinieron de repente las imágenes del delfín rosado y cuando Chanyeol lo miró a los ojos, sintió un déjà vu. Estaba seguro de haber visto esos ojos antes.


 


Se deshicieron de la ropa restante en pocos minutos y cuando Baekhyun recorrió la espalda de Chanyeol con sus manos, pudo sentir sus fuertes músculos.


 


—¿Haces algún deporte? —Preguntó, separando un poco a Chanyeol.


 


—No hables —murmuró Chanyeol antes de volver a besarlo.


 


Baekhyun movió sus caderas para rozarse con Chanyeol y este soltó un gemido ronco. Ante el sonido que emitió Chanyeol, Baekhyun se excitó más y comenzó a repetir su acción anterior. Cada vez Chanyeol gemía más alto y Baekhyun no se quedaba atrás.


 


Chanyeol llevó su mano a la boca de su compañero y este lamió los dedos hasta que quedaron bien ensalivados. El primer dedo que entró en Baekhyun se sintió extraño, el segundo le proporcionó una sensación bastante incómoda. El tercero ya le sacó el primer gemido.


 


Recostados a la orilla de río, entre maleza y arena, Chanyeol penetró a Baekhyun. Ninguno sintió el frio en ningún momento. El calor de sus cuerpos era suficiente como para no sentirlo. Las penetraciones comenzaron lentas, un tortuoso ritmo para Baekhyun quien movía sus caderas para aumentar el ritmo. Minutos después, las estocadas aceleraron.


 


Extasiado por el placer, Baekhyun comenzó a masturbarse, intentando sentir todavía más. Chanyeol no paró de moverse hasta que se corrió dentro de él, emitiendo un gemido agudo que desentono de sus anteriores gemidos roncos. Baekhyun le siguió, no mucho después.


 


Al acabar, Chanyeol salió de Baekhyun y se recostó a su lado. No pasó mucho tiempo hasta que los dos se quedaran dormidos, en el suelo y desnudos en mitad de una noche de luna llena.


 


 


*


 


 


Los primeros rayos del Sol despertaron a Baekhyun. El chico miró a su alrededor pero no había nadie. Todo estaba en silencio.


 


Cogió su ropa y se vistió apresuradamente, no quería que nadie lo viera.


 


Volvió a recorrer su entorno con la mirada y se detuve en el río. A lo lejos, había un delfín rosado que lo miraba fijamente. Baekhyun se acercó lo más que pudo a la orilla del río y el delfín silbó, un silbido que le recordó al último gemido de Chanyeol.


 


Negó con la cabeza y se dio la vuelta para ir al hotel. No sabía exactamente qué hora era pero, no se podía permitir perder el avión.


 


<<Las leyendas no existen>> se repitió cuando echó un último vistazo hacia atrás y vio de nuevo al delfín.


 


Minseok se despidió de Baekhyun antes de coger el autobús y Kyungsoo lo esperó en el aeropuerto a su llegada a Corea.


 


En todo lo que duró su viaje, Baekhyun no pudo dejar de pensar en Chanyeol y en los delfines rosados. ¿De verdad podría haber alguna conexión?


 


Al año siguiente, Baekhyun volvió. Minseok le ofreció su casa para quedarse, habían mantenido el contacto y así ahorraba un poco de dinero.


 


Espero por días junto al río para poder encontrarse con Chanyeol pero, lo único que conseguía era quedarse mirando al agua mientras un delfín lo observaba de lejos. Su delfín.


 


Al año siguiente volvió y, al siguiente también. Se estaba volviendo una costumbre ir todos los años al Amazonas a esperar a un hombre que nunca aparecía. Estaba acumulando deudas solo para poder viajar unos días pero, eso no le importaba en absoluto. Él solo quería poder ver a Chanyeol una vez más. Solo había sido sexo durante una noche pero, sentía que si no volvía para verlo se moriría. 


 


Estar en corea era un sufrimiento continuo. Chanyeol había calado tan dentro de él que cada segundo giraba en torno a su recuerdo.


 


El cuarto año que volvió, Minseok le propuso que se mudara a vivir allí. Baekhyun lo rechazó amablemente. Este año se iba a dar por vencido.


 


Baekhyun —escuchó como Kyungsoo hablaba a través del teléfono—. Tienes una orden de desalojo, hace un año que no pagas el alquiler de tu apartamento.


 


—Kyungsoo, por favor. No me regañes.


 


Baekhyun se encontraba desbordado. No podía con tantas deudas pero tampoco había podido dejar de venir. Estaba sentado a la orilla del río, mirando su delfín, el cual siempre estaba ahí cuando venía. El cual siempre veía a Baekhyun alejarse y silbaba. Un silbido que se escuchaba como un llanto y que hacía que a Baekhyun le costara cada vez más irse de vuelta a casa.


 


Sabes que siempre estaré para lo que necesites pero, regresa —Kyungsoo no dijo nada más y cortó la llamada.


 


Esa noche Baekhyun se quedó junto al río. Era luna llena y a lo lejos se escuchaba música, como si estuvieran en una fiesta. Todo le recordaba exactamente a ese día.


 


Llevaba todo el día en el mismo lugar, aun así, no quería irse. Pero el sueño le ganó y, se quedó dormido junto a lo orilla del río, en una noche de Luna llena.


 


Unos suaves golpecitos en el hombro lo despertaron. No estaba seguro que hora era pero, cuando abrió los ojos todavía se podían ver las estrellas y la Luna. Miró a la persona que lo había despertado y sus ojos se abrieron de sobremanera. Se incorporó lo más rápido que pudo y su boca se abrió por la sorpresa. Chanyeol estaba junto a él y vestía el mismo traje rosa de la vez anterior. Nada en él había cambiado, era como si Baekhyun estuviera viendo una fotografía.


 


—Te vas a resfriar —murmuró Chanyeol mientras se quitaba su chaqueta y la pasaba por los hombros de Baekhyun.


 


Baekhyun no dudó ni un segundo y abrazó con todas sus fuerzas a Chanyeol. Recostó su cabeza en el pecho de su compañero y, este pegó su nariz al pelo de Baekhyun, aspirando su aroma.


 


Estuvieron en esa posición por unos minutos, aunque a Baekhyun le hubiera gustado estar así para siempre. Entre los brazos de Chanyeol se sentía protegido.


 


—¿Dónde has estado? —Preguntó Baekhyun alzando la cabeza, aun sin romper el abrazo–. He estado aquí esperándote por años.


 


—Yo también he estado aquí siempre. —Chanyeol miró a los ojos de Baekhyun y este vio los ojos de su delfín en ellos. Puede que se estuviera volviendo loco pero, por ahora aceptaría esa locura—. Pero, nunca me podía acercar, hasta hoy.


 


—¿Por qué?


 


—No te quedabas hasta la noche, siempre te ibas al atardecer.


 


Chanyeol besó a Baekhyun, un beso intenso y lleno de sentimiento. Las lágrimas de Baekhyun se mezclaron con el sabor saldo de los labios de Chanyeol, en un beso que se tornó desesperado.


 


Las acciones de la vez pasada se volvieron a repetir, como si hubieran rebobinado y estuvieran viendo su película favorita de nuevo. Baekhyun volvió a acostarse y Chanyeol volvió a penetrarlo con la misma intensidad. Cada toque se sentía como la primera vez, haciendo que la piel de Baekhyun se erizara al contacto con la de Chanyeol y, viceversa.


 


Al acabar, Chanyeol se recostó al lado de Baekhyun, apoyando la cabeza en su pecho. Baekhyun no se quería dormir pero los bostezos no paraban.


 


—No te duermas —susurró Chanyeol—. Ya casi va a amanecer.


 


A Baekhyun le costó el alma quedarse despierto pero cuando el Sol empezó a aparecer por el horizonte, valió la pena. Chanyeol se incorporó y se dirigió hacia el río bajo la atenta mirada de Baekhyun. Este no se quiso mover de su sitio ya que no sabía que estaba pasando.


 


Cuando Chanyeol se sumergió dentro del agua, lo que emergió después no fue ni más ni menos que su delfín, que silbó y movió su morro en forma de saludo.


 


Baekhyun no podía creer lo que estaba viendo, le echaba la culpa al sueño que tenía.  Tal vez se había quedado dormido sin darse cuenta. Aun así no apartó la vista del delfín en ningún momento.


 


Se acercó a la orilla del río y estiró su mano para tocar la piel del animal. Se sentía fría y suave bajo su piel. Avanzó un poco más y se adentró en el agua, como había hecho minutos antes Chanyeol. El agua estaba helada y el cuerpo de Baekhyun se estremeció.


 


Nadó junto a su delfín —junto a Chanyeol— por largas horas, hasta que sus músculos pidieron un descanso.


 


Baekhyun se fue ese día con la promesa de volver, pero esta vez para quedarse. Arreglaría todas las tareas que tenía pendientes en Corea y, tal vez, aceptaría la propuesta de Minseok. Después de todo, estaba ligado a este lugar, estaba ligado a Chanyeol —su delfín rosado—.


 


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