-¡Vamos!- Geb sacudía a Ismael.
- Me podes dejar en paz-.
Geb no se detuvo, insistía en querer sacar a su amigo de la cama.
-¿Planeas quedarte así?-.
Ismael lo miro por unos segundos y cerró los ojos.
- Idiota, ya vas a salir-. Salió molesto del cuarto.
- ¿No hubo caso?-. Maira le dio una taza de café.
- No, es demasiado terco-. Tomó hasta la mitad.
Maira sonrió.
- Ya va a salir-. Miró por la ventana, atardecía. – Seguramente en un rato.
- A veces me das miedo-.
Maira se giró a mirarlo y se acercó.
- Eso es lindo-. Y lo besó.
Geb se sorprendió pero tampoco era la primera vez que ella lo besaba.
El beso continuó hasta que terminaron en el sillón.
¿Enserio van a hacerlo estando yo del otro lado del cuarto?
No quiero salir, no estoy de ánimos como para irme pero lo último que quiero es escucharlos a ellos.
Suspiré.
Me levanté de mala gana, busqué unas zapatillas y una remera ya llevaba el jean.
Al salir del cuarto evité cualquier contacto visual, solo salí.
Atardecía y hacia algo de frío, estaba agradable, la próxima que quiera estar solo hago esto.
Es viernes, mucha gente va y viene, suele molestarme estar entre tantas personas pero hoy no le doy importancia.
Encontré una cafetería a mitad de la cuadra, es nueva, esto antes era una casa de pinturas.
La cafetería está pintada en tonos naranjas y grises, hay cuadros ubicados en patrones, predomina el azul en ellos están buenos, pero lo mío no es el arte, las mesas están puestas a ambos lados de la entrada y a lo largo del local, dejando la cafetería y los baños en el fondo.
Me senté en una de las mesas de la entrada mirando hacia el interior, había algunas personas pero se veía más que nada gente joven y uno que otros abuelos.
A los minutos un chico joven se acercó con una sonrisa, me mostró la carta y pedí un café americano, nuevamente sonrió y se fue, lo miré por unos segundos y mi vista se perdió en el local hasta caer en un chico sentado en el fondo acompañado de otro sujeto, ambos se mostraban inmersos en su conversación, no sé por cuanto tiempo perdí mi vista en él pero fue suficiente para que lo notara y fije su mirada en mí, sé que no duró mucho pero logró sacarle una sonrisa.
Incomodo desvié la vista hacia el muchacho que me atendió. Me acomodé cuando vi que traía el café.
Todo transcurre bien, tranquilo, agradezco un poco que Geb y Maira terminen sus cosas, pero la paz acaba cuando siento su voz en mi oído, Geb.
- Lindo lugar-. Se sienta.
Me quiero ir, lo ignoro.
- ¡Ey! Enserio vas a ignorarme, o sea, estoy acá-.
- Si ya se, es imposible ignorarte-. Él sonríe.
- ¿Qué tal el café?-. Se pone a mirar el local. – No hay meseras sexys?-. Ruedo lo ojos, estoy ya terminando el café. -¿Qué pasa con Maira? Pregunto porque si vamos a hablar que sea algo importante.
-¿Nos viste?- Concentró su atención en mí.
- Los escuche, preferí no ver por ni escuchar por eso me fui-. Llamé al mozo con un gesto, le pedí la cuenta, a los minutos pagué ya dispuesto a irme y en lo posible dejar a Geb por ahí.
- ¿Te molestó? Igual no es algo que pase muy seguido-.
- No, ¿Es más lograron sacarme de la cama o no?- Me levanté para irme pero sentí la presión de una mirada, me giré y el mismo chico de antes, no pude desviar la vista de él hasta que Geb llamó mi atención y nos fuimos del lugar.
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